Gil de Siloé para niños
Gil de Siloé fue un importante escultor español que trabajó en el estilo gótico durante los últimos años del siglo XV. Su hijo, Diego de Siloé, también fue un artista famoso, conocido como escultor y arquitecto en el estilo renacentista.
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La vida y el arte de Gil de Siloé
Gil de Siloé es considerado una de las figuras más destacadas de la escultura en España y Europa durante el siglo XV. En esa época, el estilo gótico tardío se mezcló con el arte mudéjar y las influencias de Flandes, dando origen al estilo gótico isabelino. Este estilo es único de España y Gil de Siloé es uno de sus principales representantes.
¿De dónde era Gil de Siloé?
No se sabe con certeza de dónde venía Gil de Siloé. En algunos documentos se le menciona como Gil de Emberres (que podría ser Amberes, en Flandes), y en otros como Gil de Urlianes (que podría ser Orleans, en Francia). Lo más común es que lo llamaran Maestre Gil. El apellido Siloé se usaba más para su hijo Diego. Se cree que llegó a España con una formación artística del norte de Europa, con influencias flamencas y quizás alemanas.
Su trabajo en Burgos
No se sabe cómo llegó Gil de Siloé a Burgos, pero trabajó muy de cerca con la familia Colonia, que eran arquitectos importantes del gótico. Juan y Simón de Colonia y Gil de Siloé colaboraron mucho en sus obras.
Se cree que Gil de Siloé nació entre 1440 y 1450. Desarrolló su carrera en Castilla, especialmente en la ciudad de Burgos y sus alrededores. Hay documentos que lo mencionan entre 1470 y 1501, año en que probablemente falleció en Burgos. Su carrera se divide en dos etapas: la primera (1470-1486) es menos conocida, y la segunda (1486-1501) muestra a Gil dirigiendo un gran taller y viviendo cómodamente.
Se casó con una hija de Pedro de Alcalá y tuvo cuatro hijos, entre ellos el famoso Diego de Siloé, quien se destacó como arquitecto en el Renacimiento.
¿Cómo era el estilo de Gil de Siloé?
El estilo de Gil de Siloé es muy detallado y decorado. Sus obras son muy minuciosas y muestran una habilidad técnica extraordinaria.
Para inspirarse, probablemente usaba grabados, manuscritos y libros impresos de su época. Por ejemplo, la forma en que combinaba plantas y figuras de niños en su decoración, como en el sepulcro de don Alfonso, pudo estar influenciada por libros como Las Crónicas de Nuremberg. También los tapices y retablos de su tiempo influyeron en su arte.
El taller de Gil de Siloé
Gil de Siloé recibió muchos encargos importantes en un período de tiempo relativamente corto (1486-1501). Esto, junto con la alta calidad de sus obras, indica que tenía un gran taller con muchos ayudantes. Burgos era una ciudad rica en el siglo XV, con muchos comerciantes y familias poderosas que encargaban obras de arte para sus capillas y casas. Esto significaba que había muchos clientes para el taller de Siloé.
El taller de Siloé era un lugar donde el maestro creaba las ideas y tenía aprendices y ayudantes que seguían su estilo. Las obras de arte se hacían para cumplir una función religiosa o política. Por ejemplo, los retablos, por su tamaño y detalle, buscaban conectar a los fieles con las historias religiosas de una manera muy realista.
Gil de Siloé no solo creaba esculturas individuales, sino que también diseñaba el conjunto completo de una obra, pensando en cómo encajaría en el espacio arquitectónico, qué temas religiosos se representarían y qué materiales se usarían. Los clientes no se fijaban tanto en cada escultura, sino en que el conjunto fuera claro y se ajustara a lo que habían pedido. Por eso, el maestro era muy importante, ya que organizaba todo el trabajo.
Se sabe que el taller de Siloé era muy solicitado y recibía encargos de la Reina, la nobleza y las iglesias más importantes. Otros artistas, como Maestre Felipe y Bigarny, pudieron haber trabajado en su taller antes de empezar sus propias obras.
La gran demanda de obras hizo que los escultores tuvieran que trabajar con muchos ayudantes. Aunque no se conocen los nombres de la mayoría de los ayudantes de Siloé, se sabe que su taller mantenía una alta calidad en sus obras. Al final de su vida, su hijo Juan, y probablemente Diego, también colaboraron con él.
Obras destacadas de Gil de Siloé
Las obras más importantes de Gil de Siloé se encuentran en la Cartuja de Miraflores, un monasterio cerca de Burgos. Allí realizó tres elementos principales: los sepulcros de los reyes Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, el sepulcro del infante Don Alfonso y el retablo principal.
La Cartuja de Miraflores
Sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal
Los sepulcros de los reyes, hechos de alabastro, le llevaron a Siloé cuatro años de trabajo (entre 1489 y 1493). Fueron encargados por la reina Isabel la Católica, hija de los monarcas. En estas obras, la habilidad del artista es asombrosa.
La reina Isabel encargó estos sepulcros no solo por deber, sino también para mostrar claramente la línea de su familia real y para que fuera un ejemplo de la importancia de la monarquía, en un momento en que la nobleza también construía grandes tumbas.
La tumba tiene forma de estrella de ocho puntas. Su gran superficie permitió incluir muchas imágenes, además de las figuras de los reyes. Destaca el increíble detalle con el que está trabajado el brocado de los vestidos reales.
Los registros del monasterio muestran que se gastaron 158.252 maravedíes en el alabastro y que el trabajo del artista costó 442.667 maravedíes.
Sepulcro del Infante don Alfonso
El sepulcro del infante Don Alfonso muestra una figura arrodillada en actitud de oración. Está bajo un arco decorado con calados (que lamentablemente se han perdido en parte) y flanqueado por dos pilares altos.
La decoración de este sepulcro es muy abundante y usa elementos de la naturaleza, como plantas (vid, roble, cardo), animales (caracol, conejo, águila, zorro) y figuras de niños.
En la parte superior del arco, hay una imagen de San Miguel luchando contra un dragón. La figura del infante Don Alfonso arrodillado es el centro de la obra. Delante de él, hay un reclinatorio con un libro de oraciones abierto. Los expertos destacan un brazo que parece estar pasando las páginas del libro, visible solo desde arriba, y la inclinación del paño que cubre el reclinatorio.
La parte superior del sepulcro tiene una Anunciación, un tema común en las tumbas de la época. Los Apóstoles y Santos, que se creía que ayudaban al difunto, aparecen en parejas en los pilares que enmarcan el sepulcro.
Retablo del Altar Mayor
El retablo principal de la Cartuja es otra obra impresionante, en la que el maestro trabajó de 1496 a 1499.
Es una composición muy elaborada, como un gran tapiz, inspirada en los grabados alemanes del rosario. El retablo está enmarcado por una gran corona que contiene círculos con escenas religiosas. En el centro, la figura de Cristo crucificado está dentro de un gran círculo, y a los pies de la Cruz están la Virgen y San Juan. Alrededor, hay círculos más pequeños con escenas de la Pasión y los Evangelistas. En la parte inferior, se representan la Anunciación y el Nacimiento. A los lados, están las estatuas de los reyes enterrados en la capilla y sus escudos.
La mayor cualidad de este retablo es su diseño general, aunque tiene muchos detalles magistrales. Por su tamaño, fue una obra de un gran taller. Para la policromía (los colores), Diego de la Cruz usó una técnica muy fina llamada brocado aplicado, que consistía en añadir filigranas a los ropajes y otros elementos. El coste total de esta obra fue de 1.015.613 maravedíes.
Monasterio de Fresdelval
Otra obra importante es el sepulcro de Don Juan de Padilla, un joven que falleció en la guerra de Granada en 1491 a los veinte años. La figura lleva una armadura de guerrero y una cota de malla, cubierta por una rica capa de brocado. Un paje detrás sostiene su espada y su casco.
Este sepulcro es muy similar en estructura y estilo al del infante Alfonso en la Cartuja, incluso en la postura de oración frente a un reclinatorio con un libro abierto. Siete estatuas que decoraban la parte superior del sepulcro se encuentran ahora en museos de Boston y Nueva York, y en colecciones privadas.
Esta obra, encargada alrededor de 1500 por la madre de Juan de Padilla y la reina Isabel, estuvo muchos años en la iglesia del Real monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, que ahora está en ruinas. Hoy se puede ver en el Museo de Burgos.
Catedral de Burgos
Capilla de Santa Ana o de la Concepción
En la Catedral de Burgos, Gil de Siloé, con la ayuda del pintor Diego de la Cruz, realizó el retablo mayor de la Capilla de la Concepción o de Santa Ana entre 1486 y 1492. El retablo está organizado como un tapiz.
El tema principal del retablo es la genealogía de la Virgen, con el Abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada como escena central. A los lados, hay seis relieves que complementan esta idea, y también figuras del obispo Luis de Acuña (quien encargó la obra) y San Humberto.
En 1492, el obispo decidió ampliar el retablo, y el mismo equipo de artistas lo llevó a cabo. Una característica especial de este retablo es que la mayoría de sus elementos están clavados directamente al muro de piedra, en lugar de tener una estructura de madera que los soporte.
Capilla de los Condestables
En la Capilla de los Condestables de la Catedral de Burgos, se encuentra un pequeño retablo de Santa Ana, que Gil de Siloé dejó sin terminar y que fue completado por su hijo Diego. Aunque no hay documentos que lo confirmen, se cree que Gil de Siloé es el autor. Se realizó alrededor de 1498.
Este retablo está dedicado a las santas y tiene pequeños nichos con delicadas figuras femeninas. La parte superior tiene tres cuerpos y tres calles con urnas que albergan esculturas, presididas por una figura de Santa Ana con la Virgen y el Niño. En los bordes de los vestidos de muchas esculturas hay textos religiosos. El retablo tiene forma de pequeño ábside cubierto por un gran dosel. Muchas de sus imágenes son similares a las del retablo de la Cartuja. Doña Mencía de Mendoza encargó esta obra a Siloé.
Según el experto Wethey, la figura de Juan de Padilla y el retablo de Santa Ana son las obras más agradables de Gil de Siloé. La figura de Santa Ana es especialmente memorable, con una gracia y belleza espiritual. El artista resolvió con maestría la dificultad de representar a Santa Ana con la Virgen y el Niño.
Obras documentadas que ya no existen
Se sabe que Gil de Siloé realizó el retablo mayor de la Capilla del Colegio de San Gregorio de Valladolid, encargado por el obispo Alonso de Burgos, pero esta obra ya no existe.
También se documenta la creación del retablo de la Iglesia de San Esteban de Burgos, con la policromía de Diego de la Cruz. Se terminó en 1496 y costó 138.000 maravedíes, pero fue desmantelado en siglos posteriores.
Además, en la Cartuja de Miraflores, se menciona que Gil de Siloé hizo unos ángeles para una gran reja, que costaron 16.000 maravedíes. Tanto la reja como los ángeles han desaparecido.
Obras de autoría incierta
Aunque no hay documentos que lo confirmen, se cree que la fachada del Colegio de San Gregorio (actual Museo Nacional de Escultura) en Valladolid es obra de Gil de Siloé o de su taller. Esta fachada no tiene una función estructural, sino que parece un telón decorativo.
También se discute si el sepulcro de alabastro del obispo Alonso de Cartagena, en la Capilla de la Visitación de la Catedral de Burgos, es obra suya. Es probable que fuera realizado por otro maestro con la ayuda de Gil de Siloé.
Las impresionantes puertas de madera que conectan el transepto con el claustro de la Catedral de Burgos podrían haber sido hechas por el taller de Gil antes de 1496 o por un gran discípulo suyo.
Además de las grandes obras, se cree que Gil de Siloé también hizo figuras individuales:
- La parroquia de San Esteban le encargó una figura de San Andrés, que aún se conserva y fue pagada en 1500.
- Sobre la puerta de entrada a la clausura de la Cartuja de Miraflores, hay una delicada imagen de piedra de la Virgen con el Niño sentado, conocida como Virgen del coro, que se atribuye a Gil de Siloé. Existe otra obra casi idéntica en alabastro en una colección privada.
- En el Museo de Burgos, se exhibe una gran escultura de piedra caliza policromada de Santa María la Mayor, que se cree que Siloé realizó a finales del siglo XV para decorar la fachada del Arco de Santa María.
Durante las restauraciones de la Capilla de los Condestables en 1995, se descubrieron varias imágenes en las claves de su bóveda. Se concluyó que fueron hechas por el taller de Gil de Siloé y que formaron parte del retablo mayor de la Capilla. El conjunto incluye dieciséis imágenes de apóstoles y evangelistas, y dos relieves (Circuncisión y Presentación de Jesús en el Templo). Aunque se notan diferentes manos en el taller, los dos relieves podrían ser del propio Gil, quien sin duda dirigió la obra.
También se le atribuye el retablo de la capilla de Nuestra Señora de la Buena Mañana en la Iglesia de San Gil Abad en Burgos.