Cortes de Medina del Campo (1305) para niños
Las Cortes de Medina del Campo de 1305 fueron unas reuniones importantes que se celebraron en la ciudad de Medina del Campo, en el reino de Castilla, durante el reinado del rey Fernando IV de Castilla. En estas reuniones, se juntaron personas destacadas de todo el reino para tomar decisiones importantes.
Contenido
Las Cortes de Medina del Campo de 1305
Las Cortes de Medina del Campo de 1305 fueron una gran asamblea. A ella fueron invitados los nobles más importantes (llamados ricoshombres), los líderes de las Órdenes militares, los obispos y arzobispos (prelados), y los representantes (conocidos como hombres buenos) de las ciudades y pueblos de Castilla, León, Toledo, las Extremaduras y Andalucía.
Un historiador llamado César González Mínguez destacó que Fernando de la Cerda, nieto del rey Alfonso X de Castilla, asistió por primera vez a estas Cortes. Esto fue importante porque, hasta poco antes, él y su primo, el rey Fernando IV, habían tenido algunas diferencias.
Entre los representantes de la Iglesia que estuvieron presentes, se encontraban Gonzalo Díaz Palomeque, que era el arzobispo de Toledo y también el canciller mayor de Castilla, el obispo de Coria y el obispo de Astorga. Este último también era notario mayor del reino de León.
Habían pasado tres años desde las últimas reuniones de Cortes, que fueron las Cortes de Burgos de 1302. El hecho de que no hubiera Cortes durante tanto tiempo hizo que algunos historiadores pensaran que el poder del rey se estaba haciendo más fuerte en el reino de Castilla. Además, los representantes de las ciudades (procuradores) aprobaron que el rey recibiera cinco pagos especiales (servicios). Uno de ellos era para el propio rey y los otros cuatro para pagar a los nobles que servían en el ejército.
El desacuerdo por Vizcaya
Diego López V de Haro, el señor de Vizcaya, fue llamado a estas Cortes por el rey Fernando IV. El rey lo llamó varias veces para que respondiera a las peticiones de su sobrina, María Díaz de Haro. Ella, con la ayuda de su esposo, el infante Juan de Castilla, reclamaba la posesión del señorío de Vizcaya.
Como Diego López V de Haro no acudía, el infante Juan presentó una queja formal contra él ante el rey. El infante Juan se comprometió a demostrar que el señorío de Vizcaya había sido tomado de forma incorrecta por el rey Sancho IV de Castilla, y que por eso ahora le correspondía a Diego López V de Haro, que era tío de María Díaz de Haro.
Sin embargo, mientras el infante Juan presentaba sus pruebas, llegó Diego López V de Haro con muchos caballeros. Él se negó a ceder su señorío. Argumentó que el infante Juan y su esposa ya habían renunciado a él con un juramento solemne en las Cortes de Valladolid de 1300. Como no se llegó a ningún acuerdo, Diego López V de Haro regresó a su señorío.
Decisiones de las Cortes
De estas Cortes surgieron tres documentos importantes con normas (ordenamientos). El primero era para los ayuntamientos del reino de León, el segundo para los de Castilla y el tercero para los de Toledo y Extremadura.
En un documento especial (un privilegio rodado) que el rey Fernando IV dio al ayuntamiento de Salinas de Añana, se decía que "las villas y los lugares de Castilla están deshabitados y dañados" por los problemas y las luchas que habían ocurrido. Esto se refería a los desórdenes y los actos de violencia cometidos por algunos nobles y grupos de bandoleros.
Las reuniones de las Cortes terminaron a mediados de mayo. Sin embargo, las personas que asistieron se quedaron en Medina del Campo varias semanas más debido al desacuerdo sobre la posesión del señorío de Vizcaya.
Normas generales

- El rey Fernando IV prometió respetar los privilegios, las costumbres y las leyes (fueros) que sus antecesores habían dado a las ciudades y pueblos de sus reinos.
- El rey ordenó a Sancho Sánchez de Velasco, que era el adelantado mayor de Castilla, que capturara a los delincuentes que robaban o mataban, incluso si eran protegidos por nobles o infantes.
- El rey tuvo que intervenir en un desacuerdo entre el ayuntamiento de Illescas y el arzobispo de Toledo. Este problema había empezado en el reinado anterior, porque el ayuntamiento no quería reconocer el poder del arzobispo sobre su territorio. El 11 de mayo de 1305, el rey Fernando IV decidió a favor del arzobispado de Toledo. Sin embargo, en las Cortes, el rey confirmó que las leyes y privilegios de los ayuntamientos serían respetados, siempre que no afectaran los derechos de otros.
- El rey se comprometió a que, en el futuro, la cancillería (la oficina que redactaba documentos reales) no emitiría cartas que fueran en contra de las leyes y privilegios de las ciudades y pueblos. Estas cartas eran conocidas como cartas desaforadas, y el rey anuló todas las que ya se habían emitido.
- Se intentó detener los comportamientos injustos de los adelantados, merinos, infantes y otros nobles. A menudo, ellos tomaban más alimentos y provisiones (yantares y conduchos) de los que les correspondían.
- Los jueces, alcaldes y alguaciles (oficiales de justicia) debían ser personas del mismo lugar donde trabajaban.
- La protección de los comerciantes y sus productos fue encargada a Sancho Sánchez de Velasco, el adelantado mayor de Castilla.
- Fernando IV prometió sentarse una o dos veces por semana para escuchar las quejas y los problemas que le presentaran tanto los ayuntamientos como las personas individuales.
- Los representantes de las ciudades pidieron al rey que los nobles no crearan mercados ni nombraran alcaldes o escribanos en lugares donde no los había durante el reinado de Alfonso X de Castilla, abuelo de Fernando IV.
- El rey se comprometió a devolver a los ayuntamientos todos los pueblos y tierras que habían sido entregados a nobles y caballeros. Esto ya se había decidido en las Cortes de Zamora de 1301. Esta promesa se cumplió de inmediato en el caso del pueblo de Arroyo del Puerco, que pertenecía al ayuntamiento de Cáceres y había sido entregado por Fernando IV al infante Alfonso de Portugal. Por ello, el rey tuvo que cancelar esa entrega.
- En el documento para el reino de León, se estableció que Fernando IV no podría cambiar los acuerdos de estas Cortes, a menos que fuera en otra reunión posterior de las mismas. Esto ponía un límite a posibles decisiones arbitrarias del rey.
- Fernando IV garantizó la seguridad de todos los representantes de los ayuntamientos cuando fueran a las Cortes. Este tema ya se había discutido en las Cortes de Valladolid de 1300 y en las Cortes de Medina del Campo de 1302. El rey prometió castigar a quienes los atacaran o maltrataran y confiscar sus bienes.
- Los representantes de los ayuntamientos se quejaron al rey de las ferias que se celebraban en los pueblos y ciudades que pertenecían a nobles. Decían que estas ferias perjudicaban económicamente a las ferias de las tierras que dependían directamente del rey (tierras de realengo), y también a la Corona.
Normas sobre impuestos
- Debido a la constante falsificación de moneda y a que las monedas de Castilla tenían menos metal precioso del que debían, Fernando IV prefirió no hacer nuevas monedas. Quería dejar que las monedas falsas desaparecieran por sí solas. Creía que así mejoraría la economía del reino y los precios volverían a ser como antes.
- Las propiedades que debían pagar impuestos y que habían sido compradas por clérigos, musulmanes o judíos, seguirían pagando impuestos y podrían ser vendidas. Esto ya se había establecido en las Cortes de Haro de 1288 y en las Cortes de Valladolid de 1293.
- Se decidió que los impuestos serían recogidos por caballeros y hombres buenos de las ciudades. En ningún caso serían recogidos por judíos ni por quienes tuvieran algún beneficio de esos impuestos. Los representantes de las ciudades pidieron al rey que los judíos no recaudaran ni alquilaran la recaudación de impuestos. Con esta petición, se limitó la participación de los judíos en la recaudación de impuestos reales. Esta norma fue enviada, entre otros, a los ayuntamientos de las ciudades y pueblos de Extremadura, y en especial a la ciudad de Plasencia.
- La recaudación de impuestos no podría ser alquilada a nobles u otros miembros de la nobleza.
Normas sobre judíos y musulmanes
- Los representantes de las ciudades pidieron al rey que los escribanos (personas que redactaban documentos) de las ciudades y pueblos fueran hombres buenos y no judíos.
- Respecto a las deudas que los cristianos tenían con los judíos, Fernando IV confirmó casi todo lo que se había decidido en las Cortes de Valladolid de 1293, durante el reinado de su padre, Sancho IV.
- Se estableció que los judíos debían vender, antes de un año, las propiedades que hubieran comprado a los cristianos. Esto repetía lo que se había dicho en las Cortes de Cuéllar de 1297. Esta norma impedía a los judíos invertir en bienes inmuebles y contribuía a que acumularan las riquezas que obtenían como comerciantes o prestamistas.