Escándalo Watergate para niños
El escándalo Watergate fue un gran problema político que ocurrió en Estados Unidos a principios de los años 1970. Todo comenzó con un robo de documentos en el edificio Watergate de Washington D. C., donde estaba la oficina principal del Partido Demócrata de Estados Unidos. Después del robo, el gobierno del presidente Richard Nixon intentó ocultar quiénes eran los responsables.
Cuando se descubrió este plan secreto, el Congreso de los Estados Unidos comenzó una investigación. Sin embargo, el gobierno de Nixon no quiso colaborar, lo que causó una gran crisis en el país. El nombre "Watergate" se usó para referirse a muchas acciones ilegales en las que estuvieron involucradas personas del gobierno de Nixon. Estas acciones incluían investigar de forma injusta a personas que no estaban de acuerdo con el gobierno o que eran consideradas sospechosas. Nixon y sus ayudantes cercanos ordenaron usar agencias como la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o el Servicio de Impuestos Internos (IRS) para estas investigaciones.
El escándalo reveló muchos casos de abuso de poder por parte del gobierno de Nixon. Esto llevó a que el presidente Nixon renunciara a su cargo en agosto de 1974. En total, 69 personas estuvieron involucradas en el escándalo, y 48 de ellas fueron declaradas culpables y encarceladas. Muchas de estas personas habían sido altos funcionarios del gobierno de Nixon.
El problema empezó con la detención de cinco hombres que entraron sin permiso al complejo Watergate del Partido Demócrata el 17 de junio de 1972. El FBI encontró una conexión entre los ladrones y dinero oculto usado por el Comité para la reelección del Presidente, la organización oficial de la campaña de Nixon y el Partido Republicano. En julio de 1973, gracias a lo que contaron antiguos funcionarios y personal de Nixon, las investigaciones del Comité Watergate del Senado de los Estados Unidos descubrieron que Nixon tenía un sistema de grabación en sus oficinas y que muchas conversaciones habían sido grabadas.
Después de varias batallas legales, la Corte Suprema de los Estados Unidos decidió por unanimidad que el presidente debía entregar las grabaciones a los investigadores del gobierno. Nixon finalmente aceptó. Las grabaciones mostraron que Nixon estaba directamente involucrado en el caso, ya que había intentado ocultar el robo con "manejos cuestionables". Como era muy probable que el Congreso iniciara un proceso para quitarlo de su cargo, Nixon renunció a la presidencia el 9 de agosto de 1974. El 8 de septiembre de 1974, su sucesor, Gerald Ford, le concedió el perdón al expresidente.
Desde entonces, el nombre "Watergate" y el sufijo "gate" se usan para referirse a grandes problemas políticos en Estados Unidos y en otros países.
Contenido
- ¿Cómo empezó el problema en las oficinas demócratas?
- ¿Cómo intentaron ocultar el escándalo?
- El inicio del encubrimiento
- ¿De dónde venía el dinero?
- ¿Qué papel tuvieron los medios de comunicación?
- El escándalo empeora
- Las cintas de Watergate y las audiencias
- La "Masacre del Sábado por la Noche"
- Acciones legales contra miembros del gobierno de Nixon
- Publicación de las transcripciones
- La Corte Suprema interviene
- Revelación de las cintas
- Investigaciones finales y renuncia de Nixon
- El perdón a Nixon por el presidente Ford
- Consecuencias del escándalo
- ¿Cuál fue el propósito del robo?
- Reacciones internacionales al escándalo
- Véase también
¿Cómo empezó el problema en las oficinas demócratas?

En enero de 1972, G. Gordon Liddy, un asesor de finanzas para el Comité para la reelección del Presidente y exayudante de John Ehrlichman, presentó un plan para la campaña al jefe interino del Comité, Jeb Magruder, al fiscal general John N. Mitchell, y al asesor presidencial John Dean. Este plan incluía varias actividades ilegales contra el Partido Demócrata. Según Dean, esto fue "el inicio del peor problema político del siglo XX y el principio del fin de la presidencia de Nixon".
Mitchell pensó que el plan no era realista. Dos meses después, se dijo que había aprobado una versión más pequeña del plan. Esta versión consistía en entrar sin permiso a la sede del Comité Nacional Demócrata en el Complejo Watergate, en Washington D. C.. El objetivo era fotografiar documentos de campaña e instalar dispositivos para escuchar los teléfonos. Liddy fue el encargado de la operación. Entre los que participaron estaban los exoficiales de la CIA, E. Howard Hunt y James McCord, quien era el coordinador de seguridad del Comité.
En mayo, McCord asignó a Alfred C. Baldwin III, un ex agente del FBI, para realizar las escuchas telefónicas. McCord dijo que eligió a Baldwin de una lista de ex agentes del FBI para trabajar para el Comité. Baldwin primero trabajó como guardaespaldas de Martha Mitchell, la esposa de John Mitchell. A Martha no le gustaba Baldwin y lo describió como "el personaje más torpe que he conocido". El Comité reemplazó a Baldwin con otro guardia de seguridad.
El 11 de mayo, McCord decidió que Baldwin se quedara en el motel Howard Johnson, al otro lado de la calle del complejo Watergate. La habitación 419 fue reservada a nombre de la compañía de McCord. Por órdenes de G. Gordon Liddy y E. Howard Hunt, McCord y su equipo se prepararon para su primera entrada ilegal a Watergate, que comenzó el 28 de mayo.
Se dijo que dos teléfonos dentro de las oficinas del Comité Nacional Demócrata fueron manipulados. Uno era el teléfono de Robert Spencer Oliver, director ejecutivo de la Asociación de Presidentes Demócratas del Estado, y el otro era el teléfono del presidente del Comité, Larry O'Brien. El FBI no encontró pruebas de que el teléfono de O'Brien estuviera manipulado. Sin embargo, se confirmó que se había instalado un dispositivo de escucha en el teléfono de Oliver.
Aunque lograron instalar los dispositivos, poco después los agentes del Comité creyeron que los teléfonos no funcionaban bien y necesitaban ser reparados. Por eso, planearon una segunda "entrada".
Poco después de la medianoche del 17 de junio de 1972, Frank Wills, un guardia de seguridad del Complejo Watergate, notó que una cinta cubría las cerraduras de algunas puertas que llevaban del garaje subterráneo a varias oficinas. Él quitó la cinta sin darle mucha importancia. Pero cuando regresó una hora después y descubrió que alguien había vuelto a poner la cinta en las cerraduras, Wills llamó a la policía. Cinco hombres fueron arrestados en la oficina del Comité Demócrata. Eran Virgilio González, Bernard Barker, James McCord, Eugenio Martínez y Frank Sturgis. Fueron acusados de intento de robo e intento de interceptar comunicaciones telefónicas, entre otros cargos. El 15 de septiembre, un gran jurado los acusó, junto con Hunt y Liddy, de conspiración, robo y violar leyes federales de escuchas telefónicas. Los cinco ladrones fueron juzgados por un jurado, con el juez John Sirica a cargo, y fueron condenados el 30 de enero de 1973.
En la mañana del 18 de junio de 1972, Liddy llamó a Jeb Magruder y le informó que "los cuatro hombres arrestados con McCord eran combatientes cubanos, a quienes Howard Hunt había reclutado". Al principio, la organización de Nixon y la Casa Blanca trabajaron rápidamente para ocultar el crimen y cualquier prueba que pudiera dañar al presidente y su reelección.
¿Cómo intentaron ocultar el escándalo?
El inicio del encubrimiento
Pocas horas después de la detención de los ladrones, el FBI encontró el nombre de E. Howard Hunt en las agendas de Barker y Martínez. Los funcionarios del gobierno de Nixon estaban preocupados porque Hunt y Liddy también estaban involucrados en otra actividad secreta. Esta actividad era conocida como los "Fontaneros de la Casa Blanca", creada para detener las "filtraciones" de información y investigar otros asuntos importantes de seguridad. John Dean, un asesor de Nixon, testificó más tarde que el primer ayudante de Nixon, John Ehrlichman, le ordenó deshacerse de lo que había en la caja fuerte de Howard Hunt en la Casa Blanca. Ehrlichman negó esto después. Al final, las pruebas de la caja fuerte de Hunt fueron destruidas por Dean y el director interino del FBI, L. Patrick Gray.
La reacción de Nixon al robo, al principio, fue de duda. El fiscal de Watergate, James Neal, estaba seguro de que Nixon no sabía del robo de antemano. Como prueba, citó una conversación grabada el 23 de junio entre el presidente y su jefe de Gabinete, H. R. Haldeman, en la que Nixon preguntó: "¿Quién fue el tonto que lo ordenó?". Pero Nixon luego ordenó a Haldeman que la CIA impidiera la investigación del FBI sobre el origen del dinero para el robo.
Pocos días después, el secretario de prensa de Nixon, Ron Ziegler, describió el evento como "un intento de robo de tercera clase". El 29 de agosto, en una conferencia de prensa, el presidente Nixon declaró que Dean había investigado a fondo el asunto, cuando en realidad, Dean no lo había hecho. Nixon también dijo: "Puedo decir claramente que... nadie del personal de la Casa Blanca, nadie en esta administración, actualmente empleado, estuvo involucrado en este incidente tan extraño". El 15 de septiembre, Nixon felicitó a Dean, diciendo: "La forma en que lo has manejado, me parece, ha sido muy hábil, porque tú... has puesto el dedo en las filtraciones cada vez que han ocurrido aquí y allá".
¿De dónde venía el dinero?
El 19 de junio de 1972, la prensa informó que uno de los ladrones de Watergate era asistente de seguridad del Partido Republicano. El ex fiscal general John Mitchell, quien en ese momento era el presidente del Comité para la reelección del Presidente, negó cualquier participación en el robo de Watergate o conocimiento de los cinco involucrados. El 1 de agosto, se encontró un cheque de USD 25,000 destinado a la campaña de reelección de Nixon en la cuenta bancaria de uno de los ladrones de Watergate. Una investigación más profunda del FBI reveló que el equipo tenía miles de dólares más para sus viajes y gastos en los meses previos a su detención. El examen de sus fondos mostró un vínculo con el comité de finanzas del Comité para la reelección del Presidente.
Varias donaciones (por un total de USD 86,000) fueron hechas por personas que se creía que estaban haciendo donaciones privadas para la reelección de Nixon. El examen de los registros bancarios de una compañía de Miami dirigida por Bernard Barker, reveló que una cuenta controlada por él personalmente había depositado un cheque y luego lo había transferido.
Los bancos que habían emitido los cheques querían asegurarse de que el banco usado por Barker hubiera actuado correctamente al confirmar que los cheques habían sido recibidos y aprobados por el beneficiario antes de ser depositados en la cuenta de Barker. Solo así los bancos emisores no serían responsables por la liberación no autorizada de fondos de las cuentas de sus clientes.
Una investigación del FBI, que liberó al banco del cargo de falsificación, implicó a miembros del Comité para la reelección del Presidente, a quienes se les habían entregado los cheques. Estas personas eran el contador del Comité y su tesorero, Hugh Sloan.
Como organización privada, el Comité seguía prácticas comerciales normales, permitiendo que solo personas autorizadas aceptaran y aprobaran cheques en nombre del Comité. Ninguna institución financiera podía aceptar o procesar un cheque en nombre del Comité a menos que una persona autorizada lo firmara. Los cheques depositados en la cuenta bancaria de Barker fueron firmados por el tesorero del Comité, Hugh Sloan, quien estaba autorizado por el Comité de Finanzas. Sin embargo, una vez que Sloan firmó un cheque pagado al Comité, tenía la responsabilidad legal de asegurarse de que el cheque fuera depositado solo en las cuentas indicadas en el cheque. Sloan no lo hizo. Cuando se enfrentó a una posible acusación de fraude bancario federal, reveló que el subdirector del Comité, Jeb Magruder, y el director financiero Maurice Stans, le habían ordenado dar el dinero a G. Gordon Liddy.
Liddy, a su vez, le dio el dinero a Barker e intentó ocultar su origen. Barker intentó disfrazar los fondos depositándolos en cuentas en bancos fuera de Estados Unidos. Lo que Barker, Liddy y Sloan no sabían era que se había llevado un registro completo de todas esas transacciones durante unos seis meses. El uso de bancos extranjeros por parte de Barker en abril y mayo de 1972, para depositar cheques y retirar los fondos, hizo que los bancos mantuvieran toda la transacción registrada hasta octubre y noviembre de 1972.
Los cinco implicados en el robo de Watergate estaban directa o indirectamente relacionados con el Comité para la reelección del Presidente. Esto hizo que el juez Sirica sospechara de un plan secreto en el que participaban funcionarios del gobierno de más alto nivel.
El 29 de septiembre de 1972, la prensa informó que John Mitchell, mientras era fiscal general, controlaba un fondo secreto republicano usado para financiar la recolección de información contra los demócratas. El 10 de octubre, el FBI informó que el robo de Watergate era parte de una gran campaña de espionaje político y sabotaje en nombre del comité de reelección de Nixon. A pesar de estas revelaciones, la campaña de Nixon nunca estuvo en serio peligro. El 7 de noviembre, el presidente fue reelegido en una de las mayores victorias en la historia política estadounidense.
¿Qué papel tuvieron los medios de comunicación?
La conexión entre el robo y el comité de reelección fue destacada por la cobertura de los medios de comunicación, especialmente las investigaciones de The Washington Post, Time y The New York Times. La cobertura aumentó mucho la atención pública y las consecuencias políticas. Los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein descubrieron información que sugería que el conocimiento del robo y los intentos de ocultarlo involucraban profundamente a los niveles más altos del Departamento de Justicia, el FBI, la CIA y la Casa Blanca. Woodward y Bernstein entrevistaron a Judy Hoback Miller, la contadora de Nixon, quien les reveló información sobre el mal manejo de fondos y la destrucción de registros.
La fuente anónima más importante del Post fue un individuo al que Woodward y Bernstein apodaron "Garganta Profunda". 33 años después, en 2005, se identificó al informante como William Mark Felt, subdirector del FBI durante ese período de los años 70. Woodward lo confirmó más tarde. Felt se reunió en secreto con Woodward varias veces, contándole sobre la participación de Howard Hunt en Watergate y que el personal de la Casa Blanca consideraba los riesgos muy altos. Felt advirtió a Woodward que el FBI quería saber de dónde él y otros periodistas obtenían su información, ya que estaban descubriendo una red de crímenes más grande de lo que el FBI había revelado al principio. Todas las reuniones secretas entre Woodward y Felt tuvieron lugar en un garaje subterráneo en Rosslyn entre junio de 1972 y enero de 1973. Antes de renunciar al FBI el 22 de junio de 1973, Felt también filtró información sobre Watergate de forma anónima a la revista Time, el Washington Daily News y otras publicaciones.
Durante este primer período, la mayoría de los medios de comunicación no entendieron todas las consecuencias del escándalo y se enfocaron en otros temas relacionados con las elecciones presidenciales de 1972. Después de que se informó que uno de los ladrones condenados le escribió al juez Sirica alegando un encubrimiento de alto nivel, los medios de comunicación cambiaron su enfoque. La revista Time describió a Nixon como alguien "muy poco confiable". La desconfianza entre la prensa y el gobierno de Nixon era mutua y mayor de lo normal debido a la insatisfacción con los eventos de la guerra de Vietnam. Al mismo tiempo, la desconfianza pública hacia los medios de comunicación era de más del 40%.
Nixon y altos funcionarios del gobierno hablaron sobre usar agencias gubernamentales para "obtener" (o tomar represalias contra) aquellos que consideraban medios de comunicación hostiles. Estas discusiones tenían antecedentes. A petición de la Casa Blanca en 1969, el FBI espió los teléfonos de cinco periodistas. En 1971, la Casa Blanca solicitó una auditoría de impuestos del editor de Newsday, después de que escribiera una serie de artículos sobre los negocios financieros de Charles "Bebe" Rebozo, un amigo de Nixon.
El gobierno y sus partidarios acusaron a los medios de hacer "acusaciones exageradas", de darle demasiada importancia a la historia y de tener un sesgo liberal contra el gobierno. Nixon dijo en una entrevista en mayo de 1974 que si él hubiera seguido las políticas liberales que pensaba que los medios preferían, "Watergate habría sido un 'pequeño problema'". Los medios de comunicación señalaron que la mayoría de los informes resultaron ser exactos. La naturaleza competitiva de los medios de comunicación aseguró una amplia cobertura del escándalo político. Las solicitudes a las escuelas de periodismo alcanzaron un máximo histórico en 1974.
El escándalo empeora
En lugar de terminar con la condena y sentencia de prisión de los cinco involucrados en Watergate el 30 de enero de 1973, la investigación sobre el robo y la participación del gobierno de Nixon se hizo más grande. Las conversaciones de Nixon a finales de marzo y durante todo abril de 1973 revelaron que no solo sabía que necesitaba remover a Haldeman, Ehrlichman y Dean para evitar su propia implicación, sino que tenía que hacerlo de una manera que fuera menos probable que lo incriminara a él y a su presidencia. Nixon creó un nuevo plan secreto para ocultar el encubrimiento, que comenzó a finales de marzo de 1973 y se formó completamente en mayo y junio de 1973, funcionando hasta que terminó su presidencia el 9 de agosto de 1974. El 23 de marzo de 1973, el juez Sirica leyó en el tribunal una carta del ladrón de Watergate, James McCord, quien afirmó que se había mentido bajo juramento en el juicio de Watergate y que los acusados habían sido presionados para guardar silencio. Para hacerlos hablar, Sirica les dio a Hunt y a dos ladrones sentencias provisionales de hasta 40 años.
El 28 de marzo, por órdenes de Nixon, el ayudante John Ehrlichman le dijo al fiscal general, Richard Kleindienst, que nadie en la Casa Blanca tenía conocimiento previo del robo. El 13 de abril, Magruder les dijo a los abogados de Estados Unidos que había mentido bajo juramento durante el juicio de los ladrones, e implicó a John Dean y John Mitchell.
John Dean creía que él, Mitchell, Ehrlichman y Haldeman podrían ir a los fiscales, decir la verdad y salvar la presidencia. Dean quería proteger la presidencia y hacer que sus cuatro hombres más cercanos asumieran la culpa por decir la verdad. Durante la reunión importante con Nixon el 15 de abril de 1973, Dean no sabía lo profundo que era el conocimiento del presidente y su participación en el encubrimiento de Watergate. Fue durante esta reunión que Dean sintió que estaba siendo grabado. Se preguntó si esto se debía a la forma en que Nixon estaba hablando, como si estuviera tratando de recordar conversaciones anteriores sobre la recaudación de fondos. Dean mencionó esta observación mientras testificaba ante el Comité del Senado sobre Watergate, revelando el hilo de las conversaciones grabadas que desentrañarían el plan secreto.
Dos días después, Dean le dijo a Nixon que había estado cooperando con los abogados de Estados Unidos. Ese mismo día, los abogados estadounidenses le dijeron a Nixon que Haldeman, Ehrlichman, Dean y otros funcionarios de la Casa Blanca estaban implicados en el encubrimiento.
El 30 de abril, Nixon pidió la renuncia de Haldeman y Ehrlichman, dos de sus ayudantes más influyentes. Más tarde fueron acusados, condenados y finalmente sentenciados a prisión. Pidió la renuncia del fiscal general Kleindienst, para asegurarse de que nadie pudiera decir que su amistad con Haldeman y Ehrlichman podía interpretarse como un conflicto. Despidió al abogado de la Casa Blanca, John Dean, quien continuó testificando ante el Comité de Watergate del Senado y dijo que creía y sospechaba que las conversaciones en la Oficina Oval estaban siendo grabadas. Esta información se convirtió en la "bomba" que ayudó a obligar a Richard Nixon a renunciar en lugar de ser acusado.
Ehrlichman, quien escribió desde prisión para las revistas New West y New York en 1977, afirmó que Nixon le había ofrecido una gran suma de dinero. Nixon negó todo.
El presidente anunció las renuncias en un discurso dirigido al pueblo estadounidense:
En una de las decisiones más difíciles de mi presidencia, acepté la renuncia de dos de mis colaboradores más cercanos en la Casa Blanca, Bob Haldeman, John Ehrlichman, dos de los mejores servidores públicos que he tenido el privilegio de conocer. Puesto que el fiscal general Kleindienst, a pesar de ser un servidor público distinguido, mi amigo personal durante 20 años, sin ninguna participación personal en este asunto ha sido un estrecho colaborador personal y profesional de algunos de los que están involucrados en este caso, también era necesario nombrar un nuevo fiscal. El abogado del presidente, John Dean, también ha renunciado.
El mismo día, Nixon nombró a un nuevo fiscal general, Elliot Richardson, y le dio autoridad para designar un abogado especial para la investigación de Watergate que sería independiente de la jerarquía regular del Departamento de Justicia. En mayo de 1973, Richardson nombró a Archibald Cox para el puesto.
Las cintas de Watergate y las audiencias
El 7 de febrero de 1973, el Senado de los Estados Unidos votó 77-0 para aprobar una resolución y establecer un comité especial para investigar el robo de Watergate. Sam Ervin fue nombrado presidente al día siguiente. Las audiencias realizadas por el comité, en las que testificaron Dean y otros exfuncionarios del gobierno, fueron transmitidas del 17 de mayo al 7 de agosto de 1973. Las tres cadenas de televisión principales en ese momento acordaron turnarse para cubrir las audiencias en vivo cada tercer día. Se estima que el 85% de los estadounidenses con televisores sintonizaron al menos una parte de las audiencias.
El viernes 13 de julio de 1973, durante una entrevista preliminar, el abogado de la minoría Donald Sanders le preguntó al asistente de la Casa Blanca, Alexander Butterfield, si había algún tipo de sistema de grabación en la Casa Blanca. Butterfield dijo que no quería responder, pero finalmente declaró que había un nuevo sistema en la Casa Blanca que grababa automáticamente todo en el Despacho Oval, la Sala del Gabinete y otros lugares, así como la oficina privada de Nixon en el Old Executive Office Building.
El lunes 16 de julio de 1973, frente a una audiencia televisada en vivo, el consejero principal de la minoría, Fred Thompson, le preguntó a Butterfield si estaba "enterado de la instalación de cualquier dispositivo de escucha en el Despacho Oval del presidente". La revelación de Butterfield sobre el sistema de grabación cambió la investigación de Watergate. Cox inmediatamente ordenó la entrega de las cintas, al igual que el Senado, pero Nixon se negó a entregarlas, citando su privilegio como presidente, y ordenó a Cox que retirara su solicitud. Cox se negó.
La "Masacre del Sábado por la Noche"
El 20 de octubre de 1973, después de que Cox se negara a retirar la solicitud, Nixon ordenó al fiscal general Elliot Richardson, y luego al delegado de Richardson, William Ruckelshaus, que despidieran al fiscal especial. Richardson y Ruckelshaus se negaron a despedir a Cox y renunciaron en protesta. La búsqueda de Nixon de alguien en el Departamento de Justicia dispuesto a despedir a Cox terminó con el procurador general Robert Bork. Aunque Bork afirmó creer que la orden de Nixon era válida y apropiada, consideró renunciar para evitar ser "percibido como un hombre que cumplió órdenes del presidente para salvar su trabajo". Sin embargo, Bork llevó a cabo la orden presidencial y despidió al fiscal especial.
Estas acciones recibieron muchas críticas del público. Respondiendo a las acusaciones de posibles malas acciones, frente a 400 editores de Associated Press en Disney's Contemporary Resort el 17 de noviembre de 1973, Nixon declaró con énfasis: "No soy un ladrón". Necesitaba permitir que Bork designara a un nuevo fiscal especial; Bork eligió a Leon Jaworski para continuar la investigación.
Acciones legales contra miembros del gobierno de Nixon
El 1 de marzo de 1974, un gran jurado en Washington D. C., acusó a varios ex ayudantes del presidente Nixon, conocidos como "Los siete de Watergate": Haldeman, Ehrlichman, Mitchell, Charles Colson, Gordon C. Strachan, Robert Mardian y Kenneth Parkinson, por conspirar para obstaculizar la investigación de Watergate. El gran jurado nombró en secreto al presidente Nixon como un co-conspirador no acusado. El fiscal especial los disuadió de una acusación contra Nixon, argumentando que un presidente solo puede ser procesado después de que deje el cargo. John Dean, Jeb Stuart Magruder y otras figuras ya se habían declarado culpables. El 5 de abril de 1974, Dwight Chapin, el exsecretario de nombramientos de Nixon, fue condenado por mentir al gran jurado. Dos días después, el mismo gran jurado acusó a Ed Reinecke, el gobernador de California, de tres cargos de mentir bajo juramento ante el comité del Senado.
Publicación de las transcripciones
El gobierno de Nixon tuvo problemas para decidir qué materiales publicar. Todas las partes involucradas acordaron que toda la información importante debería ser revelada. Si debían publicar el lenguaje fuerte o inapropiado sin editar, dividió a sus asesores. Su equipo legal prefería publicar las cintas sin editar, mientras que el secretario de prensa Ron Ziegler prefería usar una versión editada donde una versión censurada reemplazaría el material original. Después de varias semanas de debate, decidieron lanzar una versión editada. Nixon anunció la publicación de las transcripciones en un discurso a la nación el 29 de abril de 1974. Nixon señaló que cualquier audio relacionado con información de seguridad nacional podría ser eliminado de las cintas publicadas.
Al principio, Nixon ganó popularidad después de su discurso. Sin embargo, a medida que la gente leía las transcripciones durante las siguientes dos semanas, antiguos partidarios del público, de los medios de comunicación y de la comunidad política pidieron la renuncia o la destitución de Nixon. El vicepresidente Gerald Ford dijo: "Aunque puede ser fácil eliminar la caracterización de la página impresa, no podemos eliminar la caracterización de la mente de la gente con un gesto de la mano". El líder republicano del Senado, Hugh Scott, dijo que las transcripciones revelaron una actuación "deplorable, desagradable, despreciable e inmoral" por parte del presidente y sus ex ayudantes. El líder republicano de la Cámara de Representantes, John Jacob Rhodes, estuvo de acuerdo con Scott, y Rhodes recomendó que si la imagen de Nixon seguía empeorando, "debería considerar renunciar como una opción posible".
Los editores de Chicago Tribune, un periódico que había apoyado a Nixon, escribieron: "No tiene humor hasta el punto de ser inhumano, es engañoso, dudoso, usa lenguaje fuerte, se deja llevar, muestra lagunas desalentadoras en el conocimiento, sospecha de su personal, su lealtad es mínima". El Providence Journal escribió: "Leer las transcripciones es una experiencia que da náuseas: uno termina sintiéndose impuro". Este periódico continuó diciendo que, aunque las transcripciones no revelaron un crimen que justificara la acusación, mostraron a Nixon despreciando a Estados Unidos, sus instituciones y su gente. Según la revista Time, los líderes del Partido Republicano en el oeste de Estados Unidos sentían que, aunque había un número significativo de personas leales a Nixon en el partido, la mayoría creía que Nixon debía renunciar lo antes posible. Estaban preocupados por el lenguaje fuerte y el tono grosero y vengativo de las conversaciones en las transcripciones.
La Corte Suprema interviene
La cuestión del acceso a las cintas llegó a la Corte Suprema de los Estados Unidos. El 24 de julio de 1974, en el caso Estados Unidos contra Nixon, la Corte, que no incluía a William Rehnquist (quien había sido nombrado recientemente por Nixon y había sido procurador general adjunto en el Departamento de Justicia de Nixon), dictaminó por unanimidad que las afirmaciones de privilegio ejecutivo sobre las cintas no eran válidas. Ordenaron al presidente que las entregara al fiscal especial. El 30 de julio de 1974, el presidente Nixon cumplió con la orden y publicó las cintas solicitadas para el público.
Revelación de las cintas
Las cintas revelaron varias conversaciones clave que tuvieron lugar entre el presidente y su abogado, John Dean, el 21 de marzo de 1973. En esta conversación, Dean resumió muchos aspectos del caso Watergate y se centró en el encubrimiento posterior, describiéndolo como un "cáncer en la presidencia". Al equipo del robo se le estaba pagando por su silencio y Dean declaró: "Esa es la 'cosa' más problemática después, porque Bob [Haldeman] está involucrado en eso, John [Ehrlichman] está involucrado en eso, yo estoy involucrado en eso, Mitchell está involucrado en eso, y eso es una obstrucción de la justicia". Dean continuó diciendo que Howard Hunt estaba pidiendo dinero a la Casa Blanca a cambio de no revelar algo; Nixon respondió que el dinero debía ser pagado: "... solo mirando el problema inmediato, ¿no tienes que manejar la situación financiera de Hunt pronto?... tienes que mantener la tapa en la botella, para tener alguna opción".
En el momento de la acusación inicial del Congreso, no se sabía si Nixon había conocido y aprobado los pagos a los acusados de Watergate antes de esta conversación. La conversación de Nixon con Haldeman el 1 de agosto de 1972, es una de varias que establece que sí lo hizo. Nixon afirma: "Bueno... tienen que ser pagados, eso es todo, hay que pagarlos". Durante el debate del congreso sobre la acusación, algunos creían que la acusación requería un crimen. El acuerdo del presidente Nixon para hacer los pagos fue considerado un acto para obstruir la justicia.
El 7 de diciembre de 1973, los investigadores encontraron que una parte de 18 minutos y medio de una cinta grabada había sido borrada. Rose Mary Woods, la secretaria personal de Nixon, dijo que había borrado accidentalmente la cinta al presionar el pedal equivocado en su reproductor de cintas mientras contestaba el teléfono. La prensa publicó fotos de la situación, mostrando que era poco probable que Woods contestara el teléfono mientras mantenía el pie en el pedal, a lo que se le conoció como "el estiramiento de Rose Mary". Un análisis forense posterior en 2003 determinó que la cinta había sido borrada en varios segmentos, al menos cinco y quizás hasta nueve.
Investigaciones finales y renuncia de Nixon
La situación de Nixon era cada vez más difícil. El 6 de febrero de 1974, la Cámara de Representantes aprobó darle al Comité Judicial autoridad para investigar la posibilidad de quitar al presidente de su cargo. El 27 de julio de 1974, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes votó 27-11 para recomendar el primer cargo contra el presidente: obstrucción a la justicia. La Cámara recomendó el segundo cargo: abuso de poder, el 29 de julio de 1974. Al día siguiente, el 30 de julio de 1974, la Cámara recomendó el tercer cargo: desprecio al Congreso. El 20 de agosto de 1974, la Cámara autorizó la impresión del informe del Comité H. Rept. 93-1305, que incluía el texto de la resolución que acusaba a Nixon y exponía los cargos contra él.
La cinta "pistola humeante"
El 5 de agosto de 1974, la Casa Blanca publicó una cinta de audio previamente desconocida, grabada el 23 de junio de 1972. Grabada solo unos días después del robo, documentó las etapas iniciales del encubrimiento: reveló que Nixon, Swingle y Haldeman habían tenido una reunión en la Oficina Oval donde discutieron cómo impedirían que el FBI continuara su investigación del robo, y reconocieron que existía un alto riesgo de que su posición en el escándalo pudiera ser revelada.
Haldeman presentó el tema de la siguiente manera:
... En lo que respecta al robo demócrata, volvemos al problema de que el FBI no está bajo control, porque Gray no sabe exactamente cómo controlarlos y su investigación ahora les está dando resultados, ya que pudieron rastrear el dinero... y se nos está saliendo de las manos.
Haldeman le explicó a Nixon el plan de encubrimiento: "La forma de manejar esto ahora, es hacer que Walters [CIA] llame a Pat Grey [FBI] y que le diga, 'No te metas en esto... esto es un asunto entre nosotros y no queremos que vayas más allá', lo cual no es nada que llame la atención".
El presidente Nixon aprobó el plan, y después de que le dieran más información sobre la participación de su campaña en el robo, le dijo a Haldeman: "Está bien, está bien, lo entiendo todo. No dudaremos de Mitchell y el resto". Volviendo al uso de la CIA para obstaculizar al FBI, él instruyó a Haldeman: "Los llamas. Bueno, buen trato, juega duro, así es como se hace y así es como lo vamos a hacer".
Nixon negó que esto fuera una obstrucción a la justicia, ya que sus instrucciones hicieron que la CIA informara al FBI que no había problemas de seguridad nacional. Nixon instó al FBI a seguir adelante con la investigación cuando expresaron su preocupación por la interferencia.
Antes de la publicación de esta cinta, el presidente Nixon había negado cualquier participación en el escándalo. Afirmó que no había motivos políticos en sus instrucciones a la CIA y afirmó que no tenía conocimiento antes del 21 de marzo de 1973 de la participación de altos funcionarios de campaña como John Mitchell. El contenido de esta cinta convenció a los propios abogados de Nixon, Fred Buzhardt y James St. Clair, de que "el presidente ha mentido a la nación, a sus colaboradores más cercanos y a sus propios abogados, por más de dos años". La cinta, que Barber Conable llamó "arma humeante", demostró que Nixon había estado involucrado en el encubrimiento desde el principio. (El término "arma o pistola humeante" se refiere a una prueba irrefutable).
En la semana anterior a la renuncia de Nixon, Ehrlichman y Haldeman intentaron sin éxito que Nixon les concediera perdones, que les había prometido antes de sus renuncias en abril de 1973.
La renuncia de Nixon


La publicación de la cinta "pistola humeante" arruinó la carrera política de Nixon. Los diez congresistas que habían votado en contra de los tres cargos en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes anunciaron que todos apoyarían el proceso para quitarlo de su cargo cuando se votara en el pleno.
Además, Rhodes, líder del partido de Nixon, declaró que votaría a favor del juicio político, ya que "ocultar actos ilegales y usar agencias federales para esos fines, no puede ser tolerado ni perdonado".
En la noche del 7 de agosto de 1974, los senadores Barry Goldwater y Hugh Scott y el representante John Rhodes se reunieron con Nixon en el Despacho Oval. Scott era el líder de la minoría en el Senado, Rhodes, líder de la minoría de la Cámara, y Goldwater asistió como un político experimentado. Los tres congresistas le dijeron a Nixon que retirarían su apoyo en el Congreso. Rhodes le dijo a Nixon que seguramente enfrentaría un juicio político cuando se votaran los cargos en la Cámara. Según un estimado, no más de 75 representantes estaban dispuestos a votar en contra del juicio político. Goldwater y Scott le dijeron al presidente que había suficientes votos en el Senado para condenarlo, y que un máximo de 15 senadores estaban dispuestos a votar por la absolución, ni siquiera la mitad de los 34 votos necesarios para que permaneciera en el cargo.
Al darse cuenta de que no tenía posibilidades de permanecer en el cargo y que la opinión pública no lo apoyaba, Nixon decidió renunciar. En un discurso televisado a nivel nacional desde el Despacho Oval en la tarde del 8 de agosto de 1974, el presidente dijo, en parte:
En todas las decisiones que he tomado en mi vida pública, siempre he tratado de hacer lo mejor para la nación. Durante el largo y difícil período de Watergate, he sentido que era mi deber perseverar, hacer todos los esfuerzos posibles para completar el mandato al que se me eligió. En los últimos días, sin embargo, se ha hecho evidente que ya no tengo una base política suficientemente fuerte en el Congreso para justificar la continuación de ese esfuerzo. Mientras existiera tal base, sentí firmemente que era necesario llevar a cabo el proceso constitucional hasta su conclusión, que hacer lo contrario sería desleal al objetivo de ese proceso deliberadamente difícil y un precedente peligrosamente desestabilizante para el futuro...
Habría preferido seguir [con mi mandato] hasta concluirlo, sin importar ningún sacrificio personal que hubiera implicado, y mi familia unánimemente me instó a hacerlo. Pero el interés de la nación debe siempre anteponerse a cualquier consideración personal. Del diálogo que he tenido con diversos líderes, incluidos los del Congreso, he llegado a la conclusión de que debido al asunto Watergate, tal vez no cuente con el apoyo del Congreso, el cual considero necesario para respaldar decisiones difíciles y llevar a cabo los deberes de mi cargo en la forma en que los intereses de la nación requieren. Nunca he sido de los que se rinden. Es extraño para todos mis instintos dejar el cargo antes de que termine mi mandato. Pero como presidente, debo anteponer el interés de los Estados Unidos de América, que necesita un presidente y un Congreso de tiempo completo, particularmente en este momento con problemas que enfrentamos en nuestro país y en el extranjero. Continuar luchando por mi reivindicación personal durante los meses venideros, absorbería casi totalmente el tiempo y la atención tanto del presidente como del Congreso en un período en que todo nuestro enfoque debería estar en los grandes temas de la paz en el extranjero y la prosperidad sin inflación en nuestro país. Por lo tanto, renunciaré a la presidencia a partir del mediodía de mañana. Le será tomado el juramento al vicepresidente Ford como presidente, a esa hora en esta oficina.
La mañana en que su renuncia entró en vigor, el presidente junto a su esposa, Pat Nixon y su familia, se despidió del personal de la Casa Blanca en el Ala oeste. Un helicóptero los llevó de la Casa Blanca a la Base Aérea Andrews, en Maryland. Más tarde, Nixon escribió que pensaba: "A medida que el helicóptero avanzaba hacia [la base aérea] Andrews, me di cuenta que no pensaba en el pasado, sino en el futuro. ¿Qué podría hacer ahora?" En Andrews, él y su familia abordaron el Air Force One para dirigirse a la Estación Aérea del Cuerpo de Marines de El Toro, en California, y luego fueron transportados a su casa en San Clemente.
El perdón a Nixon por el presidente Ford
Con la renuncia del presidente Nixon, el Congreso abandonó su proceso para quitarlo del cargo. La investigación penal aún era una posibilidad tanto a nivel federal como estatal. Nixon fue sucedido por el vicepresidente Gerald Ford como presidente, quien el 8 de septiembre de 1974, emitió un indulto completo e incondicional a Nixon. Esto lo eximía de las consecuencias de cualquier crimen que hubiera "cometido o en el que pudo haber participado" como presidente. En una transmisión televisada a la nación, Ford explicó que sentía que el perdón era lo mejor para el país. Dijo que la situación de la familia Nixon "es una tragedia estadounidense en la que todos hemos desempeñado un papel, que podría seguir y seguir, o alguien debe cerrar el caso". "He llegado a la conclusión de que solo yo puedo hacer eso, y si puedo, debo hacerlo".
Nixon proclamó su inocencia hasta su muerte en 1994. En su respuesta oficial al indulto, dijo que "estaba equivocado al no actuar de manera más decisiva y más directa en el asunto Watergate, particularmente cuando llegó a la etapa de procedimientos judiciales y pasó de ser un problema político a una tragedia nacional".
Algunas personas han argumentado que perdonar a Nixon contribuyó a la derrota del presidente Ford en la elección presidencial de 1976. Las acusaciones de un acuerdo secreto hecho con Ford, prometiendo un perdón a cambio de la renuncia de Nixon, llevaron a Ford a declarar ante el Comité Judicial de la Cámara el 17 de octubre de 1974.
En su autobiografía A Time to Heal (Tiempo para sanar), Ford escribió sobre una reunión que tuvo con el jefe de Gabinete de Nixon, Alexander Haig. Haig explicaba lo que él y el personal de Nixon consideraban como las únicas opciones de Nixon: intentar revertir la acusación y luchar contra un veredicto condenatorio en el Senado, o renunciar. Si decidía renunciar, podría retrasar su renuncia hasta ya entrado el proceso de destitución, para mientras intentar llegar a un acuerdo en el Congreso para que solo recibiera un voto de censura (o amonestación), o para perdonarse a sí mismo y renunciar. Haig le dijo a Ford que algunos miembros del personal de Nixon sugirieron que este podría aceptar renunciar a cambio de un acuerdo en el que Ford le otorgaría el perdón.
Haig puso énfasis en que estas no eran sugerencias personales. No identificó a los miembros del personal y dejó muy claro que no se inclinaba por ninguna opción. Lo que él quería saber era si mi evaluación general de la situación estaba de acuerdo con la suya... luego me preguntó si tenía alguna sugerencia sobre qué acciones podría tomar el presidente. No pensé que fuera apropiado que yo hiciera ninguna recomendación, y así se lo hice saber. —Gerald Ford, A Time to Heal.

Consecuencias del escándalo
Acciones legales y efecto en la profesión de abogado
Charles Colson se declaró culpable de los cargos relacionados con el caso Daniel Ellsberg. A cambio, se retiró la acusación contra él por ocultar las actividades del Comité para la reelección del Presidente. Los cinco miembros restantes de los siete de Watergate procesados en marzo fueron juzgados en octubre de 1974. El 1 de enero de 1975, todos excepto Parkinson fueron encontrados culpables. En 1976, el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos ordenó un nuevo juicio para Mardian; posteriormente, todos los cargos contra él fueron retirados.
Haldeman, Ehrlichman y Mitchell agotaron sus apelaciones en 1977. Ehrlichman entró en prisión en 1976, seguido por los otros dos en 1977. Dado que Nixon y muchos altos funcionarios involucrados en Watergate eran abogados, el escándalo dañó gravemente la imagen pública de la profesión legal.
El escándalo de Watergate resultó en la acusación de 69 funcionarios del gobierno, de los cuales 48 fueron declarados culpables, entre ellos:
- John N. Mitchell, fiscal general de los Estados Unidos, quien renunció para convertirse en director del Comité para la reelección del Presidente, condenado por mentir bajo juramento sobre su participación en el robo de Watergate. Cumplió 19 meses de una sentencia de uno a cuatro años.
- Richard Kleindienst, fiscal general, condenado por "negarse a responder a preguntas" (desacato al tribunal); Recibió un mes en la cárcel.
- Jeb Stuart Magruder, Subdirector del Comité de reelección del presidente, se declaró culpable de un cargo de conspiración por el robo y fue condenado a 10 meses a cuatro años de prisión, de los cuales cumplió siete meses antes de ser liberado.
- Frederick C. LaRue, asesor de John Mitchell, condenado por obstrucción a la justicia. Cumplió cuatro meses y medio.
- H. R. Haldeman, jefe de Gabinete de Nixon, condenado por conspiración al robo, obstrucción de la justicia y mentir bajo juramento. Cumplió 18 meses en prisión.
- John Ehrlichman, abogado de Nixon, condenado por conspiración al robo, obstrucción de la justicia y mentir bajo juramento. Cumplió 18 meses en prisión.
- Egil Krogh, ayudante de John Ehrlichman, condenado a seis meses.
- John W. Dean III, abogado de Nixon, condenado por obstrucción de la justicia, posteriormente reducido a delitos graves y condenado a tiempo ya cumplido, que ascendió a 4 meses.
- Dwight L. Chapin, ayudante adjunto de Nixon, condenado por mentir bajo juramento.
- Herbert W. Kalmbach, abogado personal de Nixon, condenado por campaña ilegal.
- Charles Colson, abogado especial de Nixon, condenado por obstrucción a la justicia. Sirvió 7 meses en la prisión Federal Maxwell.
- Herbert L. Porter, asistente del Comité de reelección del presidente. Condenado por mentir bajo juramento.
Las condenas entre los miembros del equipo de "robo" de Watergate incluyeron:
- G. Gordon Liddy, Grupo de Investigaciones Especiales, condenado por haber cometido un robo, y sentencia original de hasta 20 años de prisión. Cumplió 4 años y medio en una prisión federal.
- E. Howard Hunt, consultor de seguridad, condenado por haber dirigido y supervisado el robo, sentencia original de hasta 35 años de prisión. Cumplió 33 meses en prisión.
- James W. McCord Jr., condenado por seis cargos de robo, conspiración y espionaje telefónico. Cumplió 2 meses en la cárcel.
- Virgilio González, condenado por robo, sentencia original de hasta 40 años de prisión. Cumplió 13 meses en prisión.
- Bernard Barker, condenado por robo, sentencia original de hasta 40 años de prisión. Cumplió 18 meses en prisión.
- Eugenio Martínez, condenado por robo, sentencia original de hasta 40 años de prisión. Cumplió 15 meses de prisión.
- Frank Sturgis, condenado por robo, sentencia original de hasta 40 años de prisión. Cumplió 10 meses en prisión.
Para evitar que el público exigiera una regulación federal directa de los abogados (en lugar de dejarla en manos de asociaciones de abogados o tribunales estatales), la Asociación Americana de Abogados (ABA) lanzó dos reformas importantes. Primero, la ABA decidió que su modelo de Código de Responsabilidad Profesional (creado en 1969) había fallado. En 1983 lo reemplazó con las Reglas Modelo de Conducta Profesional. El MRPC ha sido adoptado en parte o en su totalidad por 49 estados. Su introducción contiene un recordatorio de que la profesión de abogado solo puede seguir gobernándose si los abogados se comportan correctamente. Segundo, la ABA exigió que los estudiantes de derecho en las escuelas de abogados aprobadas por la ABA tomaran un curso de responsabilidad profesional (lo que significa que deben estudiar el MRPC). Este requisito sigue vigente.
Los días 24 y 25 de junio de 1975, Nixon prestó testimonio secreto ante un gran jurado. Nixon respondió a preguntas sobre la cinta borrada de 18 minutos y medio, la alteración de las transcripciones de la Casa Blanca entregadas al Comité Judicial de la Cámara, el uso del Servicio de Impuestos Internos para investigar a opositores políticos y una contribución de $100,000 del multimillonario Howard Hughes. El historiador Stanley Kutler, quien ha escrito varios libros sobre Nixon y Watergate y logró la publicación pública de las cintas de la Casa Blanca en 1996, también solicitó la publicación de las transcripciones del testimonio de Nixon ante el gran jurado.
El 29 de julio de 2011, el juez de distrito Royce Lamberth concedió la solicitud de Kutler, diciendo que los intereses históricos protegían la privacidad, especialmente considerando que Nixon y otras figuras clave habían fallecido y que la mayoría de las figuras sobrevivientes habían testificado bajo juramento. Las transcripciones no se entregaron de inmediato a la espera de la decisión del gobierno de apelar. Fueron liberadas en su totalidad el 10 de noviembre de 2011, aunque los nombres de las personas aún vivas fueron cambiados.
El profesor de la Universidad de Texas A&M Central, Luke Nichter, escribió al juez principal de la corte federal en Washington para liberar cientos de páginas de registros sellados de los siete de Watergate. En junio de 2012, el Departamento de Justicia de Estados Unidos escribió al tribunal que no se opondría a su liberación con algunas excepciones. El 2 de noviembre de 2012, los expedientes de juicio de Watergate para G. Gordon Liddy y James McCord fueron desclasificados por el juez federal Royce Lamberth.
Repercusiones políticas y culturales
Según Thomas J. Johnson, profesor de periodismo en la Universidad de Texas en Austin, el Secretario de Estado Henry Kissinger predijo durante los últimos días de Nixon que la historia recordaría a Nixon como un gran presidente y que Watergate sería relegado a una "nota menor".
Cuando el Congreso investigó el alcance de los poderes legales del presidente, descubrió que los gobiernos presidenciales consecutivos habían declarado a Estados Unidos en un estado de emergencia permanente desde 1950. El Congreso promulgó la Ley Nacional de Emergencias en 1976 para regular esas declaraciones. El escándalo de Watergate dejó tal impresión que muchos problemas desde entonces han sido etiquetados con el sufijo "gate".
Varios lemas contra Ford durante la elección presidencial de 1976 hicieron referencia al escándalo. Por ejemplo, en uno de ellos se leía "Gerald... ¡Perdóname!" y representaba a un ladrón intentando abrir una caja fuerte etiquetada "Watergate".
El disgusto por las revelaciones sobre Watergate, el Partido Republicano y Nixon afectó fuertemente los resultados de las elecciones de noviembre de 1974 en el Senado y la Cámara de Representantes, que tuvieron lugar tres meses después de la renuncia de Nixon. Los demócratas ganaron cinco asientos en el Senado y cuarenta y nueve en la Cámara (los recién llegados fueron apodados "Bebés de Watergate"). El Congreso aprobó leyes para cambiar la financiación de las campañas, modificar la Ley de Libertad de Información, y exigir revelaciones financieras de funcionarios gubernamentales clave (a través de la Ley de Ética en el Gobierno). Otros tipos de revelaciones, como la publicación de formularios recientes de impuestos sobre la renta, se hicieron esperar, aunque no eran legalmente requeridos. Presidentes desde Franklin D. Roosevelt habían grabado muchas de sus conversaciones, pero la práctica supuestamente terminó después de Watergate.
El perdón de Ford a Nixon jugó un papel importante en su derrota en la elección presidencial de 1976 contra Jimmy Carter.
En 1977, Nixon organizó una entrevista con el periodista británico David Frost con la esperanza de mejorar su imagen. Basado en una entrevista previa en 1968, creía que Frost sería un entrevistador fácil y se sorprendió por sus preguntas incisivas. La entrevista mostró todo el escándalo al pueblo estadounidense, y Nixon se disculpó formalmente, pero su legado siguió manchado.
Después de Watergate, "seguir el dinero" se convirtió en parte del lenguaje estadounidense y se cree ampliamente que fue pronunciado por Mark Felt a Woodward y Bernstein. La frase nunca fue utilizada en el libro de 1974 "Todos los hombres del presidente" y no se asoció con él hasta que la película del mismo nombre se estrenó en 1976.
¿Cuál fue el propósito del robo?
A pesar del enorme impacto del escándalo de Watergate, el propósito de la entrada ilegal a las oficinas del Comité Nacional Demócrata nunca se ha establecido de manera definitiva. Los registros del juicio de Estados Unidos contra Liddy, hechos públicos en 2013, mostraron que cuatro de los cinco ladrones testificaron que les dijeron que la operación de la campaña esperaba encontrar pruebas que vincularan la financiación cubana a las campañas demócratas. La hipótesis de largo plazo sugiere que el objetivo del asalto fue en las oficinas de Larry O'Brien, el presidente del Comité Nacional Demócrata. Sin embargo, el nombre de O'Brien no estaba en la lista de objetivos de Alfred C. Baldwin III, la cual salió a la luz en 2013. Entre los enumerados estaban el funcionario principal R. Spencer Oliver, la secretaria de Oliver Ida "Maxine" Wells, el compañero de trabajo Robert Allen y la secretaria Barbara Kennedy.
Basado en estas revelaciones, el profesor de historia de Texas A & M, Luke Nichter, quien había solicitado con éxito la publicación de la información, argumentó que Woodward y Bernstein se equivocaron al concluir, basándose en gran parte en la palabra de James McCord, que el objetivo era intervenir el teléfono de O'Brien para reunir información política y financiera sobre los demócratas. Sin embargo, Nichter reconoció que la teoría de Woodward y Bernstein sobre O'Brien como objetivo no podría ser rechazada a menos que se divulgara información sobre lo que Baldwin escuchó en sus escuchas de conversaciones.
En 1968, O'Brien fue nombrado por el vicepresidente Hubert Humphrey para actuar como director nacional de la campaña presidencial de Humphrey y, por separado, por Howard Hughes para servir como cabildero de la política pública de Hughes en Washington. O'Brien fue elegido presidente nacional del Comité Nacional Demócrata en 1968 y 1970. A finales de 1971, el hermano del presidente, Donald Nixon, estaba recopilando información para su hermano en ese momento y le preguntó a John H. Meier, un consejero de Howard Hughes, acerca de O'Brien. En 1956, Donald Nixon había pedido prestados $205,000 dólares de Howard Hughes y nunca había reembolsado el préstamo. La existencia del préstamo salió a la luz durante la campaña presidencial de 1960, avergonzando a Richard Nixon y convirtiéndose en un problema político. Según el autor Donald M. Bartlett, Richard Nixon haría lo que fuera necesario para evitar otra vergüenza familiar. De 1968 a 1970, Hughes retiró casi medio millón de dólares del Banco Nacional de Comercio de Texas para contribuciones tanto a los demócratas como a los republicanos, incluyendo a los candidatos presidenciales Humphrey y Nixon. Hughes quería que Donald Nixon y Meier participaran, pero Nixon se opuso a esto.
Meier le dijo a Donald que estaba seguro de que los demócratas ganarían las elecciones porque tenían mucha información sobre los tratos ilegales de Richard Nixon con Hughes que nunca habían sido puestos en libertad, y que residía con Larry O'Brien. Según Fred Emery, O'Brien había sido un cabildero de Hughes en un Congreso controlado por los demócratas, y la posibilidad de que se enterara de las contribuciones ilegales de Hughes a la campaña de Nixon eran demasiado peligrosas para Nixon.
James F. Neal, quien procesó a los 7 de Watergate, no creía que Nixon hubiera ordenado el robo debido a la reacción sorprendida de Nixon cuando se lo informaron.
Reacciones internacionales al escándalo
China
El entonces primer ministro chino Zhou Enlai dijo en octubre de 1973 que el escándalo no afectó las relaciones entre China y Estados Unidos. Según el entonces primer ministro tailandés, Kukrit Pramoj, de Tailandia, en julio de 1975, el presidente Mao Zedong calificó el escándalo de Watergate como "el resultado de 'demasiada libertad de expresión política en Estados Unidos'". Mao lo calificó como "una indicación del aislacionismo estadounidense, que consideraba 'desastroso' para Europa". Dijo además: "¿Realmente los estadounidenses quieren ser aislacionistas?... En las dos guerras mundiales, los estadounidenses llegaron muy tarde, pero de todos modos, entraron. No han sido aislacionistas en la práctica".
Japón
En agosto de 1973, el entonces primer ministro Kakuei Tanaka dijo que el escándalo no tenía "influencia negativa en el liderazgo de los Estados Unidos en el mundo". Tanaka dijo además: "El papel central de los Estados Unidos no ha cambiado, por lo que a este asunto interno no se le permitirá tener un efecto". En marzo de 1975, el sucesor de Tanaka, Takeo Miki, dijo en una convención del Partido Liberal Democrático: "En el momento del asunto Watergate en Estados Unidos, me emocionó profundamente la escena del Comité Judicial de la Cámara, donde cada miembro del comité expresó su propio sentir basado en el espíritu de la Constitución Americana, y creo que fue esa actitud la que rescató la democracia americana".
Singapur
El entonces primer ministro Lee Kuan Yew dijo en agosto de 1973: "A medida que una revelación sorprendente sigue a otra en las audiencias del Senado de Watergate, cada vez es más claro que el Distrito de Columbia (Washington DC), hoy no está en posición de ofrecer el liderazgo moral o político y económico fuerte que sus amigos y aliados desean". Por otra parte, Lee dijo que el escándalo pudo haber llevado a Estados Unidos a disminuir sus intereses y compromisos en los asuntos mundiales, a debilitar su capacidad para hacer cumplir los Acuerdos de Paz de París sobre Vietnam y a no reaccionar ante violaciones de los Acuerdos. Lee dijo además que Estados Unidos "hace que el futuro de esta paz en Indonesia sea extremadamente sombrío, con graves consecuencias para los estados vecinos". Lee entonces culpó al escándalo por la inflación económica en Singapur porque el dólar de Singapur estaba atado al dólar de Estados Unidos en ese entonces, suponiendo que el dólar de los EE. UU. fuera más fuerte que la libra esterlina británica.
Unión Soviética
En junio de 1973, cuando Brezhnev llegó a los Estados Unidos para tener una reunión de una semana con el presidente Nixon, Brezhnev dijo a la prensa: "No tengo intención de referirme a ese asunto—[el Watergate]. Sería completamente inapropiado para mí referirme a ella... Mi actitud hacia el Sr. Nixon es de gran respeto". Cuando un reportero sugirió que el presidente Nixon y su posición con Brezhnev estaban "debilitados" por el escándalo, Brezhnev respondió: "No me importa pensar si el señor Nixon ha perdido o ha ganado influencia debido al asunto". Luego dijo además que había respetado a Nixon por el "enfoque realista y constructivo de Nixon a las relaciones Unión Soviética-Estados Unidos... pasando de una era de confrontación a una era de negociaciones entre naciones".
Reino Unido
Las conversaciones entre Nixon y el primer ministro Edward Heath pueden haber sido escuchadas. Heath no mostró públicamente su enojo, con sus ayudantes diciendo que no estaba preocupado por haber sido escuchado en la Casa Blanca. Según los funcionarios, Heath comúnmente tenía notas tomadas de sus discusiones públicas con Nixon, así que una grabación no lo habría molestado. Sin embargo, los funcionarios afirmaron en privado que si conversaciones privadas con Nixon eran escuchadas, entonces Heath estaría indignado. Aun así, Heath estaba indignado en privado por haber sido grabado sin su conocimiento previo.
Otras reacciones internacionales
El iraní Shah Mohammad Reza Pahlavi dijo a la prensa en 1973: "Quiero decir con énfasis... que todo lo que debilitaría o pondría en peligro el poder del Presidente para tomar decisiones en segundos, representaría un grave peligro para el mundo entero". Un alto funcionario keniano sin nombre del Ministerio de Asuntos Exteriores acusó al presidente Nixon de desinterés por África y su política y luego dijo: "El presidente estadounidense está tan enredado en los problemas internos creados por Watergate que la política exterior parece haber pasado a un segundo plano". El dirigente cubano Fidel Castro dijo en su entrevista de diciembre de 1974 que, de los crímenes cometidos por exiliados cubanos, como matanzas, ataques a puertos cubanos y espionaje, los robos y las escuchas telefónicas de Watergate eran "probablemente el menor de ellos".
Reacciones internas
Después de la caída de Saigón, terminada la guerra de Vietnam, el secretario de Estado Henry Kissinger dijo en mayo de 1975 que, si el escándalo no hubiera causado la renuncia de Nixon y el Congreso no hubiera anulado el veto de Nixon a la Resolución de Poderes de Guerra, Vietnam del Norte podría no haber invadido Vietnam del Sur. Kissinger dijo al National Press Club en enero de 1977 que los poderes presidenciales de Nixon se debilitaron durante su mandato (confirmado por los medios de comunicación) "impidiendo que Estados Unidos aprovechara el escándalo".
El editor de The Sacramento Union, John P. McGoff, dijo en enero de 1975 que los medios de comunicación exageraron el escándalo, aunque lo llamó "un asunto importante", eclipsando temas más serios, como la economía en declive y la crisis energética.
Véase también
En inglés: Watergate scandal Facts for Kids
- Richard Nixon
- Plan Huston
- Ataque contra la caravana de Richard Nixon