Guerra numantina para niños
La Guerra Numantina fue un conflicto importante que ocurrió en la antigua Hispania, la península ibérica de hoy. Fue la última parte de las guerras celtíberas, donde la República romana luchó contra las tribus celtíberas que vivían cerca del río Ebro. Esta guerra duró unos veinte años, con batallas que iban y venían.
Comenzó en el año 154 a.C. por una revuelta de algunas tribus celtíberas. Esta primera etapa terminó en el 151 a.C. Sin embargo, en el 143 a.C., la ciudad de Numancia se levantó de nuevo. Finalmente, el general romano Escipión Emiliano asedió y tomó Numancia a principios del año 133 a.C.
Datos para niños Guerra numantina |
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Parte de Conquista de Hispania Guerras celtíberas |
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El último día de Numancia (1881), de Alejo Vera, refleja el momento en que los últimos defensores numantinos deciden no ser capturados por los romanos.
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Fecha | 154–primavera del 133 a. C. | |||
Lugar | Hispania | |||
Resultado | Victoria decisiva romana | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Contenido
¿Por qué comenzó la Guerra Numantina?
La República romana quería controlar toda la península ibérica. Sin embargo, algunos pueblos como los arévacos, vacceos, tittos, bellos y lusitanos se resistieron con valentía. Uno de los primeros enfrentamientos contra Numancia ocurrió en el año 154 a.C., durante la segunda guerra celtíbera.
La Segunda Guerra Celtíbera (154 a.C. - 151 a.C.)
Los habitantes de Segeda, la capital de los Belos, no querían enviar soldados ni pagar impuestos a Roma. Además, estaban construyendo una nueva muralla. El Senado envió al cónsul Quinto Fulvio Nobilior con un gran ejército de 30.000 soldados. Esto sugiere que Roma buscaba un objetivo más grande que solo castigar a una pequeña ciudad.
La llegada de este ejército hizo que los segedenses se refugiaran con los arévacos en Numancia. Los arévacos y segedenses, liderados por Caro de Segeda, se enfrentaron a los romanos. Aunque eran menos, lograron vencer a las tropas romanas, causando más de 6.000 bajas, pero Caro también falleció. En ese momento, Numancia tenía una fuerte muralla y un ejército de unos 20.000 soldados y 5.000 jinetes. Con el tiempo, el número de defensores de Numancia disminuyó a medida que Roma controlaba más territorios.
Después de su derrota, Fulvio Nobilior comenzó a sitiar Numancia. Recibió refuerzos del rey númida Masinisa, incluyendo 10 elefantes. Los numantinos nunca habían visto elefantes y se asustaron. Sin embargo, una gran piedra hirió a uno de los elefantes, que se volvió loco y atacó a los romanos. Este caos permitió a los celtíberos atacar, matando a unos 4.000 romanos.
Fulvio Nobilior no intentó más ataques y pasó el invierno en su campamento, sufriendo escasez de alimentos y ataques constantes de los numantinos.
Al año siguiente, en el 152 a.C., Claudio Marcelo fue nombrado cónsul. Los celtíberos lograron un acuerdo de paz con él, que incluía el pago de un impuesto. Sin embargo, el Senado romano no aceptó este acuerdo. A pesar de esto, los numantinos y Marcelo llegaron a un acuerdo de paz a cambio de dinero, que se mantuvo hasta el 143 a.C.
Conflictos con los Lusitanos
Mientras tanto, en otra parte de Hispania, estallaron las guerras lusitanas. El cónsul romano Servio Sulpicio Galba sometió a los lusitanos. Les prometió tierras y paz, pero luego ordenó que los mataran. Cerca de 30.000 lusitanos fueron engañados y asesinados. Solo unos pocos sobrevivieron, entre ellos Viriato, quien más tarde lideraría una gran rebelión contra los romanos.
La Guerra Numantina (143 a.C. - 133 a.C.)
Los intentos fallidos de Roma
En el 143 a.C., después de varias victorias de Viriato y el aumento de la tensión, los celtíberos se levantaron de nuevo. Roma consideró esta rebelión muy seria y envió un gran ejército de más de 30.000 soldados al mando del cónsul Cecilio Metelo. Metelo estuvo en Hispania dos años, pero no logró tomar Numancia ni Termancia. Los numantinos intentaron negociar la paz, pero se negaron a entregar sus armas. Roma se enojó mucho, ya que la resistencia de Numancia ponía en duda el prestigio militar romano.
El sucesor de Metelo, Quinto Pompeyo, llegó con unos 30.000 soldados de infantería y 2.000 jinetes. Al principio, logró algunas victorias y rodeó la ciudad. Pero el duro invierno, la falta de recursos y las victorias numantinas lo obligaron a negociar un tratado de paz secreto. Este tratado aseguraba la permanencia de Numancia y la retirada de las tropas romanas.
En el 139 a.C., el general Marco Popilio Lenas tomó el mando. Cuando los numantinos quisieron hacer valer el tratado de Quinto Pompeyo, Lenas dijo que no reconocía ningún acuerdo que no hubiera sido firmado por el Senado romano.
Roma decidió ignorar el tratado de paz y envió a Cayo Hostilio Mancino con 40.000 hombres en el 136 a.C. Mancino atacó la ciudad, pero fue rechazado varias veces por los 4.000 defensores. Las tropas romanas fueron rodeadas de nuevo, y Mancino se vio obligado a aceptar un tratado de paz, esta vez en peores condiciones para Roma. Gracias a su cuestor Tiberio Graco, se logró salvar a 20.000 soldados romanos. El Senado tampoco ratificó este tratado y castigó a Mancino por la derrota. Fue devuelto a Hispania para ser entregado a los numantinos como prisionero, pero ellos lo rechazaron, dejándolo fuera de las murallas.
Después de esto, tres cónsules romanos, Marco Emilio Lépido Porcina, Lucio Furio Filo y Quinto Calpurnio Pisón, no se atrevieron a atacar Numancia. Calpurnio Pisón, en cambio, dirigió sus tropas hacia la tierra de los vacceos, saqueando y tomando prisioneros en la ciudad de Pallantia.
La llegada de Escipión Emiliano
La resistencia de Numancia seguía siendo un gran desafío para Roma. En el 134 a.C., el Senado encargó la tarea de someter la ciudad a Publio Cornelio Escipión Emiliano, quien ya había vencido a Cartago en la tercera guerra púnica. Escipión Emiliano viajó a Hispania Citerior y reunió un ejército de 20.000 hombres, más 40.000 soldados auxiliares, incluyendo caballería númida del rey Yugurta. En total, tenía unos 60.000 soldados.
Escipión comenzó por entrenar duramente a su ejército. Eliminó a los comerciantes, adivinos y sirvientes, y vendió los carros y equipajes innecesarios. Quería que su ejército fuera disciplinado y resistente. Una vez logrado esto, trasladó su campamento cerca de Numancia, con cuidado de no dividir sus fuerzas ni atacar sin antes explorar.
Cuando Escipión Emiliano llegó a Numancia a finales del otoño del 134 a.C., decidió tomar la ciudad por bloqueo, no por asalto, ya que los intentos anteriores habían fallado. Ordenó la construcción de varios campamentos y una sólida valla de unos 4 kilómetros alrededor de las murallas, usando cerca de 36.000 estacas.
Una vez que las defensas estuvieron listas, los soldados pudieron construir una muralla y un foso de unos 9.000 metros. Aún hoy se pueden ver restos de esos campamentos romanos, conocidos como Castillejo, Travesadas, Valdevortón, Peñarredonda, La Rasa, Dehesillas y Alto Real.
El asedio final a Numancia

Con el sistema de fortificaciones, el bloqueo buscaba cortar todas las vías de apoyo y suministros a los numantinos, incluyendo el agua. El ejército romano se preparó para una larga espera.
Sin embargo, los numantinos intentaron varias veces romper el cerco y buscar ayuda. Uno de los que más lejos llegó fue el jefe numantino Retógenes el Caraunio. Él y un grupo de soldados lograron pasar las defensas romanas y llegaron a la ciudad de Lutia. Otras ciudades como Termancia y Uxama les habían negado ayuda por miedo a Escipión Emiliano.
Los jóvenes de Lutia querían ayudar a Retógenes, pero los ancianos, temiendo las represalias romanas, informaron a Escipión. Él marchó sobre Lutia y capturó a 400 jóvenes, a quienes les ordenó cortar la mano derecha para que no pudieran luchar contra Roma. Retógenes pudo haber estado entre ellos. Más tarde, Retógenes fue capturado y su cuerpo fue dejado frente a las murallas de Numancia.
Después de quince meses de asedio, y debilitada por la falta de alimentos y enfermedades, la ciudad finalmente fue tomada en el verano del 133 a.C. Sus habitantes, sin embargo, prefirieron destruir la ciudad y sus casas para que no cayeran en manos de los romanos. Cuando el ejército de Escipión Emiliano entró en la ciudad, encontró pocos supervivientes. Estos fueron llevados a Roma como prisioneros y vendidos como esclavos.
Después de la Guerra Numantina
Al finalizar la guerra y establecer la paz en la región, Escipión Emiliano regresó a Roma con muchos honores y un gran botín. Su victoria le valió el apodo de Numantino. Su gran triunfo trajo un período de paz a Hispania, que duró hasta el inicio de la guerra de Sertorio (82 a.C.-72 a.C.). Después de otros conflictos como las guerras cántabras (29 a.C.-19 a.C.), la región se adaptó completamente a la cultura romana, perdiendo con el tiempo sus costumbres originales.
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: Numantine War Facts for Kids