Diáspora morisca para niños
La diáspora morisca se refiere a un gran movimiento de personas que ocurrió después de la expulsión de los moriscos ordenada por el rey Felipe III en 1609. La mayoría de los moriscos se dirigieron a territorios musulmanes en el norte de África, como Marruecos, Argel y Túnez. Algunos llegaron incluso hasta Turquía. Decenas de miles intentaron establecerse en países europeos como el Reino de Francia o en principados italianos, pero no lo lograron. Un grupo, a pesar de la prohibición, consiguió llegar a las Indias.
Contenido
La expulsión de los moriscos de España
Durante el siglo XVI, muchos moriscos dejaron los territorios de la Monarquía Hispánica. Esto se debió a la presión para que abandonaran sus costumbres y su fe, que muchos seguían practicando en secreto a pesar de ser oficialmente cristianos. Los moriscos, que eran descendientes de musulmanes convertidos al cristianismo, vivían bajo mucha presión.
La salida de los moriscos aumentó después de la derrota en la revuelta de las Alpujarras (1568-1571). El momento más importante fue la expulsión general ordenada por el rey Felipe III en 1609. Esta decisión significó una gran pérdida de población para España.
Lugares de paso
El Reino de Francia
Unos treinta mil moriscos intentaron establecerse en el sur de Francia. Sin embargo, solo unos pocos cientos pudieron quedarse. Las autoridades francesas pusieron muchos obstáculos. También hubo dificultades para que los moriscos se adaptaran a las costumbres locales.
Por ejemplo, un grupo de moriscos de Sevilla que estaba en Agde se quejaba de que los cerdos andaban libremente por las calles. Esto les causaba problemas con su vestimenta y su comida. Tuvieron que construir un horno especial para cocinar su propio pan y carne.
Los impedimentos legales fueron muy importantes, sobre todo después de la muerte del rey Enrique IV en 1610. Aunque al principio el rey había estado dispuesto a acogerlos, la gran cantidad de personas y la mala disposición de la gente hicieron que cambiara de opinión. Las autoridades regionales fueron aún más estrictas. Por ejemplo, el parlamento de Languedoc llegó a amenazar con castigos severos a quienes no quisieran irse.
Algunos capitanes de barcos se aprovecharon de la difícil situación de los moriscos. Por ejemplo, un hombre llamado Anthoron Estienne prometió llevar a cuarenta moriscos a Túnez, pero los dejó cerca de Bizerta y se llevó todo su dinero y pertenencias. Afortunadamente, las autoridades actuaron rápido y el culpable fue castigado.
Los moriscos tampoco fueron bien recibidos por los católicos y protestantes franceses.
Repúblicas y principados italianos
El rey Felipe III prohibió que los moriscos expulsados se establecieran en sus territorios de la península itálica, como el reino de Nápoles, el reino de Sicilia y el Ducado de Milán. El único gobernante italiano que quiso acogerlos fue el Gran Duque de Toscana, quien intentó asentar a tres mil moriscos en Liorna, pero no tuvo éxito.
Un morisco que viajó por Italia contó que en Liorna y otras ciudades italianas solo los querían para trabajar en el campo o en oficios humildes. Como muchos de ellos eran comerciantes o tenían otros oficios, decidieron ir a donde el rey los había enviado. Así, muchos de los moriscos de Trujillo llegaron a Argel.
A pesar de ser cristianos, el Papa también ordenó la expulsión de los moriscos que se habían refugiado en los Estados Pontificios. Otros llegaron a la República de Venecia, pero solo como un lugar de paso para viajar a los territorios del Imperio Otomano.
Nuevos hogares
El Imperio Otomano

Unos dos mil moriscos llegaron a Salónica y Estambul a través de Venecia. Otros llegaron a El Cairo y Líbano por diferentes rutas. La mayor parte de los moriscos se concentró en Estambul, la capital, y en Salónica, donde ya vivían comunidades judías y antiguos moriscos de Granada.
Se establecieron en el barrio de Gálata en Estambul. Eran una minoría numerosa y activa. Algunos los conocían como "los andaluces que vivían en Constantinopla".
Marruecos

Alrededor de 40.000 moriscos, la mayoría de la Corona de Castilla, se establecieron en Marruecos. En ese momento, Marruecos pasaba por una crisis política. Uno de los líderes, Muley Zaidán, reclutó a miles de moriscos para luchar. Aunque Muley Zaidán ganó, no se preocupó por los moriscos que lo habían ayudado.
Unos 3.000 moriscos de la ciudad de Hornachos (Extremadura) se instalaron en Rabat-Salé. Allí formaron una república independiente dedicada a la piratería llamada la República de Salé. Esta república no volvió a formar parte del sultanato de Marruecos hasta 1668.
Los moriscos que no lucharon se instalaron en ciudades como Tánger, Tetuán, Chauen, Fez y otras. En estas ciudades ya vivía una importante comunidad de origen andalusí. A pesar de esto, los moriscos no fueron bien recibidos. Llegaban vestidos a la española y hablando castellano. Mezclaban sus nombres cristianos con los árabes. Algunos cronistas cuentan que algunos moriscos que no quisieron entrar en las mezquitas con los moros sufrieron dificultades.
Argel
Argel era un territorio donde los corsarios actuaban libremente. La mayoría de los moriscos que llegaron a las costas de la actual Argelia eran del Reino de Valencia. Muchos de ellos tuvieron mala suerte. Al llegar, fueron maltratados y despojados de sus bienes por tribus nómadas.
El gobernador de Orán (entonces bajo control español) relató que muchos moriscos se quedaron en esa zona por miedo a las tribus. Eran robados y maltratados, y muchos perecían de hambre. Algunos moriscos de Valencia se presentaron ante él, diciendo que eran cristianos y que querían vivir como tales.
Los moriscos que lograron sobrevivir se concentraron en la capital, Argel. Allí encontraron a unas mil familias moriscas que habían llegado antes. Se distinguían de los habitantes locales por el color más claro de su piel. Un morisco que regresó a España contó que en Argel muchas cosas se hacían de forma diferente a España. Por ejemplo, comían sentados en el suelo y las mujeres se cubrían el rostro.
Túnez
Cerca de 80.000 moriscos llegaron a Túnez, un número muy grande para un país pequeño. La mayoría venía del Reino de Aragón, pero también había de Castilla y Valencia. Fueron muy bien recibidos por el gobernante turco, quien entendió que su llegada sería muy buena para el desarrollo del país.
En Túnez ya había personas de origen andalusí desde el siglo XIII, y los recién llegados se integraron rápidamente. Los más destacados se asentaron en barrios de la capital. Los artesanos y hortelanos se establecieron en pueblos cercanos, y los campesinos, que eran el grupo más grande, se asentaron en zonas agrícolas.
La llegada de los moriscos trajo una época de gran prosperidad a la economía tunecina. Mejoraron la artesanía, especialmente la textil y la cerámica. También impulsaron la agricultura, renovando las técnicas de riego y fomentando el cultivo de árboles frutales y hortalizas. Este crecimiento económico también se vio en la construcción de casas lujosas en la capital, muchas con un estilo andalusí, con patios interiores y jardines.
Los moriscos de Túnez siguieron escribiendo en castellano aljamiado (castellano con letras árabes), ya que no dominaban bien el árabe. Se conservan muchas obras anónimas, la mayoría religiosas, pero algunas inspiradas en la literatura castellana. Túnez se convirtió en un centro importante para la cultura morisca en el norte de África.
La herencia morisca todavía se puede ver en el Túnez actual. Se conservan apellidos como Conde, Luis, Méndez, Morisco y Palau. También hay costumbres y tradiciones en la comida (como el uso del azafrán), la arquitectura (como las casas con ventanas a la calle en Testur) y el ocio (los palos de la baraja tunecina tienen nombres como dinar, bastun, esbata y kub).
El legado morisco en el norte de África
La llegada de 250.000 a 300.000 moriscos y otras personas no fue suficiente para cambiar completamente la región entre Rabat y los límites de Argelia y Túnez. Sin embargo, su impacto fue muy grande en proporción a su número. Como agricultores, artesanos, intelectuales, comerciantes y gobernantes, ayudaron a mantener las estructuras de los estados de la zona.
Esto fue posible porque se concentraron en las ciudades, formando una parte importante de la población en Argel, Tetuán, Fez, Tánger y Tlemecén. En estas ciudades, el "moro" de origen español ya se diferenciaba de los habitantes locales antes de su llegada. Alrededor de estas ciudades, los campesinos moriscos cultivaban la tierra como lo habían hecho sus antepasados en España.
Esta concentración y el recuerdo de su origen explican que, a pesar del tiempo, su cultura no se haya perdido del todo. Muchos descendientes de los moriscos aún mantienen la tradición de sus orígenes familiares. Además, dejaron una profunda huella artística en la región.