Escultura virreinal peruana para niños
La escultura en el Virreinato del Perú se refiere a las obras de arte creadas en los territorios de este virreinato, desde su formación en 1542 hasta principios del siglo XIX.
Al principio, la llegada de obras y artistas de Europa, sobre todo de España, influyó mucho en el arte. La Escuela sevillana de escultura tuvo un gran impacto. Poco a poco, los artesanos indígenas empezaron a trabajar en los talleres y las órdenes religiosas los formaron. Esto hizo que las tradiciones de las culturas precolombinas se mezclaran con los estilos europeos. El resultado fue un arte único, con una fuerte personalidad.
Los centros artísticos más importantes del Virreinato fueron Lima, por ser la capital, y Quito, que desarrolló un estilo muy propio conocido como la Escuela Quiteña. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, la zona de Cuzco también se convirtió en un centro importante, creando imágenes religiosas muy populares.
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Los inicios de la escultura virreinal

Desde el comienzo de la Colonización española de América, la escultura se desarrolló en todas las nuevas ciudades. Los primeros artistas llegaron de España o se importaron obras de arte. Antes, en América precolombina había mucha diversidad artística. Pero con la llegada de los españoles, se unificaron los estilos y las técnicas en todo el continente.
Se crearon esculturas de piedra para decorar edificios, como portadas y fachadas. También se hicieron muchas esculturas de madera, que se doraban o pintaban. Estas imágenes se usaban para las iglesias, las procesiones o la devoción personal. Las órdenes religiosas fueron muy importantes. Crearon las primeras escuelas de arte para enseñar a los artistas a hacer las imágenes religiosas necesarias para el culto y la evangelización.
Lima: El centro de la escultura
Lima era la capital del Virreinato y un centro de comercio con España. Por eso, creció muy rápido. Las principales órdenes religiosas se establecieron allí y construyeron muchos templos. Necesitaban imágenes religiosas y las pedían a los talleres de España. Entre las primeras obras que se conservan, destacan las atribuidas a Roque Balduque. Él era un escultor del Renacimiento con algunas influencias del Gótico flamenco.
Quito: El nacimiento de una escuela
En Quito, los franciscanos Jodoco Ricke y Pedro Gosseal, que venían de Flandes, fundaron una escuela de artes y oficios en 1551. Se llamaba San Juan Evangelista. Esta escuela fue el origen de la famosa Escuela Quiteña de arte, que se desarrolló mucho en los siglos siguientes.
Manierismo y la influencia italiana
A finales del siglo XVI, algunos maestros italianos como Bernardo Bitti y Angelino Medoro llegaron al Virreinato. Ellos eran pintores y escultores, e introdujeron el estilo italiano en el arte. Sin embargo, en la escultura, el realismo de influencia andaluza se impuso rápidamente.
La Escuela sevillana de escultura fue la más importante en el siglo siguiente. Aunque había artistas de otras escuelas, como Gómez Hernández Galván en la Catedral de Lima, y llegaban muchas obras de talleres sevillanos, la influencia de Juan Martínez Montañés fue la que dominó.
El toque local andino
Fuera de Lima, en la zona alta del Perú, los talleres indígenas desarrollaron una técnica original. Usaban el maguey, una planta de la región. En Cuzco, estos talleres crearon un estilo que se diferenciaba cada vez más del andaluz. El artista más destacado de esta época fue el inca Francisco Tito Yupanqui.
El estilo sevillano y el realismo

A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, llegaron al Perú muchas obras y retablos de talleres sevillanos, especialmente de Juan Martínez Montañés. También llegaron artistas de su escuela, como Martín de Oviedo y Martín Alonso de Mesa. Esto hizo que el estilo sevillano marcara el gusto en Lima durante las décadas siguientes.
Escultores como Pedro de Noguera, Gaspar de la Cueva y Luis Ortiz de Vargas impulsaron el desarrollo de la escuela escultórica de Lima. También surgieron los primeros artistas criollos importantes, como Pedro Muñoz de Alvarado, quien hizo el grupo de la Sagrada Familia de la Catedral, y el mexicano Juan García Salguero.
La obra más importante de este periodo fue la sillería del coro de la Catedral de Lima. Su creación fue complicada y generó muchas dudas sobre quién la hizo. Hoy se cree que el taller de Pedro de Noguera la realizó, basándose en un diseño previo de Martín Alonso de Mesa. Esta obra tuvo una gran influencia en todo el Perú. Su calidad y sus elementos decorativos sirvieron de modelo para otras sillerías en Lima, Cuzco y otras ciudades del Virreinato. Con el tiempo, estas obras se hicieron más barrocas.
El desarrollo del Barroco
A mediados del siglo XVII, se empezaron a distinguir diferentes estilos regionales. Lima siguió fiel al estilo de Montañés, continuado por Bernardo de Robles y Lorenzana. En Cuzco y sus alrededores, las tradiciones locales tuvieron más peso, tanto en la escultura como en su escuela de pintura.
En Quito, la escultura se hizo muy importante dentro de su tradición artística. La Escuela Quiteña ya destacaba en arquitectura y pintura, pero en este siglo la escultura alcanzó un nivel artístico muy alto. Aquí también se nota la influencia sevillana. Sin embargo, aparecieron características propias, aportes de la cultura indígena, que diferenciaron esta escuela de las demás en América. José Olmos, llamado Pampite, fue una de las figuras más importantes de esos años.
Los retablos mostraron una gran variedad a medida que el gusto barroco se alejaba del estilo clásico anterior. La riqueza de la decoración, el uso de motivos indígenas y la gran exuberancia permitieron a los artistas crear obras que marcaron el estilo local. Esto también influyó en la arquitectura de las fachadas. A finales de siglo, el uso de la columna salomónica, introducida por Diego de Aguirre en Lima, se extendió por todo el Virreinato. Esto llevó a un estilo barroco más marcado, con influencias churriguerescas.
En Cuzco, las imágenes religiosas creadas por los talleres indígenas en la segunda mitad del siglo eran muy veneradas por la gente. Eran imágenes de vestir, con muchas joyas, colores intensos, y a veces usaban pelucas o cabello natural para resaltar la dulzura o el dolor en los rostros. La gran figura de este momento fue Juan Tomás Tuyro Túpac, descendiente de la antigua nobleza inca.

En Santa Fe de Bogotá y Tunja, en la segunda mitad del siglo, surgieron los primeros artistas importantes de la escuela Neogranadina. La familia Lugo, con Pedro de Lugo Albarracín como su principal representante, fue muy destacada. En esta zona, la tradición escultórica seguía más apegada al manierismo sevillano del siglo anterior, y la influencia indígena era menor que en Quito o Lima. Este estilo se mantuvo hasta finales de siglo, aunque poco a poco fue adoptando rasgos barrocos.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, la escultura de Lima mantuvo el estilo realista de influencia andaluza, pero ya mostraba cierto agotamiento. La aparición del artista mestizo Baltazar Gavilán renovó la escuela limeña. Él creó obras muy famosas, como la imagen de la Muerte Arquera.
La escultura en las misiones jesuíticas guaraníes
En el siglo XVII, con la creación de las misiones jesuíticas guaraníes, se desarrolló una tradición escultórica propia. Se basaba en una interpretación original de los modelos europeos que traían los religiosos. Se crearon imágenes con una postura muy recta, serias y con ropajes de pliegues simétricos o planos.
A finales del siglo XVII, la llegada de jesuitas europeos, como el italiano José Brasanelli, introdujo una fuerte influencia del barroco europeo en el arte local. Sin embargo, esta influencia se fue suavizando y adoptando características de la estética indígena, para que las obras fueran más cercanas a la forma de pensar guaraní. Pocas décadas después de la muerte de Brasanelli, su escuela perdió fuerza y se volvió a un estilo tradicional renovado, que asimilaba en mayor o menor medida rasgos del barroco.
La influencia del Rococó
En el siglo XVIII, la escultura de Quito alcanzó un gran prestigio. Fue reconocida no solo en el Virreinato, sino también en España y otros países europeos, como Portugal e Italia. Las imágenes ganaron en movimiento y mostraron un colorido muy expresivo. En estos años surgieron sus escultores más famosos: Bernardo de Legarda y Manuel Chili Caspicara. Este último es considerado uno de los artistas más importantes de la escuela quiteña.
La llegada de Pedro Laboria a Santa Fe de Bogotá en 1738 le dio a la escultura neogranadina su artista más singular. En ese momento, la escultura en la región estaba en declive debido a la gran cantidad de obras importadas de Quito y a la llegada de artistas de esa escuela a la zona de Popayán. El estilo de Laboria, con un barroco dinámico y expresivo, ya se acercaba al Rococó.
Véase también
- Escuela Quiteña
- Arte del Perú
- Arte virreinal hispanoamericano