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Transporte por jangadas en la cuenca del Plata para niños

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El transporte por jangadas en la cuenca del Plata fue un método antiguo y muy importante que se usó por más de cien años para llevar productos de la madera desde los bosques y selvas de América del Sur hasta las ciudades donde estaban las fábricas y los mercados. Esto se hacía flotando grandes grupos de troncos por los ríos de la Cuenca del Plata, aprovechando la corriente natural del agua. Los ríos más importantes para esto eran el Paraguay, Paraná, Uruguay y Bermejo.

A estos grupos de troncos flotantes se les llamaba “jangadas” en esta región. En otros lugares, como España, se usaban métodos parecidos conocidos como almadías o maderadas. Sin embargo, en la Cuenca del Plata, debido a la gran variedad de árboles, el tamaño de los ríos y las características del clima, el transporte de estas enormes masas de madera unidas tenía sus propias particularidades.

¿Qué eran las Jangadas en la Cuenca del Plata?

El término “jangada” en la región del Plata parece venir del idioma portugués. Se cree que llegó por escrito o que tiene otro origen, ya que se pronuncia con el sonido de la "j" castellana.

Durante el XIX y gran parte del XX, las jangadas fueron la única forma de aprovechar los recursos de las selvas en Paraguay, el noreste de Argentina y el sur de Brasil. Esto era porque no había buenos caminos ni puentes que conectaran las zonas donde se cortaba la madera con los lugares donde estaban las industrias y los compradores.

Aunque en otras partes de América del Sur, como en la Patagonia, se usaba un método similar, en la Cuenca del Plata las jangadas tuvieron una importancia comercial y cultural muy grande, desarrollando características únicas adaptadas a la región.

Un Viaje por el Río: ¿Cómo Funcionaban las Jangadas?

Para hacer una jangada en el Plata, primero se cortaban los árboles en los bosques y selvas. Esto se hacía a una distancia de unos 20 kilómetros del río Alto Paraná en el lado paraguayo y 25 km en el lado de Misiones. Luego, con la ayuda de palancas y animales como bueyes o mulas, los troncos se llevaban hasta las orillas de los grandes ríos y se lanzaban al agua.

La Construcción de una Jangada

Una vez en el agua, personas expertas reunían los troncos en un lugar tranquilo, como una bahía. Los ataban de forma sencilla a otros troncos más delgados que se colocaban de forma transversal, usando cuerdas, alambres e incluso lianas. Todo el conjunto se mantenía sujeto a un árbol grande en la orilla.

Las jangadas se hacían solo con troncos de las maderas más valiosas. En la provincia de Misiones, al principio se usaban unas 4 o 5 especies, y luego se añadieron unas veinte más. El cedro misionero (Cedrela fissilis) era esencial en todas las jangadas de la selva paranaense. No solo era una madera de buena calidad, sino que también se usaba para hacer flotar la jangada, colocando sobre él los troncos de maderas más pesadas que el agua.

También se usaban troncos de timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum) como flotadores. Esta madera era valiosa, pero menos que el cedro. El cedro fue tan usado que su escasez puso en peligro el sistema de transporte por jangadas, ya que no había otra buena especie flotadora que lo reemplazara.

El viaje solo comenzaba cuando se tenía una cantidad suficiente de troncos. Entonces, se soltaba la jangada de la orilla y se la empujaba hacia el centro del río con largas cañas o varas de madera llamadas “botadores”. La propia corriente del río era la que movía esta gigantesca carga de madera, por lo que el movimiento seguía el curso natural del agua hacia la desembocadura. Por esta razón, los viajes más largos, de unos 2000 kilómetros, podían durar varias semanas.

Los Peligros del Viaje Fluvial

Durante las noches, la jangada se ataba a alguna isla para evitar que chocara con otras embarcaciones. Esto hacía que el viaje fuera aún más largo. Por eso, los encargados de llevar la jangada, llamados “jangaderos”, construían un pequeño refugio sobre la estructura donde dormían y cocinaban. Debían estar muy atentos para que la jangada no se enganchara en la orilla o en las muchas islas del río, ya que liberarla era un trabajo muy agotador.

Esto era más difícil en las curvas del río y cuando el nivel del agua bajaba. Si el río no tenía suficiente agua, la jangada se quedaba esperando, a veces por más de un mes. Cuando el agua volvía a un nivel adecuado, las jangadas se soltaban y podían pasar por las poblaciones ribereñas en grandes cantidades, a veces hasta cincuenta formaciones en el Alto río Uruguay.

Otro peligro eran las tormentas de viento. Las olas fuertes podían desarmar la jangada, haciendo que los troncos flotaran solos. Además de la pérdida económica, estos troncos sueltos eran un peligro serio para la navegación, ya que muchas de las maderas explotadas eran muy pesadas y apenas sobresalían del agua, lo que hacía muy difícil verlos a tiempo para evitarlos.

Los rápidos y las zonas de corriente fuerte también podían dañar las jangadas cuando el río estaba bajo. Estas eran zonas con piedras duras que sobresalían, creando remolinos y corrientes que aflojaban las ataduras de las jangadas. En el Alto río Paraná, el más peligroso era el de los saltos del Apipé (hoy cubiertos por la represa hidroeléctrica de Yacyretá). Para pasarlos, la jangada grande se dividía en jangadas más pequeñas que intentaban cruzar una por una. Después de pasar el obstáculo, se volvía a formar la jangada original y se continuaba el viaje. Si el salto era muy grande, la jangada debía desarmarse por completo y los troncos se transportaban por tierra hasta un punto tranquilo río abajo. Esto pasaba con las jangadas que bajaban por el río Uruguay con maderas de la selva misionera. Como no podían cruzar las cascadas de Salto Grande (hoy cubiertas por la represa del mismo nombre), los troncos se sacaban del río y se llevaban a la ciudad de Federación. Allí se les daba un primer corte con sierras antes de volver a armarlos y continuar el viaje por agua hacia Buenos Aires.

Al principio, solo la corriente del río movía las jangadas. Con el tiempo, se empezó a usar lanchas remolcadoras para arrastrar las jangadas y hacer el transporte más rápido. Una segunda embarcación se colocaba detrás de la jangada para ayudar a dirigirla y evitar que la corriente la llevara contra la orilla.

El Fin de una Era: ¿Por Qué Desaparecieron las Jangadas?

A medida que avanzaba el XX, se construyeron rutas que conectaron las zonas de explotación de madera con las ciudades del sur. Al principio eran de tierra, luego con ripio y finalmente asfalto. También se construyeron puentes que cruzaban todos los ríos, incluso los más grandes, y hasta un túnel bajo el río. Esto permitía que los camiones llevaran la madera directamente desde el lugar de corte hasta el aserradero en pocas horas.

Con el aumento del transporte en barcos, las jangadas se convirtieron en un obstáculo. Por eso, se cambiaron las reglas de navegación para que las jangadas no pudieran pasar más allá de la ciudad de Corrientes. Allí, cada jangada debía desarmarse y los troncos se pasaban a vagones para continuar el viaje en tren.

Debido a estas nuevas formas de transporte, usar las jangadas solo para una parte del camino dejó de ser rentable.

En la provincia de Misiones, otro factor que contribuyó al abandono de las jangadas fue que tanto el río Alto Paraná como el Alto Uruguay son límites internacionales. Aunque la madera viniera de Argentina y fuera a puertos del mismo país, al cargarla y descargarla se debían hacer trámites aduaneros en los destinos principales (las ciudades de Buenos Aires y Rosario). Los transportes de troncos por tierra no tenían que hacer estos trámites.

Las Jangadas en la Cultura: Historias y Canciones

La canción folklórica argentina “Canción del Jangadero”, de Jaime Dávalos y Eduardo Falú, habla de este antiguo medio de transporte fluvial y de lo duro que era el trabajo de los jangaderos. Esta canción fue muy popular en las décadas de 1960 y 1970, justo cuando las jangadas empezaban a desaparecer.

El escritor uruguayo Horacio Quiroga escribió dos guiones para películas que nunca se filmaron. Uno de ellos se llamaba “La jangada” y estaba basado en dos de sus cuentos: “Los mensú” y “Una bofetada”.

Este guion fue un antecedente importante para otras películas que mostrarían las difíciles condiciones de vida de los mensús, que eran los trabajadores de los bosques de Misiones y Paraguay, especialmente los que cosechaban la yerba mate. Algunas de estas películas fueron “Prisioneros de la tierra” —dirigida por Mario Soffici en 1939 (basada en cuentos del propio Quiroga)— y “Las aguas bajan turbias” —dirigida por Hugo del Carril en 1952—. Estas películas fueron muy importantes en el cine argentino de esas décadas.

Véase también

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Transporte por jangadas en la cuenca del Plata para Niños. Enciclopedia Kiddle.