Santa Junta para niños
La Santa Junta, cuyo nombre oficial era Cortes y Junta General del Reino, fue el principal grupo de líderes de los comuneros de Castilla. Este grupo se formó durante la revuelta contra el rey Carlos I. Funcionó como unas Cortes especiales desde el 1 de agosto de 1520 hasta el 23 de abril de 1521. En esa fecha, la batalla de Villalar los obligó a separarse.
La Junta empezó sus reuniones el 1 de agosto de 1520 en la ciudad de Ávila. En septiembre, decidieron ir a Tordesillas, donde vivía la reina Juana. Allí, más ciudades se unieron, llegando a catorce. La Junta se hizo más fuerte y se declaró la única autoridad legal en Castilla, sin reconocer a los gobernantes que el rey había nombrado.
Después de la derrota en Tordesillas a principios de diciembre, la Junta tuvo que mudarse a Valladolid. Desde entonces, las diferencias entre los representantes más moderados y los más radicales crecieron, lo que debilitó al grupo. La derrota de Villalar, el 23 de abril de 1521, puso fin al movimiento comunero en el norte de España y, por supuesto, disolvió su principal órgano de gobierno. Años después, muchos de sus antiguos miembros fueron juzgados y castigados.
Contenido
- ¿Por qué se formó la Santa Junta?
- La Junta en Ávila: Primeros pasos
- La Junta en Tordesillas: Un gobierno en marcha
- La Junta en Valladolid: El final
- Disolución de la Junta
- ¿Cómo se organizaba la Junta?
- Lista de representantes de la Junta
- Galería de imágenes
- Véase también
¿Por qué se formó la Santa Junta?

Para entender por qué se formó la Santa Junta, debemos saber qué pasaba en Castilla en 1520.
Las Cortes de Santiago y La Coruña
El 31 de marzo de 1520, el rey Carlos I convocó unas reuniones llamadas Cortes en Santiago de Compostela. Su objetivo era que los representantes de las ciudades le dieran una gran cantidad de dinero para su viaje al Sacro Imperio Romano Germánico, donde sería coronado emperador.
Al principio, muchos representantes no estaban de acuerdo. Pero el rey trasladó las Cortes a La Coruña y, una vez allí, logró que la mayoría votara a favor. Después, se embarcó hacia el Imperio.
Protestas y el inicio de la revuelta
La decisión de dar dinero al rey causó muchas protestas y problemas en las principales ciudades de Castilla durante mayo y junio de 1520. Ciudades como Segovia, Zamora, Burgos y Guadalajara se levantaron.
El cardenal Adriano de Utrecht, quien era el regente (gobernante en ausencia del rey) y era muy criticado por ser extranjero, decidió usar la fuerza militar contra los rebeldes. A mediados de junio de 1520, el encargado Rodrigo Ronquillo instaló su base en Santa María la Real de Nieva para atacar Segovia, que era el centro de los disturbios.
Segovia, liderada por el comunero Juan Bravo, pidió ayuda. Milicias de Toledo, Madrid y Salamanca acudieron y lograron que Ronquillo se retirara. Mientras esto sucedía, las ciudades que se habían unido en "Comunidad" empezaron a pensar en crear un nuevo grupo político para manejar la crisis y pedir al rey que hiciera los cambios que solicitaban.
La Junta en Ávila: Primeros pasos
¿Cómo se organizó la primera reunión?
El 8 de junio de 1520, antes del ataque a Segovia, la ciudad de Toledo envió una carta a todas las ciudades que tenían derecho a votar en las Cortes. En ella, proponía una reunión urgente para poner orden en el reino y lograr cinco cosas importantes:
- Anular el dinero que se había votado en La Coruña.
- Volver a un sistema antiguo para cobrar impuestos (las alcabalas).
- Que solo los castellanos pudieran ocupar cargos importantes en el gobierno y la Iglesia.
- Prohibir que el dinero saliera del reino.
- Nombrar a un castellano para gobernar el reino mientras el rey no estuviera.
El cardenal Adriano advirtió a las ciudades que no hicieran caso a este llamado. Al principio, su advertencia funcionó, y a principios de julio, solo Salamanca, Segovia y Toro estaban de acuerdo en enviar representantes a la reunión propuesta por Toledo.
Semanas después, el regente pensó en convocar él mismo la reunión en Valladolid para controlarla y evitar ideas muy radicales. El 6 de julio, Burgos le pidió que se decidiera, pero el día 9, cansada de esperar, propuso a Toledo que la Junta se hiciera en Segovia a finales de mes.
El 17 de julio, Toledo envió una carta convocando la reunión para el 1 de agosto, pero en Ávila, no en Segovia. Esta vez, Burgos no apoyó la idea, ya que seguía esperando la confirmación del cardenal para una reunión en Valladolid.
Las primeras sesiones en Ávila
El 1 de agosto de 1520, como se había acordado, los representantes de Toledo, Segovia, Salamanca, Toro y Zamora se reunieron en la catedral de Ávila. La participación de Zamora fue muy corta. Las acciones de Burgos y la influencia de un noble en Zamora hicieron que esta ciudad retirara a sus representantes el 10 de agosto. Ávila también había nombrado delegados, pero luego cambió de opinión.
Al final, solo cuatro ciudades se reunieron en Ávila en agosto. Debido a este número tan pequeño, la Junta pidió el 17 de agosto trasladarse a una capilla más pequeña, pero no se lo permitieron. Así que los representantes tuvieron que reunirse en el ayuntamiento de la ciudad.
El historiador fray Prudencio de Sandoval escribió una descripción de la Junta de Ávila que se cita a menudo, pero que tiene muchos errores. Por ejemplo, mencionó ciudades que no estaban representadas y un personaje que no dirigía las reuniones.
El poder real se debilita
El incendio de Medina del Campo, provocado por las tropas del rey el 21 de agosto de 1520, debilitó mucho al gobierno real y aceleró los eventos. Después de este suceso, más ciudades se unieron a la Santa Junta, incluso algunas que antes no querían apoyar el movimiento comunero, como Zamora, León, Valladolid, Cuenca, Soria y Guadalajara. Es posible que el cardenal Adriano les permitiera unirse para que actuaran como voces más moderadas dentro de la asamblea.
El cardenal Adriano, en un intento desesperado, intentó negociar con la Junta para que se trasladara a Valladolid. Pero su intento no funcionó. Los representantes siguieron reuniéndose en Ávila y se prepararon, a finales de mes, para ir a Tordesillas junto a la reina Juana, ya que querían devolverle sus poderes políticos.
La Junta en Tordesillas: Un gobierno en marcha
Preparativos para Tordesillas
El 29 de agosto de 1520, después de pasar por Medina del Campo, las milicias comuneras, lideradas por los capitanes Juan de Padilla (Toledo), Juan Bravo (Segovia) y Francisco Maldonado (Salamanca), llegaron a Tordesillas. Tres días después, el 1 de septiembre, se reunieron por segunda vez con la reina Juana. Ella aprobó que la Santa Junta, o Junta General, se trasladara a Tordesillas para estar con ella. Los representantes en Ávila aceptaron esto y el 6 de septiembre anunciaron su traslado. Mientras tanto, ordenaron expulsar al marqués de Denia, quien vigilaba a la reina, y comenzaron a hablar con Portugal.
La Junta se consolida
La Junta llegó a Tordesillas el 19 de septiembre. En la asamblea estaban representadas trece ciudades de las dieciocho que tenían voto en Cortes. En octubre, se unieron también los representantes de Murcia. Esta gran mayoría les permitió adoptar el nombre oficial de «Cortes y Junta General del Reino».
El 24 de septiembre, en una reunión muy importante con la Junta, la reina Juana aceptó recibir regularmente a una delegación de representantes para revisar los asuntos de gobierno. Al día siguiente, todos los representantes, excepto los de Guadalajara, juraron solemnemente cumplir la misión que se habían propuesto:
Cortes e Junta General que el reyno haze por mandamiento e voluntad de la reyna nuestra señora, para el remedio, paz y sosiego e buena governación de sus reynos e señoríos.Alianza y hermandad jurada que las ciudades y villas del Reino realizaron en Tordesillas el 25 de septiembre de 1520.
También declararon que el reino se apoyaría mutuamente; cualquier ataque a una ciudad representada provocaría la reacción de todas las demás.
Un nuevo gobierno
El 26 de septiembre, la Junta publicó un documento en el que le quitaba sus poderes al Consejo Real y asumía ella sola las responsabilidades de gobierno, concentrando todos los poderes importantes del Estado. Para poder con estas nuevas tareas, el documento pedía a las ciudades que dieran a sus representantes nuevos poderes adecuados a la situación. Cuatro días después, un grupo armado disolvió lo que quedaba del Consejo Real, deteniendo a varios de sus miembros. Esto permitió a la Junta obtener el sello real y los registros oficiales, que fueron llevados a Tordesillas.
Desacuerdos dentro de la Junta
Mientras la Junta estaba en Tordesillas, surgieron dos grandes discusiones que la dividieron. Una era sobre si la reina Juana debía tomar el poder real que le correspondía. La otra, sobre el papel que la Junta debía tener en el gobierno del reino.
¿Qué pasaba con la reina Juana I de Castilla?
Desde el principio, la Santa Junta había querido devolver a Juana los poderes políticos que le pertenecían como reina legítima. Esta no era una discusión nueva en Castilla. Ya en 1516, cuando Carlos fue proclamado rey, hubo críticas porque se consideró que no era del todo legal.
Sin embargo, no todos los representantes de la Santa Junta estaban de acuerdo en que el rey Carlos fuera un "usurpador". Los de Valladolid, Burgos, Soria y Toro protestaron porque los decretos de la asamblea se escribían solo en nombre de la reina y las Comunidades, sin mencionar a Carlos. Al final, a pesar de la posición de los representantes de Toledo, Madrid y Segovia, se decidió incluir al rey en los documentos de la Junta.
Los representantes más radicales de la Junta creían que Juana era víctima de un plan para quitarle el poder y que su estado mental no era tan grave o podía mejorar. Es cierto que la reina mostró algunos cambios positivos al principio con los comuneros, pero estos cambios no duraron, y siempre volvía a sus estados de tristeza e indiferencia. La Junta creó una comisión para su salud, pero no lograron avances. Además, Juana se negaba a firmar los decretos de la Junta, por lo que sus palabras debían ser escritas por un secretario. Estos problemas, junto con su estado mental inestable, hicieron que los comuneros se dieran por vencidos y abandonaran la idea de oponer a la reina legítima a su hijo Carlos.
¿Asamblea consultiva o gobierno provisional?
Otra discusión importante en la Junta era sobre sus poderes políticos y su papel en el reino. Es decir, si debía ser solo un grupo que aconsejaba al rey sobre las reformas necesarias, o si su misión era convertirse en un verdadero gobierno provisional con poder real para dirigir el país en ausencia del rey.
La primera postura era defendida por los representantes de Burgos y Valladolid. Estas ciudades se habían unido a la Comunidad, pero sus gobiernos locales estaban dirigidos por nobles que querían mantener el orden y evitar cualquier rebelión que pusiera en peligro su posición moderada. La segunda postura, más radical, era apoyada por los representantes de Toledo, Segovia y Salamanca. Para estas ciudades, el problema era más con Burgos que con Valladolid, ya que los representantes de Valladolid solían votar con ellos, mientras que los de Burgos no. Esto se debía a la fuerte presión popular en Valladolid, que obligaba a su gobierno local a aceptar la posición de sus representantes para no ser reemplazados por un grupo más radical.
La decisión de quitarle el poder al Consejo Real, votada el 21 de septiembre, aumentó la tensión entre Burgos y la Junta. Sin embargo, la ruptura definitiva no ocurrió todavía. Probablemente, la decisión de la Junta de enviar una delegación a Carlos I para explicarle los objetivos del movimiento comunero ayudó a retrasarla.
Avanzando en la idea de ser la única autoridad del reino, la Junta no reconoció a los dos nuevos gobernantes de Castilla, el condestable Íñigo Fernández de Velasco y Mendoza y el almirante Fadrique Enríquez de Velasco. La Junta consideraba que Carlos I los había nombrado sin consultarla, y por lo tanto, eran inaceptables. En octubre, exigió al cardenal Adriano, a quien el rey había mantenido en su puesto, que dejara de intervenir en el gobierno del reino. Fue entonces cuando Burgos ya estaba negociando para unirse al bando del rey y abandonar definitivamente la Santa Junta. Su salida del movimiento comunero, que se hizo oficial el 1 de noviembre, siempre fue una preocupación para los rebeldes.
La Junta antes de la derrota en Tordesillas
Buscando apoyo externo, a finales de octubre la Junta retomó las conversaciones con Portugal y envió una delegación a Lisboa. El rey portugués condenó la rebelión de los comuneros y, en una carta del 14 de noviembre, pidió a la Junta que mostrara más lealtad al rey, a quien él apoyaba totalmente.
Para enfrentar a sus enemigos, la Junta también empezó a organizar un ejército. El 11 de octubre, nombró como capitán general a Pedro Girón y Velasco, un noble andaluz que se unió a los Comuneros porque el rey le había negado un título importante.
Mientras se ocupaba de lo militar, la Junta también intentó negociar con algunos miembros del gobierno real. Así, el 20 de noviembre de 1520, una delegación de comuneros se reunió con el almirante en su villa de Torrelobatón, pero no lograron ponerse de acuerdo en los puntos más importantes. Los comuneros pensaban que el reino estaba por encima del rey. El Almirante respondió que la idea de una república en Castilla era absurda y que la Junta no podía decir que representaba la voluntad de todo el país, porque no todas las ciudades con voto en Cortes estaban reunidas, ni regiones como Andalucía o Galicia habían enviado representantes. También criticó que los representantes de las ciudades que sí estaban en la asamblea habían sido elegidos sin la participación de los nobles, lo que le quitaba legitimidad a la Junta. Sin embargo, la Junta respondió que de las dieciocho ciudades con voto en Cortes, catorce estaban reunidas en Tordesillas, lo que les permitía hablar en nombre del reino.
Finalmente, las negociaciones fracasaron porque la Junta intentó ponerse por encima de la autoridad del rey. En general, el Almirante consideraba que las peticiones de los comuneros eran justas, pero la forma en que querían lograrlas, imponiéndolas al rey, era lo que estaba mal.
Proyecto de leyes de la Junta
Mientras estuvo en Tordesillas, la Santa Junta elaboró un proyecto de leyes para cambiar profundamente la economía, el gobierno y la administración de Castilla.
El papel de las Cortes
En cuanto a las Cortes, los comuneros querían un modelo muy diferente al que existía en la Edad Media. Primero, querían que las Cortes tuvieran más poderes y participaran activamente en el gobierno del país:
Vean y procuren cómo se guarde lo contenido en estos capítulos y platiquen y provean las otras cosas cumplideras al servicio de la corona real y bien común destos reinos.Capítulos de la Santa Junta.
El proyecto también establecía la independencia de las Cortes respecto al rey. Las Cortes deberían reunirse obligatoriamente al menos cada tres años, o cuando lo consideraran necesario, sin necesitar la aprobación del rey. Además, tendrían libertad para elegir a su presidente y decidir el orden del día y la duración de las sesiones.
Los municipios elegirían a sus representantes entre los tres grupos sociales del reino: el clero, los caballeros y escuderos, y la gente común. Para asegurar su imparcialidad, las instrucciones que recibieran deberían ser escritas libremente por el ayuntamiento, sin presiones del rey o la Corte. Una vez reunidos, tendrían prohibido aceptar pagos o regalos del rey, una práctica común en el Antiguo Régimen que podía influir en la opinión de los representantes.
Aspectos administrativos
Otros capítulos de la Junta buscaban mejorar la elección de los funcionarios y revisar su trabajo. Así, se prohibía que una sola persona tuviera muchos cargos públicos. Los cargos deberían ser por un tiempo limitado y corto, con informes de cuentas cada cuatro años.
Además, las ciudades solo tendrían un corregidor si lo pedían, y el rey, a pesar de sus poderes, no podría impedir el curso normal de la justicia. Sobre este último punto, se decía que los jueces debían recibir su salario normal y no depender del dinero de los condenados o de las multas.
Aspectos económicos
En la economía, las propuestas de los comuneros buscaban mejorar las finanzas del rey, proteger sus bienes y reducir los impuestos que pagaba la gente de Castilla. Sobre los dos primeros puntos, exigieron que los gastos de la Casa Real bajaran al nivel del reinado de los Reyes Católicos, que se quitaran las tierras dadas a nobles desde 1504, y que todos los regalos y títulos de nobleza dados desde 1516 fueran anulados.
Sobre los impuestos, la Junta propuso acabar con la obligación de dar alojamiento gratis al rey y su Corte, eliminar los impuestos especiales (como el servicio de Cortes), y que un impuesto llamado alcabalas se cobrara siempre de la misma forma y no superara el valor de 1494. También querían limitar los abusos en el cobro de otros impuestos. Finalmente, se mencionaba la importancia de prohibir la salida de ciertos productos del país, como el dinero, y fomentar la fabricación de lana dentro del país, lo que aumentaría el valor de las exportaciones y crearía muchos empleos.
Derrota de la Junta en Tordesillas
El 3 de diciembre de 1520, los líderes del rey se sorprendieron cuando Pedro Girón, al mando de las tropas comuneras, atacó Villalpando y dejó el camino libre a Tordesillas, donde estaba la Junta y la reina Juana. El ejército del rey aprovechó la oportunidad y el 5 de diciembre, después de una larga batalla, logró tomar la villa.
La Junta en Valladolid: El final
La derrota de Tordesillas debilitó a la Junta. Soria y Guadalajara no volvieron a enviar representantes, y trece representantes fueron hechos prisioneros durante la batalla.
Cuando la Junta reanudó sus sesiones en Valladolid el 15 de diciembre, solo diez ciudades estaban representadas. Días después, se unieron los de Madrid. La recuperación de Tordesillas nunca se logró, a pesar de que la Junta había aprobado un plan para ello.
Nuevas discusiones
Las nuevas discusiones en la Junta, especialmente en los primeros dos meses de 1521, muestran que se habían formado dos grupos diferentes. Uno quería seguir la guerra contra los gobernantes del rey con más fuerza; el otro, en cambio, aconsejaba ser prudentes y no cerrar las puertas a posibles acuerdos con el enemigo.
Los problemas con el ejército
El 14 de enero, un representante de Segovia protestó contra los actos de pillaje (robos) de los soldados. Dos días después, otros representantes hicieron lo mismo. El 18, se unieron más a la queja. Sin embargo, algunos defendieron a los soldados, diciendo que la guerra debía aceptarse con todas sus consecuencias. Después de varios debates, el 28 de enero la Junta aprobó enviar una carta a los líderes del ejército, prohibiendo expresamente cualquier robo por parte de las tropas.
La prisión de un doctor
Al mismo tiempo que se discutía el comportamiento de las tropas, también se debatía en la Junta la situación del doctor Tello, quien, como miembro del Consejo Real, había sido hecho prisionero por el obispo Antonio de Acuña. Algunos representantes se opusieron a que lo encerraran, prefiriendo esperar a ver cómo trataba el bando del rey a los representantes comuneros presos en Tordesillas.
Préstamos y confiscaciones de impuestos
El 13 de febrero, un representante de Guadalajara volvió a protestar contra las requisas (incautaciones) de bienes en los monasterios de Valladolid, ordenadas por Acuña y Padilla. Un representante de León le respondió duramente, acusándolo de querer "destruir el reino". Sin embargo, el representante de Segovia insistió en sus quejas, esta vez contra la confiscación de ciertos impuestos del rey.
Elección del capitán general
A principios de febrero, las tensiones entre la Santa Junta y la ciudad de Valladolid aumentaron al tener que elegir un capitán general para las tropas rebeldes. Los comuneros de Valladolid se opusieron a que este cargo fuera para un noble, y en su lugar, los representantes de la ciudad en la Junta propusieron a Juan de Padilla. Sin embargo, otros representantes rechazaron esta imposición. Al final, ni Padilla ni el otro noble fueron elegidos. Se formó un comité de guerra para dirigir las operaciones militares.
Intentos de acuerdo con la Junta
El nuncio y el embajador portugués
El 6 de enero, una delegación de representantes se reunió con el nuncio apostólico (representante del Papa). Su misión, al igual que la del embajador portugués, era mediar entre los rebeldes y el gobierno de Castilla. La Santa Junta les entregó su proyecto de reorganización del reino el 15 de enero, esperando que fuera revisado por los gobernantes del rey. Sin embargo, las conversaciones se suspendieron temporalmente por problemas de forma, hasta que a finales de enero se reanudaron. La Junta se mostró indecisa sobre una posible tregua. Un ultimátum de los gobernadores contra los comuneros solo hizo que los representantes endurecieran sus posiciones. A principios de febrero, tanto el embajador portugués como el nuncio tuvieron que abandonar Valladolid entre insultos.
Reanudación de los contactos
A mediados de febrero, la llegada de un fraile a Valladolid hizo que la Junta reconsiderara su postura y enviara a dos representantes para discutir, de nuevo, las bases de un posible acuerdo con los enviados de los gobernantes del rey. El 1 de marzo, los representantes aprobaron una tregua militar de ocho días, del 3 al 10 de marzo, que al terminar se negaron a extender. Días antes, el 7, habían encargado a varios expertos la tarea de iniciar un proceso contra "los enemigos del reino".
Disolución de la Junta
Aunque las negociaciones lograron algunos avances, no pudieron llegar a un acuerdo definitivo. Después de que terminó la tregua de marzo, la guerra civil continuó. Dos representantes abandonaron la causa rebelde, y la situación militar se complicó mucho para las tropas comuneras. La derrota de Villalar, el 23 de abril de 1521, fue seguida al día siguiente por la ejecución de sus líderes más importantes: Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. Este hecho llevó a la inmediata dispersión de la Santa Junta.
¿Cómo se organizaba la Junta?
En Tordesillas, la Santa Junta se reunía en el palacio del comendador Ribera dos veces al día: de nueve a once de la mañana, y de dos a seis de la tarde. El representante que faltaba o llegaba tarde sin justificación debía pagar una multa. Desde el 21 de febrero, la sesión de la mañana se alargó una hora más, y la de la tarde empezaba a las tres.
La Junta no tenía un presidente fijo, lo que significaba que todas las cartas debían dirigirse a la asamblea en conjunto. Esto se reguló el 16 de marzo de 1521: los representantes de cada ciudad, excepto Madrid y Cuenca, presidirían la asamblea por turnos de una semana, siguiendo un orden específico. Un mes antes, se había adoptado un procedimiento similar para la firma de los decretos oficiales, que llevarían la firma de tres representantes de tres ciudades diferentes cada semana.
Hasta principios de diciembre de 1520, los documentos oficiales de la Junta llevaban el sello real. Este sello cayó en manos de las tropas del rey cuando ocuparon Tordesillas, por lo que una de las primeras tareas de los representantes, ya reorganizados en Valladolid, fue ordenar la creación de uno nuevo.
Asuntos políticos y administrativos
Los decretos de este tipo eran redactados por tres secretarios. En Tordesillas, casi siempre los mismos representantes firmaban estas decisiones. Se supone que en Valladolid se siguió un procedimiento similar, aunque no siempre se respetó. Un representante de Salamanca se encargaba de la correspondencia y los correos.
En el ámbito político-administrativo, la Santa Junta nombró corregidores (gobernadores de ciudades), gobernadores y alcaldes en todos los territorios que reconocían su autoridad. En enero de 1521, también designó una comisión de dos representantes y dos militares para que se ocuparan de los asuntos de guerra.
Asuntos financieros
Varios representantes se encargaron de las finanzas. Sin embargo, el que más a menudo aparece en este tipo de documentos es un representante de Toledo, a quien se podría considerar el ministro de finanzas de la Junta. Él era el responsable del presupuesto general, ayudado por un tesorero general. Cuando este último fue acusado de irregularidades, fue reemplazado. Otro se encargaba de pagar los sueldos al ejército.
Control de las finanzas
La Santa Junta estaba muy preocupada por la situación financiera de Castilla. En octubre, ordenó a dos representantes y a un profesional que hicieran un resumen completo de los ingresos del Estado y elaboraran un informe detallado de cuánto dinero había entrado, cuándo y por quién.
Presupuesto
El presupuesto de la Santa Junta se basaba principalmente en tres fuentes de ingresos:
- Los impuestos normales que la misma Junta ordenaba cobrar en los territorios que la reconocían.
- Las confiscaciones de bienes a los enemigos del movimiento, que luego se vendían en subasta pública para obtener dinero para la Junta.
- Los préstamos obligatorios que banqueros y comerciantes de Valladolid y Medina del Campo se veían forzados a dar.
- Las contribuciones de la Iglesia o de personas particulares que apoyaban el movimiento comunero.
Todo este dinero permitió a la Junta, desde el 22 de diciembre de 1520 hasta el 23 de abril de 1521, una suma considerable. La mayor parte de este dinero se usó para pagar los gastos del ejército y otros gastos militares. El resto se destinó a cubrir gastos normales, como los sueldos de los funcionarios y el envío de correos.
Asuntos judiciales
Antes de la toma de Tordesillas por las tropas del rey, los documentos judiciales eran firmados por varios representantes. Pero cuando la Junta se trasladó a Valladolid, a mediados de diciembre de 1520, se rodeó de un grupo de especialistas. En este campo, la Junta ejerció las funciones judiciales que normalmente correspondían al Consejo Real. En concreto, se encargó de tres tipos de casos:
- Casos políticos: contra los nobles que participaron en la toma de Tordesillas, y contra los "traidores" o "enemigos del bien público" en general.
- Casos administrativos: como corrupción o abusos de poder.
- Casos civiles y criminales: hubo muchos, a pesar de las amenazas del rey de que los casos presentados ante tribunales rebeldes no serían reconocidos después.
Lista de representantes de la Junta
En Tordesillas, la Santa Junta estuvo formada por los siguientes representantes. Entre paréntesis se indica cuándo fueron elegidos, qué hacían antes de ser representantes o el castigo que recibieron después de la derrota de los comuneros.
Por Burgos (en agosto):
- Pedro de Cartagena (regidor).
- Jerónimo de Castro.
Por León (en agosto):
- Antonio de Quiñones.
- Gonzalo de Guzmán.
- Pablo de León.
- Juan de Benavente (canónigo de la catedral).
Por Soria (los dos últimos elegidos el 1 de septiembre):
- Fernán Díaz de Morales (deán).
- Carlos de Arellano (señor de Ciria y Borobia).
- Hernán Bravo de Saravia (señor de Almenar).
- Bartolomé Rodríguez de Santiago (licenciado, castigado en agosto de 1520).
Por Salamanca:
- Diego de Guzmán.
- Fray Diego de Almaraz (comendador de la Orden de San Juan).
- Francisco Maldonado (castigado el 23 de abril de 1521 después de la batalla de Villalar).
- Pero Sánchez (cerero, castigado en agosto de 1522).
Por Zamora:
- García Fernández de Ocampo (regidor).
- Fernando de Porras.
- Francisco Pardo.
- Juan Benito.
Por Cuenca (alrededor del 21 de septiembre):
- Juan de Olivares.
- Fernando de Alcocer
- El licenciado Titos.
- Juan de Guzmán.
Por Madrid:
- Pedro de Losada (prohibición de vivir en Madrid y la Corte por tiempo indefinido).
- Pedro de Sotomayor (castigado en agosto de 1522).
- Diego de Madrid (pañero).
Por Toro:
- Hernando de Ulloa (regidor).
- Pero González de Valderas (abad).
- Pedro de Ulloa.
- Pedro Merino (castigado en agosto de 1522).
Por Ávila (10 de septiembre):
- Sancho Sánchez Cimbrón (regidor).
- Gómez de Ávila.
- Diego del Esquina.
Por Segovia:
- Alonso de Cuellar.
- Alonso de Guadalajara.
- Juan de Solier (regidor, castigado en agosto de 1522).
Por Valladolid (5 de septiembre):
- Jorge de Herrera (regidor).
- Alonso de Saravia (castigado el 19 de agosto de 1521).
- Alonso de Vera.
Por Toledo:
- Pedro de Ayala (regidor).
- Diego de Montoya (castigado en agosto de 1522).
- Pero Ortega (representante de la Comunidad).
- Francisco de Rojas (jurado).
Por Murcia:
- Juan Fajardo.
- El doctor Cabeza de Vaca (castigado en agosto de 1522).
Por Guadalajara:
- Juan de Orvina (regidor).
- Francisco de Medina (regidor).
- Alonso de Esquivel.