Sitio de Zaragoza (1809) para niños
Datos para niños Sitio de Zaragoza (1809) |
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Guerra de la Independencia Española Parte de guerra de la Independencia española y Los Sitios de Zaragoza |
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![]() Asalto al monasterio de Santa Engracia
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Fecha | 21 de diciembre de 1808 - 21 de febrero de 1809 | ||||
Lugar | Zaragoza, Aragón (España) | ||||
Coordenadas | 41°39′00″N 0°53′00″O / 41.65, -0.88333 | ||||
Resultado | Victoria francesa | ||||
Beligerantes | |||||
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Comandantes | |||||
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Fuerzas en combate | |||||
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El sitio de Zaragoza de 1809 fue el segundo gran enfrentamiento en Zaragoza durante la Guerra de la Independencia Española. Esta guerra ocurrió cuando España luchó contra la invasión de las tropas francesas de Napoleón Bonaparte.
Contenido
¿Qué pasó antes del segundo sitio?
Después del primer sitio en 1808, las fuerzas españolas persiguieron a los franceses. La ciudad de Zaragoza comenzó a reparar sus defensas, bajo la dirección del coronel Sangenís.
También se tomaron medidas para mantener la higiene y evitar enfermedades. Sin embargo, hubo un brote de tifus que causó muchas pérdidas, incluyendo la vida de Jorge Ibor y Casamayor, conocido como el "Tío Jorge", un líder importante.
Un comisario británico, Doyle, llegó para apoyar a España. Envió 8000 fusiles para ayudar en la lucha.
¿Por qué regresaron los franceses a Zaragoza?
La derrota francesa en la batalla de Bailén y la retirada de sus tropas de casi toda España hicieron que Napoleón tuviera que intervenir. El ejército español, menos experimentado que el francés, fue derrotado en batallas como la de Espinosa y Tudela.
Mientras Napoleón avanzaba hacia Madrid, el Mariscal Jean Lannes tomó el mando de los ejércitos en la zona del río Ebro. Zaragoza se convirtió en un objetivo clave para que los franceses recuperaran el control del noreste de la península.
El segundo sitio de Zaragoza
El segundo sitio comenzó el 21 de diciembre de 1808. El ejército francés sabía lo importante que era Zaragoza. La resistencia de la ciudad se había convertido en un símbolo para España.
Esta vez, los franceses llegaron con más de 35 000 soldados de infantería y 2000 de caballería, bajo el mando del mariscal Jean Lannes. Zaragoza estaba mejor preparada. Aunque no se terminaron todas las fortificaciones, la ciudad tenía 160 cañones, muchos de ellos capturados en el sitio anterior. También se logró recoger la cosecha antes del asedio.
Los defensores eran unos 30 000 soldados regulares y miles de voluntarios de la ciudad. A pesar de saber que Madrid se había rendido, el general Palafox se negó a negociar. Su respuesta fue: «¡Después de muerto, hablaremos!».
Primeros ataques y resistencia
El 21 de diciembre, el ejército francés atacó Zaragoza por varios puntos. Intentaron tomar el canal Imperial y los barrios exteriores como el Arrabal y Torrero.
En esta batalla, el «Regimiento de Infantería Voluntarios de Castilla» ganó el apodo de «El Héroe» por su valentía. Especialmente destacada fue su acción en la toma del monte Torrero y la defensa del Convento de Jesús.
Los franceses lograron algunos avances, pero la resistencia fue muy fuerte. Los defensores mantuvieron sus posiciones. Sin embargo, los franceses capturaron el camino a Zuera y aislaron a los defensores.
El cerco francés y la lucha en las calles
Los franceses hicieron el segundo sitio de forma más organizada. Construyeron puentes sobre el Ebro por Juslibol (22 de diciembre) y sobre el Huerva (25-26 de diciembre). Esto les permitió rodear completamente la ciudad. Al mismo tiempo, avanzaron con trincheras paralelas a las defensas de Zaragoza.
La lucha fue intensa en zonas como San José, Santa Engracia y cerca de la Aljafería. Los avances franceses eran muy costosos. Los contraataques del General O'Neylle lograron recuperar algunas posiciones. El 15 de enero, cayó el reducto del Pilar, el último de los fuertes fuera de las murallas.
En los días siguientes, los franceses colocaron sus baterías en estos puntos. El barrio de la Bombarda en Zaragoza lleva ese nombre en recuerdo de una pieza de artillería que se usó allí.
Los franceses intentaron entrar a la ciudad desde el sur, por el convento de los Trinitarios y la huerta de Santa Engracia. La resistencia fue casa por casa. Los franceses tuvieron que volar los edificios uno a uno, lo que ralentizó su avance y les causó muchas pérdidas. El mariscal Lannes escribió al emperador sobre la dureza de la lucha:
Jamás he visto encarnizamiento igual al que muestran nuestros enemigos en la defensa de esta plaza. Las mujeres se dejan perder la vida delante de la brecha. Es preciso organizar un asalto por cada casa. El sitio de Zaragoza no se parece en nada a nuestras anteriores guerras. Es una guerra que horroriza. La ciudad arde en estos momentos por cuatro puntos distintos, y llueven sobre ella las bombas a centenares, pero nada basta para intimidar a sus defensores ... ¡Qué guerra! ¡Qué hombres! Un asedio en cada calle, una mina bajo cada casa. ¡Verse obligado a perder a tantos valientes, o mejor a tantos furiosos! Esto es terrible. La victoria da pena.Mariscal Jean Lannes
Con el tiempo, los barrios cercanos y los conventos donde los defensores se habían hecho fuertes fueron cayendo. La ciudad sufrió mucho. La Basílica del Pilar, el Hospital de Gracia y la Universidad de Zaragoza fueron bombardeados.
La conquista lenta de la ciudad
Cuando el asalto llegó al interior de la ciudad, la lucha se convirtió en una guerra calle por calle y casa por casa. Los franceses usaron minas para destruir edificios y usarlos como barricadas. Los españoles se refugiaban en los pisos altos y hacían agujeros en las paredes para disparar.
El futuro mariscal Bugeaud, que era teniente en ese momento, describió el sitio de esta manera:
«Siempre estamos cerca de este maldito, este infernal Zaragoza. Aunque hemos tomado sus murallas durante más de una quincena, y tenemos una parte de la ciudad, los habitantes, entusiasmados por el odio que nos embargan, por los sacerdotes y el fanatismo, parecen querer enterrarse bajo las ruinas de sus ciudades, como la antigua Numancia. Se defienden con increíble furia y nos hacen pagar caro por la más pequeña victoria.
Cada convento, cada casa, tiene la misma resistencia que una ciudadela, y cada uno requiere un asedio particular. Todo se disputa paso a paso, desde el sótano hasta el ático, y solo cuando se han perdido a todos con bayonetas, o arrojado por las ventanas, es posible considerarse como dueño de la casa. Tan pronto como salimos victoriosos, la casa vecina nos arroja, por agujeros hechos a propósito, granadas, obuses y una lluvia de disparos. Debemos hacer barricadas, cubrirnos muy rápido, hasta que hayamos tomado medidas para atacar esta nueva fortaleza; y se hace solo perforando los muros, porque pasar por las calles es imposible, el ejército perecería en dos horas. No es suficiente hacer la guerra en las casas, se hace bajo tierra.».
El Arrabal, en la orilla izquierda del río, fue finalmente conquistado en febrero. También cayó el Convento de San Agustín en la orilla derecha. La enfermedad y el hambre afectaron mucho a Zaragoza, causando la pérdida de cientos de vidas cada día.
El final del sitio de Zaragoza
A pesar de todo, los defensores continuaron resistiendo. Pero la falta de alimentos y las malas condiciones de higiene causaron una epidemia de tifus. El general Palafox se mantuvo firme en su decisión de no rendirse, pero él mismo enfermó gravemente. Fue reemplazado por Saint-Marq.
Saint-Marq, junto con la Junta de Defensa, decidió rendir la ciudad. Zaragoza ya no podía seguir luchando. Palafox se opuso hasta el final, y muchos querían seguir la lucha.
Finalmente, el 21 de febrero de 1809, Zaragoza se rindió ante el mariscal Lannes. La ciudad, que antes era conocida como "La Florencia de España", quedó casi destruida. De 55 000 ciudadanos que había antes de los sitios, solo sobrevivieron 12 000.
- Capitulación, firmada por el mariscal Lannes por los franceses y por Pedro María Ric y los otros miembros de la junta por parte de la ciudad de Zaragoza.
Después del sitio

Después de la entrada en Zaragoza, Lannes comenzó a organizar la limpieza de la ciudad. Palafox permaneció en su palacio, esperando ser llevado a Francia como prisionero. Boggiero y Santiago Sas perdieron la vida por orden de Lannes, y sus cuerpos fueron arrojados al Ebro la noche del 21 de febrero.
El 6 de marzo, Lannes, Mortier y su personal celebraron un Te Deum en la Basílica del Pilar.
Las tropas francesas permanecieron en Zaragoza hasta el 2 de agosto de 1813. En esa fecha, el último reducto del Palacio de la Aljafería se rindió al comandante español Francisco Espoz y Mina.