Raymond Monvoisin para niños
Datos para niños Raymond Monvoisin |
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Autorretrato
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Raymond Quinsac Monvoisin | |
Nacimiento | 31 de mayo de 1794![]() |
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Fallecimiento | 26 de marzo de 1870![]() |
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Nacionalidad | francés | |
Familia | ||
Cónyuge | Domenica Monvoisin (1825-1870) | |
Educación | ||
Educado en |
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Alumno de | Pierre-Narcisse Guérin | |
Información profesional | ||
Área | Pintura | |
Años activo | 1810-1870 | |
Alumnos | Ignacio Merino | |
Movimientos | Neoclasicismo, Romanticismo | |
Géneros | retrato, cuadros históricos y mitológicos | |
Distinciones |
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Firma | ||
Raymond Auguste Monvoisin, también conocido como Raymond Auguste Quinsac Monvoisin, fue un pintor francés muy importante. Nació en Burdeos, Francia, el 31 de mayo de 1794 y falleció en Boulogne-sur-Seine, Francia, el 26 de marzo de 1870.
Una parte significativa de su trabajo la realizó en América del Sur. Allí se le considera uno de los "pintores viajeros", junto a artistas como Ernest Charton y Mauricio Rugendas. Monvoisin es reconocido como uno de los pioneros de las escuelas de arte en Argentina y Chile.
Contenido
Biografía de Raymond Monvoisin
Primeros años y formación artística
Desde muy joven, Raymond Monvoisin mostró un gran talento para el dibujo. Aunque al principio estudió para ser ingeniero militar, a los dieciocho años decidió dedicarse por completo a la pintura. Ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Burdeos, donde estudió con Pierre Lacour y se graduó en 1812.
Durante sus años de estudio, ganó varios premios y se hizo famoso en su ciudad natal. Cuando la familia real visitó Burdeos, Monvoisin pintó un retrato de la duquesa de Angulema, hija del rey Luis XVI, quien había fallecido. Al rey Luis XVIII le gustó mucho el cuadro, lo que le valió a Monvoisin una buena recompensa económica y aumentó su fama.
En 1815, se mudó a París para continuar sus estudios. Un año después, logró entrar en la Escuela de Bellas Artes y se convirtió en alumno de Pierre-Narcisse Guérin. Con él, trabajó en el estilo neoclasicismo y en temas de mitología, que eran muy populares en ese momento. Para mantenerse, también trabajó como profesor de dibujo.
Monvoisin quería triunfar en París, así que participó activamente en los Salones de París, exposiciones de arte muy importantes. Su primera participación fue en 1819. Antes y después de su viaje a América del Sur, presentó muchas obras, la última en 1867. Su trabajo fue muy apoyado por otros artistas y pronto empezó a vender cuadros a comerciantes, banqueros y a la nueva clase social de la burguesía.
Pero Monvoisin quería más. Soñaba con ganar el Premio de Roma, una beca de tres años con todos los gastos pagados para estudiar arte en la Academia de Francia en Roma. Sus primeros intentos no tuvieron éxito. En 1820, estuvo cerca de ganarlo con su obra Aquiles pidiendo a Néstor el premio de la sabiduría en los juegos olímpicos, que obtuvo el segundo lugar.
Al año siguiente, casi lo logra de nuevo. Gracias a la ayuda de su maestro Guérin, consiguió una ayuda económica que le permitió ir a Roma. A finales de 1821, Monvoisin dejó París y se fue a la Ciudad Eterna, donde se alojó en la Villa Médici, como todos los becados del rey.
Su estancia en Roma no cambió mucho su estilo, ya que el neoclasicismo seguía siendo la tendencia principal. Además, su maestro Guérin llegó a dirigir la Academia de Francia al año siguiente, lo que hizo que Monvoisin sintiera como si siguiera en el taller de París.
Lo más importante que le pasó en Roma fue conocer a Doménica Festa (1805/7-1881), hija de un pintor. Ella también era pintora de miniaturas y acuarelas. Se casaron en la iglesia de San Luis el 5 de marzo de 1825, al final de su beca. Regresaron a Francia y se instalaron en París. En 1834, tuvieron una hija llamada Bianca. Raymond se dedicó a pintar retratos para ganar dinero. Doménica también expuso sus obras en los Salones de París.
Fueron años felices para Monvoisin. Aunque seguía el neoclasicismo, también se vio influenciado por artistas como Dominique Ingres y Francisco de Goya. Esto se puede ver en los retratos de su hija y su esposa, y en su primer autorretrato. A finales de la década de 1820, el "orientalismo" y el gusto por lo exótico se pusieron de moda. Monvoisin también se interesó por estos temas, como se ve en su gran cuadro Alí Pachá y Vasiliki, que expuso en 1833.
Monvoisin recibió encargos para pintar cuadros para el Palacio de Versalles y para el duque Luis Felipe de Orleans, quien sería el futuro rey Luis Felipe I. Sin embargo, hacia 1836, su fama en Francia empezó a disminuir. Aunque siguió exponiendo en los Salones de París y fue condecorado con la Legión de Honor en 1839, tuvo algunos problemas.
Tuvo un desacuerdo con Alphonse de Cailleux, un importante funcionario de los museos reales, por un cuadro llamado La batalla de Denain. Monvoisin se negó a hacer cambios en la pintura, lo que generó una enemistad. Este cuadro, encargado para el Palacio de Versalles, nunca llegó a su destino y se guarda en el Museo de Bellas Artes de Burdeos.
Además, Monvoisin no estaba contento con los cuadros de reyes y mariscales que pintaba para ganar dinero. Todos estos problemas, junto con desacuerdos con su esposa y problemas de salud, lo llevaron a una bronconeumonía en 1840 que casi le cuesta la vida.
En 1842, Monvoisin se sentía decepcionado con París y decidió buscar nuevas oportunidades. Había hecho buenos amigos chilenos en la capital francesa, como Mariano Egaña, a quien había retratado en 1827. Estos amigos le sugirieron ir a Chile, donde se necesitaba una academia de pintura. Monvoisin, a pesar de tener casi cincuenta años, decidió embarcarse en esta aventura. El 28 de febrero de 1842, hizo su testamento en París y zarpó solo, sin su esposa ni hija, hacia Valparaíso, llevando consigo unos veinte cuadros.
Viaje y estancia en Argentina
El viaje por mar fue muy difícil. Después de 120 días, cerca del cabo de Hornos, una tormenta casi provoca un naufragio. La tripulación decidió no arriesgarse y se dirigieron al Río de la Plata, desembarcando en Montevideo. Monvoisin no quiso más riesgos marítimos y continuó por tierra, llegando a Buenos Aires a mediados de septiembre de 1842.
Se quedó en la capital de Argentina durante tres meses, que fueron muy productivos. Aquí pintó tres cuadros excelentes por encargo del barón Henri Picolet d'Hermillon, cónsul de Cerdeña. Estos cuadros son el Gaucho federal, Soldado de la guardia de Rosas y Porteña en el templo (también conocido como Porteña en la iglesia o Retrato de Rosa Lastra).
El escritor Martiniano Leguizamón consideró el Gaucho federal como "el mejor documento gráfico sobre el gaucho de esa época". Sin embargo, el pintor argentino Eduardo Iglesias Brickles señaló que Monvoisin representó al gaucho de una manera "amanerada", viendo en ellos un parecido con los beduinos del norte de África.
El cuadro Soldado de la guardia de Rosas muestra más la influencia orientalista de Monvoisin. Este gaucho parece un caballero andaluz y recuerda a las obras de Eugène Delacroix. El personaje es un miembro de la guardia de Rosas. El color rojo de su chaqueta y gorro, que era el color federal, resalta su vestimenta.
El tercer cuadro, Porteña en el templo, muestra a una joven de luto rezando en una iglesia. La retratada es Rosa Lastra, cuya familia había fallecido en la batalla de Chascomús. En esa época, las damas se sentaban sobre una alfombra llevada por un sirviente, que aparece detrás de la mujer. El contraste entre el rostro claro de la mujer y su ropa oscura, y la piel del sirviente, es notable.
En Buenos Aires, Monvoisin se alojó en una quinta y recibió muchos encargos. Se hizo amigo de Faustino Lezica y su esposa, a cuyos hijos retrató, así como a la familia Llavallol. También empezó un retrato de Rosas, pero no lo terminó en Buenos Aires. Monvoisin huyó de la ciudad porque creyó que el gobernante quería hacerle daño. El cuadro de Rosas lo llevó a Chile y luego a Francia, y más tarde fue comprado por el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina.
Monvoisin huyó en un carruaje con otros viajeros. Dijo que los hombres de Rosas los perseguían, pero también podrían haber sido bandoleros. El viaje fue muy difícil, pasaron hambre y tardaron 50 días en recorrer 100 kilómetros. Durante el trayecto, perdió mucho dinero que había ganado con sus retratos. Cuando llegaron a Mendoza, fueron recibidos con celebraciones. Allí pintó algunos cuadros, incluyendo un retrato grupal de la familia Serpa y Villanueva. El 12 de enero de 1843, dejó Mendoza y a fines de mes llegó a Santiago.
Monvoisin en Chile y viajes por América
El Gobierno de Chile, liderado por Manuel Bulnes, lo había invitado a dirigir la Academia de Pintura, que se fundaría en 1849, pero sin él. Monvoisin llegó a Santiago de Chile con pocos recursos, pero su fama lo ayudó a entrar en contacto con las familias adineradas de la capital y a trabajar como retratista exitoso.
Raimundo Monvoisin, como se le conoció en Chile, logró crear su propia escuela de pintura, aunque fue privada y no estatal. Contrató a José Luis Borgoño, Benjamín Franklin Rawson y Gregorio Torres como profesores. Entre sus alumnos estuvieron Francisco Mandiola y Procesa Sarmiento. También enseñó dibujo en un colegio, donde tuvo como alumnos a Gregorio Mira, padre de las pintoras Aura y Magdalena Mira.
En marzo de 1843, solo tres meses después de su llegada, Monvoisin inauguró una exposición en la antigua Universidad de San Felipe (donde había instalado su escuela). Expuso nueve de los veinte cuadros que había traído. El éxito de la exposición le ayudó a conseguir su tercera meta: retratar a la alta sociedad santiaguina, que estaba dispuesta a pagar mucho por ser pintada por el artista francés.
El taller de Monvoisin se volvió muy productivo, casi como una "fábrica", según Diego Barros Arana. Para cumplir con tantos encargos, se dice que Monvoisin a menudo solo pintaba las cabezas y los cuerpos, dejando que sus ayudantes, especialmente Clara Filleul, hicieran el resto. El precio de un retrato dependía de lo que aparecía en el cuadro. Por ejemplo, medio cuerpo costaba 6 onzas de oro, y si se querían añadir una o dos manos, se pagaba una onza más por cada una.
El crítico Waldo Vila opina que muchos de los retratos de Monvoisin son "gélidos" y de "técnica académica". Sin embargo, si los temas le interesaban, como en el retrato de Andrés Bello, se esforzaba mucho. Benjamín Vicuña Mackenna resumió su trabajo diciendo: "Sabía ser grande, mediocre o malo, según su capricho, su ganancia o su gloria".
Sus pinturas fueron muy importantes para que la sociedad chilena adoptara los gustos de la moda europea, especialmente la francesa. Monvoisin participó activamente en la vida cultural chilena y pintó alrededor de quinientos retratos, que son un registro de la clase alta chilena del siglo XIX. Además de la aristocracia, retrató a personajes importantes como el presidente Bulnes, Andrés Bello, Manuel Montt y Javiera Carrera.
A pesar de su éxito en Chile, Monvoisin decidió ir a Perú en 1845 para probar suerte. Iba acompañado de su leal ayudante, Clara Filleul. En Lima, abrió un taller donde la élite de la sociedad también desfiló para ser retratada. Pintó al presidente Ramón Castilla y conoció a Ignacio Merino, quien se convirtió en su alumno.
De regreso en Chile, con el dinero ganado en Perú, compró en 1846 la hacienda de Los Molles, cerca de Quilpué. Decoró sus paredes con pinturas de flores y musas. Allí pasó la mayor parte de su tiempo cuando no viajaba por encargos. En Valparaíso, conoció al intelectual argentino Bartolomé Mitre, quien más tarde sería presidente de Argentina. Al año siguiente, hizo un segundo viaje a Perú y luego a Francia, donde intentó sin éxito convencer a su esposa Doménica de que se fuera a vivir a Chile.
Luego zarpó de regreso a América del Sur y llegó a Río de Janeiro el 15 de octubre. Allí, Monvoisin retrató a Pedro II de Brasil y a su esposa Teresa Cristina de Borbón-Dos Sicilias. Aunque el retrato del emperador fue pintado rápidamente, cautivó a la familia real y a gran parte de la sociedad brasileña. El 17 de enero de 1848, Pedro II condecoró a Monvoisin con la Imperial Orden del Crucero.
Cuando regresó a Chile, se instaló en Los Molles y abrió talleres en Santiago y Valparaíso. Viajó por el país: en 1849 a Copiapó, donde invirtió sin éxito en minas de plata, pero recuperó su dinero retratando a los ricos locales. En 1852, fue a Concepción para pintar obras religiosas. En 1854, visitó la Araucanía, donde preparó sus cuadros Naufragio del 'Joven Daniel' y Elisa Bravo en cautiverio, que tratan sobre historias de mujeres en cautiverio.
Sin embargo, Monvoisin sentía nostalgia por Francia y a principios de 1856 anunció su deseo de regresar. Organizó una venta de cuadros y objetos de arte, y el 3 de septiembre de 1857, se embarcó de regreso a Francia.
Últimos años de vida
A principios de 1858, llegó a París. Pintó hasta el final de sus días, pero pronto se desilusionó y se arrepintió de haber dejado Chile. En sus memorias, escribió: "No encontré más que olvido e indiferencia y mi nombre casi borrado". Sus cuadros de esta época reflejan su nostalgia por América y se inspiran en los lugares que conoció allí.
Las obras que presentó en los Salones de París eran de temas sudamericanos, como Dos esposos paraguayos, El cacique Caupolicán, gran jefe de los araucanos, prisionero de los españoles, Elisa Bravo, la naufragada o El naufragio del «Joven Daniel», Recuerdos de la cordillera y América del Sur. Algunos de sus cuadros de la serie Recuerdos de mis viajes en América fueron convertidos en grabados y distribuidos por la Maison Goupil.
Más tarde, Monvoisin y su sobrino Gastón, quien había administrado su hacienda en Chile, compraron una casa en Boulogne-sur-Seine, donde Monvoisin falleció nueve años después.
En sus últimos años, Monvoisin se interesó más por la homeopatía (cultivaba hierbas medicinales en su jardín) y el espiritismo. Se hizo amigo de Allan Kardec, el fundador de la Sociedad Espiritista de París. Monvoisin pintó cuatro escenas de la vida de Juana de Arco para el museo de espiritismo de Kardec. En el Salón de 1867, su última exposición, presentó un solo cuadro: Portrait de M. A.K., que probablemente era un retrato de Kardec.
A principios de marzo de 1870, contrajo una neumonía, que fue la causa de su muerte el 26 de ese mismo mes. Su fallecimiento pasó casi desapercibido en Francia, pero en Chile fue muy lamentado.
Estilo artístico de Monvoisin
Monvoisin pintó principalmente al óleo. Su estilo evolucionó a lo largo de su carrera: comenzó con el neoclasicismo, luego incorporó elementos del romanticismo que lo llevaron a viajar. En América, descubrió el naturalismo, aunque lo combinó con un enfoque más tradicional.
Exploró temas como la alegoría, escenas de la vida italiana y, sobre todo, el retrato, que fue la mayor parte de su trabajo en Chile.
Según Antonio Romera, en su libro Historia de la pintura chilena, Monvoisin tomó influencias de grandes maestros: de David la pasión por la antigüedad, de Ingres el interés por la Edad Media, y de Delacroix la pasión y el colorido de lo local.
El crítico chileno Waldemar Sommer considera que los retratos de Monvoisin son "competentes, logran el parecido, son elegantes y dejan contentos a los que los encargan. Pero no son geniales". Sin embargo, son muy interesantes "sobre todo históricamente".
Monvoisin es considerado un pionero de las bellas artes en Chile, donde también fue uno de los primeros en pintar murales. Decoró las paredes de su hacienda en Los Molles con murales al óleo que representaban alegorías como La Escultura, La Literatura, La Música y La Pureza, además de un fresco llamado Flores chilenas. Aunque destacó en el retrato, también pintó temas históricos y paisajes.
Legado y reconocimiento
En Francia
El 25 de noviembre de 1881, la ciudad de Burdeos aceptó una serie de cuadros que la viuda de Monvoisin, Dominique Monvoisin (nacida Doménica Festa), les dejó en herencia. Ella también dejó dinero a la Escuela de Bellas Artes de Burdeos para crear dos premios anuales, uno de pintura y otro de música, y algunas pinturas al Museo de Bellas Artes de Angers. Una calle en el barrio Belcier de Burdeos lleva su nombre.
En Chile
Antes de llegar a Chile, Monvoisin escribió una carta diciendo que esperaba que su nombre fuera recordado con orgullo y agradecimiento en Chile. Y así fue. Los chilenos lo recuerdan como un precursor de la pintura nacional, y sus exposiciones siempre generan interés. Una exposición muy exitosa fue "Las mujeres de Monvoisin", realizada en 2015 en Casas de Lo Matta, Santiago.
El cineasta Mario Velasco realizó una serie de televisión (2006-2009) sobre la vida del pintor francés en Chile (1843-1857), titulada Monvoisin, el retratista de América.
Varias calles en Chile llevan el nombre de Monvoisin, como en el barrio La Reina de Santiago, en Maipú, en Quilpué y en La Serena.
¿Hubo dos pintores Monvoisin?
Existen algunas dudas sobre si hubo uno o dos pintores llamados Monvoisin. Algunas fuentes mencionan diferentes nombres para Raymond, como Pierre Raymond Jacques.
El problema es que hay retratos de personas de Luisiana (Estados Unidos) firmados por Pierre Raymond Jacques Monvoisin, pero no hay registros de que Raymond Monvoisin haya visitado Estados Unidos. El Louisiana State Museum tiene dos cuadros firmados por "Pierre Monvoisin" de 1840.
La especialista chilena en arte Ana Francisca Allamand menciona que Raymond entró a la Escuela de Bellas Artes de Burdeos en 1808 junto con su hermano mayor, Pedro (Pierre en francés). Si esto es cierto, Raymond pudo haber tenido un hermano pintor. Quizás por eso Raymond empezó a firmar sus cuadros con el apellido Quinsac, que era el de su abuela.
En los catálogos de los Salones de París, Raymond aparecía generalmente solo como Monvoisin. La primera vez que usó sus iniciales "R--Q" (por Raymond Quinsac) fue en 1841. A su regreso de América, en los salones de 1859, 1864 y 1867, ya figuraba como "Monvoisin, Raymond-Auguste-Quinsac".
Parece que sí hubo dos pintores Monvoisin contemporáneos. En el Salón de 1836, donde Raymond presentó su cuadro La batalla de Denain, aparece también un "Monvoisin aîné" (Monvoisin el mayor) con la misma dirección que Raymond y su esposa. La familia Monvoisin era de artistas: Jean-Francois-Marie Monvoisin, hermano del pintor según el Museo de Luisiana, fue un arquitecto destacado, y Gastón, su sobrino, era grabador.