Escuela Payanesa para niños
La Escuela Payanesa es el nombre que se le da a un estilo de arte, principalmente religioso, que nació a principios del siglo XVII en la ciudad de Popayán, Colombia. Tuvo su época de mayor esplendor entre los siglos XVIII y XX, y aún hoy sigue existiendo. Se especializó más en la escultura y el tallado de madera que en la pintura. Recibió mucha influencia del arte de España y de Quito, siendo considerada una rama regional de la Escuela Quiteña. Su influencia se limitó a la región de Popayán, que durante la época colonial formó parte de la Real Audiencia de Quito y del Virreinato del Perú (desde 1542 hasta 1717), y luego del Virreinato de Nueva Granada hasta la independencia de Colombia en 1810.
Una gran razón para la existencia y el crecimiento de esta escuela fue la creación y el desarrollo de las Procesiones de Semana Santa. Estas procesiones se han celebrado casi sin interrupción desde el año 1556. Se han convertido en la expresión cultural más importante de la ciudad y fueron declaradas Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco en septiembre de 2009.
Historia de la Escuela Payanesa
¿Cómo surgió la Escuela Payanesa?
Después de la llegada de los exploradores españoles en 1536 y la fundación de Popayán en 1537 por Sebastián de Belalcázar, muchas familias españolas importantes se establecieron en el Valle de Pubenza. Esta zona era rica en recursos minerales y agrícolas, que eran trabajados por personas de origen africano e indígena. Con el tiempo, también llegaron misioneros para enseñar la religión a los nativos. Con toda esta nueva población, llegaron también obras de arte y muebles de Europa, que sirvieron de inspiración para crear nuevas piezas en la recién formada Provincia de Popayán.
Entre las primeras obras de arte que llegaron de España a Popayán, destaca la imagen de Nuestra Señora del Rosario. Otras obras importantes fueron el Amo Jesús Nazareno (de la escuela italiana), que fue el primer protector de la ciudad, y el conjunto del Calvario (La Dolorosa, San Juan Evangelista y El Cristo en Agonía), de la escuela sevillana.
Poco a poco, a medida que la ciudad crecía, se construyeron los primeros templos coloniales. Estos templos necesitaban decoraciones hermosas para honrar a Dios y mostrar la riqueza de quienes los apoyaban. Por eso, a finales del siglo XVI, se animó a artistas de España y Quito a venir a Popayán, ya que la escuela de arte de Quito ya estaba muy desarrollada.
Un momento clave fue el inicio de la tradición de la Semana Santa en 1556. Esto impulsó el desarrollo de esta nueva rama del arte, que prometía ser muy exitosa. Popayán se convirtió en un centro de comercio importante gracias a las riquezas de las minas y su ubicación estratégica en el ''Camino Real Español'', que conectaba puertos y ciudades importantes.
El siglo XVII: Crecimiento y nuevas influencias
Con la llegada de familias poderosas como los Valencia, Arboleda y Mosquera, más artistas y maestros de las Escuelas Quiteñas y Española llegaron a Popayán. Estos maestros embellecieron la ciudad con el estilo Barroco, que se estaba extendiendo por toda Europa católica. Este estilo se mezcló con influencias indígenas y africanas, creando un arte único en la región. En este siglo, también se establecieron nuevas órdenes religiosas en la ciudad, como los Agustinianos, Jesuitas y Betlemitas.
A principios de 1610, se terminó de construir la iglesia más antigua de la ciudad que aún sigue en pie: la Ermita de Jesús Nazareno. Para esta iglesia, se encargó un hermoso retablo a la naciente escuela de arte de Popayán. Este altar, terminado en 1617, tenía tres nichos, columnas y estaba decorado con pan de oro y colores intensos.
También destaca el púlpito de la Ermita, una pieza hermosa hecha con los mismos materiales que el altar mayor. Lamentablemente, estas son las pocas obras de arte de la Escuela Payanesa de los primeros años que se conservan, ya que la Ermita fue el único templo que sobrevivió casi intacto a los eventos del siglo XVIII.
El siglo XVIII: Reconstrucción y esplendor

Después de un cambio de siglo que vio el fin de la dinastía de los Austrias en 1700 y el inicio del reinado de los Borbones en España, la vida en Popayán y en todo el continente cambió mucho.
Un terremoto el 2 de febrero de 1736 destruyó casi toda la ciudad. Muchas obras de arte barroco de los siglos anteriores se perdieron, quedando solo la Ermita y algunas casas. Esto hizo que se necesitara más mano de obra especializada, que llegó de Europa.
Fue en este momento cuando Popayán adquirió su aspecto actual, que ha cambiado poco desde entonces. Durante esta época, hubo un gran desarrollo en el tallado de retablos y fachadas de piedra en iglesias y casas, debido a las obras de reconstrucción. Los monumentos que vemos hoy son de este periodo.
Para revitalizar la cultura y las procesiones, las familias ricas de la ciudad comenzaron a apoyar a los artistas. Destacan los Arboleda, los Valencia y los marqueses de San Miguel de la Vega. A medida que la ciudad renacía, también crecía la riqueza de sus habitantes gracias a la ganadería y la minería.
El siglo XIX: Desafíos y cambios
Con el inicio de las guerras de independencia, Popayán comenzó un periodo de decadencia. El gran esplendor de la ciudad fue desapareciendo poco a poco.
El primer evento que marcó este cambio fue el gran traslado de bienes de las iglesias por parte de las tropas bajo el mando de Antonio Nariño. Cientos de piezas de arte muy valiosas fueron tomadas para apoyar la causa independentista. Objetos de oro y plata se convirtieron en monedas, e incluso los pesos de plomo de la Torre del Reloj fueron usados para hacer balas de cañón.
En medio de la inestabilidad del país, muchas familias adineradas de Popayán se fueron. Esta situación empeoró con las guerras civiles posteriores y una ley que quitó propiedades a las órdenes religiosas, que fueron expulsadas del país.
A pesar de la difícil situación social y política, a mediados de siglo hubo un resurgimiento de la orfebrería (trabajo con metales preciosos) en Popayán. Se hicieron muchos cálices y custodias para reemplazar lo que se había perdido.
Sin embargo, la escuela de arte religioso propia de la ciudad decayó. También disminuyó la llegada de nuevas obras de otros lugares como Ecuador y España para las procesiones. Por eso, no hay imágenes de Popayán de este siglo que desfilen en la Semana Santa.
El siglo XX: Resurgimiento y nuevos talentos
La llegada del Ferrocarril del Pacífico a principios del siglo XX ayudó a Popayán a salir de su aislamiento y atraso. La economía se reactivó lentamente, ya que la ciudad era un punto estratégico de conexión.
Las procesiones de Semana Santa casi se habían extinguido debido a las guerras y la inestabilidad. Para proteger y promover el legado religioso de Popayán, en 1939 se fundó la Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán, gracias a la iniciativa del maestro Guillermo Valencia.
Fue entonces cuando la Escuela Payanesa tuvo la oportunidad de resurgir, con el apoyo de las antiguas cofradías coloniales, ahora convertidas en Juntas. La necesidad de restaurar imágenes antiguas y crear nuevas andas y adornos hizo que las expresiones artísticas volvieran a florecer.
En este periodo, destaca el maestro Efraím Martínez por sus famosos cuadros. También Alfonso de los Reyes Peñaherrera, cuyas obras son importantes para la Semana Santa, como ''La Piedad'' (inspirada en la del Vaticano). Con la llegada de Guillermo León Valencia a la política en los años 50, se reactivó la importación de imágenes del extranjero para enriquecer las procesiones. En 1960, Valencia trajo de España al escultor José Ascencio Lamiel para realizar varios proyectos, como una réplica del Santo Ecce Homo de Popayán.
Lamentablemente, este resurgimiento del arte fue breve. El 31 de marzo de 1983, un devastador terremoto destruyó gran parte del centro de la ciudad y causó una terrible situación económica. No solo había que reconstruir los edificios históricos, sino también restaurar las obras de arte afectadas, por lo que no hubo dinero para continuar con la Escuela Payanesa.
El siglo XXI: Continuidad y nuevas generaciones
Después de la reconstrucción del centro histórico a finales del siglo XX y principios del XXI, se reanudó la llegada de imágenes del exterior, especialmente de Ibarra, Ecuador, de la mano del maestro Alcides Montesdeoca.
Además, en 1995 se creó la Fundación Escuela Taller de Popayán con el apoyo de varias instituciones. Su objetivo es promover las expresiones artísticas y culturales de la región, incluyendo la creación y restauración de obras de arte. Por eso, esta fundación, junto con el taller de la Junta Permanente Pro Semana Santa, son consideradas las herederas de la Escuela Payanesa en la actualidad.
También existe otra rama que se considera heredera de esta Escuela: ''El Taller Artesanal de Yanaconas'', ubicado en el barrio de Yanaconas. Cuenta con artistas como los escultores Raúl y Francisco Javier Perugache, quienes han contribuido con varias obras para enriquecer la Semana Santa, como la restauración completa de la Procesión de Lunes Santo en 2017.
Características del arte payanés
Escultura (Imaginería)
La escultura payanesa, desde sus inicios, fue influenciada por la Escuela Quiteña, que mezclaba la cultura europea e indígena con estilos renacentistas, barrocos y neoclásicos. También fue muy inspirada por las corrientes artísticas españolas, especialmente la andaluza (de Sevilla o Córdoba). La mezcla de culturas en España (morisca, judía, cristiana) influyó en el Nuevo Mundo a través de la migración y la mezcla con las poblaciones nativas y africanas, lo que dio originalidad a las expresiones artísticas de Quito y Santafé.
Con el descubrimiento de la técnica del ''encarnado'' (una mezcla que daba un brillo especial a las obras, similar a la porcelana) por los maestros quiteños en el siglo XVI, hubo una revolución en el arte colonial. Las esculturas hechas en Popayán siguieron las pautas de Quito y España, mostrando un buen conocimiento del cuerpo humano, expresiones faciales y corporales dramáticas (dolor, miedo, asombro), vestimenta de la época y una rica ornamentación con telas finas y metales. Pero una de sus características más especiales fue la adición de una capa de pigmentos y oro batido antes del encarnado.
Lamentablemente, como casi todas las obras eran para fines religiosos y donaciones de familias ricas, no se le dio importancia al nombre de los artistas en la época colonial, por lo que muchas creaciones son anónimas.
Algunos de los artistas conocidos de esta rama son:
- José de Morales Fravega (siglos XVII y XVIII)
- Alfonso Maria de los Reyes Realpe (ecuatoriano que vivió temporalmente en Popayán) (siglo XX)
- José Ascencio Lamiel (español que vivió temporalmente en Popayán) (siglo XX)
- Francisco Javier Perugache (siglo XXI)
- Raúl Perugache (siglo XXI)
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Santo Ecce Homo, obra procedente de San Juan de Pasto, con acabado en Popayán por José de Morales Fravega en 1713, Santuario de Belén.
Pintura
Esta parte de la escuela no se desarrolló mucho en la época colonial, ya que se le dio más importancia a la escultura debido a la fuerte tradición de la Semana Santa. Sin embargo, se conservan varios ejemplos de gran calidad artística, que muestran una clara influencia de la escuela quiteña. Se pueden ver rasgos de la mezcla de culturas en los personajes retratados y elementos propios de la región de Popayán, como la flora local, todo combinado con estilos barrocos y neoclásicos.
Algunos ejemplos de pintura mural o sobre madera se encuentran en los retablos de la San Francisco y en La Encarnación, o en las paredes de El Carmen, La Ermita y San José.
En el siglo XX, la pintura payanesa resurgió y mejoró con el maestro Efraím Martínez, nacido en Popayán en 1898. Él es considerado el mejor pintor de la Escuela de Pintura de la Universidad del Cauca y de la ciudad en general. Sus obras más destacadas son La Apoteosis de Popayán, que fue por un tiempo el cuadro más grande del mundo, y varios retratos de Guillermo Valencia y su familia. Después del terremoto de 1983, varios artistas payaneses se encargaron de restaurar los templos, como Rodrigo Valencia en la Iglesia de San José.
Entre los pocos artistas conocidos de esta rama de la escuela están:
- Francisco Javier Cortés de Alcocer (parte del taller de los Hermanos Cortés Alcocer) (siglo XVIII)
- Nicolás Cortés de Alcocer (parte del taller de los Hermanos Cortés Alcocer) (siglo XVIII)
- Antonio Cortés de Alcocer (parte del taller de los Hermanos Cortés Alcocer) (siglo XVIII)
- Rodrigo Valencia (siglo XX)
- Efraím Martínez (siglo XX)
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Altar de San Francisco Javier, obra mural payanesa del siglo XVIII de autor anónimo. Iglesia de San Francisco.
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La Apoteosis de Popayán, monumental lienzo obra de Efraím Martínez del siglo XX. Paraninfo Francisco José de Caldas.
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Profeta Daniel, pechina de la cúpula de la Iglesia de San José, obra de Rodrigo Valencia del siglo XX (1983).
Orfebrería y Platería
Cuando los metales preciosos de la Provincia de Popayán (como los de Chocó, Barbacoas o Almaguer) comenzaron a llegar a la ciudad, surgió la necesidad de embellecer las procesiones y mostrar la riqueza de las familias que apoyaban las iglesias. Así, a finales del siglo XVI, comenzó la fabricación de accesorios de lujo con piedras preciosas locales como las esmeraldas y otras importadas como el lapislázuli. Esta actividad se intensificó con la fundación de la Casa de Moneda y un taller de enseñanza de orfebrería en su interior. Esta rama de la escuela payanesa continuó sin interrupción hasta el cierre de la Casa de Moneda en 1820.
Con el traslado de bienes por Antonio Nariño a principios del siglo XIX, fue urgente reemplazar los objetos perdidos y dar una imagen de revitalización a la Arquidiócesis. Esto llevó a un resurgimiento de la orfebrería payanesa, que creó obras magníficas no solo para los actos religiosos, sino también para adornar los tronos de la Semana Santa. Esta nueva rama ha perdurado hasta la actualidad y es muy solicitada.
Las obras más destacadas van desde las más antiguas, como la Corona de los Andes, hecha alrededor de 1590 totalmente en oro y esmeraldas (incluida una que perteneció al Inca Atahualpa), ofrecida a Santa María de la Asunción de Popayán para el fin de una enfermedad. También hay objetos como potencias de Jesucristo, sagrarios de plata, alas y diademas de ángeles, mallas y varillas para los pasos de Semana Santa, resplandores para imágenes de la Virgen, tronos para Jesús y las famosas custodias. Muchas de estas obras se exhiben en el Museo Arquidiocesano de Arte Religioso de Popayán.
Entre los artistas conocidos de esta rama de la escuela están:
- Antonio Rodríguez y Nicolás Álvarez (crearon la Custodia del Águila Bicéfala) (1673) (siglo XVII)
- Rafael Paz (creó la corona imperial de Nuestra Señora de Belén en 1689) (siglo XVII)
- José de la Iglesia (1740) (creó el ostensorio de la Custodia de la Santísima Trinidad) (siglo XVIII)
- Francisco Javier de Guzmán (1747) (siglo XVIII)
- Francisco Paredes (creó la Custodia de la Ermita de Jesús Nazareno) (siglo XVIII)
- José Arboleda (creó los rayos de resplandor, media luna y trono de plata de Nuestra Señora de los Dolores) (siglo XVIII)
- Luis Carlos Valencia Guevara (creó la cruz de plata del Santo Cristo de San Agustín) (siglo XX)
- Rafael Ramos (creó la platería del paso del Santo Ecce Homo) (siglo XXI)
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Corona de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán, obra anónima del siglo XVI (1590). Museo de Arte Metropolitano de Nueva York.
Ebanistería (Trabajo en madera)
Esta es, sin duda, la rama más impresionante de la Escuela Payanesa y quizás el mejor legado de la época colonial, que hace a la ciudad famosa en el mundo.
Las primeras obras se remontan al siglo XVII. Durante los primeros años después de la fundación, solo se pudieron construir unas tres iglesias que fueron destruidas por un terremoto en 1560. Con la construcción de la segunda Catedral y la Ermita de Jesús Nazareno entre 1590 y 1617, se trajeron maestros de Quito y España para realizar los trabajos y enseñar a aprendices locales. Esto dio origen a la escuela en general. De estas primeras obras, solo se conservan las realizadas en la Ermita.
Después del terremoto de 1736, las familias nobles y ricas pidieron muchas decoraciones para los nuevos templos reconstruidos. Destaca Sebastián, conocido como el ''Maestro de la Encarnación o de 1756'', autor de los retablos de la iglesia del mismo nombre y de Santo Domingo, considerados por algunos como los más hermosos de la ciudad. Otras obras se encuentran en todos los templos, especialmente en San Agustín y San Francisco. Sin embargo, la Catedral no tiene altares barrocos de esta época porque la segunda catedral se arruinó en 1784, y la actual se construyó en el siglo XIX, cuando la escuela payanesa ya había desaparecido.
Entre los pocos artistas conocidos de esta rama de la escuela están:
- Camilo Guevara (siglo XVIII)
- Maestro Sebastián (conocido como ''El Maestro de la Encarnación'') (siglo XVIII)
- Marcelino Pérez de Arroyo (aportó planos y diseños de algunos retablos) (siglo XVIII)
- Francisco José de Caldas (aportó el plano y diseño del púlpito de Santo Domingo) (siglo XVIII)
- Adolfo Dueñas (siglo XIX)
- Rodrigo ''El Oso'' Alegría (siglo XXI)
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Altar mayor de la Iglesia de Santo Domingo, obra de Camilo Guevara con planos de Marcelino Pérez de Arroyo del siglo XVIII
Mampostería y Cantería (Trabajo en piedra y ladrillo)
Popayán, al estar en el valle de Pubenza en plena Cordillera de los Andes, siempre tuvo acceso a piedra local, especialmente de las orillas del río Cauca. También se sabe que se trajo piedra de lugares más lejanos. El ladrillo se elaboraba en sitios cercanos.
No hay muchas obras de mampostería payanesa de los siglos XVI y XVII, aparte de las de la Ermita o los portales de algunas casas. Fue a partir de 1736 cuando esta rama de la Escuela realmente despegó. Sus obras civiles más destacadas son los grandes portales que enmarcan las entradas de las casas de familias adineradas, como las casas Rosada, Museo Guillermo Valencia, Torres Tenorio, Caldas, del Regente, Belalcázar, y la sede de la Junta Permanente Pro Semana Santa, entre otras.
En el ámbito religioso, la obra más famosa y completa de mampostería payanesa es la gran fachada que enmarca la entrada principal de la Iglesia de Santo Domingo. Esta fachada, con características incaicas y una mezcla de elementos nativos y europeos, fue hecha con piedra y ladrillo traídos de Pisojé por artesanos indígenas y criollos, y se terminó en 1741. Uno de los escultores de piedra coloniales más reconocidos fue Miguel Aguilón, quien realizó la magnífica fachada de piedra de la Iglesia de San Francisco, tallando las imágenes de Santo Domingo y el patrón del templo flanqueando a la Inmaculada Concepción. También hizo la imponente cruz en la explanada del Santuario de Belén, que lleva su firma y la fecha de finalización en el Jueves Santo de 1789.
A principios de los años 1940, la mampostería payanesa revivió con los trabajos de decoración de los Quingos en la colina de Belén. Con el apoyo de la Junta Pro Culto al Santo Ecce Homo y la familia Peñaherrera, se encargó a Alfonso de los Reyes que esculpiera las 14 estaciones del Viacrucis sobre pedestales de piedra a lo largo del camino. Este lugar es un punto de peregrinación importante cada Viernes Santo.
Entre los pocos artistas conocidos de esta rama de la escuela están:
- Miguel Aguilón (siglo XVIII)
- Antonio Aguilón (siglo XVIII)
- Roque Navarrete (terminó la fachada de la Iglesia de San Francisco hacia 1788) (siglo XVIII)
- Alfonso de los Reyes Peñaherrera (creó las estaciones del viacrucis de Los Quingos de Belén) (siglo XX)
- Lucio Mesías (parte del taller ''Canteros Payaneses'') (siglo XX)
- Sandro Velasco (parte del taller ''Morfos-Piedra de Cantera'') (siglo XX)
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Cruz de piedra del Santuario de Belén, obra de Miguel Aguilón del siglo XVIII (1789).
Indumentaria religiosa y Textilería tradicional
Desde la época colonial, las telas más caras se importaban de Europa, como el damasco, el terciopelo, el lino, el encaje y la seda. Estas telas eran usadas por la nobleza de Popayán para mostrar su riqueza. Las tejedoras locales eran expertas en esta labor, ya que en esa época, los trabajos de indumentaria religiosa y textilería eran realizados por mujeres, tanto laicas como religiosas. Por eso, esta rama fue llevada a cabo por las mujeres payanesas durante el virreinato.
Los mejores trabajos de textilería de la ciudad han sido, sin duda, los sitiales o palios, que son la parte superior de los pasos de Semana Santa. Sostenidos con varillas de plata, son exclusivos para las imágenes de Jesús y María, ya que simbolizan su realeza. Otros ejemplos son los relacionados con los oficios religiosos católicos, como las capas pluviales, mitras, paños, manteles y vestiduras para cada evento del calendario litúrgico, que desde la colonia han sido muy importantes para la ciudad.
Finalmente, destacan los trajes tradicionales que están muy relacionados con la Semana Santa. Uno de ellos es el traje del Carguero, que es de estilo andaluz (traído por el obispo Salvador Ximénez y Enciso). Consiste en una túnica de color azul oscuro a negro con un capirote (que al principio ocultaba la identidad de quien lo llevaba) y un paño de lino con encaje especial. Sin embargo, desde 1840, por orden provincial, no se debe llevar cubriendo el rostro en procesiones.
La Sahumadora (chicas de 17 a 22 años) lleva el traje conocido como de Ñapanga. Durante la época española, las ñapangas eran mujeres mestizas libres que realizaban diversos trabajos para su sustento y eran conocidas como ''la mujer del pueblo''. Su vestimenta consiste en una falda amplia de bayeta de varios colores con enaguas de borde de letines, y una blusa de lino sobre la que llevan una chalina negra (solo el Viernes Santo). Como adornos, usan aretes y una cruz de filigrana de oro en el pecho, y como calzado, un par de alpargatas. Ellas tienen la función de quemar incienso en los pasos donde van Jesús o su madre, como señal de respeto.
Los paños y vestiduras que llevan tanto el carguero como la sahumadora son hechos a mano y muestran todo el legado centenario de la cultura de Popayán. Además, así está establecido en la declaración de las procesiones de Semana Santa y su entorno como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco el 30 de septiembre de 2009.
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Cargueros y Sahumadora del paso del Cristo de la Expiración (El Cachorro). Jueves Santo
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Paso La Negación, sitial y vestiduras de las imágenes son obras payanesas del siglo XXI. Miércoles Santo.
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Véase también
- Semana Santa en Popayán
- Escuela Quiteña
- Escuela cuzqueña de pintura
- Escuela sevillana de escultura
- Escultura en España
- Museo Arquidiocesano de Arte Religioso de Popayán