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Tampón higiénico para niños

Enciclopedia para niños

Un tampón es un producto de higiene menstrual que se coloca dentro del canal vaginal para absorber la menstruación (el flujo de sangre que sale del cuerpo durante el periodo). Se saca del cuerpo con un cordón. Tiene forma de tubo, hecho de un material absorbente comprimido, como algodón y rayón. A veces, está cubierto por una malla sintética para que no se desprendan fibras.

Los tampones son de un solo uso, lo que significa que se usan una vez y luego se tiran. Hay dos tipos principales: los que se colocan con los dedos y los que vienen con un aplicador. A diferencia de las toallas sanitarias, los tampones permiten bañarse o nadar mientras se usan.

Desde hace mucho tiempo, se han usado objetos similares a los tampones. Al principio, se hacían con materiales naturales como lana, hierba o papiro. Los primeros tampones comerciales aparecieron en el Siglo XX. Algunos ejemplos famosos son el tampón Tampax en 1933, que fue el primero con aplicador, y la marca O.B. a mediados de siglo, que era digital (sin aplicador).

A finales de los años 70 y principios de los 80, algunos tampones muy absorbentes se relacionaron con el síndrome de shock tóxico (SST). Esta es una enfermedad poco común pero grave. Si se usaban por muchas horas, las fibras sintéticas de algunos tampones podían favorecer el crecimiento de una bacteria llamada staphylococcus aureus. Esta bacteria produce una toxina que puede ser peligrosa. Después de un aumento de casos en 1980, se retiraron del mercado los tampones super absorbentes y se cambiaron los materiales. También se establecieron niveles de absorción estándar para todas las marcas.

Usar tampones muy absorbentes o dejarlos puestos más tiempo del recomendado son factores que pueden aumentar el riesgo de SST. También pueden causar irritación o molestias. Es importante saber que el SST no solo afecta a quienes usan tampones; también puede afectar a niños y hombres.

Se calcula que cien millones de mujeres usan tampones en el mundo. Son muy populares en Europa Occidental y Estados Unidos. Un tampón hecho de fibras naturales tarda unos seis meses en descomponerse. Sin embargo, los componentes de plástico y materiales sintéticos son un problema de contaminación. Se han encontrado en el estómago de aves marinas y se convierten en microplásticos, lo que daña el medio ambiente. Los tampones son uno de los principales contaminantes de las playas.

El siglo XX y la modernización

Uso médico de tampones en el pasado
Tampones de algodón usados en 1907 para detener sangrados después de una operación.
Uso de tampones para ayudar a evitar embarazos
Ilustración de 1911 mostrando la colocación de un tampón para ayudar a evitar embarazos.
Tampón de algodón usado para ayudar a evitar embarazos, Reino Unido, 1920-1960.

A principios del Siglo XX, los tampones se usaban principalmente como material médico. Se podían hacer en casa o en hospitales. Tenían una cuerda para sacarlos. Para 1916, ya había dieciséis patentes de tampones en Estados Unidos, incluyendo uno con aplicador.

A finales de los años 20 y principios de los 30, los tampones comenzaron a venderse como productos para la menstruación. El médico estadounidense Earle Haas creó el primer tampón comercial con aplicador. Su idea era que las personas no tuvieran que tocar el absorbente directamente. En 1933, vendió la patente a Gertrude Tendrich, quien lo comercializó como Tampax. Este tampón se vendía por correo en un empaque discreto.

Archivo:The Canadian nurse (1939) (14584974097)
Publicidad de Tampax en la revista The Canadian Nurse (1939).

En Occidente, el uso de tampones fue un tema de debate. Como era un producto que se insertaba, algunas iglesias se oponían a su uso. Sin embargo, los tampones ofrecían más libertad de movimiento que las toallas sanitarias de la época, que necesitaban cinturones. Por eso, se hicieron populares entre nadadoras, bailarinas y otras personas con estilos de vida activos. La incorporación de más mujeres al trabajo y la necesidad de manejar el flujo menstrual fuera de casa, junto con la demanda de gasas durante la Segunda Guerra Mundial, ayudaron a que los tampones se usaran más.

La discreción se volvió importante en la publicidad. En 1945, aparecieron los primeros tampones perfumados. A mediados de siglo, la ginecóloga alemana Judith Esser-Mittag diseñó el tampón O. B., que no necesitaba aplicador. La empresa Johnson & Johnson compró los derechos y lo vendió en varios tamaños.

Entre los años 60 y 70, los cambios sociales y la aparición de nuevos métodos para ayudar a evitar embarazos influyeron en cómo las personas manejaban su menstruación. Las personas jóvenes preferían los tampones para usar ropa ajustada, de colores claros o para nadar. Algunos modelos seguían usando perfumes o fibras sintéticas más absorbentes. En 1980, los tampones eran el producto más usado en Estados Unidos. En 1983, Sally Ride, la primera astronauta estadounidense, los llevó al espacio. En los años 90, Tampax introdujo los aplicadores de plástico y versiones más pequeñas. En la década de 2010, surgieron tampones de algodón orgánico y con aplicadores reutilizables. La publicidad también cambió, volviéndose más directa.

El síndrome de shock tóxico

Archivo:Toxic shock syndrome is so rare you might forget it can happen - (6946668685)
Póster de la FDA sobre el síndrome de shock tóxico (1985).

En 1976, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos clasificó los tampones como dispositivos médicos para tener más control sobre su calidad. En 1978, se describió por primera vez el Síndrome de shock tóxico (SST), una enfermedad grave que al principio se relacionó con los tampones super absorbentes. Si se usaban por muchas horas, las fibras sintéticas de algunos tampones podían hacer que una bacteria llamada staphylococcus aureus se multiplicara y produjera una toxina.

En 1980, hubo un pico de 814 casos y 34 fallecimientos por SST. La mayoría de los casos (90%) se relacionaron con la marca Rely de Procter & Gamble, que se anunciaba como capaz de absorber diecisiete veces su volumen. La FDA exigió que todos los envases de tampones incluyeran una advertencia sobre el SST y la recomendación de cambiarlos con frecuencia. Como resultado, los tampones super absorbentes se retiraron del mercado y se dejó de usar ciertos materiales sintéticos. En 1983, se registraron cerca de 2000 casos de SST en Estados Unidos, y el 80% eran en personas menstruantes.

Los tampones super absorbentes podían alterar el equilibrio natural de la vagina. También se reportaron casos de tampones que se pegaban a las paredes o causaban heridas al intentar retirarlos. Un estudio de 1983 encontró una relación entre los tampones, lesiones y otras afecciones. Esto llevó a que se prestara más atención a la salud de las mujeres y a la preocupación por la contaminación de los productos de higiene femenina.

Debido a las campañas de información, el 26% de las personas cambiaron el producto que usaban para la menstruación. Los casos de SST disminuyeron gradualmente. En 1989, la FDA estableció un sistema unificado para clasificar la absorbencia de los tampones.

El producto

Diagrama de la posición del tampón (rosa) en el canal vaginal.
Comparación de un tampón usado (más grande) y uno nuevo.

Cómo se usa

El tampón se coloca en el canal vaginal para absorber el flujo menstrual. Si tiene aplicador, este se introduce primero y se usa para empujar el tampón dentro. Los tampones se usan entre cuatro y ocho horas. Para retirarlo, se tira del cordón. Es un producto de un solo uso y debe tirarse a la basura después de usarlo. Es importante lavarse las manos antes de introducirlo y retirarlo. Se recomienda usar el tampón con la menor absorción necesaria para prevenir el síndrome de shock tóxico y facilitar su colocación. Si el tampón se cae al suelo antes de usarlo, debe desecharse.

Como el tampón no interfiere con la uretra, es posible orinar con él puesto. Si el cordón se moja con orina, no suele ser un problema, a menos que la persona tenga una infección urinaria. Sin embargo, si el cordón se contamina con heces durante la defecación, el tampón debe desecharse para evitar infecciones. Algunas condiciones médicas pueden dificultar el uso de tampones o causar dolor al insertarlos. Usar un tamaño demasiado grande también puede ser incómodo. No hay contraindicaciones de uso por edad.

Los tampones deben retirarse antes de cualquier actividad que implique la inserción de objetos en la vagina (un medicamento, por ejemplo). Dejarlo puesto puede causar dolor o molestias. Si un tampón se queda atascado o se olvida de retirarlo, aumenta el riesgo de infecciones y del síndrome de shock tóxico. Si no se puede alcanzar, se debe consultar a un ginecólogo para que lo retire.

De izquierda a derecha: tampón super digital desplegado, tampón regular desplegado, copa menstrual, tampón O.B. super y tampón regular con aplicador de cartón.
Tampón con aplicador y envase individual de plástico.

Los tampones también se han usado para obtener células y ayudar a diagnosticar algunos tipos de cáncer. Se están desarrollando modelos que no absorberían la menstruación, sino que servirían para aplicar medicamentos.

En personas con incontinencia urinaria, a veces se han usado tampones para presionar la vejiga y evitar fugas de orina, aunque esto no es recomendado por algunas organizaciones de salud. También se ha desmentido la idea de que los tampones puedan detener hemorragias graves, como las causadas por heridas profundas, ya que no están diseñados para eso y podrían empeorar la situación.

Archivo:Syngina VP-Tampon
Syngina, una máquina que simula las condiciones de la vagina para calcular la absorbencia de los tampones.

Diseño y materiales

Los tampones comerciales tienen un centro absorbente comprimido, generalmente de algodón y rayón. A veces, están cubiertos por una malla sintética para evitar que se desprendan fibras. El cordón, hecho de poliéster o polipropileno, se usa para retirarlos. Algunas versiones usan algodón orgánico. Hay tampones sin aplicador, que se insertan con los dedos, y otros con aplicador de cartón o plástico que tienen una punta redondeada para facilitar la inserción.

Antiguamente, para blanquear las fibras de celulosa (para el rayón) se usaba cloro, lo que producía dioxinas. Ahora se evita el cloro elemental y se usa peróxido de hidrógeno para blanquear. También se usan otras sustancias en su fabricación, y antes de venderse, los tampones se esterilizan. Algunos modelos tienen fragancias.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual clasifica los tampones como dispositivos de clase cinco, junto con otros productos de higiene personal. Los grados de absorbencia de los tampones indican cuánto flujo menstrual pueden contener. La clasificación varía según el país. En Estados Unidos, la FDA tiene un sistema unificado. En Europa, se usa una escala con símbolos de gotas: más gotas significan más absorción. Para medir esto, se usa una máquina llamada syngina, que simula las condiciones de la vagina.

La empresa suiza Ruggli fabrica la mayoría de las máquinas para hacer tampones en el mundo. En Europa, los principales lugares de producción están en España y Eslovenia.

Fluido (en gramos) Valor de absorbencia
Dos tamaños de tampón.
Etiqueta de producto en chino. Dos gotas indican hasta 9 gramos.
Estados Unidos Europa (EDANA)
Hasta 6 Liviano Water Drop Icon Vector.png
6 a 9 Regular Water Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.png
9 a 12 Super Water Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.png
12 a 15 Super Plus Water Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.png
15 a 18 Ultra Water Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.png
Mas de 18 Water Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.pngWater Drop Icon Vector.png

Opciones alternativas

Existen tampones reutilizables hechos a mano con hilos de algodón. Sin embargo, organizaciones como la FDA no los recomiendan por el riesgo de infecciones. Otros tipos son los tampones de esponja, que pueden ser reutilizables (hechos de esponjas marinas) o desechables (hechos de espuma). A diferencia de los tampones rígidos, estos son más flexibles.

Seguridad y salud

Aspectos de salud

El Síndrome de shock tóxico (SST), causado por el aumento de una toxina bacteriana en el cuerpo, es una enfermedad rara y grave que se relacionó con los tampones muy absorbentes de fibras sintéticas. Las causas del SST no se limitan solo a los tampones, y cualquier persona, sin importar su edad o sexo, puede verse afectada. La tasa actual en Estados Unidos es de 1 caso por cada 100,000 personas en general. En quienes usan tampones, afecta más a menores de treinta años. La mortalidad es baja, menos del 3%. Se recomienda usar productos con la menor absorción posible y cambiarlos según el volumen del flujo.

Tampón visible en una radiografía.

La vagina tiene una lubricación y una microbiota (bacterias buenas) naturales. Si los tampones absorben demasiado, pueden alterar este equilibrio y causar infecciones vaginales, cambios en el flujo, olor, picazón, pequeñas heridas o irritación. La recomendación general es elegir el tampón con la menor absorción necesaria y usarlo solo en los días de mayor flujo. Si se usan para otros fluidos o sangrados inusuales, pueden causar problemas. Las fragancias en algunos tampones pueden desequilibrar el pH vaginal, aumentar el riesgo de SST, causar vaginosis bacteriana, reacciones alérgicas o irritación. También pueden exponer a sustancias químicas. El bisfenol A está presente en los aplicadores. Las alergias al producto también son posibles, especialmente por químicos o perfumes.

Desde 1998, circularon rumores en internet sobre fabricantes que supuestamente añadían asbestos a los tampones para aumentar el sangrado y las ventas. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) investigó estas afirmaciones y desmintió el uso de asbestos en tampones. No encontraron evidencia de contaminación en las fábricas de Estados Unidos ni reportes de aumento de sangrado menstrual. Se considera que esto fue un rumor falso que se difundió por correo electrónico y luego por internet.

Regulaciones

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos regula los tampones desechables como productos médicos. Su proceso de blanqueamiento debe ser libre de cloro elemental para reducir la emisión de dioxinas. La FDA exige a los fabricantes que controlen los niveles de este contaminante. En los años 80, se estandarizaron las etiquetas de absorbencia para que fueran iguales en todas las marcas. Además, las advertencias sobre el síndrome de shock tóxico deben ser visibles en los envases.

En la mayoría de los países, los fabricantes de productos menstruales no están obligados a publicar la lista completa de ingredientes. En 2015, un grupo llamado Women's Voices for the Earth protestó frente a las oficinas de P&G en Estados Unidos, exigiendo que se publicaran los ingredientes de los tampones y otras toallas sanitarias. Como resultado, P&G y su competidor Kimberly-Clark (Kotex) publicaron los componentes principales. En 2017, el gobierno de Estados Unidos aprobó una ley que exige investigar el impacto en la salud de las dioxinas, fibras sintéticas, fragancias, tintes y conservantes en los productos de higiene femenina.

Las dioxinas son un subproducto del procesamiento de las fibras de celulosa para fabricar el rayón de los tampones. Antes, esto estaba relacionado con el blanqueamiento con cloro, pero ahora se usan métodos sin cloro elemental o con peróxido de hidrógeno. Los niveles de dioxinas que aún pueden estar presentes en un tampón son muy bajos, mucho menores que los que se encuentran normalmente en el cuerpo o en los alimentos. Sin embargo, algunas personas se preocupan porque estas trazas entran en contacto directo con el tejido vaginal, que es muy absorbente. También se considera el efecto acumulativo de usar muchos tampones a lo largo de los años.

En toallas desechables y tampones se han encontrado pequeñas cantidades de sustancias que podrían ser dañinas, como cloroformo o estireno. Aunque los niveles están dentro de los límites aceptables, su presencia preocupa a algunos, ya que no aparecen en las listas de ingredientes. También se han encontrado trazas de glifosato (un herbicida) e insecticidas, que podrían ser residuos del algodón. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha pedido más investigación sobre los riesgos para la salud de estas sustancias.

El mercado de los tampones

Góndola de supermercado con distintas marcas de tampones y toallas sanitarias.

Se calcula que cien millones de personas usan tampones en el mundo, y que cada una usará entre 11,000 y 16,000 unidades durante su vida. Son el producto de gestión menstrual más popular en Europa Occidental y Estados Unidos, donde cerca del 70% de las personas los usan. En 2018, solo Estados Unidos consumió un tercio de la producción mundial de tampones. En contraste, en China, solo el 2% los usa, y en países con menos recursos, la tasa es del 1% al 4%.

El consumo global de tampones ha disminuido en los últimos años. Esto se debe a que hay más productos de gestión menstrual disponibles, a que algunas personas dejan de menstruar por el uso de ciertos medicamentos, a que hay más información, a la preocupación por los ingredientes y a la búsqueda de opciones más sostenibles.

Los tampones en la cultura

La discreción ha sido un aspecto clave en el diseño y la venta de los tampones. Desde cómo se compraban en las tiendas sin nombrarlos directamente en los años 20, hasta los empaques modernos diseñados para hacer menos ruido al abrirlos en un baño público.

Desde el feminismo, hay diferentes opiniones sobre los tampones. El movimiento de la segunda ola vio en ellos una forma de autonomía, pero también criticó que el producto ayudaba a ocultar la menstruación en público. Se argumenta que, con la incorporación de las mujeres al trabajo, estos productos buscaban adaptar las necesidades femeninas a entornos dominados por normas masculinas. Por otro lado, se decía que estos productos desechables daban más tiempo a las mujeres, ya que antes tenían que hacer y lavar paños menstruales. La tercera ola del feminismo se enfocó en el anticonsumismo y el ambientalismo, promoviendo el uso de productos alternativos.

El "impuesto al tampón" se refiere al valor añadido de los productos de gestión menstrual en el mercado. No es un nombre oficial, sino una forma de protesta de grupos que consideran injusto que estos productos no estén exentos de impuestos, como otros considerados de primera necesidad.

Impacto en el medio ambiente

Aplicador de plástico desechado en una playa.
Pictogramas de la Comisión Europea advirtiendo sobre el impacto ambiental del plástico en tampones si se tiran incorrectamente.

En algunos países, la producción de tampones y toallas implica la tala de bosques para cultivar pino, del cual se obtiene la celulosa. Una persona puede producir unos 200 kilogramos de residuos menstruales (toallas, tampones y aplicadores) a lo largo de su vida. En promedio, se usarán entre 11,000 y 16,000 tampones. Cerca del 6% de un tampón es plástico. Los microorganismos no descomponen las fibras sintéticas ni los envases de plástico. Las fibras naturales como el algodón pueden tardar unos seis meses en descomponerse. Si los residuos se entierran en vertederos, la falta de oxígeno impide este proceso. Los aplicadores de plástico pueden reciclarse, pero a menudo no se aceptan por razones de higiene.

Los estudios sobre el impacto ambiental de las toallas desechables y los tampones muestran que es similar y proviene principalmente de la extracción de materias primas, la fabricación y los envases. Los envases representan la mayor parte del impacto. El rayón es el componente de los tampones con mayor costo ambiental.

El tratamiento de los residuos menstruales depende de las leyes de cada país. Una vez usados, los tampones contienen restos biológicos. En algunos países, los aplicadores usados se consideran residuos especiales y no se pueden reciclar. Tirar toallas sanitarias, tampones y aplicadores por el inodoro causa problemas en las redes de alcantarillado y lleva los residuos al mar. Esto se debe a que algunas personas creen que es más "higiénico" o "discreto" que usar un cesto de basura.

Un informe de la Comisión Europea encontró que los productos de higiene, incluyendo tampones y toallas sanitarias, son el quinto mayor contaminante de playas y una amenaza para la vida marina. La organización Marine Conservation Society reportó que hay un promedio de nueve aplicadores de tampones por kilómetro de playa en el Reino Unido, y se han encontrado en el estómago de aves marinas. Expuestos al sol, se degradan en microplásticos, lo que también afecta el medio ambiente y la salud.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Tampon Facts for Kids

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Tampón higiénico para Niños. Enciclopedia Kiddle.