robot de la enciclopedia para niños

Hugo Capeto para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Hugo Capeto
Rey de los francos
Coronation of Hugues Capet 2.jpg
Rey de los francos
1 de junio del 987-24 de octubre del 996
(9 años y 145 días)
Predecesor Luis V de Francia
Sucesor Roberto II de Francia
Información personal
Otros títulos Duque de los francos y conde de París
Coronación 3 de julio de 987
Nacimiento c. 939/941
Dourdan (probable)
Fallecimiento 24 de octubre de 996
« Les Juifs » cerca de Prasville, Chartres, Francia
Sepultura Basílica de Saint-Denis
Familia
Casa real Casa de los Capetos
Dinastía Dinastía de los Capetos
Padre Hugo el Grande
Madre Hedwige de Sajonia
Consorte Adelaida de Aquitania
Hijos

Firma Firma de Hugo Capeto

Hugo Capeto (en francés Hugues Capet; Dourdan, alrededor del 940 - «Les Juifs», cerca de Prasville, Eure-et-Loir, 24 de octubre de 996) fue un importante líder en la historia de Francia. Primero fue duque de los francos (960-987) y luego se convirtió en el primer rey de los francos (987-996). Es conocido por ser el fundador de la Casa de los Capetos, una dinastía que gobernó Francia por más de ocho siglos.

Hugo Capeto era hijo de Hugo el Grande y Hedwige de Sajonia. Heredó el poder de la Casa Robertina, una familia noble que competía por el control de Francia en los siglos IX y X. Su ascenso al trono marcó un cambio importante en la historia francesa.

En el siglo X, Francia experimentó grandes cambios. La agricultura mejoró, se empezaron a limpiar bosques para cultivar más tierras y el comercio creció. También se construyeron los primeros castillos feudales, que ofrecían refugio a los campesinos. Una nueva clase de guerreros, los caballeros, empezó a competir con la antigua nobleza. En este ambiente, Hugo Capeto logró establecer su dinastía.

Se benefició del trabajo de su padre, quien había logrado controlar a otras familias poderosas. Con el apoyo de la Iglesia, especialmente del obispo Adalberón de Reims y de Gerberto de Aurillac, Hugo Capeto fue elegido y coronado rey de los francos en el 987. Aunque al principio su poder no era tan grande como el de otros nobles, su reinado cambió la forma en que se veía al rey y al reino. Hugo Capeto se alió con la Iglesia y con otros príncipes importantes, lo que fortaleció su posición.

Para asegurar que su familia siguiera gobernando, Hugo Capeto asoció a su hijo Roberto II el Piadoso al trono en el año 987. Cuando Hugo murió en el 996, su hijo Roberto lo sucedió, asegurando la continuidad de la Casa de los Capetos. Esta dinastía fue muy duradera y sus descendientes llegaron a gobernar en otros países como España, Portugal y Hungría.

La Francia de la Casa Robertina

El reino y la sociedad en el siglo X

Geografía del reino

El reino de Francia en tiempos de Hugo Capeto ocupaba la antigua Francia Occidental. Sus límites al norte y al este eran los ríos Escalda, Mosa, Saona y Ródano, que lo separaban del Imperio Otoniano. Al sur, los Pirineos no eran una frontera estricta, ya que el Condado de Barcelona formaba parte del reino. Sin embargo, Bretaña no era parte de él. Las costas también eran diferentes a las actuales, con grandes zonas de marismas.

Cambios en la economía

Archivo:Araire 13th
Campesinos en los campos. Códice iluminado medieval. Biblioteca real de El Escorial, Madrid, siglo XIII.

Alrededor del año 1000, la economía empezó a mejorar. Desde mediados del siglo X, hubo un crecimiento en la agricultura. Los campesinos aprendieron a conocer mejor la tierra y a usar nuevas herramientas, como la collera para los animales de tiro y sistemas de drenaje.

La introducción de la moneda de plata por los primeros carolingios impulsó el comercio. Esta moneda era más útil para las transacciones diarias que las antiguas monedas de oro. Los campesinos podían vender lo que les sobraba, lo que los animó a producir más. Esto llevó a la aparición de más mercados y lugares donde se acuñaba moneda. Los dueños de las tierras también invirtieron en equipos como molinos de agua, que eran mucho más eficientes que los molinos manuales.

Gracias a estas mejoras, la producción de alimentos aumentó, lo que liberó a muchas personas para dedicarse a otras actividades. Aunque hubo algunas épocas de escasez, la población estaba menos expuesta a la falta de alimentos y a las enfermedades. El crecimiento de la población y el aumento de la producción agrícola se ayudaron mutuamente, impulsando el desarrollo medieval.

La sociedad también cambió. La servidumbre disminuyó en algunas zonas, y un nuevo poder, el del señor feudal, se hizo más fuerte. Los señores feudales empezaron a cobrar derechos y a establecer sus propias reglas. Sin embargo, el surgimiento de la caballería medieval no detuvo el progreso técnico y agrícola.

Archivo:Londoncnut
Dinar acuñado por los Vikingos

La moneda de plata fue clave para el crecimiento económico desde el siglo IX. Debido a la debilidad del poder real, muchos obispos y señores también acuñaban sus propias monedas. Esto hizo que las monedas no fueran uniformes y que su valor se determinara por su peso en los mercados.

Renovación espiritual

Archivo:Consécration cluny
Consagración de Cluny III por el Papa Urbano II. Biblioteca Nacional de Francia, siglo XII.

La Iglesia también sufrió cambios en los siglos IX y X. Algunos cargos eclesiásticos eran dados a personas laicas, y la disciplina en los monasterios se relajó. Sin embargo, algunos monasterios que mantuvieron una conducta ejemplar ganaron mucha autoridad moral. Estos monasterios recibían muchas donaciones.

Entre ellos, la Abadía de Cluny tuvo una gran influencia. Bajo la dirección de abades como Odón y Maïeul (amigo de Hugo Capeto), Cluny se convirtió en una orden muy poderosa, con muchos conventos. Cluny también reclutaba a muchos de sus miembros de la alta nobleza.

Estos monasterios impulsaron una profunda reforma monástica. Su objetivo era mejorar la moral en toda la sociedad, especialmente entre los caballeros, a quienes querían integrar en el movimiento de la Paz de Dios. Este movimiento buscaba crear estados estables y pacíficos. Los reformadores se inspiraron en el Imperio Carolingio, que había apoyado reformas religiosas. Hugo Capeto, aunque era un abad laico, apoyó activamente esta reforma, lo que lo convirtió en un candidato ideal para el trono de Francia.

La "mutación feudal"

El Imperio carolingio se estaba desintegrando desde mediados del siglo IX. Los emperadores ya no podían recompensar a sus vasallos con nuevas tierras, por lo que perdieron control sobre ellos. Poco a poco, los vasallos lograron que sus tierras y cargos fueran hereditarios, y obtuvieron más autonomía. Además, los ejércitos carolingios eran lentos para reunirse y no podían responder eficazmente a los ataques de los vikingos o sarracenos.

Archivo:Denier de Hugues Capet pour Beauvais
Dinar de Hugo Capeto para Beauvais

Alrededor del año 1000, aparecieron los primeros castillos de madera, llamados mottes castrales. Estos castillos, que al principio eran refugios, se convirtieron en símbolos de autoridad y centros de desarrollo económico. Alrededor de ellos, surgieron nuevas costumbres y derechos cobrados por los señores.

Aunque se ha dicho que esta época fue de "anarquía generalizada", las autoridades intentaron regular la construcción de castillos. Sin embargo, en tiempos de invasiones y guerras, la gente se agrupaba cerca de los castillos, lo que legitimaba el poder de los señores.

La nueva clase de guerreros, apoyada en sus castillos, entró en conflicto con la nobleza y la Iglesia. Para frenar sus ambiciones y los saqueos, la aristocracia y la Iglesia impulsaron el movimiento de la Paz de Dios. Este movimiento buscaba controlar la conducta de los caballeros con reglas religiosas. El obispo Adalberón de Laon propuso una sociedad dividida en tres grupos: los que trabajan (campesinos), los que rezan (clérigos) y los que combaten (guerreros).

A pesar de la descentralización del poder, el rey mantuvo su autoridad política. El homenaje que se le rendía al soberano permitía oficializar la propiedad de las tierras. El rey, que era considerado sagrado, conservaba un papel de árbitro que le permitió mantenerse en el poder.

La Casa Robertina

Archivo:Genealogía Hugo Capeto
Genealogía de la Casa Robertina entre los siglos VI y X

Desde finales del siglo IX, la Dinastía Robertina, a la que pertenecía Hugo Capeto, fue muy importante en la política real. El objetivo era que la corona fuera elegida, y las familias más poderosas del reino la disputaban. La Casa Robertina se aprovechó de la debilidad de Carlos el Simple para ascender al trono. Eudes I y Roberto I, tío-abuelo y abuelo de Hugo Capeto, fueron reyes de los francos.

Sin embargo, el padre de Hugo, Hugo el Grande, tuvo que enfrentarse a Heriberto II de Vermandois, otro noble poderoso. En el 936, Hugo el Grande apoyó al joven Luis IV, un carolingio sin posesiones en Francia, para que subiera al trono. Esta estrategia le permitió a Hugo el Grande convertirse en el personaje más poderoso de Francia en la primera mitad del siglo X. Luis IV le dio el título de dux Francorum (duque de los francos), lo que lo acercaba al título real.

Archivo:Francia en el siglo X
Mapa 1: El reino de Francia en tiempos de los últimos carolingios. Según L. Theis, L'Héritage des Charles, Seuil, París, 1990, p. 168.

Hugo el Grande controlaba muchos territorios importantes y varias abadías. También fue abad laico de la colegiata de San Martín de Tours, de donde se cree que Hugo Capeto pudo haber recibido su apodo, en referencia a la cappa (la capa de San Martín) que se conservaba allí.

Su poder también venía de sus alianzas. Hugo el Grande se casó con la hermana de Athelstan, un poderoso soberano, y luego con la hermana de Otón I, el emperador. Sin embargo, el poder que heredaría Hugo Capeto tenía límites, ya que sus vasallos eran muy poderosos y buscaban su propia autonomía.

Biografía

Primeros años

Heredero de Hugo el Grande

Hugo Capeto nació en un lugar desconocido, entre los años 939 y 941. Su madre era Hedwige de Sajonia (hermana de Otón I) y su padre, Hugo el Grande.

Archivo:Siegel Otto I 968
Sello imperial de Otón I, 968.

En el 956, Hugo el Grande murió, y su hijo Hugo Capeto heredó una gran influencia. El Papa en Roma lo reconoció como "glorioso príncipe de los francos". La competencia por la corona entre los carolingios y la Casa Robertina estaba llegando a su fin, y la victoria de los Robertinos parecía inevitable. Hugo Capeto tenía sangre carolingia por parte de su abuela paterna y sangre germana por su madre. Su padre se había aliado con el rey de Germania, Otón I, para oponerse a las ambiciones de Luis IV. Así, Hugo Capeto heredó un título importante y un principado poderoso.

Francia bajo influencia otoniana

Cuando su padre murió en el 956, Hugo Capeto tenía unos quince años. Otón I, rey de Germania y tío materno de Hugo, quería controlar Francia Occidental. Por eso, el reino de Francia y el principado Robertino fueron puestos bajo la tutela de Bruno, arzobispo de Colonia y hermano de Otón I. El objetivo de Otón I era mantener un equilibrio entre las familias Robertina, Carolingia y Otoniana. En el 960, el rey de los francos permitió que Hugo heredara el título de duque de los francos, pero a cambio, Hugo tuvo que aceptar la independencia de algunos condes.

A partir del 962, Otón I dominaba Europa, habiendo restaurado el título imperial y conquistado Italia. Aumentó su influencia sobre Francia Occidental atrayendo a algunos obispos. Aunque elegido por Lotario, el arzobispo de Reims, Adalberón de Reims, se inclinó hacia el imperio. El rey Lotario se apoyó en otros obispos y en el conde de Flandes para resistir esta influencia.

Hugo Capeto, duque de los francos (960-987)

Un comienzo difícil

Archivo:Mynt slaget av Hugo Capet
Moneda de Hugo Capeto, «duque por la gracia de Dios» (Dux Dei Gratia), taller de París (Parisi Civita), fines del siglo X.

Cuando Hugo Capeto recibió su título de duque de los francos en el 960, era menos poderoso que su padre. Era joven, sin mucha experiencia política y bajo la tutela de su tío Bruno de Colonia, quien estaba cerca del poder otoniano.

Debido a esta debilidad, muchos de sus vasallos buscaron su independencia. El conde Thibaud de Blois, por ejemplo, se declaró casi independiente, fortificó sus ciudades y tomó el control de Chartres y Châteaudun.

Los documentos de la época muestran que las grandes familias nobles ya no eran leales solo al duque de los francos, sino también al rey Lotario. Hugo parecía estar perdiendo su posición como el segundo hombre más importante del reino. Incluso se menciona a Heriberto III de Vermandois con el título de "conde de los francos".

El salvador de la realeza carolingia

El rey Lotario también había perdido poder debido al fortalecimiento de la monarquía otoniana. Sin embargo, tras la muerte del emperador en el 973, Lotario quiso recuperar la Lorena, que era la "cuna de los carolingios". En el verano del 978, Lotario, acompañado por los grandes nobles del reino (incluido Hugo), atacó por sorpresa Aquisgrán, la residencia de Oton II. Como gesto simbólico, giró hacia el este el águila de bronce que decoraba el palacio.

Pero Lotario tuvo que retirarse rápidamente y refugiarse con Hugo en Étampes. Otón II contraatacó, llegando hasta las puertas de París. Carlos de Lorena, hermano de Lotario, fue incluso coronado rey en Laon. Sin embargo, a las puertas de París, Hugo Capeto bloqueó el paso al emperador germánico, quien tuvo que huir al acercarse el invierno. Las tropas de Lotario y Hugo Capeto persiguieron a Otón, y su retaguardia fue diezmada en Soissons. Esta victoria permitió a Hugo Capeto recuperar su posición como el noble más importante del reino Franco.

El papel del arzobispo de Reims

Archivo:Denier de Reims (Caron 589)
Moneda anónima atribuible a Reims y al arzobispo Gerberto de Aurillac o a Arnoul, finales del siglo X.

Hasta finales del siglo X, Reims era la sede arzobispal más importante de Francia. Tenía el privilegio de coronar a los reyes y dirigir su cancillería. El arzobispo de Reims, Adalberón de Reims, aunque elegido por el rey Lotario, tenía lazos familiares con los otonianos. Adalberón y su asistente, Gerberto de Aurillac (futuro papa), querían restaurar un imperio único en Europa.

Cuando el rey Lotario se independizó, el obispo Adalberón lo abandonó y apoyó a Hugo Capeto. Para los otonianos, era importante que el rey de los francos no fuera carolingio y que fuera lo suficientemente débil como para aceptar su influencia. Hugo Capeto se convirtió en el candidato ideal, ya que también apoyaba la reforma monástica.

La correspondencia de Gerberto de Aurillac revela mucho sobre estos eventos: "El rey Lotario solo es el primero en Francia por su título. Hugo lo es, no por el título, sino por sus hechos y gestas." Los de Reims también estaban molestos por la cercanía entre el rey y Heriberto de Vermandois, un enemigo de los carolingios. Adalberón y Gerberto, cercanos a la corte otoniana, apoyaron a Hugo Capeto contra Lotario.

El fracaso de Lotario (979-986)

Archivo:Lothaire-Face
Cabeza de Lotario, escultura del siglo XII, Museo San Remigio de Reims.

El final del siglo X fue complejo, y la historia de Richer de Reims, escrita después del 990, no lo aclara todo. Richer a veces modificaba la cronología para alabar a sus maestros de Reims, Adalberón y Gerberto.

Apoyado por el obispo de Reims, Hugo se convirtió en el hombre fuerte del reino. En el 979, Lotario quiso asegurar su sucesión asociando a su hijo al trono, y Hugo se encargó de reunir a los grandes del reino. La asamblea eligió a Luis V (hijo de Lotario), y el arzobispo de Reims lo coronó rey.

Al año siguiente, Lotario, viendo crecer el poder de Hugo, decidió reconciliarse con Otón II y renunciar a la Lorena. Pero Hugo no quería esta reconciliación, así que tomó la fortaleza de Montreuil y viajó a Roma para encontrarse con el emperador y el papa. La tensión entre Lotario y Hugo aumentó. Lotario intentó rodear los territorios de Hugo casando a su hijo Luis con Adelaida de Anjou, pero fue un fracaso.

Después de la muerte de Otón II (983), Lotario aprovechó la juventud de Otón III para retomar la ofensiva en Lorena en marzo del 985. Hugo no participó en esta expedición. Cuando el rey tomó Verdun y capturó a Godofredo (hermano del arzobispo de Reims), Adalberón y Gerberto pidieron ayuda a Hugo. Pero la carrera de Lotario terminó con su muerte en marzo del 986.

Elegido y coronado rey de los Francos (987)

El fin de los Carolingios

Las fuentes históricas son un poco confusas sobre las acciones de Hugo antes de su coronación. No se sabe por qué no se opuso a la sucesión de Luis V en el 986, a pesar de sus intenciones hostiles hacia Lotario. Parece que Hugo pudo haber estado considerando marchar contra Lotario y tomar el trono.

En cualquier caso, el nuevo rey Luis V declaró que seguiría los consejos de Hugo. Sin embargo, Luis V quería recuperar Lorena y se cree que planeaba atacar Reims y Laon. No está claro cuál fue el papel de Hugo en este momento, pero parece que frenó las ambiciones del rey carolingio. Luis V convocó al arzobispo de Reims para que respondiera por sus acciones. Pero, durante una partida de caza, el rey murió al caer de su caballo el 21 o 22 de mayo de 987 en el bosque de Senlis.

La expulsión de Carlos de Lorena

En mayo del 987, los cronistas escribieron que "la raza de los carolingios se extinguía" en Senlis. El rey Luis V fue enterrado rápidamente. Aunque Luis V murió sin hijos, quedaba un carolingio con posibilidades de acceder al trono: Carlos de Lorena, hijo de Luis IV y hermano de Lotario. En el pasado, no se concebía una ruptura con los carolingios mientras existieran. Pero en el 987, los tiempos habían cambiado. Hugo Capeto había competido abiertamente con el rey durante una década. Además, Carlos de Lorena fue acusado de haber querido tomar la corona y de haberse aliado con Otón II.

Adalberón de Reims reunió a los grandes señores de Francia en Senlis y les dijo: "Sabemos que Carlos de Lorena tiene partidarios que creen que tiene derechos sobre la corona. Pero solo debemos poner en el trono a un hombre excepcional por su nobleza y virtud. Carlos no obedece al honor, se ha puesto al servicio del rey extranjero Otón II y se ha casado con una mujer de clase inferior."

Abón de Fleury, un maestro de Saint-Benoît-sur-Loire, difundió la idea de que los últimos carolingios habían sido "maldecidos" por un "Lobo", lo que significaba que habían sido castigados por un juicio divino. El clero extendió la idea de que esta "maldición" era hereditaria, buscando desterrar definitivamente a esta dinastía del trono. Adalberón abogó por Hugo: "El trono no se gana por derecho hereditario, y solo debemos poner a la cabeza de un reino a quien se distinga por sus cualidades. Consideren como jefe al duque Hugo, recomendable por sus acciones, por su nobleza y por sus tropas, en quien encontrarán un defensor del interés público y privado."

Preguntas sobre la coronación de Hugo Capeto

Hugo recompensó inmediatamente a Adalberón, quien convocó una nueva asamblea en Senlis (territorio de Hugo) para excluir a Carlos de Lorena. Así, Hugo se convirtió en el nuevo soberano. Sin embargo, los historiadores no están completamente seguros de cuándo, cómo y dónde fue coronado y consagrado el primer Capeto. La cronología de Richer de Reims, que dice que fue coronado el 1 de junio, es problemática, ya que es muy poco tiempo después de la muerte de Luis V.

Parece más probable que Hugo fuera aclamado rey por la asamblea de Senlis (quizás el 3 de junio) y luego coronado y consagrado rey el 3 de julio en Noyon. Richer de Reims escribió: "El duque fue llevado al trono y reconocido rey por los galos, los bretones, los normandos, los aquitanos, los godos, los españoles (del condado de Barcelona) y los gascones."

Algunas fuentes también mencionan una ceremonia en Reims, lo que lleva a la idea de dos ceremonias: una laica en Noyon y otra religiosa en Reims. Lo que es casi seguro es que Hugo Capeto fue aclamado por la asamblea de Senlis y luego coronado y consagrado entre mediados de junio y mediados de julio del 987. No se sabe mucho sobre el desarrollo de la ceremonia, pero se cree que llevaba un manto de púrpura, medias rojas, zapatos violetas, una corona y un cetro.

Reinado

Roberto II el Piadoso, asociado a la corona

Archivo:Hugo Capeto, 996
Estatua de Hugo Capeto en el Palacio de Versalles.

Una de las primeras preocupaciones del nuevo rey fue asegurar la continuidad de su dinastía. Intentó convencer a Adalberón de consagrar a su hijo Roberto. Pero el arzobispo, cercano al poder otoniano, prefería que las grandes familias se alternaran en el trono de Francia. Hugo argumentó que necesitaba un sucesor en caso de que una expedición contra los musulmanes saliera mal. Adalberón tuvo que ceder, y Roberto el Piadoso fue consagrado, a la edad de quince años, el día de Navidad del 987.

Hugo Capeto quería casar a Roberto con una princesa bizantina, pero el proyecto fracasó. Roberto tuvo que casarse con la viuda de Arnulfo II de Flandes, Rozala de Italia. Como ella era mayor y no tuvieron hijos, Roberto la repudió alrededor del 991/992.

Roberto, al ser asociado a la corona, ayudó a su padre en asuntos militares. Además, su buena educación, recibida de Gerberto de Aurillac en Reims, le permitió encargarse de asuntos religiosos. Se cree que Hugo, a diferencia de su hijo, no sabía leer ni escribir y hablaba latín vulgar.

Captura de Carlos de Lorena

Durante su reinado, Hugo tuvo que enfrentarse a varios oponentes, especialmente a Carlos de Lorena. Este último reapareció en el 988, apoderándose de Laon, uno de los últimos bastiones carolingios. El rey asedió la ciudad dos veces sin éxito. Preocupado, Hugo contactó con otros soberanos para pedir ayuda. En una carta de julio del 988, Hugo propuso un encuentro a la emperatriz Théophano (regente de su hijo Otón III) para fortalecer su amistad.

Como Teófano no se desplazó, Hugo ideó un plan. Tras la muerte de Adalberón de Reims (989), Hugo eligió como nuevo arzobispo al carolingio Arnoul (hijo ilegítimo del rey Lotario) en lugar de Gerberto. Se cree que intentaba calmar a los partidarios de los carolingios, pero la situación se volvió en su contra, ya que Arnoul entregó Reims a Carlos. Se formaron alianzas: Carlos se unió al arzobispo de Reims y a Heriberto de Vermandois, y Hugo recibió el apoyo de Eudes de Blois.

La situación se resolvió gracias a la traición de Adalberón de Laon, obispo de Laon. Adalberón engañó a Carlos y Arnoul, haciéndoles creer que quería reconciliarse. Una noche, abrió las puertas de la ciudad al enemigo, y Carlos y Arnoul fueron capturados y entregados al rey (991). El último carolingio fue encarcelado en Orleans y murió en una fecha desconocida.

Esta traición, que ocurrió en pleno movimiento de la Paz de Dios, causó una fuerte impresión en el sur del reino. Adalberón de Laon fue desacreditado, y la imagen de Hugo Capeto se vio afectada. La guerra contra Carlos de Lorena hizo que una parte de la Iglesia fuera hostil al rey. La visión que tenemos de la política de Hugo Capeto proviene principalmente de religiosos, por lo que debemos ser cautelosos al juzgarlo.

Durante mucho tiempo, se dijo que el sur de Francia había rechazado a Hugo. Sin embargo, estudios recientes han matizado esta idea. Parece que el rechazo fue más por la captura de Carlos de Lorena que por razones dinásticas. El duque de Aquitania, por ejemplo, se negó a someterse al rey, "reprobando ese crimen de los francos". Las ciudades del sur, al enterarse de la traición, dejaron de fechar sus documentos con el reinado de Hugo y Roberto.

Concilio de Saint-Basle de Verzy

Arnoul, quien había traicionado al rey al entregar Reims a su tío Carlos de Lorena, era apoyado por la Santa Sede. Hugo lo hizo juzgar en el concilio de Saint-Basle-de-Verzy (18 y 19 de junio de 991). La asamblea, compuesta por trece obispos, fue presidida por el arzobispo Seguin de Sens, quien no era favorable al rey. Sin embargo, los debates fueron dirigidos por el obispo Arnoul d'Orléans, cercano al rey. Abón de Fleury argumentó que el rey no podía convocar un concilio y que solo el papa era competente para juzgar el asunto. Arnoul d'Orléans respondió con una fuerte crítica a la Santa Sede. Arnoul fue destituido, y Gerberto de Aurillac fue nombrado arzobispo de Reims.

El papa Juan XV no aceptó este procedimiento y quiso convocar un nuevo concilio en Aquisgrán, pero los obispos de Francia se negaron y confirmaron su decisión en Chelles (invierno de 993–994). Gerberto, apoyado por otros obispos, defendió la independencia de las Iglesias respecto a Roma (que estaba controlada por los emperadores germánicos). Para evitar una excomunión de los obispos y un cisma, Gerberto prefirió ceder. Abandonó el arzobispado y se fue a Italia. La habilidad política de Hugo Capeto consistió en pedir el apoyo del emperador y del papa (que no obtuvo) y usar las divisiones de la Iglesia para poner en primera línea a los obispos francos, a quienes emancipó a cambio de su apoyo. Usar la vía conciliar fue una forma inteligente de oponerse a la influencia del emperador sin entrar en conflicto directo.

Al mismo tiempo, Abón de Fleury, quien había defendido a Arnoul, escribió que, a partir del reinado de Hugo Capeto, se retomó la idea de la realeza creada por Hincmaro de Reims: el rey reina con el consejo de los eclesiásticos. Abón y sus contemporáneos, por razones no claras, empezaron a dar gran importancia a la realeza. Abón recordó que era necesario ser fiel al rey y que los grandes señores solo eran depositarios del servicio debido al rey. La imagen del "rey ideal" reapareció: "El poder siempre se sitúa en la esfera elevada de lo público y se ejerce como oficio en vista del bien común", añadió Abón. Parece que Hugo, para restaurar su imagen ante los obispos (por ejemplo, construyendo edificios religiosos), tuvo que legitimar sus acciones contra los carolingios: "Si Luis, de santa memoria, hubiera dejado descendientes, estos le habrían legítimamente sucedido."

Abón quería preservar la memoria de los Capetos, que aún era frágil en el siglo XI. Bajo Hugo Capeto y Roberto el Piadoso, el soberano fue ampliamente aconsejado y acompañado por los obispos, siguiendo la tradición carolingia.

La resistencia de los grandes feudos

Durante mucho tiempo, los historiadores han dicho que Hugo era un soberano muy débil y que los señores feudales lo habían reemplazado. Sin embargo, estudios recientes han matizado estas teorías. En el 987, los contemporáneos tenían dudas sobre el cambio del orden carolingio. Algunos mostraron abiertamente su hostilidad (Carlos de Lorena, Eudes de Blois), y otros (especialmente los eclesiásticos) prefirieron esperar.

Se suele señalar a los catalanes como los primeros en rechazar la legitimidad de Hugo. El condado de Barcelona, recuperado de los musulmanes por los carolingios, había sido leal a estos últimos. Sin embargo, Hugo Capeto no visitó las abadías del sur, por lo que estas no le pidieron la confirmación de sus privilegios. La ruptura entre la corona de Francia y Cataluña no era nueva; los condes de Barcelona ya habían dejado de rendir homenaje al rey desde el año 900. Por eso, Cataluña rechazó la exigencia de Hugo en enero del 988. Mientras tanto, Barcelona fue asediada en el 985 por Al-Mansur. El conde Borrell II pidió ayuda al rey de los Francos, pero Lotario murió y Luis V tuvo un reinado muy corto. Después de la coronación de Hugo Capeto, Borrell renovó su llamado, y Hugo prometió ayuda a cambio de un homenaje en Aquitania, pero fue en vano.

Finalmente, Hugo tuvo que enfrentarse a la oposición de Eudes de Blois, cuyas posesiones rodeaban el dominio real. El conde de Blois tomó la ciudad de Melun sobornando al castellano y a los caballeros. Tras esto, se formó una alianza entre el rey, el conde de Anjou y el duque de Normandía (991): Melun fue reconquistada y Eudes fue vencido. Eudes volvió a tomar las armas y conquistó Nantes, que fue rápidamente reconquistada por el conde de Anjou Fulco Nerra. Preocupados por el poder del angevino, Ricardo I de Normandía, Eudes de Blois y Balduino IV de Flandes se aliaron contra él (995–996). El conflicto terminó con la muerte de Eudes en marzo del 996, y luego con la de Hugo Capeto a finales de octubre del mismo año.

El fin del reinado

Eudes de Blois murió en marzo del 996. Su viuda era Berta de Borgoña, de quien Roberto II el Piadoso estaba enamorado. Hugo Capeto rechazó esta unión porque Berta era prima de Roberto en tercer grado, lo que hacía el matrimonio consanguíneo.

En el verano del 996, Hugo, ya enfermo, visitó el monasterio de Souvigny. Se cree que el rey pudo haber tenido viruela. Richer de Reims escribió: "Hugo, que tenía todo el cuerpo cubierto de pústulas, fallece en su castillo de los Judíos." "Los Judíos" era una aldea desaparecida cerca de Chartres. Hugo murió a los 55 años, "sin hacer ruido", después de superar las dificultades que le crearon sus enemigos. El rey fue transportado a la Abadía de Saint-Denis y enterrado allí.

El reino de Hugo Capeto

Los principados territoriales

Hugo Capeto, como sus predecesores, se hacía llamar «rex Francorum» (rey de los francos) y no "rey de Francia". Esto significa que se sentía más soberano de un pueblo, los francos (los hombres libres), que de un territorio. Es posible que Hugo Capeto se desinteresara del sur del reino, ya que las abadías de esa zona no le pedían la confirmación de sus privilegios. Aunque era conocido al norte del Loira, esto no era tan cierto en el sur, como confirma el relato de Abón de Fleury sobre su viaje a Gascuña:

"Aquí soy más poderoso que el rey, pues nadie conoce su dominio."

Archivo:El reino de los francos bajo Hugo Capeto-es
Mapa 2: El reino de Hugo Capeto al principio de su reinado, finales del siglo X.
Archivo:Hugo Capeto-es
Mapa 3: La influencia de Hugo Capeto hacia 995. Según Y. Sassier (1987), p. 238.

Desde mediados del siglo X, los condados creados en tiempos de los carolingios se fueron independizando debido a la debilidad del poder real. Los más poderosos estaban en los límites del reino (mapa 2):

  • El conde de Barcelona: Su relación de vasallaje se suspendió desde el 987.
  • El conde de Flandes: Situado al norte, estaba dirigido por Arnulfo II el Joven y luego por Balduino IV el Barbudo. Esta familia apoyó a Carlos de Lorena en el 987.
  • El ducado de Normandía: Al oeste de París, era un ducado poderoso y bien administrado por el duque Ricardo I, quien apoyaba a los Robertinos. Se casó con Emma, hermana de Hugo Capeto, y lo reconoció como su señor.
  • El conde de Anjou: Fulco Nerra era un conde rico y poderoso, fiel aliado de Hugo Capeto.
  • Los condes de Blois, de Châteaudun, de Chartres y de Reims: Eudes I de Blois era enemigo de Hugo Capeto. Su aliado, Heriberto IV de Vermandois, también era un gran enemigo de Hugo.
  • El duque de Bretaña: Se había beneficiado de una gran autonomía o era independiente desde el 851. Su situación a finales del siglo X es poco conocida, pero parece que dos señores poderosos compartían el territorio.
  • El ducado de Aquitania: Era el más grande de los principados territoriales (un cuarto del reino). Por su idioma y costumbres, Aquitania era muy diferente del norte de Francia. El duque de Aquitania, Guillermo IV de Aquitania, se sentía libre lejos de París. Sin embargo, su hermana Adelaida era la reina de los francos.
  • El ducado de Borgoña: Era dirigido por el hermano del rey, Enrique el Grande, y era aliado de Hugo.

Las posesiones del rey

Los historiadores se han preguntado por qué Hugo solo recuperó un territorio pequeño después de su coronación, que se convertiría en el dominio real. Parece que su elección fue más un reconocimiento afectivo que un reconocimiento de su poder frente a los grandes señores. Sus vecinos más cercanos eran más ricos en tierras y hombres. Las posesiones del nuevo rey se reducían a partes del antiguo ducado Robertino.

Este territorio estaba dominado por dos grandes ciudades, París y Orleans, y algunas ciudades medianas como Étampes, Melun, Corbeil, Dreux y Senlis. En cada una de estas ciudades, Hugo Capeto tenía un palacio, una tropa de caballeros y rentas. Sus posesiones estaban separadas por territorios de vasallos. El primer Capeto también contaba con abadías que eran importantes apoyos económicos y estratégicos, como San Martín de Tours y Saint-Denis. Aunque quedaba poco del dominio carolingio, la influencia de Hugo Capeto se extendía sobre una región mucho más vasta, desde Orleans hasta Amiens (mapa 3).

La administración en tiempos de Hugo Capeto

Hay muy poca información sobre el reinado de Hugo Capeto. Solo se han conservado una docena de documentos emitidos por su cancillería, un número muy pequeño comparado con los cientos de su contemporáneo Otón III.

La continuidad carolingia

Archivo:Charlemagne autograph
Monograma de Carlomagno, Karolus Rex (Carlos rey), (siglo IX).

Hugo Capeto mantuvo algunas costumbres "carolingias". Primero, asoció a su único hijo, Roberto, a la corona. El príncipe, de unos 15 años, fue aclamado y consagrado en la catedral de Orleans la noche de Navidad del 987. Esta práctica ya se usaba en tiempos de los carolingios. Además, Carlos de Lorena seguía siendo una figura importante, y el rey tuvo problemas para convencer al arzobispo de Reims de que lo apoyara. El arzobispo no quería que la nueva dinastía se fortaleciera rápidamente. Pero Hugo argumentó que no podía dejar el reino sin un líder y sin una sucesión asegurada en un ambiente hostil, y el arzobispo cedió.

Curiosamente, el rey y su entorno mantuvieron una tradición imperial de la monarquía franca. Un documento real de Hugo Capeto de 992 lo presentaba a él y a su hijo como "poseedores del poder sobre el Imperio Franco". Otro recuerdo franco fue la confección de un manto real por orden de la reina Adelaida, llamado orbis terrarum, que simbolizaba el mundo. Era un manto imperial y su significado era claro: "aquel que lo viste porta el mundo sobre sus hombros, como Atlas". Hasta el 988, todos los documentos reales de Hugo Capeto seguían una práctica carolingia en la que la firma era realizada tanto por la cancillería como por el rey, quien incluía su monograma y el sello. Después de esta fecha, la mitad de los documentos conocidos se hicieron de esta manera.

Finalmente, la disminución de las relaciones documentales en tiempos de los primeros Capetos no es tan clara como se pensaba. Bajo los carolingios, los documentos reales eran raros en algunas regiones. En tiempos de Hugo Capeto, se enviaron menos documentos a Flandes y Auvernia, pero se multiplicaron hacia Normandía, Touraine y Berry. No hubo una ruptura total con las prácticas carolingias. En resumen, Richer de Reims presentó al rey Hugo como un "rey guerrero" que realizaba hazañas con su ejército. Para ser un verdadero carolingio, solo le faltaba la sangre de Carlomagno.

La ruptura capetiana

Archivo:Hugues Capet 988 charte Maisons Alfort
Carta de Hugo Capeto cediendo las tierras de Maisons-Alfort a la abadía de Saint-Maur-des-Fossés (988).

Hasta el 987, los clérigos no producían grandes textos. Los reinados de los últimos carolingios no inspiraron a los pensadores. Con Hugo Capeto, la situación pareció cambiar. En uno de sus documentos, el rey aparece como el intermediario entre los clérigos y el pueblo. Además, Abón de Fleury y Richer de Reims eran conscientes del cambio respecto a la dinastía anterior. El monje de Reims añadió que Hugo y Roberto actuaban:

"No por un impulso precipitado sino como ellos tenían costumbre en todas las cosas, tomando consejo de la manera más cuidadosa."

Archivo:Actas de Hugo Capeto-es
Mapa 4: Representación de los destinatarios de los documentos de Hugo Capeto. Según J.-F. Lemarignier, Le gouvernement royal aux temps des premiers Capétiens (987–1108), Picard, París, 1965.

Los dos reyes, según Gerberto de Aurillac, insistieron en la necesidad de "consejo": "no queriendo abusar del poder real, decidimos todos los asuntos públicos recurriendo a los consejos y sentencias de nuestros fieles." En caso de necesidad, los obispos del norte asistieron y apoyaron al rey durante los conflictos reales o los sínodos. Hugo necesitaba el apoyo de la Iglesia para establecer su legitimidad, ya que gran parte de sus caballeros provenían de los obispados.

En cuanto a los documentos reales, el rey solo estaba realmente presente en la región entre el Oise y el Sena. Los documentos reales también podían ser cartas privadas con muchas firmas. Con Hugo Capeto, se inició una nueva práctica en la redacción de documentos. A partir de entonces, el rey debía hacer firmar algunos de sus documentos no solo por el canciller, sino también por las personas que lo rodeaban (los grandes señores).

Parece que la autoridad real ya no era suficiente por sí sola para validar las decisiones. Los documentos de la cancillería eran principalmente privilegios que confirmaban los dominios de los establecimientos religiosos y los ponían bajo la protección del rey (mapa 4). Algunos clérigos quizás pensaban que era inútil pedir la protección de un soberano tan débil. Sin embargo, hoy se discute esta idea, ya que se considera que este cambio administrativo muestra menos un debilitamiento del rey que un cambio gradual de método a partir de Hugo Capeto. Los últimos carolingios aún enviaban muchos documentos a las iglesias del sur. Se trataba de crear un sentimiento de legitimidad y protección real contra los musulmanes cercanos, una política que había sido pausada desde mediados del siglo X.

Progreso cultural y arquitectónico

El reinado de Hugo Capeto representó un renacimiento cultural, descrito por Helgaud de Fleury, desde finales del siglo X. Aunque la antigüedad siempre estuvo presente en la cultura medieval, el paisaje monumental fue cambiando. Hoy se habla del arte prerrománico, que es diferente del arte carolingio.

Se atribuye a Hugo Capeto y a la familia real la construcción de varios edificios. El soberano continuó la construcción del monasterio de Saint-Magloire en París, iniciada por su padre. La reina Adelaida mandó construir una capilla en Senlis para las reliquias de San Frambourg y otra en Argenteuil para la abadía de Nuestra Señora. Hugo Capeto trabajó en estrecha colaboración con el centro cultural de Saint-Benoît-sur-Loire. Los obispos también tuvieron un papel esencial, trabajando en varias ciudades para reconstruir o ampliar santuarios a finales del siglo X, como en Beauvais y especialmente en Reims. Richer de Reims describió la construcción de la catedral de Reims por el arzobispo Adalberón de Reims en el 976. Se realizaron muchos trabajos: se destruyeron las criptas occidentales, la entrada carolingia fue reemplazada por un campanario-pórtico, y el altar mayor fue decorado con una cruz de oro.

Los centros urbanos también se desarrollaron. En Tours, el área de Saint-Martin, protegida por su fortaleza de piedra, generó un poblado vibrante con muchas tiendas. En París, en la época de Hugo Capeto, la ciudad estaba ocupada por el sector episcopal al este y por el Palacio Real al oeste. Entre ambos, había un barrio con habitantes que proveían productos valiosos al rey y al obispo. En ambas orillas se levantaban barrios monásticos con viñedos, talleres y puertos fluviales. En Châteaudun, la "colegiata Notre-Dame" se instaló en el 1003 dentro de la fortaleza construida por el conde de Blois, un caso aislado ya que los castillos privados no eran comunes. A finales del siglo XI, el tímido despertar económico permitió la continuidad de los trabajos urbanos en las ciudades.

Hugo Capeto y la Iglesia

Archivo:Apparition of Saint Valery to Hugh Capet 2
San Valerio se le aparece a Hugo Capeto (Grandes crónicas de Francia, siglo XIV.), París, Biblioteca nacional de Francia.

Hugo Capeto, quien era Abad, comprendió rápidamente el beneficio que podía obtener de la reforma de Cluny. Mantuvo amistad con Mayolo de Cluny, mostró devoción a las ceremonias religiosas y apoyó la reforma monástica. En el 994, otorgó al abad Heldric de la Abadía de San Germán de Auxerre el derecho a que la elección del abad fuera realizada por los propios monjes y no por el obispo de Auxerre. Lógicamente, fue apoyado para su elección por los reformadores de la Iglesia, especialmente por Gerberto de Aurillac y Adalberon de Reims, líderes influyentes y cercanos a los otonianos. Esto fue importante en un momento en que los carolingios podían ser una amenaza para Otón II y Otón III.

Pero una vez en el poder, a los ojos de los otonianos, debía seguir siendo lo suficientemente débil para que Francia no pudiera convertirse en un contrapoder. Por ejemplo, Adalberón se mostró reacio a coronar a su hijo Roberto, a pesar de haber sido educado por Gerberto. Fue necesaria toda la habilidad política de Hugo Capeto para convencerlo. Hugo delegó en Roberto el Piadoso responsabilidades reales religiosas y militares que, de hecho, lo impusieron como su sucesor. Como la reforma monástica no contaba con el apoyo de todos los abades y obispos laicos, surgieron divisiones dentro de la Iglesia. Odilón de Cluny y el movimiento de la Paz de Dios fueron fuertemente criticados por clérigos importantes, especialmente al norte del Loira, como Adalberón de Laon o Gerard de Cambrai. Los otonianos controlaban la Santa Sede y maniobraban para que, en Francia, el poder siguiera siendo compartido entre los carolingios y los robertinos.

La traición del arzobispo Arnoul fue un duro golpe para la credibilidad del rey. Sin embargo, Hugo maniobró con habilidad, utilizando la vía conciliar para oponerse a las decisiones de la Santa Sede (que estaba sometida al emperador). Además, a pesar de los pocos recursos del rey, su legitimidad se afirmó gracias al apoyo de los grandes eclesiásticos, quienes veían que el rey, aunque débil, representaba la tradición de una autoridad superior, la única capaz de mantener el orden y la paz en la sociedad cristiana. Los obispos de Aquitania y Languedoc elaboraron la Paz de Dios al mismo tiempo que Hugo Capeto comenzaba a reinar, y sus colegas del norte, más cercanos a la realeza, buscaron darle un apoyo ideológico.

Precisamente, Abón de Fleury, quien había defendido vigorosamente a Arnoul en el concilio de Verzy, escribió que, a partir del reinado de Hugo Capeto, se retomó la teoría de la realeza, creada por Hincmaro de Reims: el rey reinaba con el consejo de los eclesiásticos. Él y sus contemporáneos, por razones no claras, dieron a partir de ese momento una gran importancia a la realeza. Abón recordaba que era necesario ser fiel al rey y que cada uno de los grandes señores no era otra cosa que un depositario del servicio debido al rey. Olvidada bajo los últimos carolingios, la imagen del "rey ideal" hizo su aparición: "el poder siempre se sitúa en la esfera elevada de lo público y se ejerce como oficio en vista del bien común", añadió Abón. Parece que, en este punto, Hugo, para recuperar su prestigio a los ojos de los obispos (construyendo edificios religiosos, por ejemplo), tuvo que legitimar sus acciones contra los carolingios:

Archivo:Médaillon Hugues Capet
Medallón mostrando a Hugo Capeto de perfil, 1630–1640, Biblioteca nacional de Francia

"Si Luis, de santa memoria, hubiera dejado descendencia, esta le habría legítimamente sucedido."

Abón quería salvaguardar para el futuro la memoria de los Capetos, que seguía siendo frágil en el siglo XI. A diferencia de los últimos carolingios, los primeros Capetos se unieron al grupo de obispos del noreste de París (Amiens, Laon, Soissons, Châlons...), cuyo apoyo fue decisivo. Hugo Capeto y Roberto el Piadoso necesitaban el apoyo de la Iglesia para asentar aún más su legitimidad, entre otras razones porque los obispos suministraban la mayoría de los contingentes del ejército real. En uno de sus documentos, los dos reyes aparecen como los intermediarios entre los clérigos y el pueblo. Y los dos reyes mismos, según Gerberto de Aurillac, insistieron en la necesidad de "consejo": "No queriendo abusar del poder real, decidimos todos los asuntos públicos recurriendo a los consejos y sentencias de nuestros fieles."

En resumen, a pesar de un poder real relativamente débil, Hugo Capeto logró crear divisiones entre la alta nobleza y la Iglesia para obtener suficiente apoyo y transmitir su corona de forma hereditaria, a pesar del poder de los otonianos. Sin embargo, la restauración de un poder real más fuerte también respondía a un movimiento más amplio: la Paz de Dios estaba fundando progresivamente una sociedad de tres órdenes, en la que el clérigo, que era el depositario de la cultura, se volvió indispensable para el ejercicio del poder.

Sin embargo, esta evolución culminó en el siglo XI con un apoyo clerical que parecía cada vez menos indispensable (especialmente a partir del reinado de su nieto Enrique I) en favor de los poderosos laicos.


Predecesor:
Hugo el Grande
Conde de París
956-987
Sucesor:
Dominio Real de Francia
Predecesor:
Luis V
Rey de los Francos
987-996
con su hijo Roberto II
Sucesor:
Roberto II

Ancestros

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Hugh Capet Facts for Kids

kids search engine
Hugo Capeto para Niños. Enciclopedia Kiddle.