Embajadas y legaciones extranjeras (guerra civil española) para niños
Durante la Guerra civil española, muchas embajadas y legaciones extranjeras en España abrieron sus puertas para dar refugio a miles de personas que se sentían en peligro debido a sus ideas.
El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, quien era el diplomático de mayor antigüedad en España en ese momento, fue clave en la organización de esta importante iniciativa humanitaria. Gracias a él, muchas vidas pudieron ser salvadas. Casi todas las embajadas en Madrid, excepto las de la Unión Soviética, Gran Bretaña y Estados Unidos, acogieron a refugiados. Algunas, como las de Finlandia, Perú y Turquía, fueron incluso asaltadas por fuerzas de seguridad o grupos armados.
Esta acción de acogida fue más allá de lo que normalmente se entendía por la inmunidad diplomática de las embajadas. Un ejemplo notable fue el consulado de México en Málaga, dirigido por el cónsul honorario Porfirio Smerdou. Este consulado ayudó a cientos de personas a ponerse a salvo antes y después de la ocupación de Málaga, incluyendo a personas que apoyaban al gobierno de la República.
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El Derecho de Asilo en las embajadas y legaciones
Para las naciones de América Latina, era común dar refugio a personas importantes que eran perseguidas por motivos políticos en sus embajadas. Sin embargo, en la Guerra Civil Española, la mayoría de quienes buscaron refugio no eran figuras políticas destacadas. A pesar de esto, y gracias a la comprensión del gobierno de José Giral, los embajadores de América Latina, la mayoría de los europeos y el de Turquía, decidieron dar asilo a todas las personas que se sentían amenazadas. Incluso alquilaron edificios adicionales para poder dar cabida a todos los refugiados, extendiendo la protección diplomática a estos lugares.
Las ideas políticas de los embajadores no afectaron su decisión de ayudar. Por ejemplo, los embajadores de Chile, Perú o Cuba tenían más simpatía por el bando que se había levantado en armas, mientras que el de México deseaba que el gobierno de la República ganara. Otros, como los de El Salvador o Argentina, tenían una postura más neutral.
Aunque los gobiernos de Giral y de Largo Caballero fueron comprensivos con esta amplia interpretación del asilo diplomático, la prensa y la radio de Madrid criticaban esta labor humanitaria. Decían, de forma incorrecta, que solo las personas con ciertas ideas políticas buscaban asilo. Sin embargo, la esposa de Manuel Azaña (presidente de la República), las hijas de Indalecio Prieto (un importante político) y las familias de muchos diputados republicanos, tanto de derecha como de izquierda, pudieron salir de España hacia Marsella en un barco de la Armada Argentina llamado 25 de Mayo, gracias a la ayuda de la embajada argentina. El gobierno incluso colaboró de alguna manera con los embajadores. Augusto Barcia, ministro de Asuntos Exteriores, facilitó vehículos oficiales para llevar a personas en peligro a la embajada de Chile. El embajador Núñez Morgado contó que Largo Caballero le pidió en privado que protegiera a las sobrinas de los duques de Veragua, descendientes de Cristóbal Colón, quienes habían sido asesinadas en Madrid.
La postura del gobierno de la República
Tanto el gobierno de José Giral como el de Francisco Largo Caballero permitieron, con algunas condiciones, que las embajadas se usaran para proteger a personas inocentes. Al principio, las protegían de grupos anarquistas y, a partir de enero de 1937, de grupos comunistas.
Hubo algunos problemas con el derecho de asilo. Se sabía que las embajadas de Perú y Cuba eran centros de espionaje. Los encargados de negocios de Holanda y Noruega eran ciudadanos alemanes que podían ayudar al gobierno de Alemania en ese momento, después de que Alemania reconociera al gobierno de Franco. También hubo informes de disparos desde las embajadas. En 1937, las personas refugiadas comían mejor que la mayoría de los madrileños, y algunas se dedicaron al mercado negro. Una vez que la situación en Madrid se calmó, los refugiados podían recibir visitas de amigos y familiares, quienes a veces llevaban información importante que se enviaba por valija diplomática o se transmitía por radio desde la embajada.
Largo Caballero quería que las embajadas se vaciaran, pero le preocupaba que las personas liberadas pudieran regresar a España con el bando que se había levantado en armas y luchar contra la República. Álvarez del Vayo hizo acuerdos específicos con Francia, Checoslovaquia, Holanda, Turquía y Cuba. España permitía la evacuación de los refugiados, con la condición de que los gobiernos de esos países se comprometieran a impedir su regreso a la España controlada por el bando de Franco. Así, a principios de 1937, unas 1.000 personas pudieron salir de España. Sin embargo, los belgas liberaron al grupo bajo su responsabilidad tan pronto como llegaron a Francia, lo que dificultó nuevas evacuaciones.
El problema nunca se resolvió por completo. Se calcula que entre 15.000 y 20.000 personas buscaron asilo en las embajadas, la mayoría en los primeros tres meses de la guerra. En junio de 1937, el gobierno anunció que se habían evacuado 4.000 personas de las embajadas, aunque esta cifra era aproximada, ya que no había registros exactos de entradas y salidas. Al final de la guerra, todavía quedaban 3.000 refugiados.
La forma en que se manejó el tema de los refugiados en las embajadas fue generalmente vista de forma negativa para el gobierno de la República, ya que el problema se originó por la dificultad del gobierno para controlar la situación en las primeras semanas de la guerra.
Las Embajadas de Madrid
Las embajadas de Chile, Noruega y Argentina fueron las primeras en acoger a un gran número de personas. Luego, siguieron su ejemplo las de Francia, México, Panamá, Rumania, Bélgica, los Países Bajos, Bolivia, Cuba, Checoslovaquia, Grecia, Japón, Paraguay, Polonia, Suecia, Suiza y Uruguay. Otras embajadas que también ayudaron, aunque en menor medida, fueron las de Bélgica, Brasil, Colombia, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Yugoslavia, Turquía y Venezuela.
Alemania
Durante los primeros meses de la guerra, la embajada de Alemania dio asilo a 15 ciudadanos alemanes y 65 españoles. Cuando Alemania reconoció al gobierno de Franco en noviembre de 1936 y el embajador se trasladó a Burgos, las autoridades republicanas dieron 24 horas para desalojar la embajada en Madrid. Temiendo un ataque de los grupos armados, los representantes de Chile, Rumanía, Países Bajos y Noruega intentaron llevarse a los refugiados, pero los grupos armados lo impidieron, deteniendo a 2 alemanes y 45 españoles.
Argentina
En la embajada argentina y edificios cercanos, más de 1.500 personas encontraron refugio. Solo hasta mayo de 1937, 1.526 personas fueron evacuadas en barcos de la ARA. De ellas, 651 eran españolas, 553 argentinas y el resto de otras nacionalidades. Uruguay rompió relaciones diplomáticas con la República en septiembre de 1936 debido al asesinato de las dos hermanas del cónsul uruguayo en Madrid. Al romper Uruguay relaciones, Argentina pasó a representar sus intereses.
Hubo algunos intentos de asalto a la embajada argentina para que entregara a algunos de los refugiados. A pesar de que la policía española a veces apoyaba estos asaltos, fueron rechazados. En una ocasión, el propio embajador expulsó a los grupos armados amenazándolos con su pistola.
La embajada contó con el apoyo de dos barcos de la ARA: el crucero 25 de Mayo, que estuvo en Alicante entre agosto y noviembre de 1936 y evacuó a unas 250 personas a Francia; y la torpedera Tucumán, que lo reemplazó y permaneció en Alicante hasta finales de junio de 1937, llevando a unas 1.240 personas a Francia en 12 viajes.
Bélgica
Robert Everts, el embajador belga en Madrid desde 1931, estaba en San Sebastián al inicio de la guerra y pasó el conflicto en San Juan de Luz, sin contacto con el gobierno español. Sin embargo, el Encargado de Negocios de la embajada, el vizconde Joseph "Joe" Berryer, se encontraba en la capital cuando comenzó la guerra.
En contra de las órdenes del embajador, quien estaba preocupado por sus propiedades, Berryer decidió esconder en la embajada a algunas personas importantes de la sociedad española de la época que estaban en peligro, como el Arzobispo de Madrid o el banquero Luis de Urquijo, Marqués de Bolarque. También decidió cambiar la bandera belga de la embajada por una bandera del Congo (que en ese momento era una colonia belga), para que pareciera más neutral a los grupos armados que controlaban la capital. Jacques de Borchgrave fue encontrado asesinado, junto con otras quince personas, cuando salió a hacer una de sus excursiones. Su cuerpo apareció en una zanja una semana después de su desaparición. El Gobierno Belga protestó enérgicamente por su asesinato y exigió una compensación, amenazando con romper relaciones diplomáticas si no se cumplía.
Chile
La embajada de Chile en Madrid acogió a miles de refugiados, 4.000 según Pablo Neruda y 1.440 según otras fuentes, que sentían que su vida corría peligro en el Madrid republicano. Entre ellos estaban los escritores Rafael Sánchez Mazas, Víctor de la Serna, José María Alfaro y Joaquín Calvo Sotelo. Cuando las tropas de Franco entraron en Madrid, la mayoría de los refugiados se fueron. Pero algunos se quedaron en la Embajada, ya que habían pedido asilo ante el avance del bando de Franco y temían represalias del bando ganador. El poeta alicantino Miguel Hernández estuvo a punto de encontrarse entre ellos.
Cuando Alemania reconoció al gobierno de Franco en noviembre de 1936, el hospital alemán se puso bajo la protección de la bandera chilena. Este hospital brindó servicios a niños y ancianos sin importar sus ideas políticas.
El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, defendió el derecho de asilo y tuvo varios desacuerdos con Álvarez del Vayo, por lo que el gobierno republicano logró que fuera reemplazado por el encargado de negocios Carlos Morla Lynch.
La Embajada chilena ayudó a finales de 1936 a que familiares de Manuel Azaña, Indalecio Prieto y otros políticos de izquierda embarcaran de Alicante a Marsella en el ARA 25 de Mayo. También dio refugio a las hijas de Largo Caballero.
Cuando El Salvador, Guatemala y Honduras reconocieron al gobierno de Franco y cortaron sus relaciones con el gobierno de la II República, la embajada chilena se hizo cargo de los refugiados que estaban en sus embajadas.
Los problemas diplomáticos entre Chile y el gobierno de Franco hicieron que los refugiados republicanos en la Embajada chilena fueran trasladados a la de Brasil. Desde allí, a través de Portugal, pudieron embarcar hacia Chile.
Gran Bretaña
La postura oficial del Reino Unido era no reconocer el derecho de asilo diplomático, acogiendo solo a sus propios ciudadanos. Sin embargo, muchos ciudadanos británicos que vivían en Madrid refugiaron en edificios protegidos por la bandera británica a personas perseguidas de ambos bandos o les ayudaron a salir de España.
Solo un español fue acogido como refugiado por el Gobierno Británico: el general José Villalba Riquelme, exministro de guerra del Rey Alfonso XIII. Fue acogido por su condición de Sir, ya que había recibido del Gobierno Británico la Cruz de la Orden de Comendador de San Miguel y San Jorge. La embajada británica protegió su casa con la bandera británica, dándole el mismo estatus que una legación diplomática. Durante toda la guerra, un guardia militar inglés veló por el bienestar del general e impidió que cualquier grupo armado pudiera entrar en su casa o acercarse a él.
El ingeniero británico Edwin C. Lance, conocido como El Pimpinela Español, tuvo un papel importante en esta labor humanitaria y fue homenajeado por el ayuntamiento de Madrid en 1961.
Entre 1937 y 1939, la embajada británica colaboró en la evacuación de refugiados de otras embajadas.
Perú
La embajada de Perú acogía a más de 300 españoles y 60 peruanos.
La noche del 5 al 6 de mayo de 1937, fuerzas de seguridad entraron en la embajada y detuvieron a todos los refugiados. La mayoría de los que tenían edad militar fueron obligados a unirse a batallones especiales, excepto 18 que fueron encarcelados y condenados a muerte. La intervención de varios diplomáticos y de la Cruz Roja Internacional logró que se suspendieran las sentencias.
El 17 de marzo de 1938, Lima rompió relaciones con la República. Unos meses más tarde, la policía asaltó los locales que aún estaban bajo protección peruana, deteniendo a los refugiados que quedaban. Sin embargo, Francia y Gran Bretaña los reclamaron y lograron evacuarlos en septiembre de 1938.
Polonia
Debido a la ausencia del embajador, que estaba de vacaciones de verano, Esteban Tobías Hoenigsfeld quedó a cargo de la Legación polaca en Madrid. Creó el «Hogar Polaco» en los pisos vacíos de un edificio propiedad del Marqués de Ibarra, ubicado en la Glorieta de Rubén Darío 3 de Madrid. Allí buscaron refugio, durante el conflicto, personas con simpatías por ambos lados políticos, sin importar sus ideas. En dicho edificio estuvieron protegidos, hasta que lograron escapar hacia Polonia con sus familias, unos 400 refugiados.
Entre las personas que se refugiaron allí estaban el periodista Luis de Galinsoga, Eduardo González-Gallarza, pionero de la aviación española; el marino Julio Guillén Tato, Silva Rivera, Luis Campos-Guereta, Domenech, Juan Antonio Suanzes, marqués de Suanzes; el doctor Gregorio Marañón y Posadillo y el propio Luis Ybarra y Céspedes, marqués de Ybarra con su familia, entre muchos otros.
La Legación Polaca cerró en 1942 debido a la presión del gobierno de Alemania en ese momento. El judío Hoenigsfeld fue apoyado por Canalda y Guillén para salir de España, como deseaba, aunque finalmente permaneció en Madrid hasta su muerte.