Templarios en la corona de Aragón para niños
Los Caballeros Templarios fueron una orden militar religiosa muy importante durante la Edad Media. Su historia está llena de batallas, fe y grandes cambios, especialmente en la Corona de Aragón, que incluía los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y el Condado de Barcelona.
Contenido
Los inicios y el espíritu de las Cruzadas
Después del éxito de la Primera Cruzada en Tierra Santa, muchos reyes europeos se inspiraron. En la península ibérica, el rey Pedro I de Aragón quería ir a Palestina, pero el Papa le recordó que su deber era defender su propia tierra de los almorávides, un grupo musulmán.
Pedro I, con ese espíritu de cruzada, sitió Zaragoza. En julio de 1101, antes de dejar el asedio, fortificó un lugar cercano llamado "Deus o vol" (hoy Juslibol), que era un grito de guerra de los cruzados.
Cuando Pedro I falleció en 1104, su hermano Alfonso I se convirtió en rey de Navarra y Aragón. Alfonso I no estaba destinado a ser rey, pero su vida estuvo muy marcada por el ideal de las cruzadas desde niño. Su gran objetivo era conquistar Tortosa y Valencia para poder embarcar sus tropas hacia Jerusalén. Gracias a este esfuerzo, reconquistó más de 25.000 km² durante su reinado, ganándose el apodo de "El Batallador".
Zaragoza, una ciudad clave para sus planes, fue conquistada el 18 de diciembre de 1118. El Papa había declarado su conquista como una nueva cruzada. Caballeros que habían participado en la Primera Cruzada, como Gastón de Bearn, ayudaron en esta victoria. Por su ayuda en la construcción de máquinas de guerra, Gastón de Bearn fue nombrado señor de Zaragoza.
Es probable que Alfonso I conociera las acciones de los monjes guerreros en Palestina a través de Gastón de Bearn, el obispo Esteban de Huesca y Lope Garcés Peregrino, quienes habían estado en la Primera Cruzada.
Fascinado por estas historias, el rey Alfonso I decidió crear órdenes similares en su reino. En 1122, fundó la Militia Christi, también conocida como la Cofradía de Belchite. Fue la primera orden militar en España, inspirada en la Milicia de Jerusalén, con el objetivo de luchar contra los sarracenos y abrir un camino hacia Jerusalén por mar.
Los miembros de esta cofradía y quienes los apoyaban recibían beneficios como los de una cruzada. La Militia Christi tuvo otra base en la ciudad de Monreal, fundada en 1124. Más tarde, en 1136, el rey Alfonso VII de Castilla les entregó el castillo de Belchite. Esta orden se unió a la Orden del Temple en 1143.
La Orden del Temple y el testamento de Alfonso I
Cuando Gastón de Bearn y el Obispo Esteban murieron en 1130, la viuda de Gastón, Talesa, cumplió la última voluntad de su esposo: dejar todas sus tierras en Zaragoza y Sauvelade a la milicia del Temple para que continuaran la reconquista.
Alfonso I, preocupado por quién le sucedería, hizo su primer testamento en 1131. Lo confirmó el 4 de septiembre de 1134, tres días antes de su muerte. En este testamento, dejó su reino a tres órdenes militares de Jerusalén: el Sepulcro del Señor, el Hospital de los pobres de Jerusalén y el Templo de Salomón (los Templarios). Les concedió el señorío y la autoridad sobre todas las personas de su tierra, tanto religiosos como laicos, con las mismas leyes que él y sus antepasados habían tenido.
La derrota en Fraga y la muerte de Alfonso I causaron gran preocupación en Aragón. La frontera con los musulmanes retrocedió. Era impensable que las órdenes militares gobernaran los reinos de Navarra y Aragón, ya que el testamento de Alfonso I iba en contra de las leyes de la época. Las tierras de Aragón, Pamplona, Sobrarbe y Ribagorza debían pasar a la familia del rey. Además, el testamento perjudicaba los intereses de la nobleza.
Es sorprendente que Alfonso I dejara su reino a órdenes tan nuevas, ya que el primer testamento es de 1131 y la Orden del Temple recibió sus estatutos en 1128. Las órdenes beneficiadas eran extranjeras, y el rey no nombró herederas a las órdenes que él mismo había fundado.
El resultado de este testamento fue la separación definitiva de Navarra y Aragón. Los navarros proclamaron rey a García Ramírez, y los aragoneses coronaron a Ramiro II. Como Ramiro II era monje, tuvo que buscar a alguien que gobernara en su nombre. La solución fue el compromiso de su hija Petronila, de solo dos años, con el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.
Ramón Berenguer IV se convirtió en príncipe de Aragón y rápidamente llegó a acuerdos con las órdenes beneficiadas por el testamento de Alfonso I. La Orden del Temple fue la más favorecida, quizás porque Ramón Berenguer IV y su padre, Ramón Berenguer III, eran miembros de la orden. Mediante un acuerdo en Gerona (1143), el Temple renunció a sus derechos sobre una tercera parte del reino de Aragón. A cambio, recibieron castillos como Monzón, Mongay, Chalamera, Barberá, Remolinos y la promesa de Corbins (cuando fuera conquistado), además de muchos otros privilegios, como la quinta parte de las tierras arrebatadas a los musulmanes. En este mismo acuerdo, la Militia Christi se unió al Temple. Este acuerdo fue confirmado por varios Papas.
Los Templarios en la Corona de Aragón
Una vez establecidos en Aragón, los Templarios participaron activamente en la reconquista y la defensa de las fronteras. Junto con las tropas de Ramón Berenguer IV, sitiaron Tortosa, ayudaron en la conquista de Lérida y dirigieron el sitio del castillo de Miravet. En Miravet, los musulmanes tenían un grupo de combatientes islámicos dispuestos a morir antes que rendirse, de donde viene el nombre del lugar.
Por su ayuda, los Templarios fueron muy recompensados, recibiendo varias propiedades, como el castillo de Miravet. Las donaciones de Ramón Berenguer IV continuaron durante toda su vida. A su muerte en 1162, los Templarios estaban completamente asentados en Aragón y participaban activamente en la política.
Alfonso II, rey de Aragón, continuó la ofensiva en la margen derecha del río Ebro desde 1163, conquistando la mayor parte de las tierras de Teruel. La colaboración de los Templarios fue crucial, y la monarquía aragonesa les agradeció con dinero y propiedades, como el castillo de Orta de San Juan.
Sin embargo, Alfonso II también quiso formar una milicia propia de Aragón. Cedió el Señorío de Alfambra al Conde Rodrigo, quien fundó la Orden de Montegaudio en 1174. Esta nueva milicia recibió importantes donaciones del rey. En 1188, se unió a la del Hospital del Santo Redentor, fundada en Teruel por Alfonso II, y se conoció como la Orden del Santo Redentor de Alfambra.
En 1196, Alfonso II aprobó que todas las posesiones de la Orden de Monte Gaudio en Aragón pasaran al Temple. Esto fortaleció el poder del Temple en la frontera con el reino musulmán de Valencia. La acción de los monjes guerreros fue decisiva para defender el Reino de Aragón de los ataques valencianos.
Pedro II, hijo de Jaime I, se convirtió en rey en 1276. La conquista de Sicilia (1282) por Pedro III, que era un territorio del Papa, hizo que el Papa lo desautorizara y ofreciera sus reinos a la Corona de Francia. Los Templarios se encontraron en una situación difícil: ¿obedecer al Papa o ser leales a la Corona de Aragón, que había sido tan generosa con ellos? Oficialmente, no se opusieron al Papa, pero sirvieron fielmente a Pedro III. Bajo el mando de Berenguer de Sanjust, los Templarios catalanes y aragoneses protegieron el reino contra los invasores, a pesar de que estos venían en nombre del Papa.
El reinado de Jaime I
La conquista de Mallorca
Jaime I fue educado hasta los 9 años en el castillo templario de Monzón, como si fuera un caballero templario. A esa edad, tuvo que dejar el castillo debido a la difícil situación del reino.
Cuando fue mayor de edad, Jaime I propuso la conquista de Mallorca. Los Templarios apoyaron al rey y se unieron a él en la expedición. Aunque no aportaron un gran número de hombres, su forma de combatir y su organización en el campo de batalla los hacían muy respetados. El propio Jaime I admiraba su "excelente organización militar, la rapidez de sus movimientos y la facilidad con que saben prevenir cualquier ataque". Se decía que, aunque fueran pocos, valían por muchos.
Los Templarios habían incluido las Islas Baleares en su lista de territorios a conquistar desde 1129. Se dice que animaron al joven rey, diciéndole que la invasión era "voluntad de Dios". Gran parte de la conquista fue planeada y ejecutada por ellos.
El rey les recompensó generosamente por sus servicios con importantes propiedades en Mallorca, como el castillo de la Almudaina, una parte del barrio judío, más de un tercio de la ciudad y un puerto exclusivo para la orden.
La conquista de Valencia
Después de conquistar Mallorca, Jaime I se fijó en el reino musulmán de Valencia. La conquista de Valencia fue apoyada por el Papa Gregorio IX, quien concedió una bula de cruzada en 1237, atrayendo a cruzados y órdenes militares. Los Templarios, una de las fuerzas principales en la Corona, tenían un claro interés en continuar la lucha contra los musulmanes.
La expedición terminó con la rendición de Valencia a las tropas del rey Jaime I el 9 de octubre de 1238, con una importante participación templaria. De nuevo, el rey los recompensó generosamente, y los Templarios ocuparon un lugar destacado en el nuevo reino cristiano de Valencia, administrando el tesoro.
Jaime I mantuvo una excelente relación con los Templarios durante el resto de su reinado. Ellos lo apoyaron en diversas luchas y campañas en las nuevas fronteras del sur. Una vez terminada la reconquista en la Corona de Aragón, los Templarios se encargaron de defender las nuevas fronteras de los ataques.
Últimos años y el fin de la Orden del Temple en Aragón
Pedro III, hijo de Jaime I, sucedió a su padre en 1276. La conquista de Sicilia (1282), que era un territorio del Papa, hizo que el Papa lo desautorizara y ofreciera sus reinos a la Corona de Francia. Los Templarios se encontraron en una situación difícil: ¿obedecer al Papa o ser leales a la Corona de Aragón, que había sido tan generosa con ellos? Oficialmente, no se opusieron al Papa, pero sirvieron fielmente a Pedro III. Bajo el mando de Berenguer de Sanjust, los Templarios catalanes y aragoneses protegieron el reino contra los invasores, a pesar de que estos venían en nombre del Papa.
Después de una acción rápida del estado francés en octubre de 1307 contra los Templarios, y las confesiones obtenidas bajo presión de sus miembros detenidos por acusaciones como ritos idolátricos y prácticas blasfemas, el Papa Clemente V ordenó el arresto de todos los miembros de la Orden del Temple.
Al principio, Jaime II, rey de Aragón desde 1291, se negó a las peticiones del rey francés, diciendo que los Templarios siempre habían sido fieles y habían luchado contra los infieles. Sin embargo, poco después cambió de opinión y comenzó el proceso contra los Templarios en la Corona de Aragón. Algunos castillos, como el de Peñíscola, se rindieron fácilmente. Otros, sin embargo, se prepararon para defender su inocencia.
La fortaleza de Cantavieja resistió el asedio de las tropas reales desde enero hasta agosto de 1308. Finalmente, los sesenta defensores pidieron perdón. Castellote, el castillo de Villel, la Alfambra y Miravet (que se rindió en diciembre) fueron cayendo ante el ejército real. Solo quedaba Monzón, cuyo castillo era muy difícil de conquistar. El 24 de mayo de 1309, el castillo de Monzón se rindió después de que sus defensores agotaran sus fuerzas.
Las crónicas de los Jueces de Teruel nos cuentan estos hechos:
- En este año fue destruido el Temple y el Papa Juan XXII dio la sentencia en Viana y se vistieron de luto porque destruían una orden tan importante; aquel año fueron sobre Villel y todos los otros lugares de los templarios destruidos y sitiados.
El 22 de mayo de 1312, el Papa Clemente V decretó la abolición de la Orden del Temple. Poco después, permitió que los consejos provinciales de la Orden fueran juzgados por separado, excepto en Francia.
Los Templarios de la Corona de Aragón fueron declarados inocentes el 7 de julio de 1312 en el Concilio de Tarragona. Sus propiedades pasaron a la Orden del Hospital, excepto las posesiones del Temple en Valencia, donde se creó la Orden de Santa María de Montesa para defender la frontera del reino.