Cisma de Occidente para niños
El Cisma de Occidente, también conocido como Gran Cisma de Occidente, fue un periodo en la Iglesia católica entre 1378 y 1417. Durante este tiempo, hubo una gran división porque dos obispos, y en un momento hasta tres, decían ser el verdadero líder de la Iglesia. Esto causó mucha confusión y problemas en toda Europa.
Contenido
- ¿Por qué ocurrió el Cisma de Occidente?
- La elección del Papa en 1378
- El comienzo de la división
- Europa dividida
- Intentos de encontrar una solución
- El Cisma se hace más complicado
- El Concilio de Pisa
- El Concilio de Constanza
- La elección de Martín V y el final del Cisma
- Papas y antipapas del Cisma
- Impacto en la sociedad y la cultura
- Véase también
¿Por qué ocurrió el Cisma de Occidente?
Problemas entre Francia y el Papado
Desde hacía tiempo, existían tensiones entre el reino de Francia y el Papado. Esto hizo que las elecciones de los Papas fueran muy difíciles y largas. En 1309, el Papa Clemente V decidió trasladar la sede de la Iglesia de Roma a la ciudad de Aviñón. Aunque Aviñón no era parte de Francia en ese momento, muchos pensaban que los Papas allí estaban demasiado influenciados por el rey francés.
Además, regresar a Roma era complicado debido a las peleas entre familias importantes de la ciudad.
El poder de los Cardenales
Los cardenales, que eran quienes elegían al Papa, se dieron cuenta de su gran poder. A veces, antes de elegir a un Papa, le pedían que prometiera seguir ciertas políticas. Sin embargo, estos acuerdos no eran legales, y los Papas a menudo no los cumplían. Para evitar que los cardenales se opusieran, los Papas solían nombrar a personas de su propia familia o amigos como cardenales, lo que se conoce como nepotismo.
Cambios en el pensamiento
En esa época, también hubo cambios importantes en la forma de pensar. Algunos filósofos y teólogos, como Guillermo de Ockham, cuestionaron ideas antiguas, lo que generó más divisiones dentro de la cristiandad.
El Papa Gregorio XI, el séptimo Papa en Aviñón, finalmente regresó a Roma. Pero los problemas políticos en la ciudad continuaron. Poco después de su regreso, en 1378, el Papa falleció.
La elección del Papa en 1378
Un cónclave bajo presión
La elección del nuevo Papa se llevó a cabo en Roma. Los habitantes de la ciudad no querían que el Papa volviera a Aviñón. Por eso, hubo muchos disturbios y la gente presionó a los cardenales. Les gritaron que querían un Papa romano o, al menos, italiano.
El 7 de abril de 1378, 16 cardenales (diez de ellos franceses) comenzaron el Cónclave. La multitud entró en el lugar donde estaban reunidos, amenazando a los cardenales. Estos les dijeron a las autoridades que, si la presión continuaba, la elección no sería válida.
Al día siguiente, los cardenales eligieron a Bartolomeo de Prignano, el arzobispo de Bari, quien tomó el nombre de Urbano VI. Él no era cardenal, por lo que no estaba entre los que votaban. Algunos cardenales no estaban de acuerdo con la elección debido a la presión. La situación era muy confusa, y los cardenales incluso fueron agredidos al salir del palacio.
El comienzo de la división
El Papado de Urbano VI
El 9 de abril, los cardenales que se quedaron en Roma aprobaron la elección de Urbano VI. El nuevo Papa quería reformar la Iglesia y criticó el estilo de vida lujoso de algunos cardenales. También trató mal a algunos embajadores, lo que le ganó enemigos.
La declaración de Anagni y el segundo Papa
Con la llegada del verano, muchos cardenales salieron de Roma y empezaron a oponerse a Urbano VI. El 2 de agosto, en Anagni, declararon que la elección de Urbano no era válida porque los cardenales no habían sido libres de elegir.
Luego, se trasladaron a Fondi, donde recibieron apoyo militar. El 20 de septiembre, estos cardenales eligieron a otro Papa, Roberto de Ginebra, quien se llamó Clemente VII. Así comenzó oficialmente el Cisma de Occidente, con dos Papas al mismo tiempo.
Europa dividida
Reinos y territorios eligen bando
El apoyo del rey francés fue clave para los cardenales que eligieron a Clemente VII. Francia, Escocia y el condado de Saboya apoyaron a Clemente. Por otro lado, Inglaterra y el Sacro Imperio Romano Germánico apoyaron a Urbano VI.
En la península ibérica, los reinos también tuvieron que decidir. Enrique II de Castilla finalmente apoyó a Clemente. Pedro IV de Aragón se declaró neutral al principio. Fernando I de Portugal cambió de bando varias veces, dependiendo de las alianzas políticas.
En Italia, algunas ciudades apoyaron a Clemente, como Nápoles, mientras que otras, como Florencia, apoyaron a Urbano. Hubo incluso enfrentamientos armados para decidir qué Papa prevalecería. Clemente VII tuvo que huir a Aviñón.
Las universidades también se dividieron, y las alianzas políticas de cada reino influyeron en su elección de Papa.
La Iglesia en confusión
Urbano y Clemente se excomulgaron mutuamente, lo que significaba que, según ellos, toda la cristiandad estaba excomulgada. Los fieles estaban muy confundidos. Había dos personas que decían ser el verdadero representante de Dios.
Esto causó un gran desorden: muchas diócesis tenían dos obispos, monasterios con dos abades, y órdenes religiosas con dos líderes. Cada uno seguía a un Papa diferente. Incluso algunos santos de la época apoyaban a un Papa u otro. Algunos líderes religiosos, como el arzobispo de Toledo, decidieron mantenerse neutrales, rezando "por quien es el verdadero Papa".
Intentos de encontrar una solución
La vía de la guerra
Algunos intentaron resolver el Cisma usando la fuerza. Por ejemplo, la reina Juana I de Nápoles y Luis I de Anjou intentaron usar un ejército para derrocar a Urbano VI. Sin embargo, estos intentos militares fracasaron y no lograron poner fin a la división.
La vía del concilio
También se buscaron soluciones pacíficas. Una idea era que uno o ambos Papas renunciaran a su cargo (via cessionis). Otra era aceptar la decisión de un tercero (via compromossionis). La más importante fue la via concilii, que proponía que un gran concilio (una reunión de obispos y líderes de la Iglesia) decidiera quién era el verdadero Papa.
En este tiempo, surgió la idea de que un concilio general podía tener más autoridad que el Papa. Universidades como las de Oxford, Salamanca y París apoyaron esta idea. Sin embargo, organizar un concilio era difícil debido a las divisiones políticas en Europa.
El Cisma se hace más complicado
Urbano VI murió en 1389, y muchos pensaron que el problema terminaría. Pero los cardenales fieles a él eligieron a un nuevo Papa, Bonifacio IX. De igual manera, cuando Clemente VII murió en 1394, los cardenales de Aviñón eligieron a Benedicto XIII.
En Roma, a Bonifacio IX le siguieron Inocencio VII y luego Gregorio XII. Así, el Cisma se hizo más profundo. La Universidad de París propuso tres formas de acabar con el Cisma: el compromiso, la renuncia de los Papas o la celebración de un concilio.
En 1407, los dos Papas de ese momento, Gregorio XII y Benedicto XIII, casi se reunieron para renunciar, pero al final ninguno quiso ceder su poder. Esto hizo que la idea de un concilio general fuera la opción más popular.
El Concilio de Pisa
Los cardenales descontentos, algunas ciudades italianas, el rey de Francia y la Universidad de París acordaron convocar un Concilio en Pisa en 1409. Los dos Papas fueron llamados a comparecer, pero no se presentaron. El concilio los declaró herejes y cismáticos, y los depuso.
Luego, los cardenales presentes eligieron a un nuevo Papa, Alejandro V. Sin embargo, la legitimidad de este concilio era dudosa para muchos. En lugar de resolver el problema, el Concilio de Pisa lo empeoró, ya que ahora había tres Papas al mismo tiempo: uno en Roma, uno en Aviñón y uno elegido en Pisa.
Alejandro V murió un año después, y su sucesor fue Juan XXIII, el Papa de Pisa. La confusión y los conflictos continuaron en Italia y Francia.
El Concilio de Constanza
Muchos creían que solo el emperador podía convocar un concilio que pusiera fin a la división. Segismundo, el rey de los Romanos, convocó un gran concilio en la ciudad de Constanza en 1413. Juan XXIII (el Papa de Pisa) confirmó la convocatoria, pensando que le beneficiaría.
El Concilio de Constanza comenzó el 5 de noviembre de 1414. Se discutieron muchos temas importantes. Juan XXIII, que era el único Papa presente, huyó disfrazado y fue destituido y arrestado. Gregorio XII (el Papa de Roma) aceptó la legitimidad del concilio y renunció a su cargo.
Negociaciones en Morella
Antes del concilio, en 1414, hubo un intento de solucionar el Cisma en Morella, España. El rey de Aragón, Fernando I de Aragón, se reunió con Benedicto XIII (el Papa de Aviñón) y el famoso predicador San Vicente Ferrer. La idea era que Benedicto XIII renunciara, pero las negociaciones no tuvieron éxito. Benedicto XIII nunca renunció y regresó a Peñíscola.
El fin del Cisma
Con Juan XXIII destituido y Gregorio XII renunciando, solo quedaba Benedicto XIII. El emperador Segismundo intentó convencerlo de renunciar, pero Benedicto XIII se negó. Esto hizo que reinos como Castilla y Navarra lo abandonaran y se unieran al Concilio de Constanza.
Finalmente, el 26 de julio de 1417, el Concilio depuso a Benedicto XIII, declarándolo cismático. El Concilio también afirmó su autoridad sobre el Papa y decidió que la Iglesia debía reformarse. Se aprobaron decretos importantes, como el Decreto Frequens, que ordenaba la celebración de un concilio cada diez años.
La elección de Martín V y el final del Cisma
Para elegir al nuevo Papa, se unieron 23 cardenales y 30 prelados (seis por cada "nación" o grupo de países). El 11 de noviembre de 1417, Otón Colonna fue elegido casi por unanimidad y tomó el nombre de Martín V. Con su elección, la unidad en la Iglesia católica se restableció, poniendo fin a casi medio siglo de división.
Benedicto XIII, el Papa Luna, siguió en su postura hasta su muerte en 1423 en Peñíscola. Sus cardenales eligieron a un sucesor, Clemente VIII, quien fue el último Papa de la obediencia de Aviñón. Clemente VIII finalmente abdicó en 1429, gracias a la presión del rey Alfonso V de Aragón, lo que marcó el final definitivo de esta gran división.
Papas y antipapas del Cisma
Línea de Papas y antipapas durante el Cisma de Occidente |
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Impacto en la sociedad y la cultura
El Cisma de Occidente fue un momento de gran tensión para la Iglesia en la Baja Edad Media. Durante el siglo XIV, la Iglesia ya había pasado por el periodo en que el Papado estuvo en Aviñón. El Cisma, con la elección de dos y luego tres Papas, causó mucha inestabilidad.
Aunque el Cisma terminó con la elección de Martín V, los problemas no se resolvieron del todo. La idea de que un concilio (una reunión de obispos) tenía más autoridad que el Papa se hizo muy fuerte.
En cuanto a la cultura y la espiritualidad, este periodo fue de grandes contrastes. Las guerras y las epidemias de peste que afectaron a Europa llevaron a sentimientos muy diferentes: desde un gran idealismo hasta un realismo muy crudo. Hubo movimientos de ascetismo (vida de mucha disciplina) junto con una gran inmoralidad.
Aunque los clérigos seguían siendo el centro de la cultura, empezó a surgir un interés por el laicismo humanista, que ponía más atención en el ser humano y menos en lo religioso.
Véase también
En inglés: Western Schism Facts for Kids