Consecuencias de la expulsión de los moriscos para niños
Las consecuencias de la expulsión de los moriscos fueron muy importantes para la Monarquía Hispánica a principios del siglo XVII. Los historiadores han debatido mucho sobre cómo afectó esta medida a la población y a la economía.
Hoy en día, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que los efectos fueron diferentes según la región. Por ejemplo, en el norte de España, las consecuencias fueron casi nulas. En el resto de Castilla, se notaron en algunas zonas, pero no en todas. En Cataluña, el impacto fue mínimo. Sin embargo, en Aragón y, sobre todo, en el Reino de Valencia, los efectos fueron muy fuertes.
En general, no fue el desastre total que algunos historiadores del siglo XIX pensaron. Pero sí fue un factor importante que contribuyó a un periodo de dificultades económicas en el siglo XVII.
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¿Qué pensaban en aquella época?

Al principio, muchas personas intentaron minimizar el impacto de la expulsión. Incluso destacaron supuestos beneficios, como que los moriscos "solo buscaban quedarse con el dinero" o que "no gastaban lo que ganaban".
Por ejemplo, Cristóbal Pérez de Herrera, un escritor de la época, dijo que los moriscos no eran buenos para nada, solo para "recogernos el dinero" y "chupar de nuestros caudales". También Miguel de Cervantes, en su obra El coloquio de los perros, escribió que los moriscos "ganando siempre y gastando nunca llegan y amontonan la mayor cantidad de dinero que hay en España".
Sin embargo, la opinión empezó a cambiar cuando Felipe IV de España subió al trono. Él tuvo que tomar medidas para enfrentar los problemas económicos que la expulsión había causado. Por ejemplo, en 1622, tuvo que bajar los intereses de los préstamos porque muchas ciudades no podían pagarlos. Esto se debía a la pérdida de población económicamente activa, como eran los moriscos.
En 1625, las Cortes de Castilla pidieron una reducción de impuestos. Argumentaron que el comercio había disminuido mucho por la expulsión de los moriscos. Décadas después, un fraile llamado Juan de Solana culpó a la expulsión de la "decadencia de España". Dijo que, aunque fue una medida religiosa, "en lo temporal hicieron notable falta".
¿Cómo se estudió el tema después?
La idea de que la expulsión tuvo consecuencias negativas siguió creciendo en los siglos siguientes. Tanto los pensadores de la Ilustración en el siglo XVIII como los liberales del siglo XIX la vieron como algo desastroso para España. Sin embargo, usaban cifras muy exageradas sobre el número de moriscos expulsados.
El primer estudio más preciso lo hizo el historiador estadounidense Earl J. Hamilton en 1934. Él pensó que la expulsión no fue tan importante desde el punto de vista económico. Pero su idea fue discutida por el francés Henri Lapeyre. En 1959, Lapeyre publicó un libro donde demostró que se expulsó a unas 270.000 personas. Esto era el 4% de la población total. Aunque no parecía un porcentaje muy alto, era significativo porque casi todos los moriscos trabajaban.
Según Henri Lapeyre, así se distribuyeron los expulsados:
Valencia | 117.464 |
Aragón | 60.818 |
Cataluña | 3.716 |
Castilla La Vieja y Extremadura | 44.625 |
Murcia | 13.552 |
Andalucía occidental | 29.939 |
Granada | 2.026 |
Total | 270.140 |
Otros historiadores, como Antonio Domínguez Ortiz y Henry Kamen, han aumentado la cifra a unas 300.000 personas. Esto de una población morisca total de unas 320.000.
Los estudios más recientes se han centrado en el impacto por regiones. Esto es porque en el siglo XVII no existía una "economía española" unificada, sino varias economías regionales. Además, la población morisca estaba muy repartida. En algunas zonas, como el norte de Castilla, casi no había moriscos. En cambio, en el Reino de Aragón eran un sexto de la población, y en el Reino de Valencia, un tercio.
Consecuencias por regiones
¿Cómo afectó a la Corona de Castilla?
Después de la expulsión, algunas ciudades de Castilla se quejaron de la mala situación. Por ejemplo, Ávila y Toledo pidieron una reducción de impuestos. Valladolid también se quejó de la disminución de sus ingresos, ya que los moriscos eran quienes cultivaban las huertas. Ciudad Real también pidió rebajas porque perdieron a 5.000 personas que contribuían mucho a la economía.
En el Reino de Murcia, las consecuencias fueron más graves. Allí, el porcentaje de moriscos era mucho mayor. La capital perdió mil casas y 22 pueblos quedaron vacíos. La producción de seda también se vio muy afectada, ya que los moriscos eran expertos en este trabajo.
Para el reino de Granada, las consecuencias fueron menores. Esto se debe a que la expulsión de los moriscos de esta zona ya había ocurrido cuarenta años antes, después de la rebelión de las Alpujarras. En ese momento, sí se sintieron los efectos negativos. En 1609, la catedral de Almería se quejaba de la caída de sus ingresos. Esto se debía a que la repoblación con nuevos habitantes no había funcionado bien. Muchos de los nuevos pobladores abandonaron las tierras por las dificultades y la mala gestión de las autoridades.
¿Qué pasó en el Reino de Aragón?
Las consecuencias para el reino de Aragón fueron mucho más negativas que para Castilla. El reino perdió una sexta parte de su población. Pero en algunas zonas, como el valle del Ebro, el impacto fue mucho mayor. Algunos lugares quedaron completamente arruinados. Por ejemplo, en Muel, de mil moriscos, solo quedaron 16 vecinos.
La recuperación en Aragón fue muy lenta. Los moriscos eran expertos en el cultivo de regadío, y los nuevos pobladores no conocían estas técnicas. Además, los nuevos habitantes tuvieron que pagar las mismas rentas y cargas que los moriscos, lo que dificultó la recuperación.
Los expertos dicen que las consecuencias económicas fueron graves. Los efectos se extendieron y perjudicaron incluso a quienes no se sentían directamente afectados. Por ejemplo, el Consejo de Aragón pensó que la expulsión no afectaría los ingresos del arzobispado de Zaragoza. Pero cinco años después, reconocieron que sus ingresos habían bajado mucho.
¿Cómo afectó al Reino de Valencia?
Sin duda, el reino de Valencia fue el más afectado. Los moriscos representaban un tercio de su población. Unos 120.000 moriscos fueron expulsados, y otros 10.000 murieron o huyeron. Esto de una población total de unos 350.000 habitantes. La pérdida de población fue terrible, y tardó casi un siglo en recuperarse.
Los nuevos pobladores cristianos, que venían en su mayoría del mismo reino de Valencia, ocuparon las mejores tierras. Por eso, muchas aldeas de las zonas montañosas del interior quedaron vacías. En 1638, de 405 pueblos moriscos que había en 1609, 205 seguían deshabitados.
Las consecuencias para la agricultura fueron graves. La producción de caña de azúcar sufrió un golpe muy duro, y la cosecha de arroz disminuyó. Esto obligó a importar trigo de otras zonas. Sin embargo, la producción de seda no se vio afectada, y la de vino incluso aumentó.
Para los pequeños agricultores y artesanos, la expulsión de los moriscos significó la desaparición de algunos competidores. Pero sus esperanzas de que se anularían las deudas que tenían con los moriscos se vieron frustradas. La Corona decidió que esas deudas debían pagarse a los señores de los moriscos.
Los señores, tanto laicos como religiosos, deberían haber sido los más perjudicados al perder a sus vasallos. Por ejemplo, el ducado de Gandía perdió 13.000 moriscos. Sin embargo, muchos señores no salieron tan mal. Se quedaron con las tierras de los moriscos expulsados. Además, se redujeron los intereses de sus propias deudas. A los nuevos pobladores les impusieron condiciones similares a las que tenían los moriscos. Esto llevó a tensiones entre señores y campesinos.
En resumen, la expulsión de 1609 fue un contratiempo muy serio para Valencia, aunque con diferencias. Algunos grandes señores se beneficiaron, y muchos campesinos mejoraron. Pero muchos señores medianos y pequeños, y personas que habían invertido su dinero, sufrieron las consecuencias. El reino se recuperó poco a poco gracias a la exportación de vinos y sedas.
En 1850, el historiador Vicente Boix describió este episodio diciendo que "esta expulsión despobló el país, amenguó su agricultura, y le redujo a la impotencia".