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Desarrollo del canon del Nuevo Testamento para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Codex Sinaiticus Matthew 2,5-3,7
Fragmento del Evangelio de Mateo en una página del Códice Sinaítico del siglo V

El canon del Nuevo Testamento es la colección de libros que los cristianos consideran inspirados por Dios y que forman parte del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Para la mayoría de los cristianos, esta lista incluye veintisiete libros, como los Evangelios canónicos, los Hechos, las cartas de los Apóstoles y el Apocalipsis.

La mayoría de estos libros fueron escritos en el primer siglo y se terminaron antes del año 150 d.C. Para los cristianos ortodoxos, estos escritos fueron oficialmente reconocidos en el Segundo Concilio Trullano en el año 692, aunque ya eran aceptados por casi todos a mediados del siglo IV. Para los católicos, el canon bíblico se definió completamente en el Concilio de Trento en el siglo XVI, cuando también se confirmó el canon del Antiguo Testamento.

Los escritos de los Apóstoles se compartían entre las primeras comunidades cristianas. Las cartas de Pablo ya circulaban a finales del siglo I d. C.. Justino Mártir, a mediados del siglo II, mencionó las "memorias de los apóstoles" que se leían los domingos junto con los escritos de los profetas. El canon de los cuatro evangelios (conocido como el Tetramorfos) fue confirmado por Ireneo alrededor del año 180.

A principios del siglo III, Orígenes ya usaba los mismos veintisiete libros del Nuevo Testamento, aunque todavía había discusiones sobre si algunos libros como la Epístola a los Hebreos, Santiago, II Pedro, II Juan, III Juan, Judas y el Apocalipsis debían incluirse. Estos libros eran conocidos como los Antilegomena (libros "discutidos").

El Fragmento Muratoriano muestra que, quizás desde el año 170, ya existía una colección de escritos cristianos muy parecida a los veintisiete libros actuales del Nuevo Testamento, que incluía cuatro evangelios. Así, aunque hubo mucho debate en la Iglesia primitiva, los escritos principales ya eran aceptados por casi todos los cristianos a mediados del siglo III.

En el año 367, Atanasio, obispo de Alejandría, dio una lista de los libros que se convertirían en el canon de veintisiete libros del Nuevo Testamento. Él usó la palabra "canonizado" para referirse a ellos. El primer concilio que aceptó este canon pudo ser el Concilio de Hipona en el norte de África (393 d.C.). Un resumen de sus decisiones fue leído y aceptado por los Concilios de Cartago en 397 y 419. Estos concilios estuvieron bajo la influencia de Agustín, quien consideraba que el canon ya estaba completo.

La edición de la Vulgata latina de la Biblia, alrededor del año 383, fue muy importante para establecer el canon en Occidente. En el año 405, Inocencio I envió una lista de libros sagrados a un obispo. Los expertos cristianos dicen que, cuando estos obispos y concilios hablaron sobre el tema, no estaban creando algo nuevo, sino confirmando lo que ya se había aceptado en la Iglesia.

Por lo tanto, algunos afirman que, desde el siglo IV, había un acuerdo en Occidente sobre el canon del Nuevo Testamento. En el siglo V, la Iglesia de Oriente, con algunas excepciones, también aceptó el Libro del Apocalipsis, llegando a una decisión unánime sobre el canon. Sin embargo, las definiciones completas del canon no se hicieron hasta el Concilio de Trento en 1546 para el catolicismo, la Confesión de Fe Gala en 1559 para el calvinismo, los Treinta y Nueve Artículos en 1563 para la Iglesia de Inglaterra, y el Sínodo de Jerusalén en 1672 para los griegos ortodoxos.

Primeros años del cristianismo (c. 30–325)

En el período de cien años, desde aproximadamente el 50 al 150 d.C., muchos documentos comenzaron a circular entre las iglesias. Estos incluían cartas, evangelios, memorias, revelaciones y colecciones de enseñanzas. Algunos de estos documentos tenían un origen apostólico, mientras que otros se basaban en las tradiciones de los apóstoles. Otros representaban las enseñanzas de una iglesia en particular. Varios de estos escritos buscaban explicar y aplicar las enseñanzas apostólicas a las necesidades de los cristianos en diferentes lugares.

Clemente de Roma

A finales del siglo I, Clemente de Roma conocía algunas cartas de Pablo y algunas "palabras de Jesús" (c. 96 d.C.). Aunque Clemente las valoraba mucho, no las consideraba "Escritura", un término que reservaba para la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento).

Segunda Epístola de Pedro

En el Nuevo Testamento, al menos algunas de las obras de Pablo son llamadas Escritura. En 2 Pedro 3:16 se dice:

[Pablo en] casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

La mención de la Septuaginta como las "otras" Escrituras indica que el autor de 2 Pedro consideraba las obras de Pablo como Escritura. Esta es la primera vez que se hace referencia a las cartas de Pablo como Escritura. Los expertos datan 2 Pedro entre el 100 y el 150 d.C.

Marción de Sinope

Marción, un obispo de Asia Menor que fue a Roma y luego fue expulsado por sus ideas, fue el primero (según los registros) en proponer una lista definitiva y exclusiva de escritos cristianos, compilada entre el 130 y el 140 d.C. Algunos historiadores creen que la Iglesia formuló su canon del Nuevo Testamento en respuesta al desafío de Marción.

Marción rechazó por completo la teología del Antiguo Testamento. Él creía que el Dios del Antiguo Testamento era diferente y menos importante que el Dios que Jesús vino a revelar. Marción solo aceptaba a Pablo y Lucas como autores cristianos, aunque sus versiones de estos textos eran diferentes de las que luego serían aceptadas por el cristianismo principal.

Marción creó su propio canon, que incluía diez de las cartas de Pablo (sin las Pastorales) y el Evangelio de Lucas. Su evangelio, llamado simplemente el Evangelio del Señor, no tenía pasajes que conectaran a Jesús con el Antiguo Testamento. Él creía que el dios de Israel, que dio la Torá, era un dios totalmente diferente del Dios Supremo que envió a Jesús. Marción llamó a su colección de cartas de Pablo el Apostolikon.

Además de su Evangelio y Apostolikon, escribió un texto llamado Antítesis que comparaba la visión de Dios y la moralidad del Nuevo Testamento con la del Antiguo Testamento.

El canon y las ideas de Marción fueron rechazados por la Iglesia primitiva, pero su propuesta obligó a otros cristianos a pensar qué textos eran parte del canon y por qué. Marción difundió sus creencias ampliamente, que se conocieron como marcionismo. La Enciclopedia Católica de 1913 lo describe como "quizás el enemigo más peligroso que el cristianismo ha conocido".

Algunos estudiosos sugieren que Marción fue la primera persona en recopilar los escritos de Pablo y una versión temprana de Lucas en un canon.

Justino Mártir

A mediados del siglo II, Justino Mártir (cuyos escritos son de c. 145-163) mencionó las "memorias de los apóstoles", que los cristianos llamaban "evangelios" y que consideraban tan importantes como el Antiguo Testamento. En sus obras, se encuentran referencias a Romanos, 1 Corintios, Gálatas, Efesios, Colosenses y 2 Tesalonicenses, y posibles alusiones a Filipenses, Tito y 1 Timoteo.

Ireneo

Los cuatro Evangelios canónicos (el Tetramorfos) fueron confirmados por Ireneo alrededor del año 160. Ireneo insistió en la existencia de un canon de cuatro evangelios, y no otros, alrededor del año 185. En su obra principal, Adversus Haereses, Ireneo criticó a varios grupos cristianos que usaban un solo Evangelio, como el marcionismo, o grupos que usaban más de cuatro evangelios. Ireneo declaró que los cuatro evangelios que defendía eran los "cuatro pilares de la Iglesia", comparándolos con las cuatro esquinas de la tierra y los cuatro vientos.

La imagen de Ireneo, tomada de Ezequiel|1 o Apocalipsis|4:6-10, del trono de Dios rodeado de cuatro criaturas con cuatro caras (hombre, león, buey, águila) se convirtió en el origen de los símbolos de los evangelistas: el león (Marcos), el buey (Lucas), el águila (Juan) y el hombre (Mateo). Ireneo tuvo éxito al afirmar que los cuatro evangelios, y solo estos cuatro, contenían la verdad.

Ireneo citó 21 de los libros del Nuevo Testamento y nombró a los autores que creía que los escribieron. Mencionó los cuatro Evangelios, Hechos, las cartas de Pablo (excepto Hebreos y Filemón), así como la primera carta de Pedro, la primera y segunda cartas de Juan y el libro de Apocalipsis.

Taciano

Taciano se convirtió al cristianismo por Justino Mártir alrededor del año 150 d.C. Después de aprender mucho, regresó a Siria en 172. En algún momento (se sugiere c. 160 d.C.) creó un solo "Evangelio" armonizado, mezclando el contenido de los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Esta obra se llamó el "Diatessaron" ("Armonía a través de los Cuatro") y se convirtió en el texto oficial del Evangelio en la iglesia siríaca.

Primeros intentos de definición

Entre el 140 y el 220 d.C., el cristianismo principal comenzó a organizar sus enseñanzas y su visión de la revelación. Esto se hizo en gran parte para defenderse de otros puntos de vista cristianos que competían con la iglesia emergente. En los primeros años de este período surgieron movimientos como el marcionismo, el gnosticismo y el montanismo, que más tarde fueron considerados herejías por la iglesia de Roma.

Marción pudo haber sido el primero en tener un canon del Nuevo Testamento claramente definido, aunque esto todavía se debate. La creación de su canon pudo haber sido un desafío para la iglesia principal; si querían negar que el canon de Marción era el verdadero, debían definir cuál era el "verdadero". La expansión del canon del Nuevo Testamento pudo haber comenzado en respuesta a la propuesta de Marción de un canon limitado.

Canon de Muratori

El canon de Muratori es el primer ejemplo conocido de una lista de la mayoría de los libros del Nuevo Testamento. Sobrevive como una traducción latina incompleta de un original griego, y generalmente se fecha a finales del siglo II, aunque algunos estudiosos lo sitúan en el siglo IV. Este fragmento menciona:

(...) El tercer libro del evangelio: según Lucas (...) El cuarto evangelio es de Juan (...) Los Hechos de todos los apóstoles (...) las epístolas de Pablo (...): primero a los Corintios, segundo a los Efesios, en tercer lugar a los Filipenses, en cuarto lugar a los Colosenses, en quinto lugar a los Gálatas, en sexto lugar a los Tesalonicenses, y en séptimo lugar a los Romanos (...) una vez más a los Corintios y los Tesalonicenses (...) una a Filemón, una a Tito, dos a Timoteo (...) a los Laodicenses, y otra a los Alejandrinos, [ambas] falsificadas en el nombre de Pablo según la herejía de Marción (...) la carta de Judas y las dos (...) con el nombre del mencionado anteriormente Juan (...) y [el libro de] Sabiduría (...) El Apocalipsis de Juan también recibimos, y el de Pedro, el cual algunos de los nuestros no permiten que sea leído en la iglesia. Pero Hermas escribió el Pastor en la ciudad de Roma muy recientemente (...) por lo tanto sí puede ser leído, pero no puede ser dado a la gente en la iglesia.

Esto muestra que, quizás desde el año 170, ya existía una colección de escritos cristianos similar a los 27 libros del Nuevo Testamento actual, que incluía cuatro evangelios.

Clemente de Alejandría

Clemente de Alejandría (c. 150-c. 215) usaba un canon abierto. No le preocupaba mucho la canonicidad, sino la inspiración. Además de los libros del Nuevo Testamento, usaba otros que tenían autoridad local (como la Epístola de Bernabé, la Didajé, 1 Clemente, el Apocalipsis de Pedro y el Pastor). También usó el Evangelio de los Egipcios y otros textos. Sin embargo, prefería los cuatro evangelios de la iglesia a todos los demás. Fue el primero en considerar como Escritura las cartas no paulinas de los apóstoles (excepto 2 Pedro): aceptó 1 Pedro, 1 y 2 Juan y Judas.

Orígenes

La Historia Eclesiástica de Eusebio 6.25 dice que Orígenes (m. 253/4) aceptó los 22 libros canónicos de los hebreos, más los Macabeos y los cuatro Evangelios.

Período de los Siete Concilios Ecuménicos (325–787)

Eusebio

Eusebio, en su Historia de la Iglesia, registró el siguiente canon del Nuevo Testamento:

1. [...] Es adecuado resumir los escritos del Nuevo Testamento que han sido ya mencionados. En primer lugar luego deben ponerse el santo cuaternión de los Evangelios; siguiéndolos los Hechos de los Apóstoles [...] las epístolas de Pablo [...] la epístola de Juan [...] la epístola de Pedro [...] Después de ellos se va a colocar, si realmente parece adecuado, el Apocalipsis de Juan, concerniente al cual vamos a dar a las diferentes opiniones en el momento adecuado. Estos pertenecen a continuación, entre los escritos aceptados [Homologoumena].

3. Entre los escritos disputados [Antilegomena], los cuales sin embargo son reconocidos por muchos, son existentes la llamada Epístola de Santiago y la de Judas, también la segunda epístola de Pedro, y aquellos que se llama la segunda y tercera de Juan, si pertenecen al evangelista u otra persona de su mismo nombre.

4. Entre los rechazados [escritos “no genuinos”] hay que contar además los Hechos de Pablo, y el llamado Pastor y el Apocalipsis de Pedro, y además de éstos existente la epístola de Bernabé, y las llamadas Enseñanzas de los Apóstoles; y además, como ya he dicho, el Apocalipsis de Juan, que parece adecuado para algunos, como he dicho, rechazar; pero que otros clasifican con los libros aceptados.

5. Y entre éstos algunos han colocado además el Evangelio según los Hebreos [...] Y todo esto puede ser contado entre los libros disputados [...] libros como los Evangelios de Pedro, de Tomás, de Matías, o de cualesquiera otros además de ellos, y los Hechos de Andrés y Juan y los otros apóstoles [...] que claramente se muestran a sí mismos como las ficciones de los herejes. Por tanto, no han de ser colocados incluso entre los escritos rechazados, sino son todos ellos desechados por absurdos e impíos.

El Apocalipsis de Juan fue considerado tanto aceptado como discutido, lo que ha causado cierta confusión sobre lo que Eusebio quería decir.

Constantino el Grande

En el año 331, Constantino I encargó a Eusebio que entregara cincuenta Biblias para la Iglesia de Constantinopla. Atanasio registró que había escribas en Alejandría (alrededor del 340) preparando Biblias para Constante. Se especula que esto pudo haber impulsado la creación de listas de libros canónicos, y que el Codex Vaticanus y el Codex Sinaiticus podrían ser ejemplos de estas Biblias. Junto con la Peshitta y el Codex Alexandrinus, estas son las Biblias cristianas más antiguas que existen.

Cirilo de Jerusalén

Cirilo de Jerusalén (c. 350) en sus Lecturas Catequéticas 4.36, menciona el siguiente canon:

Evangelios (4), Hechos, Santiago, 1-2 Pedro, 1-3 Juan, Judas?, epístolas de Pablo (14), y el Evangelio de Tomás aparece como pseudoepígrafico.

Atanasio

En su carta de Pascua del año 367, Atanasio, obispo de Alejandría, proporcionó una lista de exactamente los mismos 27 libros que se convertirían en el canon del Nuevo Testamento. Él usó la palabra "canonizado" para referirse a ellos.

Sínodo de Laodicea

El Sínodo de Laodicea, alrededor del año 363, fue uno de los primeros sínodos en proponer qué libros debían leerse en voz alta en las iglesias. El Canon 59 decretó que solo los libros canónicos debían leerse. La lista de libros canónicos, el Canon 60, a veces atribuida a este sínodo, es considerada por la mayoría de los estudiosos como una adición posterior. Esta lista tiene 22 libros del Antiguo Testamento y 26 libros del Nuevo Testamento (excluye Apocalipsis).

Canon Apostólico #85

Alrededor del año 380, el redactor de las Constituciones Apostólicas atribuyó un canon a los mismos Doce Apóstoles, como el 85º de su lista de decretos apostólicos:

Canon 85. Que los siguientes libros sean estimados venerables y santos por todos ustedes, tanto clérigos como laicos. [Una lista de los libros del Antiguo Testamento ...]. Y nuestros libros sagrados, es decir, del Nuevo Testamento, son los cuatro Evangelios, de Mateo, Marcos, Lucas, Juan; las catorce epístolas de Pablo; dos epístolas de Pedro; tres de Juan; una de Santiago; una de Judas; dos epístolas de Clemente; y de las Constituciones que están dedicados a ustedes, los obispos, por mí; Clemente, de ocho libros, que no es apropiado hacer público ante todos, por los misterios que contienen; y los Hechos de nosotros, los Apóstoles. –(Desde la versión latina)

Algunas traducciones coptas y árabes posteriores añaden Apocalipsis.

Gregorio Nacianceno

A finales de los años 380, Gregorio Nacianceno produjo un canon en verso que coincidía con el de su contemporáneo Atanasio, excepto por la colocación de las "Epístolas católicas" después de las epístolas paulinas y la omisión de Apocalipsis. Esta lista fue confirmada por el Sínodo de Trullo en el año 692.

Jerónimo

Jerónimo, (c. 394), en su Epístola 53, menciona el siguiente canon del Nuevo Testamento:

«Cuatro del Señor»: Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Epístolas de Pablo (14), 1-2 Pedro, 1-3 Juan, Judas, Santiago, Hechos, Apocalipsis.

Agustín y los cánones del Norte de África

Agustín de Hipona declaró que uno debe "preferir los que son recibidos por todas las Iglesias católicas a las que algunas de ellas no reciben". Agustín influyó en la Iglesia al ordenar tres sínodos sobre la canonicidad: el Concilio de Hipona en el año 393, el Concilio de Cartago en 397, y otro en Cartago en el 419. Cada uno de estos reiteró la misma regla: "nada se lee en la iglesia con el nombre de las Escrituras divinas", excepto el Antiguo Testamento (incluyendo los deuterocanónicos) y los 27 libros canónicos del Nuevo Testamento. Estos decretos también declararon que la Epístola a los Hebreos fue escrita por Pablo, para terminar con el debate sobre el tema.

Dámaso I

La comisión de Dámaso para revisar la Vetus Latina (que daría origen a la edición de la Vulgata latina de la Biblia), alrededor del año 383, fue fundamental para establecer el canon en Occidente. Dámaso I es a menudo considerado el padre del canon católico moderno. La llamada "lista Damasiana", que se dice que es el resultado del "Concilio de Roma" bajo Dámaso I en 382, da una lista idéntica a la que sería el Canon de Trento.

Esta lista, que se muestra a continuación, fue supuestamente aprobada por Dámaso:

Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Jesús Nave, Jueces, Rut, 4 libros de los Reyes, 2 libros de Crónicas, Job, Salmos de David, 5 libros de Salomón, 12 libros de los Profetas, Isaías, Jeremías, Daniel, Ezequiel, Tobías, Judit, Ester, 2 libros de Esdras, 2 libros de los Macabeos, y en el Nuevo Testamento: 4 libros de los Evangelios, 1 libro de los Hechos de los Apóstoles, 13 cartas del apóstol Pablo, 1 de él a los Hebreos, 2 de Pedro, 3 de Juan, 1 de Santiago, 1 de Judas, y el Apocalipsis de Juan.

Inocencio I

Alrededor del año 405, Inocencio I envió una lista de libros sagrados a un obispo galo, Exuperio de Toulouse, idéntica a la de Trento.

Surge un consenso

Así, desde el siglo IV, había un acuerdo en Occidente sobre el canon del Nuevo Testamento (como lo es hoy). En el siglo V, Oriente, con algunas excepciones, había llegado a aceptar el libro del Apocalipsis y, por lo tanto, había llegado a un consenso sobre el canon, al menos el del Nuevo Testamento.

Este período marca el comienzo de un canon más ampliamente reconocido, aunque la inclusión de algunos libros todavía se debatía: la Epístola a los Hebreos, Santiago, 2 Juan, 3 Juan, 2 Pedro, Judas y Apocalipsis. Los motivos del debate incluían la autoría de estos libros, su idoneidad para el uso y en qué medida se estaban utilizando.

Los expertos cristianos afirman que cuando estos obispos y concilios hablaron sobre el tema, no estaban definiendo algo nuevo, sino que "estaban ratificando lo que ya se había establecido en la mente de la Iglesia".

A principios del siglo V, la Iglesia Católica de Occidente, bajo Inocencio I, reconoció un canon bíblico que incluía los cuatro evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, establecido previamente en varios sínodos regionales, como el Concilio de Roma (382), el Sínodo de Hipona (393), y dos Sínodos de Cartago (397 y 419).

Este canon, que corresponde al canon católico moderno, fue utilizado en la Vulgata, una traducción de la Biblia de principios del siglo V hecha por Jerónimo.

Cánones de Oriente

Las Iglesias orientales, en general, sentían menos necesidad que las de Occidente de establecer un canon muy estricto. Eran más conscientes de que los libros tenían diferentes niveles de importancia espiritual y estaban menos dispuestos a decir que los libros rechazados no tenían ninguna cualidad espiritual. De manera similar, todos los cánones del Nuevo Testamento de las Iglesias siríacas, armenias, georgianas, coptas egipcias y etíopes tienen pequeñas diferencias. El Apocalipsis de Juan es uno de los libros más inciertos en Oriente.

Fuera del Imperio

Canon siríaco

Algunos creen que los Hechos también se usaban en las iglesias sirias junto al Diatessaron. Sin embargo, Eusebio en su Historia de la Iglesia 4.29.5 informa: "Ellos, de hecho, utilizan la ley y los profetas y los evangelios, pero interpretan a su manera las palabras de las Sagradas Escrituras. Y ellos abusan de Pablo el apóstol y rechazan sus epístolas, y no aceptan incluso los Hechos de los Apóstoles". En el siglo IV, la Doctrina de Addai enumera un canon del Nuevo Testamento de 17 libros, usando el Diatessaron, Hechos y 15 cartas de Pablo (incluyendo 3 Corintios).

Durante siglos, el Diatessaron, junto con los Hechos y las cartas de Pablo (excepto Filemón), fueron los únicos libros aceptados en las iglesias sirias. Sin embargo, después de las decisiones del siglo IV sobre el contenido de la Biblia, Taciano fue declarado hereje. A principios del siglo, el obispo Teodoreto de Ciro y el obispo Rabbula de Edesa (ambos en Siria) destruyeron todas las copias que encontraron del Diatessaron y las reemplazaron con los cuatro Evangelios canónicos.

En el siglo V, la Biblia siria, llamada la Peshitta, se hizo oficial, aceptando Filemón, junto con Santiago, 1 Pedro y 1 Juan, pero excluyendo 2 Juan, 3 Juan, 2 Pedro, Judas y Apocalipsis. Después del Concilio de Éfeso, la Iglesia de Oriente se separó y ha mantenido este canon de solo 22 libros (la Peshitta) hasta hoy. La Iglesia Ortodoxa Siria también usa este texto, pero con la adición de los otros libros que normalmente están en el canon del Nuevo Testamento.

Canon armenio

La Biblia armenia incluye una adición: una tercera carta a los corintios. También se encuentran los Hechos de Pablo, que llegaron a ser parte del canon en la Iglesia armenia, pero ya no están en la Biblia armenia actual. El Apocalipsis, sin embargo, no fue aceptado hasta alrededor del año 1200 d.C.

Cánones copto y etíope

La Biblia copta (adoptada por la Iglesia egipcia) incluye las dos cartas de Clemente. La Biblia etíope incluye libros que no se encuentran en ninguna otra: los Sínodos (una colección de oraciones e instrucciones), el Octateuco (un libro supuestamente escrito por Pedro a Clemente de Roma), el Libro de la Alianza (en dos partes) y la Didascalia (con más reglas de la iglesia).

El Nuevo Testamento de la Biblia copta, aprobado por la Iglesia egipcia, incluye las dos cartas de Clemente. El canon de las Iglesias Tewahedo es algo más flexible que el de otros grupos cristianos tradicionales.

El desarrollo protestante (desde c. 1517)

Hasta la Reforma Protestante, la Iglesia católica nunca había definido oficialmente los límites del canon bíblico. No se había considerado necesario porque la autoridad de las Escrituras no se veía mucho mayor que la de la Sagrada Tradición, las bulas papales y los concilios. Rechazando esto, Lutero y otros reformadores se centraron en la doctrina protestante de los Cinco solas.

No fue hasta que los reformadores protestantes comenzaron a insistir en la autoridad suprema de la Escritura sola (la doctrina de Sola Scriptura) que se hizo necesario establecer un canon definitivo que incluyera una decisión sobre los "libros en disputa".

Martín Lutero

Martín Lutero tenía dudas sobre cuatro libros, conocidos como los Antilegomena de Lutero: Judas, Santiago, Hebreos y Apocalipsis. Aunque los colocó en una posición secundaria, no los excluyó. Él propuso retirarlos del canon, en parte porque sentía que iban en contra de ciertas enseñanzas protestantes, pero esto no fue generalmente aceptado por sus seguidores. Sin embargo, estos libros todavía se clasifican al final de la Biblia en alemán de Lutero.

Lutero quitó los libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento de su traducción de la Biblia, poniéndolos como "apócrifos, que son libros que no se consideran iguales a las Sagradas Escrituras, pero útiles y buenos para leer".

Confesiones protestantes

Varias confesiones de fe protestantes nombran los 27 libros del canon del Nuevo Testamento, incluyendo la Confesión de Fe francesa (1559), la Confesión Belga (1561) y la Confesión de Fe de Westminster (1647). Los Treinta y Nueve Artículos, publicados por la Iglesia de Inglaterra en 1563, nombran los libros del Antiguo Testamento, pero no el Nuevo Testamento.

Cánones evangélicos

Muchos grupos cristianos evangélicos (que surgieron en Inglaterra alrededor de 1730) no aceptan la idea de que la Biblia cristiana no se conoció hasta que varios concilios hicieron sus declaraciones oficiales.

Estos grupos creen que el Nuevo Testamento fue proclamado por Pablo (2 Timoteo|4:11-13), Pedro (2 Pedro|3:15-16) y finalmente Juan (Apocalipsis|22:18-19), quienes completaron el canon del Nuevo Testamento. Algunos señalan que Pedro, Juan y Pablo escribieron 20 (o 21) de los 27 libros del Nuevo Testamento, y conocían personalmente a todos los otros escritores del Nuevo Testamento.

Muchos protestantes modernos usan cuatro "Criterios de canonicidad" para justificar los libros incluidos en el Antiguo y Nuevo Testamento:

  1. Origen Apostólico: Atribuido a la enseñanza de los apóstoles de primera generación (o sus compañeros cercanos).
  2. Aceptación Universal: Reconocido por todas las principales comunidades cristianas en el mundo antiguo (a finales del siglo IV).
  3. Uso Litúrgico: Leído públicamente cuando las comunidades cristianas se reunían para sus servicios de adoración.
  4. Mensaje Consistente: Contiene un punto de vista teológico similar o complementario a otros escritos cristianos aceptados.

El factor principal para reconocer la canonicidad de un libro del Nuevo Testamento fue la inspiración divina, y la prueba principal de esto fue la apostolicidad. La "autoridad apostólica" no se separa de la autoridad del Señor.

El desarrollo católico (desde c. 1546)

Concilio de Trento

El Concilio de Trento, el 8 de abril de 1546, aprobó el canon católico de la Biblia, incluyendo los libros deuterocanónicos. Se dice que esta es la misma lista que se produjo en el Concilio de Florencia en 1451. Debido a la petición de Martín Lutero, la Iglesia Católica examinó nuevamente la cuestión del canon en el Concilio de Trento, que reafirmó el canon del Concilio de Florencia. Los libros del Antiguo Testamento que habían estado en duda se llamaron deuterocanónicos, lo que no significa un menor grado de inspiración, sino un momento posterior de su aprobación final.

En apoyo de la inclusión de los 12 libros deuterocanónicos en el canon, el Concilio de Trento señaló los dos concilios regionales que se reunieron bajo el liderazgo de Agustín en Hipona (393 d.C.) y Cartago (397 y 419 d.C.). Los obispos de Trento afirmaron que estos concilios definieron formalmente el canon que incluye estos libros.

Desarrollos posteriores

El concilio Vaticano I, el 24 de abril de 1870, aprobó las adiciones a Marcos (Marcos|16:9-20), Lucas (Lucas|22:19b-20, 43-44) y Juan (Juan|7:53-8:11), que no se encuentran en los primeros manuscritos, pero que están en la edición Vulgata.

El papa Pío XII, el 3 de septiembre de 1943, emitió la encíclica Divino afflante Spiritu, que permitió traducciones basadas en textos que no fueran la Vulgata latina.

El desarrollo ortodoxo (desde c. 1672)

Sínodo de Jerusalén

El Sínodo de Jerusalén en 1672 decretó el canon ortodoxo griego, que es el mismo que el decidido por el Concilio de Trento para el Nuevo Testamento, pero diferente para el Antiguo Testamento.

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Desarrollo del canon del Nuevo Testamento para Niños. Enciclopedia Kiddle.