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Historia de la paleoantropología para niños

Enciclopedia para niños

La historia de la paleoantropología es el estudio de cómo hemos ido descubriendo y entendiendo el origen y la evolución de los seres humanos a lo largo del tiempo. En otras palabras, es la historia de las ideas que la humanidad ha tenido sobre de dónde venimos.

Primeras ideas sobre el origen humano

Desde hace mucho tiempo, las personas han intentado explicar cómo aparecieron los seres humanos en la Tierra. Los relatos más antiguos son los mitos, que cada cultura tenía para explicar el origen del hombre, a menudo como obra de seres divinos o por pura casualidad.

Filosofía antigua y Edad Media

Con la llegada de la filosofía griega, las explicaciones míticas empezaron a perder fuerza. Surgieron ideas tempranas sobre la evolución, sugiriendo que los humanos podrían haber surgido de otros animales. Sin embargo, pensadores como Platón y Aristóteles promovieron la idea de que la naturaleza era fija y no cambiaba. Esta idea, llamada fijismo, dominó durante la Edad Media. Se creía que todo, incluyendo al ser humano, había sido creado tal como es y se organizaba en una escala, donde el hombre estaba en la cima de los seres vivos, justo debajo de los ángeles y Dios.

Avances en la Edad Moderna

Aunque el Renacimiento no cambió drásticamente la visión del hombre en la naturaleza, sí hubo avances científicos que prepararon el terreno para nuevas ideas.

Colecciones y descubrimientos

Durante el Renacimiento y la Era de los Descubrimientos, creció el interés por los objetos antiguos y exóticos. Esto llevó a una forma de arqueología que se enfocaba en coleccionar y vender reliquias de ruinas antiguas. Se crearon muchos catálogos de artefactos, fósiles y especies raras.

Entre estos objetos estaban las ceraunias, conocidas como "piedras del rayo". Al principio, se les atribuían propiedades místicas. Pero en el siglo XVIII, se reconoció que estas piedras eran en realidad herramientas hechas por humanos en tiempos muy antiguos, antes de que se usaran los metales. Hoy las llamamos bifaces. Gracias a la clasificación de estas colecciones, en los países escandinavos y luego en toda Europa, se popularizó la división de la prehistoria en Edad de Piedra, Edad del Bronce y Edad del Hierro.

El estudio de los fósiles y la Tierra

En la Edad Moderna, también aumentó el conocimiento sobre los fósiles y la geología (el estudio de la Tierra). La gente empezó a pensar que los fósiles eran restos de seres vivos, y no solo "intentos" o "caprichos" de las rocas.

A pesar de algunas dificultades relacionadas con creencias religiosas, a finales de la Edad Moderna ya se aceptaba la idea de que los fósiles tenían un origen orgánico. Esto llevó a preguntarse si las "petrificaciones" humanas también eran fósiles. Un caso famoso fue el Homo diluvii testis, un fósil de una salamandra gigante que Johann Jakob Scheuchzer creyó que era un hombre que había sido testigo de un gran diluvio.

También en esta época, Niels Stensen desarrolló la estratigrafía, que es el estudio de las capas de rocas. Esto ayudó a entender mejor la antigüedad de la Tierra y cómo se forman las rocas, y la idea de un diluvio universal fue siendo reemplazada por las teorías sobre las glaciaciones.

La paleoantropología en la Edad Contemporánea

Georges Cuvier y los fósiles humanos

Georges Cuvier, una gran autoridad en geología a principios del siglo XIX, sostenía que ninguno de los restos humanos encontrados hasta entonces eran fósiles verdaderos. Él definía un fósil como un resto encontrado en capas geológicas naturales y asociado a animales extintos. Como los restos humanos se hallaban a menudo en cuevas, donde era difícil determinar su antigüedad, no encajaban en su definición.

Charles Lyell y Charles Darwin

Después de la muerte de Cuvier, la idea de la existencia de fósiles humanos empezó a ser más aceptada. Charles Lyell se convirtió en la nueva autoridad en geología. Él defendía la idea de una Tierra muy antigua, donde los procesos geológicos ocurren lentamente a lo largo de millones de años.

Esta visión de una Tierra antigua fue crucial para que Charles Darwin desarrollara y publicara sus ideas sobre la selección natural. Aunque al principio sus ideas no fueron totalmente aceptadas, ayudaron a que la evolución fuera reconocida como un hecho científico, que también afectaba a los humanos. Pronto, a partir de la década de 1850, se encontraron fósiles del hombre de Neandertal, que fueron los primeros ejemplos de especies humanas diferentes al Homo sapiens.

La búsqueda del "eslabón perdido"

Hubo un gran debate sobre si la evolución era un hecho científico. En el centro de este debate estaba el origen del hombre, y se buscaba un "eslabón perdido": un fósil transicional que mostrara características intermedias entre los primates y los humanos modernos.

Se encontraron restos en Asia y África que parecían ser candidatos, como el hombre de Java, el hombre de Pekín o el Australopithecus. Sin embargo, la idea de que Europa era superior dificultó que estos descubrimientos fueran reconocidos. En cambio, muchos en Europa se convencieron de un hallazgo que luego se descubrió que era un engaño: el hombre de Piltdown, en Inglaterra. Era una cara de orangután combinada con un cráneo humano tratado químicamente. Muchos científicos europeos pensaban que el "eslabón perdido" debía ser europeo y tener una cara parecida a la de un simio, pero con un cráneo desarrollado, justo lo que el hombre de Piltdown parecía tener. Los otros fósiles, en cambio, tenían una cara más moderna y un cráneo pequeño. Una minoría sospechó del engaño, y con los nuevos descubrimientos en África, las sospechas aumentaron. Finalmente, en 1953, se reveló la verdad, y el Australopithecus fue reconocido como un importante "eslabón" en nuestra historia.

El desarrollo de la paleoantropología hasta hoy

Entre 1850 y 1950, se encontraron muchos fósiles en Europa, Asia y África. Cada vez que se descubría un nuevo fósil, o un especialista lo examinaba, se le daba un nuevo nombre de especie. Esto llevó a que se crearan más de cien especies de homínidos diferentes, cuando hoy solo se reconocen unas treinta. Por ejemplo, el hombre de Java llegó a tener hasta seis nombres distintos. El hombre de Pekín tuvo un número similar. Muchos de estos especímenes, que antes se consideraban más de veinte especies, hoy se agrupan en una sola: el Homo erectus. Esto se debía a que no había un acuerdo claro sobre qué se entendía por especie y subespecie.

Ernst Mayr simplificó esta clasificación a solo tres especies del género Homo: Homo transvaalensis, H. erectus y H. sapiens. Más tarde, Francis Clark Howell reclasificó al Homo transvaalensis dentro del género Australopithecus, manteniendo las ideas de Mayr.

Paleoantropólogos como Louis Leakey hicieron muchos descubrimientos importantes en el Cuerno de África, estableciendo la idea de que el género Homo se originó en el este de África. Esta idea se ha mantenido hasta hoy, y los nuevos hallazgos la siguen confirmando.

Los avances en técnicas de datación radiométricas, la biología evolutiva, el conocimiento de la herencia, la ecología, la primatología (estudio de los primates), la tipología lítica (estudio de las herramientas de piedra) y otras ciencias han mejorado mucho la forma en que se estudia la paleoantropología. Hoy en día, los debates más importantes se centran en: cuándo se separó la línea evolutiva que llevó al hombre de la que llevó al chimpancé, el desarrollo de la bipedación (caminar sobre dos piernas) y la relación entre el Homo neanderthalensis y el Homo sapiens cuando este último llegó a Europa.

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