Koinonía para niños
Koinonía es una palabra griega que significa comunión o participación. En el contexto de la religión, se refiere a la unión y los lazos que se forman entre los miembros de la Iglesia y con Dios. Es una idea muy importante en el cristianismo, que habla de cómo las personas se conectan entre sí y con lo divino.
Contenido
¿Qué significa Koinonía en los primeros años del cristianismo?
En los primeros mil años del cristianismo, la idea de koinonía o comunión tenía tres significados principales que estaban muy conectados:
- Unión con Dios: Se refería a cómo las personas se acercaban a Dios y se hacían más santas. Los primeros líderes de la Iglesia, especialmente los griegos, hablaban mucho de esto.
- La Eucaristía: Este significado se relaciona con la Eucaristía, que es un rito cristiano donde se comparte pan y vino. Al principio, la palabra se usaba para describir todo el acto de la Eucaristía, pero con el tiempo, en algunas partes, se usó más específicamente para referirse a recibir la comunión.
- Unidad de la Iglesia: Este es el significado que más se destacó en el primer milenio, tanto en Oriente como en Occidente. Se usaba para hablar de la paz, la armonía y la unidad entre los diferentes grupos de cristianos.
La idea de Koinonía en la teología
La teología es el estudio de las creencias religiosas. En este campo, la koinonía tiene aspectos clave:
- Conexión con la divinidad: La Iglesia es vista como una comunidad que está unida con la Santísima Trinidad (Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo).
- Importancia de la Eucaristía: La Eucaristía es fundamental porque, según la creencia, es a través de ella que el Espíritu Santo une a muchas personas en una sola comunidad.
- Acción de Cristo y el Espíritu Santo: La Iglesia se forma por la acción conjunta de Jesucristo y el Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien permite la unidad entre Cristo (el "Uno") y la Iglesia (los "Muchos"). Esto ayuda a entender cómo lo local y lo universal, lo espiritual y lo terrenal, y la organización y los dones especiales se unen en la Iglesia.
- Lo visible y lo invisible: Los elementos visibles de la koinonía, como los ritos, son como "ventanas" a lo invisible. Hacen presente lo espiritual en el mundo material. Esta idea permite que la Iglesia se adapte y cambie a lo largo de la historia.
¿Cómo se vive la Koinonía en la práctica?
La koinonía se vive en la práctica a través de la unión entre el "uno" y los "muchos", tanto a nivel local como global.
- En la Iglesia local: El obispo representa al "uno", y los demás líderes y toda la comunidad representan a los "muchos". En los primeros mil años, era claro que ninguno podía existir sin el otro.
- En la Iglesia universal: A nivel mundial, la unión se logra a través del grupo de obispos. Esto se ve en cómo los obispos trabajan juntos (sinodalidad) y en la búsqueda de centros que mantengan la unidad.
La Koinonía en el segundo milenio
La separación de 1054
El 16 de julio de 1054 es una fecha importante porque marcó una gran separación entre las Iglesias de Oriente y Occidente. Ese día, un representante del Papa en Roma, el cardenal Humberto de Silva Candida, dejó un documento de excomunión (separación de la Iglesia) contra el patriarca Miguel Cerulario en la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla.
Esta fecha simboliza el distanciamiento definitivo entre Oriente y Occidente, aunque más tarde ambas Iglesias levantaron mutuamente esas excomuniones.
Las diferencias comenzaron mucho antes, con la división del Imperio Romano de Oriente y Occidente. Cuando Constantinopla se convirtió en una capital importante, su obispo empezó a pedir un lugar especial, lo que fue reconocido en algunos Concilios. Esto causó conflictos con los papas de Roma, quienes sentían que su autoridad estaba siendo desafiada.
Otro motivo de distanciamiento fue la unión entre el papado y el reino de los francos en Occidente. Para Oriente, esto era inaceptable, ya que veían una traición a la idea de armonía entre la Iglesia y el Imperio. Todo esto preparó el terreno para la excomunión de 1054.
Las Iglesias Orientales
Al principio, el término "Iglesias orientales" se refería a las Iglesias de Mesopotamia y Arabia. Con el tiempo, se extendió a todas las Iglesias de las provincias que formaban parte de la diócesis de Oriente, incluyendo Palestina, Siria, Chipre y otras. Más tarde, abarcó también Egipto, Asia Menor y Tracia.
Hoy en día, el término "Iglesias Orientales" no se refiere solo a una ubicación geográfica. Incluye a todas las Iglesias que, incluso estando en Occidente, siguen las tradiciones y ritos de las Iglesias orientales originales. Hay varias agrupaciones, como la bizantina, copta, maronita, armenia, siríaca y caldea, cada una con sus propias costumbres.
La tradición bizantina fue la que más se extendió, especialmente en el mundo eslavo. Estas Iglesias se llaman a menudo "ortodoxas".
Históricamente, el nombre "ortodoxa" se dio a las Iglesias que, en el siglo V, mantuvieron la fe correcta sobre la doble naturaleza de Cristo, establecida en el Concilio de Calcedonia en el año 451, y no cayeron en otras creencias. Como la mayoría de las Iglesias que se mantuvieron fieles a esa doctrina en Oriente eran de rito bizantino, el término "ortodoxas" se asoció con ellas.
Después de la separación de la Iglesia bizantina de la Iglesia de Roma, el nombre "ortodoxas" se usó casi exclusivamente para las Iglesias bizantinas que no estaban en comunión con Roma.
Actualmente, se suele llamar a las Iglesias orientales que aceptaron el Concilio de Calcedonia como Iglesias ortodoxas bizantinas, y a las que no lo aceptaron como Iglesias ortodoxas orientales.
Desarrollo de la teología bizantina y eslava
La tradición bizantina
La teología griega se basa mucho en la tradición. En Bizancio, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (primeros teólogos) siempre fueron muy importantes y se consultaban para todas las cuestiones.
Bizancio no tuvo un sistema de estudio teológico como la escolástica occidental. Aunque algunas ideas del Renacimiento llegaron, no cambiaron profundamente la teología de la Iglesia, que siguió siendo fiel a las enseñanzas de los Padres.
Después del siglo VIII, un evento teológico importante para la ortodoxia fue la enseñanza de Gregorio Palamás (1296-1359) sobre las "Energías divinas". Él desarrolló ideas que ya estaban presentes en el pensamiento de los Padres.
En los siglos siguientes, el cristianismo oriental sufrió muchos problemas, lo que hizo que su vida espiritual disminuyera. En 1453, Constantinopla fue conquistada por los turcos. Desde entonces, la cultura greco-ortodoxa tuvo que vivir en la sombra, y la Iglesia, ocupada en sobrevivir, no pudo desarrollar nuevas ideas teológicas hasta que los países ortodoxos de los Balcanes y Grecia se liberaron.
Después de la liberación del dominio turco, Grecia no tenía un sistema teológico propio. Al principio, se tradujeron al griego los resúmenes de la teología rusa. Luego, para estudiar teología, muchos fueron a universidades en el extranjero, especialmente a Alemania. Esto llevó a la formación de dos grupos teológicos opuestos: los "conservadores" (que seguían los textos rusos) y los "liberales" (influenciados por Occidente).
La tradición eslava
Los principados rusos adoptaron la fe ortodoxa en el siglo X. En el siglo XIII, fueron conquistados por los mongoles de la "Horda Dorada" y permanecieron bajo su dominio durante casi 300 años. Cuando Rusia se liberó a finales del siglo XV, la ortodoxia fue un factor clave para unir al país.
En el siglo XVII, se fundó la primera escuela teológica en Kiev, Rusia, gracias al metropolita Pedro Moghila. Allí se adoptó el método de estudio de las universidades católicas. Este proceso de occidentalización se fortaleció con Pedro el Grande, quien organizó la formación de sacerdotes siguiendo el modelo occidental, usando manuales y el latín.
En la segunda mitad del siglo XVII, la influencia protestante creció, y la enseñanza en los seminarios se basó en manuales protestantes.
A principios del siglo XIX, el zar Alejandro I de Rusia reformó la enseñanza eclesiástica, y el ruso volvió a ser el idioma de instrucción. Poco a poco, surgió una teología propiamente rusa, gracias al metropolita Filaret de Moscú (1782-1867), considerado el teólogo más importante de la época moderna temprana. Esta renovación se basó en el regreso a las enseñanzas de los Padres de la Iglesia.
A mediados del siglo XIX, surgieron muchos teólogos-filósofos, impulsados por el grupo de los eslavófilos (como Khomiakov), quienes rechazaron el racionalismo occidental. De la discusión con estas ideas nació la renovación de la teología rusa del siglo XX.
Con la victoria del bolchevismo, la Iglesia rusa fue silenciada y las academias eclesiásticas cerradas (las de Moscú y Leningrado reabrieron en 1949).
Un factor clave para el desarrollo de la teología ortodoxa fue la emigración masiva de intelectuales y teólogos rusos a Occidente. Así surgieron centros teológicos rusos en París (el Instituto de Teología Ortodoxa San Sergio) y, después de la Segunda Guerra Mundial, en Nueva York (el Seminario San Vladimir). Entre los teólogos importantes de esta época se encuentran Nicolás Afanassieff, Sergéi Bulgákov, Georges Florovski, Vladimir Lossky y Jean Meyendorff.
El desarrollo de la idea de «koinonía» ha ido de la mano con las diferentes etapas del desarrollo teológico. Se habla de una referencia a la tradición de los Padres (siglos Siglo XI - Siglo XVIII), una nueva lectura por parte de los eslavófilos (siglo XIX) y un desarrollo en clave de unidad entre Iglesias (siglo XX).
La teología de la Koinonía
La visión de los eslavófilos
Los "eslavófilos" fue un nombre dado a principios del siglo XIX a personas en Rusia que querían reaccionar contra la admiración por las lenguas, modas y cultura de Europa occidental. Buscaban desarrollar y enriquecer la lengua y el pensamiento ruso. En contraste, los que apoyaban la cultura europea eran llamados "occidentalistas". Entre los eslavófilos, Alexis Khomiakov (1804-1869) fue muy importante; a él se le atribuye el término "sobornost", que para él incluía "toda la confesión de fe".
La idea de la «Sobornost» en la Iglesia
¿Qué es la «sobornost»?
La «sobornost» se refiere a la infalibilidad (que no puede equivocarse) de una declaración de fe. Es la unanimidad de las conciencias individuales, guiada por el Espíritu Santo, que lleva al pueblo cristiano a aceptar o rechazar una doctrina como verdad de fe.
Origen del término "sobornost"
Desde el siglo XIV, los eslavos tradujeron "katholikén" (catolicidad, universalidad) como «sobornuiu».
Khomiakov rechazó las interpretaciones comunes (como universalidad geográfica o gobierno democrático) y propuso la de "unanimidad libre".
Visión general de la sobornost
Una Iglesia «sobornaia» es una "entidad espiritual orgánica", un "organismo espiritual" cuya fuerza vital es el amor divino mutuo. La jerarquía, aunque necesaria, es vista solo como un servicio de guía. La infalibilidad pertenece a toda la Iglesia. El consenso de la comunidad es el lugar donde se manifiesta el Espíritu Santo.
Valoración
Algunos críticos señalan que esta visión pone demasiado énfasis en el aspecto interno de la catolicidad, sin reconocer suficientemente el papel de los obispos en la enseñanza. También existe el riesgo de subjetivismo, donde cada creyente podría interpretar la fe a su manera.
Mientras tanto, en Occidente, se desarrollaba una visión de la Iglesia que enfatizaba la jerarquía y el papel del Papa. Esta visión se impuso a través de la "Teología romana" y se expresó en documentos importantes como la encíclica Mirari Vos de Gregorio XVI (1832), el Silabus de Pío IX (1864) y el Concilio Vaticano I (1869-1870), que buscó un equilibrio entre el poder papal y el de los obispos.
También surgió la "eclesiología organológica" de la Escuela de Tubinga, con J.A. Möller, quien veía a la Iglesia no solo como una organización jerárquica, sino como un "organismo viviente". Para él, la fe es una realidad interior y mística. La Iglesia es tanto un Cuerpo místico como una sociedad jerárquica. Esta idea ganó oficialidad en la encíclica Mystici Corporis de Pío XII (1943) y encontró su síntesis más elaborada en el Concilio Vaticano II (1962-1965).
Avances en la teología de «sobornost»
La teología de la «sobornost» ha sido desarrollada por teólogos como Sergei Bulgakov y George Florovsky.
La Eclesiología Eucarística
Esta nueva forma de entender la Iglesia se centra en la relación entre la Iglesia y la Eucaristía como una propuesta completa. El principal exponente es Nicolás Afanasieff, y entre sus seguidores están J. Meyendorff y A. Schmemann. Fuera de Rusia, Juan Zizioulas ha retomado y completado las ideas de Afanassieff. La Iglesia católica también ha sido influenciada por esta corriente, como se puede ver en el documento Lumen Gentium.
Koinonía en el movimiento por la unidad cristiana
El movimiento ecuménico busca la unidad entre las diferentes Iglesias cristianas. La idea de koinonía ha sido clave en estas conversaciones.
Modelos de «koinonía» en el diálogo ecuménico
«Comunidad Conciliar»
En Nueva Delhi (1961), se propuso un modelo de unidad visible donde todos los cristianos bautizados comparten la misma Eucaristía y viven una vida comunitaria. Se eligió la palabra "comunidad" (koinonía) porque define lo que es la Iglesia: una sociedad de personas llamadas por el Espíritu Santo que confiesan su fe en Cristo. Esta comunidad no implica una uniformidad rígida, sino una diversidad viva dentro de un solo cuerpo.
El tema de la koinonía se siguió profundizando en Upsala (1968), donde se destacó la "catolicidad" (universalidad) de la Iglesia. Se dijo que la plena catolicidad se logra buscando la diversidad, la continuidad con la tradición, la unidad entre las Iglesias y la unidad de toda la humanidad.
En Lovaina (1971), se inició un estudio sobre "Conceptos de unidad y modelos de unificación", que llevó a la idea de una "unidad conciliar" como una forma de traducir la realidad de la koinonía.
Catorce años después de Nueva Delhi, en Nairobi (1975), se retomó la idea de unidad visible, pero se reelaboró como una "comunidad conciliar de Iglesias locales". Esto significa que cada Iglesia local, en comunión con las otras, posee la plenitud de la catolicidad, comparte la misma fe y está guiada por el mismo Espíritu.
En Vancouver (1983), se estableció una estrategia para el camino ecuménico, fijando etapas como compartir la misma fe, reconocer mutuamente el bautismo, la Eucaristía y el ministerio, y ponerse de acuerdo sobre cómo tomar decisiones y enseñar.
En Camberra (1991), se reafirmó esta estrategia, y en 1993, se celebró una conferencia mundial en Santiago de Compostela titulada "Hacia la Koinonía en la fe, la vida y el testimonio".
Diálogos entre Iglesias
Mientras tanto, el tema de la Koinonía ha sido explorado en diálogos entre diferentes Iglesias, como el diálogo luterano-católico, anglicano-católico y católico-ortodoxo calcedonense.
En el diálogo luterano-católico, dos documentos importantes destacan la unidad en la Palabra, el sacramento y el ministerio, enfatizando que la unidad es visible, diversa y dinámica. El segundo documento profundiza en la eclesiología de comunión, explorando modelos de "uniones parciales" y "completas" entre Iglesias, y sugiriendo la recuperación de la experiencia del Concilio de Florencia y el uso de categorías como "tipos eclesiales" e "Iglesias hermanas". También subraya el "reconocimiento mutuo".
En el diálogo anglicano-católico, cinco documentos importantes (1971-1981) señalan que el concepto de «koinonía» es clave para entender el misterio de la Iglesia. La Eucaristía se presenta como un signo eficaz de la koinonía, el episcopado como un servicio a la koinonía, y el primado (el papel del Papa) como un vínculo y centro visible de la koinonía.
Otros textos se han referido al diálogo católico-ortodoxo calcedonense.
Formas de Koinonía
Las formas de organización en la Iglesia antigua se basaban en la unión entre el "uno" y los "muchos". Esta es la base de las diferentes tradiciones que se desarrollaron en Oriente y Occidente en el segundo milenio.
Formas de Koinonía en la Iglesia local
La unión entre un obispo y su comunidad es dinámica, con dos movimientos:
- Del obispo a la comunidad: el obispo como líder único.
- De la comunidad al obispo: la participación de todos (sinodalidad).
Formas de Koinonía entre las Iglesias: el "Uno"
El Emperador como autoridad suprema en Oriente
Mientras que en Occidente la caída del imperio permitió a la Iglesia ganar libertad, en Oriente no fue así. Allí se desarrolló un sistema de unión entre Iglesia y Estado, que algunos historiadores occidentales llamaron "cesaropapismo", pero que otros prefieren llamar "sinfonía". Justiniano I fue un gran defensor de este sistema, donde la Iglesia intervenía ante Dios en favor del Estado. La base de esta idea era la creencia en la unión de lo divino y lo humano en Cristo, lo que se veía como la fuente de unidad entre lo espiritual y lo material, y entre la autoridad civil y la eclesiástica.
Este sistema teocrático bizantino entró en crisis con la conquista de Bizancio por los turcos. Muchos se preguntaron cómo podía pasarle algo así a la "ciudad imperial del imperio ortodoxo, tan amada por Dios".
Rusia tenía una visión diferente. La idea teocrática bizantina seguía siendo válida, pero ahora aplicada a Rusia misma. Se decía que "la primera Roma (Roma) había caído por herejía; la segunda Roma (Constantinopla) se había unido a la primera y, por castigo, los infieles la habían conquistado. Pero la tercera Roma (Moscú) permanece y no habrá una cuarta".
Esta ideología teocrática fue perjudicial para Rusia. En poco más de dos siglos, el Estado sometió a la Iglesia. En tiempos de Pedro el Grande, el Patriarcado de Moscú fue eliminado, y la Iglesia rusa se convirtió en una Iglesia estatal, con una organización que imitaba en muchos aspectos a la Iglesia protestante.
Rechazo del primado del Obispo de Roma
El papel principal del sucesor de Pedro entre los sucesores de los Apóstoles era indiscutible (aunque no siempre claro) mientras la sede de Pedro fue también la capital del imperio. Pero cuando Constantinopla se convirtió en capital, primero al mismo nivel que Roma y luego en su lugar, surgió la pregunta de si el obispo de la antigua capital aún podía mantener su primado.
La pretensión de Constantinopla llevó a Occidente a aclarar la teología del primado y a desarrollarla en el sentido de la autoridad de Pedro.
La situación actual
La caída del imperio y la falta de una base clara para un "papado" en Oriente han debilitado mucho la unidad de las Iglesias ortodoxas. Una prueba de esto es la fragmentación de la ortodoxia en muchas Iglesias "autónomas" y "autocéfalas" (que se gobiernan a sí mismas), un fenómeno que no era común en la tradición antigua, excepto en Chipre.
El resurgimiento del "nacionalismo" (siglos siglo XVIII-siglo XIX) fue la causa de esta fragmentación. Llevó a varias Iglesias nacionales a considerar la autocefalía como un signo de madurez eclesiástica (como en Rusia (1448), Georgia (1811), Grecia (1833), Serbia (1879), Rumania (1885), Bulgaria (1872) y Checoslovaquia (1951)). Algunas, como Rusia (1589), Serbia (1920), Rumania (1923) y Bulgaria (1961), llegaron a ser reconocidas como patriarcados.
Formas de Koinonía entre las Iglesias: los "Muchos"
En la tradición oriental
En el segundo milenio, Oriente, con la excepción del concilio de Moscú de 1917-1918, no se apartó de la antigua idea de la sinodalidad (la participación de los obispos en la toma de decisiones). La celebración de sínodos y concilios, aunque con interrupciones, muestra que los obispos eran conscientes de que pertenecían a una realidad basada en la unidad del sacramento y la palabra, y por lo tanto, en la koinonía entre las Iglesias particulares.
- Absorción progresiva de los sínodos bizantinos:
La práctica de los sínodos provinciales entró en crisis en el siglo V y no se recuperó de manera satisfactoria. La razón parece ser la política de autoridad centralizada del patriarca de Constantinopla, similar a la del obispo de Roma. Esta crisis se hizo más evidente en la segunda fase de la controversia sobre las imágenes religiosas y continuó con más fuerza después de 1054.
A principios del siglo XIII, el sínodo original se transformó en lo que se llamó el sínodo permanente. Esto ocurrió después de la conquista de Constantinopla por los latinos. Muchos obispos abandonaron sus sedes para refugiarse en Nicea, cerca de la corte imperial. En esta situación, surgieron obispos que tenían el derecho de representar a otros obispos en el sínodo. Así, el sínodo que se reunía alrededor del patriarca dejó de tener una composición cambiante y comenzó a trabajar de forma permanente. Cuando, con la conquista otomana, los obispos pudieron regresar a sus diócesis, encontraron que el sínodo permanente estaba formado por miembros del alto clero y laicos de la curia del patriarca. Estos fueron reemplazados en la segunda mitad del siglo XVIII por un número limitado de obispos (de 4 a 12) que representaban legítimamente a todo el episcopado. Cuando, en ocasiones especiales, otros obispos o patriarcas participaban, el sínodo permanente se convertía ocasionalmente en un sínodo más amplio, el último de los cuales se celebró en 1872.
En la tradición occidental
- De la victoria gregoriana a la victoria sobre el conciliarismo:
Según Yves Congar, la idea de la colegialidad episcopal (la autoridad compartida de los obispos) estuvo casi ausente en la Iglesia occidental desde el siglo XI hasta el siglo XV. Esto se debió a varios factores:
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- El desarrollo de la institución de los cardenales y la idea de que ellos sucedían a los Apóstoles, quienes se reunían alrededor de Cristo. Los obispos, en cambio, eran vistos como sucesores de los Apóstoles dispersos después de Pentecostés.
- La idea de "colegio" que se impuso en los siglos siglo XII y siglo XIII: se concebía un colegio como una comunidad con sus propios órganos y que a menudo requería una reunión física. Esto hizo que la idea de colegialidad fuera monopolizada por el colegio de cardenales.
- El desarrollo de la ideología papal, especialmente después de la reforma gregoriana y gracias a los teólogos del siglo XII. El Papa Inocencio III dio un desarrollo completo a las ideas de "plenitud de poder" y "vicario de Cristo". La actividad conciliar en Occidente, menos intensa que en Oriente, era vista como una expresión del poder papal. Las reacciones contra la monarquía papal no lograron imponerse. El papado venció al conciliarismo (movimiento que defendía la autoridad de los concilios sobre el Papa) en el Concilio de Florencia (1438-1439) y el Lateranense (1512-1517).
- De la victoria sobre el conciliarismo al Concilio Vaticano II:
La idea de colegialidad comenzó a resurgir a partir del Galicanismo (un movimiento que defendía la autonomía de las Iglesias nacionales frente al Papa), el Concilio Vaticano I y, finalmente, el Concilio Vaticano II.