Tesoro del Delfín para niños
El Tesoro del Delfín, también conocido como Alhajas del Delfín, es una colección muy especial de objetos antiguos hechos con metales preciosos, piedras semipreciosas y cristal de roca. Se encuentra en el Museo del Prado en Madrid, España.
Recibe su nombre porque perteneció a Luis de Francia, conocido como el Gran Delfín. Él era el hijo del rey de Francia y heredero al trono, pero falleció joven en 1711 antes de poder reinar. Su segundo hijo, Felipe V de España, heredó una parte de este tesoro, que es la que hoy podemos ver en Madrid. Otra parte de la colección original se encuentra en el Museo del Louvre en París.
Contenido
Historia del Tesoro del Delfín
¿Cómo llegó el tesoro a España?
El primer rey de la familia Borbón en España, Felipe V, recibió 169 piezas de este tesoro. Aunque era solo una parte de la colección original (que tenía 698 objetos en 1689), estas piezas fueron elegidas por ser las más hermosas y valiosas.
Al principio, el tesoro se guardó en el Real Alcázar de Madrid. La idea era exhibirlo en una sala especial, pero este proyecto nunca se realizó. Por suerte, las piezas fueron trasladadas al Palacio de la Granja, lo que las salvó de un gran incendio que destruyó el Alcázar de Madrid en 1734. En La Granja, el tesoro permaneció guardado en la Casa de las Alhajas.
Desafíos y pérdidas del tesoro
Lamentablemente, muchas de las piezas que hoy se conservan en el Museo del Prado están incompletas o dañadas. Esto se debe a varios robos que sufrió la colección. Uno de ellos ocurrió durante la invasión francesa de España, y otro en 1918. Estos robos redujeron el número de piezas a 144. A pesar de estas pérdidas, el Tesoro del Delfín es una colección única en España y una de las más importantes de toda Europa.
¿Dónde se ha expuesto el tesoro?
A lo largo de casi dos siglos en el Museo del Prado, el Tesoro del Delfín se ha exhibido de diferentes maneras. Cuando sufrió el robo de 1918, estaba en vitrinas en la galería central del museo.
Entre 1989 y 2018, se mostró en un sótano del edificio, conocido como "cámara acorazada" por su puerta blindada. Sin embargo, el museo se dio cuenta de que la humedad y las vibraciones de un túnel de tren cercano no eran buenas para piezas tan delicadas. Por eso, en 2018, se adaptó un nuevo espacio circular en el ático norte del museo. Esta nueva sala tiene vitrinas especiales con sistemas de climatización y renovación de aire, perfectos para proteger los materiales sensibles como los esmaltes y el cuero de los estuches. Antes de esta nueva exposición, los objetos fueron cuidadosamente limpiados y restaurados.
Descripción de las piezas
Materiales y adornos
De las piezas que se conservan, 49 están hechas de cristal de roca. Otras 71 están elaboradas con piedras duras, que son piedras semipreciosas como el ágata, el lapislázuli, la calcedonia, el jaspe, el jade, la serpentina o el alabastro. También hay objetos hechos con conchas de nautilos.
Los adornos de estas piezas suelen ser de oro, aunque también hay algunos de plata, a veces dorada. Frecuentemente, están embellecidos con ricos esmaltes de colores y piedras preciosas o semipreciosas como turquesas, amatistas, granates, diamantes, zafiros, esmeraldas y rubíes, además de perlas.
Temas y orígenes
Los temas que representan las piezas son muy variados. Incluyen escenas del Antiguo Testamento relacionadas con el vino y el agua, así como historias de las Metamorfosis de Ovidio. Dos de las obras más famosas tenían figuras de Baco y del Arca de Noé.
La mayoría de las piezas fueron creadas en los siglos XVI y XVII en talleres de París e Italia (especialmente de Milán para las de cristal de roca). Sin embargo, la colección también incluye objetos de la Antigua Roma, del Imperio Bizantino, de la Edad Media, e incluso de la antigua Persia, el Imperio mogol y China. Algunos de estos objetos pertenecieron a personas muy importantes como Carlos V de Francia, el emperador Carlos I de España y el cardenal Mazarino.
El tesoro en el Museo del Prado
Esta colección llegó al Museo del Prado en 1839, por decisión de la reina Isabel II. Ella consideró que su valor artístico era más importante que su valor científico. En ese momento, el director del museo era el pintor José Madrazo.
En 1918, se descubrió un robo confirmado, realizado por un empleado del propio museo, Rafael Coba. La mayoría de las piezas pudieron recuperarse, aunque 35 de ellas sufrieron daños graves, perdiendo muchas de sus piedras y metales preciosos. Este suceso fue el más grave en la historia del museo y provocó el cierre temporal de los estudios de artistas que había en la pinacoteca.
En el montaje inaugurado en 2018 en el ático norte del museo, también se exponen algunos de los estuches del siglo XVIII. La mayoría están cubiertos de cuero y fueron hechos para guardar estas piezas, reproduciendo su forma exterior para poder identificarlas sin necesidad de abrirlos. Además, se han añadido dos conjuntos que se habían separado del resto a finales del siglo XIX: un "Juego de café de laca" y un "Estuche con juego de utensilios para preparar piezas de caza". Estos han sido identificados recientemente en el Museo de América y el Museo Arqueológico Nacional.
En 2001, se publicó el primer catálogo completo de esta colección, a cargo de Letizia Arbeteta.