Historia de Escocia para niños
La historia de Escocia es un viaje fascinante que comienza hace unos 10.000 años. Fue entonces cuando los primeros seres humanos llegaron a esta tierra, justo después de que la última gran era de hielo terminara. De las antiguas civilizaciones de la Edad de Piedra, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, nos quedan muchos objetos y herramientas, pero pocos escritos.
La historia escrita de Escocia empieza con la llegada del Imperio romano a Gran Bretaña. Los romanos ocuparon lo que hoy conocemos como Inglaterra y Gales, llamando a esa zona la provincia de Britania. Al norte de esta provincia, se encontraba un territorio que los romanos no lograron controlar por mucho tiempo, al que llamaron Caledonia. Sus habitantes eran conocidos como los pictos. Aunque al principio se pensaba que Escocia era un lugar apartado y lento en sus avances, hoy sabemos que sus desarrollos fueron más complejos de lo que se creía, y que los mares jugaron un papel muy importante en su historia.
Desde el siglo VIII hasta el siglo XIII, los celtas gobernaron la Corona escocesa. El primer rey escocés fue Kenneth MacAlpin, quien empezó a reinar alrededor del año 840. Después de la llegada de los normandos, ellos tomaron el control del país.
Gracias a su ubicación geográfica y a su dependencia del comercio marítimo, Escocia tuvo fuertes lazos con los países bálticos al sur y al este, y con Francia a través de Irlanda y el resto de Europa. Después de unirse con Inglaterra para formar el Reino Unido en 1707, y con la llegada de la Revolución industrial y la Ilustración, Escocia se convirtió en una de las potencias más importantes de Europa en comercio, pensamiento e industria. Aunque su industria decayó mucho después de la Segunda Guerra Mundial, en las últimas décadas el país ha experimentado un renacimiento cultural y económico. Esto se debe en parte al crecimiento de los servicios financieros, los ingresos del petróleo y gas del Mar del Norte, y más recientemente, a la recuperación de su propio parlamento.
Contenido
Los primeros habitantes
No se sabe con certeza si Escocia estuvo habitada durante la Edad de Piedra más antigua (Paleolítico). Las grandes capas de hielo que cubrieron el territorio pudieron haber borrado cualquier rastro de vida humana anterior al Mesolítico. Se cree que los primeros grupos de cazadores-recolectores llegaron hace unos 11.000 años, cuando el hielo comenzó a derretirse y retirarse hacia el norte.
Los primeros asentamientos permanentes aparecieron en Escocia hace aproximadamente 9.500 años, y los primeros pueblos hace unos 6.000 años. De este periodo es el famoso asentamiento de Skara Brae, en las islas Orcadas, que se conserva muy bien. También se han encontrado restos de viviendas, tumbas y lugares de rituales del Neolítico, especialmente en las islas escocesas. La razón por la que estas construcciones antiguas han sobrevivido tan bien podría ser la falta de árboles en la zona, lo que llevó a los primeros habitantes a construir con la roca local.
La llegada de los romanos
La historia escrita de Escocia comienza con la llegada de los romanos al centro-sur de Gran Bretaña, que hoy son Gales e Inglaterra. Los romanos llamaron a Escocia Caledonia, por los grandes bosques de pinos que cubrían el país. El pueblo principal de Escocia en esa época eran los pictos, llamados así porque, al parecer, tenían la costumbre de pintarse el cuerpo. Los escotos, por otro lado, eran un pueblo de origen irlandés que se estableció en el oeste de Escocia. Así, en este periodo, existían dos reinos distintos: el del oeste, llamado Scotland, y el reino picto del este, llamado Alba.
La presencia romana en Escocia fue intermitente. En el año 83 a.C., el general Cneo Julio Agrícola venció a los caledonios en la Batalla del Monte Graupio. Esto permitió construir una serie de fuertes conocida como Gask Ridge. Sin embargo, poco después, los romanos se retiraron al sur de Escocia y comenzaron a construir la muralla de Adriano para controlar a las tribus de la zona. Esta muralla marcó el límite norte del Imperio romano durante casi toda su ocupación, aunque más al norte se construyó el muro de Antonino. Esta frontera más al norte solo pudo ser defendida por cortos periodos. En total, los romanos ocuparon estas zonas de Escocia por no más de cuarenta años, aunque su influencia en el sur fue más duradera.
La Edad Media en Escocia
El reino de los pictos creció mucho durante la Edad Media. Un momento clave fue la batalla de Dunnichen (685), donde los pictos vencieron a las tribus de Northumbria. El reinado de Oengus I (732-761) también fue un periodo de fortalecimiento para el reino picto.
En el siglo X, el reino picto fue influenciado por la cultura gaélica del Reino de Dalriada. Esto llevó a la idea de que la familia real de Cináed mac Ailpín (Kenneth MacAlpin o Kenneth I) tenía raíces irlandesas. En los siglos siguientes, el Reino de Escocia o Alba se expandió desde su territorio original en el este, controlando tierras al norte y al sur. A finales del siglo XIII, este reino ya tenía casi la misma extensión que la Escocia actual.
En el siglo XII, Escocia comenzó a cambiar mucho. El rey David I de Escocia impulsó lo que se conoce como la Revolución davidiana. En esta época se introdujo el feudalismo, se reorganizó el gobierno y se fundaron las primeras ciudades y pueblos con leyes propias (los llamados burghs). Estas nuevas formas de organización, junto con la llegada de caballeros y religiosos franceses e ingleses, hicieron que las zonas del sur y la costa de Alba empezaran a hablar inglés, mientras que el resto del reino siguió usando el gaélico escocés.
La muerte de Alejandro III en 1286, y luego la de su nieta Margarita I, interrumpió la línea de reyes. Esto llevó a la intervención de Eduardo I de Inglaterra, quien puso en el trono a Juan de Balliol. Cuando la relación entre ellos empeoró, Inglaterra intentó conquistar Escocia, pero fue rechazada por William Wallace en las Guerras de independencia de Escocia. Por su parte, Robert the Bruce se proclamó Rey de Escocia. La guerra con Inglaterra duró varias décadas, y también hubo una guerra interna entre los seguidores de Robert the Bruce y los de Balliol, apoyados por Inglaterra. Aunque la familia Bruce ganó, la falta de herederos de David II permitió que su sobrino, Roberto II, subiera al trono y fundara la Casa de Estuardo. Los Estuardo gobernaron Escocia durante el resto de la Edad Media, un periodo de prosperidad que incluyó el Renacimiento. A pesar de esto, las luchas con Inglaterra continuaron, así como la división interna entre las Highlands (Tierras Altas) y los Lowlands (Tierras Bajas).
La Edad Moderna y la Unión

La Edad Moderna en Escocia comenzó con el "cortejo violento" (1544-1551), una serie de ataques militares de Inglaterra para forzar el matrimonio entre la reina María I Estuardo y Eduardo VI de Inglaterra, algo que finalmente no ocurrió. Además, el siglo XVI fue el siglo de la Reforma Protestante, liderada en Escocia por figuras como John Knox y apoyada desde Inglaterra.
En 1603, Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra heredó el trono de Inglaterra, uniendo las coronas. Sin embargo, Escocia siguió siendo un país independiente, aunque con conflictos entre la corona y los Convenanters sobre la forma de gobierno de la Iglesia. Después de la Revolución Gloriosa y el derrocamiento del rey Jaime VII de Escocia (1688), Escocia amenazó con elegir a un rey diferente al de Inglaterra. En 1707, para evitar problemas comerciales con Inglaterra, se firmó el Acta de Unión, que creó el Reino de Gran Bretaña.
A pesar de esta unión, los seguidores de la Casa de Estuardo, conocidos como jacobitas, seguían siendo influyentes en las Highlands. Sin embargo, los levantamientos jacobitas de 1715 y 1745 no lograron cambiar al rey británico. Estos levantamientos también sirvieron de excusa para el desplazamiento masivo de habitantes de las Highlands, en lo que se conoce como Highland Clearances.
Escocia en la Época Contemporánea

Después de la Ilustración y la Revolución industrial, Escocia se convirtió en un centro importante de comercio, ideas y cultura en Europa. Ciudades como Glasgow y Edimburgo crecieron rápidamente a finales del siglo XVIII. Durante el siglo XIX, el desarrollo de la industria pesada a orillas del río Clyde transformó a Glasgow en la "Segunda ciudad del Imperio Británico" después de Londres.
La situación económica empeoró después de la Primera Guerra Mundial, y especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, cuando muchas industrias escocesas dejaron de ser competitivas. Solo en las últimas décadas del siglo XX el país logró una recuperación económica y cultural. Esto fue gracias al crecimiento de nuevos servicios financieros y del sector electrónico (conocido como Silicon Glen), así como a los beneficios del petróleo y gas del mar del Norte. En 1998, el Gobierno del Reino Unido concedió más autonomía a Escocia, restableciendo el Parlamento Escocés y devolviendo a Edimburgo, de forma simbólica, la Piedra de Scone.
El camino hacia la autonomía
La Liga Nacional Escocesa, formada en 1921, fue un grupo que luchaba por la independencia de Escocia. En 1928, colaboraron para crear el Partido Nacional de Escocia, que también buscaba un estado escocés independiente. Este partido se unió en 1934 con el Partido Escocés para formar el Partido Nacional Escocés (Scottish National Party), que con el tiempo apoyó la independencia total. El partido tuvo menos apoyo en la década de 1930, cuando la palabra "nacionalismo" se asoció con ciertas ideologías políticas extremas.
El Partido Nacionalista Escocés tuvo mucho éxito en las elecciones de la década de 1960. Cuando se encontró petróleo en el mar del Norte en 1970, pudieron argumentar que los beneficios de ese petróleo, recaudados por el gobierno británico, habían beneficiado poco a Escocia.
El renacimiento de la década de 1970
En las elecciones generales del Reino Unido de febrero de 1974, los votantes escoceses eligieron a siete miembros del Partido Nacionalista Escocés, y luego a once en las elecciones de octubre de 1974. Esto dio más fuerza al movimiento independentista.
Los laboristas propusieron un Parlamento Escocés con una asamblea semiautónoma que tendría poder sobre algunos asuntos internos. Se decidió hacer un referéndum, pero se requería que el 40% o más de los votantes estuviera a favor, no solo una mayoría simple. En el referéndum, el 33% votó a favor y el 31% en contra, con un 36% de abstención, por lo que la propuesta no se aprobó. El avance del independentismo se detuvo cuando el Partido Nacional Escocés apoyó una moción de censura contra el gobierno, lo que llevó a elecciones en 1979, ganadas por Margaret Thatcher, quien se oponía a la independencia.
El Parlamento Escocés y la devolución de poderes
Los que apoyaban la independencia escocesa tenían diferentes ideas sobre la autonomía. Algunos la veían como un paso hacia la independencia, mientras que otros querían la separación total de inmediato.
Durante los años de gobierno conservador, se llevó a cabo la "Campaña por una Asamblea Escocesa", que culminó en la "Convención Constitucional Escocesa" en 1989. Esta convención logró un acuerdo sobre las bases para devolver poder político a Escocia. El Partido Laborista ganó las elecciones generales en 1997, y Donald Dewar, como Secretario de Estado para Escocia, cumplió las promesas de su partido sobre la creación de un Parlamento escocés. En septiembre de ese año, se convocó un referéndum en el que el 75% de los votantes se pronunció a favor de la devolución de poderes.
El parlamento británico aprobó entonces la Ley de Escocia para crear un Parlamento escocés elegido directamente por los escoceses, con poderes sobre la mayoría de las políticas regionales. En mayo de 1999, Escocia tuvo sus primeras elecciones para el parlamento autónomo, y en julio, el Parlamento escocés celebró su primera sesión, por primera vez desde que el parlamento anterior había sido disuelto en 1707. El parlamento escocés tiene 139 miembros elegidos por un sistema de representación proporcional. Donald Dewar se convirtió en el primer ministro de Escocia.
En la inauguración del parlamento escocés, se cantó la canción de Robert Burns A Man's A Man for A' That, que se ha convertido en el himno no oficial del movimiento independentista escocés. De manera similar, la inauguración del nuevo edificio del parlamento escocés por la reina Isabel II fue acompañada por la canción de Aaron Copland Fanfare for the Common Man.
Aunque los escoceses lograron la devolución de poderes y tienen control sobre la mayoría de sus asuntos, los nacionalistas siguen buscando la independencia total.
Galería de imágenes
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Los 120 kilómetros de la muralla de Adriano delimitaban la frontera entre Escocia, al norte, y el Imperio romano, al sur, con pequeños fuertes y puertas separados entre sí a una distancia de una milla romana. El dominio romano llegó más al norte pero poco tiempo.
Véase también
En inglés: History of Scotland Facts for Kids