Segunda República española en Cantabria para niños
La historia de la Segunda República española en Cantabria se caracterizó por varias tendencias y tensiones que finalmente llevaron a la guerra civil española. En Cantabria, estas situaciones se vivieron intensamente desde el inicio de la República hasta su final.
Las principales tendencias fueron:
- El surgimiento y fortalecimiento de grupos de derecha que se oponían al nuevo gobierno o a sus ideas iniciales.
- La preocupación del Partido Socialista de Cantabria por mantener su identidad como un partido que defendía a los trabajadores, a pesar de colaborar con otros partidos.
- La dificultad de los partidos republicanos para ponerse de acuerdo y así dar estabilidad a la República.
Aunque hubo tensiones, la violencia política en Cantabria no fue tan fuerte como en otras regiones de España. Solo se registraron algunos incidentes menores, como los de octubre de 1934, en los primeros cinco años de la República. Sin embargo, en la primavera de 1936, las tensiones aumentaron y hubo enfrentamientos más difíciles. Las calles se convirtieron en escenario de conflictos, que terminaron con la muerte de Luciano Malumbres, director del periódico La Región, a manos de una persona relacionada con la Falange Española.
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La Nueva Derecha en Cantabria

En Cantabria, los grupos que no estaban de acuerdo con las ideas iniciales de la República se organizaron rápidamente. Solo dos meses después de que se proclamara la República, ya existía una nueva derecha organizada en Cantabria, lista para participar en las elecciones. En esas elecciones para las Cortes Constituyentes, lograron obtener dos diputados.
Las ideas de orden, religión, familia y propiedad (sin mencionar la monarquía) ayudaron a movilizar a muchas personas de clase media en las ciudades y a gran parte de los campesinos, quienes tenían una fuerte conexión con la Iglesia. Cantabria fue una de las regiones que aportó más diputados de derecha al Parlamento Constituyente en esas primeras elecciones de la República.
Esta nueva derecha, que era diferente de la derecha tradicional de la monarquía, se consolidó rápidamente. En 1932, ya había dos centros importantes de influencia de derecha en la capital, que pronto se extendieron a otras localidades como Torrelavega y Reinosa. Estos centros eran la Agrupación Regional Independiente, influenciada por el diputado Pedro Sainz Rodríguez (que apoyaba la monarquía), y el Centro Tradicionalista, donde destacaba la figura de José Luis Zamarillo. También crecieron los sindicatos agrícolas de inspiración católica.
La derecha (formada por monárquicos, seguidores de Gil-Robles o tradicionalistas) fue la fuerza política principal en Cantabria. Su unión se basaba en su oposición a las ideas del gobierno republicano. La Iglesia y organizaciones como la Acción Católica fueron clave para esta unión.
El Partido Socialista en Cantabria
El Partido Socialista Obrero Español en Cantabria, fundado en 1887, era en 1931 el partido mejor organizado. Su apoyo fue fundamental para el éxito de los candidatos que se oponían a la monarquía el 12 de abril, especialmente en ciudades como Santander y Torrelavega. Al principio, el partido colaboró con los republicanos liberales en las elecciones Constituyentes, pero esta colaboración empezó a cambiar pronto.
En el congreso nacional del partido en Madrid en octubre de 1932, Bruno Alonso, una figura importante del socialismo en Cantabria, propuso que los socialistas se retiraran del Gobierno, aunque su propuesta fue rechazada. A partir de entonces, los líderes socialistas de Cantabria a menudo expresaban su preocupación por cómo la colaboración con los republicanos podría afectar la opinión de los trabajadores. Sin embargo, no todos en el partido estaban de acuerdo, como se vio en la decisión de presentarse solos a las elecciones de 1933, que tuvo muchas oposiciones.
El PSOE de Cantabria nunca se preocupó por la competencia de otros partidos de trabajadores, como los anarquistas o los comunistas, que siempre tuvieron poca fuerza en la región. La postura de distanciarse de la política de la República en los primeros dos años se explica por las decisiones generales del partido a nivel nacional. Al mismo tiempo, una parte del partido en Cantabria quería unirse con la izquierda no socialista, mostrando su preocupación por el futuro de la República, que estaba siendo amenazada por el crecimiento de la derecha. Finalmente, cuando se organizó el Frente Popular, los socialistas de Cantabria aceptaron colaborar con los partidos republicanos de izquierda sin problemas.
Los Partidos Republicanos en Cantabria
Casi todos los partidos republicanos de España tuvieron representación en Cantabria durante la Segunda República. Dos partidos "históricos", el Federal y el Radical (fundado en Santander en 1908 por Alejandro Lerroux), representaban la tradición republicana y contaban con cierto apoyo de los trabajadores.
Entre los partidos nuevos, el Partido Radical Socialista (PRRS) se había formado en la capital unos meses antes de la caída de la monarquía. La Derecha Liberal Republicana de Alcalá Zamora y Miguel Maura se creó justo después de la proclamación de la República. El primer partido de Azaña, Acción Republicana, apareció en Cantabria a principios de 1932. Más tarde, a partir de 1934, Ramón Ruiz Rebollo fue la figura principal en Cantabria del nuevo partido de Azaña, Izquierda Republicana.
Las divisiones que ocurrían en las direcciones nacionales de los partidos republicanos casi siempre se reflejaban de inmediato en Cantabria. Así surgieron el Partido Republicano Conservador de Miguel Maura, el Partido Radical-Socialista Independiente de M. Domingo (que luego se unió a Izquierda Republicana) y dos grupos del Partido Federal, que poco a poco perdía seguidores en Cantabria.
Los partidos republicanos en Cantabria representaban aproximadamente el 20% de los votantes, situándose entre la derecha que se oponía al gobierno y la izquierda de los trabajadores, representada casi exclusivamente por el Partido Socialista Obrero Español. El acuerdo entre estos partidos se rompió en parte en junio de 1931, cuando los radicales de Maura y Alcalá Zamora fueron excluidos por ser considerados "de derecha".
Desde ese momento, los partidos republicanos en Cantabria se dividieron, sin posibilidad de reconciliación, en partidos de derecha (o centro-derecha) y partidos de izquierda. Los resultados de las elecciones de 1936 significaron el fin de los partidos republicanos de centro-derecha, y sus seguidores perdieron la esperanza de que la República se moderara.
La Falange en Cantabria

Falange Española, que tuvo su primer acto público en Madrid en octubre de 1933, también estuvo presente en Cantabria, contribuyendo a las tensiones. En octubre de 1934, ya había algunos grupos organizados en la capital, que luego se extendieron a otras localidades, aunque siempre en número reducido. La mayoría de sus miembros eran jóvenes de clase media y algunos trabajadores.
Manuel Hedilla, de la Falange de Renedo de Piélagos, se hizo conocido a nivel nacional años después, al ser el sucesor de José Antonio Primo de Rivera. Los falangistas se enfrentaron en conflictos con los grupos más radicales de las Juventudes Socialistas, federales o libertarias. Tanto ellos como sus oponentes eligieron un camino que, lamentablemente, terminó con las posibilidades de una convivencia pacífica en España.
Elecciones en Cantabria durante la República
Para entender los eventos políticos y electorales en Cantabria durante la II República, es importante analizar las elecciones que se llevaron a cabo en ese período, incluyendo las elecciones municipales de 1931, que fueron las últimas de la monarquía y son clave para comprender lo que vino después.
Los procesos electorales en Cantabria fueron los mismos que en el resto del país.
Participación de las Fuerzas Políticas

En las elecciones municipales de 1931, de los 1072 concejales en los 102 municipios de Cantabria, 449 concejales fueron elegidos sin votación, según la ley electoral. En algunos municipios, los escaños se repartieron entre monárquicos y republicanos. Los republicanos siempre obtuvieron los puestos destinados a las minorías, mientras que los monárquicos tuvieron la mayoría.
En la capital, Santander, la situación electoral fue muy interesante. Desde principios de marzo, la prensa ya mostraba que habría dos grandes bloques de partidos compitiendo. La derecha monárquica consideró fundamental unirse para mantener la monarquía, y esta unión se concretó en una candidatura el 16 de marzo. El periódico El Diario Montañés impulsó esta unión y advirtió sobre una posible victoria republicano-socialista.
Los partidos republicanos y el Partido Socialista Obrero Español también vieron la necesidad de unirse. Aunque ya habían colaborado desde agosto de 1930 con el Pacto de San Sebastián para cambiar el régimen, tuvieron algunos problemas al formar alianzas y candidaturas. Sin embargo, una vez que rechazaron unirse con otros grupos y decidieron cuántos miembros de cada partido integrarían la candidatura, esta se completó el mismo día que la monárquica.
Las candidaturas de otros grupos, como los constitucionalistas y comunistas, tuvieron poca importancia.
La proclamación de la República cambió las condiciones para las siguientes elecciones a Cortes Constituyentes. El Gobierno amplió el número de votantes, bajando la edad mínima a 23 años, e hizo cambios en la Ley Electoral que favorecieron a las coaliciones. Por eso, en Santander, como en el resto de España, los partidos que habían ganado las elecciones municipales intentaron presentar una sola candidatura. Pero surgieron tantos problemas que al final compitieron tres grupos republicanos: Conjunción, Radical y Derecha Liberal Republicana.
Los monárquicos no participaron como tales en las elecciones de junio de 1931, sino que formaron candidaturas bajo el nombre de Acción Nacional. En Santander, la derecha monárquica se presentó como Agrupación Regional Independiente. Su candidatura buscaba solo los escaños de las minorías, quizás porque sabían que el entusiasmo republicano era muy fuerte.
También participaron dos candidatos independientes y cuatro del Partido Comunista Español, aunque estos últimos no fueron oficialmente proclamados. Las elecciones a Cortes de noviembre de 1933 se realizaron bajo nuevas condiciones electorales, con una nueva Ley Electoral que duplicó el número de votantes al incluir el voto femenino.
Dado que en las elecciones municipales de abril de 1933 y en las elecciones de vocales del Tribunal de Garantías Constitucionales de septiembre del mismo año se había visto una tendencia conservadora en los votantes, las derechas españolas tenían grandes esperanzas de ganar las elecciones a Cortes de 1933. Su deseo de unir a los principales elementos de derecha en las provincias, coordinados por la CEDA, Acción Popular u otros grupos, junto con el apoyo de organizaciones empresariales, les auguraba el triunfo.
En Santander, los cinco candidatos de la Unión de Derechas Agrarias formaron la principal candidatura de derechas, lo cual fue fácil porque no hubo diferencias entre los grupos que la componían. En cambio, las fuerzas de izquierda se presentaron divididas, lo que contribuyó a su derrota.
En las elecciones a Cortes de febrero de 1936, no hubo problemas para que las principales fuerzas participaran, ya que los acuerdos para las candidaturas del Frente Popular y las de derecha (lideradas por la CEDA) se hicieron a nivel nacional. Sin embargo, en Santander hubo algunos inconvenientes en la formación de la principal candidatura de derecha, debido a la exclusión del candidato tradicionalista. Esto hizo que, a pesar de apoyar al Bloque Contrarrevolucionario, el tradicionalismo de Cantabria también se presentara a las elecciones con José Luis Zamanillo como candidato.
Campañas Electorales
La prensa jugó un papel fundamental en las campañas electorales. Los cuatro diarios de Santander (El Cantábrico, El Diario Montañés, La Región y La Voz de Cantabria) publicaban las candidaturas, los programas y comentarios. El Diario Montañés apoyaba a la derecha, mientras que La Región siempre estuvo a favor de la izquierda.
Las campañas solían tener dos tipos de reuniones: pequeñas reuniones en locales de barrios o municipios, y grandes mítines al aire libre o en lugares grandes, generalmente en la capital, con oradores locales y líderes nacionales importantes.
No hubo muchos incidentes, y los que ocurrieron no fueron graves. Las jornadas previas a las elecciones de junio de 1931 fueron tranquilas, a diferencia de otras elecciones. En las elecciones a Cortes de 1933, hubo una notable participación de las mujeres en la política. En este mismo período y en la campaña de las elecciones a Cortes de 1936, la radio también tuvo un papel destacado, transmitiendo discursos de los mítines.
Las campañas electorales fueron, en general, apasionadas. Sin embargo, la de las elecciones a Cortes Constituyentes fue más tranquila y con menos contenido ideológico. Esto se debió a la cercanía de las elecciones municipales de 1931, cuya campaña ya se vivía desde meses antes.
Las elecciones a Cortes de 1933 y 1936 tuvieron jornadas preelectorales donde se notó la fuerte división entre las fuerzas políticas. Un tema recurrente de todas las campañas de la derecha fue el uso de los sentimientos religiosos de los votantes para conseguir votos. Por ejemplo, en las elecciones de abril de 1931, los monárquicos se apoyaron en la idea de Catolicismo-España-Monarquía para movilizar el voto católico. En junio de 1931, la relación entre religión y conservadurismo social se reflejó en el programa de la Agrupación Regional Independiente, cuyo lema era "Orden, propiedad, familia y religión". En 1933 y 1936, se volvió a presionar a los votantes católicos para que votaran por la candidatura de derechas.
Las fuerzas de izquierda se opusieron a este uso de la religión con campañas que atacaban a la Iglesia y sus representantes, excepto en el período previo a las elecciones municipales de 1931, donde la propaganda republicano-socialista en Cantabria no mostró un radicalismo anticatólico.
Además de la cuestión religiosa, se trataron otros temas, generalmente los mismos que en el resto del país. Cuando comenzó la campaña electoral en marzo de 1931, se restablecieron las garantías constitucionales y se eliminó la censura de prensa. Esto buscaba una libertad de propaganda política suficiente para que las elecciones municipales reflejaran la opinión pública, convirtiéndose en un plebiscito contra la Monarquía. Por lo tanto, la elección entre Monarquía y República fue el tema principal de la campaña, seguido por la amnistía para los presos y exiliados.
Después de la tranquilidad de junio de 1931, en 1933 hubo jornadas preelectorales muy apasionadas. Mientras la derecha quería eliminar las reformas del gobierno anterior, la izquierda planteaba una posible revolución. Esto hizo que los partidos de centro quedaran en segundo plano en una campaña tan tensa, donde la República parecía entender solo de extremos.
En 1936, el período preelectoral también fue agresivo. La revolución de octubre de 1934 fue un tema constante de debate: la derecha lo usaba para preocupar a los votantes, advirtiendo de su posible repetición, y la izquierda lo recordaba para denunciar la represión y pedir amnistía para los presos políticos.
Resultados Electorales
Las votaciones, en todos los casos, se desarrollaron con tranquilidad, sin incidentes graves, a pesar de la agresividad de algunas campañas. El comportamiento político de Cantabria durante la II República fue conservador, aunque no de forma extrema. A pesar de la superioridad de la derecha, siempre hubo un cierto equilibrio político, ya que la izquierda logró obtener escaños en las elecciones generales de 1933 y 1936.
Los resultados electorales en Cantabria fueron muy similares a los nacionales. En abril de 1931, aunque los monárquicos ganaron en la mayoría de los municipios, en las ciudades hubo mayoría de concejales republicano-socialistas. Por ejemplo, en Santander, hubo 16 republicanos, 9 socialistas y 15 monárquicos; y en Torrelavega, 7 republicanos, 5 socialistas y 8 monárquicos.
En junio de 1931, la fuerza mayoritaria fue la Conjunción Republicano-Socialista tanto en la provincia como en la capital. Sin embargo, la Agrupación Regional Independiente obtuvo los escaños de las minorías, lo que fue un éxito considerando las condiciones en que la derecha participó.
En 1933, los candidatos de la Unión de Derechas Agrarias ganaron, obteniendo los cinco escaños de las mayorías. Los dos escaños de las minorías fueron para el Partido Socialista de Cantabria. La mayor diferencia con los resultados nacionales se dio en 1936, ya que en Cantabria ganó la derecha, y no el Frente Popular como en la mayoría de las provincias de España (aunque en Santander, Torrelavega y Reinosa sí ganó el Frente Popular). Aun así, la cercanía entre ambas fuerzas estuvo dentro de los márgenes de diferencia que mantuvieron los dos grupos principales a nivel nacional.

En el resto de la provincia, fuera de la capital, la izquierda tuvo menos fuerza electoral, mientras que la capital mostró una tendencia más izquierdista. Esto confirma una idea general: los votantes de las ciudades suelen ser más progresistas que los de las zonas rurales.
La abstención (personas que no votaron), excepto en las elecciones de compromisarios (un caso especial donde los principales partidos de derecha no se presentaron y muchos votantes conservadores se abstuvieron), se mantuvo dentro de límites aceptables. No parece que el llamado a la abstención de la Confederación Nacional del Trabajo (una unión de sindicatos) en 1933 la hiciera aumentar.
La Diputación Provincial durante la República
El 14 de abril se proclamó la Segunda República española. Cantabria amaneció republicana, con alegría para algunos y sorpresa para otros, que no entendían cómo unas elecciones municipales habían provocado un cambio tan grande. La Diputación Provincial celebró su última sesión el 23 de abril.
El 27 de abril se formó la Comisión Gestora, que desde entonces gobernaría la administración provincial. Ramón Ruiz Rebollo fue nombrado presidente y Gabino Teira vicepresidente. En octubre de ese año, Ruiz Rebollo mencionó que habría un estatuto propio para Cantabria, similar al Estatuto catalán. Durante 1932, la Comisión Gestora siguió estudiando la posibilidad de un Estatuto Regional.
En las elecciones municipales del 24 de abril de 1933, la derecha ganó en la provincia. El 10 de febrero de 1934, se formó una nueva Comisión Gestora bajo la presidencia del gobernador civil Ignacio Sánchez Campomanes. Dos días después, la Comisión se constituyó definitivamente, nombrando presidente a Isidro Mateo González y vicepresidente a Leandro Mateo Fernández-Fontecha.
El 21 de septiembre, el gobernador civil destituyó a Isidro Mateo, quien protestó por considerar su destitución ilegal. En esa misma sesión, se nombró a Gabino Teira Herrero como nuevo presidente. El 16 de octubre, la corporación protestó por los sucesos revolucionarios de octubre. También se enteraron de la autorización para construir un nuevo palacio provincial. Durante 1935, bajo la presidencia de Gabino Teira, las obras del nuevo palacio avanzaron mucho.
El 8 de enero de 1936, el gobernador civil Jesús Mazón Torrecilla nombró nuevos diputados para formar la Comisión Gestora, y Jesús de Cospedal y Jorganes fue nombrado presidente, con Wladimiro Villegas Casado como vicepresidente. Tras el triunfo de la coalición de izquierda, Frente Popular, en las elecciones de febrero de 1936, el nuevo gobernador civil, Manuel Ciges Aparicio, tomó juramento a los miembros de la nueva gestora el 7 de marzo. Juan Ruiz Olazarán fue elegido presidente y Federico Ringelke vicepresidente, quien falleció poco después y fue reemplazado por Laureano Miranda Ureta.
En la sesión del 11 de mayo, se acordó aceptar como escudo de la provincia el presentado por Tomás Maza Solano, cronista de la provincia. Este escudo siguió siendo el de la Diputación hasta su desaparición.
En la sesión del 13 de julio, se nombró una comisión para iniciar estudios para un Estatuto Regional. En esta situación, llegó el 18 de julio y el comienzo de la guerra civil española, lo que detuvo el proyecto del Estatuto. Así, la guerra avanzó y el 8 de septiembre de 1937, Cantabria fue ocupada por las fuerzas militares que se levantaron. Eduardo González-Camino Bolívar fue designado para presidir la diputación, y su primera decisión fue anular los acuerdos de la Comisión Gestora anterior y los del Consejo Interprovincial.