Revolución catalana de 1460-1461 para niños
La revolución catalana de 1460-1461 fue un momento importante antes de la guerra civil catalana de 1462-1472. Consistió en un levantamiento de las instituciones del Principado de Cataluña, que estaban controladas por la nobleza y las familias ricas de las ciudades, contra el rey de Aragón y conde de Barcelona, Juan II de Aragón.
Este conflicto surgió porque el rey Juan II había encarcelado a su hijo, Carlos de Viana. Padre e hijo estaban enfrentados por la guerra civil de Navarra y el rey no quería reconocer a Carlos como su sucesor al trono de la Corona de Aragón.
Los catalanes que se levantaron lograron que el rey Juan II aceptara sus condiciones en un acuerdo llamado la Capitulación de Vilafranca en 1461. Sin embargo, pocos meses después de este acuerdo, el príncipe Carlos de Viana falleció. Tiempo después, hubo un segundo levantamiento que llevó a la guerra civil catalana.
El historiador Jaume Vicens Vives describió este levantamiento como la primera parte de una "revolución catalana". Dijo que las clases más poderosas de Cataluña lograron que la gente de Barcelona se uniera a ellos para presionar a Juan II. Esto hizo que el rey tuviera que ceder parte de su poder, como se estableció en la Capitulación de Vilafranca. Este éxito significó que la idea de que el rey debía gobernar junto con las instituciones (conocida como pactismo) se hizo más fuerte. También consolidó el poder de las clases sociales más ricas del Principado.
¿Qué pasó antes de la revolución?
El conflicto entre la nobleza catalana y el rey
El desacuerdo entre el rey y la nobleza y las familias ricas de las ciudades catalanas venía de tiempo atrás, desde el reinado de Alfonso el Magnánimo. En ese entonces, el gobernador de Cataluña, Galcerán de Requesens, apoyó a un grupo llamado la "Busca" en Barcelona. Este grupo estaba formado por comerciantes y artesanos.
La "Busca" se oponía a la "Biga", que era el grupo de las familias más ricas de Barcelona que controlaban el Consejo de Ciento de la ciudad. La "Biga", junto con la nobleza, también controlaba las Cortes Catalanas y la Diputación del General. Requesens permitió que la "Busca" tuviera más influencia en el gobierno de la ciudad, lo que fue un gran cambio para el poder tradicional de las familias ricas.
Otro motivo de conflicto fue que el rey apoyó a los campesinos remensas. Estos campesinos estaban en desacuerdo con sus señores por los "malos usos señoriales", que eran pagos y obligaciones injustas. El rey permitió que los campesinos formaran un sindicato en 1448 para negociar con sus señores. Además, en 1455, el rey ordenó que se suspendiera temporalmente el pago de estos "malos usos". Así, tanto los sindicatos de campesinos como los de la ciudad fueron usados por la monarquía para oponerse a las clases poderosas de Cataluña.
En 1454, Alfonso el Magnánimo nombró a su hermano don Juan, rey de Navarra, como nuevo representante en Cataluña. Don Juan convocó las Cortes Catalanas para intentar solucionar los problemas. Sin embargo, en estas Cortes no se resolvió el conflicto. Don Juan continuó apoyando a los campesinos remensas, lo que lo enfrentó con los señores de la Cataluña vieja. Cuando don Juan se convirtió en rey de la Corona de Aragón en 1458, no se dio cuenta de lo fuerte que era el movimiento en su contra por parte de la nobleza, el clero y las familias ricas de las ciudades.
El conflicto por la sucesión en Navarra empezó a afectar a Cataluña con la firma de la Concordia de Barcelona en diciembre de 1459. En este acuerdo, el rey Juan II de Aragón y su hijo, el príncipe Carlos de Viana, se reconciliaron. Carlos de Viana se comprometió a devolver a su padre la parte de Navarra que aún controlaba. A cambio, recibió el perdón y recuperó el principado de Viana, pero no podía vivir en Navarra ni en Sicilia.
Sin embargo, el acuerdo no mencionaba el tema principal de su disputa: el reconocimiento de Carlos como "primogénito" de la Corona de Aragón, un título que significaba ser el primero en la línea de sucesión. Carlos de Viana ya usaba este título desde la muerte de Alfonso el Magnánimo.
En marzo de 1460, Carlos de Viana llegó a Barcelona y fue recibido con gran alegría. El 14 de mayo, padre e hijo se encontraron en Igualada y al día siguiente entraron juntos en Barcelona. Hubo grandes celebraciones, pero la reconciliación era solo superficial. Carlos de Viana, al no ser reconocido como primogénito, empezó a buscar una alianza con el rey de Castilla, Enrique IV, para casarse con su hermana, la infanta Isabel.
En septiembre de 1460, Juan II convocó las Cortes catalanas en Lérida y pidió a Carlos de Viana que se reuniera con él. El rey quería que Carlos se casara con la princesa Catalina de Portugal para evitar su matrimonio con la infanta Isabel, del que Juan II ya tenía conocimiento. Durante su viaje, Carlos de Viana se reunió con enviados del rey Enrique IV, quienes le confirmaron la alianza propuesta contra Juan II.
¿Cómo se desarrolló la revolución?
El inicio: la detención del príncipe Carlos de Viana
El rey Juan II se enteró de los contactos de su hijo con el rey de Castilla y de lo que se decía en el entorno de Carlos de Viana. Aunque al principio no lo creyó, finalmente tomó una decisión drástica: ordenó la detención de Carlos de Viana en Lérida el 2 de diciembre de 1460. También fue arrestado su consejero principal, Juan de Beaumont.
La reina Juana Enríquez tuvo un papel importante en esta decisión. Le mostró al rey dos supuestas cartas de Carlos que lo incriminaban. Juan II, que en ese momento estaba casi ciego, no pudo verificar si las cartas eran auténticas. Tiempo después se supo que las cartas eran falsas.
El levantamiento catalán
La detención del príncipe de Viana, acusado de conspiración, causó un gran impacto en Cataluña y también en los reinos de Aragón y Valencia. El rey consideraba que era un asunto familiar, pero no tuvo en cuenta el descontento que ya existía entre las clases altas de Cataluña por las decisiones que había tomado en las Cortes de 1454. Por eso, la prisión del príncipe fue aprovechada por la nobleza y las familias ricas catalanas para oponerse al rey.
Las Cortes catalanas, reunidas en Lérida, protestaron por la detención, diciendo que iba en contra de las leyes y privilegios de Cataluña. Juan II respondió disolviendo las Cortes. Pero las Cortes, lideradas por la nobleza y los burgueses de la "Biga", tomaron una decisión muy importante: el 5 de diciembre formaron una "comisión de las Cortes" para lograr la liberación del príncipe y corregir los agravios. Esta comisión incluía a la Diputación del General de Cataluña y a representantes de Barcelona.
Así, tres días después, se formó en Barcelona el Consejo del Principado, con veintisiete personas, nueve por cada uno de los tres grupos sociales de Cataluña. Este Consejo se atribuyó un poder que ningún otro organismo catalán había tenido antes, reflejando la idea de que el rey debía gobernar junto con las leyes y las instituciones. Los objetivos del Consejo iban más allá de liberar a Carlos de Viana; buscaban una revolución política liderada por las clases poderosas de Cataluña, aprovechando el error del rey.
Mientras el rey pasaba las Navidades en Zaragoza, la agitación se extendía por Cataluña. El 2 de enero, los diputados convocaron al Parlamento. Al día siguiente, se pegaron carteles en Barcelona llamando a la gente a reunirse con armas para defender a Carlos de Viana. El rey, alarmado, envió un embajador a Barcelona para explicar la detención y reafirmar su autoridad, diciendo que el rey solo debía rendir cuentas a Dios.
El 8 de enero, el rey, dándose cuenta de la gravedad de la situación, decidió trasladar a Carlos de Viana al castillo de Morella y ordenó a las autoridades de Barcelona que suspendieran la convocatoria del Parlamento. Las calificó de "menosprecio" a la autoridad real. El gobernador de Cataluña, Galcerán de Requesens, intentó que el Consejo de Ciento castigara a quienes criticaban al rey, pero el Consejo se negó, diciendo que los catalanes siempre habían tenido libertad para hablar de sus reyes.
Las amenazas del rey no funcionaron. Un grupo de expertos en leyes dictaminó que la detención de Carlos de Viana había violado las leyes catalanas. La Diputación del General envió un ultimátum al rey el 17 de enero. Desde ese momento, la causa del príncipe se unió a la defensa de las libertades de Cataluña. La idea de que el rey debía respetar las leyes (pactismo) se enfrentaba directamente a la idea de que el rey tenía autoridad absoluta.
El rey respondió que nadie le había pedido la libertad del príncipe por haber quebrantado alguna ley mientras él estuvo en Cataluña. Envió embajadores a Barcelona para buscar un acuerdo pacífico, proponiendo trasladar al príncipe a Fraga y reanudar las Cortes catalanas para resolver el asunto. Pero la propuesta llegó tarde. El 31 de enero, la Diputación del General y el Consejo del Principado habían añadido una nueva acusación al rey: haber roto la ley de sucesión de la Corona de Aragón al no reconocer a Carlos de Viana como su "primogénito".
Una embajada catalana se presentó ante el rey en Lérida. Uno de sus miembros, Guerau Alemany de Cervelló, le dijo al rey que debía respetar las libertades catalanas, que había jurado. Le recordó que había detenido a su hijo, el príncipe, que era su futuro rey, y que con eso había roto sus privilegios. Le exigió que devolviera las cosas a su estado original y, desenvainando su espada, añadió que Cataluña no le obedecería si no cumplía su juramento.
La noticia de esta tensa reunión, en la que el rey respondió a Alemany llamando a los catalanes "traidores", provocó un levantamiento en Barcelona el 7 de febrero de 1461. Los diputados y su Consejo decidieron proclamar a Carlos de Viana como "primogénito" y formar un ejército para enfrentarse al rey Juan II. Tres días después, el gobernador general de Cataluña, Galcerán de Requesens, fue detenido en Villafranca del Panadés. El 19 de febrero, la Diputación del General se declaró el poder supremo de Cataluña y ordenó a todos los oficiales del rey que le obedecieran. Así se completó la revolución catalana.
El éxito de los sublevados: la liberación de Carlos de Viana y la Capitulación de Vilafranca
El ejército de la Diputación del General, liderado por el conde de Módica, se dirigió hacia Fraga, donde estaba el rey Juan II. El rey había huido de Lérida el 8 de febrero, llevando consigo al príncipe de Viana, a quien finalmente encerró en Morella. La amenaza de este ejército, sumada al avance de un ejército castellano, obligó al rey Juan II a ordenar la liberación de Carlos de Viana el 25 de febrero.
Esta rendición del rey se confirmó cuatro meses después con la firma de la Capitulación de Vilafranca. Este acuerdo fue muy importante para la historia del pactismo catalán y el derecho constitucional. El rey Juan II tuvo que ceder, primero liberando a su hijo y luego negociando un cambio político en Cataluña, porque la liberación del príncipe se había unido a la defensa de las leyes del territorio. Así nació un "nuevo orden constitucional" en Cataluña.
Las negociaciones en Villafranca del Panadés comenzaron el 2 de abril de 1461 entre los representantes de la Diputación del General y la esposa del rey, Juana Enríquez. Ella había acompañado a Carlos de Viana en su regreso triunfal a Barcelona el 12 de marzo, donde fue recibido como un símbolo. Las negociaciones terminaron el 21 de junio con la firma de la Concordia de Vilafranca, que significó un triunfo total para los objetivos de este primer levantamiento catalán.
Con la Capitulación de Vilafranca, las familias ricas de Cataluña establecieron un sistema constitucional: el rey no podía entrar en Cataluña sin permiso de la Diputación del General, y el príncipe se convertía en su representante, con todo el poder ejecutivo. Cataluña quedó en manos de la nobleza y las familias ricas de las ciudades.
El 24 de junio, tres días después de la firma de la Concordia de Vilafranca, Carlos de Viana fue proclamado solemnemente Lugarteniente General de Cataluña en la catedral de Barcelona. Poco después, Carlos convocó a las Cortes Catalanas para que lo reconocieran como primogénito, como se había acordado en la Concordia. Sin embargo, el rey Juan II le recordó que solo él podía convocar las Cortes. Las instituciones catalanas apoyaron a Carlos, y el 31 de julio su primogenitura fue reconocida ilegalmente. Pero el conflicto se resolvió dos meses después, cuando el príncipe de Viana falleció en Barcelona el 23 de septiembre de 1461, a los cuarenta años.
Durante los tres meses que fue lugarteniente, su poder político real fue muy limitado. En las negociaciones de Villafranca, los líderes catalanes lo dejaron de lado, lo que muestra que sus intereses no siempre coincidían. El príncipe también tuvo problemas económicos, ya que las instituciones catalanas se negaban a darle dinero.
La noticia de la muerte de Carlos de Viana causó una gran conmoción en Barcelona. Se convirtió en una figura casi mítica, a quien la gente llamaba "sant Karles de Catalunya". Los diputados del General expresaron su profundo pesar por la muerte del "primogénito", considerándolo una bendición para Cataluña.
¿Qué pasó después?
Según lo acordado en la Capitulación de Vilafranca, al morir el príncipe de Viana, el cargo de lugarteniente de Cataluña pasó a su hermanastro, el infante don Fernando, que tenía nueve años. El 11 de octubre, pocas semanas después de la muerte de Carlos de Viana, Fernando fue jurado como "primogénito" por las Cortes del reino de Aragón en Calatayud.
Debido a su corta edad, el rey Juan II comunicó a una embajada catalana que la reina Juana Enríquez sería quien gobernaría Cataluña en nombre de su hijo Fernando. El 29 de octubre, la reina y el príncipe partieron hacia Cataluña. Esto causó preocupación entre las autoridades catalanas, ya que solo seis meses antes le habían impedido a la reina entrar en Barcelona.
El 13 de noviembre, la reina y el príncipe se instalaron cerca de Barcelona. Las autoridades de Barcelona dudaron, pero finalmente aceptaron su entrada en la capital, lo que significaba reconocer a la reina como gobernadora del Principado hasta que el príncipe Fernando fuera mayor de edad. La recepción solemne tuvo lugar el 21 de noviembre. Al día siguiente, la reina Juana juró cumplir lo establecido en la Capitulación de Vilafranca. Su principal objetivo a partir de entonces sería conseguir que las autoridades catalanas autorizaran la entrada del rey en el Principado, algo que no logró.
La tensión entre la reina y las autoridades catalanas aumentó en diciembre. Entre otros motivos, circulaba el rumor de que el príncipe de Viana, a quien la gente consideraba un santo, había sido envenenado por la reina. Además, en la zona de Gerona, había estallado una rebelión de los campesinos remensas, liderada por Francesc de Verntallat. Esto ocurrió porque sus señores intentaban cobrar de nuevo los "malos usos" que habían sido suspendidos. La nobleza temía que los remensas se aliaran con el rey, lo que finalmente sucedió.
La tensión se hizo más fuerte en febrero de 1462. La reina ordenó la detención de Joan de Copons, un importante opositor al rey, acusado de asesinato. Por su parte, el Consejo de Ciento tomó medidas contra los miembros del grupo de la "Busca" que habían pedido el regreso del rey a Cataluña. Al mismo tiempo, el grupo que se oponía a Juan II, liderado por el conde de Pallars Hugo Roger, fue tomando el control del Consejo del Principado.

