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Los siete infantes de Lara para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Suso.6
Portaleyo de Gonzalo de Berceo en el Monasterio de San Millán de Suso, con los que pasan por ser los sarcófagos de los siete infantes de Lara de la leyenda.

Los siete infantes de Lara (o de Salas) es una leyenda a partir de textos conservados en crónicas medievales, cuyo testimonio más antiguo figura en la versión ampliada de la Estoria de España compuesta durante el reinado de Sancho IV de Castilla, antes de 1289, que fue editada por Ramón Menéndez Pidal con el nombre de Primera Crónica General.

A partir del relato de las crónicas (también figura en la Crónica de 1344 o Segunda Crónica General y en una interpolación a la Tercera Crónica General cuya copia data de 1512) Ramón Menéndez Pidal encontró indicios de la existencia de un antiguo cantar de gesta desaparecido que reconstruyó parcialmente y dató hacia el año 1000, y que sería, junto con el Cantar de mio Cid y el Poema de Fernán González, uno de los más importantes cantares de gesta de la literatura castellana y el ejemplo más primitivo de épica española. La tradición ha elaborado la leyenda también en el romancero.

Los infantes de Lara eran hijos de Gonzalo Gustioz (o Gustios) y Sancha Velázquez, conocida como «Doña Sancha». La historia gira en torno a una disputa familiar entre la familia de Lara y la familia de Ruy Velázquez y su hermana Doña Sancha. El motivo más destacable es el de la venganza, principal motor de la acción.

Descripción de la leyenda

La leyenda habla sobre un valiente caballero llamado Gonzalo González, conocido como "Gonzo". En su época, vivían en un lejano lugar llamado Bureba, donde también residía una noble dama llamada Doña Lambra. Un día, Gonzo se enamoró de Doña Lambra, pero había problemas entre las familias de ambos. En una fiesta de bodas, se desató una pelea y lamentablemente, el primo de Doña Lambra resultó herido. Esto provocó más enojo y venganza. Después de otro desencuentro, Doña Lambra se enojó mucho y le jugó una mala broma a Gonzo. Pero él se enfadó y, sin querer, hirió a un sirviente de Doña Lambra. Esto generó aún más problemas entre ellos.

Para vengarse, Doña Lambra ideó un plan para enviar una carta a Almanzor, un poderoso líder, pidiéndole que acabara con Gonzo, pero el líder fue compasivo y solo lo mantuvo prisionero. Allí, Gonzo conoció a una amable hermana de Almanzor y tuvieron un hijo llamado Mudarra.

Años después, Mudarra se enteró de todo lo sucedido y decidió vengar a su familia. En un emocionante enfrentamiento, Mudarra logró vengar a sus hermanos y padre, demostrando su valentía.

Además, había un anillo especial que unía a Gonzo y a Mudarra, que fue crucial para reconocerse como padre e hijo. Un milagro ocurrió cuando lo juntaron y Gonzo recuperó la vista.

Es una historia llena de valentía, amor y venganza, que muestra cómo los lazos familiares son importantes y cómo la justicia y la compasión pueden prevalecer en el corazón de las personas.

Un probable cantar de gesta perdido

Las prosificaciones de la leyenda existentes en las crónicas alfonsíes utilizaron como fuente un cantar de gesta, hipótesis que se deduce de la abundancia de rimas asonantes y otros rasgos de estilo propios de la literatura épica que permanecen en la prosa de los relatos cronísticos. La existencia de un Cantar de los siete infantes de Lara perdido concita el consenso de los filólogos, pues los versos de la epopeya no fueron excesivamente alterados. De ahí que se hayan podido escribir reconstrucciones bastante fiables a lo que pudo ser el cantar original. Respecto a esto, Mercedes Vaquero ha rastreado señas de oralidad en los textos prosificados, lo que indicaría que en algún momento hubo un cantar que fue recitado, entonado o cantado.

El Cantar de los siete infantes de Lara o de Salas tiene como marco temporal una situación histórica que remite a la Castilla de hacia 990, lo que ha servido para datar el poema, si bien no toda la crítica acepta que el Cantar fuera compuesto hacia el año 1000, al objetarse que antecediera a los grandes ciclos de la épica francesa, de la que podría ser deudor.

A este respecto, Carlos y Manuel Alvar hacen notar que muchos de los motivos del Cantar de los infantes de Lara primitivo se relacionan más con los de la epopeya escandinava y germánica (como el Cantar de los nibelungos) que con los de los cantares de gesta románicos. Entre ellos destacan la importancia de los vínculos sanguíneos, la crueldad de las venganzas como modo de imponer una justicia individual no apoyada en instituciones sociales ni en un corpus de derecho, o la agresividad de las relaciones pasionales. Erich von Richtofen, en sus estudios sobre este poema épico ha advertido numerosas analogías con la epopeya del centro y norte de Europa, en particular afirma que la épica de los infantes de Lara, además de tener multitud de elementos y motivos originales castellanos, tiene muchos puntos en común con la saga de Thidrek: «la deshonra de Odila y el plan de venganza de su esposo Sifica; el concierto de éste con su amigo el gobernador; el viaje de Fridrek y de sus seis compañeros; la emboscada que les tiende el gobernador en la que hallan la muerte los siete caballeros de Wilzemburgo; además de detalles prestados a los episodios de la muerte de los harlungos Edgardo y Aki con su amo Fritila, el tema de los cráneos enviados al padre y el de la venganza del hijo de Hogni».

Según Ramón Menéndez Pidal el poema tuvo diversas versiones, algunas muy posteriores a la original. El nombre del cantar sería Los siete infantes de Salas, puesto que no se menciona el nombre de «Lara». En él Doña Lambra está casada con Ruy Velázquez. Este estudioso no asevera que todos los personajes sean históricos. Como elementos poéticos incluye a la infanta mora y el vengador Mudarra.

Alan Deyermond señala que el trasfondo argumental trasluce motivos universales y habituales del folclore, como la carta que ordena la muerte del mensajero (lugar común coincidente con el de Hamlet), el amor de una joven por el prisionero hecho cautivo por su hermano o la ascendencia misteriosa del protagonista.

El crítico anglosajón aprecia que el Cantar de los siete infantes de Lara o Salas reúne un gran valor por la antigüedad y prioridad en su género y por cuanto refleja la que sería la edad heroica del nacimiento y formación de Castilla, periodo que es a su vez el momento de la gestación de la épica en los pueblos. Además, ensalza la enérgica pintura de algunos pasajes, como aquel en que Mudarra amenaza a Doña Lambra y esta intenta buscar protección:

La mala de doña Lambra para el conde ha adeliñado
en sus vestidos grandes duelos, los rabos de las bestias tajados;
llegado ha a Burgos, entrado ha en el palacio,
echose a los pies del conde e besole las manos:
«¡Merced, conde señor, fija so de vuestra prima!
[de] lo que Rodrigo fizo yo culpa non habría,
e non me desamparedes, ca pocos serían los mis días».
El conde dixo: «¡Mentides, doña alevosa sabida!
ca todas estas traiciones vos habedes bastecidas;
vos de las mis fortalezas érades señora e reína.
Non vos atreguo el cuerpo de hoy en este día;
mandaré a don Mudarra que vos faga quemar viva
e que canes espedacen esas carnes malditas,
e, por lo que fezistes, el alma habredes perdida».

Influencia en la literatura oral y escrita

Archivo:Romance manuscrito 7 infantes lara
Romance manuscrito de los siete infantes de Lara. Biblioteca Nacional de la República Argentina

El cantar de los Siete Infantes de Lara, a pesar de que no se pudo conservar en ningún manuscrito (aunque Ramón Menéndez Pidal y, en menor medida, Erich von Richthofen reconstruyeron muchos de sus versos), ha tenido una gran influencia en la literatura posterior. Una lista no exhaustiva es la siguiente:

  • Prosificación del cantar en Primera Crónica General, en la Crónica de 1344 o Segunda Crónica General, y en la Crónica de los Veinte Reyes.
  • Fragmentación del cantar en romances. Dichos romances épicos constituyen mayoritariamente el Romancero Viejo. Actualmente se conservan 6 romances épicos sobre los infantes de Lara.
  • Varias obras de teatro, entre ellas:
    • Siete Infantes, escrita por Juan de la Cueva en 1579.
    • El bastardo Mudarra, escrita en 1612 por Lope de Vega.
    • La gran tragedia de los siete Infantes de Lara, escrita por Alonso Hurtado Velarde entre 1612 y 1624.
  • Los siete infantes de Lara, novela de Manuel Fernández y González, publicada en 1853.
  • El moro expósito (1834), poema en verso endecasílabo del Duque de Rivas.

Sarcófagos y sepulcros

La exhibición de reliquias de los siete infantes de las leyendas y obras literarias ha sido, desde antiguo, empeño de varios monasterios, pues la vinculación con prestigiosos héroes (ya fueran reales o ficticios) proporcionaba a estos establecimientos eclesiásticos un aumento de los recursos económicos y los peregrinos atraídos por los mismos. Así, los pretendidos sarcófagos de los siete infantes de Lara se muestran en el Monasterio de San Millán de Suso, aunque los restos que pretenden ser los de los hermanos muertos han sido disputados por otros monasterios, como el de San Pedro de Arlanza; también la iglesia de Santa María de Salas de los Infantes afirma guardar sus cabezas, y exhibió mucho tiempo siete cráneos que eran tenidos por los de los siete hermanos; por otro lado, en la Catedral de Burgos se dice que se halla el sepulcro de Mudarra. La disputa por la posesión de reliquias de célebres héroes, conocidos legendariamente, ha sido habitual desde la Edad Media hasta nuestros días.

Representaciones destacadas

Véase también

Fuentes

  • ALVAR, Carlos y Manuel Alvar, Épica medieval española, Madrid, Cátedra, 1997. ISBN 978-84-376-0975-1. Cfr. especialmente el capítulo «Siete Infantes de Lara», págs. 175-270.
  • ANTELO IGLESIAS, Antonio: «Filología e historiografía en la obra de Ramón Menéndez Pidal». Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo. Tomo XIX. Octubre-diciembre 1964. N.º 3. [1]
  • DEYERMOND, Alan D., Historia de la literatura española, vol. 1: La Edad Media, Barcelona, Ariel, 2001 (1.ª ed. 1973), págs. 78-81. ISBN 84-344-8305-X
  • MENÉNDEZ PIDAL, Ramón (1896): La Leyenda de los Siete Infantes de Lara. Madrid: Espasa-Calpe, 1971. Este estudio de investigación de D. Ramón Menéndez Pidal ha tenido tres ediciones:
    • 1.ª.- La Leyenda de los Siete Infantes de Lara. Madrid: Imprenta de los hijos de José M. Ducazcal, 1896.
    • 2ª.- Con numerosas adiciones en: Obras de R. Menéndez Pidal, Vol. 1. «La leyenda de los Infantes de Lara». Madrid: Centro de Estudios Históricos, 1934.
    • 3ª.- En Obras Completas de Ramón Menéndez Pidal, Vol. I. «La Leyenda de los Siete Infantes de Lara». Madrid: Espasa-Calpe, 1971, que reproduce las anteriores y se amplia con trabajos dispersos publicados después de 1934.
  • MENÉNDEZ PIDAL, Ramón; Poesía juglaresca y juglares; Espasa-Calpe Argentina; Buenos Aires - México; 1948 (2a. edición); pp. 195-196.
  • RICHTHOFEN, Erich von, «Interdependencia épico-medieval: dos tangentes góticas», Dicenda: Cuadernos de filología hispánica, n.º 9, 1990, Madrid, Universidad Complutense, págs. 171-186. ISSN 0212-2952.
  • VAQUERO, Mercedes, «Señas de oralidad en algunos motivos épicos compartidos: Siete infantes de Lara, Romanz del infant García y Cantar de Sancho II», Aengus Ward (coord.), Actas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, 21-26 de agosto de 1995, Birmingham, vol. 1, (Medieval y Lingüística), págs. 320-327, University of Birmingham: Department of Hispanic Studies, 1998. ISBN 0-7044-1899-1.
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