Carlismo electoral (Restauración) para niños
El carlismo electoral durante la Restauración fue muy importante para mantener vivas las ideas tradicionalistas en España. Esto ocurrió en el periodo entre la tercera guerra carlista (una guerra civil) y la dictadura de Primo de Rivera (un gobierno militar).
Después de ser derrotados en la guerra en 1876, los carlistas cambiaron su forma de actuar. En lugar de luchar con armas, decidieron participar en la política y usar los medios de comunicación. Se adaptaron al sistema de la monarquía de Alfonso XII y vieron las elecciones, especialmente las del Congreso de los Diputados, como la forma principal de mover a sus seguidores, junto con la prensa.
Aunque los carlistas siempre fueron una minoría pequeña en las Cortes (el parlamento), y su influencia en la política del país no fue muy grande, las campañas electorales fueron clave para que su partido siguiera existiendo. Esto les ayudó a recuperar fuerza más adelante, durante la Segunda República Española.
Contenido
¿Cómo funcionaba el sistema electoral?
El sistema electoral en España durante la Restauración funcionaba así: cada diputado representaba a unas 50.000 personas. La Cámara Baja, que era el Congreso de los Diputados, tenía unos 400 diputados y era la única parte del poder legislativo que se elegía completamente.
Los distritos electorales eran las zonas geográficas donde se votaba. Generalmente, coincidían con los partidos judiciales (divisiones territoriales para la justicia). Había dos tipos de distritos: 279 rurales y 88 circunscripciones.
En los distritos rurales se elegía a un solo diputado. En las circunscripciones, se elegían varios diputados, dependiendo de la cantidad de habitantes. En ambos casos, los representantes se elegían por mayoría simple. Aunque los distritos formaban provincias y las provincias regiones, estas últimas no tenían un papel directo en las elecciones.
¿Quiénes podían votar?
Hasta las elecciones de 1886, solo podían votar los hombres españoles mayores de 25 años que tuvieran cierto nivel económico. Esto significaba que debían pagar impuestos anuales, como la "contribución territorial" en el campo o el "subsidio industrial" en las ciudades.
A partir de 1891, se permitió votar a todos los hombres mayores de 25 años (sufragio universal masculino). Esto hizo que el número de posibles votantes aumentara de 0,8 millones a 4,8 millones. Esta última cifra representaba el 27% de toda la población de aquel tiempo.
Turnismo y caciquismo: ¿Qué eran?
Las elecciones en España durante la Restauración tenían dos características principales: el turnismo y el caciquismo.
El turnismo era un acuerdo entre los dos partidos más grandes, los conservadores y los liberales. Se ponían de acuerdo para alternarse en el poder. Así, las elecciones se organizaban para asegurar que uno de los dos partidos siempre tuviera la mayoría en el parlamento. Esto se lograba con diversas manipulaciones conocidas como pucherazos (fraudes electorales).
El caciquismo era un sistema de influencia política basado en redes de líderes locales, llamados "caciques". Estos caciques controlaban los votos en sus zonas, a menudo a través de favores o presiones. La efectividad de estos dos sistemas fue disminuyendo con el tiempo y variaba mucho según la región. Las zonas rurales eran más propensas al fraude electoral.
Los carlistas actuaban fuera de este sistema, por lo que no tenían los mismos beneficios que los partidos del turnismo. Aunque había algunos líderes carlistas locales, el caciquismo generalmente trabajaba en contra de sus intereses.
Resultados electorales de los carlistas
Año | Votos | Año | Votos |
---|---|---|---|
1879 | 536 | 1903 | 44.846 |
1881 | 2.197 | 1905 | 29.752 |
1884 | no presentado | 1907 | 87.923 |
1886 | 456 | 1910 | 69.938 |
1891 | 24.549 | 1914 | 52.563 |
1893 | 45.617 | 1916 | 69.938 |
1896 | 43.286 | 1918 | 90.122 |
1898 | 40.481 | 1919 | 90.423 |
1899 | 11.915 | 1920 | 70.075 |
1901 | 45.576 | 1923 | 52.421 |
Entre 1879 y 1923, se realizaron 20 elecciones generales. En total, se eligieron 8.048 diputados. Los grupos tradicionalistas (carlistas, jaimistas, integristas, mellistas y candidatos independientes) consiguieron 145 diputados, lo que era solo el 1,8% del total.
Esto los dejaba muy por detrás de los dos partidos principales de la Restauración, los conservadores y los liberales, que obtuvieron más de 3.500 diputados cada uno. Los tradicionalistas también tuvieron peores resultados que los partidos republicanos-democráticos, que juntos lograron unos 500 diputados.
Aun así, el tradicionalismo quedó en cuarto lugar, por delante de partidos que ganarían más fuerza en el siglo XX, como los catalanistas, los vasquistas o los socialistas.
Es difícil saber el número exacto de votantes carlistas debido al fraude y otras particularidades del sistema. En la década de 1890, los diputados tradicionalistas obtenían unos 40.000 votos por campaña. Si se contaran también los votos de los candidatos que no ganaron, la cifra podría acercarse a los 50.000, lo que sería el 1,7% de los votantes activos.
En el siglo XX, los tradicionalistas victoriosos recibían un promedio de 65.000 votos por campaña. En 1907, 1918 y 1919, llegaron a unos 90.000 votos. Esto sugiere que, en el mejor de los casos, hasta 100.000 personas votaban por el tradicionalismo, alrededor del 4% del total de votantes. Aunque no era una cifra enorme, incluso a principios de los años 20, el número de votantes tradicionalistas era mayor que el de los socialistas. Por ejemplo, el PSOE no superó los 40.000 votantes hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera.
Etapas del carlismo electoral
Desde una perspectiva general, la presencia de los carlistas en el Parlamento no cambió mucho durante toda la Restauración. Siempre fueron una minoría muy pequeña, incapaz de influir en la política nacional. Solo sus miembros más destacados lograban hacerse notar de vez en cuando.
Sin embargo, desde el punto de vista carlista, el número de sus diputados en el Congreso varió mucho, entre 1 y 16. La suerte del movimiento en las elecciones dependía mucho de sus resultados en Navarra. En otras regiones, su potencial se mantuvo bastante estable: el País Vasco solía elegir 2-3 diputados, Cataluña (excepto en 1907) 1-2, y Castilla la Vieja 1.
La época de la Restauración se puede dividir en 4 etapas según el número de diputados carlistas:
1879-1891: Los primeros pasos
Entre 1879 y 1891, hubo muy pocos diputados carlistas, elegidos de forma individual. El primero fue Ramón Altarriba y Villanueva en 1879, aunque el partido no participó oficialmente en esas elecciones. El movimiento, debilitado por la derrota en la Tercera Guerra Carlista y la represión, estaba reconstruyendo poco a poco su estructura.
La recuperación fue difícil debido a los problemas entre el pretendiente Carlos VII y la familia Nocedal, lo que llevó a una división en 1888. Por eso, hasta 1891, solo se eligieron diputados individuales en Guipúzcoa, Álava y Vizcaya. Aunque los carlistas apoyaron a candidatos de otros partidos y dominaban las elecciones locales en algunas provincias.
1891-1907: Mayor agresividad electoral
La división con los Nocedal hizo que los carlistas fueran más agresivos en las elecciones, ya que tanto los integristas como los carlistas principales intentaban superarse. En 1891, participaron en su primera campaña oficial. Ambos grupos se veían como enemigos principales y preferían aliarse incluso con liberales si eso significaba derrotar a sus antiguos compañeros.
Esta actitud empezó a cambiar a nivel local a finales del siglo XIX y en el siglo XX, cuando ambos grupos se unieron para oponerse a nuevas leyes del gobierno. Sin embargo, entre 1891 y 1907, las dos ramas juntas no lograron más de 10 parlamentarios en un periodo. La corriente principal del carlismo obtuvo 44 diputados en total y el integrismo 12.
1907-1920: El mejor momento
La campaña de 1907 fue la que dio los mejores resultados electorales a los carlistas durante la Restauración, gracias a dos factores. El tradicionalismo logró un control casi total en Navarra, donde ambas ramas obtuvieron 6 de los 7 diputados, dejando el restante a los conservadores. En Cataluña, los carlistas se unieron a una alianza regional, lo que aumentó el número de sus parlamentarios catalanes de 2 a 6.
Aunque esta coalición se deshizo unos años después, un crecimiento rápido pero breve de la rama valenciana del movimiento, junto con el dominio continuo en Navarra y el acercamiento con los integristas, permitió a los carlistas ocupar entre 10 y 12 escaños en el Congreso durante la mayoría de los periodos hasta 1920.
1920-1923: El declive
Los últimos años, de 1920 a 1923, estuvieron marcados por una reducción de la minoría carlista. Otra división dentro del movimiento, la de los mellistas, afectó mucho al carlismo, con muchos líderes y jefes regionales abandonando el partido.
En Navarra, su principal fortaleza, las alianzas temporales, incluso con liberales, confundieron a los votantes y el carlismo perdió el control de la provincia. Los movimientos vascos y catalanes se volvieron más cautelosos con el carlismo. Además, el crecimiento de nuevos rivales, como republicanos y socialistas, empezó a quitarles apoyo electoral en las provincias del norte y este. En la última campaña de 1923, Jaime III (el pretendiente carlista) ordenó no votar, diciendo que estaba decepcionado con la democracia corrupta.
Ideas y alianzas carlistas
Ideas principales
Al principio, los carlistas preferían no competir con un programa basado en ideas complejas. Se limitaban a decir que solo el tradicionalismo representaría de verdad los intereses locales en Madrid. En realidad, lo que más destacaban era la defensa de los "Fueros" (leyes y costumbres propias de algunas regiones). Esto se vio en su apoyo a los Fueristas en los años 1880, en las alianzas regionales de los 1890, en la Solidaritat Catalana de 1907 o en la Alianza Foral de los años 20.
Sin embargo, el apoyo a las tradiciones locales nunca significó un respaldo claro a la autonomía de regiones como el País Vasco o Cataluña. Esto siempre causó problemas en sus relaciones con los nacionalistas. Otra característica de la propaganda carlista era la defensa de los derechos de la Iglesia católica y las constantes referencias a los valores cristianos. Los carlistas intentaban ser vistos como los únicos "católicos" verdaderos y criticaban que los obispos dieran ese título incluso a candidatos liberales. Sus reclamaciones sobre quién debía ser el rey solían ser discretas, y el partido evitaba desafiar abiertamente al gobierno de Alfonso XIII.
A medida que el sistema de turnos se deterioraba, en el siglo XX la propaganda carlista se centró cada vez más en la corrupción política, presentándola como una consecuencia inevitable del liberalismo. Las campañas de los candidatos carlistas, siempre muy conservadoras y opuestas a la democracia, se volvieron aún más extremas a principios de siglo. Incluían llamadas cada vez más frecuentes a defender los valores tradicionales contra la "revolución roja".
A finales de los años 1910 y principios de los 1920, con la política de alianzas tácticas carlistas en su apogeo, dejaron de lado las ideas y se centraron en cuestiones prácticas. Por el contrario, los integristas destacaron por criticar a los jaimistas por aliarse con los liberales, a quienes consideraban sus mayores enemigos. Finalmente, los últimos años de la Restauración estuvieron marcados por el rechazo abierto del sistema político y la "farsa parlamentaria".
¿Con quién se aliaban?
No hubo un sistema de alianzas carlistas fijo durante toda la Restauración. Al principio, cuando no presentaban sus propios candidatos, los seguidores de Carlos VII apoyaban principalmente a las facciones de derecha de los conservadores, a grupos locales que defendían las identidades regionales o a candidatos católicos independientes. Los liberales, que habían ganado las guerras, seguían siendo sus grandes enemigos.
El tipo de alianzas cambió después de la división de 1888. Ambos grupos se consideraban enemigos principales y luchaban con mucha hostilidad, a veces incluso apoyando a los liberales. Esta enemistad se convirtió en un acercamiento a principios de 1899, primero a nivel local en Guipúzcoa, y luego en todo el país. A principios del siglo XX, las dos facciones se aliaron de nuevo contra los liberales, especialmente contra la Ley de Jurisdicciones.
La oposición a los gobiernos liberales hizo que los carlistas dejaran de lado su enemistad con los republicanos y fueran menos cautelosos con el catalanismo. Su entrada en Solidaritat Catalana les dio el mayor número de diputados en 1907, aunque esta alianza se deshizo pocos años después. Alianzas similares en otros lugares, como Galicia o Asturias, tuvieron un éxito moderado.
Las alianzas provinciales bajo un amplio paraguas monárquico-católico-regional continuaron hasta alrededor de 1915. Se hicieron principalmente con integristas, mauristas y candidatos independientes, aunque también hubo pequeños conflictos entre las facciones tradicionalistas locales. Los últimos años de la Restauración se caracterizaron por el carlismo tradicional que hizo alianzas tácticas importantes, incluso con liberales y nacionalistas, a costa de enfurecer a los integristas. Finalmente, la división mellista separó aún más al carlismo.
¿Dónde tenían más apoyo los carlistas?
Nª | Distrito | Provincia | % |
---|---|---|---|
1 | Azpeitia | Guipúzcoa | 85 % |
2 | Tolosa | Guipúzcoa | 75 % |
3 | Estella | Navarra | 60 % |
4 | Aoiz | Navarra | 40 % |
4 | Cervera de Pisuerga | Palencia | 40 % |
6 | Pamplona | Navarra | 38 % |
7 | Olot | Gerona | 30 % |
7 | Laguardia | Álava | 30 % |
9 | Tafalla | Navarra | 25 % |
10 | Vich | Barcelona | 20 % |
El apoyo geográfico al carlismo durante la Restauración fue muy desigual. Estuvo ausente en la mayor parte del país, fue menor pero constante en algunas provincias, y solo prosperó en una zona.
En general, el carlismo mantuvo cierto apoyo electoral en el tercio noreste de la península, desde el Golfo de Vizcaya, a lo largo de los Pirineos, hasta la costa central del Mediterráneo.
La base electoral principal de los carlistas se encontraba en el País Vasco y Navarra, que eligieron 94 parlamentarios (el 65% de todos los tradicionalistas en el Parlamento).
Navarra eligió el 35% de los diputados carlistas y fue la única zona donde el movimiento dominó la vida política local. Aunque casi no existía en los años 1880, a finales de siglo el carlismo controlaba entre el 35% y el 40% de los diputados navarros disponibles. Durante las dos primeras décadas del siglo XX, se convirtió en una fuerza mayoritaria. Con el 60-80% de los diputados ganados en cada campaña, incluso actuó como árbitro en la política local, es decir, controlando todos los escaños de la provincia mediante alianzas con otros partidos. Dentro de Navarra, la fortaleza carlista estaba en el distrito de Estella, el único en la provincia (y uno de los 3 en España) donde el carlismo ganó la mayoría de los diputados durante la Restauración.
Dos provincias del País Vasco donde el carlismo intentó dominar fueron Guipúzcoa y Álava. En Guipúzcoa, el movimiento obtuvo 33 diputados, lo que era el 33% de todos los diputados disponibles en la provincia y el 22% de todos los diputados carlistas ganados durante la Restauración. Dos fortalezas locales eran los distritos rurales de Azpeitia y Tolosa, que tuvieron la tasa de éxito carlista más alta de toda España. En la pequeña provincia de Álava, los tradicionalistas obtuvieron en total el 15% de los diputados disponibles, aunque en las elecciones locales solían dominar, especialmente en el siglo XIX. Otra provincia del País Vasco, Vizcaya, fue un área donde el apoyo carlista disminuía rápidamente, eligiendo solo dos veces a un diputado carlista de Durango.
N.º | Región | % |
---|---|---|
1 | Navarra | 36,40 % |
2 | País Vasco | 15,70 % |
3 | Cataluña | 2,70 % |
4 | Valencia | 1,70 % |
5 | Baleares | 1,40 % |
6 | Castilla la Vieja | 1,30 % |
7 | León | 0,40 % |
8 | Asturias | 0,40 % |
9 | Andalucía | 0,0 % |
9 | Aragón | 0,0 % |
9 | Canarias | 0,0 % |
9 | Extremadura | 0,0 % |
9 | Galicia | 0,0 % |
9 | Murcia | 0,0 % |
9 | Castilla la Nueva | 0,0 % |
Nª | Provincia | % |
---|---|---|
1 | Navarra | 36,40 % |
2 | Guipúzcoa | 33,00 % |
3 | Álava | 15,00 % |
4 | Palencia | 8,00 % |
5 | Gerona | 5,70 % |
6 | Castellón | 2,90 % |
7 | Barcelona | 2,50 % |
7 | Tarragona | 2,50 % |
9 | Valencia | 2,30 % |
10 | Vizcaya | 1,70 % |
Las regiones donde el carlismo tuvo una presencia visible (entre el 1% y el 3% de los diputados disponibles) fueron Castilla la Vieja y la costa levantina, que incluye Cataluña, Valencia y las Islas Baleares.
En Cataluña, los tradicionalistas eligieron a 23 diputados, lo que era un 16% importante de todos los parlamentarios carlistas, pero solo el 3% de todos los diputados catalanes disponibles. En las 4 provincias de la región, en Gerona los carlistas obtuvieron el 6% de los diputados, en Barcelona y Tarragona el 3%, y en Lérida solo el 1%. En la mayoría de las campañas electorales (excepto 1907), la proporción de escaños carlistas en Cataluña oscilaba entre el 2% y el 5%. Los distritos catalanes más carlistas fueron Olot y Vich.
Valencia estuvo muy por detrás de Cataluña en número absoluto de diputados (11) y en tasa de éxito. Los carlistas fueron algo más fuertes en la provincia de Castellón (3%) que en la de Valencia (2%), y tuvieron un éxito relativo en Nules y Valencia. La campaña más exitosa para los carlistas valencianos fue la de 1919, cuando con 3 diputados ganados se llevaron el 9% del total de escaños.
La pequeña región de Baleares eligió a 2 diputados carlistas de Palma.
En Castilla la Vieja, la posición carlista (11 diputados y el 1,3% de todos los diputados disponibles) se debió principalmente a 8 triunfos en Cervera de Pisuerga, uno de los 5 distritos electorales más carlistas del país. Esto también hizo de Palencia una de las 5 provincias electorales más carlistas. En las provincias de Santander, Valladolid y Burgos, los carlistas lograron elegir a un diputado.
Hubo 2 regiones con 1-2 diputados carlistas elegidos, lo que significa que el movimiento apenas estaba presente: León y Asturias. En el norte, la proporción de diputados carlistas era inferior al 1%.
No se eligieron diputados carlistas en las regiones de Andalucía, Galicia, Aragón, Castilla la Nueva, Murcia, Extremadura e Islas Canarias.
El movimiento estaba poco representado en las grandes ciudades. Las 10 ciudades más grandes de España (con el 10% de toda la población) eligieron a 10 diputados carlistas, lo que es el 7% de todos los diputados tradicionalistas.
Personas destacadas
Un total de 64 personas fueron elegidas como diputados carlistas durante la Restauración. Algunos solo estuvieron una legislatura, mientras que otros fueron parlamentarios veteranos.
Los más elegidos
Los 4 diputados más elegidos representaron el 25% de todas las legislaturas carlistas del periodo:
a) El valenciano Llorens fue elegido 3 veces en distritos de la zona levantina, antes de ser elegido 8 veces seguidas por Estella (Navarra). Hasta hoy, es el diputado carlista que más tiempo ha estado en el cargo (24 años), el que más tiempo ha estado de forma consecutiva (18 años) y el más veces elegido (11 veces).
b) El asturiano Vázquez de Mella fue elegido 7 veces por Navarra y una vez por Oviedo.
c) El palentino Barrio fue líder político carlista entre 1899 y 1909. Entre 1891 y 1909 (excepto 1903-1905), fue elegido por su pueblo natal, Cervera de Pisuerga, y dirigió a la minoría carlista en el Congreso.
d) El alicantino Senante representaba la rama integrista del movimiento. Durante 16 años, representó continuamente a Azpeitia y, junto con Llorens, es el diputado carlista elegido de forma más continua en la historia (8 veces).
Otros líderes carlistas
No había una regla fija sobre si los líderes políticos tradicionalistas debían presentarse al Parlamento. Por ejemplo, Cándido Nocedal no se presentó después de la derrota de 1876. El marqués de Cerralbo, Enrique de Aguilera y Gamboa, tenía un asiento garantizado en el Senado por su título de grandeza de España. Matías Barrio participó entre 1901 y 1907 (y perdió en 1903). Bartolomé Feliú Pérez tuvo éxito en 1910. Pascual Comín no tuvo oportunidad de competir durante su corto tiempo como representante. El marqués de Villores fue obligado por el rey carlista a no participar en 1923.
Los líderes de las facciones tradicionalistas que se separaron sí solían competir por un escaño. El primer jefe integrista, Ramón Nocedal, tuvo éxito 4 veces, aunque también sufrió derrotas. Su sucesor, Juan Olazábal Ramery, prefirió no participar en las campañas electorales. Después de la separación del carlismo tradicional en 1919, Vázquez de Mella no logró entrar en las Cortes.
Generaciones carlistas en el Parlamento
En tres ocasiones, hubo dos generaciones de la misma familia sirviendo como parlamentarios carlistas. Primero, el padre y el hijo Ortiz de Zárate, Ramón y Enrique, ambos representando a Vitoria (Álava) en el siglo XIX. Luego, el padre y el hijo Ampuero, José María y José Joaquín, de Durango. Finalmente, el padre y el hijo Domínguez, Tomás y Tomás, representaron el distrito navarro de Aoiz.
N.º | Nombre y apellidos | Veces |
---|---|---|
1 | Joaquín Llorens Fernández de Córdoba | 11 |
2 | Matías Barrio y Mier | 8 |
2 | Manuel Senante Martínez | 8 |
2 | Juan Vázquez de Mella | 8 |
5 | Luis García Guijarro | 5 |
5 | Cesáreo Sanz Escartín | 5 |
5 | Ramón Nocedal Romea | 5 |
8 | Narciso Batlle y Baró | 4 |
8 | Tomás Domínguez Romera | 4 |
8 | Pedro Llosas Badía | 4 |
8 | José Sánchez Marco | 4 |
8 | Josep de Suelves y de Montagut | 4 |
13 | Joaquín Baleztena Ascárate | 3 |
13 | Esteban de Bilbao Eguía | 3 |
13 | Miguel Irigaray y Gorría | 3 |
13 | Víctor Pradera Larumbe | 3 |
Solo 5 personas sirvieron en el parlamento antes y después de la Tercera Guerra Carlista. Algunos políticos que empezaron su carrera como diputados durante la Restauración sirvieron en el Congreso hasta finales de los años 60. El caso más conocido es el de Esteban Bilbao, quien fue presidente de las Cortes en el futuro. Su carrera legislativa abarcó 49 años.
Victorias sin competencia
Hubo casos en los que los diputados carlistas obtuvieron su escaño sin que nadie más se presentara a las elecciones. Esto fue más común en Navarra (8 veces), donde en los distritos de Estella y Aoiz, los posibles candidatos rivales reconocían la fuerza carlista y ni siquiera se molestaban en competir. Ocasionalmente, esta situación también se dio en otros lugares (por ejemplo, a favor de Senante en Azpeitia, Guipúzcoa, o de Llosas Badia en Olot, Cataluña). Joaquín Llorens logró la victoria más aplastante, obteniendo el 99,51% de los votos en 1907.
¿Cómo eran los diputados carlistas?
Los estudios no ofrecen un perfil personal detallado de todos ellos. La información disponible sugiere que los diputados carlistas solían ser dueños de tierras, abogados, profesores universitarios y periodistas. Había muy pocos empresarios, funcionarios públicos o militares. La mayoría de ellos comenzaron su carrera en el Congreso a los 30 años.
¿Qué factores influyeron en el éxito carlista?
Factores económicos
Muchos expertos que estudian la popularidad carlista (o la falta de ella) señalan las condiciones socioeconómicas, aunque las conclusiones pueden ser diferentes. La opinión más aceptada es que el movimiento prosperó en zonas rurales con grandes propiedades comunales y donde había personas de clase media que podían mantenerse por sí mismas y acceder a la economía de mercado. Este tipo de lugares ofrecía una base económica a los agricultores propietarios, que eran la base social del carlismo, y eran comunes en el norte de España.
Cuando el carlismo intentaba llegar a campesinos con pequeñas tierras de bajo rendimiento, campesinos sin tierra, arrendatarios o jornaleros (trabajadores del campo, como en Castilla la Nueva o Andalucía, donde había muchos grandes terratenientes), perdía su apoyo. En las zonas industrializadas, los cambios sociales debilitaban las formas de vida tradicionales y la popularidad carlista. Aunque el creciente número de trabajadores urbanos no era totalmente inmune a la propaganda carlista, tendía a inclinarse más por el anarquismo y el socialismo.
Factores culturales y religiosos
Otro grupo de factores importantes se relaciona con la cultura y la religión. Se ha observado que el carlismo estaba muy ligado a la religiosidad, que era más fuerte en las provincias del norte. Las masas rurales pobres en Extremadura, Andalucía o Castilla la Nueva habían dejado de ser tan católicas. Los grupos de población que mostraban indiferencia religiosa u hostilidad, como los profesionales de clase media que eran socialmente activos y dominaban cultural y políticamente en las ciudades al principio de la Restauración, hicieron que la popularidad carlista disminuyera en las ciudades.
En el siglo XX, la clase de trabajadores industriales fue la responsable de que las grandes ciudades se volvieran menos religiosas, lo que explica la falta de atractivo carlista en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Zaragoza o Bilbao. Sin embargo, esta idea de que el carlismo era "anti-urbano" no se aplicaba siempre. Algunos estudiosos señalan que en partes de España como Galicia, el movimiento estaba ausente en las zonas rurales y solo estaba presente en ciudades medianas, como Orense.
Regionalismo y nacionalismo
Los investigadores que se centran en el carlismo y los movimientos regionales están de acuerdo en que, hasta cierto punto, ambos se apoyaron mutuamente. La discusión principal es si empezaron a separarse cuando las identidades regionales se convirtieron en cuestiones étnicas o, más tarde, cuando las conciencias étnicas de esas comunidades adoptaron demandas nacionalistas y políticas. Tampoco está claro por qué esta interacción fue tan importante en algunas regiones, mientras que en otras, como Galicia, siguió siendo mínima.
Historiografía: ¿Cómo se estudia el carlismo?
La forma en que se ha estudiado el carlismo en las últimas décadas muestra un creciente escepticismo sobre la importancia de las condiciones socioeconómicas. Ahora se sospecha que estas explicaciones son demasiado simples. Un crítico destaca la aparición de la "nueva historia política", que se centra en las interacciones familiares, la forma de pensar colectiva, los valores religiosos y morales, los factores antropológicos como las tradiciones y otros elementos que describen como "microsistemas de la vida cotidiana". Otro señala un aparente regreso al análisis político como clave principal de investigación. Otro prefiere analizar cómo se usaba el lenguaje cultural para entender la popularidad carlista, incluso en las elecciones, entre las personas menos privilegiadas.
Véase también
En inglés: Electoral Carlism (Restoration) Facts for Kids
- Anexo:Diputados tradicionalistas (1879-1923)
- Anexo:Diputados tradicionalistas (1931-1936)
- Carlismo electoral (Segunda República)
- Carlismo electoral navarro (Restauración)