Batalla de Platea para niños
Datos para niños Batalla de Platea |
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Segunda guerra médica Parte de Segunda Guerra Médica y Guerras médicas |
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![]() Persas (izq.) y espartanos luchando en Platea. Ilustración del siglo XIX de John Steeple Davis.
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Fecha | 27 de agosto de 479 a. C. | |||
Lugar | Platea, Grecia | |||
Coordenadas | 38°14′24″N 23°19′05″E / 38.24, 23.318 | |||
Resultado | Victoria decisiva griega | |||
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La Batalla de Platea fue un enfrentamiento muy importante que ocurrió en el año 479 a.C. cerca de la ciudad de Platea, en Grecia. En esta batalla, una alianza de ciudades-estado griegas, conocida como la Liga Helénica, se enfrentó al poderoso Imperio Persa.
Esta batalla fue la última gran lucha en tierra de la segunda guerra médica, un conflicto entre los griegos y los persas. Un año antes, los persas habían ganado batallas importantes y conquistado varias regiones griegas. Sin embargo, la flota griega logró una victoria sorprendente en la Batalla de Salamina, lo que impidió que los persas conquistaran el sur de Grecia. Después de esto, el rey persa Jerjes I se retiró, dejando a su general Mardonio para terminar la conquista.
En el verano del 479 a.C., los griegos reunieron un gran ejército y se dirigieron a Platea. Los persas se retiraron a la región de Beocia y construyeron un campamento fortificado. Durante once días, ninguno de los ejércitos quiso atacar. Finalmente, los griegos tuvieron que moverse por problemas de suministros, lo que hizo que sus líneas se separaran. Mardonio pensó que los griegos se estaban retirando por completo y ordenó perseguirlos. Pero los griegos se detuvieron, lucharon, y lograron una victoria decisiva, derrotando a la infantería persa y matando a Mardonio.
Una gran parte del ejército persa fue atrapada en su campamento y sufrió muchas bajas. Esta victoria, junto con la Batalla de Mícala (que ocurrió el mismo día), puso fin a la invasión persa de Grecia. Después de Platea y Mícala, los griegos tomaron la iniciativa y comenzaron a contraatacar. Aunque Platea fue una victoria crucial, no siempre ha sido tan recordada como otras batallas famosas como Maratón o Termópilas.
Contenido
- ¿Por qué ocurrió la Batalla de Platea?
- Preparativos para la Batalla de Platea
- Las fuerzas en Platea
- Estrategias de los ejércitos
- El desarrollo de la Batalla de Platea
- ¿Qué pasó después de Platea?
- ¿Por qué es importante la Batalla de Platea?
- El legado de Platea
- ¿De dónde viene la información?
- Véase también
¿Por qué ocurrió la Batalla de Platea?
Las Guerras médicas fueron una serie de conflictos entre las ciudades-estado griegas y el Imperio Persa. Todo comenzó cuando las ciudades griegas de Atenas y Eretria apoyaron una revuelta en Jonia (una región griega bajo control persa) contra el rey persa Darío I.
Darío I quería castigar a los griegos por su apoyo a la revuelta y expandir su imperio. En el 490 a.C., los persas atacaron Naxos y Eretria, pero fueron derrotados por los atenienses en la Batalla de Maratón. Darío I planeó una invasión más grande, pero murió antes de poder llevarla a cabo.
Su hijo, Jerjes I, continuó con los planes de invasión. En el 481 a.C., Jerjes envió mensajes a las ciudades griegas pidiendo su sumisión, pero excluyó a Atenas y Esparta, que ya estaban en guerra con Persia. Esto llevó a que muchas ciudades griegas formaran una alianza para defenderse.
Primeros enfrentamientos y la retirada de Jerjes
En el 480 a.C., los griegos intentaron bloquear el avance persa por tierra y mar. Un pequeño ejército griego, liderado por el rey espartano Leónidas I, detuvo a los persas en el paso de las Termópilas durante tres días. Aunque los griegos fueron finalmente rodeados y derrotados, su valentía se hizo legendaria. Al mismo tiempo, la flota griega luchó en la Batalla Naval de Artemisio, que terminó sin un claro ganador.
Después de Termópilas, el ejército persa avanzó y quemó ciudades griegas que no se habían rendido, incluyendo Platea y Tespias. Luego, tomaron la ciudad de Atenas, que había sido evacuada. Sin embargo, en la Batalla de Salamina, la flota griega logró una victoria decisiva contra la armada persa, lo que protegió el sur de Grecia.
Tras la derrota naval, Jerjes I se retiró a Asia con la mayor parte de su ejército, temiendo que los griegos destruyeran los puentes que había construido para cruzar el Helesponto. Dejó a su general Mardonio con una parte de las tropas para continuar la conquista. Mardonio pasó el invierno en Tesalia, y los atenienses pudieron regresar a su ciudad destruida.
Durante el invierno, surgieron tensiones entre los aliados griegos. Atenas, que había sufrido mucho y cuya flota era vital, quería que el ejército aliado avanzara hacia el norte. Pero los demás aliados, especialmente los del Peloponeso, se negaron. Mardonio intentó convencer a los atenienses de que se unieran a los persas, ofreciéndoles paz y más territorio, pero ellos rechazaron la oferta.
Finalmente, Atenas, Mégara y Platea enviaron mensajeros a Esparta pidiendo ayuda y amenazando con aceptar la oferta persa si no la recibían. Los espartanos, después de dudar, decidieron enviar un ejército para enfrentar a los persas.
Preparativos para la Batalla de Platea
Cuando Mardonio supo que los espartanos se acercaban, terminó de destruir Atenas y se retiró hacia Tebas. Quería atraer al ejército griego a un terreno plano que fuera favorable para la caballería persa. El general persa estableció un campamento fortificado cerca del río Asopo en Beocia, esperando a los griegos.
Los atenienses, con 8.000 soldados y 600 exiliados de Platea, se unieron al ejército aliado. La fuerza combinada griega marchó por Beocia y se posicionó en una zona elevada cerca de Platea, por encima del campamento persa. El comandante griego, Pausanias, colocó a sus tropas en una posición ventajosa.
Mardonio sabía que atacar las líneas griegas en esa posición elevada sería difícil. Intentó crear divisiones entre los aliados o atraerlos a la llanura. Incluso envió a su caballería para atacar las líneas griegas, buscando provocarlos. Aunque al principio tuvo algo de éxito, la muerte del comandante de la caballería persa, Masistio, hizo que se retiraran.
Esta pequeña victoria animó a los griegos, que avanzaron un poco más cerca del campamento persa, pero sin abandonar su posición elevada. Los espartanos y tegeanos estaban en una colina a la derecha, los atenienses en un montículo a la izquierda, y el resto de las tropas en el centro. Mardonio también movió a sus hombres hacia el río Asopo, listos para la batalla.
Durante ocho días, ninguno de los bandos atacó. Los historiadores antiguos dicen que esto se debió a malos presagios en los sacrificios rituales. Mientras tanto, llegaron más tropas griegas. Mardonio intentó romper el estancamiento atacando las rutas de suministro griegas en el monte Citerón, logrando capturar un convoy.
Dos días después, Mardonio lanzó otro ataque de caballería que bloqueó la fuente de agua de los griegos, la Gargafia. Sin comida ni agua suficiente, los griegos decidieron retirarse durante la noche a una nueva posición cerca de Platea, donde tendrían acceso a agua fresca y podrían vigilar los pasos de montaña.
Sin embargo, la retirada no salió como esperaban. Las tropas del centro se desorganizaron y se dispersaron. Los atenienses, espartanos y tegeanos, que protegían la retaguardia, no habían comenzado a moverse al amanecer. Una división espartana se quedó atrás mientras los demás se retiraban. Pausanias pidió a los atenienses que se unieran a los espartanos, pero ellos ya estaban luchando contra las tropas de Tebas. La línea griega se fragmentó. Aprovechando esto, el ejército persa comenzó a avanzar.
Las fuerzas en Platea
El ejército griego
Según el historiador Heródoto, Esparta envió 45.000 hombres: 5.000 ciudadanos espartanos (llamados hómoioi), 5.000 soldados de Laconia (periecos) y 35.000 siervos (ilotas), siete por cada ciudadano. Esta fue una de las fuerzas más grandes que Esparta reunió.
El ejército griego en Platea también incluía soldados de muchas otras ciudades-estado. En total, Heródoto menciona unos 38.700 soldados de infantería pesada (hoplitas) de diversas ciudades, como Atenas, Corinto, Mégara y Tebas. Además, se cree que había unos 69.500 soldados de infantería ligera, incluyendo los ilotas y otros soldados de apoyo. Esto sumaría un total de alrededor de 110.000 hombres.
Aunque el número de hoplitas parece razonable, algunos historiadores dudan de las cifras tan altas de tropas ligeras, especialmente la proporción de siete ilotas por espartano. Sin embargo, incluso si los números exactos son debatibles, la mayoría de los expertos coinciden en que las tropas ligeras no fueron decisivas en el resultado de la batalla.
Las fuerzas griegas estaban bajo el mando general de Pausanias, que era el regente de Esparta. Aunque Pausanias era el líder principal, las decisiones importantes se tomaban en un consejo con los líderes de cada ciudad, lo que significa que no podía dar órdenes directas a todos los contingentes.
El ejército persa
Heródoto afirma que el ejército persa de Mardonio sumaba 300.000 hombres, además de tropas de ciudades griegas que apoyaban a los persas, como Tebas, que podrían haber sido unos 50.000.
Sin embargo, muchos historiadores modernos consideran que estas cifras son exageradas. Las estimaciones actuales sugieren que el tamaño total del ejército persa invasor era de alrededor de 250.000 hombres, por lo que 300.000 solo en Platea sería imposible. Basándose en el tamaño del campamento persa, se calcula que la fuerza persa en Platea pudo haber sido entre 70.000 y 120.000 soldados, incluyendo unos 10.000 de caballería.
Estrategias de los ejércitos
El inicio de la Batalla de Platea fue similar al de la Batalla de Maratón, con un largo período en el que ninguno de los bandos atacaba. Esto se debía a razones tácticas: los soldados griegos (hoplitas) no querían ser rodeados por la caballería persa en terreno abierto, y la infantería ligera persa no tenía muchas posibilidades de atacar con éxito las posiciones bien defendidas de los griegos.
Ambos bandos querían una victoria decisiva. Sin embargo, algunos historiadores creen que Mardonio, el general persa, no buscaba forzar una batalla, sino que los griegos se retiraran. Quizás pensó que tenía poco que ganar en un ataque directo y que era mejor esperar a que la alianza griega se desmoronara, algo que casi ocurrió antes de la batalla.
Cuando los ataques persas interrumpieron el suministro de los griegos, estos tuvieron que cambiar su estrategia. En lugar de atacar, decidieron retirarse para asegurar sus líneas de comunicación. Esta retirada, aunque defensiva, causó confusión y rompió el estancamiento. Mardonio interpretó que era una retirada completa y ordenó perseguirlos.
Los persas no esperaban que los griegos lucharan en ese momento. Sin embargo, los griegos, sin planearlo, atrajeron a los persas a un terreno más elevado. Allí, su desventaja numérica se compensó con una clara ventaja táctica, lo que les permitió luchar en mejores condiciones.
El desarrollo de la Batalla de Platea
Cuando los persas vieron que los griegos se movían y parecían retirarse, Mardonio decidió perseguirlos con sus mejores soldados. El resto del ejército persa también comenzó a avanzar. Los espartanos y tegeanos ya habían llegado a un templo, y la retaguardia griega se retiraba bajo la presión de la caballería persa. Pausanias pidió a los atenienses que se unieran a los espartanos, pero ellos ya estaban luchando contra las tropas de Tebas y no pudieron ayudar.
Los espartanos y tegeanos fueron atacados primero por la caballería persa. Luego, la infantería persa avanzó, levantó sus grandes escudos y comenzó a lanzar flechas contra los griegos, mientras la caballería se retiraba.
Heródoto cuenta que Pausanias dudaba en avanzar porque los sacrificios rituales no daban buenos presagios. Mientras los soldados griegos recibían una lluvia de flechas, los tegeanos corrieron hacia las formaciones persas. Finalmente, Pausanias recibió buenos presagios y ordenó a los espartanos cargar contra las líneas persas.
La infantería persa, aunque más numerosa, era más ligera que la falange griega. Los persas usaban escudos de mimbre y lanzas cortas, mientras que los hoplitas griegos tenían escudos de bronce y lanzas mucho más largas. La diferencia en el armamento era grande, como ya se había visto en Maratón.
La lucha fue larga y muy intensa. Los griegos presionaban continuamente las líneas persas, mientras estos intentaban romper las lanzas griegas para obligarlos a usar sus espadas cortas. Mardonio estaba en el centro de la batalla, montado en su caballo blanco y rodeado por 1.000 guardias. Mientras él estuvo allí, los persas mantuvieron sus posiciones. Pero los espartanos lograron llegar hasta Mardonio, y una piedra lanzada por un soldado espartano, Arimnesto, lo golpeó en la cabeza y lo mató.
Con Mardonio muerto, los persas comenzaron a huir, aunque su guardia personal siguió luchando hasta el final. Pronto, la huida se hizo general, y los persas regresaron a su campamento en desorden. El general persa Artabazo, que no estaba de acuerdo con la decisión de Mardonio de atacar, no había entrado en combate con sus tropas. Con la retirada en marcha, Artabazo llevó a sus hombres (unos 40.000 según Heródoto) fuera del campo de batalla, buscando escapar hacia Asia Menor.
En el otro lado del campo, los atenienses habían vencido a los tebanos en una dura lucha. El resto de los griegos que luchaban para los persas no combatieron con mucho entusiasmo, según Heródoto. Los tebanos se retiraron en una dirección diferente a los persas, lo que les permitió escapar con menos pérdidas.
Los aliados griegos, reforzados por tropas que no habían participado en la batalla, irrumpieron en el campamento persa. La empalizada del campamento fue defendida con valentía al principio, pero los griegos lograron abrirse paso y derrotaron a los persas que se habían refugiado allí. Solo se perdonó la vida a unos 3.000 persas.
Heródoto dice que 43.000 persas sobrevivieron a la batalla, y que 257.000 murieron. Sin embargo, estas cifras son muy altas y se discuten. En cuanto a los griegos, Heródoto menciona solo 159 muertos (espartanos, tegeanos y atenienses). Otros historiadores antiguos, como Plutarco, dan cifras más altas, como 1.360 bajas griegas, y Éforo de Cime y Diodoro Sículo hablan de más de 10.000.
¿Qué pasó después de Platea?
Heródoto afirma que la Batalla Naval de Mícala se libró la misma tarde que la de Platea. Una flota griega, bajo el mando del rey espartano Leotíquidas II, había navegado hasta la isla de Samos para desafiar a lo que quedaba de la flota persa. Los persas, con barcos en mal estado, decidieron no luchar en el mar y encallaron sus naves en una playa al pie del monte Mícala en Jonia.
Allí, el rey Jerjes había dejado un ejército de 60.000 hombres. Los marineros persas se unieron a ellos y construyeron una empalizada alrededor del campamento para proteger los barcos. A pesar de esto, Leotíquidas decidió atacar con los hombres de su flota. Los persas salieron a luchar, pero la infantería griega demostró su superioridad una vez más y los venció. Los griegos quemaron los barcos persas, poniendo fin al poder naval de Jerjes I y dando inicio al dominio naval griego.
Las victorias de Platea y Mícala marcaron el final de la segunda invasión persa de Grecia. Además, estas batallas redujeron la posibilidad de futuras invasiones persas, ya que el deseo de Persia de conquistar Grecia disminuyó con el tiempo.
Los restos del ejército persa, ahora bajo el mando de Artabazo, intentaron retirarse a Asia Menor a través de Tesalia, Macedonia y Tracia. El cansancio y el hambre causaron más pérdidas. Después de Mícala, la flota griega navegó al Helesponto para destruir los puentes persas, pero descubrieron que ya habían sido desmantelados.
Los soldados del Peloponeso regresaron a casa, pero los atenienses atacaron el Quersoneso tracio, que aún estaba en manos persas. Los persas y sus aliados se refugiaron en Sestos, la ciudad mejor fortificada de la región. Los atenienses la sitiaron y, después de un largo asedio, la ciudad cayó. Esto marcó el inicio de una nueva fase en los conflictos greco-persas: el contraataque griego.
Las Historias de Heródoto terminan después del asedio de Sestos. En las siguientes tres décadas, los griegos, principalmente a través de la Liga de Delos (dominada por Atenas), expulsaron a los persas de Macedonia, Tracia, las islas del mar Egeo y Jonia. La paz con Persia llegó finalmente en el 449 a.C. con la Paz de Calias, poniendo fin a medio siglo de guerra.
¿Por qué es importante la Batalla de Platea?
Platea y Mícala son eventos muy importantes en la historia antigua porque fueron las batallas que pusieron fin a la segunda guerra médica. También marcaron el comienzo del dominio griego en las guerras médicas. Aunque impidieron que el Imperio Persa conquistara Europa, los griegos pagaron un alto precio en vidas.
La Batalla de Maratón demostró que los persas podían ser vencidos. La Batalla Naval de Salamina salvó a Grecia de una conquista inmediata. Pero fueron Platea y Mícala las victorias que eliminaron definitivamente la amenaza persa. Sin embargo, estas dos batallas no son tan famosas como Maratón, Salamina o Termópilas. Esto se debe a las circunstancias en que ocurrieron.
La fama de Termópilas se debe a la valentía griega frente a un enemigo mucho más grande. Maratón y Salamina son recordadas porque los griegos ganaron a pesar de estar en una situación difícil. En cambio, Platea y Mícala se libraron cuando los griegos ya tenían una posición más segura y mayores posibilidades de victoria. De hecho, en ambas ocasiones, fueron los griegos quienes buscaron el enfrentamiento.
Militarmente, la lección más importante de Platea y Mícala es que confirmaron la clara superioridad de los hoplitas y las falanges griegas sobre la infantería persa, que estaba más ligeramente armada. Esto ya se había demostrado en Maratón. Debido a esta lección, el Imperio Persa comenzó a contratar y confiar en soldados griegos mercenarios en el resto de las guerras médicas.
Una expedición de estos mercenarios, conocida como la Expedición de los Diez Mil (narrada por Jenofonte en su Anábasis), demostró a los griegos que los persas eran vulnerables incluso en su propio territorio. Esto allanó el camino para la invasión de todo el Imperio Persa por parte de Alejandro Magno algunas décadas después.
El legado de Platea
En Delfos, se erigió la Columna de las Serpientes, un monumento hecho con el bronce de las armas persas capturadas en el campamento de Platea. Este monumento conmemora a todas las ciudades-estado griegas que participaron en la batalla, cuyos nombres están grabados en la columna. Esto también ayuda a confirmar algunos de los datos de Heródoto.
La mayor parte de esta columna se conserva hoy en el Hipódromo de Constantinopla, que ahora es Estambul. Fue trasladada allí por orden del emperador romano Constantino I cuando fundó su ciudad en la antigua colonia griega de Bizancio.
¿De dónde viene la información?
La fuente principal de información sobre las guerras médicas es el historiador griego Heródoto. Nació en el 484 a.C. en Halicarnaso, una ciudad de Asia Menor bajo dominio persa. Escribió sus Historias entre el 440 y el 430 a.C. para entender los orígenes de las guerras greco-persas, que eran historia reciente en su tiempo. Su forma de investigar y escribir fue tan innovadora que se le considera el "Padre de la Historia" en Occidente.

Aunque algunos historiadores posteriores lo criticaron, como Tucídides, la reputación de Heródoto se recuperó en el siglo XIX gracias a descubrimientos arqueológicos que confirmaron muchos de sus datos. Hoy en día, se considera que Heródoto hizo un gran trabajo en sus Historias, aunque algunos detalles, como el número exacto de tropas o las fechas, deben tomarse con precaución.
El historiador siciliano Diodoro Sículo también escribió sobre la Batalla de Platea en su Biblioteca histórica en el siglo I d.C. Su relato es bastante similar al de Heródoto, lo que sugiere que pudo haber usado la versión de Heródoto como fuente. La batalla también es mencionada, aunque con menos detalles, por otros escritores antiguos como Plutarco y Ctesias. Las pruebas arqueológicas, como la Columna de las Serpientes, también apoyan algunas de las afirmaciones de Heródoto.
Véase también
En inglés: Battle of Plataea Facts for Kids