Simposio (Antigua Grecia) para niños
El simposio (del griego antiguo symposion, que significa "beber juntos") era una parte importante de los banquetes en la Antigua Grecia. Se realizaba después de la comida principal y era un momento para conversar, recitar poemas o tener charlas interesantes. Mientras tanto, personas que ayudaban en la casa ofrecían música y bailes.
Estos banquetes se hacían para celebrar diferentes ocasiones, como fiestas familiares, eventos importantes de la ciudad, o éxitos en concursos de poesía o deportes. También se celebraban cuando un amigo llegaba o se iba.
Otras culturas antiguas, como los fenicios, también tenían celebraciones parecidas, a las que llamaban "marzeaḥ". Este término se usaba en idiomas como el ugarítico, hebreo y arameo para describir un banquete especial donde se hacían ofrendas a los dioses.
Los simposios fueron tan importantes que inspiraron obras literarias. Por ejemplo, Platón y Jenofonte escribieron libros llamados El banquete. Mucho después, Plutarco escribió Charlas de mesa y Ateneo Banquete de los eruditos.
En la Antigua Roma, el equivalente al simposio griego era el convivium. Para el escritor romano Catón el Viejo, el convivium representaba mejor las relaciones sociales, mientras que el symposio griego se asociaba más con el consumo de bebidas.
¿Qué era el simposio griego?
El simposio griego era una costumbre social muy importante. Era un lugar donde las familias respetadas se reunían para charlar, debatir, planear cosas o simplemente divertirse.
La palabra "simposio" significa "reunión de bebedores". Para entenderlo, hay que saber que cualquier banquete o reunión de un grupo tenía dos partes:
- Primero, se comía para saciar el hambre.
- Segundo, se pasaba a la parte de las bebidas, principalmente vino, mientras se realizaban diversas actividades como conversaciones, adivinanzas, escuchar música o ver bailes.
Sin embargo, en la primera parte también se podía beber, y en la segunda parte se podían picar "postres" (tragēmata), como frutas frescas o secas, dulces, o garbanzos tostados, para tener sed.
Tanto en Atenas como en las sisitias espartanas, estas reuniones eran solo para hombres y se celebraban en una habitación especial llamada andrón. Las mujeres no participaban en estas reuniones sociales. Ellas tenían sus propios banquetes, como las tesmoforias en Atenas. En El banquete de Platón, el personaje de Diotima no es una invitada, sino que Sócrates cuenta lo que ella le dijo. En la época de Pericles, algunas mujeres que se dedicaban al entretenimiento, como bailarinas o músicas, podían estar presentes para servir y animar la reunión, especialmente en la segunda parte.
Los amigos o miembros de un mismo grupo a veces se reunían en las casas de unos y otros, y cada uno aportaba comida y bebida. Pero la mayoría de las veces, los banquetes eran organizados por alguien con suficientes recursos para cubrir los gastos.
Las invitaciones podían ser espontáneas. A veces, se invitaba a amigos que se encontraban en el ágora (plaza pública). También podía ocurrir que un invitado llevara a un amigo sin que este hubiera sido invitado directamente.
Los invitados solían comer recostados en lechos, con las piernas estiradas y el torso apoyado en cojines, como se ve en muchas pinturas de vasos y relieves antiguos.
El número y la disposición de los lechos variaban. En un mismo lecho podían sentarse dos o incluso tres invitados. Había reglas de etiqueta sobre dónde sentarse. Los lugares de honor estaban cerca del anfitrión, quien podía indicar a cada invitado su sitio.
Las mesas eran pequeñas y portátiles, con tres patas, y podían ser cuadradas, rectangulares o redondas. Había una mesa por comensal o por lecho. Las personas que ayudaban en la casa colocaban los platos con raciones ya preparadas.
Cuando los invitados se acomodaban, los sirvientes les ofrecían agua y una jarra para lavarse las manos (quernips), lo cual era muy útil porque la mayoría de la comida se comía con los dedos.
La cena a menudo comenzaba con el propoma, una copa de vino aromatizado que se bebía por turnos antes de empezar a comer.
No usaban servilletas, así que se limpiaban con bolitas de miga de pan que luego tiraban junto con los huesos y otros restos a los perros de la casa que andaban por debajo de las mesas.
Algunos invitados, que solo iban al simposio, podían llegar después de la cena.
La bebida comenzaba con las libaciones en honor a los dioses, especialmente a Dioniso, el dios del vino. La libación consistía en beber una pequeña cantidad de vino puro y rociar unas gotas mientras se invocaba el nombre del dios. Luego se cantaba un himno a Dioniso. Después, se elegía al azar, con dados, al "rey del banquete" (simposiarca). Su tarea principal era decidir la proporción de agua y vino en la crátera (un recipiente grande para mezclar) y cuántas copas debía beber cada invitado.
Era costumbre brindar por la salud de todos los presentes. Si alguien no obedecía al rey del banquete, debía cumplir un pequeño "castigo", como bailar o dar vueltas a la habitación llevando a la persona que tocaba el aulós (un instrumento de viento), cuya presencia era común.
A veces, los banquetes terminaban con los participantes muy animados, y las pinturas de los vasos muestran a personas que ayudaban a los bebedores a regresar a sus casas.
Actividades y diversión
El libro El banquete de Jenofonte parece mostrar de forma más realista cómo eran estas reuniones alegres. En él, incluso se ve a Sócrates cantando. Los griegos adultos, especialmente en los banquetes y fiestas religiosas, mostraban la educación musical que habían recibido de jóvenes.
En los banquetes, cantar era una forma natural de expresar alegría. La lira pasaba de mano en mano entre los invitados. A veces, sosteniendo una rama de mirto o de laurel, cada uno recitaba versos, y el de al lado acompañaba tocando la lira o el aulós. Todos participaban, jóvenes y mayores.
Estos participantes cultos recitaban versos de poetas como Simónides de Ceos, o canciones populares como "Bebe, bebe en este día feliz". También podían recitar fragmentos de obras de Esquilo o Eurípides, o estrofas de Alceo o Safo. Poetas populares como Teognis, Anacreonte y Cidias también participaban en estos recitales improvisados, que duraban hasta bien entrada la noche.
Los banquetes podían incluir espectáculos de artistas, pero para eso el anfitrión debía ser lo suficientemente rico como para contratarlos. La mayoría de las veces, los invitados se divertían con sus propios medios. Además de la música y las canciones, conversaban libremente (quizás más como una charla informal que como los discursos ordenados de la obra de Platón), hacían adivinanzas, enigmas y juegos de habilidad. El juego más común era el cótabo, que consistía en lanzar los restos de vino de una copa a un objetivo.




Véase también
En inglés: Symposium Facts for Kids