Teresa Cristina de Borbón-Dos Sicilias para niños
Datos para niños Teresa Cristina de Borbón |
||
---|---|---|
Emperatriz consorte del Brasil | ||
![]() |
||
![]() Emperatriz consorte de Brasil |
||
30 de mayo de 1843 – 15 de noviembre de 1889 |
||
Predecesor | Amelia de Beauharnais | |
Sucesor | Título abolido | |
Información personal | ||
Nombre completo | Teresa Cristina María José Gaspar Baltasar Melchora Genara Francisca de Padua Donata Bonosa Andrea de Avelino Rita Lutgarda Geltruda Venancia Tadea Espidione Roca Matilde | |
Otros títulos | Princesa de las Dos Sicilias | |
Nacimiento | 14 de marzo de 1822![]() |
|
Fallecimiento | 28 de diciembre de 1889![]() |
|
Sepultura | Capilla Imperial de la Catedral de Petrópolis | |
Familia | ||
Casa real | Borbón-Dos Sicilias | |
Padre | Francisco I de las Dos Sicilias | |
Madre | María Isabel de España | |
Cónyuge | Pedro II de Brasil (matr. 1843; fall. 1889) | |
Hijos |
|
|
|
||
Firma | ![]() |
|
Teresa Cristina de Borbón-Dos Sicilias (nacida en Nápoles, el 14 de marzo de 1822 – fallecida en Oporto, el 28 de diciembre de 1889) fue una princesa del Reino de las Dos Sicilias. Se convirtió en emperatriz del Brasil al casarse con el emperador Pedro II de Brasil. Era hija de Francisco I de las Dos Sicilias y de su segunda esposa, María Isabel de Borbón. Quedó huérfana de padre en 1830. Fue criada en un ambiente tradicional y desarrolló una personalidad tranquila y reservada.
Aunque no era considerada muy atractiva, se casó en 1843 con el joven emperador Pedro II de Brasil. Al principio, el emperador se sintió decepcionado por su apariencia. Sin embargo, con el tiempo, la bondad de Teresa Cristina ayudó a crear una conexión especial entre ellos. Tuvieron cuatro hijos. A lo largo de su reinado, Pedro II tuvo otras amistades, pero la emperatriz siempre se mantuvo discreta.
Teresa Cristina era una persona piadosa y llevaba una vida tranquila, dedicándose principalmente a la educación de sus hijos. Le encantaba el arte de la antigua Grecia y Roma. Desde que llegó a Brasil, formó una gran colección de antigüedades. También le gustaban los mosaicos y decoró con ellos los jardines del palacio de São Cristóvão.
En 1889, después de 45 años en Brasil, Teresa Cristina tuvo que enfrentar un gran cambio. La monarquía fue derrocada y su esposo fue obligado a exiliarse en Portugal con su familia. La emperatriz, que ya estaba enferma, vio cómo su salud empeoraba rápidamente. Falleció un mes después de la caída del imperio brasileño.
Sus restos mortales y los de su esposo fueron llevados de vuelta a Brasil en 1921. Hoy, los cuerpos de la familia imperial descansan en la Catedral de Petrópolis.
Contenido
- Familia y Orígenes
- Biografía de la Emperatriz
- Legado de Teresa Cristina
- La Emperatriz en la Cultura Popular
- Ancestros de Teresa Cristina
- Sucesión
- Descendencia
Familia y Orígenes
La princesa Teresa Cristina era hija del rey Francisco I de las Dos Sicilias y de su segunda esposa, la infanta María Isabel de Borbón. Su madre era hija del rey Carlos IV de España. Por parte de su padre, Teresa Cristina pertenecía a la rama de Nápoles de la Casa de Borbón. Por parte de su madre, descendía de los Borbones españoles.
Teresa Cristina era media hermana de la duquesa de Berry y hermana del rey Fernando II de las Dos Sicilias.
Se casó con el emperador Pedro II de Brasil el 30 de mayo de 1843 en Nápoles, y luego el 4 de septiembre de 1843 en Río de Janeiro. La pareja vivió en la capital brasileña y tuvo cuatro hijos: Alfonso, Isabel, Leopoldina y Pedro.
Biografía de la Emperatriz
Una Juventud Tranquila

Teresa Cristina nació el 14 de marzo de 1822. Cuando tenía 8 años, en 1830, su padre falleció. Su madre, que se volvió a casar en 1839, era una persona un poco distante. Por eso, Teresa Cristina tuvo una infancia solitaria. Era una persona dulce y tímida, y nunca se quejaba, sin importar las dificultades.
No era muy alta y era un poco rellenita, con ojos marrones y pelo castaño. Aunque algunos decían que cojeaba, en realidad tenía una forma particular de caminar. Sin embargo, tenía una voz muy bonita y le gustaba cantar. También le interesaba la ópera y la danza. Su gran pasión era el arte de la antigua Grecia y Roma. De hecho, llevó a Brasil varias obras de arte de las ruinas de Pompeya y Herculano.
Un Matrimonio con un Inicio Difícil
Un Matrimonio Arreglado
A principios de 1840, se buscaba una esposa para el joven emperador Pedro II de Brasil en Europa. Las familias reales eran cautelosas, pues temían que Pedro II fuera como su padre, conocido por sus muchas amistades. Sin embargo, el embajador de las Dos Sicilias propuso a Teresa Cristina. En esa época, los sentimientos no eran lo más importante en los matrimonios reales. El papel de las princesas era tener herederos para su esposo y su país. Teresa Cristina, que ya tenía más de 20 años (una edad avanzada para casarse entonces) y una dote modesta, no tenía muchas esperanzas de matrimonio. La idea de casarse con un emperador era una gran oportunidad.
Para convencer a Pedro II, el gobierno de Nápoles le envió un retrato de una joven muy hermosa, diciendo que era Teresa Cristina. El emperador, encantado con la imagen, aceptó el matrimonio con entusiasmo. Sin embargo, el retrato no era de la princesa. Cuando Pedro II descubrió el engaño, ya era demasiado tarde para echarse atrás.
Teresa Cristina y Pedro II eran parientes lejanos, por lo que necesitaron un permiso especial del papa Gregorio XVI para casarse. Una vez obtenido, se celebró una boda por poder el 30 de mayo de 1843 en Nápoles.
La Decepción del Emperador
Una flota brasileña llegó a Río de Janeiro el 3 de septiembre de 1843, después de un viaje de seis meses. Apenas llegó Teresa Cristina a Brasil, Pedro II fue a su barco para conocerla. La gente de Río de Janeiro aplaudió al emperador. Pedro II, de 17 años, era alto, rubio y de ojos azules, y se le consideraba muy guapo. La princesa napolitana se sintió atraída por él de inmediato.
Sin embargo, el sentimiento no fue mutuo. Pedro II se sintió muy decepcionado por la apariencia de su prometida. La vio como una "niña vieja" que parecía mayor de sus 22 años. Solo notó sus defectos físicos y la gran diferencia con el retrato que le habían enviado. Pedro II no ocultó su desilusión. Un testigo dijo que se quedó tan sorprendido que tuvo que sentarse. Pedro II abandonó el barco rápidamente, y Teresa Cristina se encerró en su camarote, llorando porque el emperador no la quería.
Una Esposa Determinada
La misma tarde de su primer encuentro, Teresa Cristina se dio cuenta de que Pedro II había sido engañado con el retrato. Aunque estaba triste, ocultó su angustia a su esposo y a sus nuevos sirvientes. Estaba decidida a hacer todo lo posible para mejorar la situación. Escribió a su familia: "Sé que mi apariencia es diferente a la que se había anunciado. Haré todo lo posible para vivir de tal manera que nadie se equivoque con mi carácter. Mi ambición será parecerme a María Leopoldina de Austria, la madre de mi marido, y ser brasileña de corazón en todo lo que haga".
Aunque ya se habían casado por poder en Nápoles, se organizó una gran ceremonia de boda el 4 de septiembre en la Catedral de Río de Janeiro. Teresa Cristina pronto se ganó el aprecio de sus sirvientes por su buena disposición y seriedad. Pocos días después de llegar, recibió el cariño y la alegría de todos, excepto de su nuevo esposo.
El matrimonio de Teresa Cristina y Pedro II tenía como objetivo dar un heredero al imperio. Los brasileños esperaban con ansias el anuncio de un embarazo. Sin embargo, pasaban los meses y la emperatriz no quedaba embarazada. La gente empezó a especular. La realidad era que el emperador sentía una gran indiferencia hacia Teresa Cristina y no deseaba tener hijos con ella. Ante el rechazo de su esposo, la emperatriz le pidió permiso para regresar a Italia. Pedro II, afectado por el dolor de su esposa, finalmente aceptó tener hijos. A pesar de esto, su actitud hacia ella siguió siendo fría.
Una Emperatriz Discreta
La Partida del Conde de Aquila
Teresa Cristina no fue la única de su familia en viajar a Brasil en 1843. Uno de sus hermanos, el conde de Aquila, también fue a Río de Janeiro para conocer a la hermana de Pedro II, la princesa Januaria. Ella era la siguiente en la línea de sucesión y no podía salir del país. El gobierno brasileño quería que se casara para asegurar la sucesión, y la llegada del conde de Aquila fue bien vista. Los dos jóvenes se enamoraron rápidamente, y el conde de Aquila regresó a Nápoles para pedir permiso para casarse con Januaria y vivir en Brasil.
El conde de Aquila llegó a Río de forma definitiva el 8 de abril de 1844, y se casaron poco después. Sin embargo, la relación entre Pedro II y su cuñado empeoró rápidamente. La personalidad alegre del conde de Aquila chocaba con el carácter reservado del emperador. Además, Januaria no ocultaba su amor por su esposo, y el contraste entre las dos parejas irritaba al emperador. El hecho de que Teresa Cristina y Januaria se llevaran tan bien con el príncipe de las Dos Sicilias hizo que el emperador se sintiera aún más solo.
Algunos napolitanos que acompañaron a Teresa Cristina y a su hermano a Brasil intentaron ganar influencia en el país. El confesor del conde de Aquila lo animó a formar su propio grupo entre los cortesanos brasileños. Esto preocupó a los consejeros del emperador, quienes no querían compartir su poder con los recién llegados.
Los consejeros del emperador decidieron usar los desacuerdos familiares, sugiriendo que el conde de Aquila y sus seguidores planeaban tomar el trono. El joven emperador, que no confiaba en él, se dejó convencer fácilmente, y su cuñado fue excluido de la corte. El conde de Aquila se quejó de la falta de respeto del emperador y criticó la sociedad brasileña. Varias veces, pidió permiso para regresar a Europa con su esposa. Al principio, el emperador se negó, pero finalmente aceptó después de una discusión pública. El conde y la condesa salieron de Río de Janeiro el 23 de octubre de 1844. Para Teresa Cristina, que había intentado reconciliar a los dos hombres, la partida de su hermano fue un golpe muy duro, ya que se quedó sola en Brasil con su esposo.
Una Madre Marcada por la Pérdida
Aunque la relación de la pareja imperial fue tensa al principio, Teresa Cristina se esforzó por ser una buena esposa. Su dedicación a sus deberes y el nacimiento de sus hijos suavizaron el carácter de Pedro II. Con el tiempo, descubrieron intereses comunes, y el amor por sus hijos creó una especie de felicidad familiar. Después de su primer hijo, Alfonso, en febrero de 1845, la emperatriz tuvo tres hijos más: Isabel en julio de 1846; Leopoldina en julio de 1847 y Pedro en julio de 1848.
Sin embargo, el 11 de junio de 1847, la pareja imperial sufrió la dolorosa pérdida de su hijo mayor, Alfonso. Mientras jugaba en la biblioteca del palacio de São Cristóvão, sufrió convulsiones y murió poco después. Para Teresa Cristina, el impacto fue tan grande que se temió por su salud, pues estaba embarazada de la princesa Leopoldina, quien nacería sin problemas un mes después. La familia sufrió otra tragedia cuando su segundo hijo varón, el príncipe Pedro, murió el 9 de enero de 1850. Después de esta nueva pérdida, los emperadores solo tenían dos hijas como herederas. Aunque Brasil no tenía una ley que impidiera a las mujeres gobernar, la sucesión era una preocupación para la pareja, que creía que solo un hombre podía dirigir el país. Teresa Cristina no se negó a intentar tener otro hijo, pero no nacieron más niños en la familia imperial. Esto influyó en que Pedro II se sintiera atraído por otras mujeres que le parecían más interesantes.
Una Mujer en la Sombra
Entre 1844 y 1848, el comportamiento de Pedro II cambió mucho. Se volvió más maduro y seguro de sí mismo. Ya no creía en rumores de complots y aprendió a no dejarse manipular. A medida que crecía, sus debilidades disminuyeron y su carácter se hizo más fuerte. Cuando gobernó por sí mismo, su trabajo fue más efectivo y su imagen pública mejoró. A Teresa Cristina le agradó esta evolución. Las tensiones entre su esposo y su hermano disminuyeron, y la emperatriz se alegró cuando su marido alejó a ciertos grupos de poder del gobierno.
La emperatriz aceptó su papel, que cada vez estaba más limitado por su esposo. No le interesaba la política y pasaba su tiempo escribiendo, leyendo, cosiendo, rezando y ayudando en obras de caridad. El único campo en el que Teresa Cristina parecía tener influencia era la inmigración. Deseando mejorar la educación y la salud en Brasil, animó a Pedro II a fomentar la llegada de muchos intelectuales y trabajadores italianos al país.
A pesar de su educación limitada, a Teresa Cristina le apasionaban las artes, la música y la arqueología. Desde que llegó a Brasil, comenzó una colección de obras grecorromanas. Recibió cientos de antigüedades que su hermano, el rey Fernando II de las Dos Sicilias, le enviaba a cambio de objetos de arte indígenas para el museo de Nápoles. También organizó excavaciones en un sitio etrusco cerca de Roma. En su tiempo libre, se dedicó al arte del mosaico. Decoró fuentes, bancos y muros del jardín del palacio de São Cristóvão con mosaicos, conchas y porcelanas.
En Brasil, Teresa Cristina tenía pocas amigas, excepto sus damas de compañía. Era apreciada por el personal del palacio y sabía juzgar bien el carácter de las personas. Era una madre y abuela cariñosa, modesta en sus acciones y en su forma de vestir. Nunca usaba joyas, salvo en ceremonias oficiales. Era muy reservada y a menudo parecía algo triste.
La Rivalidad con la Condesa de Barral
Teresa Cristina fue una esposa dedicada y apoyó a su marido incondicionalmente. Gracias a su comportamiento, logró que el emperador sintiera afecto y respeto por ella. Sin embargo, su relación nunca fue un amor romántico. El emperador trataba a su esposa con dignidad, pero la emperatriz debía ser discreta sobre las amistades de su marido. Teresa Cristina no era una mujer sumisa; su correspondencia muestra que podía ser enérgica en privado.
A pesar de sus esfuerzos, a Teresa Cristina le costaba ignorar las amistades de su marido. Esto se hizo más difícil después de que el emperador nombrara a la condesa de Barral como tutora de las princesas Isabel y Leopoldina en 1856. La condesa, nacida en Brasil y casada con un aristócrata francés, tenía todas las cualidades que el emperador admiraba: era encantadora, vivaz, elegante, sofisticada, culta y segura de sí misma. Al lado de ella, la emperatriz, con una educación menos refinada, parecía menos brillante, y el emperador se sintió muy atraído por la condesa.
Aunque la relación entre el emperador y la tutora era probablemente de amistad profunda, ponía a Teresa Cristina en una situación incómoda. Un día, tuvo que explicarle a su hija Leopoldina por qué su padre pasaba tiempo con la condesa. La tutora no solo era apreciada por el emperador, sino que también tenía una relación muy cercana con la princesa Isabel. A pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, la emperatriz no pudo disimular la tristeza que sentía por esta situación.
Cuando sus hijas crecieron, Teresa Cristina logró que la condesa de Barral se fuera. Sin motivo para quedarse en la corte, la condesa regresó a Francia en 1865. Su relación con el emperador continuó por carta, pero aun así, seguía provocando los celos de la emperatriz, quien siempre estuvo enamorada de su esposo a pesar de su relativa indiferencia.
Últimos Años como Emperatriz
La Muerte de la Princesa Leopoldina
Cuando sus hijas crecieron, Pedro II decidió casarlas para asegurar la sucesión. Después de consultar a su cuñado y hermana, el príncipe y la princesa de Joinville, el emperador eligió como yernos a dos nietos del rey Luis Felipe I de Francia: los príncipes Gastón de Orleans, conde de Eu y Luis Augusto de Sajonia-Coburgo-Gotha. Los dos primos llegaron a Río de Janeiro y se casaron con las princesas Isabel y Leopoldina a finales de 1864. Poco después, las princesas se mudaron para formar sus propios hogares, y Leopoldina y su esposo vivieron parte del año en Europa.
Después de tener cuatro hijos entre 1866 y 1870, la princesa Leopoldina falleció de fiebre tifoidea en Ebenthal el 7 de febrero de 1871. Esto dejó muy tristes al emperador y a la emperatriz. Meses después, los emperadores viajaron por Europa para visitar la tumba de su hija en Coburgo. El príncipe Augusto, viudo, quería vivir en Europa. Sin embargo, la princesa Isabel aún no tenía hijos, y los hijos de Augusto y Leopoldina eran los siguientes en la línea de sucesión al trono brasileño. Después de un acuerdo, la pareja imperial llevó a los dos hijos mayores (Pedro y Augusto) a Río de Janeiro en 1872 para que tuvieran una educación brasileña.
Viajes Cansados
La pareja imperial realizó viajes por América del Norte, Europa y Oriente Medio en 1876 y entre 1887 y 1888. A Teresa Cristina no le gustaban estos viajes. Ella prefería su vida diaria en Brasil, dedicada a su familia, la religión y las obras de caridad. Además, su visita a su tierra natal en 1872 le trajo recuerdos dolorosos: en 1861, la dinastía de los Borbones-Sicilias había sido derrocada, y su antiguo reino era ahora una provincia de la Italia unificada. Todas las personas que había conocido y querido en Nápoles en su juventud ya no estaban, lo que le causó una gran tristeza.
El emperador organizó un nuevo viaje a Italia en la primavera de 1888, donde la emperatriz se encontraría con el rey Víctor Manuel II de Italia, responsable de la caída de su propia familia. Sin embargo, lo más agotador de este viaje fue cuando el emperador estuvo a punto de morir en Milán. Su esposa lo cuidó durante dos semanas hasta que se recuperó por completo.
El Fin del Imperio y su Fallecimiento
El Cambio de Gobierno en 1889
La tranquila vida de la emperatriz se interrumpió bruscamente el 15 de noviembre de 1889. Ese día, un cambio de gobierno organizado por una parte del ejército depuso a Pedro II y lo obligó a exiliarse en Europa con su familia. Desde principios de la década de 1880, Brasil había crecido mucho económicamente y su imagen en el extranjero mejoraba. Sin embargo, al mismo tiempo, la monarquía brasileña se debilitaba. El emperador no tenía un heredero varón y no creía que el imperio pudiera durar. Por eso, su autoridad se fue perdiendo, mientras que el descontento de los agricultores, afectados por la abolición de la esclavitud en 1888, aumentaba, y el movimiento republicano se hacía más fuerte en el ejército.
La caída de la monarquía brasileña afectó mucho el ánimo de Teresa Cristina. Los eventos del 15 de noviembre de 1889 la "destruyeron emocional y físicamente". La emperatriz "amaba a Brasil y a su gente. Lo que más deseaba era terminar sus días en Brasil". Con 66 años y enferma, tuvo que enfrentar la idea de viajar constantemente por Europa y pasar sus últimos años en lugares extraños e incómodos.
Exilio y Muerte

Después de estar enferma durante todo el viaje por el océano Atlántico, Teresa Cristina llegó a Lisboa con su familia el 7 de diciembre de 1889. Sin embargo, su llegada a Portugal coincidió con las ceremonias de coronación del rey Carlos I de Portugal. El gobierno les hizo saber que un soberano derrocado no era bienvenido en la capital en ese momento. Humillados, el emperador y la emperatriz se instalaron en Oporto, mientras sus hijos y nietos se fueron a España.
El 24 de diciembre, la pareja imperial recibió una terrible noticia. Aunque esperaban poder regresar algún día a Brasil, Pedro II y Teresa Cristina fueron informados de su exilio definitivo. Para la emperatriz, esto fue un golpe muy duro que le quitó las ganas de vivir. Días después, tuvo un nuevo ataque de asma por la noche. Como no tenía fiebre, el emperador salió a pasear. A pesar de la insistencia de la emperatriz, no se llamó a ningún médico, y ella falleció lejos de su familia, de un problema cardíaco a las 2:00 de la madrugada. Antes de morir, Teresa Cristina le dijo a una amiga: "No muero por mi enfermedad, muero por la pena y la desgracia". Minutos después, dijo sus últimas palabras: "Extraño a mi hija y a mis nietos. No puedo abrazarlos por última vez. Brasil, tierra magnífica... nunca podré volver...".
Los días siguientes, una multitud llenó las calles de Oporto para asistir al funeral de la exemperatriz. Por petición de Pedro II, los restos de Teresa Cristina fueron llevados cerca de Lisboa, a la Iglesia de San Vicente de Fora.
Sepultura Final

Dos años después de la muerte de Teresa Cristina, Pedro II falleció y fue enterrado en la Iglesia de San Vicente de Fora el 12 de diciembre de 1891. Treinta años más tarde, en 1921, los restos de la pareja imperial fueron trasladados a Brasil. Allí recibieron funerales oficiales en la Catedral de Río de Janeiro. Ese día fue declarado festivo, y se organizaron misas en memoria de los emperadores en todo el país. Miles de personas asistieron a los funerales. Un historiador escribió: "Las personas mayores lloraban; muchas se arrodillaban; todo el mundo aplaudía. No había distinción entre republicanos y monárquicos. Todos eran brasileños".
Finalmente, el 5 de diciembre de 1939, se celebró una nueva ceremonia. Los cuerpos de Teresa Cristina y Pedro II fueron llevados a una capilla anexa a la Catedral de Petrópolis, donde descansan hasta el día de hoy.
Legado de Teresa Cristina
El Recuerdo del Emperador Pedro II
Aunque pueda parecer sorprendente, el emperador fue quien más sufrió con la muerte de Teresa Cristina. A pesar de la "decepción inicial" y la "falta de atracción" hacia ella, el hecho de haber vivido 46 años juntos hizo que desarrollara un fuerte sentimiento de amistad y respeto. Este sentimiento se hizo más evidente con su muerte. Solo después de la muerte de su esposa, el emperador "empezó a apreciar su atención, su amabilidad, su dedicación y su generosidad". A menudo la llamaba "mi santa" y creía que ella era más virtuosa que él.
El Impacto en Brasil
La noticia de la muerte de Teresa Cristina causó mucha tristeza en Brasil. Su sencillez, amabilidad y, sobre todo, su distancia de cualquier discusión política la protegieron de críticas. Un poeta y periodista escribió sobre el sentimiento general:
Nunca hablé con ella, pero siempre que pasaba a su lado me quitaba el sombrero y me inclinaba, no ante la emperatriz, sino ante la dulce y honrada figura de una pobre y casi humilde ciudadana. Vi a muchos republicanos haciendo lo mismo. (...) La llamaban madre de los brasileños, y le teníamos una especie de veneración filial. (...) La soberana tuvo la sabiduría de nunca meterse en política, ni en asuntos de Estado (...) Su muerte será llorada por muchos días: Teresa Cristina era uno de esos seres cuya memoria tenía derecho a las lágrimas.
Los periódicos brasileños también comentaron su fallecimiento. Un periódico republicano escribió: "Quién era esta santa mujer, no es necesario repetirlo. Todo Brasil lo sabe, con ese impacto que afecta tan profundamente al anciano emperador, uno recuerda que ella fue justa y universalmente proclamada madre de los brasileños". Otro periódico escribió: "Durante 46 años Teresa Cristina ha vivido en la patria brasileña que ella ha amado sinceramente y, durante todo este tiempo, por todo este vasto país, su nombre solo ha sido pronunciado con elogios o palabras de agradecimiento".
La Visión de los Historiadores
Aunque estuvo a la sombra de Pedro II, Teresa Cristina tiene un lugar especial en la historia de Brasil. Era conocida por su discreción, que la protegió de ser asociada a movimientos políticos, y por su ternura y caridad, lo que le valió el apodo de "madre de los brasileños". También se destaca su contribución a las artes y el desarrollo científico. Se dice que "promovió la cultura, trayendo de Italia a artistas, intelectuales, científicos, botánicos, músicos, etc., contribuyendo así al progreso y enriquecimiento de la vida cultural brasileña". Gracias a Teresa Cristina, Brasil tiene hoy la mayor colección de antigüedades clásicas de toda América Latina.
Algunos historiadores sugieren que la imagen de una Teresa Cristina silenciosa y apagada podría ser un estereotipo. Creen que tuvo un papel más importante de lo que generalmente se le atribuye, especialmente en su herencia artística y en la inmigración italiana.
La Emperatriz en la Cultura Popular
Varias ciudades brasileñas llevan el nombre de la emperatriz. Entre ellas, Teresópolis (en el Estado de Río de Janeiro), Teresina (capital de Piauí), Cristina (en Minas Gerais) e Imperatriz (en Maranhão). También Cristinápolis (en Sergipe) y Santo Amaro da Imperatriz (en Santa Catarina).
- Ferrocarriles
La línea Tereza Cristina es una línea de tren brasileña en el estado de Santa Catarina.
- Cine y Televisión
- En el cine, el papel de la emperatriz fue interpretado por Martha Overbeck en la película brasileña O Xangô de Baker Street (2001).
- En televisión, fue interpretada por Regina Macedo en las miniseries brasileñas Abolição y República (1989), y por Filomena Luiza en la telenovela Sangue do meu sangue (1995).
- Colecciones Imperiales
Justo antes de su muerte, el emperador Pedro II donó la mayoría de sus colecciones al gobierno brasileño. Estas se dividieron entre el Archivo Nacional del Brasil, el Museo Imperial, la Biblioteca Nacional y el Instituto Histórico y Geográfico. La cantidad exacta de objetos donados es incierta, pero el palacio de São Cristóvão contenía 48.000 libros, además de una gran colección de fotografías, cartas, manuscritos raros, monedas, medallas y otros objetos. Se estima que más de 100.000 objetos de este legado fueron divididos entre la Biblioteca Nacional y el Instituto Histórico y Geográfico. La única condición del emperador para donar sus colecciones fue que llevaran el nombre de su esposa. Por eso, hoy se conocen como "Colección Teresa Cristina María". Desde 2009, esta colección está reconocida por la UNESCO en el Programa Memoria del Mundo.
- Exposiciones
- En 1996, la arqueóloga Maria Beltrão organizó en el Museo Nacional de Brasil una exposición llamada "Jardín de las Princesas y la arqueología histórica", dedicada a los mosaicos de la emperatriz.
- En 1997, el Museo Imperial brasileño organizó una exposición itinerante llamada "Teresa Cristina María: la emperatriz silenciosa". También se llevó al Museo Paulista y terminó con la publicación de un libro y un documental.
Ancestros de Teresa Cristina
Sucesión
Predecesor: Princesa Amelia de Leuchtenberg |
![]() Emperatriz de Brasil 1843—1889 |
Sucesor: Monarquía abolida |
Descendencia
Nombre | Foto | Fecha de nacimiento | Fecha de defunción | Notas |
---|---|---|---|---|
Alfonso | 23 de febrero de 1845 | 11 de junio de 1847 | Príncipe imperial desde su nacimiento hasta su muerte. Falleció por problemas de salud. | |
Isabel | ![]() |
26 de julio de 1846 | 14 de noviembre de 1921 | Se casó con Gastón de Orleans. Tuvo hijos. |
Leopoldina | ![]() |
13 de julio de 1847 | 7 de febrero de 1871 | Se casó con Luis Augusto de Sajonia-Coburgo-Gotha. Tuvo hijos. |
Pedro | ![]() |
18 de julio de 1848 | 9 de enero de 1850 | Príncipe imperial desde su nacimiento hasta su muerte. |