Historia de Lérida para niños
La historia de Lérida (España), conocida como Lleida en catalán, es muy antigua. Sus orígenes se remontan a mucho antes de que los romanos llegaran a la península ibérica.
Contenido
Los primeros habitantes y la época romana
Los ilergetes fueron un pueblo antiguo de origen íbero que se formó a mediados del siglo VI antes de Cristo. Vivían en lugares altos, por lo que se cree que su ciudad principal, llamada Iltrida, estaba en la "Roca Soberana", un lugar elevado. Sus líderes más conocidos fueron Indíbil y Mandonio, quienes se unieron a los cartagineses para luchar contra los romanos.
Un momento clave fue el año 215 a.C., cuando ocurrió la Batalla del Río Ebro. En esta batalla, Asdrúbal, hermano del famoso general Aníbal y líder del ejército cartaginés, fue derrotado por los romanos. Los aliados de Asdrúbal, Indíbil y Mandonio, fueron finalmente vencidos en el año 206 a.C.
En el año 195 a.C., hubo una nueva rebelión importante de los ilergetes y otras tribus, pero fue controlada por el cónsul romano Marco Porcio Catón. En esta rebelión murieron los líderes ilergetes Indíbil y Mandonio. Después de la segunda guerra púnica, la cultura romana se extendió y fue adoptada por los pueblos de la zona. Así, Iltrida se convirtió en Ilerda. En el año 49 a.C., el famoso Julio César luchó una batalla de la Guerra Civil Romana contra Pompeyo Magno cerca de las murallas de la ciudad.
Alrededor del año 205, la ciudad ya se llamaba Ilerda. Los escritos romanos la describen como una ciudad fortificada con un puente de piedra. Se convirtió en un municipio importante durante el tiempo del emperador Augusto.
Las tierras alrededor de la ciudad eran muy fértiles, pero a finales del siglo III, fueron atacadas y destruidas por grupos de bárbaros germánicos. Después, hubo un periodo con poca información, conocido como la dominación visigoda, que duró aproximadamente desde el año 375 hasta el 716. Durante este tiempo, Ilerda fue una sede importante para los obispos. San Isidoro menciona a Petrus flerdensis, un obispo de finales del siglo V que ayudó a crear la liturgia mozárabe, una forma de culto cristiano.
La época musulmana
Los musulmanes llegaron a Lérida, Tamarite, Fraga y Monzón fácilmente en el año 714. La ciudad fue ocupada entre el 716 y el 719. Los emires Al-Aahm y luego Al-Hur llegaron a acuerdos con la ciudad, que fueron respetados. Un líder de Zaragoza llamado Fortún se convirtió al Islam para mantener su poder, lo que ayudó a que la gente aceptara el nuevo gobierno. La vida en la ciudad siguió casi igual, con pocas costumbres cambiadas, se permitía el culto cristiano en algunas zonas, se cultivaban las tierras libremente y se mantenía el mismo sistema de gobierno local.
Desde mediados del siglo VIII, un líder llamado Amrus al-Leridi, que era de origen local y se había convertido al islam, gobernó el valle del Segre. Se opuso con éxito a los ataques de Ludovico Pío, quien saqueó la ciudad en el año 801. Amrus al-Leridi recuperó la ciudad poco después, entre el 802 y el 809. Estos conflictos hicieron que el trato hacia los mozárabes (cristianos que vivían bajo el gobierno musulmán) se volviera más duro, y muchos tuvieron que irse. Amrus al-Leridi no se preocupó por reconstruir la ciudad, por lo que cuando la familia Banu Qasi (descendientes de Fortún) llegó al poder, encontraron la ciudad en ruinas. Fue el sucesor de Amrus al-Leridi, Ismaíl ibn Musa, quien fortificó la Zuda, una fortaleza importante.
Debido al gran poder del gobernador de Lérida, Wifredo el Velloso entró en guerra con Lope ibn Muhámmad, el nuevo gobernador de la familia Banu Qasi. En una batalla, el conde cristiano murió en el año 897. Más tarde, en el 922, los habitantes de Lérida entregaron la ciudad a Muhámmad ibn Lope ibn Musa, nieto de Musa. Pero su forma de gobernar hizo que los ciudadanos lo expulsaran y aceptaran a Háshim ibn Muhámmad. Después de varias traiciones y guerras por el control de la zona, Lérida quedó bajo el dominio de los tuyibíes. Ellos querían unir la región y formar un reino independiente, aunque fingían lealtad al emirato de Córdoba. En este tiempo, la ciudad estaba muy fortificada, y la antigua catedral visigoda se había convertido en una mezquita.
Las expediciones de Almanzor y su hijo Almuzáfar partieron de Lérida, recibiendo ayuda de los tuyibíes. Esto creó una buena relación entre la ciudad y el califato, especialmente con Hisam II. Pero poco después, un noble árabe, Sulaymān ibn Muhammad ibn Hūd, tomó Lérida y toda la zona hasta Zaragoza, proclamándose rey. El último califa de Córdoba, Hisham III, fue acogido en Lérida, donde falleció y fue enterrado. Cuando Sulaymān murió, repartió sus tierras entre sus hijos. Lérida le tocó a su hijo mayor, Yúsuf al-Muzzáfar, quien para defenderse de su hermano Áhmad de Zaragoza, inició una guerra en 1051 y perdió la ciudad en 1079. Áhmad, el nuevo rey, murió entre 1081 y 1082, dejando Lérida, Tortosa y Denia a su hijo al-Múndir. Este, aliado con Sancho Ramírez y Berenguer Ramón II (conde de Barcelona), perdió sus territorios a manos de su hermano Mutamán, quien se alió con el Cid. El último rey de Lérida fue Sulaymán, quien fue destronado por los almorávides en 1102. Los almorávides usaron Lérida como base para atacar los condados catalanes.
En la Lérida musulmana también vivían personas de otras religiones. Se sabe de un barrio mozárabe (cristianos) y de la existencia de judíos, ya que había un cementerio judío en las afueras de la ciudad.
La conquista cristiana
En el año 1120, el gobernador almorávide Ibn Hilal hizo un acuerdo con Berenguer Ramón III, quien tomó Corbins. A cambio, Ibn Hilal se comprometió a ayudarlo contra los musulmanes de Tortosa y le cedió Gebut, Alfés y Castelldans. Esto redujo mucho el territorio de Lérida. Este acuerdo molestó a Alfonso I el Batallador, quien sitió Lérida en 1123 y tomó Gardeny. En 1126, Ibn Ganya tomó Corbins y venció al rey Alfonso I de Aragón en Fraga en 1134, rompiendo el sitio.
Más tarde, el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona y Príncipe de Aragón, junto con el conde Ermengol VI de Urgel, lograron que el último rey musulmán, Muzzáfar, se rindiera después de un asedio que comenzó en marzo o abril de 1149.
Después de siete meses de asedio, el 24 de octubre de 1149, la ciudad se rindió a las tropas de Ramón Berenguer IV el Santo y de Ermengol VI de Urgel. En 1150, se le dio a la ciudad la "Carta de Población", un documento que establecía sus derechos y organización. También se creó el "Marquesado de Lérida", que incluía la ciudad y las zonas recién conquistadas. El gobierno de la ciudad se le dio a Guillermo Ramón I de Moncada, quien era un alto funcionario de Barcelona.
Lérida en la Corona de Aragón
En el año 1150, en el "Castell Reial" de Lérida, se celebró la boda real entre el Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, y Petronila, cuando ella alcanzó la edad legal.
En 1193, el Capítulo de Lérida encargó el diseño de una nueva catedral para la ciudad al Maestro de Obras Pere de Coma. Su construcción comenzó el 22 de julio de 1203, día en que se colocó la primera piedra. Pere de Coma dirigió la obra como "Magister Operis Sedis Ilerdensis" (Maestro de Obras de la Sede de Lérida).
En 1214, se reunieron las Cortes Catalanas en el Castillo de la Suda para mostrar el apoyo de los tres grupos principales (la iglesia, la nobleza y las ciudades) a Jaime I de Aragón, quien entonces era un niño de seis años.
Desde 1217, el Rey Jaime I de Aragón organizaba reuniones para discutir los asuntos internos de los territorios de la corona. A partir de 1283, Pedro el Grande se comprometió a celebrar Cortes Generales una vez al año. Debido a las muchas guerras durante el reinado de Pedro el Ceremonioso, surgió la necesidad de tener una delegación permanente que se encargara de los asuntos entre cada una de estas Cortes. Así nació la Diputación del General en las Cortes de Cervera (provincia de Lérida) en 1359.
El 30 de octubre de 1278, el Obispo de Lérida Guillem de Montcada dedicó la nueva catedral a Santa María. Esta catedral es conocida hoy como la Seo Vieja de Lérida.
En 1297, Jaime II fundó el famoso Estudio General (Studium Generale), gracias a un permiso especial del Papa Bonifacio VIII. El Estudio General es la universidad más antigua de la antigua Corona de Aragón. Estuvo activa hasta 1717, cuando Felipe V ordenó su cierre y la destrucción del barrio universitario.
Desde 1382, el gobierno de la ciudad se instaló en el antiguo Palacio de los Sanaüja, un importante edificio de estilo románico. A partir de ese momento, el edificio se llamó Palacio de la Paería. El nombre de Paería viene de un privilegio que Jaime I dio en 1264, que cambió el antiguo sistema de gobierno municipal por el de Paería.
Las Cortes Generales, reunidas en Lérida en 1460, pidieron a Juan II de Aragón que liberara a su hijo Carlos de Viana y le obligaron a aceptar en 1462 la Capitulación de Villafranca del Penedés. Este acuerdo le prohibía entrar en Cataluña sin permiso y limitaba mucho su autoridad real.
Carlos murió el 23 de septiembre de 1461 por una enfermedad pulmonar. Su muerte y el incumplimiento de lo acordado en Villafranca del Penedés provocaron la guerra civil catalana, que coincidió con una revuelta de los campesinos que comenzó en febrero de 1462. El rey logró mantener la lealtad de Aragón, Valencia y Sicilia, pero en Cataluña se le consideró sin derecho a la Corona.
El 6 de julio de 1464, después de seis meses de asedio y ataques continuos, Juan II de Aragón logró que la ciudad se rindiera. Los ataques fueron muy destructivos: las huertas cercanas fueron arrasadas, algunos barrios desaparecieron y 400 casas fueron destruidas. Lérida tardó mucho tiempo en recuperarse.
Historia moderna y contemporánea
Durante la sublevación de Cataluña (1640-1659), Lérida fue atacada cuatro veces y sitiada en tres ocasiones.
En 1642, Felipe IV decidió atacar para recuperar Lérida. Tropas de Zaragoza y Tarragona fueron enviadas para luchar contra el ejército francés cerca de la ciudad. Después de duros combates, el ejército español, al mando del Duque de Leganés, se retiró, pero causó muchas bajas a los franceses.
En 1644, Felipe IV derrotó a La Motte en batalla y sitió la ciudad, logrando someterla. En 1646, tropas catalano-francesas al mando del general Harcourt intentaron sitiar Lérida sin éxito, siendo derrotados. Lo intentaron de nuevo en 1647 con el general Condé, pero también fueron vencidos. Al final del conflicto, la ciudad quedó casi destruida, con solo 300 edificios habitables.
Durante la Guerra de Sucesión Española (1701-1715), Lérida apoyó al archiduque Carlos de Austria, en contra de Felipe V.
El 21 de septiembre de 1705, llegaron a la ciudad los líderes militares Manuel Desvalls y Miquel Sobies, con un ejército de 1000 hombres, y obligaron a los "paers" (gobernantes locales) a unirse a la causa del archiduque. Poco después, las tropas francesas tomaron el control de la ciudad.
A mediados de junio de 1707, Felipe de Orleáns y el general Noailles establecieron su base en Balaguer. La gente de los pueblos cercanos se refugió en Lérida, especialmente en el convento del “Roser”. Desde Balaguer, planearon el ataque a Lérida, que comenzó el 31 de agosto. La defensa de la ciudad estaba formada por 2000 hombres, incluyendo voluntarios locales y soldados ingleses. La ciudad sufrió un asedio muy duro y destructivo, como nunca antes había conocido. Finalmente, después de tres meses devastadores, la ciudad se rindió a las tropas de Felipe V. Como castigo por la gran resistencia de la ciudad, las 700 personas refugiadas en el convento del “Roser” fueron ejecutadas. Se ordenó destruir el centro histórico de la ciudad y se cerró el Estudi General (la universidad). El casco antiguo, construido alrededor de la Seo Vieja, desapareció.
El trazado urbano medieval fue arrasado: desaparecieron calles, plazas, palacios, conventos, iglesias y casas. La misma catedral románico-gótica casi fue destruida, pero se convirtió en un cuartel. La colina donde se extendía la ciudad de Lérida se transformó en una fortaleza militar, desde donde una guarnición vigilaba a los habitantes. La población que sobrevivió fue trasladada a barrios nuevos, y se construyó una nueva catedral: la Seo Nueva.
Lérida no se recuperó hasta el año 1758, con la creación de la “Junta del Sequiatge” (Junta del Cequiaje), solicitada por los agricultores. Esta junta les dio derechos de riego similares a los que tenían antes. De nuevo, la agricultura y la ganadería impulsaron la recuperación de la ciudad.
El ferrocarril llegó a la ciudad en 1860.
Durante la guerra civil española, en noviembre de 1937, la ciudad sufrió un grave bombardeo por parte de la aviación del bando sublevado.