Guerras turco-bizantinas para niños
Datos para niños Guerras turco-bizantinas |
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Parte de Guerras otomanas en Europa | ||||
![]() La entrada de Mehmed II en Constantinopla es el símbolo de la victoria final del Imperio Otomano sobre el Imperio Bizantino.
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Fecha | 1048-1453 (algunos estados remanentes hasta 1479) | |||
Lugar | Asia Menor y los Balcanes | |||
Resultado | Decisiva victoria otomana | |||
Consecuencias | Caída del Imperio bizantino y sus estados remanentes | |||
Beligerantes | ||||
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Las guerras bizantino-otomanas fueron una serie de conflictos militares que duraron más de cuatro siglos. Enfrentaron al Imperio Romano de Oriente (conocido como Imperio bizantino) contra varios grupos turcos, incluyendo a los selyúcidas y, más tarde, a los otomanos. Estas guerras, que se extendieron desde mediados del siglo XI hasta 1453, cambiaron por completo la historia de la región.
El resultado final de estos conflictos fue la desaparición del Imperio bizantino. También permitieron que el Imperio otomano se convirtiera en una de las potencias más grandes de su tiempo. La fecha clave de estas guerras es la Caída de Constantinopla en 1453.
Contenido
- Orígenes de los conflictos entre bizantinos y turcos
- Primeros enfrentamientos y la Batalla de Manzikert
- El Imperio bizantino se recupera (1081-1180)
- El Imperio bizantino se desintegra (1180-1204)
- El resurgimiento otomano y la caída final (1261-1453)
- Consecuencias de las guerras turco-bizantinas
- Galería de imágenes
- Véase también
Orígenes de los conflictos entre bizantinos y turcos
Las primeras batallas entre bizantinos y turcos ocurrieron a mediados del siglo XI. Grupos turcos, como los oğuz y los selyúcidas, se asentaron cerca de las fronteras orientales del Imperio bizantino. Los selyúcidas, al establecerse de forma permanente, comenzaron a expandirse a costa de los bizantinos.
¿Cómo llegaron los turcos a la región?
Los turcos son originarios de Asia Central. Durante siglos, sus tierras estuvieron cerca del Califato abasí. Estos pueblos se organizaban en tribus, y algunos se convirtieron al islam. Los califas abasíes comenzaron a reclutar turcos para su guardia personal. Esto hizo que los turcos empezaran a participar en las decisiones políticas del califato.
A finales del siglo X, surgieron los primeros estados turcos fuertes. Sin embargo, la expansión del Imperio mongol los empujó a moverse hacia el oeste.
Los selyúcidas y su ascenso
Los selyúcidas tomaron su nombre de su líder, Selyuq. Él y sus hijos se unieron al servicio de otros grupos turcos. Después de algunas batallas, los selyúcidas se apoderaron de territorios de otros grupos turcos.
Tugrïl Beg, uno de los líderes selyúcidas, se hizo con el control de la parte occidental de un territorio llamado Gaznaví. En 1055, entró en Bagdad y obtuvo el título de sultán. Se convirtió en protector del Califato abasí, lo que dio mucha importancia a los selyúcidas.
Los turcomanos, otro grupo turco, conquistaron Armenia en 1064 y luego territorios georgianos en 1068. Se adentraban cada vez más en territorio bizantino buscando riquezas.
El Imperio bizantino antes de los selyúcidas
Después de un periodo de fortaleza bajo el emperador Basilio II (976-1025), el Imperio bizantino empezó a debilitarse. Los emperadores que le siguieron no lograron mantener la misma fuerza. Por ejemplo, Constantino IX (1042-1055) descuidó el tesoro imperial y la defensa de las fronteras.
El sistema de defensa bizantino, que dependía de soldados campesinos que cultivaban sus propias tierras, se fue deteriorando. La aristocracia compraba estas tierras, y los soldados se volvían siervos. Esto hizo que el ejército bizantino fuera menos fuerte justo cuando los turcos empezaban a acercarse.
Primeros enfrentamientos y la Batalla de Manzikert
En 1048, ocurrió la primera incursión turca en territorio bizantino. Aunque los bizantinos y georgianos lograron una victoria inicial, la paz fue frágil.
La derrota en Manzikert
Alp Arslan, sobrino de Tugrïl, continuó las conquistas selyúcidas. En 1064, tomó Armenia y luego intentó conquistar otras ciudades bizantinas. La defensa bizantina, basada en fortalezas, no pudo detener los ataques rápidos de los selyúcidas.
El emperador Romano IV Diógenes (1067-1071) reunió un gran ejército para detener a los turcos. Después de algunas victorias iniciales, el 26 de agosto de 1071, los ejércitos se enfrentaron en la batalla de Manzikert. Los turcos ganaron de forma decisiva, y el propio emperador Romano IV fue capturado.
Conquista selyúcida de Asia Menor

Aunque Alp Arslan liberó a Romano Diógenes con un acuerdo de paz, el Imperio bizantino cayó en una guerra civil. Esto facilitó que los turcos avanzaran y conquistaran la mayor parte de Anatolia. La población cristiana de estas zonas se vio obligada a pagar impuestos especiales, lo que llevó a muchos a convertirse al islam.
En 1077, se fundó el Sultanato de Rum en Anatolia, con capital en Nicea. Este nuevo estado turco se convirtió en una amenaza constante para el Imperio bizantino.
El Imperio bizantino se recupera (1081-1180)
Estabilidad con Alejo I Comneno

En 1081, Alejo I Comneno (1081-1118) se convirtió en emperador. Él trajo una nueva era de estabilidad al Imperio bizantino. Aunque el sultanato de Rum había crecido mucho, Alejo logró frenar su avance.
Alejo se enfrentó a los emires turcos que controlaban las costas. Uno de ellos, Tzacas, emir de Esmirna, construyó una flota para atacar Constantinopla. Alejo se alió con otros grupos turcos y con los cumanos para derrotar a Tzacas y sus aliados.
La Primera Cruzada, que llegó a Constantinopla en 1096, fue una sorpresa para Alejo. Él esperaba mercenarios, pero llegaron ejércitos enteros. A pesar de las tensiones, los cruzados y los bizantinos cooperaron.
Reconquista de Nicea y Asia Menor
En mayo de 1097, los cruzados y bizantinos sitiaron Nicea, la capital del Sultanato de Rum. La ciudad cayó en junio, y la bandera bizantina volvió a ondear allí. Esta fue una victoria importante.
Después, los cruzados continuaron su avance, y los bizantinos recuperaron más territorios en Asia Menor. Sin embargo, surgieron problemas cuando los cruzados se negaron a entregar algunas ciudades, como Antioquía, al emperador bizantino. Esto puso fin a las esperanzas bizantinas de recuperar todos los territorios perdidos en Siria.
Juan II y más conquistas bizantinas
Juan II Comneno (1118-1143), sucesor de Alejo, continuó la política de reconquista. Recuperó ciudades importantes como Laodicea y Sozópolis, restableciendo las comunicaciones terrestres con Antalya. Estos avances fueron posibles gracias al caos que reinaba en la Anatolia turca, donde los emires luchaban entre sí.
El Imperio bizantino volvió a ser una potencia marítima y extendió su control sobre las costas del mar Negro.
La Batalla de Miriocéfalo: un punto de inflexión
Manuel I Comneno (1143-1180) continuó las campañas en Asia Menor. Sin embargo, mientras el Imperio bizantino se enfocaba en otros proyectos, los selyúcidas se fortalecían. Kilij Arslan II, el nuevo sultán de Rum, unificó a los turcos.
En 1176, Manuel I lanzó una gran campaña contra los selyúcidas. El 17 de septiembre de 1176, los ejércitos se enfrentaron en la batalla de Miriocéfalo. Los selyúcidas emboscaron a los bizantinos en un desfiladero, causando una gran derrota. Los bizantinos perdieron muchos hombres y sus máquinas de asedio.
Aunque la paz firmada después fue relativamente favorable, esta batalla marcó un cambio. Los turcos demostraron su fuerza y su capacidad para resistir a los bizantinos. A partir de entonces, el Imperio bizantino tuvo que aceptar la existencia de un estado turco fuerte en Anatolia. A la muerte de Manuel en 1180, las fronteras imperiales eran más débiles.
El Imperio bizantino se desintegra (1180-1204)
La caída de Constantinopla en 1204
Después de la Batalla de Miriocéfalo, el Imperio bizantino entró en un nuevo periodo de inestabilidad. Los emperadores se sucedían rápidamente, y el imperio se debilitaba. Los turcos aprovecharon esta situación para seguir expandiéndose.
En 1204, la Cuarta Cruzada tomó y saqueó Constantinopla. Este evento fue un desastre para el Imperio bizantino. La ciudad se convirtió en la capital del Imperio latino de Constantinopla, y el Imperio bizantino se dividió en varios estados más pequeños:
- El Despotado de Epiro en el oeste.
- El Imperio de Trebisonda en el noreste de Asia Menor.
- El Imperio de Nicea en el oeste de Asia Menor, que se consideraba el verdadero heredero del Imperio bizantino.
Lucha entre turcos y los estados griegos
La división del Imperio bizantino complicó las relaciones con los turcos. El Sultanato de Rum, ahora unificado, se enfrentaba a varios estados griegos que a veces luchaban entre sí.
En 1211, el Imperio de Nicea logró una importante victoria contra el sultán selyúcida Kaikosru I. Esta fue la última gran batalla entre bizantinos y selyúcidas. El Imperio de Nicea consolidó sus fronteras orientales.
Sin embargo, el Imperio de Trebisonda sufrió más. En 1214, fue obligado a ceder la importante ciudad de Sinope a los selyúcidas y a convertirse en su vasallo. Esto separó definitivamente a los dos imperios griegos de Anatolia.
La amenaza mongola y el declive selyúcida
Los años siguientes fueron más pacíficos entre el Imperio de Nicea y los selyúcidas. Sin embargo, una nueva amenaza surgió en el este: los mongoles. En 1243, el sultán selyúcida Kaikosru II fue derrotado por un ejército mongol en la batalla de Köse Dağ.
Esta derrota marcó el principio del fin del Sultanato selyúcida. Los mongoles se convirtieron en la principal potencia en Asia Menor. El Imperio de Nicea, por su parte, se centró en recuperar Constantinopla, dejando de lado sus fronteras orientales.
El resurgimiento otomano y la caída final (1261-1453)
Miguel VIII y el descuido de Asia Menor

En 1261, Miguel VIII Paleólogo reconquistó Constantinopla, restaurando el Imperio bizantino. Sin embargo, el imperio estaba muy debilitado y se centró en Europa, descuidando sus territorios en Asia Menor.
Mientras tanto, el Sultanato de Rum se desintegraba. Esto no fue una buena noticia para los bizantinos, ya que surgieron muchos pequeños principados turcos, llamados Beylicatos de Anatolia. Entre ellos, la tribu Kayi, de la que nacerían los Otomanos, se estableció en la frontera bizantina. Söğüt, tomada a los bizantinos en 1265, se convirtió en la primera capital otomana.
Miguel VIII cometió el error de reducir las defensas fronterizas para ahorrar dinero. Esto permitió a los emiratos turcos, especialmente a los otomanos, multiplicar sus ataques y tomar más territorios bizantinos.
El avance otomano y las guerras civiles bizantinas
A partir de 1290, los bizantinos intentaron reconstruir sus defensas, pero sin mucho éxito. En 1302, el ejército bizantino fue derrotado por las tropas otomanas de Osman I en la batalla de Bafea. Los otomanos capturaron fortalezas importantes.
El Imperio bizantino pidió ayuda a los mongoles y a una compañía de mercenarios catalanes. Los catalanes lograron algunas victorias contra los turcos, pero sus relaciones con los bizantinos se deterioraron, y finalmente se dedicaron a saquear territorios bizantinos en Europa.
Mientras tanto, los otomanos continuaron su avance. En 1326, la importante fortaleza bizantina de Bursa cayó en manos otomanas, convirtiéndose en su nueva capital.
Los otomanos cruzan a Europa
En 1328, los otomanos sitiaron Nicea. El emperador bizantino Andrónico III intentó levantar el asedio, pero fue derrotado en la batalla de Pelekanon en 1329. Nicea cayó en 1331, y Nicomedia en 1337. Las últimas ciudades bizantinas en Asia Menor, como Filadelfia, quedaron aisladas.
Las guerras civiles bizantinas, como la que enfrentó a Juan VI Cantacuzeno y Juan V Paleólogo, debilitaron aún más el imperio. Ambos bandos pidieron ayuda a los otomanos, lo que les permitió a estos últimos cruzar el Bósforo y establecerse en Europa.
En 1354, un terremoto devastó la ciudad de Galípoli. Los turcos aprovecharon la situación para apoderarse de ella, convirtiéndola en su primera base permanente en Europa. Esto marcó un punto de no retorno.
El asedio de Constantinopla y la Batalla de Ankara
Desde Galípoli, los otomanos avanzaron por los Balcanes. En 1361, tomaron Didimótico y luego Adrianópolis, que se convirtió en su nueva capital. El Imperio bizantino se vio obligado a convertirse en vasallo del sultán otomano Murad I.
Bayezid I, sucesor de Murad I, tenía como objetivo principal tomar Constantinopla. A partir de 1394, Constantinopla sufrió un bloqueo otomano que duró ocho años. La ciudad estaba aislada y el Imperio bizantino se había reducido a la capital y sus alrededores.
La situación desesperada llevó a la organización de una nueva cruzada en Occidente, liderada por Segismundo de Hungría. Sin embargo, los cruzados fueron derrotados por Bayezid en la batalla de Nicópolis en 1396.
Cuando todo parecía perdido para Constantinopla, una noticia inesperada llegó en 1402: el sultán Bayezid había sido derrotado y capturado por el líder mongol Tamerlán en la batalla de Ankara. Esta derrota causó la desintegración del Imperio otomano y dio a Constantinopla una oportunidad de sobrevivir.
La paz precaria y el asedio final
La derrota de 1402 debilitó mucho a los otomanos. Los emires turcos y los vasallos europeos recuperaron su independencia. Los hijos de Bayezid lucharon entre sí por el poder. El emperador bizantino Manuel II Paleólogo aprovechó esta situación para recuperar algunos territorios.
Sin embargo, el Imperio otomano logró recuperarse bajo el sultán Mehmed I y luego Murad II. En 1422, Murad II asedió Constantinopla, pero tuvo que levantar el sitio.
Finalmente, en 1448, Constantino XI se convirtió en el último emperador bizantino. El nuevo sultán otomano, Mehmed II, preparó la conquista final de Constantinopla. Construyó una fortaleza en el Bósforo para impedir la ayuda marítima y declaró la guerra a los bizantinos.
El 5 de abril de 1453, comenzó el asedio final. Los bizantinos, con muy pocos soldados, se enfrentaron a un enorme ejército otomano con una artillería poderosa. A pesar de la heroica resistencia, el 29 de mayo de 1453, las tropas turcas lograron entrar en la ciudad. El emperador Constantino XI murió en los combates.
Este evento marcó el fin de una guerra de cuatro siglos y la caída definitiva del Imperio romano en Oriente.
Consecuencias de las guerras turco-bizantinas
La caída de Morea y Trebisonda
Después de la caída de Constantinopla, el Despotado de Morea, otro territorio bizantino en el Peloponeso, persistió por un tiempo. Sin embargo, en 1460, Mehmed II lo conquistó también.
El Imperio de Trebisonda, que había estado separado del Imperio bizantino desde 1204, también cayó. En 1461, Mehmed II sitió Trebisonda, y la ciudad se rindió el 15 de agosto de 1461. Con esto, el último vestigio del Imperio bizantino desapareció.
El ascenso del Imperio otomano
Con estas victorias, el Imperio otomano se convirtió en una de las mayores potencias del mundo. La conquista de Constantinopla les dio el control de los antiguos territorios bizantinos. A partir de 1453, los otomanos continuaron su expansión por Europa y África. Mehmed II hizo de Constantinopla su nueva capital, asumiendo la herencia del Imperio bizantino.
Impacto en el mundo cristiano
La caída de Constantinopla en 1453 es un evento que simboliza el paso de la Edad Media al Renacimiento. Muchos eruditos bizantinos huyeron a Italia, contribuyendo al florecimiento cultural.
El zar Iván III de Rusia intentó tomar la herencia bizantina, haciendo de Moscú el nuevo centro de la ortodoxia, la "tercera Roma". La expansión otomana también cerró las rutas comerciales terrestres entre Europa y Asia, lo que impulsó a los europeos a buscar nuevas rutas marítimas.
Galería de imágenes
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El gran Imperio selyúcida se extendía en 1092 hasta el mar Egeo.
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El emperador Alejo recibiendo a Godofredo de Bouillón y los barones.
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El Imperio bizantino y el Sultanato selyúcida de Rum antes de las cruzadas.
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La victoria de los cruzados en Dorilea allanó la reconquista de Alejo de Asia Menor.
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Juan II Comneno mantuvo la política paterna de reconquista de Asia Menor de manos de los turcos.
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Liga entre Amalarico y Manuel. Los cruzados ante Pelusio.
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L'Entrée des Croisés à Constantinople, óleo de Eugène Delacroix (1840).
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Batalla de Kosovo, óleo de Adam Stefanović de 1870, conservado en el Museo Nacional de Belgrado, representa al príncipe serbio Lazar. Esta batalla confirmó la hegemonía turca sobre los estados cristianos balcánicos.
Véase también
En inglés: Byzantine–Ottoman wars Facts for Kids