Calleja (bando) para niños
Los Calleja, también conocidos como los de la Calleja, fueron uno de los grupos que tuvieron conflictos importantes en la Baja Edad Media en la villa y, desde 1431, ciudad de Vitoria, Álava. Estos enfrentamientos son parte de lo que se conoce como las Guerras de bandos.
Dentro de estas disputas, los Calleja formaban parte de la facción oñacina y se enfrentaban dentro de la ciudad a los Ayala.
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¿Quiénes eran los Calleja?
A finales del siglo XIV, algunas familias nobles y personas adineradas del campo de la Llanada Alavesa y sus alrededores comenzaron a llegar a Vitoria. Su objetivo era tener influencia en el gobierno de la ciudad y aumentar su riqueza controlando el comercio. Esto llevó a muchos conflictos y a que estas familias se agruparan en dos bandos principales: los Calleja y los Ayala. Esta situación fue una continuación de las luchas entre bandos más grandes, como los oñacinos y los gamboínos.
Al principio, el grupo de los Calleja estaba formado por nobles del campo y personas que se habían enriquecido con el comercio. Ellos querían mantener los privilegios que ya tenían en sus tierras. Algunas de las familias importantes de este bando eran los Maturana, Mendoza, Esquibel, Heali, Álava, Adurza, Vergara y Estella, entre otros.
Ambos bandos construían casas-torre en lugares clave de la ciudad y portales fortificados para controlar diferentes zonas. También hacían donaciones a iglesias, donde colocaban sus escudos familiares. Por ejemplo, los escudos de los Maturana se pueden ver en la capilla principal de la Iglesia de San Pedro Apóstol. El escudo de los Calleja (una cruz, llaves y un castillo) está en una de las claves de la Catedral de Santa María.
¿De dónde viene su nombre?
El nombre de este grupo, los de la Calleja, se refiere al actual cantón de Anorbín. En la parte baja de este cantón vivía Angebín Sánchez de Maturana, un líder importante del bando. Su lugar de reunión era la Iglesia de San Pedro Apóstol, que estaba cerca de ese lugar.
¿Por qué surgieron estos conflictos?
Los problemas por ver "quién valía más en la tierra", como dijo el cronista Lope García de Salazar, no tardaron en aparecer. Hubo ataques a casas, robos, emboscadas y amenazas. Por ejemplo, en 1406, el antiguo castillo de la iglesia de San Vicente, que estaba bajo el control de los Calleja, fue atacado una noche de Navidad por Juan de Salinas, quien trabajaba para el señor de Treviño. Después, el castillo fue devuelto a la ciudad.
Los conflictos por conseguir los puestos en el gobierno de la ciudad eran tan grandes que, en 1423, Pedro Manrique, un importante representante del reino y señor de Treviño, decidió elegir el mismo número de representantes de cada bando. También nombró dos alcaldes: uno de los Ayala y otro de los Calleja. Sin embargo, esta medida no acabó con la falta de seguridad durante las elecciones. En enero de 1429, durante el cambio de cargos, Juan de Avendaño López de Gamboa, un importante ballestero del rey y señor de Villarreal, entró en la ciudad con hombres armados. Amenazó y entró en casas del bando rival, como la de Fernán Ibáñez de Peñacerrada, para apoyar al candidato de los Ayala, que era de su mismo grupo. Para poder completar el cambio de cargos de ese año y evitar más problemas, el ayuntamiento saliente decidió que los hombres de Juan de Avendaño y los líderes de cada bando, como el propio Angebín Sánchez de Maturana, debían salir de la ciudad hasta que se completara la sucesión de cargos.
Durante estos años, Vitoria sufrió una importante disminución económica y de población. Esto se sabe por los documentos del gobierno de la ciudad, en los que se pedía varias veces a Juan II de Castilla que bajara los impuestos para ayudar a la gente que se iba.
El acuerdo de 1476
Conflictos similares se repitieron a lo largo del siglo XV, hasta que Fernando el Católico decidió poner fin a los bandos. Después de visitar la ciudad tres veces en 1476, dejó a expertos legales y consejeros reales para que ayudaran a resolver la situación. Siguiendo sus consejos, los habitantes de Vitoria acordaron y redactaron un documento llamado "Capitulado". Este acuerdo fue jurado en las iglesias de San Pedro y San Miguel, y en él se comprometían a dejar de lado los nombres de los linajes y apellidos:
"que no se nombre ni haya en esa dicha ciudad de Vitoria apellidos ni bandos de Calleja ni de Ayala, ni otros apellidos, ni cuadrillas, ni voz de otras parentelas, ni cofradías algunas que a esto correspondan ni se junten, ni os juntéis a ellas, sino que todos juntos nos llamemos los Vitorianos"
Además, pidieron al rey que eliminara las obligaciones, juramentos y problemas relacionados con los diferentes bandos. También solicitaron que en el gobierno de la ciudad solo hubiera un alcalde, dos regidores, un procurador, un merino y dos alcaldes de Hermandad. Todos ellos debían ser elegidos cada año el día de San Miguel en septiembre, en la iglesia del mismo nombre. El documento del Capitulado describe cómo se debía hacer la elección y el juramento. Las llaves de la ciudad debían ser guardadas por los regidores, a diferencia de antes, cuando cada alcalde de bando guardaba una.
Fernando El Católico aprobó este acuerdo el 22 de octubre del mismo año, y Isabel I de Castilla lo confirmó en 1479. Esto puso fin de forma definitiva a las luchas de bandos en Vitoria y estableció las normas municipales que estuvieron vigentes hasta 1747, cuando Fernando VI estableció un nuevo sistema de gobierno para la ciudad.
Estas reformas municipales también se aplicaron en otras villas y ciudades de Álava (Laguardia, Bernedo, Salvatierra), Vizcaya (Bilbao), Guipúzcoa (San Sebastián, Mondragón, Vergara, Fuenterrabía) y Cantabria (Santander, Laredo, San Vicente de la Barquera), entre otras.