Ignacio de Antioquía para niños
Datos para niños Ignacio de Antioquía |
||
---|---|---|
Icono que representa a Ignacio devorado por las fieras.
|
||
|
||
Obispo de Antioquía | ||
68-107/108 | ||
Predecesor | Evodio | |
Sucesor | Heros o Herodión | |
|
||
Otros títulos | Padre de la Iglesia y mártir | |
Iglesia | Iglesia católica | |
Culto público | ||
Canonización | Culto inmemorial | |
Festividad |
|
|
Atributos | Cadenas y leones | |
Venerado en | Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Comunión anglicana, Luteranismo, Iglesia copta e Iglesia siriaca | |
Santuario | Basílica de San Clemente de Letrán, Roma | |
Información personal | ||
Nacimiento | c. 35 Siria (provincia romana) |
|
Fallecimiento | entre 108 y 110 Roma, Imperio romano |
|
Ignacio de Antioquía (en griego: Ἰγνάτιος Ἀντιοχείας) fue un importante líder cristiano que vivió entre los años 35 y 110. Nació en Siria, parte del Imperio romano, y falleció en Roma. Fue un estudiante directo de San Pablo y San Juan, dos de los apóstoles más conocidos.
Ignacio fue el segundo obispo de la Iglesia en la ciudad de Antioquía, sucediendo a San Pedro. Él creía firmemente que las enseñanzas y la organización de la Iglesia venían directamente de Jesucristo a través de los apóstoles. Esto incluía la importancia de los obispos y la Eucaristía.
Fue condenado a morir por animales salvajes en Roma, durante el gobierno del emperador Trajano. Por su cercanía en el tiempo con los apóstoles, se le considera uno de los padres de la Iglesia y, más específicamente, un "padre apostólico". Ignacio fue el primero en usar la palabra "católica" (que significa "universal") para describir a la Iglesia.
Escribió siete cartas importantes en solo unas pocas semanas. Lo hizo mientras era llevado desde Siria a Roma para ser ejecutado. En una de sus cartas, Ignacio escribió que deseaba ser "trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo". Esto significa que quería que su sacrificio lo uniera completamente a Jesús.
Su arresto y muerte ocurrieron a principios del siglo II. Aparte de ser obispo de Antioquía, no se sabe mucho más de su vida. Sin embargo, el final de su vida y sus cartas lo convierten en uno de los Padres Apostólicos mejor conocidos. Ignacio es considerado un mártir en el cristianismo y es venerado como santo por la Iglesia católica (que celebra su festividad el 17 de octubre) y la Iglesia ortodoxa (el 20 de diciembre).
Las cartas de Ignacio fueron descubiertas y confirmadas como auténticas en los XVI y XVII. Al principio, hubo muchas discusiones sobre su autenticidad, especialmente entre teólogos católicos y protestantes. Sin embargo, a finales del siglo XIX, la mayoría de los expertos estuvieron de acuerdo en que Ignacio escribió cartas a las comunidades cristianas de Éfeso, Magnesia del Meandro, Trales, Roma, Filadelfia y Esmirna. También escribió una carta personal a Policarpo de Esmirna, otro importante líder cristiano.
Los escritos de Ignacio son muy valiosos porque nos dan información sobre cómo eran las comunidades cristianas a finales del siglo I y principios del siglo II.
Contenido
¿Cómo sabemos sobre Ignacio de Antioquía?

La mayor parte de lo que sabemos sobre Ignacio proviene de sus propias cartas. En ellas, nos cuenta que era obispo de Antioquía y que fue condenado a morir en Roma. También podemos entender las difíciles circunstancias en las que escribió, ya que estaba encadenado y en camino a su ejecución.
Ignacio no escribía para dar noticias, porque sus amigos ya sabían lo que pasaba. Él quería dar consejos y reflexiones. Pero, con el tiempo, esos pequeños detalles que dejó en sus cartas se volvieron muy importantes, ya que no hay muchas otras fuentes de información sobre él. Sus cartas no son una biografía, sino un testimonio de sus encuentros con otras comunidades cristianas que lo apoyaron en su difícil viaje.
Él escribió:
... incluso las iglesias que no estaban en el camino me escoltaban de pueblo en pueblo...Ad Rom. 9, 3
Si no fuera por sus cartas, la historia de Ignacio sería solo una leyenda.
Otros escritos sobre Ignacio
También obtenemos información de otros escritores cristianos antiguos, especialmente de los padres de la Iglesia. Ellos conocían las cartas de Ignacio y copiaron fragmentos en sus propias obras, a veces añadiendo detalles que habían escuchado.
Eusebio de Cesarea (principios del siglo IV) escribió el resumen más completo y confiable sobre Ignacio. Antes de Eusebio, Policarpo de Esmirna, Ireneo de Lyon y Orígenes también lo mencionaron. Más tarde, Juan Crisóstomo y Teodoreto de Ciro, ambos de Antioquía, también escribieron sobre él, beneficiándose de las historias locales.
Existe un tercer grupo de documentos, como el Martirio colbertino, que cuentan la historia de su muerte. Aunque no son completamente históricos, son interesantes. Este relato describe el viaje de Ignacio de Siria a Roma y menciona el 20 de diciembre como la fecha de su muerte. También hay cartas falsas que se hicieron pasar por escritas por Ignacio, pero los expertos saben que no son auténticas.
Toda esta información nos ayuda a entender la vida de Ignacio y el contexto del cristianismo primitivo. Sus escritos son muy importantes para saber cómo se formaron los evangelios.
Las cartas de Ignacio
Las cartas de Ignacio se pueden dividir en dos grupos, según el lugar donde las escribió:
- Cuatro cartas desde Esmirna.
- Tres cartas desde Alejandría de Tróade.
Las cartas de Esmirna fueron escritas antes que las de Tróade. El orden más aceptado es el que usó Eusebio de Cesarea:
- «Carta a los efesios» (Ad Eph.)
- «Carta a los magnesios» (Ad Magn.)
- «Carta a los tralianos» (Ad Tral.)
- «Carta a los romanos» (Ad Rom.)
- «Carta a los filadelfianos» (Ad Phil.)
- «Carta a los esmirniotas» (Ad Smyrn.)
- «Carta a Policarpo» (Ad Pol.)
Las cartas también se dividen por su propósito:
- Las seis cartas a las Iglesias de Asia Menor: Buscaban mantener la unidad interna y advertir contra ciertas enseñanzas que no eran correctas.
- La «Carta a los romanos»: Fue escrita para pedir a la comunidad de Roma que no intentara salvarlo de su destino.
El estilo de Ignacio es muy personal y apasionado, diferente al de otros escritores de su tiempo. Sus cartas comienzan con un saludo especial:
Ignacio, también llamado «Teoforo», a la Iglesia de...
"Teoforo" significa "el portador de Dios". Podría ser un apodo o una forma de decir que era un seguidor de Cristo.
Vida y liderazgo
No sabemos el año ni el lugar exacto del nacimiento de Ignacio, ni nada sobre su familia o cómo conoció el cristianismo. La primera información segura es que fue obispo de Antioquía. Él mismo lo dice en sus cartas, y otros líderes de la Iglesia lo confirman. Ser obispo de Antioquía era muy importante en ese tiempo.
Antioquía de Siria era una de las ciudades más grandes del Imperio romano, después de Roma y Alejandría. Era una ciudad muy activa y diversa, con gente de muchos lugares y costumbres diferentes. Había una gran comunidad judía con privilegios especiales.
Poco después de la muerte de Jesucristo, se formó en Antioquía una comunidad cristiana, separada de la sinagoga judía. Se dice que Bernabé y Pablo de Tarso estuvieron entre sus fundadores. Ellos enseñaron un cristianismo que no exigía a los no judíos seguir todas las leyes judías. Por eso, Antioquía es considerada la "madre de las iglesias de los no judíos". Fue en Antioquía donde los seguidores de Jesús fueron llamados "cristianos" por primera vez.
Condena a muerte

Ignacio era obispo de Antioquía cuando fue condenado a muerte, probablemente por ser cristiano, durante el reinado del emperador Trajano (98-117 d.C.). En sus cartas, Ignacio se describe como "condenado a muerte" y dice que lleva cadenas "por causa del Nombre" (refiriéndose a Jesucristo).
Algunos piensan que fue detenido durante una persecución contra los cristianos. Otros creen que pudo ser arrestado debido a problemas internos en la comunidad cristiana de Antioquía, quizás entre diferentes grupos de líderes. Esto explicaría por qué Ignacio insiste tanto en sus cartas en la importancia de la unidad y la obediencia a los obispos.
Existe un relato imaginario de su martirio, el Martirio colbertino, que describe un diálogo entre Ignacio y el emperador Trajano. En este relato, Trajano le pregunta quién es, e Ignacio responde que es "el portador de Dios". Trajano, molesto, lo condena a muerte.
Viaje a Roma

Aunque fue condenado en Siria, se ordenó que lo llevaran a Roma. No se sabe con certeza por qué. Una idea es que, si era ciudadano romano, tenía derecho a apelar ante el emperador, como hizo San Pablo. Sin embargo, Ignacio deseaba morir por su fe y pidió a los cristianos de Roma que no intercedieran por él. Además, él mismo se describe como "encadenado", lo que no sería el caso si estuviera apelando.
Otra teoría es que fue enviado a Roma como parte de un grupo de prisioneros para los espectáculos públicos, quizás para celebrar victorias militares. Pero un solo prisionero no sería un regalo valioso, y sus cartas no mencionan a otros prisioneros. Además, Ignacio tuvo cierta libertad de movimiento durante el viaje.
Una tercera idea es que fue trasladado porque el gobernador de Siria no estaba presente, y solo el emperador podía confirmar una condena a muerte.
Juan Crisóstomo, un líder cristiano posterior, pensó que llevar a Ignacio a Roma fue una estrategia del diablo para que muriera lejos de su gente y se cansara con el viaje.
De Antioquía a Esmirna

La ruta exacta de Ignacio desde Antioquía es incierta. El Martirio colbertino dice que embarcó en Seleucia y llegó directamente a Esmirna. Sin embargo, se sabe que pasó por Filadelfia, que está tierra adentro. Una posibilidad es que viajara por tierra desde Antioquía, cruzando montañas y llanuras hasta Filadelfia, y luego a Esmirna.
Ignacio escribió:
Desde Siria vengo luchando día y noche, por tierra y por mar, con diez leopardos, diez soldados que me encadenan.Ad Rom. 5, 1
La expresión "diez leopardos" podría referirse a la rudeza de sus guardias o al nombre de un regimiento. Es la primera vez que se usa la palabra "leopardo" en la literatura griega y latina.
En Filadelfia, Ignacio se encontró con la comunidad cristiana local. Habló con ellos, asistió a sus celebraciones y debatió sobre algunas doctrinas. Después, continuó su camino hacia Esmirna, pasando por Sardes.
Esmirna
Esmirna era un puerto importante en la costa occidental. Allí, Ignacio fue recibido por Policarpo, el obispo de la ciudad. Se cree que Policarpo y él se conocieron en ese momento. Su aprecio mutuo se nota en las cartas que se escribieron.
Mientras estaba en Esmirna, Ignacio recibió visitas de delegaciones de iglesias cercanas como Éfeso, Magnesia del Meandro y Trales. Se enteró de que había desacuerdos y enseñanzas incorrectas en esas comunidades. Por eso, escribió tres cartas: "A los efesios", "A los magnesios" y "A los tralianos". Su objetivo era luchar contra las "falsas doctrinas" y fortalecer la autoridad de los obispos locales.
Carta a los efesios
La delegación de Éfeso estaba liderada por su obispo Onésimo. Ignacio le pidió a los efesios que dejaran a un diácono llamado Burro a su servicio como secretario, lo cual ocurrió.
La iglesia de Éfeso tenía una conexión especial con Pablo de Tarso, quien había predicado allí y les había escrito una carta. Ignacio conocía esto y lo menciona en su carta.
La comunidad de Éfeso estaba dividida, y la autoridad de su obispo era cuestionada. Ignacio les pidió que se unieran al obispo, diciendo: "os conviene correr a una con la voluntad del obispo" (Ad Eph. 4, 1). También les dijo que debían ver al obispo "como al Señor mismo" (Ad Eph. 6, 1).
Ignacio también estaba preocupado por las "malas doctrinas" que se estaban extendiendo. Las llamó "perros rabiosos que muerden a traición" (Ad Eph. 7, 1). Aunque no las nombra directamente, se cree que eran enseñanzas que negaban que Jesús fuera completamente humano o completamente divino. Ignacio insistió en que Jesús era "carnal y espiritual, creado e increado, en hombre Dios, en muerte vida verdadera, y (nacido de) de María y de Dios" (Ad Eph. 7, 2).
También menciona la virginidad de María como un "misterio sonoro" (Ad Eph. 19, 1). Un pasaje especial de esta carta es el "Himno de la estrella", que habla de una estrella brillante que apareció en el cielo, recordando la historia de la Epifanía en el Evangelio de Mateo.
Carta a los magnesios
Esta carta fue escrita en presencia de la delegación de Magnesia del Meandro. El obispo de Magnesia, Damas, era muy joven, y algunos miembros de la comunidad no lo respetaban. Ignacio les pidió que hicieran todo "en la concordia de Dios" y que el obispo presidiera "en el lugar de Dios" (Ad Magn. 6, 1).
Ignacio también advirtió a los magnesios contra las enseñanzas que mezclaban el cristianismo con el judaísmo. Dijo que era "absurdo hablar de Jesucristo y vivir al modo judío" (Ad Magn. 10, 3). Al igual que en la carta a los efesios, Ignacio pidió a los magnesios que oraran por la Iglesia de Siria.
Carta a los tralianos
La carta a los tralianos también fue escrita en Esmirna. La comunidad de Trales parecía tranquila, pero Ignacio les advirtió sobre "hierbas extrañas" o "veneno mortal" (Ad Tral. 6, 1-2), refiriéndose a una doctrina llamada docetismo.
El docetismo era una creencia que decía que el sufrimiento y la muerte de Jesucristo habían sido solo una "apariencia", no reales. Para refutar esto, Ignacio enfatizó que Jesús nació "verdaderamente", sufrió "verdaderamente", fue crucificado "verdaderamente" y resucitó "verdaderamente" (Ad Tral. 9, 1). También dijo que Jesús era "del linaje de David e hijo de María" y que "comía y bebía" (Ad Tral. 9, 1). Para Ignacio, si la muerte de Jesús hubiera sido solo una apariencia, no tendría sentido morir por él.
Carta a los romanos
Nueve días antes del 1 de septiembre (el 24 de agosto), Ignacio escribió la "Carta a los romanos", la más importante de sus cartas. Es la única dirigida a una comunidad fuera de Asia y no contiene advertencias sobre herejías.
Ignacio estaba preocupado de que la Iglesia de Roma intentara salvarlo de morir por las fieras. Él deseaba morir para unirse a Cristo: "Permitidme imitar la pasión de mi Dios" (Ad Rom. 6, 3). Estaba dispuesto a soportar cualquier cosa: "Fuego y cruz, manadas de fieras, quebrantamientos de huesos, descoyuntamiento de miembros, trituramiento del cuerpo, atroces torturas del diablo vengan sobre mí con tal de alcanzar a Jesucristo" (Ad Rom. 5, 1). Para él, la muerte era una transformación positiva, un nuevo nacimiento: "Trigo soy de Dios, molido por los dientes de las fieras, y convertido en pan puro de Cristo" (Ad Rom. 4, 1).
Esta carta es importante para el debate sobre la importancia de la Iglesia de Roma en los primeros siglos. Los católicos creen que Roma era la más importante y que su obispo era el papa. Ortodoxos y protestantes reconocen la importancia de Roma, pero la ven como una entre varias iglesias importantes. El saludo de Ignacio a la Iglesia de Roma es el más extenso y elogioso de todas sus cartas, lo que sugiere su gran respeto por ella.
Ignacio adopta una actitud humilde en esta carta, diciendo: "No os doy órdenes como Pedro y Pablo. Ellos eran apóstoles. Yo, un condenado a muerte" (Ad Rom. 4, 3). Es interesante que en esta carta no se menciona el nombre de ningún obispo de Roma, lo que ha generado debates sobre cómo estaba organizada la Iglesia en Roma en ese momento.
En resumen, los puntos clave de esta carta son:
- 1. Temor a la caridad: Ignacio teme que la comunidad de Roma, por su bondad, intente salvarlo, lo que le impediría unirse a Dios a través del martirio.
- 2. Altar preparado: Desea ser ofrecido como un sacrificio a Dios.
- 3. Enseñanzas: Pide que oren para que tenga la fuerza de ser un verdadero cristiano, no solo de nombre.
- 4. Trigo de Dios: Quiere ser entregado a las fieras para convertirse en "pan puro" para Cristo.
- 5. Atado a diez leopardos: A pesar del maltrato de sus guardias, se siente más cerca de ser un verdadero discípulo.
- 6. Partida inminente: Anhela unirse completamente a Dios y nacer a la vida eterna.
- 7. Amor crucificado: Pide que no interfieran con su deseo de morir por Cristo.
- 8. No vivir según los hombres: No desea seguir viviendo una vida humana y pide oraciones para lograr su objetivo.
- 9. Dios como pastor: Se despide y pide oraciones por la Iglesia de Siria, diciendo que Dios será su pastor en su ausencia.
- 10. Despedida: Anuncia que está cerca de Roma y se despide con fe en Jesucristo.
De Esmirna a Tróade
Después de escribir la "Carta a los romanos", Ignacio y su grupo partieron de Esmirna hacia el norte, rumbo a la Tróade. Este lugar, cerca de la antigua Troya, era un puerto importante entre Asia y Europa. El viaje por mar a Neápolis de Macedonia (cerca de Filipos) era el siguiente paso hacia Roma.
Aunque no hay muchos detalles sobre este trayecto, sabemos que Ignacio viajaba con varias personas, como Filón, un diácono de Cilicia, y Burro, el diácono de Éfeso que le ayudaba a escribir. En Tróade, Ignacio se encontró con una comunidad cristiana y escribió tres cartas más: "A los filadelfios", "A los esmirniotas" y la "Carta a Policarpo".
Carta a los filadelfios
Ignacio había pasado por Filadelfia antes de llegar a Esmirna. En esta carta, escrita desde Tróade, aborda los problemas de la comunidad de Filadelfia, que él ya conocía. Les advierte: "Huid de la división y de las malas doctrinas" (Ad Phil. 2, 1). Algunos celebraban la Eucaristía por su cuenta, y otros seguían prácticas judías.
Cuando le preguntaron dónde estaba escrito el evangelio que predicaba, Ignacio respondió: "Mi archivo es Jesucristo, su cruz, su muerte, su resurrección y la fe que, de él, me viene" (Ad Phil. 8, 2).
Ignacio también recibió una buena noticia en Tróade: la Iglesia de Siria "ha encontrado la paz". Por eso, pidió a los filadelfios que enviaran a un diácono como embajador a Siria para celebrar con ellos (Ad Phil. 10, 1).
Carta a los esmirniotas
Esta carta fue enviada desde Tróade a la comunidad de Esmirna. Ignacio los felicita por su fe y aborda los problemas que enfrentaban, especialmente las enseñanzas que negaban la verdadera humanidad de Cristo (docetismo).
Ignacio insiste en que toda la vida de Cristo, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección, fue real. Él mismo se pone como ejemplo:
Porque si solo en apariencia fueron hechas todas estas cosas por nuestro Señor, luego también yo estoy cargado de cadenas en apariencia. ¿Por qué, entonces, me he entregado yo a la muerte?Ad Smyrn. 4, 2
Ignacio critica duramente a quienes niegan la humanidad de Cristo, diciendo que no pueden reconocer la Eucaristía como el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
En esta carta, San Ignacio es el primero en usar el término "Iglesia Católica" (καθολικη εκκλησια), que significa "Iglesia universal", para referirse a todos los creyentes.
Donde está el obispo está la comunidad, así como donde está Jesucristo está la Iglesia católicaAd Smyrn. 8, 2
La carta termina con saludos y agradecimientos, y menciona nuevamente la paz que ha llegado a la Iglesia en Antioquía.
Carta a Policarpo

Esta es la única carta de Ignacio dirigida a una sola persona, Policarpo, el joven obispo de Esmirna. Ignacio le escribió desde Tróade para darle consejos sobre cómo ser un buen líder de la Iglesia.
Le dio muchos consejos prácticos:
Sé prudente como la serpiente, puro como la paloma (Ad Pol. 2, 2). Sé sobrio como un atleta (Ad Pol. 2, 3). Dedícate a la oración (Ad Pol. 1, 3). Pide más conocimiento (Ad Pol. 1, 3). Mantente firme como un yunque (Ad Pol. 3, 1). Sé más diligente (Ad Pol. 3, 2). Observa los tiempos (Ad Pol. 3, 2).
El conflicto en la Iglesia de Siria, que Ignacio había mencionado en otras cartas, también aparece aquí. No se sabe exactamente qué tipo de conflicto era, pero la noticia de que había "encontrado la paz" era muy importante para Ignacio.
Las últimas palabras conocidas de Ignacio muestran su urgencia:
No podré escribir a las otras iglesias porque, inesperadamente, zarpo de Tróade a Neápolis.Ad Pol. 8, 1.
La muerte de Ignacio
Desde Tróade, Ignacio probablemente viajó a Neápolis en Macedonia, un puerto cercano a Filipos. Filipos estaba en la Vía Egnatia, una importante carretera que conectaba el este y el oeste del Imperio romano. Se sabe por una carta de Policarpo de Esmirna que Ignacio pasó por Filipos, pero después de eso, su rastro se pierde.
Se cree que siguió las rutas habituales y finalmente llegó a Roma. El Martirio colbertino cuenta que llegó a Roma y fue expuesto a las fieras el 20 de diciembre. Dice que su deseo de mártir se cumplió de inmediato, y solo quedaron algunas partes de su cuerpo, que fueron recogidas y llevadas como reliquias a Antioquía.
Juan Crisóstomo recordó siglos después el regreso de los restos de Ignacio a su ciudad, diciendo que Dios había concedido un mártir a dos ciudades.
Ignacio pudo haber muerto un 20 de diciembre, pero el año exacto no se sabe. Eusebio de Cesarea lo sitúa alrededor del año 107 d.C., pero los investigadores actuales consideran un período entre 107 y 117 d.C. La Iglesia ortodoxa celebra su festividad el 20 de diciembre, y la Iglesia católica el 17 de octubre.
Ignacio y la Biblia
Las cartas de Ignacio son importantes para entender cuándo se escribieron los evangelios y dónde se formaron. Los escritos de los padres apostólicos son las primeras fuentes donde podemos buscar pistas sobre la influencia de los evangelios.
Las cartas de Ignacio muestran una conexión con el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Juan, así como con algunas cartas de San Pablo. Por ejemplo, en su "Carta a los esmirniotas", Ignacio cita un pasaje que es muy similar a Mateo 3, 15, donde Jesús dice: "Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia". Esto sugiere que Ignacio pudo haber tenido una copia del Evangelio de Mateo.
La relación con el Evangelio de Juan es más compleja. Aunque no hay citas directas, las ideas de Ignacio sobre la Eucaristía, el Logos (la Palabra de Dios) y el Espíritu Santo son muy parecidas a las de Juan. Esto indica que Ignacio estaba muy familiarizado con las tradiciones que dieron origen al cuarto evangelio.
Las cartas de San Pablo, especialmente la Primera epístola a los corintios y la Epístola a los efesios, también están muy presentes en los escritos de Ignacio.
Ignacio en los Padres de la Iglesia
La influencia de Ignacio en la literatura cristiana comenzó de inmediato. Después de que Ignacio partiera de Tróade, Policarpo escribió una carta a la comunidad de Filipos, quienes querían copias de las cartas de Ignacio. Policarpo también pidió noticias sobre Ignacio.
Esta carta de Policarpo es el testimonio más antiguo que se conserva sobre Ignacio. Más tarde, Ireneo de Lyon, quien conoció a Policarpo, mencionó a Ignacio y copió un fragmento de su "Carta a los romanos".
En el siglo III, Orígenes mencionó a Ignacio en una de sus homilías, diciendo que fue el "segundo obispo de Antioquía, después del bienaventurado Pedro".
Todos estos testimonios llegaron a manos de Eusebio de Cesarea, quien los incluyó en su "Historia Eclesiástica". Eusebio también tenía copias de las cartas de Ignacio. Él confirma que Ignacio fue el segundo obispo de Antioquía, después de Evodio de Antioquía.
Juan Crisóstomo, otro líder de Antioquía, escribió un discurso en honor a Ignacio, aunque no se centró en los detalles históricos. Teodoreto de Ciro, también de Antioquía, citó extensos pasajes de las cartas de Ignacio en su obra.
Jerónimo de Estridón también habló de Ignacio, aunque no leyó sus cartas directamente. Repitió la información de Eusebio, añadiendo algunos detalles imaginarios.
¿Cómo se conservaron las cartas de Ignacio?
Después de la muerte de Ignacio, sus escritos y el recuerdo de quienes lo conocieron fueron lo único que quedó. Las iglesias, como la de Filipos, querían copias de sus cartas. Así, se formaron diferentes colecciones, como ocurrió con las cartas de Pablo.
Con el tiempo, la historia de Ignacio se mezcló con leyendas. Las copias de sus cartas también cambiaron, con errores, traducciones y añadidos. Durante la Edad Media, las cartas originales de Ignacio se perdieron, y solo se conocían los fragmentos citados por otros Padres de la Iglesia.
La invención de la imprenta en el siglo XV ayudó a recuperar los textos originales. Sin embargo, el proceso para las cartas de Ignacio fue lento. No fue hasta el siglo XVII que se encontraron las versiones que usaron los Padres de la Iglesia. La autenticidad de las cartas de Ignacio fue un tema de debate entre católicos y protestantes hasta finales del siglo XIX.
La versión medieval
Durante la Edad Media, circuló una colección de cuatro cartas en latín atribuidas a Ignacio, pero ninguna de ellas era mencionada por los autores antiguos. Se conocían desde el siglo XII. Una de ellas era una carta de Ignacio a San Juan Evangelista, donde expresaba su deseo de ver a la Virgen María. Otra era una carta de Ignacio a la propia María, y la cuarta era una supuesta respuesta de la Virgen María a Ignacio.
Estas cartas se publicaron por primera vez en 1495, pero su autenticidad fue rápidamente descartada por importantes figuras católicas como los cardenales Baronio y Belarmino.
La versión larga

En 1498, se publicó otra colección de cartas, conocida como la "recensión larga". Esta colección tenía trece cartas en latín: las siete que citaba Eusebio y otras seis que no se conocían.
Estas cartas adicionales incluían:
- Carta de María de Casobolos a Ignacio: Una mujer le pide a Ignacio que envíe a un obispo y un sacerdote jóvenes.
- Carta de Ignacio a María de Casobolos: Ignacio responde afirmativamente, diciendo que está encadenado y esperando su martirio. Sin embargo, menciona que Clemente romano acaba de ser papa, lo cual es un error histórico.
- Carta a los tarsenses: Simula haber sido escrita desde Filipos. Habla de San Pablo y menciona tradiciones sobre la muerte de otros apóstoles.
- Carta a los filipenses: Simula haber sido escrita desde Regio. Trata temas de teología cristiana, como la Trinidad y la humanidad y divinidad de Jesús.
- Carta a los antioquenos: Simula haber sido escrita desde Filipos, después de que la Iglesia de Antioquía encontrara la paz. Habla contra las influencias judías y paganas.
- Carta a Herón: Escrita supuestamente desde Filipos, Ignacio le da consejos a un diácono de Antioquía.
En el siglo XVI, se empezó a dudar de la autenticidad de estas cartas debido a errores históricos y diferencias con las citas de los Padres de la Iglesia. Hubo un gran debate entre teólogos católicos y protestantes. Los protestantes, como Juan Calvino, las consideraron falsas porque apoyaban una organización de la Iglesia (con obispos, sacerdotes y diáconos) que ellos no aceptaban.
En 1557, se publicó una versión griega de la recensión larga, lo que confirmó que las interpolaciones (añadidos) estaban en el texto original. Algunos críticos sugirieron que solo las siete cartas mencionadas por Eusebio eran auténticas, pero que habían sido muy modificadas.
La versión media

En el siglo XVII, el arzobispo anglicano James Ussher comparó la recensión larga con los textos de Eusebio de Cesarea y Teodoreto de Ciro. Descubrió que en las islas británicas circulaba una versión más corta de las cartas, que coincidía mejor con los textos antiguos.
Ussher encontró dos manuscritos latinos que contenían esta versión, conocida como la "recensión media". Las siete cartas citadas por Eusebio eran más cortas y no tenían los errores históricos. Ussher concluyó que solo estas siete cartas eran auténticas. Fueron publicadas en 1644.
Dos años después, en 1646, Isaac Voss publicó una versión griega de seis de estas cartas. La "Carta a los romanos" fue encontrada más tarde, en 1689, por Thierry Ruinart en un manuscrito llamado Martirio colbertino. Así, la recensión media quedó confirmada con las siete cartas de Eusebio, tanto en griego como en latín. Se demostró que la recensión larga tenía muchas interpolaciones y que las otras cartas eran falsas.
La versión breve
En el siglo XIX, se encontraron manuscritos en idiomas como el siríaco que contenían versiones aún más cortas de las cartas. En 1845, William Cureton publicó una recensión de las cartas a los efesios, a los romanos y a Policarpo, obtenida de manuscritos siríacos. Esta fue llamada la "recensión breve". Cureton pensó que estas eran las únicas cartas auténticas.
El consenso actual
A finales del siglo XIX, expertos como Zahn, Funk, Lightfoot y Adolf von Harnack llegaron a un acuerdo: solo la "recensión media" es auténtica. Descartaron la recensión larga porque contenía errores históricos, dependía de obras posteriores y sus citas no aparecían en los Padres de la Iglesia antiguos. También descartaron la recensión breve, considerándola un resumen de la recensión media.
Hoy en día, la mayoría de los estudiosos aceptan la autenticidad de la "recensión media". Las ediciones impresas de las cartas de Ignacio de Antioquía se basan en el texto griego de esta recensión, que es el más confiable que se conserva.
Véase también
En inglés: Ignatius of Antioch Facts for Kids
- Patrología