Primera Batalla de Arquijas para niños
La Primera Batalla de Arquijas fue un enfrentamiento importante que ocurrió el 15 de diciembre de 1834. Formó parte de la Primera Guerra Carlista en España, un conflicto que duró de 1833 a 1840. En esta batalla, las tropas carlistas, lideradas por el general Tomás de Zumalacárregui, se enfrentaron a las tropas isabelinas, comandadas por el general Luis Fernández de Córdoba. El combate tuvo lugar en el valle del río Ega, en la región de Navarra. El resultado de la batalla fue indeciso, lo que significa que ninguno de los bandos obtuvo una victoria clara.
Datos para niños Primera Batalla de Arquijas |
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Primera Guerra Carlista Parte de primera guerra carlista |
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Fecha | 15 de diciembre de 1834 | |||
Lugar | Arquijas y Barabia. Navarra | |||
Coordenadas | 42°38′46″N 2°24′45″O / 42.64611111, -2.4125 | |||
Resultado | Indeciso | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Contenido
¿Qué sucedió antes de la batalla?
La situación de las tropas antes del combate
Después de la batalla de Mendaza el 12 de diciembre de 1834, las tropas carlistas tuvieron que retirarse. Se ubicaron a unos 25 kilómetros al norte, en pueblos como Santa Cruz de Campezo, Orbiso y Zúñiga. Estas localidades se encuentran a ambos lados del río Ega. El río, después de pasar por los desfiladeros de Marañón, fluye por una zona llana antes de entrar en el desfiladero de Arquijas.
Mientras tanto, las tropas isabelinas, tras su victoria en Mendaza, regresaron a Los Arcos.
Estrategias de los comandantes
¿Cómo planeó Zumalacárregui la batalla?
El general Zumalacárregui se dio cuenta en la batalla de Mendaza de que su ejército no estaba listo para luchar en un campo abierto. Por eso, decidió usar el terreno montañoso de Navarra a su favor. Su plan era esconder a sus tropas en las laderas boscosas y rocosas. Desde allí, atacarían los flancos del enemigo cuando pasaran por los valles estrechos.
Si el general Córdoba se acercaba al río Ega, Zumalacárregui lo esperaría en Arquijas. Allí le causaría grandes daños debido a lo difícil del terreno. Si los isabelinos lograban cruzar, Zumalacárregui se retiraría rápidamente. Iría por el valle de Arana hacia las Améscoas. El valle de Arana es un bosque enorme. Allí, si Córdoba los perseguía, los carlistas volverían a atacarlos. Lo harían con su táctica de guerrillas, disparando protegidos por los árboles.
Zumalacárregui esperaba que, sin lograr una victoria clara, el jefe isabelino se vería obligado a retirarse. Esto se debería a la falta de suministros y al frío del invierno. Así, sus tropas se quedarían en las guarniciones entre Pamplona y Logroño. Esto le daría a Zumalacárregui la oportunidad de dar permiso a muchos de sus soldados. Podrían ir a pasar las fiestas de Navidad en sus casas, ya que sus hogares estaban cerca de las Améscoas. Él llamaba a esto "mudarse de camisa". Los soldados regresarían sanos y salvos, descansarían y comerían bien. Cuando los necesitara, volverían en pocas horas. Además, al estar en casa, Zumalacárregui se ahorraba pagarles y alimentarlos. Esto reducía la presión sobre los pocos pueblos bajo su control.
¿Cuál fue el plan del general Córdoba?
El general Córdoba fue informado de que Zumalacárregui estaba en la llanura de Santa Cruz de Campezo, Orbiso y Zúñiga. Pensó que el jefe carlista lo esperaba allí para otra batalla. Por eso, planeó un movimiento ambicioso de sus tropas.
Su ala izquierda, al mando de Manuel Gurrea, saldría de Viana hacia el norte. Subiría la sierra de Codés por el puerto de Aguilar. Luego bajaría a Santa Cruz de Campezo, quedando frente al lado derecho de la formación carlista.
El resto del ejército marcharía desde Los Arcos hacia el norte. Pasarían por el valle de La Berrueza y llegarían a Acedo. Allí se dividirían. Córdoba continuaría hacia el oeste con la mayor parte de las tropas. Iría por la orilla derecha del río Ega y lo cruzaría por el puente de Arquijas. Así llegaría a la llanura donde creía que lo esperaba el enemigo.
Su ala derecha, una columna al mando de Marcelino Oráa, seguiría desde Acedo hacia el norte. Cruzaría el río Ega por el puente para entrar al valle de Lana. Después de entrar en este valle, giraría hacia el oeste. Pasaría al valle de Barabia y, al salir de él, se encontraría en Zúñiga, a espaldas del enemigo. Estos movimientos harían que el ejército isabelino rodeara a los carlistas en la llanura, atrapándolos.
El plan de Córdoba era muy optimista. Era diciembre, y los días son muy cortos. Para enfrentarse a Zumalacárregui, cada una de sus columnas debía recorrer unos 25 kilómetros. Hacerlos marchar tanto, por caminos difíciles donde a veces debían ir en fila, y luego obligarlos a luchar, era muy arriesgado. Córdoba no conocía bien el terreno por donde debía marchar Oráa, ya que tenía un mapa muy malo. Su principal error era que, como hombre que casi siempre iba a caballo, pensaba que la infantería podía moverse con el mismo esfuerzo que la caballería. Este error ya se había visto antes y se repetiría en otras batallas.
El avance de las tropas
La marcha de Córdoba hacia Acedo
El 15 de diciembre amaneció un día claro y frío. Aún no había nevado y el suelo estaba seco, lo que facilitaba el avance. Sin embargo, la columna de Córdoba se retrasó más de dos horas en salir. Esto demostraba que Córdoba no calculaba bien las distancias.
Mientras marchaban hacia Acedo, a ambos lados del camino había campos de cultivo. Los cerros boscosos estaban lo suficientemente lejos como para que los carlistas no pudieran emboscarse con sus fusiles. Las compañías de exploradores isabelinos iban adelante, pero no encontraron enemigos. La columna cruzó el valle de La Berrueza y bajó al valle del Ega, llegando a Acedo. Habían recorrido 13 kilómetros.
La columna de Oráa en el valle de Barabia
En Acedo, Córdoba despidió a la columna de Oráa. Oráa se quejaría más tarde de que su fuerza era pequeña: solo 6 batallones, 50 jinetes y dos baterías de montaña. La columna de Oráa siguió hacia el norte, hacia el valle de Lana.
El paisaje cambió. Ya no eran solo campos de cultivo, sino que pequeños cerros cubiertos de vegetación se acercaban al camino. Había robles, encinas carrascas y un denso sotobosque de enebros, bojes, acebos y madroños. Incluso hoy, es difícil abrirse paso por estos bosques.
La columna llegó al río Ega, cruzó el puente y entró en una garganta rocosa y sinuosa. Después de esta, se abría el valle de Lana. Un batallón carlista allí podría haber bloqueado el paso de Oráa por horas. Pero el camino estaba libre.
El valle de Lana es como un cráter alargado de 6 kilómetros de largo por 2 de ancho, incrustado en la sierra de Lóquiz. Las cumbres son rocosas y las laderas, cubiertas de vegetación, caen con mucha pendiente. Debido a lo apartado y difícil de llegar, Zumalacárregui usaba las cinco pequeñas aldeas del valle como hospital para sus heridos, aunque no tenían muchos recursos. Los soldados carlistas lo llamaban "valle de lágrimas".
Ese día, las casas estaban llenas de heridos de la batalla de Mendaza. Cuando los aduaneros vieron que la columna de Oráa se acercaba, avisaron. Los habitantes llevaron a los heridos a las montañas para protegerlos. Entre ellos estaba Alexis Sabatier, quien fue llevado a Francia para recuperarse.
Desde el fondo del valle, parece que la única salida es la garganta que da al río Ega. Sin embargo, la ladera oeste baja casi sin notarse, dando paso al valle de Barabia. Al subir desde Lana y asomarse a Barabia, el paisaje se repite, aunque este valle es más pequeño (700 metros de este a oeste y 300 de norte a sur). Esto hace que las cumbres rocosas parezcan más cercanas y altas, haciendo el paisaje más singular y difícil. De nuevo, parece que no hay otra salida que volver a Lana. Pero al oeste, dos aberturas en la montaña, con un cerro rocoso en medio, forman dos caminos estrechos para salir del valle y llegar a la llanura de Zúñiga.
La marcha de la columna de Gurrea
Gurrea había llevado a Logroño a los heridos de la batalla de Mendaza. Al regresar el día 14, recibió órdenes de Córdoba de acuartelarse en Viana y marchar al día siguiente a Santa Cruz de Campezo.
Salió con su columna de Viana el día 15 hacia el norte. El camino tenía una fuerte pendiente, subiendo de 480 a 900 metros de altitud en 15 kilómetros, hasta el puerto de Aguilar. Durante todo el camino, los bosques de robles, encinas y matorrales se acercaban peligrosamente al camino. Esto dio mucho trabajo a los exploradores isabelinos, que debían revisar y limpiar la zona de posibles emboscadas carlistas, lo que ralentizó la marcha. Pero no encontraron enemigos.
Al llegar al puerto, ya al atardecer, se extendía bajo ellos el valle del Ega. Mirando al noreste, a 15 kilómetros en línea recta, vieron el polvo que levantaba la columna de Oráa. Esta comenzaba a pasar del valle de Lana al de Barabia. Y desde otros 15 kilómetros al este, llegaba el ruido de la artillería de Córdoba, que intentaba abrirse paso en Arquijas.
La bajada al valle del Ega era aún más empinada. La vegetación de la ladera, orientada al norte, era más densa. Las precauciones aumentaron, pero seguían sin encontrar enemigos. No sabían que, al pasar por Genevilla, allí estaba el herrero que forjaba las puntas de acero de las lanzas de la caballería de Zumalacárregui.
Anocheció cuando entraron sin luchar en Santa Cruz de Campezo. Al norte, la gran llanura donde se esperaba la batalla estaba silenciosa y oscura. Los exploradores que fueron a ella regresaron diciendo que no encontraron rastro de amigos ni enemigos. Pero al noreste, los isabelinos vieron los últimos destellos de los disparos de los soldados de Oráa, que lograban salir de Barabia a la llanura. Al este, donde estaba Arquijas, el brillo de las enormes hogueras encendidas por Córdoba para quemar a sus muertos iluminaba el cielo.
Gurrea quería salir de la incertidumbre. Entró con su tropa en la llanura y llegó a Zúñiga, donde se encontró con Oráa.
Los combates principales
El enfrentamiento en Barabia
Al entrar desde Lana en Barabia, en las montañas del sur, destaca en su cima una gran roca llamada peña La Gallina. Restos de construcciones antiguas confirman que este lugar tuvo importancia estratégica. Oráa ordenó de inmediato que un batallón subiera allí, lo que hicieron, expulsando a los carlistas que ya la habían ocupado.
Pero pronto Oráa vio que en las cumbres del norte y en las demás del sur aparecían carlistas y se atrincheraban. Y por el oeste, desde Zúñiga, varios batallones carlistas comenzaron a entrar para impedirle la salida del valle. Oráa no entendía cómo la fuerza carlista era tan grande. No sabía que Córdoba había iniciado la retirada en Arquijas, lo que permitía a Zumalacárregui usar la mayor parte de sus tropas para atacar a Oráa en Barabia.
Desde lo alto de las cumbres, los isabelinos recibieron muchos disparos. Esto los obligó a dispersarse por el valle, perdiendo el orden de marcha, para evitar las balas carlistas. Por un malentendido, el batallón en la peña La Gallina abandonó su posición y bajó al valle para unirse al resto de la tropa. Esto hizo que los carlistas que habían sobrevivido al ataque y se habían refugiado en el bosque, volvieran a ocupar la peña. Desde allí, reanudaron un fuego muy peligroso sobre las tropas enemigas en el valle.
Oráa se encontraba con seis batallones sin municiones, atrapado en un lugar bajo, con los enemigos en las alturas y sin esperanza de ayuda. Eran las seis de la tarde. Pensó que quedarse en el valle, esperando el día para saber dónde estaba el enemigo y atacar, no era posible por el frío y porque los enemigos estaban muy cerca. Decidió salir de esa situación desesperada. Logró que su tropa dispersa se reorganizara y se lanzó hacia el oeste, hacia las dos aberturas en la montaña que ofrecían una salida del valle.
Pero el cerro cónico que se levantaba entre las dos aberturas estaba lleno de carlistas. Tenía unos 15 metros de altura y no más de 30 de diámetro, formado por roca y maleza. Era necesario usar manos y pies para trepar. Desde allí, los carlistas solo tenían que disparar hacia abajo, sin apuntar, ya que sus balas siempre encontraban un blanco en la masa de soldados isabelinos que se apretaban para salir del valle. Oráa vio la gran cantidad de bajas que los carlistas causaban desde el cerro. Sus exploradores dejaron sus fusiles y con gran determinación treparon por el cerro. Lograron desalojar a los carlistas, dejando el camino libre.
Los isabelinos pudieron recoger a sus heridos y salir a la llanura. Poco después, pasaron caminando hacia el sur, junto a la ermita de la Santa Cruz, donde Zumalacárregui había tenido su puesto de mando. Llegaron a Zúñiga, donde encontraron la cena preparada para los carlistas, abandonada por estos al recibir la orden de su jefe de retirarse de inmediato hacia el norte por el valle de Arana. Poco después, la columna de Gurrea se les unió, viniendo desde Santa Cruz de Campezo.
La columna de Rivero
De las tropas de Córdoba, una vez llegadas a Arquijas, una columna de 5 batallones al mando del coronel Rivero debía seguir hacia el oeste. Su misión era cruzar el río "por el vado cercano al molino de Zúñiga". Al oeste de Arquijas, las rocas de la sierra de Codés encajonan el río en un cauce estrecho, de no más de 12 metros de ancho. El agua corre profunda y muy rápido. El camino por esta orilla es solo una pequeña senda, considerada hoy muy peligrosa por los pescadores. Como ninguno de los relatos de la batalla vuelve a mencionar a la columna de Rivero, se cree que, al ver que el avance era imposible, se quedaron en Arquijas. Así, se unieron a las tropas que intentaban cruzar el río por allí.
El combate en Arquijas
La mayor parte de las tropas de Córdoba tomó en Acedo el camino hacia el oeste. Recorrieron los 6 kilómetros que los separaban de Arquijas. El río está muy encajonado entre la ladera norte de la sierra de Codés y la ladera sur de un saliente de la sierra de Lóquiz. Detrás de este saliente están los valles de Lana y Barabia. Ambas laderas son muy boscosas, y donde el suelo es pobre, las rocas reemplazan a la vegetación. El río corre rápido y no tiene más de 30 metros de ancho.
A mitad de camino, un puente cruza el río y lleva al Molino Nuevo, en la orilla norte. Córdoba dejó 2 batallones en el puente. Su objetivo era que, si la batalla les era desfavorable, Zumalacárregui no pudiera cruzarlo desde Zúñiga y cortarles la retirada a Los Arcos. Con Córdoba iba su hermano Fernando Fernández de Córdova, quien recordaba bien el paisaje: "El Ega corre por un cauce estrecho y profundo: sus dos orillas, cubiertas de espesos bosques...". Zaratiegui también describió el lugar: "El caudal de agua del Ega por aquel paraje no ofrece una gran ventaja para disputar el paso, ya que se puede vadear con facilidad; pero su curso entre rocas y la aspereza de sus orillas ofrecen una defensa regular. El paso que no ofrece obstáculo es el del puente de Arquijas; pero incluso este está dominado por excelentes posiciones con árboles."
Cuando los isabelinos llegaron a Arquijas, encontraron una pequeña explanada de unos 50 x 50 metros. Lo primero que vieron fue el Humilladero de Arquijas, una pequeña construcción. Un poco más adelante estaba el puente sobre el río, que apenas tenía 20 metros de ancho allí. El puente era de madera, apoyado en pilares de piedra en cada orilla.
Subiendo por la ladera desde la explanada, a unos 100 metros, se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Arquijas. Es un conjunto de edificios con la ermita, la casa del ermitaño y los corrales. Córdoba subió su artillería a este lugar, eligiéndolo como su puesto de mando. Desde allí, con su catalejo, divisaba al norte, a tres kilómetros, la ermita de Santa María de Zúñiga. Allí descubrió el puesto de mando de Zumalacárregui, lo que permitía a ambos jefes verse.
Carlos Federico Henningsen, un inglés que participó en el combate, también describió el paisaje: "...montañas cubiertas con densa vegetación de arbustos y laurel y otras plantas, cuyas raíces entrelazadas y ramas que se meten entre las rocas, independientemente de su pendiente... el mayor obstáculo, sin embargo, es el río Ega, que corre veloz, entre ambas escarpadas orillas. Aunque de poca profundidad y anchura, en muchos sitios hay pozos profundos, y el agua corre, además, con tanta fuerza, que es muy difícil de cruzar... si se defiende bien, el río es aquí imposible de pasar". Henningsen había cabalgado temprano con su escuadrón de lanceros hasta Mendaza para observar los movimientos isabelinos y venía retrocediendo ante ellos. Al llegar al puente, encontró en la orilla izquierda, atrincherados en la maleza, dos batallones carlistas. El resto de las tropas de Zumalacárregui esperaban entre Orbiso y Zúñiga. Las tropas isabelinas, al acercarse a la explanada y quedar expuestas al fuego desde la orilla opuesta, corrieron monte arriba y se refugiaron en el bosque, fuera del alcance enemigo.
Era mediodía cuando las tropas de Córdoba comenzaron el asalto al puente. El jefe isabelino hizo bajar una y otra vez tropas a la explanada del Humilladero para que se formaran e iniciaran el asalto. Pero la pequeña explanada no permitía grandes formaciones. Las que lograban formarse bajo el fuego enemigo, avanzaban e intentaban cruzar el puente. Pero eran alcanzadas por las balas enemigas, o los pocos que lograban pisar la otra orilla eran derrotados.
Hacia las tres de la tarde, al ver que era imposible tomar el puente, Córdoba ordenó ampliar el frente, a izquierda y derecha del mismo. Sus tropas bajaron directamente al río para vadearlo: "...después de haber sido rechazados en el puente, mandó que se intentase vadear el río. Sin embargo, sus hombres fueron derrotados tan pronto como llegaron a la orilla", ya que el jefe carlista había reforzado la defensa de su orilla con otros dos batallones.
Zumalacárregui iba reemplazando las tropas en combate. Henningsen contó que en la retaguardia: "...reinaba un silencio de muerte... dos líneas de tropa se movían constantemente por el camino, en silencio y en buen orden: unos volviendo del combate y llevando a sus heridos, y los otros para reemplazar a los que luchaban. De esta manera, Zumalacárregui hacía que nuevos hombres entraran constantemente en combate...".
"Un error en la dirección de la columna que envié por mi derecha retrasó cuatro horas la llegada de Oráa al punto de ataque...", dijo el jefe isabelino. Su hermano se lamentaba: "Pero Oráa no llegaba...". Estas palabras de los hermanos Córdoba muestran su desconcierto al no poder cruzar en Arquijas. La batalla estaba planeada para la llanura de Santa Cruz de Campezo-Orbiso-Zúñiga, no en el puente. Córdoba marcharía con su ejército y, tras cruzar el Ega por Arquijas, se enfrentaría a Zumalacárregui en la llanura. Una vez iniciado el combate, los carlistas serían sorprendidos por su derecha por las tropas de Gurrea y por la retaguardia por las de Oráa. Pero ahora, en Arquijas, a las cuatro de la tarde, ante la dificultad de cruzar el puente, los Córdoba esperaban que Oráa con sus 6 batallones se abriera paso entre los de Zumalacárregui desplegados en el llano, llegara al puente y les facilitara el paso.
Anochecía y el ruido del combate en Arquijas no permitía oír el que se producía en Barabia, a pesar de estar a solo 4 kilómetros. Esto hizo que Córdoba "Tomó en consecuencia y sin dudar la decisión que su situación requería, retirándose a Los Arcos, donde encontraría descanso y raciones...".
¿Quién ganó y quién perdió?
Las fuerzas de Córdoba lucharon con mucho valor en Arquijas. Sin embargo, al no lograr cruzar el río, no llegaron al campo de batalla planeado y se retiraron al lugar de donde habían salido.
La columna de Gurrea llegó al campo de batalla previsto, pero no encontró enemigos allí.
Las tropas de Oráa hicieron un esfuerzo enorme. Lograron salir del difícil valle de Barabia, superando a fuerzas carlistas mucho más grandes, descansadas y en posiciones ventajosas.
Zumalacárregui logró contener a Córdoba en Arquijas usando pocas tropas y sufriendo pocas bajas. Sin embargo, no pudo detener el avance de Oráa en Barabia.
Testimonios de la batalla
Varios militares que participaron en la batalla dejaron escritos sobre ella. Entre los isabelinos, están Luis y Fernando Fernández de Córdoba, y Marcelino Oráa. Por el lado carlista, escribieron Louis Xavier Auguet de Saint-Sylvain (francés y secretario del pretendiente Carlos), F.C. Henningsen (inglés y capitán de lanceros de Navarra) y Juan Antonio de Zaratiegui (secretario de Zumalacárregui).
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: First Battle of Arquijas Facts for Kids