Tita Merello para niños
Datos para niños Tita Merello |
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Tita Merello en 1938.
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Laura Ana Merello | |
Apodo | Tita de Buenos Aires | |
Otros nombres | La morocha argentina |
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Nacimiento | 11 de octubre de 1904 San Telmo, Buenos Aires, Argentina |
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Fallecimiento | 24 de diciembre de 2002 (98 años) Buenos Aires, Argentina |
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Sepultura | Panteón de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores | |
Nacionalidad | Argentina | |
Religión | Católica | |
Familia | ||
Pareja | Luis Sandrini (1942-1948) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Actriz y cantante | |
Años activa | 1920-1991 | |
Seudónimo | Tita de Buenos Aires | |
Género | Tango | |
Instrumento | Voz | |
Premios artísticos | ||
Premios Cóndor de Plata | Mejor actriz 1955: Guacho 1953: Deshonra 1952: Los isleros 1951: Arrabalera |
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Laura Ana Merello, más conocida como Tita Merello (San Telmo, Buenos Aires, 11 de octubre de 1904-Buenos Aires, 24 de diciembre de 2002), fue una actriz, vedette y cantante argentina de tango y milonga.
Fue una de las primeras cantantes de tango surgidas en la década de 1920 que crearon la modalidad vocal femenina en el rubro. Adquirió popularidad principalmente por sus interpretaciones de «Se dice de mí» y «La milonga y yo».
Su debut en cine fue en el primer filme sonoro argentino, ¡Tango!, junto a Libertad Lamarque. Luego de realizar una serie de películas a lo largo de la década de 1930, se consagró como actriz dramática en La fuga (1937), dirigida por Luis Saslavsky. En pareja con Luis Sandrini, abandonó parcialmente su carrera para apoyar a la del actor y a mediados de los años 1940 ambos se radicaron en México, donde Merello filmó Cinco rostros de mujer, por la cual obtuvo el premio Ariel a la Mejor Actriz de Reparto. Al regresar, protagonizó Don Juan Tenorio (1949) y Filomena Marturano (1950), que posteriormente fue representada en teatro. El apogeo de su carrera ocurrió en los años de 1950, cuando encabezó filmes como Los isleros (1951), Guacho (1954) y Mercado de Abasto (1955). Además, tuvo roles destacados en Arrabalera (1950), Para vestir santos y El amor nunca muere (ambas de 1955).
Después del golpe de Estado contra el gobierno de Perón, debió exiliarse en México ante la falta de trabajo. A partir de los años 1960, de regreso a Argentina, la mayoría de sus trabajos fueron dirigidos por su amigo Enrique Carreras. Fue una asidua partícipe del ciclo televisivo Sábados Circulares, y su actuación en La Madre María (1974), dirigida por Lucas Demare, fue muy elogiada por los críticos y le proporcionó una renovada popularidad. Se retiró en 1985, aunque continuó realizando apariciones públicas y brindando consejos en radio y televisión. En 1990 fue distinguida como «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» por ser un «mito viviente de la iconografía porteña» y en 1991 recibió el premio Podestá a la Trayectoria. Falleció a los 98 años en la Nochebuena de 2002, en la Fundación Favaloro. Al momento de su muerte, contaba en su haber con treinta y tres películas, veinte obras teatrales, tres ciclos radiales y varias participaciones en espectáculos de revista y televisión.
Contenido
Biografía
Primeros años (1904-1917)
Laura Ana Merello —conocida posteriormente como Tita Merello— nació como la hija del uruguayo Santiago Merello —chófer— y la uruguaya Ana Gianelli —planchadora— el 11 de octubre de 1904 a las 19 UTC-3 en un conventillo del barrio porteño de San Telmo ubicado en la calle Defensa 715 (actualmente sede de una asociación civil dedicada al patrimonio).
Su padre murió a causa de tuberculosis cuando Laura Ana contaba con apenas cuatro meses de edad. Más tarde, Merello emplearía la frase «el dolor nació conmigo» para referirse a ese episodio. Tuvo una infancia marcada por la pobreza y la falta de cariño; a los cuatro años, fue reconocida por su madre en la partida de nacimiento. En su biografía, Néstor Romano sostiene que «la niña fue inscripta en el registro civil el 11 de octubre de 1904. Pero en los inicios del siglo XX los padres solían anotar a sus hijos mucho después de haber nacido, por lo que se presume que podría haber llegado al mundo tiempo antes de aquella fecha». y a los cinco fue trasladada a un asilo de Villa Devoto debido a que su madre debía trabajar y no podía hacerse cargo de ella.
Luego de su estadía en el asilo, vivió esporádicamente en Montevideo, Uruguay, donde se desempeñó como sirvienta sin paga. Poco antes de cumplir 10 años, aconsejada por un médico que le diagnosticó erróneamente tuberculosis, fue trasladada con un tío a un campo ubicado en Bartolomé Bavio, cercano al partido de Magdalena, donde ejerció distintos oficios con el fin de ayudar a su familia, como ordeñar vacas, preparar asados y limpiar chiqueros, tareas de las cuales señaló: «Trabajaba como un hombrecito, entre los hombres. Pasaban los días, las noches. Nunca un gesto de ternura». La soledad, la pobreza y el abandono emocional marcaron la personalidad de Merello, que en su adultez se definió de niña como una «chica triste, pobre y, además, fea. Presentía que iba a seguir siéndolo siempre. Después descubrí que no hace falta ser bonita. Basta con parecerlo. Soy insolente de nacimiento y temperamento. Y con capacidad para sostener una insolencia... No recuerdo si tuve una infancia precoz. Lo que sé es que fue muy breve. La infancia del pobre siempre es más corta que la del rico».
En 1916, se trasladó con su madre —casada en segundas nupcias y con un pequeño hijo llamado Pascual Anselmi (1910-2002)— a una vivienda precaria ubicada en la calle Corrientes 1318. Merello fue analfabeta hasta la década de 1920 debido a que jamás pudo concurrir a la escuela. De acuerdo a su testimonio, sólo era capaz de diferenciar la «a» de la «o». Simón Irigoyen Iriondo, bajo la guía de Eduardo Borrás, fue quien le ofreció una educación elemental. Poco antes de su muerte, Irigoyen Iriondo comentó que Merello «es terca, muy terca, a veces ella parecía la maestra y yo el alumno. Y no se podía rendir ante la evidencia de que era yo quien enseñaba, es que siempre quería saberlo todo». Uno de los principales biógrafos de la actriz, Néstor Romano, escribió: «Jamás pasó por un conservatorio de arte escénico ni educó su voz en escuelas de canto. Simplemente se hizo en la calle. Sin ayuda de nadie, a fuerza de talento y voluntad, construyó una carrera que la llevó desde los bares del bajo porteño y una cuarta fila de coristas a los primeros planos del tango y el cine nacional».
Carrera
Ingreso al teatro y primeras grabaciones (1917-1933)
Merello comenzó trabajando como corista en la compañía de Rosita Rodríguez en el Teatro Avenida hacia 1917 con el fin de poder solventarse económicamente. Su debut fue en la obra Las vírgenes de Teres en 1920, que no significó una buena experiencia ya que el público la desaprobó con silbidos y abucheos. A pesar de que decidió no volver a cantar tras la traumática experiencia, a los pocos meses ejerció presentaciones similares en el Teatro Porteño y en las cafeterías de la Avenida de Mayo, donde adquirió popularidad por su interpretación del tango «Titina».
«No empecé por vocación, sino por hambre... Me costó trabajo aprender a vivir, pero aprendí a vivir, a leer, a pensar por mi cuenta. Si fuera verdad que la inteligencia se desarrolla mejor cuando encuentra resistencia, yo tendría que ser la mujer más inteligente del mundo. Fui resistida y resistente».Tita Merello.
En 1922, prosiguió su carrera en el Teatro Bataclán, ubicado en la zona de locales de escasa categoría del Bajo Flores y considerado de muy bajo nivel. Sin embargo, su carrera comenzó a ascender y fue así como en 1923, luego de aprender a leer, se integró como vedette del espectáculo de revista al Teatro Maipo en el espectáculo Las modernas Scherezadas, donde cantó su primer tango, «Trago amargo», de Rafael Iriarte, con letra de Julio Navarrine y la dirección de Roberto Lino Cayol, quien la definió con el apelativo de «la vedette rea». Durante su permanencia en ese teatro, acompañó en sus actuaciones a los cómicos Pepe Arias, Marcos Caplán y Luis Arata. El periodista Jorge Göttling, en referencia a sus actuaciones en el Maipo, expresó: «Ella contaba que allí, con ese lúgubre decorado, cantó en público el primer tango, con su voz feroz y desafinada. Alguien intuye el nacimiento de una artista popular: el empresario Roberto Cayol».
En 1925, estrenó el tango «Leguisamo solo» de Modesto Papavero —creado en homenaje al jockey uruguayo Irineo Leguisamo— en la obra «En la raya lo esperamos» de Luis Bayón Herrera en el Teatro Bataclán. Tras varias actuaciones sin trascendencia, su primera aproximación con el denominado «teatro dramático» lo obtuvo en la obra El lazo, escrita por Claudio Martínez Paiva en los años de 1920, donde conoció al empresario propietario del Teatro El Nacional, Pascual Carcavallo, que presentaba algunos de los espectáculos porteños más populares en ese entonces. En 1927, volvió a actuar en el Teatro Maipo junto a Elías Alippi y Sofía Bozán interpretando el tango «Un tropezón» y en una oportunidad, fue escuchada por Carlos Gardel —considerado el mayor exponente del tango— que comentó que no le agradaba su forma de cantar. En la última entrevista que ofreció Merello en 1994, afirmó que Gardel no adquirió reconocimiento por sus condiciones vocales sino por sus novedosas películas sonoras filmadas en el exterior, y que su popularidad se acrecentó luego de su trágica muerte en 1935.
Merello alternó la actuación con contadas incursiones dentro del ámbito discográfico. En 1927, grabó dos temas para el sello Disco Nacional-Odeón, los tangos «Te acordás reo» de Emilio Fresedo y «Volvé mi negra» de José María Rizzuti con letra de José Antonio Díaz Gómez —finalmente inéditos—. En 1929, grabó otros veinte temas para el sello RCA Victor, entre ellos «Tata... Llevame pal centro», «Che... Pepinito» y «Te has comprado un automóvil». A lo largo de su carrera, Merello también fue la compositora de los tangos «Llamarada pasional», dedicada a Luis Sandrini, «Decime Dios dónde estás» y «Muchacho rana». El historiador de tango Oscar del Priore señaló que «Tita y Sofía Bozán serán las grandes creadoras de ese tango humorístico y transgresor. En su caso estaban de más los alardes y los despliegues de técnica vocal. Lo necesario era lo profundo y gracioso de las letras, el apóstrofe crítico o la semblanza personal».
En 1930, Merello recibió el pedido de Libertad Lamarque de reemplazarla en El conventillo de la Paloma, uno de los sainetes más populares de Argentina. Ahí, compuso el personaje denominado «Doce pesos», que Lamarque había estrenado inicialmente en 1929. En 1931, la actriz se inició en el periodismo mediante la revista Voces, en la que redactaba crónicas y poemas por los cuales percibía 200 pesos.
Debut en cine y revelación como actriz (1933-1946)
Muchos historiadores afirman que participó en una película muda de 1928 anterior a ¡Tango!, titulada Buenos Aires tenebroso, cuyas copias desaparecieron y, por lo tanto, se desconoce los nombres del director e integrantes del elenco; Merello siempre negó su participación en el filme. En cambio, su primera actuación en cine quedó registrada en ¡Tango! (1933), la primera película sonora argentina, por la cual recibió 200 pesos por cinco días de filmación en donde, por contrato, ella y los demás actores del elenco —Alicia Vignoli, Alberto Gómez, Carmencita Calderón y Luis Sandrini— debían aparecer en los créditos debajo de Libertad Lamarque, la protagonista principal. Merello había firmado el contrato con Argentina Sono Film el 21 de octubre de 1932 y las tareas de rodaje implicaban la presencia de los actores durante seis horas en el estudio. El filme se iniciaba con la presentación de la cantante Azucena Maizani —a pesar de que no volvió a aparecer en el resto de la película— para luego dar lugar a las orquestas de Osvaldo Fresedo, Edgardo Donato, Pedro Maffia, Juan de Dios Filiberto y el dúo Ponzio-Bazán. También significó el debut cinematográfico de Luis Sandrini, posteriormente pareja de Merello, que tampoco tuvo un lugar destacado dentro del reparto.
Paralelamente, Merello actuó con la compañía de Francisco Canaro en la obra La muchachada del centro (1932), que se mantuvo durante 900 escenificaciones e incluso fue representada en Uruguay, momento para el cual fue reemplazada por Elsa O'Connor a causa de una dolencia. En la obra, interpretó los tangos «La muchachada del centro», que da origen al título de la pieza, y «Me enamoré una vez», una milonga de Canaro con letra de Ivo Pelay. La actriz volvió a trabajar con Canaro cuando este inauguró su productora Estudios Río de la Plata en 1934 y estrenó Ídolos de la radio. Luego de filmar Noches de Buenos Aires (1935), Merello no recibió propuestas de trabajo en cine por dos años y continuó actuando en el Teatro Porteño, donde curiosamente fue multada con 20 pesos por aparecer en público sin medias de nailon, lo que era considerado un acto de inmoralidad. Ya anciana, señaló con humor el episodio: «Los tiempos han cambiado. ¡Y cómo! He podido vivir para ver esas transformaciones, esos cambios».
En Así es el tango (1937), Merello recibió un papel cómico junto a Luisa Vehil. El director del filme, Eduardo Morera, comentó después: «...habían compuesto un tango —titulado «Nostalgias»— para que Tita lo estrenara... Ella lo ensayó, pero cuando iba a interpretarlo me di cuenta de que su personaje no tenía nada que ver con el romanticismo de esa canción. Si Tita la hubiera interpretado, habríamos quebrado el clima que requería la historia». Finalmente, Vehil interpretó el tango y Merello se ofendió tanto que jamás volvió a cantar el tango «Nostalgias». Recibió varios papeles de «segunda dama joven» opuesta a la primera actriz hasta que obtuvo un rol protagónico en La fuga (1937), donde sucedió su revelación como actriz dramática y cantó «Nieblas del Riachuelo», editado rápidamente por Enrique Cadícamo a pedido del director. El papel de Merello, muy elogiado por los críticos cinematográficos, era el de una cantante de cabaret que se relacionaba sentimentalmente con el personaje de Francisco Petrone. Las copias de La fuga fueron perdidas tiempo después a causa de un incendio en los laboratorios Alex hasta que el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken recuperó una aparecida en Uruguay.
En 1942, durante el estreno de Buenos Aires de ayer y de hoy, Merello generó sorpresa en el público y la prensa por su actuación sumamente histriónica. Canaro, uno de los directores, dijo que «mostró dos facetas distintas en ambas épocas de la historia». La obra fue representada no sólo en el Teatro Presidente Alvear sino también en el Teatro Solís de Montevideo. Durante esa temporada teatral, interpretó «Tranquilo, viejo Venancio» y «Se dice de mí», una milonga con letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro que hacía referencia a la fuerte personalidad de la actriz. Para 1943, el tema era sumamente popular en Argentina pero fue vinculado a Merello con mayor intensidad a partir de sus apariciones televisivas en la década de 1970 y su actuación en Mercado de Abasto (1955), con dirección de Lucas Demare, donde interpretó «Se dice de mí» en una de las escenas. Más recientemente, la cantante Yolanda Rayo la utilizó como cortina musical de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea. En 1944, se desvinculó laboralmente de Francisco Canaro luego de finalizar su contrato para proseguir con Dos corazones, también presentada en el Alvear, donde cantó «Todo es mentira» y «¿Qué tal?». Al igual que Buenos Aires de ayer y de hoy, la nueva obra fue reestrenada en Uruguay, en al Teatro Artigas de Montevideo.
Filmación en México (1946-1947)
En 1946, su entonces pareja Luis Sandrini fue convocado para trabajar en tres producciones cinematográficas mexicanas. Merello lo acompañó y, durante su estadía, fue contratada para participar en Cinco rostros de mujer, producida por la empresa Clasa Films Mundiales, donde uno de sus ejecutivos analizó su actuación en La fuga y consideró que era una «actriz cabal». El filme contaba con la participación de Arturo de Córdova, Carolina Barret, Ana María Campoy y Pepita Serrador. El director era Gilberto Martínez Solares y los guiones estaban a cargo de Carlos A. Olivari y Sixto Pondal Ríos, quienes también se encargaron de realizar la adaptación del libreto.
Merello llevó a cabo el papel de una mujer de cabaret que seducía al personaje interpretado por Arturo de Córdova, a la vez que entonaba los versos de «Copa de ajenjo». La película se estrenó el 26 de febrero de 1947 en México y recibió un importante apoyo de la crítica. Su labor fue galardonada con el premio Ariel a la Mejor Actriz de Reparto por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. A pesar del éxito inesperado, Merello no volvió a ser contratada en México. Hasta ese momento sólo había filmado en el extranjero 27 millones —1942, Chile— con Alberto Closas, cuyo estreno en Argentina fue demorado hasta 1947 cuando fue presentada sin éxito en una sala de segunda categoría.
Luego de que Sandrini concluyera los tres rodajes, la pareja retornó a Buenos Aires por un pedido del productor Atilio Mentasti para filmar Dios se lo pague, Historia de una mala mujer y Don Juan Tenorio —una de sus películas más recordadas—.
Consagración (1947-1955)
En Don Juan Tenorio, Merello encaró el papel del ama mientras que el rol protagónico fue destinado a la joven cantante Virginia Luque. La película finalmente fue presentada en 1949 como una comedia con libretos de Pascual Guillén y José Zorrilla. La trama indica que el sobrino de un actor retirado de escasos recursos desea casarse con su novia pero el padre de la joven se opone ya que no es poseedor de grandes riquezas. El elenco fue completado por Jorge Salcedo, Berta Ortegosa, Alberto de Mendoza y Manuel Alcón. Al momento de finalizar el rodaje de Don Juan Tenorio, la relación entre Sandrini y Merello se había deteriorado demasiado. Sandrini recibió una propuesta del director Benito Perojo en España para filmar ¡Ole, Torero! en 1948, lo cual significaría su primer trabajo en Europa, y Merello, por su parte, recibió la oferta de un papel protagónico para Filomena Marturano de Eduardo De Filippo. Sandrini se enfadó cuando la actriz decidió permanecer en Buenos Aires y no acompañarlo para filmar la película, hecho que acabó con la relación sentimental entre ambos. Sin embargo, Filomena Marturano significó la consolidación de Merello en el mundo del cine y permaneció trece meses en cartelera, mientras que para 1950 se llevó a cabo su versión teatral que contaba con variedad de cuadros musicales. El director De Filippo señaló que «nadie la interpretó mejor que la señora Merello». A raíz de esa actuación, comenzó a ser comparada con las actrices extranjeras Anna Magnani y Bette Davis.
Al momento de interpretar a Laura Moreno en el thriller policial Morir en su ley, dirigida por Manuel Romero, fue acompañada por su galán del filme, Roberto Escalada, que representó el personaje de Pedro Amalfi. La película, que contaba con una interpretación de Merello del tango «No aflojés», fue calificada como «no apta para menores de catorce años» y se estrenó en los cines Premier e Ideal. Para comienzos de 1950, Merello era solicitada frecuentemente para ejercer importantes roles en películas. Arrabalera, por la cual recibió junto a Santiago Gómez Cou el premio a los mejores actores de 1950 de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina, estuvo a cargo de Tulio Demicheli y ahí Merello cantó el tango «Tarjeta postal» y «Arrabalera», que dio nombre al filme. Paralelamente a su labor cinematográfica, encabezaba por radio Ahora habla una mujer, un ciclo microradial transmitido por la Red Privada de Emisoras.
En 1950, recibió un libro cinematográfico de Ernesto L. Castro para la filmación de Los isleros con dirección de Lucas Demare, que había obtenido repercusión con Pampa bárbara, Su mejor alumno y La guerra gaucha a lo largo de los años 1940. Ahí, Merello interpretó el personaje de La Carancha en escenarios naturales del Paraná junto a Arturo García Buhr. Su papel correspondía a una mujer que vivía en un ambiente hostil y, en medio de la falta de recursos y las inclemencias del clima propio de la zona, tiene varios hijos que crecen rápidamente —eran interpretados por Martha Torres, Alberto de Mendoza, Daniel Tedeschi y Sergio Renán—. La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina la condecoró con el premio a la Mejor Actriz a la vez que el director, demás actores y otros integrantes de la producción fueron galardonados en diversos rubros. Su actuación en el filme, también conocido como Pasión maldita, fue considerada por los críticos como la mejor de toda su carrera artística, a pesar de que Merello consideraba como sus películas preferidas a Guacho y Amorina.
Tras una destacada actuación en Pasó en mi barrio (1952), Daniel Tinayre la convocó para filmar Deshonra, un melodrama policial que transcurre en una cárcel de mujeres y que tuvo en su elenco a figuras como Mecha Ortiz, Jorge Rigaud, Guillermo Battaglia y Aída Luz. Se estrenó el 3 de junio de 1952 en las salas comerciales de Argentina, poco antes del deceso de la primera dama Eva Perón. El papel principal había sido pensado por el director para Amelia Bence pero finalmente fue otorgado a Fanny Navarro, que encabezó la película junto a Merello. Luego del estreno, representó en teatro Hombres en mi vida, de Eduardo Pappo, cuya temporada de 1952 fue breve debido a que la actriz había sido contratada para protagonizar Guacho (1954), Para vestir santos y El amor nunca muere (ambas de 1955).
El periodista Pedro Ochoa concluyó que Merello «en ocasiones debió defender a sus hijos de sus propios padres. Así sucedió en Pasó en mi barrio, Guacho, Filomena Marturano y Mercado de abasto. Por momentos es una madre posesiva y que llega a la injusticia para sobreproteger a sus hijos. Sugestivamente uno de sus últimos papeles fue el de la Madre María. Tita es una actriz versátil que asumió los papeles más disímiles, pero del conjunto de sus películas se destaca un solo personaje».
Problemas políticos y exilio (1955-1958)
Merello le solicitó expresamente a Demare que Pepe Arias fuera el coprotagonista de su próxima película, Mercado de abasto (1955), a pesar de la prohibición de actuar que el actor había recibido por parte del gobierno peronista. Durante el gobierno de Juan Domingo Perón, la actividad cinematográfica había sido intensa pero la suma de favoritismo y censura para lo que escapara de la visión oficialista había afectado la calidad de las producciones. Los problemas políticos con actores y la falta de celuloide habían comenzado durante su mandato y se acentuaron luego de su derrocamiento en 1955 cuando asumió el militar Pedro Eugenio Aramburu. Los artistas vinculados con el peronismo fueron incluidos en listas negras. Producido el golpe de Estado de 1955 y bajo el régimen autodenominada Revolución Libertadora, el gobierno militar aplicó criterios de persecución política. Con la dictadura, importantes figuras artísticas y del espectáculo son desaparecidas de los medios y las carteleras, y Tita Merello fue investigada por el delito de contrabando. Se generó una grave crisis en el ambiente del cine y las comisiones investigadoras se dedicaron a detectar abusos en la concesión de créditos. Como las producciones resultaban demasiado costosas para desarrollarse sin algún tipo de ayuda estatal, muchos estudios de cine cerraron y una gran cantidad de actores quedaron sin empleo y debieron exiliarse. Si bien Merello nunca se declaró abiertamente peronista, tras la muerte del presidente en 1974 expresó públicamente: «Ha muerto una gran esperanza, especialmente de los trabajadores, pero también del país entero. La muerte de una esperanza es un gran dolor. Es cuanto puedo decir por ahora».
Al informarse por parte de la productora Artistas Argentinos Asociados que la película La morocha, filmada en 1955, demoraba en estrenarse —se presentó recién en 1958—, Merello pensó que su carrera podría terminar. Tras el derrocamiento de Perón, comenzó a recibir presiones políticas, restricciones laborales y fue acusada de traficar té desde Sri Lanka por una comisión investigadora, motivo por el cual decidió exiliarse en México, país en el que se hallaban figuras argentinas como Libertad Lamarque o Amanda Ledesma. Sin embargo, había fallecido su amigo Jorge Negrete y la productora Clasa Films con la que había trabajado anteriormente había ingresado en bancarrota. Ante la falta de trabajo, hizo todo lo posible por regresar a Argentina pero aún existían restricciones para aquellos que estaban vinculados al movimiento peronista —Merello había sido fotografiada saludando al presidente Perón en 1954 durante el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata—. Regresó únicamente a Argentina para firmar el contrato que le ofreció Hugo del Carril, otro actor proscripto, para actuar en un parque de diversiones de la localidad de Morón. En 1957, para la televisión mexicana, interpretó el papel principal de Antes del desayuno, con autoría del dramaturgo Eugene O'Neill.
«Siempre se me ha criticado que me quejo por la falta de dinero, pero es verdad. Yo he trabajado esporádicamente, en épocas en las que no se pagaba tanto como ahora. Además, siempre he ayudado a quien me lo pidió, eso lo pueden confirmar todos los que han necesitado de mí. Yo he dado mucho, nunca tuve intenciones de ser la más rica del cementerio».Tita Merello.
En 1958, tras las elecciones presidenciales, Arturo Frondizi asumió el cargo de presidente de la Argentina, lo que permitió el retorno definitivo de Merello a Buenos Aires donde, a su llegada, se presentó en diversos locales y protagonizó la obra teatral Amorina bajo la dirección de Hugo del Carril, quien la dirigió en varias ocasiones y con quien entabló una sólida amistad.
Reveses profesionales (1958-1967)
Sus apariciones en televisión se acrecentaron considerablemente y llegó a ser la protagonista en 1964 de Acacia Moreno, un teleteatro escrito por el guionista Alberto Migré con la participación especial de Oscar Ferrigno. En televisión, había debutado recién en 1962 con Tangos en mi recuerdo y posteriormente había realizado Vivimos así, programa que debió abandonar por problemas de salud.
En 1961, después de varios años sin aparecer públicamente, se sometió a una pequeña cirugía estética en su nariz para iniciar el rodaje de su próxima película, Amorina, labor por la cual obtuvo el premio en dinero que otorgaba el Instituto Nacional de Cinematografía. Del Carril la contrató al mismo tiempo para dos espectáculos en el Teatro Alvear, Estrellas en el Avenida y La Moreira; ambos entablaron una sólida amistad hasta la muerte de él en 1989 y Merello recordó «cómo me cuidaba en cada uno de los planos... logró sacar de mi interior esa verdad que las actrices necesitamos exteriorizar». A comienzos de los años de 1960, rechazó varias propuestas cinematográficas y se dedicó particularmente al teatro y al canto; de hecho, llegó a grabar cuarenta temas en disco con las orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela. Horacio Salas, en su libro El Tango, comentó:
«Tita Merello asumió desde el humor la representación de los sectores marginales, que nacidos en la más extrema pobreza arribaron al centro con el objeto de sobrevivir en el mundo del tango. Algunas de las letras de su repertorio son recuerdos de la picaresca de los primeros años y representan, en la misma asunción de su origen, una burla a la tilinguería del medio pelo porteño abocado a ocultar el ámbito en que transcurren los años de la infancia y las dificultades económicas sufridas hasta que llega el momento del éxito».
A lo largo de la década de 1960, Merello protagonizó una serie de películas de poco éxito dirigidas por su amigo Enrique Carreras que, en varias oportunidades, sólo alcanzaban una repercusión mínima por su sola presencia en el filme. Fue así como integró el elenco de Los evadidos (1964), La industria del matrimonio (1964), Los hipócritas (1965) —basada en el caso policial de la joven Norma Penjerek—, Ritmo nuevo, vieja ola (1965) y El andador (1967) —que sí tuvo éxito cuando fue representada en la temporada teatral de 1966—. En esta última, por ejemplo, el maquillador Vicente Notari debía trabajar sobre el rostro de Merello de modo que pareciera una mujer en edad fértil debido a que en una de las escenas aparentaba un embarazo.
Popularidad renovada (1967-1985)
Sus participaciones como comentarista en Sábados circulares de Nicolás Mancera alrededor de 1968 acrecentaron notablemente su popularidad. Además de cantar y relatar anécdotas, impuso la costumbre de aconsejar a las mujeres a realizarse exámenes ginecológicos para prevenir enfermedades. Poco después, intervino en la película Ídolos de entrecasa, donde Merello tenía a su cargo un cuadro musical donde presentó «La milonga y yo», de Tito Rivero, una de sus canciones más conocidas.
En 1972, publicó un libro semiautobiográfico denominado La calle y yo, donde redactaba recuerdos, consejos, reflexiones, algunos versos y poemas de su autoría.
A los 70 años, recibió un papel protagónico para encabezar La Madre María (1974), basada en la historia de vida de la curandera María Salomé Loredo. Su personaje, el de una anciana que transmitía alivio, paz y sanación, fue uno de los más queridos y aceptados por el público. El rodaje se efectuó en el verano de 1974 bajo altas temperaturas, lo que incomodaba demasiado a Merello ya que debía usar vestuarios muy calurosos acordes al contexto de la época. A diferencia de otras películas, la actriz se sometió fácilmente a las exigencias del director Demare. La Madre María se estrenó tres días después del fallecimiento de Juan Domingo Perón, motivo por el cual Demare pensó inicialmente que bajarían las recaudaciones pero no fue así y la película fue un éxito.
Hacia esas épocas, Merello condujo dos ciclos televisivos, Conversando de todo con Tita y Todo Tita, en los cuales brindaba enseñanzas y hablaba sobre hechos de actualidad. Además, comenzó a recibir una serie de reconocimientos por su trayectoria. En 1980, el Museo del Cine le entregó la Cámara Pathé simultáneamente con Niní Marshall, Delia Garcés, Libertad Lamarque y Mecha Ortiz «en reconocimiento a las primeras figuras del cine nacional». También fue designada Vecina Honorable de Villa Gesell en 1987.
En 1980, el director Alejandro Doria la convocó para un papel importante en Los miedos que, debido al impacto que generaban en ese momento las producciones cómicas de Alberto Olmedo y Jorge Porcel, no tuvo el éxito esperado. Tras un parcial retiro, Enrique Carreras logró convencerla en 1985 para regresar al cine con Las barras bravas, su última película, y le permitió modificar los guiones de acuerdo a sus pretensiones. Casualmente en una de las escenas se realiza un plano del mausoleo erigido en honor a Luis Sandrini en el cementerio de la Chacarita, lo que adquiere un doble significado. Un año antes, Merello también había realizado bajo la dirección de Carreras su última obra teatral, Para alquilar balcones.
Vida posterior (1985-2001)
Reclusión y soledad
Desde la década de 1980, molesta por el asedio de los medios periodísticos, Merello redujo sus apariciones públicas y se recluyó en su vivienda de Recoleta, donde cultivó una faceta religiosa y comenzó a resignarse a la prensa. Sus cuadros depresivos se intensificaron: «Estuve tres veces a punto de morir. Y en todas volví a nacer. Dios me salvó». Su vida diaria se repartía entre paseos alrededor de su vivienda junto a su perro «Corbata», escasas reuniones sociales y asistencias a misa en la iglesia de la Merced. Ocasionalmente, realizaba llamados telefónicos a programas radiales y televisivos en vivo.
«Hace 49 años me senté por primera vez en un banco situado en la iglesia de la Merced, en la calle Reconquista, y sigo yendo al mismo banco. Pero los pedidos son distintos... Hace 49 años no fui a pedir. Lo que sí me acuerdo es que no recé. Estuve un mes en cama y me iban a operar. Esto lo digo para que la gente nunca pierda la fe, aún en los peores momentos. Me iban a sacar un riñón. Ya tenía la habitación pedida. Me levanté con el permiso del médico para ir a la iglesia. Y fui a la Merced. Me senté mucho tiempo en ese banco pidiendo claridad en mi determinación. Cuando regresé a mi casa, en la calle Agüero, frente al Mercado de Abasto, le dije a mi mamá que no me iba a operar. Todavía tengo el riñón. ¿Vale la pena que siga yendo cuarenta y nueve años después? En ese banco rezo por mis compañeros que no tienen trabajo. Y también he pedido por el amor. ¿Por qué no? Por que el amor también quise vivirlo. Y lo viví. Pero ahora pido más para los demás... »Tita Merello.
Últimos años
Durante sus últimos años, Merello adquirió popularidad por su experiencia y manera de hablar verborrágica, que se hacían evidentes durante sus conversaciones televisivas. En 1990, el Consejo Deliberante la declaró Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por considerarla un «mito viviente de la iconografía porteña». Un año después, la Asociación Argentina de Actores le entregó el premio Podestá a la Trayectoria en distinción a las más importantes figuras de la escena nacional.
En 1992, luego de realizar su último CD de tango en compañía de Nacha Guevara, fue convocada en el programa de Susana Giménez, ¡Hola Susana!, te estamos llamando, donde la conductora la reconcilió en el Día del Amigo con Malvina Pastorino, la viuda de Sandrini. En 1994, al cumplir noventa años, decidió ofrecer su última entrevista televisiva con Julio Mahárbiz en su domicilio. Ahí, confesó que Enrique Carreras utilizaría algunos de sus textos para organizar un espectáculo titulado Ídolos de entrecasa; sin embargo, el director murió al año siguiente víctima de un cáncer.
«A todos los argentinos les pido que no se olviden de mí. Gracias por creer que fui algo más de lo que soy».
—Tita Merello, 1999.
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En 1996, Amalia Lacroze de Fortabat le otorgó el premio Fondo Nacional de las Bellas Artes vía telefónica. El honor consistía en una estatuilla y 20 000 pesos que Merello decidió donar al Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y a la Casa Cuna. Merello efectuó un gesto similar en 1999 cuando vendió su departamento de Barrio Norte y donó la recaudación al Hospital de Niños.
A pesar de haber perdido la visión en uno de sus ojos y padecer problemas auditivos, Merello siempre mantuvo una buena salud. Sin embargo, el 24 de mayo de 1996 debió ser internada en el Hospital de Clínicas durante tres días a causa de una fuerte hemorragia nasal derivada de un pico de presión. El 11 de enero de 1998, debió someterse a un chequeo cardiovascular y análisis permanentes debido a una serie de mareos que padeció en su domicilio. El parte médico emitido desde la entidad comunicaba que su estado de salud era «satisfactorio y con parámetros normales». Luego de la internación, tomó la decisión de trasladarse a la Fundación Favaloro con el objetivo de efectuarse una revisión general. Tras recibir un permiso del doctor René Favaloro, optó por permanecer ahí hasta su muerte y recibir atención médica permanente a causa de su avanzada edad.
Durante un breve período, Merello recibió un subsidio de 800 pesos que le era entregado también a la actriz Sabina Olmos por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, presidida por su amigo Julio Mahárbiz. Cuando se enteró en 1999 de la muerte de Olmos, de entonces 85 años, expresó: «No supo esperar». Luego del mismo episodio ocurrido con René Favaloro en julio de 2000, Merello se mostró muy acongojada y reflexionó acerca del hecho: «Los hombres y mujeres de la Fundación nos quedamos sin padre. Tengo un retrato de él en mi altar». En agosto de 2001, comenzó a sufrir cuadros depresivos con mayor intensidad. Tres meses después, se trasladó a la sede de Radio Colonia acompañada por su ayudante para visitar a Julio Mahárbiz, que recientemente había sido procesado legalmente por varias irregularidades en el traspaso de fondos del Festival de Cine de Mar del Plata. Durante su breve visita, manifestó: «Antes de iniciar el viaje, quería cumplir con esta obligación de estar al lado de alguien que hizo mucho por mí, al que le debo un profundo agradecimiento».
Fallecimiento
Los decesos de Favaloro y su hermano Pascual en julio de 2000 y octubre de 2002, respectivamente, deprimieron aún más a Merello. En diciembre de 2002, fue diagnosticada con un cáncer de mama con metástasis cerebral pero decidió no someterse a tratamiento. Merello falleció a los 98 años de causas naturales, mientras dormía en la Nochebuena de 2002 en su habitación de la Fundación Favaloro. El director de la institución, Eduardo Gabe, manifestó a la prensa que su salud «se fue deteriorando progresivamente debido a la edad y afectó otras funciones como la respiratoria y cardíaca». De acuerdo a su deseos, el dinero invertido en arreglos florales fue donado a la Fundación.
Al día siguiente, sus restos fueron trasladados a la iglesia San Pedro Telmo, donde se llevó a cabo un servicio memorial en asistencia de familiares y personalidades del ambiente artístico. Luego de la ceremonia, se inició un cortejo fúnebre escoltado por el Regimiento de Patricios. Sus restos fueron incinerados y depositados en el Panteón de Autores y Compositores de SADAIC en el cementerio de la Chacarita.
Vida personal
Si bien Merello jamás se casó ni tuvo hijos, sí estuvo vinculada sentimentalmente con varios actores como Arturo García Buhr, Luis Sandrini, Oscar Valicelli, Juan Carlos Thorry y Tito Alonso. La prensa rosa señaló que la actriz había tenido otros noviazgos con Adolfo García Grau, Santiago Arrieta, Luis Arata, Jorge Salcedo, Héctor Calcaño, Alfredo Alcón, Jorge Morales, Alberto de Mendoza y Alejandro Rey, los cuales la propia actriz se encargó de desmentir y tuvieron muy poca credibilidad sobre el público.
Merello conoció a Sandrini en 1933 durante el rodaje de la película ¡Tango!, cuando aún estaba casado con la actriz Chela Cordero, trece años mayor que él. La relación terminó cuando Sandrini comenzó a salir con Merello en 1942. Más tarde, Merello confesó que cuando se enteró de que Cordero había sido internada en un sanatorio gravemente enferma en 1982, concurrió a visitarla y le espetó: «¡Perdone, señora, por todo el daño que le hice!». En 1946, cuando ambos partieron a México, se vincularon a otras parejas famosas como la de Hugo del Carril-Ana María Lynch, Libertad Lamarque-Alfredo Malerba y Enrique Discépolo-Tania. En 1948, Sandrini fue convocado para filmar en España ¡Ole, Torero! con Benito Perojo, pero Merello decidió permanecer en Buenos Aires para filmar Filomena Marturano, que significó su consagración en el mundo del cine. Luego de una discusión marital revelada en el libro biográfico de Néstor Romano, Se dice de mí, la pareja se disolvió.
En 1949, cuando Malisa Zini abandonó la compañía teatral que integraba Sandrini, el actor decidió llamar a la joven actriz Malvina Pastorino para su reemplazo. Pastorino confesó que «cuando lo conocí me inquietó. Me elogió las piernas y me sentí cohibida, pues tenía fama de "Don Juan": siempre había chicas revoloteando a su alrededor... Luis comenzó a cortejarme como un novio formal. Me hice amiga de su madre [Rosa] y fue a mi casa materna a pedir mi mano. Me enamoré. Hicimos un pacto: no hablar nunca de nuestros respectivos pasados». Sandrini y Pastorino se casaron el 20 de mayo de 1952 en Uruguay y luego en la parroquia de San Isidro. El matrimonio tuvo dos hijas, Malvita y Sandra.
Merello nunca se repuso de su separación con Sandrini y solía recordarlo a menudo —de hecho, le dedicó uno de sus tangos, «Llamarada pasional»—, motivo por el cual fue incapaz de formalizar otras relaciones. En una ocasión, definió su relación con Sandrini como algo «hermoso, tibio, impregnado de sinceridad» y continuó: «Tuve un gran amor y lo llevo en la cartera, que es lo mismo que tenerlo en el alma». Ana María Campoy, su compañera de rodaje en Cinco rostros de mujer, comentó: «Sandrini amaba a Tita con toda intensidad. Durante la filmación comprobé cómo Tita terminaba su parte y corría a reunirse con Luis. Era un apogeo total, especial, único. No sé cómo ese amor pudo terminar. No lo comprendo».
Sandrini falleció en julio de 1980 luego de once días de agonía a causa de un colapso vascular. Merello no asistió a su funeral en el Teatro Presidente Alvear ni a sus exequias en el cementerio de la Chacarita; en cambio, apareció en televisión y manifestó: «Permitíme, Malvina, que lo llore con vos». Al día siguiente de la muerte de Sandrini, confesó haber rezado durante toda la noche y su actitud provocó la indignación de Pastorino. En 1992, ambas fueron entrevistadas para el talk-show de Susana Giménez, donde Merello afirmó: «Cada una se quedó con un sector del amor. Fueron dos momentos diferentes en su vida», a lo que Pastorino agregó: «Siempre fuimos dos líneas paralelas que jamás pudieron cruzarse. Cada una anduvo por su lado». La aparición de ambas en televisión alcanzó 25,5 puntos de índice de audiencia.
Filmografía
Su filmografía, comprendida entre 1933 y 1985, contiene más de treinta películas, entre ellas ¡Tango!, Filomena Marturano, Mercado de abasto y La Madre María, casi todas pertenecientes al género dramático. Definida como «una actriz temperamental y versátil ligada al tango», Merello debutó en los comienzos del cine sonoro argentino cuando filmó ¡Tango!, de Luis Moglia Barth, donde el director optó por contratar a cantantes, orquestas, bailarines y actores de teatro principalmente. Acompañada por Ernesto Ponzio y Juan Carlos Bazán, ahí cantó el tango «Yo soy así pa´l amor». Durante los años siguientes de la década de 1930, continuó participando con frecuencia en filmes musicales como Así es el tango (1936), en el que bailó con Tito Lusiardo y fue dirigida por Eduardo Morera, hasta que obtuvo su primer papel importante en La fuga (1937), un policial humorístico calificado por los críticos de cine como su «revelación como actriz». Ahí, Merello estrenó el tango «Nieblas del Riachuelo», compuesto por Juan Carlos Cobián con letra de Enrique Cadícamo. Volvió a trabajar con Luis Saslavsky, director del filme, en 1942 en Ceniza al viento.
En 1946, fue convocada en México para desempeñar el papel principal de Cinco rostros de mujer junto a Arturo de Córdova, filme por el cual obtuvo el premio Ariel como Mejor actriz de cuadro. De nuevo en Argentina, adquirió relevancia luego de encabezar Morir en su ley, donde interpretó el personaje de la esposa de un pistolero —individuo que hace profesión del uso de la pistola para cometer asaltos— que quiere alejarse de él, se enamora y sufre un desengaño que la lleva a la muerte. Sus éxitos más relevantes tuvieron lugar en la década de 1950, período en el que protagonizó 11 películas.
En 1951, protagonizó con Arturo García Buhr y dirección de Lucas Demare Los isleros, que relata la vida de los pobladores del Delta del Paraná. Su labor mereció el premio a la Mejor Actriz de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina. En 1955, de nuevo con el mismo director, encabezó Mercado de abasto, donde presentó por primera vez en cine el tango «Se dice de mí».
En la mayoría de sus filmes, encaró personajes de madres solteras o mujeres desamparadas que, en un contexto de bajos recursos, debían proteger a otros integrantes de su familia, tal como ocurrió en Para vestir santos, Pasó en mi barrio, Guacho, Filomena Marturano y Mercado de abasto. En Los isleros (1951), una de sus películas más destacadas, cumplió el papel de una madre posesiva que llega a la injusticia para sobreproteger a sus hijos.
En la década de 1960, generalmente dirigida por Hugo del Carril o Enrique Carreras, incursionó en una serie de películas que no tuvieron demasiado éxito en comparación con las anteriores. La versión teatral de Amorina de 1957 fue llevada al cine en 1961 y le valió el premio a la Mejor Actriz del Instituto Nacional de Cinematografía. Participó como actriz y guionista en ¡Esto es alegría! y en 1974, se estrenó en la sala Normandie La Madre María, basada en la vida de la Madre María (María Salomé Loredo, 1854-1928). Ahí, estuvo secundada por diversos actores como María José Demare, José Slavin, Tina Serrano y Marta Gam. Por otra parte, varios fragmentos de sus grabaciones fueron utilizadas en la película que relata la historia del folclore y el tango argentino, El canto cuenta su historia (1976), que contó con la animación de Julio Mahárbiz y el auspicio de Aries Cinematográfica Argentina. Sus últimos trabajos fueron en 1980 y 1985 respectivamente, cuando secundó a María Leal y Soledad Silveyra en Los miedos y acompañó, a los 80 años, a Mercedes Carreras en Las barras bravas.
Discografía
En 1927, debutó con un disco de dos temas, «¿Te acordás, reo?» y «Volvé, mi negra», el cual grabó con la compañía musical Odeón. En 1929 editó otro, esta vez para RCA Victor, que contuvo tangos como «Qué careta», «Che, bacana», «Paquetín paquetón» y «No te hagas curar». Según señaló el periodista Jorge Palacio, la mayoría de los tangos interpretados por Merello en sus comienzos poseían letras «humorísticas». A fines de la década de 1920, dejó de grabar discos hasta 1954, cuando produjo siete discos para Odeón en el período de un año acompañada por la orquesta de Francisco Canaro.
Si bien la carrera discográfica de Merello no es demasiado extensa, interpretó diversas canciones en sus películas. Es ampliamente recordada por su interpretación de «Se dice de mí» y «La milonga y yo», cuyas letras se vinculaban con su fuerte carácter y personalidad. Empleaba, además de una notable expresividad y gestualidad, una voz rígida y grave al momento de cantar que discrepaba con el tono agudo propio de las cantantes de la época. «Llamarada pasional», compuesta por ella misma y con música de Héctor Stamponi, fue dedicada a su pareja Luis Sandrini y entre los temas que integraban su repertorio, se hallan «Qué careta», «Che, pepinito», «Te has comprado un automóvil» y «Garufa». A lo largo de toda su carrera musical cantó melodías de diversos géneros musicales como el bolero, el tango, la ranchera y la milonga.
Al igual que Libertad Lamarque, sus películas se caracterizaban por la presencia de cuadros musicales tangueros. En Filomena Marturano (1949) cantó «Pipistrela», con letra de Fernando Ochoa y música de Juan Canaro; en Viva la vida, dirigida por Enrique Carreras, interpretó «La milonga y yo», escrita especialmente para ella por Leopoldo Díaz Vélez con música de Tito Ribero. El director de orquesta y arreglador Víctor Buchino trabajó con Merello en sus recitales en México y en los filmes Arrabalera, Filomena Marturano y Morir en su ley, además de ser pianista para la grabación de «No aflojés».
Entre 1964 y 1965, luego de un lapso de inactividad, retornó al medio discográfico con la orquesta de Carlos Figari y produjo canciones como «Graciela oscura», «Soledad, la de Barracas», «Me enamoré una vez» y «Che, Bartolo». Permaneció trabajando con Figari hasta 1969 y, luego de diez años, grabó un disco con la orquesta de Héctor Varela. Su última grabación fue registrada en 1991 cuando grabó «Se dice de mí» para el disco de Nacha Guevara, Heavy Tango.
Legado
A comienzos de la década de 1990, el músico Osvaldo Pugliese le dedicó un tango instrumental titulado «Para Tita» y el cantante Cacho Castaña le compuso el tema musical «Tita de Buenos Aires». En 1993, la Asociación Amigos de la Avenida Corrientes descubrió un monumento construido frente a su antigua casa tras una propuesta de Eduardo Dosisto y en 1995, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) fundó el Complejo Tita Merello, un cine especializado en películas argentinas que funcionó hasta 2010.
En diciembre de 1999, se inauguró una plaza con su nombre en el Pasaje Jenner del barrio de San Cristóbal. Con ocasión del hecho, se llevó a cabo un homenaje debajo de uno de los espacios vacíos no tomados en cuenta durante la construcción de autopistas en 1997. Al enterarse del acto, Merello agradeció desde la Fundación Favaloro pero no asistió a la celebración debido a su avanzada edad.
Pedro Ochoa, analizando su trayectoria, comentó: «Muchos hoy recuerdan a Tita Merello, con justicia, por sus grabaciones, pero un breve repaso de su filmografía, su vida y su discografía arrojará que Tita fue una actriz que canta. Lo mejor es definirla como una actriz ligada al tango». La periodista Irene Amuchástegui sostiene que «entre la imagen de la escultural vedette multada con veinte pesos por aparecer sin medias en el teatro de revistas de los años 1930, y el retrato de la matriarca que moralizaba en la televisión de los años 1980, se despliega una de las personalidades más singulares del espectáculo nacional».
El 11 de octubre de 2004, al conmemorarse el centenario de su natalicio, el Teatro General San Martín organizó un homenaje denominado Se dice de mí..., un ciclo que contuvo ocho de sus filmes. Además se representó una muestra con fotografías, objetos y vestuario de la actriz diseñados por Horace Lannes. Paralelamente, el Departamento de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires realizó un homenaje por su centenario en el XIII Congreso Internacional de Teatro Iberoamericano y Argentino.
El 22 de julio de 2010, se estrenó Dijeron de mí, una obra teatral basada en la vida de la actriz que se representó en el Maipo Kabaret bajo la dirección de Luciano Sardi y la actuación de Virginia Innocenti en el rol de Merello. Por su parte, Una vida en tiempo de tango, un espectáculo dirigido por Nacha Guevara, representó la vida de Merello desde su juventud hasta su vejez. Fue estrenado en 2011 en el Teatro Metropolitan y Alberto Negrín, escenógrafo de la pieza, comentó: «El espectáculo tiene una concepción moderna y no necesariamente está enfocado a un público mayor sino que fue pensado tanto para las generaciones que vieron crecer a Tita como a las más contemporáneas».
Un retrato de Merello preside el Salón Mujeres Argentinas de la Casa Rosada junto a otras figuras femeninas de la historia argentina como Juana Azurduy, Eva Perón, Lola Mora, Victoria Ocampo y Mariquita Sánchez de Thompson.
En febrero de 2013, sus últimos años de vida fueron la temática de uno de los trece unitarios del ciclo Historia clínica, «Cuando yo me vaya», basado en el libro homónimo del médico Daniel López Rosetti y la participación del historiador Felipe Pigna. El ciclo expresa la influencia que tuvieron la vida pública y personal de diversas personalidades en el deterioro de su salud. Merello fue representada por Julieta Díaz —quien ya había interpretado a Ada Falcón— en su juventud y por Claudia Lapacó en su vejez. Victoria Carreras, por otra parte, presentó en 2015 un documental titulado Merello x Carreras con material audiovisual inédito —filmado por la misma directora— de Merello en situaciones cotidianas junto a su padre Enrique durante 1995.
El satélite BugSat 1, construido en Argentina y lanzado en Rusia en junio de 2016, fue apodado Tita.
Merello definió su vida de la siguiente manera:
«... hice de mí lo que quería, y tengo el orgullo de haber sacado, de entre las mujeres, una mujer íntegra. Yo le di la cara a la vida, y me la dejó marcada».Tita Merello
Véase también
- Yo soy así, Tita de Buenos Aires