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Condotiero para niños

Enciclopedia para niños

Los condotieros (del italiano condottieri, singular condottiero) eran líderes militares que dirigían grupos de soldados mercenarios. Estos grupos ofrecían sus servicios a las ciudades-estado italianas desde finales de la Edad Media hasta mediados del siglo XVI. La palabra condottiero viene de condotta, que era el nombre del contrato que firmaban estos capitanes con los gobiernos que los contrataban. Con el tiempo, la palabra se usó para referirse a cualquier líder militar importante en la forma de hacer la guerra de Italia.

Los condotieros veían la guerra como un arte. Sin embargo, sus intereses no siempre coincidían con los de los estados para los que trabajaban. Buscaban riqueza, fama y tierras para ellos mismos, y no estaban unidos por sentimientos patrióticos a la causa por la que luchaban. Eran conocidos por ser muy prácticos: podían cambiar de bando si encontraban una oferta mejor antes o incluso durante una batalla. Como sabían lo poderosos que eran, a veces ellos mismos ponían las condiciones a quienes los contrataban.

Archivo:Gattamelata
Estatua ecuestre en Padua del condotiero Erasmo de Narni, conocido como Gattamelata (escultura de Donatello).

¿Cómo se organizaban los Condotieros?

La base de los condotieros era la compañía (llamada compagnia di ventura), dirigida por un capitán. El número de soldados en estas compañías variaba mucho, desde poco más de cien hasta varios miles. Cubrían todas las especialidades militares de la época, desde la infantería (soldados a pie) hasta la caballería pesada (soldados a caballo con armadura).

A veces, para cumplir un contrato, el capitán principal que lo firmaba, y que tenía su propia compañía, necesitaba contratar a otras compañías más pequeñas. En este caso, el capitán principal firmaba otro contrato con estas compañías. A su vez, estos capitanes también firmaban contratos con sus propios hombres. Así, el contrato era un acuerdo, a veces verbal y a veces escrito, que se extendía a todo el ejército de condotieros. Por lo general, se especificaba que el mando directo de cada compañía dependía de su propio capitán.

Los primeros Condotieros: Mercenarios extranjeros

Durante los siglos XIII y XIV, las ciudades-estado ricas del norte de Italia comenzaron a contratar tropas mercenarias para su defensa. Al principio, estos mercenarios no eran italianos. A finales del siglo XIII y principios del XIV, las tropas mercenarias venían principalmente de Alemania, Brabante y Aragón.

Uno de los primeros condotieros fue Roger de Flor, quien, después de luchar en Italia, ofreció sus servicios al emperador bizantino Andrónico II. Otro condotiero importante fue Juan de Bohemia, que sirvió a Perugia contra Arezzo al mando de su tropa llamada Compagnia della Colomba ("Compañía de la Paloma").

La Gran Compañía y la Compañía Blanca

Al principio, estas tropas mercenarias eran casi como grupos de bandidos, pero con el tiempo se convirtieron en ejércitos disciplinados y bien organizados. El primer ejército mercenario bien organizado fue la Gran Compañía, dirigida primero por el caballero suabo Werner de Urslingen y luego por Montreal de Albarno y Konrad von Landau. Llegó a tener un ejército de 9000 hombres armados. Urslingen impuso una disciplina estricta a sus tropas y también estableció un reparto justo de las ganancias. La Gran Compañía viajó por Italia, tomando bienes y exigiendo dinero a los gobiernos locales a cambio de "protección". Sus capitanes obtuvieron grandes sumas de dinero por los servicios de sus tropas.

La Gran Compañía fue derrotada en 1362 por un nuevo ejército mercenario, formado por hombres de varias nacionalidades, la Compagnia Bianca ("Compañía Blanca") del inglés John Hawkwood. Esta compañía usaba tácticas militares más avanzadas. El éxito del ejército de Hawkwood hizo que surgieran rápidamente tropas similares bajo el mando de capitanes italianos, como la Compagnia della Stella ("Compañía de la Estrella") de Astorre I Manfredi; la Compañía de San Jorge de Ambrogio Visconti; la Compagnia del Cappelletto ("Compañía del Sombrerito") de Niccolò da Montefeltro; y la Compagnia della Rosa de Giovanni da Buscareto y Bartolomeo Gonzaga.

Pronto, los condotieros se dieron cuenta de su verdadero poder y comenzaron a imponer las condiciones de sus contratos a quienes los contrataban. Muchos condotieros, como Braccio da Montone y Muzio Attendolo Sforza, se convirtieron en figuras importantes en la política del siglo XIV.

La época dorada de los Condotieros italianos

Desde el siglo XV, los principales condotieros eran todos italianos. Muchos de ellos eran hijos menores de familias nobles que no esperaban heredar títulos de sus padres. Otros tenían orígenes más humildes, pero todos estaban muy familiarizados con las actividades militares desde su adolescencia. Venían de todas las regiones de Italia, pero la mayoría eran de Romaña, Lombardía, Piamonte y Umbría. El condotiero más famoso del siglo XV fue Giovanni dalle Bande Nere, de Forlì, hijo de Caterina Sforza, a quien se le llamó "el último condotiero" (refiriéndose al último condotiero famoso). Su hijo fue Cosme I de Médicis, gran duque de Toscana.

Condotieros famosos y sus ganancias

A veces, los propios gobernantes de un territorio se convertían en condotieros por un tiempo para aumentar sus ingresos. Este fue el caso de Sigismondo Malatesta, señor de Rímini, o de Federico da Montefeltro, duque de Urbino. Las ganancias para estos gobernantes, ya sea en dinero o en territorios, eran muy altas.

Los capitanes de estas nuevas compañías mercenarias no eran elegidos por sus hombres, sino al revés. El contrato se volvió muy detallado en cuanto al reparto de los bienes tomados, los rescates a recibir por capturar a un prisionero importante, o las condiciones bajo las cuales un guerrero podía dejar el servicio. Cuando el período del contrato terminaba, la compañía debía esperar un nuevo período, llamado "espera", durante el cual el estado podía renovar el contrato. Incluso si el contrato había terminado definitivamente, el condotiero debía esperar dos años antes de hacer la guerra a sus antiguos contratantes.

El contrato también se aplicaba a los marinos mercenarios. En esos casos se llamaba contratto d'assento, y assentisti a los capitanes que ofrecían sus servicios de esta forma. Los assentisti fueron usados principalmente por la República de Génova y los Estados Pontificios desde el siglo XIV. La República de Venecia, en cambio, consideraba que contratar a estos "mercenarios del mar" era algo que no iba con su prestigio como gran potencia naval, y nunca los usó, ni siquiera en los momentos más difíciles de su historia.

Los condotieros fueron muy importantes en las batallas que se libraron en Italia durante el siglo XV. Especialmente en la guerra entre Venecia y Milán por el control del norte de Italia, donde participaron condotieros conocidos como Francesco Sforza, Gattamelata, Bartolomeo Colleoni y Gian Giacomo Trivulzio. También en las luchas entre Florencia y Pisa, o en los conflictos de los Estados Pontificios para aumentar su poder en el centro de Italia. De hecho, los condotieros eran las personas más influyentes en la política de los estados italianos de entonces, ya que, al no tener tropas propias y con ciudadanos que no querían luchar, dependían exclusivamente de contratar una compañía para su seguridad y poder.

El fin de los Condotieros

El declive de los condotieros comenzó en 1494, cuando el rey francés Carlos VIII invadió Italia por primera vez en más de un siglo. Sus tropas usaban mucha artillería, contra la cual los condotieros no estaban preparados. Además, los ejércitos franceses tenían un sistema donde los jefes y oficiales dependían directamente del rey para su paga y ascensos, no de señores feudales. Esto hacía mucho más difícil que desertaran o cambiaran de bando. Aunque las tropas francesas también usaban mercenarios suizos, estos buscaban una buena paga más que influencia política en un país desconocido, lo que los hacía más confiables que los condotieros.

En esta época, a finales del siglo XV, los condotieros italianos solían dar más importancia a sus estrategias políticas y a las ganancias que al "arte de la guerra". De hecho, las campañas militares podían terminar sin muchas bajas si un bando lograba convencer a la compañía enemiga con dinero. Las batallas se convertían en simples demostraciones de fuerza donde los mercenarios evitaban riesgos mortales, y donde capturar prisioneros (especialmente si eran ricos) era más rentable para cobrar rescate que matar soldados enemigos.

Los éxitos franceses de 1494 pronto llevaron a la intervención de España, un reino que casi nunca usaba mercenarios. Las tropas españolas demostraron un gran valor militar que hacía innecesario recurrir a las costosas y poco confiables compañías de condotieros. Muchos de los condotieros más famosos decidieron entonces ponerse al servicio de potencias extranjeras: Gian Giacomo Trivulzio, por ejemplo, dejó a Milán por Francia; Francisco II Gonzaga y Ludovico II de Saluzzo también se unieron a los franceses; y Andrea Doria se convirtió en almirante del emperador español Carlos V.

Las Guerras Italianas, en las que la península fue invadida por los modernos ejércitos de los Habsburgo y de Francia, marcaron el final de la época dorada de los condotieros. No pudieron hacer frente a los piqueros suizos, los lansquenetes alemanes, la caballería francesa o los tercios españoles. Sobre todo, los condotieros no tenían experiencia en el uso de la artillería y las armas de fuego (como arcabuces o mosquetes) que ya eran esenciales en los ejércitos europeos modernos. Además, sus tácticas de riesgo mínimo eran poco útiles frente a rivales cuyo objetivo era derrotar completamente al enemigo. Así, la práctica de la condotta ya había desaparecido hacia 1550, pero la palabra condottiero siguió usándose en Europa para referirse a generales destacados de origen italiano, especialmente cuando luchaban al servicio de potencias extranjeras, como Marco Antonio Colonna, Ottavio Piccolomini y Raimondo Montecuccoli.

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Véase también

  • Compagnia di ventura
  • Buonavoglia
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