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Alonso de Cárdenas (embajador) para niños

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Archivo:Alonso de cárdenas
Alonso de Cárdenas, según un grabado de 1692.

Alonso de Peralta y Cárdenas (nacido en Madrid alrededor de 1592 y fallecido en 1666) fue una figura importante en la historia de España. Fue caballero de la Orden de Santiago y miembro de varios consejos importantes, como el de Indias, el de Guerra y el de Estado. Su papel más destacado fue como embajador del rey Felipe IV de España en Londres, desde 1638 hasta 1655. Durante su tiempo allí, interactuó con los gobiernos de Carlos I de Inglaterra y Oliver Cromwell. Su misión terminó cuando las relaciones entre España e Inglaterra se rompieron en 1655, debido a un ataque de la flota inglesa a Santo Domingo. Después de su partida, y por encargo de Felipe IV, escribió un informe en Bruselas sobre la situación de Inglaterra, donde analizó la Revolución inglesa desde 1638 hasta 1656, incluyendo el juicio y la ejecución de Carlos I.

¿Quién fue Alonso de Cárdenas?

Sus primeros pasos en la política

Alonso de Cárdenas comenzó su carrera política en Nápoles. Allí formó parte del equipo del conde de Monterrey. En 1638, se le dio la importante tarea de ser el representante de España en Londres de forma temporal. Su misión era reemplazar al conde de Oñate.

Embajador en Inglaterra: Una misión clave

Dos años después, en 1640, debido a su excelente trabajo, fue nombrado embajador oficial de Felipe IV en Inglaterra. Mantuvo este puesto hasta que las relaciones entre ambos países se rompieron en 1655. Cuando Cárdenas viajó a Londres, recibió instrucciones claras. Debía hacer todo lo posible para mejorar la amistad entre España e Inglaterra. Esta amistad era muy importante para España. Necesitaba asegurar el paso por el canal de la Mancha y la ruta marítima hacia Flandes. También debía evitar que Inglaterra y Francia se hicieran aliados. Francia era aliada de las Provincias Unidas de los Países Bajos en su guerra contra España.

La red de información de Cárdenas

Cárdenas fue muy hábil y se rodeó de muchos informantes. A ellos les pagaba muy bien por la información que le daban. Con la ayuda de personas como Marie de Rohan-Montbazon, duquesa de Chevreuse y Bernard de Nogaret, duque de La Valette, quienes estaban exiliados en Londres, negoció el apoyo que España podía dar a los enemigos del cardenal Richelieu. En mayo de 1640, informó a Madrid sobre el acuerdo que había logrado con La Valette.

El conde-duque de Olivares estaba muy interesado en estas negociaciones. También quería que Inglaterra y las Provincias Unidas de los Países Bajos rompieran relaciones. Esto era después del ataque de la armada holandesa a la flota española en la Batalla de las Dunas, en aguas inglesas. Por ello, se envió a Virgilio Malvezzi como embajador extraordinario para ayudar a Cárdenas. Sin embargo, los retrasos en las comunicaciones, los problemas económicos y la falta de barcos impidieron que estos esfuerzos tuvieran éxito.

Relaciones difíciles con el rey inglés

Las relaciones con el rey inglés empeoraron después del hundimiento de la flota en Las Dunas. Se complicaron aún más cuando el embajador portugués fue recibido en Londres. Cárdenas entonces se acercó al Parlamento, que estaba en desacuerdo con el rey. Mantuvo una actitud comprensiva con los rebeldes. Incluso después de que se proclamara la República y se ejecutara a Carlos I, España fue la primera gran potencia en reconocer oficialmente a la República. Esto ocurrió cuando Cárdenas presentó sus credenciales ante el Parlamento el 5 de enero de 1651.

¿Por qué España reconoció a la República?

El reconocimiento de la República inglesa sorprendió a muchas cortes europeas. Algunos culparon a Cárdenas, diciendo que él lo había impulsado por sus malas relaciones con Carlos I. Sin embargo, hay una explicación. España necesitaba mantener abierto el canal de La Mancha para sus barcos. Este canal estaba en manos de los parlamentarios desde que Carlos I salió de Londres en 1642. Además, era necesario para poder reclutar soldados irlandeses. Estos soldados estaban dispuestos a luchar junto a las tropas españolas en su guerra contra Francia.

Cuando comenzó el proceso que llevó a la ejecución del rey, Cárdenas advirtió que cualquier intento de ayudarlo sería inútil. Otras cortes europeas también notaron esto y lo reprocharon. A diferencia de Madrid, ellas sí enviaron embajadores para intentar salvar al rey. Por lo tanto, la necesidad urgente de que Inglaterra se mantuviera neutral y de aislar a Portugal guio las acciones de Cárdenas. Así lo observó Gregorio Leti:

E questo esempio portò gran scandalo alla Christianità, non potendo nissuno comprendere come sosse possibile che si risolvesse il primo un Rè Catolico, a riconoscere per legitima la piú empia usurpatione, e por giusto un Governo cosi ingiusto. Ma la necessità tra li Politici non ha Legge, ne di Religione, ne di stato.

El reconocimiento no fue inmediato. Desde Madrid, se le dieron instrucciones a Cárdenas para que retrasara la petición del Parlamento de enviar a su embajador a España. Debía esperar "hasta que aquel Parlamento hubiera establecido sus cosas con mayor seguridad". Pero también se le indicó que lo hiciera con prudencia, dando a entender "como de suyo" la satisfacción del rey de España por la buena voluntad del Parlamento. La situación requería cautela. Al mismo tiempo, Francis Cottington, exiliado en La Haya con el príncipe Carlos, quería viajar a Madrid para representar los intereses de su señor. A él también se le dio largas, esperando ver qué hacía Francia, con la que la guerra continuaba. El reconocimiento fue finalmente necesario después del asesinato en Madrid en junio de 1650 del embajador Anthony Ascham, enviado por el Parlamento. A principios de 1654, Cárdenas todavía era recibido amistosamente por Cromwell, con quien hablaba en latín sin intérpretes.

Cárdenas y las obras de arte

Cárdenas también aprovechó su posición para comprar valiosas obras de arte. Para Luis de Haro, marqués del Carpio, compró más de cien pinturas a precios muy buenos. Estas pinturas habían pertenecido a Carlos I y se vendieron en una subasta organizada por el Parlamento después de su ejecución. Esta venta se conoció como la "almoneda de la Commonwealth". Entre ellas había muchas de las obras más apreciadas de la colección. El marqués las regaló a Felipe IV. Algunas de estas obras son: El Tránsito de la Virgen, de Andrea Mantegna; el Autorretrato, de Alberto Durero; la Sagrada Familia, conocida como La Perla, de Rafael; La Virgen con el Niño, san Mateo y un ángel de Andrea del Sarto; El lavatorio, de Tintoretto; y Moisés salvado de las aguas de Veronés. Todas estas obras se encuentran hoy en el Museo del Prado. También compró la serie de los Emperadores romanos de Tiziano, que se perdió en el incendio del Alcázar en 1734.

Cárdenas también fue el agente de Haro en la subasta de los bienes del conde de Arundel, un famoso coleccionista. Allí adquirió Jesús y el centurión de Veronés, que también está en el Museo del Prado. Esta obra, como otras mencionadas, pasó al monasterio de El Escorial. Allí, el padre Santos la describe en el capítulo principal, diciendo que "bastaba sola" para hacer famoso al pintor.

El final de su carrera

Cuando las relaciones entre España e Inglaterra se rompieron, después del ataque inglés fallido a Santo Domingo, se le ordenó a Cárdenas quedarse en Bruselas. Allí trabajó como asesor de los gobernadores de los Países Bajos españoles, especializándose en asuntos de Inglaterra. Continuó en este puesto hasta la restauración de la monarquía con Carlos II.

De vuelta en Madrid, en 1660, ocupó su puesto como consejero del Consejo de Indias. Ya era consejero del consejo de Guerra como embajador, y desde 1652, del consejo de Estado. En 1663, Felipe IV le dio el título de vizconde de Villahermosa de Ambite. Cárdenas había comprado los derechos de impuestos y jurisdicción de este lugar antes de salir de Inglaterra.

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