Telégrafo óptico para niños

Un telégrafo óptico es un invento que permite enviar mensajes a grandes distancias usando señales visuales. Imagina una cadena de torres, cada una con un mecanismo especial. Una persona en la primera torre mueve el mecanismo para crear una señal. La persona en la siguiente torre ve esa señal y la repite. Así, el mensaje viaja de torre en torre, mucho más rápido que un mensajero a caballo.
La palabra "telégrafo" viene del griego y significa "escribir a distancia". A veces, también se le llama "semáforo", que significa "llevar una señal".
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¿Cómo funciona un telégrafo óptico?
Un telégrafo óptico funciona con dos o más aparatos que pueden verse entre sí. Un operador en la primera torre mueve unas palancas. Estas palancas cambian la forma o posición de los elementos del telégrafo. La siguiente torre, que está a la vista, reconoce esa posición. Luego, el operador de esa segunda torre repite la misma señal. Así, el mensaje avanza por toda la línea de torres. La velocidad de transmisión dependía de los materiales usados en su construcción.
Historia de la comunicación visual

Desde hace mucho tiempo, las personas han usado señales visuales para comunicarse lejos. Por ejemplo, en la antigua Grecia, se usaban hogueras para enviar noticias. En la Edad Media, en España, se hacían señales de humo para avisar de movimientos de ejércitos. También, algunas tribus de América usaban señales de humo.
Sin embargo, estos sistemas no eran telégrafos ópticos como los conocemos hoy. No tenían reglas fijas ni un sistema organizado. La idea de un sistema unificado empezó a tomar forma a finales del siglo XVII.
Los primeros pasos del telégrafo óptico
En 1684, Robert Hooke presentó una idea de telégrafo óptico en Inglaterra, pero no tuvo mucho éxito.
Durante el siglo XVIII, hubo muchos avances en la ciencia y la tecnología. Las lentes de los telescopios mejoraron mucho. Esto permitió ver objetos a distancias más grandes. Así, las torres de telégrafo podían estar más separadas, lo que hacía más barato construir las redes.
Francia fue el primer país en interesarse seriamente por esta tecnología. En 1792, en un momento de grandes cambios, el gobierno francés apoyó el proyecto de Claude Chappe y su hermano Ignace. Ellos crearon la primera red de telégrafos. En 1793, Claude Chappe recibió el título de "ingeniero telegrafista".
En 1794, se envió el primer mensaje oficial por telégrafo óptico. Viajó 230 kilómetros, desde Lille hasta París, usando 22 torres. Fue un gran éxito. Gracias a esto, Francia llegó a tener una red de casi 5000 kilómetros de telégrafos ópticos.
Otros países europeos, como Suecia, Hungría, España, el Reino Unido y Alemania, también construyeron sus propias redes. En Estados Unidos, se inició una red a principios del siglo XIX, pero no fue tan extensa.
El telégrafo óptico en España
Las primeras noticias sobre el telégrafo óptico llegaron a España en 1794. Se publicaron en el periódico La Gaceta de Madrid. En 1799, se presentaron varios modelos de telégrafo al rey Carlos IV.
Uno de los más importantes fue el diseñado por Agustín de Betancourt y Molina. Su sistema era mejor que el de Chappe en velocidad y facilidad de uso. La Academia de Ciencias de Francia lo elogió mucho.
¿Cómo funcionaba la red en España?
El proceso de envío de un mensaje era así:
- La estación que quería enviar un mensaje ponía su telégrafo en posición de "alerta".
- La estación vecina, al ver la señal, ponía su telégrafo en posición de "listo".
- Cuando la primera estación veía la señal de "listo", empezaba a transmitir el mensaje, símbolo por símbolo.
- Cada símbolo se mantenía unos 20 segundos para que la siguiente estación pudiera leerlo y repetirlo.
La vida en las torres
Trabajar en una torre de telégrafo era muy duro. Cada torre tenía tres o cuatro personas. Trabajaban desde el amanecer hasta el anochecer, mientras hubiera luz. Tenían que mirar constantemente las torres de adelante y atrás para ver si había un mensaje. Los operadores no sabían lo que decían los mensajes; solo los copiaban.
Las torres solían estar en lugares altos, expuestas al mal tiempo. A veces, la falta de dinero hacía que los habitantes de los pueblos cercanos tuvieran que ayudar a abastecer las torres.
En España, los mensajes se enviaban usando un "libro de códigos". Solo el Comandante de Línea podía codificar y decodificar. Se enviaba el número de página y un código para una palabra. Esto hacía que la transmisión fuera más rápida y segura que enviar letra por letra.
Desafíos del telégrafo óptico
Uno de los mayores problemas era que la señal del telégrafo solo se veía bien de frente. Si lo mirabas de lado, no se entendía nada. Esto obligaba a que las líneas de torres fueran casi rectas. Los sistemas de Betancourt y Mathé en España eran de los mejores, ya que permitían un ángulo de visión más amplio.
Otro gran inconveniente era el clima. De noche, no funcionaba bien. Aunque se intentó usar faroles, no dio buenos resultados. Con lluvia fuerte, niebla o nieve, las torres se volvían invisibles, y la comunicación se interrumpía.
Proyectos importantes en España
En 1798, Betancourt obtuvo permiso para instalar la telegrafía óptica en España. La primera línea planeada era de Madrid a Cádiz. Sin embargo, solo se construyó el tramo de Madrid a Aranjuez, que empezó a funcionar en 1800. La situación económica del país impidió que se completara el proyecto.
Más tarde, en 1805, se creó una red telegráfica militar en Cádiz, diseñada por Francisco Hurtado. Unía Cádiz con varias localidades cercanas y funcionó hasta 1820.
En 1831, Juan José Lerena y Barry construyó una red para la Familia Real entre Madrid y sus residencias de campo, como Aranjuez y San Ildefonso.
Durante las guerras carlistas (conflictos internos en España), el telégrafo óptico fue muy útil para las tropas. Se construyó una línea rápida entre Pamplona, Logroño y Vitoria en 1834. Esta línea ayudó a comunicar noticias importantes durante los combates.
El gran proyecto de Mathé
El proyecto más ambicioso de telégrafo óptico en España llegó en 1844, cuando ya se conocía el telégrafo eléctrico. José María Mathé Aragua, un coronel que había trabajado en proyectos anteriores, fue el encargado.
El plan era conectar Madrid con todas las capitales de provincia de España. El gobierno quería usarlo para mantener el orden en el país.
Las torres se construían siguiendo las carreteras y cerca de los pueblos para facilitar el abastecimiento. A veces se usaban castillos o torres de iglesias. Si no, se construían torres nuevas, todas iguales, de 7 metros de lado y 12 de alto. Debían estar a una distancia de 2 a 3 leguas (unos 10 a 15 kilómetros) entre sí.
La torre diseñada por Mathé era como una pequeña fortaleza. Tenía tres pisos cubiertos, y el telégrafo estaba en la parte superior. La entrada estaba a unos 4 metros de altura, y se usaba una escalera de madera que se guardaba dentro para que nadie pudiera entrar. En el tercer piso, se manipulaban los controles del telégrafo.
Se construyeron tres grandes líneas:
- La línea de Castilla: de Madrid a Irún. Empezó a funcionar en 1846 con 52 torres.
- La línea de Andalucía: de Madrid a Cádiz. Se completó en 1851 con 59 torres.
- La línea de Cataluña: de Madrid a La Junquera. Esta línea nunca se completó del todo.
La red catalana fue muy importante durante la tercera guerra carlista (1872-1876). Se construyeron más de 150 estaciones debido a lo montañoso del terreno.
El fin del telégrafo óptico
Cuando se impulsó el telégrafo óptico en España en 1844, ya se estaba experimentando con el telégrafo eléctrico en Europa. Este nuevo invento era mucho más rápido y no dependía del clima.
En 1854, la línea de telégrafo eléctrico entre Madrid e Irún ya estaba lista. Un año después, la línea óptica equivalente dejó de funcionar. En 1857, la última línea óptica de la red nacional, la de Madrid a Cádiz, fue desmantelada. Las últimas estaciones ópticas en funcionar, probablemente en Cataluña, lo hicieron a finales del siglo XIX.
El telégrafo óptico hoy en España
Hoy en día, queda muy poco de la red original de telégrafos ópticos. Solo algunas de las torres donde estaban los aparatos. Muchas de estas torres, construidas con ladrillo y piedra, fueron usadas por la gente como canteras después de ser abandonadas.
La mayoría de las que quedan están en ruinas. Algunas se han convertido en viviendas, como la de Torrelodones. Otras han sido restauradas, como la de Cabeza Mediana. La torre de Adanero, la número 11 de la línea Madrid-Irún, fue restaurada en 2002. Se le colocó un telégrafo en la parte superior, recuperando su aspecto original.
También podemos encontrar el rastro de estos telégrafos en los nombres de algunos lugares. Hay muchos cerros o montes en España que se llaman "del telégrafo", lo que nos recuerda que allí hubo una de estas torres.
Conclusiones sobre el telégrafo óptico
Antes del telégrafo, la velocidad de la información no había cambiado en miles de años. Un mensaje de Madrid a la frontera francesa podía tardar días a caballo. Con el telégrafo óptico, el mismo mensaje tardaba solo unas seis horas.
El telégrafo óptico, y luego el eléctrico, redujeron las distancias de una manera increíble. Este avance en las comunicaciones fue muy importante para el desarrollo de los países modernos en el siglo XIX. Ayudó a que las noticias viajaran más rápido, beneficiando a los periódicos y a los negocios.