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La gran familia para niños

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La gran familia es una película española dirigida en 1962 por Fernando Palacios e interpretada en sus principales papeles por Alberto Closas y Amparo Soler Leal. Obtuvo un gran éxito de taquilla en su momento y fue reconocida con diversos galardones. Su impacto en una generación de españoles fue tal que dio lugar a tres secuelas, la última de ellas rodada treinta y siete años más tarde. Está considerada como uno de los principales exponentes de la ideología imperante durante el segundo franquismo.

Sinopsis

Carlos Alonso y Mercedes Cebrián son padres de quince hijos de diferentes edades. Todos ellos viven junto con el abuelo y dependen del trabajo de Carlos —aparejador pluriempleado— como único sustento de la familia, lo que les sitúa en constantes apuros económicos. También cuentan con el apoyo del padrino, pastelero de profesión. A través de distintos episodios, se nos narra la vida cotidiana de la familia: una jornada habitual y completa del clan; la Primera comunión de dos de los hijos; los exámenes finales de nueve de ellos; las vacaciones en la Costa Dorada, época propicia para el romance de distintos miembros del clan; el extravío de Chencho, el hijo pequeño, en la Plaza Mayor de Madrid y su posterior recuperación. La llegada del primer televisor servirá para anunciar la llegada de un nuevo hijo.

Producción

En la década de 1950 tuvo éxito en el cine italiano un tipo de comedia rosa costumbrista con películas como Domenica d'agosto (1950), Tres enamoradas (Le ragazze di piazza di Spagna, 1952) o Terza liceo (1954). El productor español José Luis Dibildos intentó trasladar ese modelo al cine español con la creación en 1956 de la productora Ágata Films. El mejor exponente de esta tendencia es Las muchachas de azul, dirigida por Pedro Lazaga en 1957. Se trataba de una «comedia-mosaico» con un realismo edulcorado, situada en un marco urbano contemporáneo, que reflejaba una relación interclasista sin conflictos y estructurada a base de sketches.

El joven productor Pedro Masó estuvo atento a la fórmula de éxito y propuso a Jesús Rubiera, propietario de Asturias Films, la creación de películas similares con un equipo estable de profesionales especializados al modo del cine italiano: los guionistas Vicente Coello, Antonio Vich, Rafael J. Salvia y el propio Masó; los músicos Adolfo Waitzman, Antón García Abril y Augusto Algueró; los directores de fotografía Alejandro Ulloa y Juan Mariné; el director artístico Juan Antonio Simont; los directores Fernando Palacios, José María Forqué, Ricardo Blasco o el ya citado Salvia; y los actores Tony Leblanc, Jorge Rigaud, Manolo Morán, Julia Caba Alba, José Isbert, Concha Velasco y otros. Su primer gran éxito llegó en 1958 con Las chicas de la Cruz Roja y se confirmó al año siguiente con El día de los enamorados. Tampoco descuidaron opciones más esperpénticas ancladas en la tradición hispana como Atraco a las tres (1962).

Aunque sus obras adolecieran de un exceso de estereotipación, la actuación de este equipo profesional consolidado favoreció el éxito de un tipo de comedia que tenía un estilo unitario. En 1961, Masó creó su propia productora y, con un capital de dos mil pesetas, intentó lanzar su proyecto acerca de un feliz matrimonio con quince hijos. El gobierno de la época fomentaba la natalidad, y las películas con niños estaban de moda. Tardó un año en conseguir el capital necesario para ponerla en marcha.

La película fue rodada en Madrid y Tarragona y costó 6 300 000 pesetas de la época, una cantidad importante para una producción española.

Guion

El guion es obra de Rafael J. Salvia, el propio Pedro Masó y Antonio Vich; los dos primeros ya bien conjuntados por la experiencia previa en otras películas. El argumento, simple y dulzón, carece de una trama continua y está basado en una serie de situaciones o sketches que se suceden con dinamismo, influido por las comedias italianas por episodios posteriores al neorrealismo y que retratan la cotidianidad de forma agridulce. El retrato coral y el ritmo fluido son otras características comunes a tal cine. Destacan los chispeantes diálogos muy en la línea de los de Tono, Miguel Mihura, Enrique Jardiel Poncela y La Codorniz.

La película se divide en tres partes de una media hora de duración cada una. La primera se desarrolla durante la primavera y comienza relatando un día cualquiera en la vida de la familia desde la mañana hasta la noche. Después pasa a narrar el episodio de la primera comunión de dos de los hijos, resuelta con la ayuda del padrino. Finalmente, los exámenes finales de los hijos mayores pondrán a prueba los nervios de los padres y servirán de anticipo de la segunda parte. Esta porción se encuadra en la comedia rosa y tiene un tono ligero que mezcla con habilidad situaciones cómicas, ternuristas y moralizantes. La segunda se desarrolla durante el verano, tiempo vacacional en el que toda la familia permanece unida disfrutando de unas vacaciones en la playa. El tono es también ligero pero da entrada al amor. Luisa —«la coqueta»— tiene su primer romance con un joven catalán, la visita del novio de la hija mayor sirve para confirmar su relación, el padrino tiene un inesperado ligue veraniego que acabará en boda y los padres renuevan su amor. El episodio concluye con una secuencia musical junto al mar. La tercera parte transcurre en el invierno. Aunque no se abandonan los toques de humor, es el tercio más dramático. El extravío del pequeño Chencho en el mercadillo navideño de la Plaza Mayor de Madrid dará pie a los esfuerzos de toda la familia por recuperarlo. El triste episodio acabará felizmente con el anuncio de ¡un decimosexto embarazo!

El guion recibió el correspondiente premio del Sindicato Nacional del Espectáculo.

Dirección

Cuando Masó encargó a Fernando Palacios la realización del proyecto, el director aragonés ya tenía una sólida experiencia cinematográfica. Sobrino de Florián Rey, fue este quien le ofreció la oportunidad de formarse como ayudante de dirección en algunas de sus películas. Entre otros filmes de Rey, intervino en La aldea maldita (versión de 1942) y Brindis a Manolete (1948). Después asistió al húngaro Ladislao Vajda en filmes como Marcelino, pan y vino (1955), Mi tío Jacinto (1956) o Un ángel pasó por Brooklyn (1957). También colaboró en Las chicas de la Cruz Roja (1958). Con esta sólida formación práctica, pudo dar el salto a la dirección realizando la versión española de algunas coproducciones. Su auténtico debut llegó con El día de los enamorados (1959), que demostró su valía y supuso un gran éxito de taquilla. Le siguieron Juanito (1960) —nuevamente con el niño Pablito Calvo—, Tres de la Cruz Roja (1961), Siempre es domingo (1961) y Vuelve San Valentín (1962), secuela de la primera. Palacios era un caso inusual entre los directores españoles de la época, pues nunca intervenía en la confección de los guiones de sus películas.

Aunque Palacios había trabajado ya en películas con repartos extensos, La gran familia suponía un reto que solo pudo afrontar gracias a una adecuada elección de actores y a su pericia técnica. El director acostumbraba a ensayar mucho sus tomas y dejaba poco espacio a la improvisación. Para incluir a tan extensa familia en pantalla recurre a diversas soluciones, como la hilera que forman al llegar al destino estival. En otros casos, su habilidad técnica se aprecia también en sus encuadres del gran número de personajes que aparecen en pantalla, recurriendo a la profundidad de campo, el reencuadre y las constantes entradas y salidas de personajes. Buen ejemplo es la secuencia inicial que nos presenta a los miembros de la familia mientras duermen, o también aquella que muestra a toda la tribu contemplando a través de la ventana el televisor del vecino de enfrente.

Esos elementos, unidos a sus chispeantes diálogos, confieren a la película un gran dinamismo. Tanto la cámara como los actores se mueven con soltura, y el montaje hace que las situaciones se sucedan con rapidez. Todo ello recuerda al coetáneo cine de Luis García Berlanga, sensación que se ve reforzada por la existencia de situaciones «berlanguianas», como la del abuelo jugando a naves espaciales con los niños, el padrino vestido de pastor navideño con un cordero a la espalda y otras. Uno de los logros de Palacios en esta película es la hábil dosificación de tres elementos que sabe aunar sin que resulten empalagosos: el moralismo didáctico y ejemplificador, la comedia ligera y el melodrama ternurista.

Música

La banda sonora está compuesta por el argentino Adolfo Waitzman. La crítica ha señalado sus aciertos descriptivos tanto de ambientes como de estados de ánimo. En particular, se reseñan la sintonía inicial que acompaña a los títulos de crédito, el uso de los villancicos en la tercera parte de la película y la melancólica balada de despedida en la playa —acompañada de guitarra y armónica— que señala el punto final de las vacaciones y de alguno de los romances veraniegos. Por el contrario, ha censurado ciertos efectos demasiado redundantes. Hay unos 58 bloques musicales distintos que duran en conjunto 37 minutos. El ritmo de marcha en compás binario que suena al principio y que remarca la situación de ritmo y movimiento aparece con numerosas variaciones a lo largo de todo el filme, convirtiéndose en auténtico leitmotiv asociado al concepto familiar. Su repetición a lo largo de la película remarca los lazos de sangre existentes entre los protagonistas. Por otra parte, el padre es el único personaje que no es presentado con los acordes de la melodía, sino que él mismo la tararea mientras baja las escaleras, realzando así su papel de patriarca.

Trasfondo ideológico

Archivo:Dkw-schnellaster-bus
La familia dispone de una furgoneta no muy diferente de esta

Distintos estudiosos del filme lo señalan como uno de los principales exponentes de la ideología de la dictadura franquista imperante en España en aquel momento. Supone una armoniosa conjunción de los valores del denominado desarrollismo con los del catolicismo tradicional. El fomento de la natalidad era uno de los objetivos del régimen y ello se refleja en diálogos como el que mantienen el padre interpretado por Alberto Closas y el funcionario del Ministerio de Hacienda que debe abonarle la gratificación por el número de hijos:

Funcionario de Hacienda.– Si hubiera muchos como usted se arruinarían los contribuyentes españoles.
Carlos.– Y usted, ¿cuantos hijos tiene?
Funcionario.– Ninguno. Preferí quedarme soltero.
Carlos (gesticulando aparatosamente).– Pues si hubiera muchos como usted pronto no quedarían ni contribuyentes, ni españoles, ni nada (risa general).

El mensaje coincidía plenamente con el de los reportajes de NO-DO en los que Franco premiaba a los padres de familias numerosas. Por ello no es extraño que La gran familia fuera declarada oficialmente como «Película de Interés Nacional», siendo uno de los últimos filmes en beneficiarse de este reconocimiento antes de que el director general de Cinematografía José María García Escudero acabara en 1964 con la vieja clasificación. El reconocimiento oficial suponía que la productora obtenía el mayor subsidio estatal posible en la industria cinematográfica española de la época.

El mensaje católico se aprecia en frases que el padre dirige a su cónyuge con mirada lánguida, tales como «Esto del matrimonio está pero que muy bien inventado; es como un mundo para dos. Todo lo demás queda afuera.» o «Me has dado no solo la esperanza tuya, sino quince esperanzas». Frases distantes de los ingeniosos diálogos que trufan la película. También ante la consternación de su hijo mayor por haber suspendido una única asignatura afirma: «Dios nos examinará a todos».

La identificación con el régimen se percibe en el hecho de que, a pesar de que la numerosa familia de diecisiete miembros —el abuelo cobra una pequeña pensión de jubilación— vive de la casi única fuente de ingresos que supone el constante trabajo del paterfamilias, se permite disponer de un amplio piso con dos cuartos de baño y calefacción central situado en un buen barrio, una furgoneta DKW y sirvienta. Y también puede pasar un mes de vacaciones en la playa gracias a la obra de Educación y Descanso de los sindicatos verticales oficiales. Y todo ello solo pasando algunos pequeños apuros a final de mes. Se retrata así una España aseada y sin problemas estructurales; con apuros pero sin pobreza.

Además, en la película todas las instituciones funcionan a la perfección: el sistema educativo, el funcionariado, el sindicato, la policía y la televisión, que organiza un eficaz programa para colaborar en la búsqueda del pequeño Chencho que resulta un notable precedente de los muy posteriores programas de telerrealidad.

También se ha señalado que La gran familia expone el ideal que el régimen tenía respecto al tipo de familia ideal y el reparto de tareas entre los dos sexos. No solo el padre es quien trabaja fuera de casa y la madre quien se ocupa del hogar. También observamos que el hijo mayor estudia para ser arquitecto mientras que la hija mayor ayuda a su madre en las faenas de casa y aspira a contraer matrimonio. Incluso cuando aparece una mujer integrada en el mercado laboral —la profesora particular— se decide por formar una nueva familia con el padrino.

Premios

Categoría Premiados
Segundo premio del Sindicato Nacional del Espectáculo
Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo al mejor guion Pedro Masó
Rafael J. Salvia
Antonio Vich
Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor actriz principal Amparo Soler Leal
Fotogramas de plata al mejor intérprete Amparo Soler Leal
Premio de la Juventud del Festival de Cannes

La saga La gran Familia

  • La gran familia (1962), dirigida por Fernando Palacios.
  • La familia y uno más (1965), dirigida por Fernando Palacios.
  • La familia, bien, gracias (1979), dirigida por Pedro Masó.
  • La gran familia... 30 años después (1999), dirigida por Pedro Masó.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: La gran familia Facts for Kids

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La gran familia para Niños. Enciclopedia Kiddle.