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Batalla de Araure para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Batalla de Araure
Parte de Guerra de Independencia de Venezuela
La entrega de la bandera del Numancia al Batallón Sin Nombre.jpg
Entrega de la bandera del Numancia al batallón sin nombre por Martín Tovar y Tovar, 1883.
Fecha 5 de diciembre de 1813
Lugar Cerca de Araure, actual Portuguesa, Venezuela
Coordenadas 9°34′00″N 69°13′00″O / 9.5666666666667, -69.216666666667
Resultado Victoria republicana decisiva
Combatientes
Realistas:
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Imperio español
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Llanos de Apure
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Comarca de Coro
Patriotas:
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Segunda República de Venezuela
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Estado de Centro-Occidente
Comandantes
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg José Ceballos
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg José Antonio Yáñez
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Miguel Correa 
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Ramón Correa
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Remigio Ramos
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Pedro Luis Inchauspe
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Andrés Torrellas
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg Isidoro Quintero Ejecutado
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg José Antonio Puy
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Simón Bolívar
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Rafael Urdaneta
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Vicente Campo Elías
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Manuel Manrique
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Manuel Villapol
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Florencio Palacios
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Manuel Pulido
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Manuel Gogorza
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Luis Rivas
Bandera de la Guerra a Muerte.svg Pedro Briceño Pumar
Fuerzas en combate
5000-7000 5000-6000
Bajas
500-1000 muertos 800 muertos

La batalla de Araure fue un enfrentamiento militar librado el 5 de diciembre de 1813, durante la guerra de independencia de Venezuela, entre las fuerzas patriotas lideradas por el capitán general Simón Bolívar y las realistas encabezadas por el coronel José Ceballos y el coronel José Antonio Yáñez, acabando con una victoria de las primeras.

Antecedentes

Situación previa

Tras la campaña Admirable de 1813, el brigadier realista José Ceballos se atrincheró en Coro, el capitán general Juan Manuel de Cajigal y Martínez se refugió en Puerto Cabello, fortaleza sometida a asedio, y en la cuenca del río Apure el coronel José Antonio Yáñez formaba una milicia de llaneros, bandidos y esclavos cimarrones dedicada al pastoreo y abigeato a hacendados. Como indicaba el diplomático español Julio Albi de la Cuesta, los españoles sólo conservaron la franja costera entre Maracaibo y Puerto Cabello, pero la situación no era desesperada, pues incluía la ciudad de Maracaibo, la formidable fortaleza de Puerto Cabello, la fidelísima Coro. Además, contaban con el apoyo de la provincia de Guayana y de Santa Marta, y en los Llanos empezaban a organizar un levantamiento favorable a la monarquía.

El Libertador Simón Bolívar, en lugar de marchar inmediatamente sobre los debilitados bastiones monárquicos, se dirigió a Caracas a formar su gobierno junto al general Santiago Mariño, ambos dominaban el centro-oeste y este venezolano, pero muchas de sus guarniciones o partidas volantes no podían defender a una población que debía buscar refugio en los bosques o se unía a los guerrilleros monárquicos. En 1813 los patriotas decididos debían ser un 5% de la población, contando con la simpatía de otro cuarto o tercio del total, en especial entre la aristocracia, pero pronto agotarían sus recursos materiales y moral en una guerra sin fin, cada vez más encarnizada y que perdían. En cambio, los realistas contaban con la simpatía de quizás el 80%, aunque solo un octavo o sexto de la población eran verdaderos monárquicos. En el fondo, la mayoría era neutral y se sumaba al grupo que mejor le garantizara el orden o que los presionara más. Cuando los patriotas activos estuvieron al mando, un 90 o 95% de los venezolanos apoyo en acción u omisión el proceso esperando una independencia pacífica y considerando a España condenada a la conquista francesa. Cuando la ruina financiera causada por la inexperiencia administrativa y dogmatismo ideológico de los republicanos se sintió, el pueblo dejó de apoyarlos.

Guerra social

La movilización de pardos empezó cuando José Félix Ribas, Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Francisco Antonio Paúl, Miguel Peña, Ramón García de Sena, Antonio Muñoz Tebar y otros patriotas exaltados usaron a sus esclavos e inquilinos como fuerza de choque para defender sus intereses. Pero fueron los realistas quienes hicieron un esfuerzo mayor para ganar su apoyo y formar miliciasen los Llanos. Libertos y esclavos negros tenían un eterno deseo de darle muerte a los blancos y mestizos y hacerse de sus bienes y mujeres. Entre tanto, los indios, muy mezclados con los mestizos, buscaban mantenerse al margen del conflicto tanto como el resto del populacho, pero por activismo de sus párrocos se sentían inclinados al realismo.

En esos momentos la guerra se volvió encarnizada. El realista Zuazola pagaba un peso por cada oreja de patriota que sus hombres traían, llegando a enviar cajones llenos a Cumaná, donde los catalanes locales lo celebraron. El patriota Arismendi hizo ejecutar en Margarita a todos los prisioneros que capturó, incluyendo al gobernador, el coronel Pascual Martínez. Su correligionario Piar no muestra piedad en Maturín y deja los cuerpos de sus enemigos a las aves carroñeras. Canarios y peninsulares sufrieron la represión y pérdida de sus bienes a manos de los rebeldes, lo único que hacían era resistir a la espera de la llegada de tropas españolas a reconquistar el país. Sin nada que perder, los oficiales de este origen animaban y toleraban los saqueos que perpetraban sus tropas.

División entre los realistas

En 1813 Venezuela carecía de verdadero gobierno. Después de la reconquista del capitán general Domingo de Monteverde el país se dividió entre el coronel Antonio Tiscar (señor en Barinas y Apure), el brigadier José Ceballos (Coro), el coronel Francisco María de Oberto y Faría (Trujillo), el coronel Ramón Correa (Maracaibo y Mérida) y el coronel Julián Izquierdo (llanos de Portuguesa y Cojedes). Considérese a Guayana, Maracaibo, Coro y los Llanos como los bastiones de la fidelidad al rey.

Desde la campaña Admirable hasta el desembarco de Pablo Morillo el territorio venezolano se fragmentó entre distintos caudillejos que armaban sus propias montoneras, se autoproclamaban jefes y obraban por su cuenta, uniéndose en ocasiones. Muchos incluían a delincuentes deseosos de saqueo. A la vez, proliferaron las bandas delictuales sin bando.

La autoridad el capitán general sobre ellos era relativa y para asegurar su hegemonía, Monteverde tuvo que pedir ayuda al Consejo de Regencia. Como ejemplo del grado de anarquía, en 1814 Boves desconoció la autoridad del legítimo capitán general, Juan Manuel de Cajigal y Martínez, uniéndosele los caudillos que quisieron. Anteriormente, Monteverde había desconocido a su superior, Fernando Miyares, y el coronel Yáñez jamás reconoció a ningún jefe superior.

Destacan José Tomás Boves, José Antonio Yáñez, Francisco Tomás Morales, Francisco Rosete, Eusebio Antoñanzas, José Antonio Puy, Juan Francisco Javier Cervériz y Antonio Zuazola entre los caudillos realistas que pusieron en armas a indios, esclavos, llaneros y pardos.

Anarquía en el bando republicano

En el lado republicano la situación no era mejor: Santiago Mariño desafiaba la autoridad de Simón Bolívar, José Félix Ribas y Juan Bautista Arismendi a Mariño o José Francisco Bermúdez y Manuel Piar a Ribas. A diferencia de 1811, cuando la Primera República contaba con un gobierno federal único, en agosto de 1813 había resurgido el «Estado de Venezuela» o la «Confederación Americana de Venezuela» pero dividido en el Estado de Centro-Occidente (provincias de Caracas, Barinas, Mérida y Trujillo) y el de Oriente (Barcelona, Cumaná, Margarita y Guayana). Cada uno era gobernado por un «Jefe Supremo» con poderes dictatoriales. Además, tenían proyectos políticos diferentes. Si el oriental deseaba crear un Estado propio en sus dominios, el occidental pretende unir a toda Venezuela bajo su mando, para lo que contaba con apoyo neogranadino. Al asumir como General en Jefe, el Libertador nombró tres secretarios para apoyarse en las tareas de gobierno y administración: Rafael Diego Mérida (Interior y Justicia), Antonio Muñoz Tébar (Hacienda y Relaciones Exteriores) y coronel Coronel Tomás Montilla (Guerra y Marina). La capital de su gobierno era Caracas.

La división se acentuó al morir la Segunda República y formarse guerrillas autónomas en los llanos del Orinoco, Apure o Casanare, la isla Margarita y Trujillo. Para reiniciar la guerra, en 1817, formar un Estado central y un gobierno centralizado en Angostura Bolívar debió obtener la lealtad de Santiago Mariño, José Antonio Páez, Manuel Piar, Manuel Cedeño, José Gregorio Monagas, Pedro Zaraza, Juan Baustita Arismendi, Juan Nepomuceno Moreno, Ramón Nonato Pérez, Andrés Rojas, José de Jesús Barreto y Francisco Colmenares (sucesor de Vicente de La Torre y Abreu).

Campaña

Campaña de Ceballos

El 14 de septiembre de 1813, llegó a Puerto Cabello el regimiento Granada mandado por el coronel Carlos Manuel Salomón, quien decidió avanzar solo sobre Valencia para distraer a Bolívar, que deseaba atacar Barinas, permitiendo a los realistas corianos y apureños reunirse Araure para vencerlo, luego reclutarían más hombres y acabarían con Mariño. Marchó a Guaraca con 1200 peninsulares y 3 cañones, pero en el valle de Vigirima se encontró con las fuertes posiciones defensivas del general de división José Félix Ribas. Atacó sin éxito por dos días, pero el 25 de noviembre debió volver a Puerto Cabello dejando en el campo a la mitad de sus fuerzas y toda su artillería.

En palabras del historiador caucano Vejarano Segura, «En la provincia de Coro, la costa inhóspita y el feroz vivero que acabó con Miranda y la primera República, la reacción antirrepublicana era continua y creciente». Desde ahí, el coronel Ceballos decidió ir a Barquisimeto para unirse al coronel José Antonio Yáñez, jefe de los llaneros de Apure. Secundado por el coronel Miguel Correa, salió de Coro el 22 de septiembre con 351 infantes y 23 oficiales, pasó por Siquisique, donde se les unieron los guerrilleros del sacerdote Andrés Torrellas y el teniente coronel Juan de los Reyes Vargas, siguiendo el río Tocuyo se le unen los jinetes del coronel Pedro Luis Inchauspe, las guerrillas del coronel Francisco Oberto y los dispersos de las unidades vencidas del jefe Manuel Cañas. Los 1000 guerrilleros de Torrellas y Reyes Vargas acababan de ser vencidos por los 600 soldados del batallón Caracas y el escuadrón Húsares de Línea, comandados por el teniente coronel Ramón García de Sena, en Cerritos Blancos el 13 de septiembre. El 10 de noviembre, vencía en Tierrita Blanca, cerca de Barquisimeto, a los 1200 infantes y más de 200 jinetes de la división de Bolívar. Al día siguiente entraba en Barquisimeto seguido de 2000 combatientes. El brigadier asumió el mando personal de la caballería mientras dejó a su segundo, el coronel Oberto, a cargo de la artillería e infantería.

Campaña de Yáñez

Archivo:Juan Manuel Cajigal
Retrato del capitán general Cajigal.

En julio de 1813 Bolívar nombra gobernador de Barinas al coronel Manuel Antonio Pulido en un intento de reconciliación con los federalistas. Por aquel entonces, los realistas estaban refugiados en San Fernando de Apure con 1100 hombres. Como el antiguo gobernador de la zona, Antonio Tiscar y Pedrosa, había sido vencido, los dirigía el coronel Yáñez, quien contaba con el apoyo popular gracias a los misioneros y con armas y pertrechos enviados desde Guayana.

Finalmente, Yáñez salió de San Fernando con 1000 fieles, destacando los batallones Sagunto y Numancia, formados por infantes criollos con oficiales venidos de Guayana. En el camino se les sumaron guerrillas provenientes de Guasdualito y Quintero, las que ejecutaban a todo patriota que atrapaban y saquearon, otras dos guerrillas que masacraron a los habitantes de Pedraza y Guanarito se les unieron.

Pronto lograron aislar a las guarniciones de Achaguas y Barinas; la primera cayó el 29 de septiembre, y la segunda fue evacuada por Pulido el 2 de noviembre. Al coronel patriota le seguían el coronel Pedro Briceño Pumar (padre del general de brigada Pedro Briceño Méndez), numerosas familias, incluso algunas realistas, que temían la sanguinaria fama de los llaneros, y un contingente de 600 jinetes y 400 infantes. En su retirada fueron constantemente atacados y Bolívar, ocupado con otros frentes, no pudo ayudarlos. El 11 de noviembre llegaron a Guanare, la que encontraron abandonada salvo por varios muertos, debiendo seguir por Ospino, Araure y San Carlos; en la primera de estas los realistas habían ejecutado a más de 100 patriotas el 31 de octubre.

Movimientos previos

Al saber que Yáñez dejaba Ospino y cruzaba el río Acarigua, Ceballos penetró en los valles de Sarare. Finalmente, el 3 de diciembre, ambos ejércitos se unen en Araure después de masacrar a los patriotas de la localidad. El guerrillero realista Carlos Blanco impedía a los patriotas saber de sus movimientos. Su plan era seguir sobre San Carlos, luego Valencia y terminar en Caracas.

El Libertador salió para San Carlos el 27 de noviembre. En la tarde del 30 de noviembre, Bolívar pasa revista a sus soldados y al día siguiente comienza el camino a Barquisimeto. Sin embargo, el 3 de diciembre, después de capturar e interrogar a unos guerrilleros cerca de Onoto se entera de la unión de Yáñez y Ceballos en Sarare, decidiendo ir a Araure, acampando en Camoruco, donde deja a los escolares y dos escuadrones del cuerpo Agricultores para asegurar su retirada a San Carlos, pues estaba la guerrilla realista de Carlos Blanco. A continuación cruza el río Cojedes y llega a Agua Blanca. En la tarde siguiente llega a Araure, donde manda a dos escuadrones a vigilar desde la colina La Galera, al oeste de la villa, mientras él acampa al Este. Los patriotas empiezan a concentrar sus fuerzas a pesar de las guerrillas y malos caminos.

Fuerzas enfrentadas

Fuentes originales y estudios de Lecuna y Rivas Vicuña

Las estimaciones sobre el tamaño de las fuerzas combatientes suelen basarse en los datos aportados por Urdaneta en sus Memorias, donde afirma del ejército patriota: «Todo esto reunido hacia una fuerza de 2000 infantes y cerca de 1000 caballos, que fue dividida en cuatro divisiones», dando también la organización de la hueste. Por último, afirma que no habían reservas y que en ese campo de batalla se jugaba la suerte de la República venezolana.

El historiador venezolano Vicente Lecuna fue crítico con las estimaciones tradicionales. En su opinión, Bolívar había concentrado a gran velocidad todas las fuerzas a su disposición, unos 5000 hombres distribuidos por igual entre soldados de a pie y a caballo. Respecto a los monárquicos, Ceballos y Yáñez sumaron 7000 combatientes, pero principalmente de caballería. El historiador chileno Francisco Rivas Vicuña realiza un profundo análisis de los datos aportados por Urdaneta y el propio Bolívar. Basado en Lecuna, sostiene que las cifras de Urdaneta son demasiado bajas y que Urdaneta «tal vez sólo contó a los veteranos disponibles y ese número lo han copiado algunos historiadores». Sin embargo, admite que coincide con los datos aportados por Bolívar después de Virigima:

«Entre tanto he dado mis disposiciones para que las tropas venidas de Caracas sigan hasta la ciudad de San Carlos, donde unidas al ejército de Occidente, aumentado ya a tres mil hombres más que menos, atacarán a Ceballos y marcharán rápidamente sobre Coro y la provincia de Barinas. Mañana paso a San Carlos a dirigir estas operaciones. La buena disposición de nuestras tropas me hace esperar fundadamente que dentro de ocho días podré estar de vuelta a la ciudad de Valencia, dejando terminada, por decirlo así, la campaña del Occidente. Por mi parte convido a VSS. a tratar entonces del interesante objeto de acordar el gobierno de Venezuela, objeto por cuya terminación tanto he hecho. Estoy dispuesto a acomodarme por mi parte en cuanto sea posible con las sabias miras del General Mariño, y puedo asegurar a VSS. que ninguna pretensión mía embarazará el que nos acordemos sobre la forma de la Administración Suprema».

Estos 3000 soldados patriotas concentrados en San Carlos que menciona Bolívar no cuentan a los que 700 refuerzos que trajo el general de división José Félix Ribas desde Caracas, tampoco a los 1000 soldados (400 infantes y 600 jinetes) que acompañaron a Pulido desde Barinas ni los 1000 efectivos del batallón Barlovento que Campo Elías traía desde Calabozo. En total, sumarían 5700 plazas, pero si se considera que Pulido era acompañado de una gran cantidad de civiles y muchos pudieron reclutarse, bien podría redondearse la cifra para alcanzar los 6000 combatientes, el mayor ejército reunido por los independentistas hasta la fecha. Esta última estimación coincide mejor con los datos que recolecto Lecuna: «parece más cercana de la verdad la cifra de 5000 hombres en que fija Yáñez el efectivo de Bolívar; José Domingo Díaz lo hace subir a 6000 soldados».

En cuanto a los monárquicos, Urdaneta sólo aporta que entre Araure y San Carlos habían más de 1000 guerrilleros monárquicos que cortaban las comunicaciones e impedirían toda retirada en caso de derrota para los independentistas. En cambio, Bolívar aporta más datos:

«Las varias relaciones de los prisioneros, comparadas posteriormente por el Coronel Villapol, Comandante de la ala derecha, producen de acuerdo, que el número de los enemigos pasaba de 3700 hombres, de los cuales 1400 eran de caballería, cuando aseguramos en el Boletín número 25 que era únicamente el de 3500 por los informes recibidos antes en la misma Villa de Araure. Ellos eran superiores en el número y calidades de su caballería; nosotros, puede decirse, no teníamos artillería, excepto dos pedreros, cuando el enemigo hacía servir en la llanura diez piezas, las más de calibre de a cuatro. Antes de la derrota de nuestra vanguardia éramos superiores en la infantería; pero habiendo tomado todos los fusiles de ella, y armado con ellos a sus hastarios*, entramos en la acción general con una infantería inferior».
* Soldados armados de picas o lanzas [nota del editor].

También está un boletín escrito por el ministro de Guerra, coronel Tomás Montilla: «[…] supimos que el enemigo en número de más de 3500 hombres con diez piezas de artillería, se hallaba situado en las inmediaciones; su posición era en la entrada de la montaña del río Acarigua; apoyadas sus alas en dos bosques, y cubierto el frente por un lago que impedía el ataque de nuestra infantería por aquella parte».

En una carta de Francisco de la Hoz se da el siguiente cómputo de las fuerzas realistas un mes después de la batalla:

En la jurisdicción de Coro hay 2.200 hombres armados cuyo comandante, por necesidad, deve ser el Sr. Coronel Salomón; en S. Felipe, 500 al mando de N. Millet; en la provincia de Barinas el Teniente Coronel D. José Yáñez con 1.500 bien disciplinados; y en Calavozo el Capitán D. Tomás Bobes con 2.000 hombres, los más de caballería; toda esta tropa es de el país, a excepción de los seiscientos del Regimiento de Granada que están en Coro. Pero como no tienen los más comunicación y no hay cabeza que dirija estas fuerzas sino los respectivos comandantes, obra cada uno a su arbitrio y los enemigos los irán batiendo división por división, con superiores fuerzas [sic].

Rivas Vicuña, basado en los escritos de Lecuna, cree que Yáñez llegó a Barinas con 3000 hombres, 2500 de su base de Apure y 500 de montoneras incorporadas en el camino. En su marcha a Guanare siguió sumando guerrilleros, los que no pudieron ser menos de 1500. De esta forma, él aportaba 4500 soldados al ejército realista. En cambio, Ceballos avanzó victorioso desde Barquisimeto, sumando a los 2000 efectivos que tenía en Tierrita Blanca nuevos reclutas en los valles de El Tocuyo, cuyos habitantes simpatizaban con la causa realista y Torrellas y Reyes Vargas tenían mucha influencia. Sin embargo, como avanzó muy rápido no pudieron ser demasiados, quizás solo 500. Así, aportaba unos 2500 seguidores al esfuerzo combinado. Rivas Vicuña afirma: «El mínimo del ejército realista concentrado en Araure en virtud de estos datos, no puede haber sido inferior a 6000 combatientes y puede conceptuarse como muy probable una cifra superior, muy cercana a 7000».

El cronista venezolano y partidario de la monarquía española, José Domingo Díaz, afirma que todas las fuerzas reunidas por Bolívar en la batalla sumaban 6000 hombres, un número muy superior a los 1500 que tenía semanas antes en Vigirima, incluyendo los 500 estudiantes caraqueños. Respecto a la anterior batalla en Tierrita Blanca, afirma que Ceballos derrotó con 1700 hombres, de los que apenas 100 eran europeos, a 2500 revolucionarios, causándoles 700 muertos y un número mayor de prisioneros. El veterano de la batalla, coronel José de Austria, afirmaba que el ejército monárquico pasaba los 5000 hombres apoyados por 10 piezas de artillería. El periodista e historiador venezolano Francisco Javier Yanes en su obra publicada en 1821, Relación documentada de los principales sucesos ocurridos en Venezuela, afirma: «El ejército republicano apenas alcanzaba a 5000 hombres». Respecto a sus enemigos dice: «A principios de diciembre se habían reunido las fuerzas de Yañes a las de Ceballos, que formaban un ejército, acaso el más respetable y numeroso que hasta entonces se había visto en Venezuela, pues constaba de 7000 hombres de todas armas, diez piezas de artillería de grueso calibre, con su correspondiente dotación y muy bien servidas». El militar inglés Guillermo Miller, quien se unió a los ejércitos patriotas en 1817, menciona que entre las batallas de Las Trincheras y de Araure, «el general español Cevallos [sic] tuvo tiempo para sacar cuatro mil reclutas de la provincia de Coro, que siempre se había manifestado en contra de la causa de la independencia».

Otras estimaciones

El militar y pedagogo venezolano Feliciano Montenegro Colón sostenía que «La fuerza total del cuerpo destruido [realista] alcanzaba a 2700 hombres y la del vencedor [patriota] a 2800». Entre las unidades monárquicas estaba el regimiento Granada, que fue casi destruido en esa ocasión. Su compatriota, el historiador Rafael María Baralt afirma que Bolívar mandaba en Tierrita Blanca 1200 infantes de los batallones Aragua, Caracas y Agricultores y apenas 200 jinetes con 2 cañones, sufriendo 1000 muertos y heridos a manos de Ceballos, quien contaba con 2000 infantes, 500 jinetes y 9 cañones. El autor también menciona que Salomón tenía 1200 hombres listos para unirlos a Ceballos, al igual que Yáñez, de quien no menciona el tamaño de sus fuerzas. Los patriotas lograron aumentar a 2000 infantes y jinetes en Vigirima, incluyendo 500 estudiantes y 200 jinetes del cuerpo Agricultores, y que gracias a los 1000 hombres traídos por Campo Elías de Calabozo y los numerosos esfuerzos realizados pasaron a 5000 o poco menos en la batalla. En cambio, el historiador colombiano José Manuel Restrepo sostiene que los realistas eran 3500, incluyendo 1400 hombres a caballo, además de los 1.700 hombres del coronel Salomón, quien había intentado unírseles con 800 infantes, 200 jinetes y 2 cañones de 4 libras y 2 de montaña pero fue vencido en Vigirima, victoria que fue clave porque considera que de haberse unido todas esas fuerzas Bolívar probablemente hubiera sido vencido. Los independentistas habrían sido 3000, siguiendo los datos aportados por Urdaneta, incluyendo una fuerte división de Campo Elías y unos 500 hombres venidos de Barinas. El sacerdote e historiador venezolano, José Félix Blanco, calcula en 6000 el número de tropas occidentales a inicios de 1814.

Recorramos ligeramente el cuadro militar de la República en Enero [de 1814], y los puntos que sus tropas ocupaban, para que haya exactitud en las comparaciones. La guarnición de la provincia de Barinas bajo el teniente coronel García de Sena, constaba de 250 fusileros del batallón Vencedor de Araure, bajo las órdenes de su comandante José Rodríguez y 550 caballos. La división de Occidente al mando del general Urdaneta, se componía de los tres batallones denominados Barlovento, Valencia y Guayra, de poco más de 400 plazas cada uno, mandados por sus comandantes, N. Linares, Manuel Gogorza y Domingo Mesa; y de un escuadrón de dragones mui mal montados a órdenes de su comandante Rudecindo Canclon. La guarnición con que el coronel Juan Escalona defendía la plaza de Valencia, era de 150 hombres, entre veteranos, milicianos y paisanos. La línea de Puerto-Cabello se sostenía por el más que valiente granadino Luciano D'Eluyar con 300 infantes. La división del teniente coronel Campo Elías en Villa de Cura, estaba en mera formación; solo tenía el descarnado cuerpo del gloriso nombre 5.° de la Unión, bajo su antiguo jefe F. Yepes; el de Cazadores de nueva creación, después de la destrucción del primitivo Valeroso en Araure, que lo organizaba su nato jefe Manrique; y una caballería toda colecticia: su total 3000 hombres. En Caracas se organizaba también la brigada del coronel Leandro Palacios, compuesta su mayor parte con jóvenes delicados, hasta 500 de infantería y del escuadrón de Agricultores, que no alcanzaba a 200. Máximum de combatientes, 6000. ¡Fuera del siempre deseado y muy rogado ejército del Oriente, que siempre se mantuvo entonces del otro lado del rio Unare, línea divisoria entre aquellas provincias y la de Caracas, hasta que á fuerza de súplicas del Libertador, escritas hasta con la sangre de nuestros campos de batalla, hubo de moverse para este tiempo en auxilio!

El político e historiador argentino Bartolomé Mitre afirma que el brigadier Ceballos había partido de Coro con apenas 350 seguidores, con el plan de unir sus fuerzas a las del coronel Salomón en Puerto Cabello y las de Yáñez en Barinas. El primero tenía 1700 soldados, pero en lugar de converger fuerzas decidió marchar con 800 infantes del Granada, 200 jinetes y 4 cañones de montaña y ligeros contra Valencia, siendo vencido en Vigirima, perdiendo su artillería y debiendo volver a Puerto Cabello. En cambio, Yáñez pudo unirse a Ceballos, que en su marcha sumó refuerzos hasta contar con 500 infantes, 300 jinetes y un pedrero en Tierrita Blanca, momento en que cruzó la cordillera y entró en los valles de Caracas hasta llegar a Araure. Ahí se le sumaron los 1500 llaneros que traía Yáñez. Juntos formaron un ejército disciplinado de 3500 hombres y 10 piezas de artillería. En cambio, sobre los patriotas afirma que inicialmente Urdaneta operó con 800 hombres que luego subieron a 1300 por los refuerzos traídos por el Libertador, pero al ser vencidos en Tierrita Blanca sufrieron 350 muertos y la captura de 400 prisioneros, 2 cañones, 3 banderas y 700 fusiles. Esto obligó a Bolívar a sumar las fuerzas vencedoras de Vigirima a su ejército, un batallón formado por 500 estudiantes universitarios de Caracas y 200 jinetes reclutados en los alrededores, y 1500 hombres de Calabozo traídos por Campo Elías (dejando la guarnición de la ciudad reducida a 1000 plazas). Gracias a esos esfuerzos pudo salir de San Carlos el 1 de diciembre con 3000 combatientes a buscar batalla.

El historiador chileno Francisco Antonio Encina afirma que en Tierrita Blanca el Libertador tenía 1100 infantes y 200 jinetes con 2 cañones de 4 libras, perdiendo 1000 hombres entre muertos, heridos, prisioneros y dispersos. Bolívar consiguió recuperarse, armando una fuerza de 2000 infantes y 1000 jinetes si se usa de referencia a Urdaneta, aparte de otros 2000 hombres que estaban en los alrededores esperando obtener un arma para unirse al ejército y servían de reservas. Por el otro bando, Ceballos tendría 700 infantes, 300 jinetes y 50 artilleros con 9 piezas ligeras. En Araure habrían alcanzado a crecer a 3700 gracias a Yáñez. El historiador y militar venezolano Andrés Pacheco Miranda estimaba que Ceballos contaba con 5000 hombres, de los que 3700 eran fuerzas de línea, frente a los 3000 que disponía Bolívar.

El militar venezolano Eleazar López Contreras creía que los revolucionarios sumaban 3900 infantes: 1000 del batallón Barlovento, 600 del Valerosos Cazadores, 600 del sin nombre, 500 de las tropas de Villapol y respecto de los batallones Barinas, Valencia y La Guaira serían 400 cada uno. Respecto de su caballería, serían 900 jinetes distribuidos del siguiente modo: 400 en la caballería barinense, 200 en la de Figueredo, 150 en los escoltas Soberbios Dragones y para los escuadrones Escolares, Agricultores y de Piñango 50 cada uno. En total 4800 hombres con alguna artillería, de los que una parte sustancial debían ser caraqueños.

Respecto de sus adversarios, López Contreras los calcula en 5200 efectivos con 10 cañones. Respecto a la infantería serían 600 en el batallón de Correa, 800 en el cuerpo de Ramos, Torrellas y Quintero, 300 en el de Inchauspe, 800 en el regimiento Sagunto y 600 en el batallón Numancia. En cuanto a la caballería, 600 jinetes de Yáñez, 600 de Puy y 300 traídos de El Tocuyo.

Los españoles José Semprún y Alfonso Bullón de Mendoza creen que los realistas sumaban 3700 hombres reclutados entre los batallones de Granada, Sagunto y Numancia y las milicias regladas de Coro. En tanto que sus rivales serían 5000, contando 2000 infantes veteranos, 1000 jinetes y una reserva de 2000 milicianos y auxiliares sin armamento. El historiador Jorge Ricardo Vejarano Segura afirmaba que en Coro se organizó «un ya respetable cuerpo de ejército de 2000 hombres que al mando de Ceballos» que se «proponía atacar a fondo el interior del país» aprovechando que «Bolívar no está ya en capacidad de salir a los combates» y estaba inmovilizado en su cuartel general de Valencia. Su «punta de lanza» era el «somatén» de Reyes Vargas y Torrellas, «los que hicieron vencedor a Monteverde» y por entonces se dedicaban a «a andar de noche, a asaltar caminos, a destruir guarniciones».

El historiador francés Clément Thibaud, basado en Lecuna y Blanco, estima en 5000 a 6000 efectivos operativos para el ejército patriota occidental. Los historiadores modernos señalan que el ejército de Bolívar, es decir, el del Occidente de Venezuela bien podía sumar 8000 a 10 000 hombres organizados en 10 batallones, 25 compañías de artilleros, zapadores y cazadores y 6 escuadrones de húsares y lanceros. Sin embargo, se deben descontar a los enfermos y heridos y la gran dispersión que padecían por deben proteger un extenso territorio, por lo que sólo una parte podía reunirse en una batalla campal, aunque ese número bien podrían considerarse exagerado. Esto se debía a las numerosas amenazas que enfrentaban, las que también obligaban a Bolívar y Mariño a mantener separados a sus ejércitos.

Desde su fundación la República había creado numerosos batallones de milicias de infantería para su defensa. Estas unidades desaparecieron con la victoria de Monteverde, pero fueron reconstruidas durante o después de la campaña Admirable, específicamente siete batallones de infantería fueron reorganizados por Bolívar al entrar en Caracas. Thibaud señala que los nombres de las unidades, especialmente los batallones, no eran al azar. Tendían a ser epónimos en honor a las ciudades o regiones donde la tropa se había reclutado y cuyo honor defiende, pues para la gente de la época su identidad personal estaba más vinculada a la comarca o etnia en que nacieron, no a la nacionalidad que proclamaban los revolucionarios. Así, por ejemplo, Bolívar y su ejército occidental tenían los batallones nombrados en honor de las urbes de Caracas, La Guaira, La Victoria y Valencia, todas en la provincia de Caracas, que tenía dos tercios de la población venezolana y aportaba con tres quintos de los soldados. En cuanto al batallón Valerosos Cazadores, creado por el Libertador en julio de 1813 en Barinas con reclutas de los actuales estados de Portuguesa y Barinas e inicialmente mandado por el comandante Luis Santinelli. Respecto del batallón Barlovento, fue nombrado en honor al epónimo de las regiones situadas al oriente de Caracas, donde la mayoría de la población era esclava, al fundarse en 1810. Por último, el batallón sin nombre fue una unidad creada por el Libertador con los restos de los batallones Caracas, Aragua y Agricultores que se habían dispersado vencidos en Tierrita Blanca. Como se habían desempeñado tan mal en batalla, el Libertador los había castigado con ese nombre y la ausencia de bandera hasta no conquistarla con su valor.

Orden de batalla

Según López Contreras y Rivas Vicuña, las unidades involucradas en la batalla fueron las siguientes:

Orden de batalla
Ejército Realista Ejército Patriota
Regimientos Realistas

Comandante en Jefe

Infantería

  • Batallón de Ramón Correa
  • Cuerpos guerrilleros del coronel Remigio Ramos, sacerdote Andrés Torrellas e intendente Isidoro Quintero
  • Cuerpo guerrillero del teniente coronel Pedro Luis Inchauspe
  • Regimiento Sagunto (coronel José Antonio Yáñez)
  • Batallón Numancia (ibid..)
  • Unidad de infantería (comandante José Antonio Puy)

Caballería

  • Escuadrones del coronel José Antonio Yáñez
  • Escuadrones del comandante José Antonio Puy
  • Escuadrones de El Tocuyo
Bandera de la Guerra a Muerte.svg

Comandante en Jefe

Infantería

  • Batallón Barlovento (coronel Vicente Campo Elías)
  • Batallón Valerosos Cazadores (coronel Manuel Manrique)
  • Batallón veterano de Vigirima (coronel Manuel Villapol)
  • Batallón sin nombre (coronel Florencio Palacios)
  • Infantería de Barinas (coronel Manuel Antonio Pulido)
  • Batallón Valencia (coronel Manuel Gogorza Lechuga)
  • Batallón La Guaira

Caballería

  • Escolta Soberbios Dragones de Caracas (coronel Luis María Rivas Dávila)
  • Escuadrón Escolares
  • Escuadrón Agricultores
  • Escuadrones de San Carlos y Calabozo (comandante Teodoro Figueredo)
  • Escuadrón de Barinas (coronel Pedro Briceño Pumar)
  • Escuadrón de Caracas (comandante Francisco Piñango)

Batalla

Inicio de la jornada

Los republicanos dispusieron a su infantería en cuatro brigadas o columnas: la primera columna, marchando como vanguardia, incluía el batallón Valerosos Cazadores de Manrique y las tropas de Pulido; la segunda columna del batallón sin nombre del coronel Florencio Palacios y el Valencia del coronel Manuel Gogorza Lechuga formaba el centro; la tercera columna la formaban las tropas de Vigirima a cargo de Villapol y el batallón La Guaira estaba en retaguardia; y la cuarta columna: el batallón Barlovento de Campo Elías quedaba como reserva.

Los realistas tomaron posiciones defensivas, controlaban la villa de Araure, situada en una ladera suevamente inclinada con la cordillera ubicada a sus espaldas y al frente la llanura homónima, ubicada entre los nacientes ríos Cojedes y Turen y que se va elevando hasta llegar a un punto llamado La Galera, apoyaban su flanco izquierdo en las orillas del río Acarigua y el derecho en un tupido bosque. En ambas alas estaba la caballería, un poco adelantada al centro, formado por los infantes y artillería. Esta última tenía dos baterías un poco adelantadas pero protegidas por tiradores. Su zona de la sabana presentaba algunos matorrales, lo que facilitaba ocultar sus movimientos. A partir de La Galera se extiende otra gran llanura más elevada hasta las vegas del río Acarigua. El general Daniel Florencio O'Leary, citando al brigadier Pedro Briceño Méndez, afirma sobre la noche anterior a la batalla: «Así en el silencio de la noche se retiró [el ejército realista] y evacuando a Araure fue a situarse en una laguna cenagosa que cubría el frente de su infantería y un bosque que le cubría la espalda y que servía además para ocultar su caballería contra nuestros fuegos».

Destrucción de los Valerosos Cazadores

Al amanecer del 5 de diciembre, estaban explorando La Galera 500 soldados del batallón Valerosos Cazadores de Manrique, aunque otros hablan de 600 o 700 plazas; estaban apoyados por 200 jinetes. Sus vigías les habían anunciado que enemigos se ocultaban en el área, por lo que se les ordenó averiguar si estaba en la sábana alta del Acarigua y si era necesario debían fijarlo en el sector. Avanzaron hasta encontrarse con la línea realista en los márgenes del Acarigua, momento en que se hizo obvio que se adentraron demasiado en territorio desconocido y el batallón fue atacado por los escuadrones de caballería y las baterías de artillería monárquicos, dispersándose o muriendo todos sus infantes y la mayoría de sus jinetes. Más de un millar de jinetes monárquicos participaron de esta acción en que salvaron solo siete u ocho oficiales del batallón, incluido su comandante, gracias a sus buenos caballos. Los patriotas habían perdido su mejor cuerpo de infantería.

Se capturaron 500 fusiles que se usaron para armar a algunos «hastarios» realistas, es decir, soldados que solo portaban lanzas. El brigadier Rafael Urdaneta encabezó a la columna de Villapol al escalar La Galera pero sólo logró salvar a los dispersos, específicamente los jinetes de la vanguardia. Sin embargo, los realistas no aprovecharon su éxito inicial y mantuvieron sus posiciones porque Ceballos no era un comandante audaz y permitió a Bolívar organizar al resto de su ejército.

Ataque a La Galera

Archivo:Simón Bolívar, 1812
Retrato de Simón Bolívar, fechado en 1812.

Los revolucionarios se vieron forzados a hacer intervenir a los veteranos de Mosquiteros y Virigima, al batallón sin nombre, era famoso por estar formado por dispersos de escasa disciplina, y a su caballería, formada principalmente por milicias y donde sólo los Soberbios Dragones de Caracas de Ribas Dávila eran confiables. Tuvieron el tiempo para organizarse donde habían sido aniquilados los Valerosos Cazadores y luego se les sumaron la retaguardia y la reserva, todos al mando del brigadier Urdaneta, quien era el Segundo Jefe y Mayor General. La caballería, excepto los Soberbios Dragones, estaba a las órdenes del coronel Briceño Pumar. Bolívar recorrió la línea dirigiéndose a los soldados con «aquellas palabras de fuego con que sabía inflamar el pecho de los guerreros, y exaltar los nobles sentimientos del patriotismo». El resultado: «En tan peligrosa situación, el general Bolívar supo inspirar confianza y ardimiento a sus tropas con un discurso vehemente» según Briceño Méndez.

Después del primer encuentro, los patriotas atacaron La Galera con tres columnas formadas en línea cerrada y apoyadas por 4 piezas de artillería ligera en el centro: estaban a cargo de Villapol (derecha), Campo Elías (izquierda) y Palacios (centro). La caballería quedaba en reserva o las alas, con la misión de defender los flancos o cargar en masa sobre el enemigo, según como se desarrollaran los acontecimientos. A la derecha estaban los jinetes de Barinas y Caracas (coronel Briceño Pumar y capitán Ortiz), a la izquierda los de Calabozo y San Carlos (teniente coronel Juan Landaeta y comandante Teodoro Figueredo) y en reserva los Soberbios Dragones y el escuadrón de Ospino, apodados Lanceros o Húsares. Las unidades de reserva tenían órdenes de darle muerte a todo aquel que intentará retroceder servían de escolta a Bolívar y formaban con el parque y el Estado Mayor la tercera línea.

Los cuerpos se formaron bajo el fuego de la artillería enemiga y luego marcharon en perfecto orden, deteniéndose cuando las filas se desordenaban y siguiendo con paso más ligero. Las dos líneas revolucionarias avanzaron hasta quedar a tiro de pistola, momento en que se les ordenó responder el fuego, que la infantería sostuvo intensamente, logrando que los realistas cedieran y aminoraran su fusilería en apenas cinco a diez minutos y consiguiendo mantener el orden. En tanto, las partidas de caballería de los capitanes Nicolás Briceño y Mateo Salcedo consiguieron asaltar y capturar dos cañones que cubrían las alas enemigas, permitiendo a la infantería seguir avanzando y hacer retroceder al centro monárquico. En efecto, Urdaneta había ordenado seguir presionando el centro y la izquierda de la línea monárquica, poniendo a Ceballos en retirada. Sin embargo, parte del centro y la derecha realista habían logrado resistir, por lo que Bolívar había mandado cargar con bayonetas a su infantería. El batallón sin nombre del coronel Palacios, armado principalmente con lanzas, cargó contra el centro enemigo demostrando mucho orden y valor, lo que fue imitado por los demás batallones con sus bayonetas. La lucha cuerpo a cuerpo fue feroz pero los monárquicos terminaron vencidos.

Torrente da una versión diferente, en la cual después de destruir a los Valerosos Cazadores y con la victoria casi segura, «repentinamente se introdujo el desorden en nuestras filas» y la división de Coro se dispersó.

Viendo que su infantería estaba derrotada, Yáñez decidió contraatacar a la cabeza de sus jinetes. Así que con su ala izquierda intentó envolver la derecha de la infantería revolucionaria y atacar a su retaguardia. La caballería de Bolívar era de Barinas y cargó con vigor, pero empezó a ceder terreno, pues era toda «colecticia», es decir, miliciana, y bisoña, no supo maniobrar y estaba por ser masacrada mientras seguía en formación de batalla, cediendo un poco de terreno. En esos momentos, Bolívar fue con su tercera línea o reserva, los Soberbios Dragones y el escuadrón de Ospino, les dio ánimos y al frente de ellos avanzando de forma paralela a la línea de batalla y cargó contra un flanco de la caballería realista de Apure, destrozándola y poniéndola en desbandada, haciendo que los primeros jinetes llaneros en recibir el impacto vuelvan caras y desordenen a los que venían atrás. Así, la caballería de Barinas, liberada de la presión, vuelve a la carga al mando de Urdaneta. Los jinetes apureños, masacrados, se dispersaron y huyeron, dejando abandonada a la infantería, cuya línea estaba ya rota, permitiendo la destrucción del ejército, que cerró filas y se retiró como pudo al mando de sus caudillos. La batalla, sin contar la destrucción del batallón Valerosos Cazadores, había durado 7 horas. A las 13:00 horas todo había terminado.

Yáñez, que había estado inactivo durante la mayor parte de la batalla, después de unos pocos minutos del choque, que fue muy violento, huyó con los sobrevivientes. Según Lecuna, murieron 300 jinetes realistas y 3 piezas de artillería fueron capturadas en ese momento. En cambio, las Memorias de Urdaneta afirman que se lancearon a más de 500 llaneros. Los oficiales españoles culparon de la derrota a esa caballería, acusándola de floja y cobarde. Después de ser perseguido por 30 km, Yáñez intentó reorganizarse después de cruzar el río Acarigua e intentó sostenerse en la sabana del Guache con los jinetes que le quedaban de su ala derecha. Sin embargo, fueron alcanzados por un pelotón de caballería de Salcedo y los cazadores del batallón Barlovento de Campo Elías. Hubo un combate pero cedió el terreno al ver salir de los bosques cercanos más unidades independentistas que venían en su persecución. También fueron destruidos dentro del bosque de Acarigua los indios que habían apoyado a los vencidos. En tanto, la caballería de Rivas Dávila fue enviada contra el fugitivo Ceballos.

Muchos soldados de infantería realista se escondieron entre los matorrales y árboles cercanos al Acarigua mientras su caballería se dispersó en varias direcciones durante la tarde. Además, en la sábana donde se dio la batalla hubo un incendio donde fallecieron muchos heridos, iniciado por los tacones de los cañones; algunos jefes realistas responsabilizaron a su caballería en fuga pero nunca se supo quién lo inició. Esa misma tarde se ordenó marchar a los batallones Caracas (coronel Villapol) y el Barlovento (teniente coronel Andrés Linares) a capturar a Vicente Becerra, segundo de Yáñez, que había huido a San Felipe, tomando Barquisimeto el 8 de diciembre.

Consecuencias

Bajas

El propio Bolívar da las cifras más alta sobre el número de vencidos muertos, capturados o dispersos, hablando de 3000. En sus Memorias, Urdaneta afirma: «No fueron solo 500 los muertos del enemigo en esta memorable jornada, como ha dicho un escritor de estos últimos días; pues como testigos presenciales podemos asegurar que pasaron de 1000; y que todo el tren militar español, superior con mucho al nuestro». También agrega: «La pérdida de éstos [patriotas] fue pequeña durante la batalla, pues no pasó de 24 muertos, no incluyendo los cazadores perdidos antes». Según Restrepo, en la batalla murieron 500 realistas, incluyendo el segundo jefe Miguel Correa y otros altos oficiales. Se capturaron 300 prisioneros (sin contar los 600 ejecutados en Aparición), 10 cañones, 1000 fusiles, municiones y 5 banderas; el material bélico capturado le dio suministros muy necesarios al ejército vencedor. Montenegro Colón apoya las cifras de muertos, prisioneros y cañones capturados, pero habla de 4 banderas, 30 000 municiones 6 sacos con dinero y 19 cargas de pertrechos. Mitre acepta todo el cálculo de Restrepo. Baralt afirma que murieron 1000 enemigos (sin contar los muertos en Aparición) y todo el parque; las bajas patriotas, sin contar los Valerosos Cazadores, fueron insignificantes. El historiador Acisclo Valdivieso Montaño habla de 1000 muertos y 800 prisioneros. Esteves González repite los números de Restrepo, excepto que agrega los sacos de plata registrados por Montenegro Colón.

La división del Coronel Villapol que fue destinada a socorrer el campo de batalla que quedó cubierto de cuerpos, artillería, pertrechos, etc., recogió diez cañones de bronce de diferentes calibres, 19 cargas de pertrechos, 30 000 cartuchos de fusil, seis sacos de plata con nueve mil pesos, varias cargas de acero, lanzas y víveres, 40 cajas de guerra, más de 1000 fusiles, 500 cartucheras, 4 banderas, entre ellas la de Numancia, y 300 prisioneros.

De Austria afirma que no se tomaron prisioneros, mientras que O'Leary escribe que se reclutaron a los de origen americano, que eran la mayoría de las tropas monárquicas, lo que causaba aflicción en el Libertador. Este último escribió una proclama el 7 de diciembre en su cuartel general San Carlos, exhortando a sus compatriotas "engañados" a dejar masacrar a sus hermanos y ofreciéndoles el perdón si dentro de un mes se entregaban en cualquier campamento independentista.

Según Mitre fue la primera batalla ganada en persona por Bolívar, quien era un general muy poco táctico que dependía del impulso de las masas y el valor de sus soldados. Por eso su táctica favorita era hacer algunas cargas de fusilería para luego ordenar un ataque con bayonetas para romper las líneas enemigas, como hizo en Araure.

Persecución

En la mañana siguiente, 6 de diciembre, Bolívar decidió premiar al batallón sin nombre por su valeroso actuar y lo nombra Vencedores de Araure. Luego marchó con la mayoría de su ejército (excepto una división a cargo de Villapol) en persecución de Ceballos y Yáñez hasta Aparición de la Corteza, donde estaba el cuartel general monárquico. En aquel camino poco frecuentado se capturaron a 600 infantes enemigos, incluyendo muchos peninsulares y canarios, algunos de ellos perdonados antes, que fueron ejecutados sin piedad aunque se habían rendido sin luchar. Entre los ejecutados estaba Quintero y todo se hizo siguiendo las "normas" de la guerra a muerte. Algunos intentaron esconderse en los árboles pero fueron muertos a tiros. El coronel José de Austria participó de la matanza y la justificó de este modo: «Frescas las crueldades cometidas en Barinas, Guanare, Barquisimeto, Puerto Cabello, en donde se vertió a torrentes la sangre de los patriotas, fueron allí mismo ejecutados un considerable número de prisioneros».

No se dio tregua al enemigo y Bolívar reorganizó el ejército antes de regresar a Caracas; Urdaneta tomó una división en Aparición para seguir a Guanare. En tanto, que Urdaneta, al mando del batallón Vencedores de Araure, la caballería de Briceño Pumar y los Soberbios Dragones avanza hacia Barinas, llegando hasta Guanare, pero sin dar alcance a los enemigos. Posteriormente, el teniente coronel Ramón García de Sena siguió con rumbo a Barinas con un batallón y un escuadrón, unos 800 hombres, y encargó al comandante Rodríguez con 300 hombres a atacar a unos indios partidarios de Yáñez antes de llegar a Barinas. Mientras que el resto de la división se quedó con Urdaneta, quien llegó a Barquisimeto a finales de diciembre siguiendo la vía de El Tocuyo y asume como jefe de zona en Occidente, es decir, de San Carlos hasta las fronteras con la Nueva Granada y con la misión de pacificar el Barinas y Apure para seguir hacia Coro, provincia que se creía sin ejército. García de Sena envió al coronel Palacios a capturar San Fernando de Apure, pero fracasara a comienzos de enero del año siguiente. Por su parte, el Libertador llegó a Valencia, donde se dedicó a organizar las operaciones en los Llanos centrales, luego asedio Puerto Cabello sin éxito y finalmente volvió a Caracas, donde rindió cuentas de sus actos ante una asamblea popular que lo nombró Jefe Supremo de Gobierno con facultades extraordinarias. Finalmente, Campo Elías fue enviado a Calabozo.

Ceballos consiguió huir a Nutrias, donde se embarcó con varios oficiales a Guayana, apareciendo en Coro varios meses después acompañado del capitán general Cajigal para armar un nuevo ejército. Yáñez huyó por Guanare a Nutrias con 200 a 300 hombres, consiguiendo refugió en San Fernando de Apure. El Estado Mayor de Yáñez logró huir a Coro y Barquisimeto. Sin jefe quedaron los 800 infantes que se consiguieron reunir en El Tocuyo y Siquisique.

Por su parte, el regimiento Granada se retiró con muchas dificultades a Coro, quedando reducido a 400 a 750 plazas.

Sin Nombre

Al día siguiente de la batalla, en Aparición, Bolívar hizo un reconocimiento al valor del batallón sin nombre entregándole una bandera capturada, la del batallón Numancia. Con las palabras: «Soldados: Vuestro valor ha ganado ayer en el campo de batalla, un nombre para vuestro cuerpo, y aún en medio del fuego, cuando os vi triunfar, le proclamé del Batallón Vencedor de Araure. Habéis quitado al enemigo banderas que en un momento fueron victoriosas; se ha ganado la famosa llamada invencible de Numancia. ¡Llevad soldados, esta bandera victoriosa de la República!». También se creó un himno en honor del Libertador:

¡Gloria al héroe Bolívar!
¡Gloria al Libertador!
De Ceballos espanto,
de Araure vencedor.

Nuevas amenazas

El historiador venezolano Vicente Lecuna señala que Bolívar supo batir al enemigo, enfocándose con sus tropas en la principal amenazada de cada momento y combatiendo en sus términos en Araure y San Mateo, en la primera donde tomó la ofensiva mientras que en la segunda donde llevó a Boves a un combate donde estaba atrincherado.

La victoria prolongó la supervivencia de la Segunda República algunos meses. De haber sido derrotados, los patriotas hubieran visto la caída de su capital ante los realistas porque no tenían reservas. También le devolvió a los revolucionarios el control de los Llanos Occidentales porque permitió a Urdaneta reconquistar Barinas y dejar como gobernador a García de Sena (el catalán Puy había abandonado la ciudad sin luchar para refugiarse en San Fernando) y dejar casi pacificado el Oeste venezolano justo cuando Mariño tenía controlado el Este. Sin embargo, la destrucción de los ejércitos realistas de Apure y Coro no significó nada para los caudillos monárquicos en el resto del país. Mientras los planes patriotas se centraban en ocupar Coro las negociaciones para unir fuerzas entre Bolívar y Mariño fracasaban, cada uno más interesado en acabar con los realistas que quedaban en su territorio. El Libertador se quedó en pausa esperando la ayuda de Mariño, pues necesitaba de la poderosa caballería oriental para enfrentar a los llaneros. Esta inacción volvió estériles las victorias en Occidente, permitiendo a los caudillos llaneros recuperarse, en unos meses los monárquicos de Apure y Coro volverían a la ofensiva; los ejércitos oriental y occidental no coordinarían sus esfuerzos hasta la batalla de Carabobo. Además, no podía pagarle a sus tropas y como carecía de apoyo popular no podía reemplazar las bajas con la misma facilidad que sus enemigos. Las deserciones empezaron a mermar sus huestes y sus levas fueron un fracaso, después de Araure proyectó reclutar 10 000 a 12 000 hombres pero en la práctica apenas de alistaron 1500.

En esos momentos un nuevo peligro amenazaba las propiedades de las familias aristocráticas en el valle de Aragua, rica región entre Valencia y Caracas: el ejército del coronel José Tomás Boves.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Battle of Araure Facts for Kids

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Batalla de Araure para Niños. Enciclopedia Kiddle.