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Pedro Abelardo para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Pedro Abelardo
Abelard.jpg


Información personal
Nombre de nacimiento Pierre Abélard
Apodo Peripateticus palatinus
Nacimiento 1079
Le Pallet
Fallecimiento 21 de abril de 1142jul.
Chalon-sur-Saône
Sepultura Cementerio del Père Lachaise (desde 1817)
Religión Catolicismo
Familia
Cónyuge Eloísa
Orden religiosa Orden de San Benito

Pedro Abelardo, cuyo nombre en francés era Pierre Abélard, fue un importante filósofo, teólogo, poeta y monje francés. Nació en Le Pallet en 1079 y falleció en Chalon-sur-Saône el 21 de abril de 1142.

En la Edad Media, existía un gran debate filosófico sobre la naturaleza de los "universales". Pedro Abelardo defendía el conceptualismo, una idea que decía que los conceptos generales existen en nuestra mente, pero no como cosas físicas. Al mismo tiempo, debatía contra el realismo natural de la Escolástica, que creía que los universales sí existían de forma real.

En su libro Sic et non (Sí y No), Abelardo argumentaba que la fe religiosa debía basarse en "principios racionales". Algunas de sus ideas sobre teología fueron consideradas incorrectas por la Iglesia católica en ese momento.

Hoy en día, se le considera uno de los grandes pensadores en la historia de la lógica. Usaba técnicas de debate y tenía un gran dominio del silogismo (un tipo de razonamiento lógico). Abelardo también es recordado por su conexión con Eloísa y por sus numerosos poemas. Dedicó gran parte de su vida a enseñar y a participar en debates.

En la Edad Media, a Abelardo se le conocía como Golias, que significa ‘Goliath’ en latín. Parece que estaba orgulloso de este apodo y lo usaba para firmar algunas de sus cartas. También se le conocía como Peripateticus Palatinus por la influencia que tuvo en él el filósofo Aristóteles, a través de los escritos de Boecio.

La vida de Pedro Abelardo: Un pensador del Medioevo

Archivo:Edmund Blair Leighton - Abaelard Und Seine Schülerin Heloisa
Abaelard und seine Schülerin Heloisa, cuadro del pintor Edmund Blair Leighton de 1882.

Gran parte de lo que sabemos sobre la vida de Pedro Abelardo proviene de su autobiografía, llamada Historia de mis calamidades. En este escrito, que parece una carta a un amigo, Abelardo cuenta su vida desde una perspectiva personal. Aunque a veces se presenta como una víctima, su libro nos ayuda a entender la interesante y a menudo controvertida vida de este genio.

Primeros años y el comienzo de su carrera como maestro

Pedro Abelardo nació en la villa fortificada de Le Pallet, en Bretaña, cerca de Nantes, en el año 1079. Su padre, Berenger, era un hombre con recursos y se aseguró de que Abelardo recibiera una excelente educación. Desde muy joven, Abelardo mostró un gran interés por el estudio. Decidió no seguir una carrera militar y se dedicó a aprender lógica y dialéctica (el arte de debatir).

Con un espíritu muy competitivo, viajó por diferentes regiones para debatir con otros expertos en estas artes. Aunque no lo menciona en su autobiografía, estudió Artes en Loches (al sur de Tours) entre 1095 y 1097. Allí fue alumno de Roscelino, considerado el padre del nominalismo, una corriente filosófica. Aunque Abelardo lo criticó, Roscelino tuvo una influencia importante en su juventud.

A los veinte años, Abelardo se mudó a París. La escuela episcopal de París era en ese momento la más famosa y concurrida. Su director era el archidiácono Guillermo de Champeaux. Con Guillermo como profesor, Abelardo estudió primero retórica, gramática y dialéctica (las materias del trivium, que eran la base de la educación de la época) entre 1098 y 1100. Más tarde, en 1108, estudió aritmética, geometría, astronomía y música (las materias del quadrivium, que eran estudios más avanzados), también con Guillermo. Así obtuvo el título de Maestría en Artes.

Hacia 1112, Abelardo comenzó a enseñar en Melun y Corbeil. Más tarde, se trasladó a la colina de Sainte-Geneviève, cerca de París. En París, Guillermo de Champeaux también enseñaba y fundaría una escuela en la ermita de San Víctor. Abelardo logró que muchos alumnos de Guillermo lo dejaran para unirse a sus clases, a menudo ridiculizando las ideas de Guillermo en público.

Mientras Guillermo de Champeaux dejaba la enseñanza para irse a San Víctor, Abelardo se mudó a Laon, una ciudad al noreste de París, entre 1112 y 1113. Allí, al igual que hizo con Guillermo, criticó y debatió con su profesor de teología, Anselmo de Laon, lo que le ganó su enemistad. En su autobiografía, Abelardo culparía de sus problemas a la envidia y los celos de otros.

En 1114, regresó a París y tuvo mucho éxito en la escuela catedralicia de Notre-Dame como maestro laico (no religioso). Sin embargo, sus oponentes usaron su relación con Eloísa para que lo expulsaran. Su escuela fue tan famosa que, según el historiador Guizot, entre sus alumnos se contaron un papa (Celestino II), diecinueve cardenales, más de cincuenta obispos y arzobispos de Francia, Inglaterra y Alemania, y muchos otros pensadores.

La vida de Abelardo y Eloísa

Archivo:Abelard and Heloise
Abelardo y Eloísa.

Además de enseñar, Abelardo también se dedicaba a la música. Componía canciones en francés sencillo que eran muy populares entre las damas y los estudiantes.

En 1115, conoció a Eloísa, la sobrina de Fulberto, un canónigo de la Catedral de París, quien le confió su educación. Abelardo y Eloísa se casaron en secreto. Sin embargo, Fulberto, el tío de Eloísa, difundió la noticia. Abelardo envió a Eloísa al monasterio de Argenteuil. Después de esto, Fulberto, enojado, hizo que Abelardo sufriera un grave ataque. Abelardo, humillado, se hizo monje en Saint-Denis, y Eloísa se hizo monja en Argenteuil.

Regreso a la enseñanza y el Concilio de Soissons

En el año 1120, ya recuperado de lo sucedido, Abelardo se fue a Provins. Allí volvió a enseñar y reunió a muchos estudiantes. En este lugar, tuvo un debate importante con Roscelino, que quedó registrado en su obra De unitate et trinitate divina.

Entre 1121 y 1122, las ideas de Abelardo fueron cuestionadas por Alberico y Lotulfo, que habían sido alumnos de Guillermo y Anselmo de Laon (ya fallecidos). Por ello, se le pidió que explicara sus ideas en el Concilio de Soissons. Cuando Abelardo llegó, se dio cuenta de que le habían tendido una trampa. Sus enemigos ya habían convencido a la gente y a los jueces de que era un hereje. No le permitieron hablar para defenderse y tuvo que escuchar el veredicto. Se vio obligado a quemar su propia obra y se le prohibió enseñar.

Después de una corta estancia en el monasterio de Saint-Médard, en 1123 regresó a la Abadía de Saint-Denis. Al principio, fue bien recibido. Pero pronto se ganó nuevos enemigos al negar que Dionisio Areopagita hubiera fundado la abadía, argumentando que, según los textos, Dionisio no podía haber estado en ese lugar en la época de la fundación. Esto causó un nuevo problema y se vio obligado a retirarse a un lugar solitario cerca de Nogent-sur-Seine, en Troyes. Allí fundó la escuela del Paráclito.

La escuela del Paráclito

Entre los años 1123 y 1125, a pesar de las acusaciones, su fama le permitió reunir a un gran número de estudiantes. Esto provocó nuevas discusiones, especialmente con San Norberto, fundador de una orden religiosa, y con Bernardo de Claraval, abad de Clairvaux. Bernardo, que había fundado el monasterio de Claraval pocos años antes, era muy estricto y lideraba una corriente que criticaba fuertemente la influencia de las ideas griegas y árabes en la teología cristiana. Las fuertes críticas de Bernardo a los métodos y enseñanzas de Abelardo le hicieron temer, con razón, una nueva acusación de herejía.

En el año 1128, Abelardo visitó el monasterio de Saint-Gildas de Rhuys (Morbihan) y fue nombrado abad por los monjes. Sin embargo, en su autobiografía, Abelardo dejó una descripción poco favorable de ellos. Un año después, logró establecer un monasterio en el Paráclito y consiguió que Eloísa se trasladara allí como abadesa.

En 1132, Abelardo dejó Saint-Gildas. Durante esta época, probablemente escribió su autobiografía, Historia calamitatum. Según Juan de Salisbury (1110-1180), quien fue su alumno en Sainte-Geneviève, entre 1136 y 1139, Abelardo se vio de nuevo envuelto en debates, esta vez con un grupo llamado los cornificienses. En ese momento, ya era considerado el maestro más importante de lógica de su tiempo. Durante esta época, comenzó a escribir su Ética (Scito te ipsum), una obra que no llegó a terminar.

Archivo:Abaelard
Ne iuxta Boetianum. Apologia contra Bernardum.

Nuevas acusaciones: el Concilio de Sens

En 1139, un monje cisterciense llamado Guillermo de Saint Thierry (1085-1148) recopiló diecinueve ideas de Abelardo que consideraba incorrectas. Bernardo de Claraval las envió a Roma con un escrito acusatorio para que fueran condenadas. Luego, Bernardo visitó a Abelardo para que se retractara de sus ideas.

Abelardo pidió una discusión pública en un sínodo (una reunión de la Iglesia), pero en 1140, el sínodo de Sens exigió que Abelardo se retractara sin más discusión. Abelardo decidió apelar al papa Inocencio II y en 1141 viajó a Roma. Sin embargo, en el camino, se enteró de que el papa había aceptado la propuesta de Sens y lo había condenado por hereje, prohibiéndole enseñar para siempre.

Durante ese año, Abelardo escribió una Apología o Confesiones de fe, que era una especie de retractación. También comenzó a escribir el Diálogo entre un filósofo, un judío y un cristiano (que quedó sin terminar) y finalizó la última versión de su obra Sic et non. Fue trasladado al monasterio de Cluny, aunque poco después se mudaría por razones de salud a otro monasterio cercano a Cluny, el de Saint-Marcel.

El 21 de abril de 1142, a la edad de sesenta y tres años, Pedro Abelardo falleció en su retiro en el monasterio de Saint-Marcel, en Chalon-sur-Saône. Su cuerpo fue llevado al Paráclito, y Eloísa, quien falleció veintidós años después, fue enterrada junto a él. Desde 1817, los dos cuerpos descansan juntos en una misma tumba en el famoso cementerio parisino de Père-Lachaise.

Contribuciones importantes de Abelardo

Archivo:AbelardHeloiseTomb
Tumba de Abelardo y Eloísa en el Père-Lachaise de París.

Con Pedro Abelardo, la crítica al realismo, que había comenzado con Roscelino de Compiegne, alcanzó su punto más alto. Con el nominalismo, Abelardo y sus seguidores lograron un cambio muy importante al afirmar que no existen realidades universales, sino solo cosas individuales. Para ellos, los universales son solo nombres o conceptos que nuestra mente crea. Lo que realmente importa es el individuo, su conciencia y su responsabilidad.

Su método de pensamiento está relacionado con su forma de entender el conocimiento. El conceptualismo, influenciado por el nominalismo de Roscelino, fue una crítica directa al realismo simple de la visión de San Agustín y el neoplatonismo. Abelardo consideraba el lenguaje como algo que conecta al individuo con la realidad externa, una idea muy original para su época. Frente al problema de los universales, la mayoría de los pensadores de su tiempo creían que los universales existían como entidades reales. Para Abelardo, los universales son categorías lógicas y lingüísticas que unen el mundo de la mente con el mundo físico.

Su contribución a la ética también fue muy original, ya que abordó un tema de una manera nunca antes vista. Con su particular libro, Abelardo quería, por un lado, acabar con las reglas morales estrictas de la época y, por otro, superar el pesimismo de San Agustín. Siguiendo su método, analizó conceptos como el pecado y la virtud para redefinir la ética. Sin duda, su obra rompió con la tradición cristiana, que solía solo recopilar y repetir textos. Las ocho frases que fueron condenadas en Sens, a petición de Bernardo de Claraval, estaban sacadas de contexto.

Con el nominalismo de Abelardo, el comportamiento moral se basa en la conciencia de cada persona. La moralidad se fundamenta en el consentimiento personal y libre del individuo en sus acciones.

Obras destacadas de Pedro Abelardo

Además de su particular Historia de mis calamidades, las obras de Abelardo abarcan campos como la lógica, la teoría del conocimiento, la teología, la ética y la defensa de la fe.

  • Comentarios a la logica vetus aristotélica, a Porfirio y a Boecio.
  • Su Dialéctica (1141) es un tratado completo de lógica. En él, reproduce casi literalmente lo que escribió Boecio en De consolatione Philosophiae: Homo est rationale animal atque mortale (El hombre es un animal racional y mortal). Con esto, Abelardo subraya que el ser humano pertenece al mundo.
  • De unitate et trinitate divina o Theologia summi boni. Escrito entre 1119 y 1120, fue su primer tratado teológico. En él, aplica el razonamiento filosófico a las ideas de la fe para hacerlas más comprensibles. Fue un pequeño libro condenado en Soissons (1121).
  • Theologia christiana. Introductio ad theologiam, una "summa" (resumen), de la que solo se conserva la primera parte y algunas frases que fueron condenadas en Sens (1141). En este escrito, destaca que la filosofía es lo mismo que entender la ley natural, en cuanto a la esencia y el objetivo de filosofar.
  • Sic et non (Sí y No), presenta textos contradictorios sobre ciento cincuenta y ocho preguntas. Son debates sobre afirmaciones y negaciones de la misma cosa, un método de discusión que anticipó la "quaestio" escolástica.
  • Scito te ipsum (Ethica) (Conócete a ti mismo, o Ética). Se dedica a resaltar la naturaleza del pecado, diferenciándolo de la mala intención. Varias frases de esta obra fueron condenadas en Sens (1141).
  • Diálogo entre un filósofo, un cristiano y un judío. En él, afirma que la ética es la primera de todas las disciplinas morales y las artes, ya que guía al hombre a alcanzar el bien más alto.

En español, se han traducido las siguientes obras:

  • Conócete a ti mismo, o Ética, con estudio preliminar, traducción y notas de Pedro Santidrián, Colección Clásicos del Pensamiento 77, ed. Tecnos (1991), Madrid; reimpresa en Col. Grandes Obras del Pensamiento 40, ed. Altaya (1994), Madrid.
  • Ética, Col. Biblioteca de Iniciación Filosófica 116, estudio preliminar, traducción y notas de Ángel Cappelletti, ed. Aguilar (1971), Buenos Aires.
  • Cartas de Abelardo y Eloísa – Historia calamitatum, estudio preliminar, traducción y notas de Pedro Santidrián y Manuela Astruga, ed. Olañeta, Palma de Mallorca (1982); más asequible en Libro de Bolsillo, Alianza Editorial (1983).
  • Cartas de Abelardo y Eloísa, estudio preliminar, traducción y notas de Natalia Jakubecki y Marcela Borelli, ed. La parte maldita (2013), Buenos Aires.
  • Diálogo entre un filósofo, un judío y un cristiano, Yalde, Zaragoza (1988); existe una edición bilingüe (latín/castellano), anotada y traducida por Silvia Magnavacca, en ed. Losada, Biblioteca de Obras 30 (2003).

Abelardo como músico y poeta

Abelardo también fue un importante compositor y poeta. Compuso canciones para Eloísa, aunque estas no se han conservado. Más tarde, compuso aproximadamente cien himnos para el Monasterio de Argenteuil, donde Eloísa se había retirado. Además, creó seis plancti (lamentos) basados en la Biblia, que eran muy originales e influyeron en el nacimiento posterior del lay, un tipo de canción popular en el norte de Europa durante los siglos XIII y XIV.

El origen del término "goliardo"

De forma despectiva, Bernardo de Claraval llamó a Abelardo en sus cartas Golias, que es el nombre de Goliath en latín. Es de este apodo de Pedro Abelardo que proviene el término ‘goliardo’. Este término fue adoptado más tarde por los estudiantes universitarios de Bolonia a finales del siglo XIX. Esto ocurrió cuando se fundó un movimiento impulsado por Giosuè Carducci, profesor de la Facultad de Letras de la época, quien había visto manifestaciones estudiantiles similares en Alemania. Estas manifestaciones se convertirían después en lo que se conoce como la goliardía moderna.

Para saber más

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Peter Abelard Facts for Kids

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Pedro Abelardo para Niños. Enciclopedia Kiddle.