La Gioconda (taller de Leonardo da Vinci) para niños
Datos para niños La Gioconda o Mona Lisa |
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Año | 1503-1519 | |
Autor | Anónimo | |
Técnica | Óleo sobre tabla de nogal | |
Estilo | Renacimiento | |
Tamaño | 76,3 × 57 cm | |
Localización | Museo del Prado, ![]() ![]() |
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País de origen | Italia | |
La obra La Gioconda o Mona Lisa del taller de Leonardo da Vinci, también conocida como «La Gioconda del Prado», es una pintura hecha con óleo sobre una tabla de madera de nogal. Fue creada entre los años 1503 y 1519. Desde 1819, se encuentra en el Museo del Prado en Madrid, España.
Esta pintura es una copia muy exacta del famoso cuadro La Gioconda, la obra maestra de Leonardo, que está en el Museo del Louvre en París, Francia. De todas las copias que existen de la obra original, esta tabla es la más antigua que se conoce hasta ahora. Lo más interesante es que fue pintada al mismo tiempo que el original por uno de los alumnos de Leonardo. El alumno siguió el mismo proceso de creación y estuvo bajo la supervisión del propio Leonardo. Sin embargo, los estudios técnicos no han encontrado pruebas de que Leonardo haya pintado directamente en esta copia.
En el siglo XVIII, el historiador Antonio Ponz mencionó esta obra en su libro Viage de España. Es probable que la pintura llegara a España mucho antes, quizás en las primeras décadas del siglo XVII, formando parte de las colecciones de la realeza. Se cree que podría ser la "mujer de mano de Leonardo Abince" que se registró en 1666 en el Real Alcázar de Madrid.
Desde que llegó al Prado en el siglo XIX, la obra ha estado expuesta casi siempre. En 2010, se realizó un estudio, limpieza y restauración de la pintura. Esto se hizo porque el Museo del Louvre pidió prestada la obra para una exposición. La exposición, llamada La Sainte Anne, l'ultime chef-d'œuvre de Léonard de Vinci, se inauguró en marzo de 2012.
El proceso de restauración incluyó varios exámenes técnicos. Se usó reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia con luz ultravioleta y una lupa binocular. La reflectografía y el examen de la superficie revelaron que había un paisaje debajo del fondo oscuro que rodeaba a la figura. Al comparar esta reflectografía con la del cuadro original de Leonardo, se vio que los dibujos iniciales eran muy parecidos. Incluso las correcciones que aparecen en la pintura original se repiten en la copia.
Gracias a este estudio y restauración, la pintura recuperó su aspecto original. También se confirmó su gran importancia histórica y artística. Hoy en día, se considera la copia más relevante de La Gioconda. Además, es una prueba muy valiosa de cómo funcionaba el taller de Leonardo.
El conservador del Museo del Prado, Miguel Falomir Faus, ha señalado que el pintor de esta copia tenía un estilo más lineal y no usaba la técnica del "sfumato" de Leonardo. El sfumato es una técnica que crea transiciones suaves entre colores y tonos, dando un efecto de niebla o humo. Aunque la copia tiene menos misterio que el original, permite ver detalles que en la obra de Leonardo están apenas sugeridos.
El estado de conservación de la copia del Prado es mucho mejor que el del original del Louvre. Esto se debe a la buena calidad de la tabla de madera. Su aspecto más limpio y nítido nos da información sobre el paisaje del fondo y otros detalles que son difíciles de ver en el cuadro de París. Por ejemplo, se pueden apreciar el color rojizo del cabello, el vestido, el velo, la silla y las columnas.
La excelente calidad de la tabla del Prado ha llevado a preguntas sobre quién encargó esta obra. Algunos incluso han pensado que esta fue la pintura que Leonardo entregó a Lisa Gherardini y a su esposo, Francesco del Giocondo, como el retrato original. Mientras tanto, Leonardo habría seguido trabajando en su propia versión para perfeccionarla. La Mona Lisa de Madrid fue hecha con materiales muy valiosos, como el lapislázuli y laca roja. Esto sugiere que fue un encargo muy importante. Por su cuidado y esmero, la obra del Prado no es una simple copia de taller. A pesar de las diferencias de calidad con el original, esta copia no intenta hacerse pasar por la obra del maestro.
Sobre quién pintó la copia, se cree que fue uno de los alumnos más cercanos y talentosos de Leonardo. Podría ser Francesco Melzi o Salai, quienes heredaron parte de su obra y tenían acceso a sus dibujos de paisajes. Sin embargo, algunos expertos italianos sugieren que fue un discípulo español, como Fernando Yáñez de la Almedina o Fernando Llanos. Estos pintores trabajaron en la región de Valencia y colaboraron con Leonardo en Florencia.
Los estudios técnicos muestran que el soporte, la preparación, el dibujo inicial y la forma de aplicar la pintura son idénticos en esta copia de la Gioconda y en la versión Ganay del Salvator Mundi. Esto indica que ambas pinturas fueron hechas por el mismo artista. Es probable que este artista también haya pintado la versión Landsowne de la Virgen del huso, ya que la forma de aplicar la pintura es muy similar.
Contenido
Historia de la Gioconda del Prado
No se sabe con exactitud cómo llegó La Gioconda del Museo del Prado a España. Sin embargo, su historia está directamente relacionada con la del original del Louvre, ya que se sabe que ambas fueron pintadas al mismo tiempo. Se cree que la obra ya estaba en España en las primeras décadas del siglo XVII.
Algunos sugieren que pudo haber sido traída por el escultor Pompeo Leoni. Él tenía importantes obras de Leonardo en papel, como los Códices Madrid I y II, que trajo de Italia y que ahora están en la Biblioteca Nacional de España. Sin embargo, no hay documentos que confirmen esta idea. La pintura pasó al Museo del Prado cuando este se fundó en 1819, junto con cientos de obras de la realeza.
Primeras menciones de la obra
Existen varias referencias a la obra antes de que llegara al Museo del Prado, cuando aún era propiedad de la realeza. La primera mención podría estar en el inventario de 1666 del Real Alcázar de Madrid, hecho después de la muerte del rey Felipe IV. Es muy probable que la obra sea la pintura número 588 en la Galería del Mediodía, descrita como:
vara de alto y tres quartas de ancho (83,5 x 63 centímetros) vna muger de mano de Leonardo Abince 100 ds (ducados).
También se menciona en el inventario de 1686, en el mismo lugar, y en el inventario de 1700, con el número 76 y un valor de 200 ducados. Afortunadamente, esta Gioconda se salvó del incendio de 1734, que destruyó más de 500 pinturas de las colecciones reales.
Después del incendio, la pintura fue llevada al Palacio de Oriente. Allí se menciona en el inventario de 1747 con el número 195:
otra pintura en tabla retrato de vna muger de vara de alto y tres quartas de ancho original de Leonardo Abinci 1500 rs (reales).
En 1772, aparece con el mismo número y tamaño. En 1793, el historiador Antonio Ponz la menciona en su Viage de España como obra de Leonardo, ubicada en uno de los gabinetes reales. En el inventario de 1789, se valora en 4000 reales. Es probable que permaneciera en el Palacio de Oriente hasta su traslado al Museo del Prado en 1819.
En 1830, el escritor francés Prosper Mérimée la menciona en una carta desde España al director de la Revue de Paris. Él describe la pintura como una repetición de la del Louvre, pero con un fondo oscuro y sin paisaje.
Finalmente, en el testamento del rey Fernando VII de 1833, la pintura se registra en el «Museo Real de Pinturas» (actual Museo Nacional del Prado) con el número 393. Por primera vez, se identifica como La Gioconda:
Nonna Lisa cáelebre por su hermosura — Leonardo da Vinci — 40.000.
El redescubrimiento de su aspecto original
Esta copia de La Gioconda siempre ha sido muy valorada en el Prado. Durante los XIX y XX, solía estar expuesta junto a obras maestras de Rafael o Fra Angelico. Muchos visitantes preguntaban por ella. Incluso cuando se guardaba, el museo recibía cartas preguntando por su paradero. Esto demuestra el gran interés que siempre ha generado.
Se sabía que era una obra auténtica del siglo XVI y aparecía en muchos libros sobre el museo. Sin embargo, su fondo oscuro, sin paisaje visible, la diferenciaba mucho del original de París. Esto hacía pensar que su autor no era del círculo de Leonardo, quizás un pintor flamenco.
En 2010, el Museo del Louvre pidió la obra para una exposición. El Prado decidió descolgarla para estudiarla a fondo. Los análisis y la restauración, realizada entre 2011 y 2012, revelaron que se trataba de la copia más antigua de La Gioconda hecha en el taller de Leonardo. Este descubrimiento se anunció en una conferencia de expertos en enero de 2012 en la National Gallery de Londres.
Los trabajos de análisis y restauración descubrieron sorprendentes similitudes con la Mona Lisa de París. Estas similitudes habían estado ocultas por una capa de pintura negra que cubría el paisaje de fondo, que representa el río Adda en la Toscana italiana. El paisaje, una vez recuperado, coincide con los escenarios de Leonardo. Aunque no es idéntico al del original, es interesante porque muestra formaciones rocosas que Leonardo dibujó en papel y que no están en la pintura del Louvre.
La presencia de montañas del dibujo de Leonardo, Masa rocosa (datado entre 1510 y 1515), sugiere que las dos Giocondas pudieron haberse pintado hasta 1516 o 1519. El fondo oscuro, añadido después de 1750, restaba atractivo a la obra. Quizás se hizo por razones estéticas, para que el retrato se pareciera a otros con fondos neutros. Otra posibilidad es que el fondo negro hiciera que la obra del Prado se pareciera más a los retratos de Leonardo, que suelen tener fondos neutros, excepto La Gioconda y el Retrato de Ginevra de Benci.
El análisis con reflectografía infrarroja y rayos X mostró que, desde el dibujo inicial hasta casi el final, las dos Giocondas se hicieron de forma muy similar. Esto prueba que el alumno siguió a Leonardo mientras trabajaba en el original. Las figuras tienen las mismas dimensiones y formas, pero fueron pintadas por manos diferentes. Esto sugiere que quizás se copiaron usando un mismo patrón.
Todas las correcciones del dibujo inicial de La Gioconda de Leonardo se repiten en la obra del Prado. Esto incluye el escote, el contorno del velo y de la figura, la posición de los dedos y pequeños ajustes en las mejillas y el cuello. Esta coincidencia en las correcciones es imposible en una copia posterior, a menos que el copista hubiera trabajado junto al maestro. Además, los contornos de la figura en la obra del Prado están corregidos a mano alzada. También hay trazos de dibujo que no corresponden con las formas visibles, al igual que en la obra de Leonardo. Todo esto demuestra que el proceso de creación de esta obra fue mucho más complejo que el de una copia normal.
Por otro lado, la mujer retratada en la Mona Lisa de Madrid —probablemente Lisa Gherardini— tiene cejas, aunque muy finas, mientras que en la de París no. Es probable que las cejas del original desaparecieran con el tiempo. Esto le da más personalidad al cuadro del Prado, haciéndolo un retrato más fiel y menos idealizado. Para Almudena Sánchez Martín, restauradora del museo, la mujer del Prado es "una persona real e identificable".
La gran calidad de los materiales de la tabla de Madrid sugiere un encargo importante. Quizás esta réplica fue el retrato de Lisa Gherardini que Leonardo finalmente entregó a Francesco del Giocondo, mientras el maestro se quedaba con el original para perfeccionarlo. Otra idea es que Leonardo vio el encargo del retrato de Lisa Gherardini como una oportunidad para enseñar a su discípulo las sutilezas de este tipo de pintura. La gran fidelidad a los detalles de la figura y las diferencias en otras partes de la copia refuerzan esta posible intención didáctica.
Las dos columnas laterales son más visibles en la obra del Prado, que es cuatro centímetros más ancha que la del Louvre. La limpieza de La Gioconda de Madrid la hizo más luminosa y brillante que la del Louvre. Su mejor estado de conservación permite identificar a la modelo del Prado como una mujer de veinte o veinticinco años, lo que concuerda con la edad de Lisa cuando Leonardo la retrató. Los pigmentos oscurecidos y los barnices amarillentos del original del Louvre hacen que la modelo parezca mayor. Los expertos creen que esta pintura "gemela" ayuda a entender algunos misterios del original y los métodos de trabajo en el taller de Leonardo.
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Cómo se restauró la obra
La restauración de La Gioconda del Prado consistió en limpiar la superficie de la pintura. Se eliminaron los barnices que se habían oxidado con el tiempo y que daban un tono amarillento a la obra, especialmente en la piel de la figura. Esto permitió recuperar los colores originales, así como los volúmenes de las telas y la transparencia de los velos.
El análisis de la reflectografía infrarroja y el examen de la superficie con luz especial confirmaron la existencia de un paisaje debajo del fondo negro. Un informe químico reveló que este fondo negro era una capa de pintura añadida y que el paisaje original se conservaba protegido por una capa de barniz. Usando diferentes productos, se pudo quitar la capa de pintura negra de forma segura.
Una vez que el paisaje volvió a ser visible, se hizo una transición entre la figura y el fondo para que todo se viera equilibrado. También se quitó la pintura que cubría el velo y parte del cabello en el lado izquierdo de la cabeza de la modelo. Esto permitió que el velo recuperara su transparencia y que el paisaje se viera a través de él. Así, esta parte importante del cuadro recuperó su aspecto original, dando una sensación de aire y espacio alrededor de la cabeza de La Gioconda. El proceso final de la restauración terminó con la reintegración de los colores. Como la pintura estaba en muy buen estado, la intervención fue mínima.
Más información
Véase también
En inglés: Mona Lisa (Prado) Facts for Kids