Juan Ruiz de Arce para niños
Datos para niños Juan Ruiz de Arce |
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Información personal | ||
Nacimiento | 1507 Alburquerque (España) |
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Fallecimiento | 1570 Alburquerque (España) |
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Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Conquistador | |
Juan Ruiz de Arce (nacido en Alburquerque, Badajoz, en 1507 y fallecido alrededor de 1570) fue un explorador español. Estuvo con Pedrarias Dávila en Nicaragua en 1530. Más tarde, se unió a Francisco Pizarro en la conquista del Perú.
Participó en la captura de Atahualpa en Cajamarca el 16 de noviembre de 1532. Regresó a España cerca de 1535. Se convirtió en una persona adinerada y ayudó al rey Carlos I con dinero para una campaña militar en Argel en 1541. También participó en una guerra contra Francia en 1542. Escribió un libro de memorias llamado Relación de Servicios.
Contenido
¿Quién fue Juan Ruiz de Arce?
Juan Ruiz de Arce, también conocido como "de Alburquerque", nació en 1507 en la localidad de Alburquerque, en Extremadura. Provenía de una familia noble de las montañas de Santander.
Su padre era Martín Ruiz de Arce. Aunque fue educado para ser militar, también le gustaba mucho leer y escribir.
Sus primeros viajes a América
Siguiendo la tradición de su familia, Juan Ruiz de Arce llegó a Santo Domingo en 1525. Allí se unió a las expediciones en América.
Participó en campañas en Jamaica y Honduras hasta 1530. Después, se trasladó a Nicaragua hasta 1532.
En 1532, buscando nuevas aventuras y riquezas, se unió a la expedición de Hernando de Soto. Esta expedición iba a reforzar a las tropas de Francisco Pizarro que ya estaban en Perú.
La llegada a Perú y el encuentro con Atahualpa
Juan Ruiz de Arce participó en la fundación de San Miguel, cerca de Tumbes. También estuvo en los primeros momentos de la conquista de Perú.
Negociaciones con el Inca Atahualpa
Ruiz de Arce fue parte de las conversaciones previas con el Inca Atahualpa. Esto ocurrió cuando los españoles llegaron a Cajamarca. Pizarro envió una delegación para hablar con el Inca.
Hernando Pizarro y Hernando de Soto lideraron un grupo hacia el lugar de descanso de Atahualpa. El Inca, que tenía unos 30 años, se reunió por primera vez con los españoles.
Hernando de Soto saludó al Inca y le dijo que Francisco Pizarro estaría encantado de recibirlo. Atahualpa no respondió directamente. Uno de sus principales consejeros contestó que el Inca estaba en su último día de ayuno.
Luego, Hernando Pizarro habló con el Inca de forma amable. Al final, Atahualpa prometió ir a Cajamarca al día siguiente para reunirse con Francisco Pizarro.
El ataque sorpresa en Cajamarca
De vuelta en Cajamarca, los hombres de Pizarro no pudieron dormir esa noche. Estaban muy nerviosos porque se habían metido en una situación difícil. El Inca tenía un ejército de 40.000 soldados en su propio territorio.
Pasaron toda la noche buscando una forma de ganar en esa situación. Decidieron usar las mismas tácticas que les habían funcionado en la conquista de México y otras zonas de América. La mejor opción era un ataque por sorpresa.
El día de la captura
El día siguiente, 16 de noviembre de 1532, amaneció. Después de escuchar misa, los españoles se escondieron en los edificios alrededor de la plaza de Cajamarca. La señal para el ataque sería un disparo de cañón.
Después del mediodía, los hombres de Atahualpa comenzaron a aparecer por los campos cercanos. Había muchos guerreros indígenas. Al atardecer, el Inca entró en la plaza de Cajamarca con gran solemnidad. Lo escoltaban más de 6.000 indígenas, mientras otros grupos esperaban fuera de la ciudad.
Los españoles, escondidos, esperaban la orden. El sacerdote Valverde salió y le mostró un libro al Inca. Atahualpa lo miró y lo tiró al suelo. Valverde retrocedió gritando.
Sonó un cañonazo y la caballería salió. Los arcabuces (armas de fuego) comenzaron a disparar. La sorpresa y el miedo que esto causó a los indígenas hicieron que, en poco tiempo, la plaza estuviera llena de cuerpos.
Al mismo tiempo que la caballería causaba confusión, Francisco Pizarro salió con una docena de sus soldados. Se abrieron paso entre la multitud para llegar a la litera donde estaba Atahualpa. Finalmente, lo sacaron y lo llevaron a un edificio. La operación de los españoles terminó en dos horas. Juan Ruiz de Arce participó en todos estos eventos.
El tiempo de Atahualpa como prisionero
Mientras estaba prisionero, el Inca Atahualpa mostró una gran calma. Se interesó por las costumbres de los españoles y aprendió muy rápido.
Atahualpa y el ajedrez
En los días aburridos, el prisionero se entretenía jugando al ajedrez con Hernando de Soto y algunos soldados de la guardia. La mayoría de ellos sentían aprecio por el Inca. No solo aprendió ajedrez rápidamente, sino que también era amigable con quienes lo cuidaban.
Habían pasado más de seis meses desde que el Inca fue capturado. Su situación era incierta. Diego de Almagro y otros oficiales querían ejecutarlo, diciendo que era peligroso mantenerlo vivo.
Sin embargo, Francisco Pizarro, su hermano Hernando, Hernando de Soto y Juan Ruiz de Arce, entre otros, querían mantenerlo con vida. Ruiz de Arce incluso dijo que si el Inca había cumplido su promesa de llenar una habitación de oro, Pizarro debía ahora darle su libertad.
¿Por qué se decidió la muerte de Atahualpa?
No había acuerdo sobre el futuro de Atahualpa. Por un lado, después de repartir el oro en Cajamarca, muchos españoles querían ir a Cuzco. Por otro lado, había rumores de que las fuerzas del general Ramuñavi se acercaban para liberar al Inca.
Al final, el Inca se convirtió en un problema para los españoles. Llevarlo a Cuzco sería muy difícil, ya que las fuerzas de Ramuñavi intentarían rescatarlo.
Diego de Almagro, los funcionarios reales y otros que tenían miedo, presionaron a Francisco Pizarro para que ejecutara al Inca. Incluso inventaron que las fuerzas del general Ramuñavi estaban muy cerca de Cajamarca.
Pizarro envió a Hernando de Soto, a Ruiz de Arce y a otros a verificar esta información. El objetivo principal era alejar de Cajamarca a quienes estaban a favor de perdonarle la vida al Inca.
En una reunión rápida, se decidió ejecutar al Inca. La tarde del 26 de julio de 1533, Atahualpa fue ejecutado después de ser bautizado. Al día siguiente, fue enterrado con solemnidad en la iglesia improvisada de Cajamarca.
Pizarro estaba triste porque se vio obligado a aceptar la condena del Inca. Hernando de Soto, Ruiz de Arce y los que salieron a verificar los rumores se sintieron muy decepcionados por lo que había pasado en su ausencia. Ellos querían mantener al Inca con vida y enviarlo a España.
El viaje hacia Cuzco
Era necesario abandonar Cajamarca. Antes de hacerlo, Pizarro repartió los tesoros que Atahualpa había acumulado entre los 169 españoles que participaron en su captura.
Nuevos líderes y tesoros
Luego, nombraron a Túpac Hualpa como un rey-títere para que el imperio no quedara sin un líder. En el camino hacia Cuzco, capturaron y ejecutaron al general Calcuchima por traición. Él enviaba mensajes al general Quisquiz para informarle sobre los planes de los españoles.
Cuzco era la capital del imperio inca y era muy importante. Tenía un gran atractivo para los españoles, quienes imaginaban encontrar muchos templos llenos de oro. Además, era necesario tomar la capital para establecer el centro del gobierno español.
El 11 de agosto de 1533, siguiendo el curso de los Andes, los españoles partieron hacia la capital del imperio. Días después, llegaron a Jauja, encontraron grandes tesoros y la convirtieron en la primera ciudad cristiana de Perú.
Desde Jauja hasta Cuzco, los españoles recibieron ayuda de los indígenas. Esto se debía a que los guerreros de Ramuñavi, al huir hacia el sur, causaban daños a los pueblos y destruían aldeas y puentes.
Después de muchas dificultades, la expedición de Pizarro entró en Cuzco el 15 de noviembre de 1533. El saqueo de los tesoros ocurrió de inmediato. Encontraron mucho más oro y plata que en Cajamarca. Juan Ruiz de Arce habló de lo que hallaron en el Templo del Sol, o Coricancha:
Y como Atahualpa mandase que no tocaran las cosas de sus padre, hallamos muchas ovejas de oro (llamas) y mujeres y cántaros y jarros y otras piezas muchas. Hallamos entonos los aposentos del monasterio, alrededor de el, junto a las tejas, una plancha de oro tan ancha como un palmo
El reparto de los tesoros se hizo unos días después. Algunos de los hombres de Pizarro pensaron que con lo que habían reunido en Cajamarca, Jauja y Cuzco, tendrían suficiente para vivir tranquilamente en España. Juan Ruiz de Arce y otros decidieron regresar a su tierra. El grupo que quería volver a casa salió de Jauja a mediados de julio de 1535.
El regreso de Juan Ruiz de Arce a España
Al llegar a España, Juan Ruiz de Arce se presentó en Madrid. En reconocimiento a los servicios de su abuelo (quien murió en la batalla de Toro en una guerra), los de su padre (en la toma de Granada) y los suyos propios en Perú, se le concedió un escudo de armas. También recibió permiso para crear un mayorazgo (un tipo de herencia) y dinero de impuestos en Jerez de los Caballeros y Sevilla.
Donó parte de los tesoros incas que le correspondieron a la Corona para ayudar en la lucha contra Argel.
Su vida en Alburquerque
Después de su estancia en Madrid, Juan Ruiz de Arce llegó a Alburquerque y se casó con doña María Gutiérrez. Su lujosa casa en Alburquerque era la de un típico "indiano" (alguien que regresaba rico de las Indias).
Tenía vajilla y cubiertos de oro y plata. Incluso los cántaros para ir a la fuente eran de plata. Además de escuderos, sirvientes y pajes, su establo tenía varios caballos. La casa estaba llena de lujos.
En 1542, ofreció sus servicios al rey durante la guerra con los franceses. Esto lo dejó registrado ante un notario en Zaragoza.
En 1543, escribió unas memorias para sus herederos. En ellas, detallaba los servicios prestados por su abuelo, su padre y los suyos en Perú. El libro se tituló Relación de Servicios; advertencias que hizo el fundador del vínculo y mayorazgo a los sucesores en él (1545). Era una crónica detallada de los eventos de la conquista del Imperio inca. Juan Ruiz de Arce falleció en 1570.