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Expedición de Benavente al Perú para niños

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Durante la Guerra de Independencia del Perú, Simón Bolívar pidió ayuda a Chile en 1823. Como respuesta, el gobierno chileno, liderado por Ramón Freire, envió una expedición de entre 2.000 y 2.500 soldados. Esta expedición estaba al mando del coronel José María Benavente. Sin embargo, la mayoría de estos soldados regresaron a Chile sin participar en batallas. Solo unos 300 soldados se quedaron y se unieron al Ejército Unido Libertador del Perú.

¿Por qué se envió la expedición de Benavente?

Instrucciones para el ejército chileno en Perú

El coronel Benavente llevaba instrucciones importantes del presidente chileno Ramón Freire para el general Francisco Antonio Pinto, quien dirigía las fuerzas chilenas en Perú. Estas instrucciones, dadas el 15 de octubre de 1823, buscaban cambiar cómo operaban los soldados chilenos en Perú. Hasta ese momento, estaban bajo el mando del gobierno peruano, a diferencia de las tropas de Argentina y Colombia que tenían más libertad.

La idea era que el Ejército Unido Libertador del Perú creara una nueva unidad llamada la División Auxiliar Chilena. Esta división uniría a los soldados que llegaban con Benavente y a los que ya estaban en Perú. Las órdenes eran claras:

  • La división no debía meterse en los problemas internos de Perú.
  • Debía obedecer al general en jefe que nombrara el gobierno peruano.
  • Los ascensos de los soldados chilenos solo podían ser decididos por el gobierno de Chile.
  • No se debía dividir la división ni quitar soldados para otras unidades.
  • Se debía pedir que los soldados peruanos reemplazaran a los chilenos que se perdieran en combate.

Un documento de la época decía que el objetivo de la División Auxiliar Chilena era ayudar a Perú en la guerra contra los españoles, que eran el enemigo común. También indicaba que la división debía mantenerse neutral si surgían conflictos internos en Perú.

¿Cómo fue la partida de la expedición?

El viaje de los soldados chilenos

La flota, compuesta por cuatro barcos de transporte, zarpó de Valparaíso el 15 de octubre de 1823. Llevaba a bordo dos batallones de infantería, el N° 7 (con 554 soldados) y el N° 8 (con 509 soldados), dirigidos por el teniente coronel José Rondizzoni y el francés Jorge Beauchef, respectivamente. También iba el Regimiento de Cazadores a Caballo (con 403 jinetes y 700 caballos) al mando del francés Benjamín Viel.

Antes de la partida, 233 soldados adicionales se habían embarcado en los barcos Valdivia e Isabel para evitar que desertaran (abandonaran el ejército). También se llevaban caballos de refuerzo para el general Andrés de Santa Cruz, que estaba operando en otras zonas costeras.

En La Serena, se unieron 300 nuevos reclutas. Estos estaban destinados a reforzar el batallón N° 2, que ya se encontraba en Perú, bajo el mando del coronel José Santiago Aldunate. Otro grupo de soldados iba a completar el batallón N° 5.

Benavente debía entregar el mando de la expedición al general Pinto una vez que lo encontrara, pero él seguiría siendo el jefe del Estado Mayor. Tres buques de guerra, el Rosa, el Moctezuma y el Lautaro, escoltaban a los transportes, bajo el mando del capitán Guillermo Winter.

El ministro peruano José de Larrea y Loredo describió la fuerza chilena en una carta el 4 de septiembre de 1823, diciendo que eran 2.500 hombres de todas las armas, incluyendo 600 de caballería muy experimentados. Mencionó que la tropa era valiente y disciplinada.

¿Qué pasó en Arica?

Encuentro con Santa Cruz y decisiones difíciles

El 27 de octubre, los barcos llegaron a Arica, un puerto que estaba bajo el control del general Portocarreño. El general Antonio José de Sucre había enviado a Santa Cruz a Arica para que tomara el mando de las tropas chilenas. Santa Cruz ya se encontraba en la bahía en el barco Catalina. Las fuerzas españolas (realistas) estaban cerca, en Tacna y Moquegua.

Sucre había dado instrucciones a Santa Cruz para que distrajera a un grupo enemigo de 2.000 hombres en la costa y preparara todo para que la expedición chilena pudiera moverse rápidamente. Si la expedición chilena llegaba, el objetivo principal era tomar el Desaguadero y las provincias del Alto Perú. Si eso no era posible, al menos debían tomar Arequipa para controlar toda la costa.

Santa Cruz envió un mensaje a Benavente, quien llegó en el Monctezuma, sin contarle que sus propias tropas habían sufrido una derrota. Benavente convocó una reunión de guerra, donde se decidió marchar hacia el puerto de Pisco, pensando que allí encontrarían a Pinto con más fuerzas chilenas.

Santa Cruz insistió en que Benavente siguiera las órdenes de Sucre, pero Benavente tenía información de que Portocarreño podría unirse a los realistas, dejando a las tropas chilenas desprotegidas en Arica. Esta sospecha se confirmó más tarde. Ante la insistencia de Santa Cruz, Benavente respondió que no entraría en ninguna batalla hasta que el Monctezuma regresara de Pisco, a donde lo había enviado en busca del general Pinto. Luego, Santa Cruz cambió de opinión y pidió que la flota chilena continuara hacia el puerto de Santa en el norte de Perú.

Los capitanes ingleses de los barcos exigieron más dinero, y Benavente aceptó ir a Santa. Temía quedarse sin protección y a merced de las exigencias de los capitanes si el buque de guerra peruano Protector, al mando del almirante Martin George Guisse, que dominaba el puerto de Arica, se iba.

¿Cómo fue el regreso a Coquimbo?

Un cambio de planes inesperado

Mientras tanto, Pinto había salido de Arequipa con parte de las fuerzas de Sucre y se había embarcado en Ilo hacia Pisco. Al llegar a Pisco, recibió una orden de Sucre, que venía de Bolívar: no desembarcar la división en Pisco y regresar a Cobija, en el desierto de Atacama, con las fuerzas chilenas (unos 500 hombres). Las tropas colombianas debían seguir hacia el norte para que Rudecindo Alvarado comenzara una expedición desde el sur hacia el Alto Perú.

Pinto y Alvarado se embarcaron en el barco peruano Balcarce hacia su nuevo destino. Durante el viaje, este barco se cruzó con la flota de Benavente, que iba hacia Santa. Pinto decidió no ir a Cobija, ya que pensaba que el ejército se perdería en ese lugar tan seco. En cambio, se dirigió al puerto de Coquimbo con los soldados chilenos, pasando primero por Cobija para recoger a los barcos que se habían dirigido allí y reunir a toda la división. Alvarado no quiso desobedecer a Bolívar y se separó de la expedición. El barco de vela que llevaba a Pinto fue perseguido por una goleta corsaria (un barco privado autorizado para atacar barcos enemigos) llamada General Valdez, que había salido de Chiloé, pero no lograron alcanzarlo. El barco Lautaro, que transportaba los caballos, se quedó sin agua y tuvieron que sacrificar a los animales.

Pinto envió a Benavente a Valparaíso en el barco Sesostris para informar al gobierno chileno. Curiosamente, el gobierno chileno y también Bolívar ya habían decidido que la división regresara a Coquimbo, sin que Pinto lo supiera cuando tomó su decisión.

¿Qué pasó con los chilenos que se quedaron en Perú?

Soldados que permanecieron en la lucha

El coronel José Santiago Sánchez fue enviado por Pinto a Lima para buscar a las fuerzas chilenas que quedaban de la expedición libertadora. Estas eran los batallones número 4 y 5 y unos 100 artilleros chilenos del Callao. Sin embargo, los artilleros se quedaron en el Callao a petición del gobierno peruano. El Congreso de Perú expresó su agradecimiento el 13 de diciembre de 1823, pidiendo que los artilleros se quedaran y que los soldados peruanos que estaban en las filas chilenas regresaran a su país.

A finales de 1823, la flota llegó al puerto de Coquimbo, excepto el barco en el que viajaba Aldunate con 300 reclutas. Este barco se había separado de la expedición y llegó al puerto de Santa sin saber lo que había pasado. El coronel Gutiérrez de la Fuente informó a Bolívar desde Santa el 13 de diciembre de 1823 que estos 300 hombres habían llegado allí porque no pudieron ir al Callao ni a ningún otro puerto intermedio.

Estos soldados formaron el Batallón N° 2 de Chile y luego se dirigieron al Callao, estableciéndose en el pueblo cercano de Bellavista. Aldunate intentó regresar a Chile con sus soldados, pero Bolívar se lo impidió.

El 5 de febrero de 1824, ocurrió la Sublevación del Callao, donde los artilleros de la Compañía de Artillería de Chile se unieron a los realistas, junto con fuerzas argentinas, peruanas y colombianas. Aldunate y sus soldados siguieron al general Necochea, llegando al pueblo de Huacho. Allí, Sucre intercambió los soldados chilenos de Aldunate por reclutas peruanos y los incorporó al Batallón Vargas y a la caballería colombiana. Aldunate regresó a Chile a principios de 1824.

El historiador chileno Gonzalo Bulnes menciona en su libro Últimas campañas de la independencia del Perú (1822-1826) que Sucre pidió a Aldunate que cambiara a sus soldados chilenos por reclutas peruanos, y los chilenos fueron incorporados a la caballería de Colombia y al batallón de infantería Várgas. Bulnes lamenta que no se formara un cuerpo chileno especial, lo que habría permitido que un regimiento de Chile peleara en la Batalla de Ayacucho.

Esos soldados chilenos, junto con otros que ya estaban en los Granaderos a Caballos y en algunos cuerpos peruanos, participaron en la Batalla de Ayacucho. Los soldados de la expedición de Benavente pasaron a formar parte del ejército de Colombia, integrándose en el regimiento de caballería Húsares de Colombia y en el batallón de infantería "Pantano de Vargas".

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