Golpe de Estado de mayo de 1814 para niños
El golpe de Estado de mayo de 1814 fue un evento importante en la historia de España. Fue un cambio repentino en el gobierno, liderado por el propio rey Fernando VII, que puso fin a un sistema de gobierno basado en una Constitución (la de 1812). Este sistema había sido creado por las Cortes de Cádiz mientras el rey estaba fuera del país.
Fernando VII había estado retenido por Napoleón en el castillo de Valençay (Francia) desde 1808. En diciembre de 1813, firmó el Tratado de Valençay, por el cual Napoleón le devolvía el trono de España. El rey regresó a España y planeó este cambio de gobierno en Valencia. Allí firmó el Manifiesto del 4 de mayo, también conocido como Decreto de Valencia.
El 10 de mayo, el general Francisco de Eguía ejecutó el plan en Madrid con el apoyo del general Francisco Javier Elío. Las Cortes fueron disueltas, los liberales (personas que apoyaban la Constitución) fueron encarcelados, y la Constitución de 1812 fue eliminada. Así, se restauró el gobierno absoluto del rey y el Antiguo Régimen (el sistema de gobierno anterior a la Constitución).
Algunos historiadores, como Juan Francisco Fuentes, señalan que este cambio fue fácil de lograr porque el sistema liberal era débil, no porque la monarquía absoluta fuera muy fuerte en ese momento.
Contenido
¿Qué pasó antes del golpe de Estado?
El rey Fernando VII en Valençay

En 1808, el rey Carlos IV abdicó (renunció al trono) a favor de su hijo Fernando, debido a la presión de un levantamiento popular. En ese momento, las tropas de Napoleón estaban entrando en España. Napoleón aprovechó la situación para intervenir en la familia real española. Consiguió que Carlos IV y Fernando VII, junto con otros miembros de la familia, fueran a Bayona.
La noticia de que la familia real se iba a Bayona provocó un levantamiento en Madrid el 2 de mayo. Este fue el inicio de la Guerra de la Independencia contra los franceses.
En Bayona, Napoleón logró que Carlos IV y Fernando VII le cedieran los derechos al trono español. Luego, Napoleón nombró a su hermano José Bonaparte como nuevo rey de España. Fernando VII y otros familiares fueron confinados en el Castillo de Valençay. Desde allí, Fernando VII incluso escribió cartas a Napoleón, felicitándolo por sus victorias.
La mayoría de los españoles no reconocieron las abdicaciones de Bayona. Se formaron Juntas (grupos de gobierno locales) que juraron lealtad a Fernando VII. Estas Juntas crearon una Junta Suprema Central y luego una Regencia para gobernar en nombre del rey ausente. También convocaron unas Cortes (una especie de parlamento) en Cádiz.
El 24 de septiembre de 1810, las Cortes de Cádiz declararon que Fernando VII era el único rey legítimo y que la cesión de la corona a Napoleón era nula. También proclamaron que la soberanía nacional (el poder de decidir) residía en ellas. Con base en esto, las Cortes crearon la Constitución de 1812, que fue aprobada el 19 de marzo de 1812. Esta Constitución estableció una monarquía constitucional, donde el rey compartía el poder con las Cortes, y puso fin al Antiguo Régimen.
El Tratado de Valençay y el regreso del rey

A partir de 1812, la guerra contra Napoleón empezó a cambiar. Las tropas británicas y portuguesas, lideradas por Arthur Wellesley, el futuro duque de Wellington, entraron en España y derrotaron a los franceses en la batalla de los Arapiles. En 1813, los franceses sufrieron más derrotas, y José I Bonaparte tuvo que abandonar España.
Napoleón, al ver su situación militar complicada, decidió negociar con Fernando VII para retirar sus tropas de España. Envió a un representante a Valençay para acordar un tratado. Napoleón le ofreció a Fernando VII volver a España como rey absoluto, con la misma autoridad que tenía su padre.
El 8 de diciembre de 1813, se firmó el Tratado de Valençay. Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España y se comprometía a retirar sus tropas. A cambio, España rompería su alianza con Gran Bretaña. Fernando VII también aceptó perdonar a los "afrancesados" (españoles que habían apoyado a José I).
El duque de San Carlos fue a Madrid para que la Regencia y las Cortes ratificaran el tratado. Sin embargo, las Cortes habían decretado en 1811 que no reconocerían ningún acto del rey hasta que estuviera libre en España. Además, el tratado implicaba romper la alianza con Gran Bretaña, que había sido clave para derrotar a los franceses. Por estas razones, la Regencia se negó a ratificar el Tratado de Valençay.
A pesar de esto, el viaje del duque de San Carlos y del general Palafox a Madrid ayudó a preparar el ambiente para acabar con el sistema constitucional. Algunos diputados absolutistas, como Juan López Reina, defendieron la monarquía absoluta de Fernando VII en las Cortes.
Las Cortes, por su parte, aprobaron un decreto el 2 de febrero de 1814, que decía que no se obedecería a Fernando VII hasta que jurara la Constitución. También establecía que el rey no podía entrar en España con extranjeros ni con "afrancesados", y que debía seguir una ruta fijada por la Regencia.
Los liberales fueron muy estrictos al exigir que el rey jurara la Constitución antes de cualquier otra cosa. Fernando VII, sin embargo, no quería aceptar un sistema que limitara su poder. Él siempre quiso ser un rey con autoridad plena.
El regreso de Fernando VII a España
Aunque el Tratado de Valençay no fue ratificado, Napoleón dejó marchar a Fernando VII porque necesitaba sus tropas. El 10 de marzo, Fernando VII y sus familiares recibieron los pasaportes para salir de Francia. El rey envió una carta a la Regencia diciendo que aprobaría lo que se hubiera hecho en su ausencia si era útil para el reino, lo que tranquilizó a los liberales.
Fernando VII salió de Valençay el 13 de marzo. El 24 de marzo, el mariscal Suchet lo entregó al general Francisco Copons, capitán general de Cataluña, en Báscara.
En Gerona, el general Copons le entregó al rey un ejemplar de la Constitución y una carta de la Regencia defendiendo el sistema constitucional. Pero Fernando VII no se comprometió a nada. El 1 de abril, en Reus, el rey decidió ir primero a Zaragoza, en lugar de seguir la ruta establecida por la Regencia hacia Madrid. Esto se interpretó como una forma de retrasar su llegada a la capital.
El 16 de abril, Fernando VII llegó a Valencia. Allí lo esperaba el presidente de la Regencia, el cardenal Borbón. En Puzol, el rey obligó al cardenal a besarle la mano, un signo de sumisión. En Valencia, Fernando VII fue recibido con gran entusiasmo por la población. Durante su estancia, los absolutistas se acercaron al rey, y el clero le pidió el restablecimiento de la Inquisición.
La preparación del golpe

En Valencia, el ambiente era muy favorable al absolutismo. Se publicaron periódicos que defendían al rey y atacaban a los liberales. El Ejército también apoyó al rey. El capitán general de Valencia, Francisco Javier Elío, afirmó que el Ejército era del rey, no de la nación.
En este ambiente, Fernando VII se convenció de no jurar la Constitución. La noticia de la restauración de la monarquía en Francia también influyó. La habitación del rey en el palacio de Cervelló se convirtió en el centro de la conspiración. Allí se reunieron el rey, el infante don Carlos y el duque de San Carlos, junto con consejeros que se oponían a las Cortes de Cádiz.
Un hecho importante fue la llegada a Valencia de Henry Wellesley, el embajador británico. Él y su hermano, el duque de Wellington, no querían el absolutismo, pero rechazaban la Constitución de 1812 y las ideas liberales. El embajador le dijo al duque de San Carlos que el gobierno británico quería ver a Fernando VII en el trono "con toda la autoridad que debe pertenecerle". Esto facilitó los planes de los absolutistas.
A finales de abril y principios de mayo, hubo muchas acciones contra el sistema constitucional en Valencia. El general Elío defendió al rey "con todos sus derechos". El 2 de mayo, militares y civiles destrozaron la placa de la Constitución en la Plaza de la Virgen y la reemplazaron por una que decía "Real Plaza de Fernando VII". El rey se negó a asistir a una misa de un clérigo liberal.
Mientras tanto, los diputados absolutistas de las Cortes redactaron un documento conocido como el Manifiesto de los Persas. Fue firmado por 69 diputados y entregado al rey en Valencia. En este manifiesto, elogiaban a Fernando VII y criticaban la Constitución de 1812 y el trabajo de las Cortes de Cádiz. Proponían restaurar la monarquía absoluta, aunque con algunas limitaciones divinas y de justicia. También pedían castigar a quienes habían causado los "males de España". Fernando VII hizo imprimir el Manifiesto y usó algunas de sus ideas en el Manifiesto del 4 de mayo.
El golpe de Estado

El Manifiesto del 4 de mayo o Decreto de Valencia fue el documento clave del golpe. Se cree que lo redactaron Pedro Gómez Labrador, Juan Pérez Villamil y Miguel de Lardizábal, con la participación del rey. Este documento negaba la legitimidad de las Cortes de Cádiz y, por primera vez, el rey anunciaba públicamente que no juraría la Constitución.
El Decreto declaraba que la Constitución y los decretos de las Cortes eran "nulos y de ningún valor". También decía que cualquiera que intentara mantener la Constitución sería considerado "reo de lesa majestad" y podría ser condenado a muerte. El objetivo de este Manifiesto era justificar la eliminación del sistema constitucional y el regreso a la monarquía absoluta.
Fernando VII confió en el ejército para el éxito del golpe. El 4 de mayo, nombró al general absolutista Francisco de Eguía capitán general de Castilla la Nueva y gobernador militar de Madrid. Eguía entró en la capital con una parte del ejército del general Elío.
El 10 de mayo, las fuerzas de Eguía ocuparon la sede de las Cortes. Por la noche, detuvieron a muchos liberales, incluyendo a los dos regentes, veinticuatro diputados y otras figuras importantes.
Al día siguiente, 11 de mayo, se pegaron copias del Manifiesto del 4 de mayo en Madrid, anunciando la disolución de las Cortes y las detenciones. Hubo un levantamiento popular con gritos de "mueran los liberales". La placa de la Constitución en la Plaza Mayor fue arrancada, y se paseó un retrato del rey por las calles. Multitudes fueron a las cárceles para insultar a los liberales presos.
El 12 de mayo, la Gaceta de Madrid publicó el Manifiesto del 4 de mayo. El 13 de mayo, con la capital bajo control absolutista, el rey Fernando VII entró en Madrid. Había salido de Valencia el 5 de mayo. En su camino, se negó a recibir a una delegación de las Cortes, mostrando que ya no respetaba a los representantes de la nación. También ordenó al cardenal Borbón, presidente de la Regencia, que se fuera a Toledo, lo que era un destierro.
¿Qué pasó después?
Cuando el rey entró en Madrid el 13 de mayo, fue aclamado por la multitud. Las Cortes estaban disueltas y los liberales, detenidos.
Cuando la noticia del golpe de Estado llegó a otras ciudades y pueblos, las autoridades constitucionales fueron destituidas. Las placas de la Constitución fueron destruidas y reemplazadas por otras con el nombre de Fernando VII. Se quemaron ejemplares de la Constitución, y hubo procesiones con el retrato del rey y, a veces, el estandarte de la Inquisición. Los liberales fueron insultados y, en ocasiones, agredidos. Se ordenó a la gente entregar cualquier ejemplar de la Constitución que tuvieran.
Lo primero que hizo Fernando VII como rey absoluto fue restablecer las instituciones del Antiguo Régimen que existían antes de 1808. Restableció el Consejo de Castilla y otros Consejos. Una decisión muy importante fue la restauración de la Inquisición, que había sido eliminada por las Cortes de Cádiz. Esto causó sorpresa en otras cortes europeas, que la consideraban una institución anticuada.
En lo económico y social, se restauraron los privilegios de la nobleza y el clero, los gremios, y el régimen señorial. Sin embargo, Fernando VII nunca convocó las Cortes tradicionales (por estamentos), a pesar de haberlo prometido en el Manifiesto del 4 de mayo.
Fernando VII nombró a sus ministros el mismo 4 de mayo. Eligió a personas que habían participado en la conspiración. El duque de San Carlos fue nombrado ministro de Estado, y Pedro Macanaz de Gracia y Justicia. Sin embargo, hubo muchos cambios en los ministros en los meses siguientes.
Poco después del golpe, el duque de Wellington, el vencedor de Napoleón, visitó Madrid. Aunque su intención oficial era promover la moderación, su presencia fue interpretada como una aprobación del golpe de Estado absolutista por parte del gobierno británico.
En resumen, se restauró el Antiguo Régimen, pero el país estaba agotado y destrozado por seis años de guerra.
¿Por qué la gente apoyó a Fernando VII?
Los historiadores se han preguntado por qué hubo tanto entusiasmo popular por el rey en mayo de 1814.
Algunos historiadores, como Claude Morange, creen que el entusiasmo no fue por la restauración del absolutismo, sino por la liberación del dominio francés y el regreso de la paz, personificada en Fernando VII. Los españoles habían luchado una guerra muy dura en nombre del rey ausente. Ahora, con la paz, el rey estaba de vuelta. El entusiasmo fue una reacción lógica, ya que la gente había idealizado al rey.
Ángel Bahamonde y Jesús A. Martínez también han analizado esta cuestión. Señalan que la mayoría de la gente, especialmente en las zonas rurales, no era ni absolutista ni liberal. Lo que percibían era el regreso del rey como un símbolo de normalidad. Hubo un verdadero entusiasmo popular por el regreso del rey, aunque este hecho fue usado para crear una opinión favorable al absolutismo. No hubo oposición a la caída del sistema constitucional.