Niños de Rusia para niños
Los Niños de Rusia es el nombre que se les dio a miles de niños y niñas que fueron enviados fuera de España durante la guerra civil española. Esto ocurrió entre 1937 y 1938, desde la zona controlada por la Segunda República Española, hacia la Unión Soviética. El objetivo era protegerlos de los peligros y dificultades de la guerra.
En total, unos 37.500 niños fueron evacuados por el gobierno de la República a diferentes países. De ellos, cerca de 17.200 no regresaron a España y formaron sus vidas lejos de sus familias. Aproximadamente 3.000 de estos niños fueron a la Unión Soviética, la mayoría de ellos de las regiones del País Vasco y Asturias. Otros fueron a México, Bélgica y otros lugares. En 2005, el Estado español reconoció el sufrimiento de estos niños y les concedió una ayuda económica, aunque muchos ya habían fallecido.
Al principio, los niños fueron muy bien recibidos en la Unión Soviética. Sin embargo, cuando la Unión Soviética entró en la Segunda Guerra Mundial y fue invadida, la vida de estos niños se volvió muy difícil. Tuvieron que soportar las duras condiciones de la guerra y, después, las dificultades de vivir en el país soviético, lo que les impedía regresar a España.
Algunos de ellos lograron volver a España entre 1956 y 1959. Otros se mudaron a Cuba en los años sesenta. Aun así, un grupo importante de ellos ha permanecido en Rusia hasta hoy. En febrero de 2004, todavía vivían 239 Niños de Rusia en los territorios de la antigua Unión Soviética. Actualmente, pueden recuperar su nacionalidad española y reciben algunas ayudas del gobierno de España.
En 2021, la Asociación "Niños de Rusia" calculó que aún quedaban unos 150 de estos niños (la mayoría mujeres), casi todos de más de 90 años, viviendo en diferentes países, principalmente en Rusia y España.
Aunque los Niños de Rusia no fueron los únicos niños enviados al exilio, a menudo se les conoce en general como los Niños de la Guerra.
Contenido
Las expediciones de evacuación
A medida que la guerra civil española avanzaba, las condiciones de vida en la zona republicana eran muy duras. Por eso, se organizaron "envíos" de niños a países que apoyaban la causa republicana o que simplemente querían ayudar por razones humanitarias. El objetivo era que los pequeños escaparan de los problemas de la guerra.
Estas expediciones fueron organizadas por el Consejo Nacional de la Infancia Evacuada, un organismo creado por el gobierno del Frente Popular. Países como Francia (con unos 20.000 niños), Bélgica (5.000), Reino Unido (4.000) y, en menor medida, Suiza (800), México (455) y Dinamarca (100) recibieron a estos niños españoles.
A la Unión Soviética se enviaron cuatro expediciones entre 1937 y 1938, con un total de 2.895 niños (1.676 niños y 1.197 niñas). Las salidas desde Valencia y Barcelona incluían a hijos o familiares de pilotos y militares.
Todas estas evacuaciones contaron con el apoyo del gobierno de la República española, la Unión Soviética y la Cruz Roja Internacional. Se hicieron convocatorias públicas para seleccionar a los niños y a los adultos que los acompañarían. Sin embargo, debido a la urgencia de algunas evacuaciones (por la cercanía de las tropas enemigas), hubo casos de confusión. Algunos niños se perdieron en el camino o sus padres pensaron que irían a Francia y no a la Unión Soviética.
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El dato total de 2895 niños es el de la Cruz Roja, avalado por Alted Vigil, Nicolás Marín y González Martell
La mayoría de los niños venían del País Vasco, Asturias y Cantabria. Estas zonas habían quedado aisladas del resto de la República por el avance de las tropas enemigas. Muchos de los viajes se hicieron en barcos de carga, donde los niños viajaban en las bodegas, a veces con poco espacio. Se había acordado que los niños tuvieran entre cinco y doce años, pero hay casos de edades falsificadas, y algunas fuentes dicen que las edades iban de 3 a 14 años.
Junto a ellos viajaba un pequeño grupo de adultos, de entre 19 y 50 años. Su función principal era la de educadores, aunque algunos eran personal de apoyo.
Las Casas de Niños: Un Nuevo Hogar
La llegada de algunas expediciones a Leningrado fue celebrada como una fiesta. Las autoridades soviéticas se encargaron de la higiene, alimentación y salud de los niños. Esto era parte de una estrategia para mostrar su apoyo en la lucha contra el fascismo en España.
Los niños fueron distribuidos en diferentes centros de acogida, llamados "Casas de Niños" o "Casas Infantiles para Niños Españoles". Algunos de estos lugares eran casas de descanso de sindicatos o incluso pequeños palacios que habían sido tomados durante la Revolución de Octubre. En estas casas, los niños tenían todas sus necesidades cubiertas y recibían educación, en su mayoría en español. Los educadores eran españoles (principalmente mujeres) y seguían el modelo educativo soviético.
Se pensaba que estos niños podrían ser futuros líderes en una España socialista si la República ganaba la guerra. Los niños y sus familias también creían que su estancia en Rusia sería corta. Muchos recuerdan sentirse felices con la aventura de viajar a un país extranjero.
A finales de 1938, había dieciséis Casas de Niños en toda la Unión Soviética. Once estaban en la actual Federación de Rusia, incluyendo una en Moscú y dos cerca de Leningrado. Cinco estaban en Ucrania, en ciudades como Odesa y Kiev. La vida en estas Casas de Niños es recordada por los supervivientes como un período feliz antes de que llegara la guerra. Muchos de ellos valoran la buena educación que recibieron durante esos años.
La Segunda Guerra Mundial y sus desafíos
La situación de los niños cambió drásticamente con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Esto pudo deberse a las consecuencias de la guerra o a un posible menor interés soviético tras el fin de la Guerra Civil española. El ejército alemán avanzó hacia las zonas donde estaban las casas de los niños españoles, como Leningrado, Moscú y Ucrania.
Los niños que estaban en las dos casas de Leningrado sufrieron los primeros meses del asedio a la ciudad, durante el duro invierno de 1941 a 1942. Cuando se pudo abrir un camino a través del lago Ládoga helado, 300 niños fueron evacuados.
Poco a poco, y con el acuerdo del Partido Comunista de España, las casas fueron evacuadas a zonas más seguras, algunas muy lejanas, cerca de los Montes Urales y en Asia Central.
Las condiciones de vida en este "segundo exilio" empeoraron mucho. Muchos niños fallecieron o enfermaron. Enfermedades como la tuberculosis y el tifus, junto con las temperaturas muy bajas del invierno soviético y la mala alimentación, causaron muchas muertes.
Muchos de los niños mayores, unos 130 en total, se unieron al Ejército Rojo. Además de las difíciles condiciones de vida, también querían luchar contra el fascismo, como sus padres en España, y mostrar su agradecimiento al país que los había acogido. Participaron en la defensa de ciudades importantes como Moscú, Leningrado y Stalingrado, y algunos fueron condecorados por su valentía. Setenta españoles murieron en el asedio de Leningrado, de los cuales 46 eran niños o jóvenes.
También hubo casos de personas que sufrieron problemas con las autoridades soviéticas. Por ejemplo, el doctor Juan Bote García, que acompañó a los niños como educador, fue detenido por no querer enseñar a los niños según el sistema educativo soviético.

El resto de los niños también enfrentó dificultades. Fueron trasladados a lugares remotos como Samarcanda o Kokand (actual Uzbekistán), Tiflis (actual Georgia) o Krasnoarmeisk (en la actual Óblast de Sarátov, Rusia). En Krasnoarmeisk, en agosto de 1942, el ejército alemán capturó a dieciséis (o catorce, según las fuentes) niños españoles. Estos niños fueron entregados a un grupo político español para su regreso a España en diciembre, y las autoridades los usaron para su propaganda.

De esta época provienen los relatos más difíciles: hambre, enfermedades y otros problemas. Algunas fuentes mencionan la existencia de grupos de niños que realizaban pequeños robos para sobrevivir.
Las colonias infantiles donde los niños habían sido trasladados sufrieron los rigores de la guerra. Aunque los niños seguían bajo la protección de algunas instituciones soviéticas, el líder del Partido Comunista Español en el exilio, Jesús Hernández, tuvo que presionar a las autoridades para que les dieran lo más básico: alimentos, medicinas y calefacción.
Los que sobrevivieron lo hicieron en condiciones de vida muy duras, viviendo en casas humildes de campesinos y trabajando en el campo para conseguir comida. Cuando Hernández dejó la Unión Soviética en 1943, casi el 40% de los niños españoles había fallecido.
Algunos testimonios critican la actitud del Partido Comunista Español, que no quería que los niños regresaran a España. La situación de los niños españoles debe entenderse dentro del contexto de la guerra, donde la población soviética también sufría mucho.
El regreso a España y otros destinos
Después de la muerte de Stalin en 1953, las relaciones entre el gobierno español de la época y la Unión Soviética mejoraron. En 1957, se llegó a un acuerdo para que los "niños" que quisieran pudieran regresar a España. El regreso se organizó de forma discreta, pero el gobierno español lo presentó como un "rescate" de aquellos que habían ido a la Unión Soviética.
El 21 de enero de 1957, como parte de un acuerdo entre ambos países y con la ayuda de la Cruz Roja, un barco soviético llegó al puerto de Castellón de la Plana con 412 españoles a bordo. Entre ese año y el siguiente, casi la mitad de los jóvenes enviados a la Unión Soviética regresaron a España.
Los que regresaron se encontraron con un gobierno que desconfiaba de ellos y, sobre todo, con familias que habían despedido a niños y ahora recibían a adultos, a veces con sus propias familias, con una educación y experiencias de vida muy diferentes. El reencuentro no fue fácil, y algunos decidieron volver a la Unión Soviética.
Antes, en 1946, un pequeño grupo de unos 150 niños obtuvo permiso para ir a México y reunirse con sus familiares. Otro grupo de unos 200 "niños", que sabían español, viajó a Cuba a partir de 1961. Allí trabajaron como traductores, profesores o técnicos. En Cuba, se les conoció como "hispano-soviéticos".
La mayoría de los niños que se quedaron en la Unión Soviética se establecieron en Moscú, aunque algunos vivieron en lugares lejanos como Siberia. A partir de los años 60, algunos fueron regresando a España de forma individual. Tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, un número considerable volvió a España. Los supervivientes han mantenido un contacto frecuente.
La situación de estos niños siempre fue especial, ya que España no tuvo relaciones diplomáticas con la Unión Soviética hasta 1977. Incluso se vieron afectados por la caída del régimen soviético, quedando en una situación legal incierta hasta 1990, cuando las Cortes españolas les permitieron recuperar su nacionalidad. En 1994, obtuvieron el derecho a recibir pensiones. En 2005, se les reconoció el derecho a una ayuda económica por haber sido menores exiliados que pasaron la mayor parte de su vida fuera de España.
En diciembre de 2003, los supervivientes de aquellos niños recibieron la Medalla de Honor a la Emigración en su categoría de oro.
Véase también
- Niños de la guerra (España)
- Anexo:Niños de la guerra eibarreses
- Niños perdidos del franquismo
- Los niños de Rusia (película documental).
- Ispansi!, película dirigida por Carlos Iglesias (protagonista y guionista).