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Miguel Lozano para niños

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Datos para niños
Miguel Lozano
Miguel Lozano Herrero.jpg
Información personal
Nombre de nacimiento Miguel Lozano y Herrero
Nacimiento 21 de mayo de 1842
Jumilla (España)
Fallecimiento 3 de diciembre de 1874
Albacete, España
Nacionalidad Española
Información profesional
Ocupación Militar
Años activo 1873–1874
Rango militar Coronel
Conflictos

Miguel Lozano y Herrero (nacido en Jumilla, el 21 de mayo de 1842, y fallecido en Albacete, el 3 de diciembre de 1874) fue un importante militar español.

Durante la Tercera Guerra Carlista, un conflicto en España, Miguel Lozano dejó el Ejército español. Se unió a los carlistas, un grupo que apoyaba a otra rama de la monarquía. Lideró una expedición militar con unos dos mil hombres por varias provincias del sur de España. Finalmente, fue capturado en Linares y ejecutado en Albacete.

La vida de Miguel Lozano

Miguel Lozano dedicó su vida a la carrera militar. A los 15 años, comenzó su formación en el Colegio de Infantería.

Primeros años en el ejército

En 1860, fue ascendido a alférez y sirvió en diferentes lugares de España. En 1865, fue enviado al Regimiento de Infantería de Aragón. Después, sirvió en Murcia y, en 1866, fue ascendido a teniente. Continuó su servicio en Valencia y Madrid.

En 1868, Miguel Lozano obtuvo el grado de capitán. Al año siguiente, fue destinado al Regimiento de Burgos y permaneció en Cartagena hasta 1872. Participó en varias operaciones militares, donde ganó el empleo de capitán y recibió una condecoración por su mérito.

Su decisión de unirse a los carlistas

En noviembre de 1873, Miguel Lozano pidió dejar el ejército. Explicó que sus ideas sobre la monarquía no le permitían seguir sirviendo a un gobierno republicano. Poco después, se unió al ejército carlista.

La expedición carlista de Lozano

Archivo:Miguel Lozano
Retrato de Miguel Lozano en la revista El Estandarte Real.

Fue nombrado comandante y se le dio el mando de un batallón. Participó en varias batallas en lugares como Bocairente, Albacete y Cuenca, lo que le valió el ascenso a teniente coronel.

Viaje por el sur de España

En septiembre de 1874, el infante Don Alfonso le encargó liderar una expedición por las provincias del sur de España. El día 14, salió de Chelva con 500 soldados de infantería y 33 de caballería. Su objetivo era reclutar más hombres para formar nuevos batallones.

Durante su viaje, pasó por varias localidades como Utiel, Caudete y Casas-Ibáñez. El 16 de septiembre, llegó a Alatoz, donde detuvo un tren y lo utilizó para dirigirse a Hellín. Luego, dañó las vías del tren cerca de Lorca.

En la provincia de Almería, entró en pueblos importantes como Vélez-Blanco y Vélez-Rubio. Continuó su avance por Lorca. El 5 de octubre, Lozano detuvo unos trenes que venían de Murcia en Agramón. En uno de ellos, encontró a nueve guardias civiles custodiando una gran cantidad de dinero. Este dinero fue entregado a su dueño, el marqués de Villamejor, quien pudo demostrar que le pertenecía. Los guardias fueron liberados.

Un viajero que fue detenido por Lozano lo describió como un hombre de unos 30 años, alto, moreno y con barba. Llevaba un uniforme militar con insignias de coronel.

El 7 de octubre, entró en su pueblo natal, Jumilla. Luego pasó por Pinoso y La Romana, durmiendo en Novelda. Visitó Elche y Crevillente, y entró en Orihuela, donde fue recibido con gran entusiasmo.

Archivo:Sorpresa de la expedición Lozano en Bogarra
Sorpresa de la expedición Lozano en Bogarra (16 de octubre de 1874).

Unos 300 voluntarios se unieron a él en Orihuela. Salió de la ciudad después de medianoche, ya que había descubierto que tres columnas enemigas lo rodeaban. En Fortuna, intentó enfrentarse a una de ellas, pero no fue aceptado el combate, por lo que continuó su marcha. En Cieza, tuvo un enfrentamiento exitoso con una división enemiga.

El 16 de octubre, llegó a Bogarra. Sin embargo, un oficial carlista desertó y avisó al brigadier liberal Dabán sobre la ubicación de Lozano. Esa noche, fueron sorprendidos. Lozano logró escapar con unos 150 hombres. Se dirigió a Villanueva, desde donde el camino a Chelva era seguro. Sin embargo, Lozano decidió no regresar a Chelva sin una orden. Repartió dinero entre sus oficiales y les pidió que se dirigieran a Gibraltar por diferentes caminos, para luego ir al norte.

Captura y ejecución de Miguel Lozano

En Linares, Miguel Lozano fue reconocido y denunciado por un carabinero. Él y sus oficiales fueron llevados a la cárcel de Albacete. Fueron juzgados por un consejo militar. Lozano y tres oficiales fueron condenados a muerte, y los demás a cadena perpetua (prisión de por vida).

El proceso judicial

El caso fue enviado a la Capitanía General de Valencia. El auditor de este distrito encontró que el proceso tenía errores. El capitán general no estuvo de acuerdo y envió el caso al Consejo Supremo de la Guerra.

Cuando el caso llegó a Madrid, se envió una copia de la protesta a todas las autoridades. En esta protesta, se argumentaba que, al ser una guerra civil declarada, los prisioneros carlistas debían ser tratados como prisioneros de guerra, no como delincuentes comunes.

La situación de Lozano generó mucho interés en Madrid. Personas importantes, políticos y damas de la nobleza pidieron su indulto (perdón) y repitieron sus solicitudes para salvar su vida. Sin embargo, el gobierno de España decidió que la sentencia se llevara a cabo.

Miguel Lozano, desde que fue encarcelado en Albacete, sentía que su muerte estaba decidida. No creía que sería perdonado. Solo expresó su deseo de no ser ejecutado de una manera que lo hiciera parecer un criminal.

Últimos momentos

El 2 de diciembre, la sala de Audiencia fue preparada como capilla. Poco después, llevaron a Lozano. Se le leyó la sentencia de muerte, y él la escuchó con calma. Después, pidió dormir un rato y lo hizo profundamente.

Más tarde, un amigo abogado que lo había ayudado desde el principio de su caso llegó. Lozano lo saludó con un abrazo. Hablaron tranquilamente. Cuando su amigo intentó darle esperanzas de un indulto, Lozano sonrió y dijo: "Me matan, pero moriré tranquilo, porque tranquila tengo mi conciencia".

Lozano pidió confesarse. Su confesor dijo que su confesión había sido ejemplar. Su defensor, que no lo abandonó, recibía consuelo del propio Lozano. Sacerdotes, jefes militares y otras personas acudieron a verlo y conversó con ellos amablemente.

Antes de ser ejecutado, Lozano escribió una carta a Don Carlos, pidiéndole que, como recompensa por sus servicios, no se tomara venganza por su muerte. Los carlistas tenían prisioneros a varios generales y jefes liberales. Don Carlos, atendiendo la súplica de Lozano, ordenó que fueran intercambiados inmediatamente.

También escribió cartas de despedida. Una de las más destacadas fue para la condesa del Montijo, quien había intercedido por su vida. Volvió a dormir hasta que lo despertaron poco antes de la ejecución. Se levantó, se aseó, oyó misa y comulgó con gran serenidad.

Pidió a su defensor que repartiera algunas de sus pertenencias entre sus amigos. También le pidió que dijera a sus padres que no quería que sus restos permanecieran mucho tiempo en Albacete, ya que la ciudad había sido "ingrata" con él. Antes de ir al lugar de la ejecución, pidió escribir y, sobre la mesa del altar, escribió una última carta de despedida a su madre y hermanos:

Querida madre mía, mis queridos hermanos: De aquí a breves momentos habré dejado de existir; muero tranquilo, porque soy inocente: no lloreis mi muerte porque voy al cielo desde donde pedir á Dios por vosotros y hasta por sus enemigos, vuestro Miguel.

Soltó la pluma y tomó el crucifijo. Hizo una última oración y subió al carruaje con su confesor y otros sacerdotes. Dentro del carruaje, uno de los sacerdotes, llorando, pidió perdón para una persona que había deseado su muerte y que ahora estaba arrepentida. Lozano respondió que la perdonaba de todo corazón.

Después de abrazar a los sacerdotes, Lozano pidió despedirse de la Guardia Civil que lo había custodiado. Se adelantó una compañía. Lozano buscó al comandante, quien lloraba. Después de hablar con los soldados, el comandante y él se abrazaron. Esta escena conmovió a todos los presentes.

Con calma, se quitó algunas prendas de su uniforme y dio dinero a los soldados que debían ejecutarlo. Pidió dos veces que se le permitiera dar la orden a la escolta, pero le fue negado. Poco después, falleció.

Aunque había pedido ser enterrado en Jumilla, sus restos permanecieron en Albacete después de su ejecución.

En 1895, Don Carlos instituyó la fiesta de los Mártires de la Tradición en su honor.

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