Historia de Aranjuez para niños
La historia de Aranjuez destaca por su entorno natural y situación estratégica, con población desde tiempos paleolíticos. Adquirió relevancia en la Edad Media, pasando a manos de la Orden de Santiago a finales del siglo XII. Bajo el maestrazgo de Lorenzo I Suárez de Figueroa (1387-1409), se construyó una casona para los maestres. En 1489, al ser administrada por los Reyes Católicos, se consolidó como lugar de descanso real. Con Fernando VI, se fundó una ciudad y se desarrollaron infraestructuras. En 1808, el motín de Aranjuez provocó la caída de Manuel Godoy. En el siglo XX, la economía agraria dio paso a la industria y el turismo. En 2001, la Unesco declaró su Paisaje cultural Patrimonio de la Humanidad.
Contenido
Prehistoria
La ubicación de Aranjuez en la confluencia de los ríos Jarama y Tajo y su papel como vía de comunicación han favorecido la presencia de diversas culturas desde tiempos remotos, lo que se evidencia en numerosos hallazgos arqueológicos. En la década de 1980, la Carta Arqueológica de la Comunidad de Madrid identificó más de un centenar de yacimientos, desde el Paleolítico hasta la Edad del Hierro, con descubrimientos de herramientas, cerámicas y estructuras de diferentes épocas. Destacan los bifaces del Pleistoceno, talleres neolíticos, asentamientos calcolíticos y cerámicas íberas, reflejando una rica y continua ocupación histórica.
Edad Antigua
Antes de la romanización de Hispania, el área de Aranjuez era un lugar estratégico y escenario de la batalla del Tajo en 220 a.C., donde Aníbal derrotó a los carpetanos, vacceos, y olcades. Después, durante la conquista romana, la región quedó bajo dominio de Roma tras la ocupación de Toletum en 193 a.C. Durante la época romana, Aranjuez fue un cruce de varias calzadas importantes y secundarios, conectando con ciudades como Toledo, Complutum, y Zaragoza. Se han encontrado restos de villas romanas, cerámicas, monedas, inscripciones, y otros artefactos, indicando una significativa presencia romana en la zona.
Edad Media
Visigodos y musulmanes
La presencia visigoda en Aranjuez, influenciada por el asentamiento en Toledo, se evidencia en restos como una pileta y la necrópolis de Cacera de las Ranas, descubierta en 1986 por Francisco Ardanaz Arranz. Situada cerca de Las Infantas, la necrópolis incluye unas 150 sepulturas, con ocho tipos constructivos, y abarca del siglo V al VII. Se encontraron objetos de adorno y uso personal, así como restos óseos de animales. Este lugar servía a asentamientos rurales en los valles de los ríos entre Toletum y Complutum. El periodo musulmán dejó escasos testimonios, como topónimos y hallazgos en yacimientos arqueológicos.
Reconquista
En el contexto de la Reconquista, el entorno de Aranjuez fue escenario de enfrentamientos entre cristianos y musulmanes, dificultando asentamientos permanentes y despoblando los existentes. El castillo de Oreja, construido por los musulmanes en el siglo X, dominaba la vega y el paso del río. Tras la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI, Aranjuez pasó a manos cristianas. Sin embargo, los almorávides recuperaron la zona en 1113. En 1139, Alfonso VII recuperó Oreja, restauró el castillo y repobló la zona, apoyándose en la nobleza, la iglesia y las órdenes militares como la Orden de Santiago.
Orden de Santiago
En el siglo XIII, la estabilización de la zona del Tajo permitió núcleos de población estables, respaldados por fueros que otorgaban derechos a sus habitantes. La decadencia militar de Oreja y la prosperidad de Ocaña marcaron esta época. En 1202, la Orden de Santiago otorgó tierras a Aranjuez, que se convirtió en residencia de descanso de los maestres. En este siglo, Aranjuez se mencionaba como Aranzuet o Aranzuel. El trabajo agrícola era esencial, con cultivos en vegas y zonas altas, y el uso de cautivos musulmanes como mano de obra. Bajo el maestrazgo de Lorenzo I Suárez de Figueroa, se construyó una casona y se crearon huertas y jardines. Con la administración de Fernando II de Aragón y Isabel I de Castilla, las tierras de Aranjuez se incorporaron a la Corona y se ampliaron las residencias y jardines reales.
Edad Moderna
Austrias
A principios del siglo XVI, mientras las villas y fortalezas circundantes de Aranjuez, como Oreja, entraban en decadencia, Aranjuez se consolidaba como lugar de descanso para la monarquía. Carlos I promovió su aislamiento y la ordenación paisajística del territorio. En 1523, gracias a una bula de Adriano VI, Carlos I obtuvo los maestrazgos de las Órdenes. En 1534, ordenó acotar las tierras mediante una cerca, originando el Real Bosque de Aranjuez. El territorio creció mediante la anexión de encomiendas y tierras vecinas. Felipe II amplió el Real Sitio, prohibió construcciones particulares y promovió la autosuficiencia y el abastecimiento a Toledo y Madrid.
En el desarrollo del Sitio de Aranjuez, la figura del arquitecto de los Reales Sitios fue esencial, junto con la Junta de Obras y Bosques fundada en 1545. Desde 1536 se destacaron Colin Bajumer, Luis de Vega y Gaspar de Vega. En 1560, Juan Bautista de Toledo asumió como arquitecto mayor, encargado del nuevo palacio y el Jardín de la Isla. Las obras hidráulicas comenzaron en 1529, con canales para riego y la presa del Embocador. Bajo Felipe II, se construyó el Mar de Ontígola. La caza predominaba bajo Carlos I, mientras que bajo Felipe II, se enfocó en exclusiva; la agricultura fue mínima. Bajo los Austrias siguientes, el desarrollo se estancó hasta Carlos II, con pocas mejoras constructivas y normativas.
Borbones
Con el cambio de siglo, la Corona pasa a los Borbones tras la guerra de sucesión, donde Aranjuez apoya el bando borbónico. Bajo Felipe V, se reanudan las obras del palacio según los planos de Caro Idrogo. En 1739, Santiago Bonavía inicia la reforma del Sitio, con nuevas disposiciones urbanísticas y la fundación de una nueva población. Con Fernando VI y Bárbara de Braganza, Aranjuez resurge como centro del barroco italiano, con fiestas y entretenimientos como la navegación por el Tajo. Tras un incendio en 1748, se reanudan las obras, incluyendo la planificación de la nueva ciudad, aprobada en 1750, y su desarrollo se acelera con un intenso ritmo constructivo.
Tras Fernando VI, llega Carlos III, quien continúa la transformación del Real Sitio de forma austera y metódica. Relega las grandes fiestas, priorizando actividades como la caza y la pesca. Concibe el territorio como una explotación agrícola y ganadera, en línea con la Ilustración. Establece cuarteles para cría caballar y producción agropecuaria, como la Real Yeguada y el Real Cortijo de San Isidro. Aranjuez se convierte en lugar de experimentación científica, destacando el vuelo del primer globo aerostático en 1783. Carlos III promueve una visión ilustrada del territorio, enfocada en el progreso y la innovación.
Bajo Carlos III, Aranjuez experimenta una consolidación urbanística con un enfoque más funcional, destacando la obra de Santiago Bonavía. Se construyen casas auxiliares, cuarteles militares y equipamientos públicos. En el palacio, Francesco Sabatini añade dos alas y crea un patio de honor, con una gran plaza oval frente a él. Se firma el Tratado de Aranjuez en 1779, interviniendo en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Bajo Carlos IV, se centran en la plaza de Abastos y en la conservación urbana. Se inaugura el primer telégrafo óptico en 1799. El siglo XIX inicia una crisis constructiva y económica.
Edad Contemporánea
Siglo XIX
El descontento popular hacia Manuel Godoy, agravado por el Tratado de Fontainebleau y el complot de El Escorial, culminó en el Motín de Aranjuez el 17-18 de marzo de 1808. La abdicación de Carlos IV en favor de Fernando VII llevó a la entrada del ejército francés en la ciudad el 24 de marzo, pero tras la batalla de Bailén, se retiraron el 30 de julio. La constitución de la Junta Suprema Central en octubre y los sucesos posteriores a la Guerra de la Independencia Española marcaron la historia de Aranjuez. La recuperación comenzó con la boda de Fernando VII en 1829.
En diciembre de 1833, Aranjuez pasó de la provincia de Toledo a la de Madrid tras la reorganización provincial de Javier de Burgos. En 1834, se creó el jardín de Isabel II para celebrar la firma de la Cuádruple Alianza. Ese mismo año, una epidemia de cólera golpeó la región, dejando 71 muertos. En 1836, la regente María Cristina reinstauró la Constitución de 1812, y el Ayuntamiento de Aranjuez se constituyó en septiembre. Durante el reinado de Isabel II, se modernizó la ciudad, destacando la llegada del ferrocarril en 1851 y las posteriores extensiones de la red hasta 1883.
Entre 1856 y 1868, Aranjuez fue sede de la Escuela Central de Agricultura, ubicada en La Flamenca, formando ingenieros agrónomos. La crisis económica de 1866 y la interrupción de las jornadas de primavera afectaron su desarrollo. Tras la revolución de 1868, una Junta Revolucionaria asumió el gobierno y expropió los bienes reales, subastados a partir de 1873. Con la Restauración borbónica en 1875 y el fin de las guerras carlistas, Aranjuez prosperó. En 1885, enfrentó una epidemia de cólera, atendida en la Casa de Marinos convertida en hospital por Alfonso XII, quien fue homenajeado con una estatua en 1897, antes de que Aranjuez recibiera el título de villa en 1899.
Siglos XX y XXI
Bajo el reinado de Alfonso XIII, se inauguró en 1917 el Real Hipódromo de Legamarejo, seguido por la nueva estación de ferrocarril en 1927. En los años 30, los estudios cinematográficos de ECESA buscaron convertir Aranjuez en un centro de producción. Durante la Guerra civil española, el Jarama fue escenario de la batalla decisiva. Tras la guerra, la agricultura y la incipiente industria dominaban la economía. En los 50 y 60, Aranjuez experimentó un auge constructivo. En 1983, fue declarada conjunto histórico-artístico y en 2001, la Unesco reconoció su paisaje cultural como Patrimonio de la Humanidad.
Véase también
- Anexo:Gobernadores del Real Sitio de Aranjuez