Gracia divina para niños
La gracia divina es un regalo especial y gratuito que, según la teología cristiana, Dios da a las personas. Este regalo ayuda a las personas a vivir de acuerdo con los mandamientos, a ser mejores y a acercarse a Dios. También se entiende como el amor inmerecido de Dios que siempre llama a las almas hacia Él.
A lo largo de la historia de la teología cristiana, la idea de la gracia se ha ido explicando mejor. Esto ha sido gracias a lo que dice la Biblia sobre la palabra griega χάρις (que significa gracia) y a las discusiones sobre cómo era el ser humano antes del pecado original.
Contenido
La gracia en la Biblia
En la Biblia, la palabra hebrea que a menudo se traduce como "gracia" es hen o hesed.
En el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, la gracia se refiere a la bondad y generosidad de Dios. Es un favor que Dios da sin que la persona lo merezca. Por ejemplo, cuando alguien dice: "si he hallado gracia ante tus ojos", significa que espera recibir un favor o ayuda de Dios. Esto muestra la humildad de la persona y que el regalo de Dios es totalmente gratuito. A veces, también puede incluir una recompensa, pero siempre se considera un regalo no obligatorio. En esta parte de la Biblia, la gracia no se entiende como un don sobrenatural o una virtud especial como se verá más adelante en el Nuevo Testamento.
En el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento, la palabra "gracia" tiene un significado más profundo.
- En el relato de la Anunciación, el ángel Gabriel saluda a María con la expresión griega κεχαριτωμένη, que significa "llena de gracia". Esto sugiere que María ya tenía una cualidad especial dada por Dios.
- En las cartas de Pablo y en los Hechos de los Apóstoles, la gracia se describe de varias maneras:
* Es un regalo que hace que el alma sea pura y santa, y que ayuda a vencer el pecado. Jesucristo obtuvo este regalo para los cristianos. * Se refiere al mensaje del evangelio, que es diferente de las leyes antiguas. * Es el poder para predicar, hacer milagros o expulsar demonios. * Se relaciona con la misión de ser un apóstol. * Incluye las buenas cualidades que debe tener un cristiano. * Es la bondad gratuita de Dios. * Son actos de amor hacia los demás. * Es el plan de salvación que se renovó después de la Resurrección de Jesús.
- Las cartas de Pedro usan la palabra "gracia" para hablar de la salvación misma o del evangelio. También significa un don especial o las virtudes que un cristiano recibe de Dios.
La gracia en la teología cristiana
El pelagianismo y san Agustín
Una de las razones principales por las que se empezó a reflexionar más sobre la gracia divina fue una enseñanza llamada pelagianismo. Pelagio creía que las personas eran totalmente libres y responsables de sus acciones. Pensaba que la gracia de Dios era solo una guía externa, como un ejemplo a seguir, pero que Dios no actuaba dentro de la persona para ayudarla a hacer el bien.
San Agustín no estaba de acuerdo con esta idea. Él enseñó que el pecado original había dañado a la humanidad y que las personas necesitan la gracia divina para poder hacer el bien y seguir los mandamientos. Esta gracia, según San Agustín, es un regalo completamente gratuito de Dios, que se da sin que la persona lo merezca. Además, es el resultado de la presencia del Espíritu Santo en el interior. Sin embargo, la gracia no quita la libertad de la persona, sino que la atrae y la mueve por amor.
El Concilio de Cartago en el año 418 apoyó las ideas de San Agustín, afirmando que la gracia de Dios no solo perdona los pecados pasados, sino que también ayuda a no cometerlos en el futuro.
El semipelagianismo
Las ideas semipelagianas surgieron como una oposición a la teología de San Agustín. Estas enseñanzas sugerían que el inicio de la conversión o de la fe podía ser un esfuerzo humano, y que Dios luego ayudaba.
Aunque todavía hay debates sobre el alcance exacto de estas ideas, San Agustín y sus seguidores se opusieron a ellas. Insistieron en que la gracia de Dios es lo más importante en cualquier paso que lleve a la salvación o a ser una buena persona. Incluso el primer acto de fe necesita una gracia especial de Dios. Así, la Iglesia profundizó en la diferencia entre la gracia que sana y la gracia que eleva a la persona.
El magisterio católico contra el semipelagianismo
Varios concilios en África y los Papas se ocuparon de las ideas semipelagianas. Volvieron a enfatizar que la intervención de Dios es necesaria y que su iniciativa para la salvación del ser humano es completamente gratuita. El Papa Bonifacio II aprobó las conclusiones del Sínodo de Orange (529), que reafirmaron la enseñanza de San Agustín: cualquier acto de fe requiere la acción del Espíritu Santo.
Estos documentos fueron retomados y confirmados durante el Concilio de Trento debido a las discusiones sobre cómo las personas son hechas justas ante Dios.
La gracia en la teología escolástica
Tomás de Aquino enseñó que ni siquiera el primer paso de una persona hacia la conversión es obra suya. Él creía que la persona, en el camino para ser perdonada de sus pecados, no puede hacer nada por sí misma. Esta justificación es obra del amor de Dios, que no espera a que la persona sea inocente para amarla, sino que la limpia y le ofrece una nueva vida. Esta nueva vida comienza con la gracia del bautismo y las virtudes infusas (cualidades buenas que Dios pone en el alma). La gracia no solo eleva a la persona, sino que también la mueve a buscar y amar a Dios.
Juan Duns Scoto destacó que la justificación es una decisión de Dios que no depende de nada más que de lo que Él ha establecido. Él también hizo una distinción: una cosa es recibir la gracia y las virtudes, y otra es la "aceptación divina", que es la llamada de Dios que hace que la persona sea justa ante sus ojos.
En el nominalismo, se enfatizó aún más la libertad de Dios. Se creía que Dios elige a algunas personas y espera de ellas acciones correctas para que puedan salvarse. Por lo tanto, lo importante no serían los dones o la gracia, sino el obrar correctamente según la voluntad de Dios.
Lutero y el Concilio de Trento
Martín Lutero creía en la libertad absoluta de Dios y en que las buenas acciones no eran necesarias para alcanzar la justificación o salvación. Él enseñó que el pecado no es eliminado por completo, sino que es "cubierto" por los méritos de Jesucristo. Es decir, Dios no toma en cuenta el pecado del pecador gracias a la justicia de Cristo, aunque el pecador siga siendo el mismo por dentro.
Según la Iglesia católica, sin embargo, la justificación sí implica que el pecado es realmente eliminado del alma. Esto ocurre con el bautismo para el pecado original, y con el Sacramento de la Penitencia para los pecados personales.
En la teología luterana, la gracia es muy importante. Se cree que el ser humano ha sido tan dañado por el pecado original que no puede hacer el bien ni tiene la libertad necesaria. La justificación ocurre solo por la gracia de Dios (sola gratia), sin ningún mérito de la persona, a la que solo se le pide fe.
Los católicos creen que la persona es justificada por la gracia de Dios:
- Inicialmente a través del bautismo.
- A través de la fe que se muestra en el amor en la vida diaria del cristiano.
- A través del Sacramento de la Reconciliación si se ha perdido la gracia por un pecado grave.
El Concilio de Trento declaró que la voluntad libre del ser humano, impulsada por Dios, puede cooperar con Él. La persona puede prepararse para recibir la gracia de la justificación. La voluntad humana puede resistirse a la gracia si así lo elige. No es algo que permanece pasivo. Aunque debilitada por el pecado de Adán, la voluntad libre no es destruida.
Una declaración conjunta entre católicos y luteranos en 1999 afirmó que el ser humano depende completamente de la gracia de Dios para su salvación. La justificación es obra solo de la gracia de Dios. Cuando los católicos dicen que el ser humano "coopera", entienden que esa aceptación personal es también un fruto de la gracia.
El Concilio de Trento también se enfoca en cómo la gracia transforma a la persona, liberándola del pecado. Aunque la persona debe seguir luchando contra las malas inclinaciones con la ayuda de la gracia. El concilio ve la justificación como algo relacionado con Jesucristo: es como ser parte de Él, de su "cuerpo místico". La acción de Dios no solo limpia, sino que también eleva a la persona. Por parte del ser humano, el concilio dice que se necesita no solo la fe, sino también las otras virtudes teologales (fe, esperanza y caridad).
Miguel Bayo
Miguel Bayo sostenía que el estado original del ser humano (con los dones y la amistad con Dios) era natural. Para él, el pecado original era lo mismo que la concupiscencia (la inclinación al mal). Creía que la naturaleza humana estaba tan dañada que, sin la gracia, todas las acciones humanas eran pecados. Sin embargo, el don de la gracia solo reparaba esta situación, haciendo que la persona fuera capaz de cumplir los mandamientos, pero no la devolvía a su estado original ni la elevaba a ser hija de Dios.
De auxiliis
Después del Concilio de Trento y en medio de las discusiones con los luteranos, los teólogos católicos profundizaron en la idea de la gracia y cómo se combinan la acción de Dios y la libertad humana en la salvación. Surgió una discusión entre diferentes escuelas de pensamiento, especialmente a partir de las ideas del dominico Domingo Báñez. Algunos miembros de la Compañía de Jesús, como Luis de Molina, se opusieron a sus teorías. El punto clave de la discusión era la eficacia de la gracia divina y su relación con la predestinación (la idea de que Dios ya ha decidido quién se salvará).
Jansenismo
El jansenismo fue otra corriente de pensamiento que generó nuevas discusiones sobre la gracia. Jansenio, en su libro Augustinus (1640), asumió algunas ideas de Bayo sobre la naturaleza humana. Él creía que la gracia era algo que le correspondía al ser humano. Luego, planteó que la naturaleza del ser humano después del pecado estaba tan dañada que no podía realizar ninguna buena acción por sí misma. Explicó en detalle cómo las "gracias actuales" (las necesarias para hacer una buena acción en un momento específico) se dan en la persona.
Las discusiones teológicas sobre el jansenismo duraron mucho tiempo, con varias condenas por parte de los Papas hasta 1794. La condena de las ideas de Pascasio Quesnel en un documento papal ayudó a la doctrina católica a aclarar que la condición de Adán y Eva con sus dones era "sobrenatural", es decir, por encima de lo que la naturaleza humana puede lograr por sí misma.
En el Catecismo de la Iglesia Católica (1992)
El Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 dedica una sección a la gracia divina. Ofrece una definición clara:
La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios, hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina, de la vida eternaCEC 1996
El Catecismo subraya que esta participación en la vida divina es "sobrenatural", lo que significa que va más allá de las capacidades de la naturaleza humana. Además de la expresión "gracia santificante", se usa también "gracia divinizadora", porque se trata del regalo de la vida divina al alma del cristiano.
También se distingue entre "gracia habitual" (el regalo permanente de esa vida divina que permite la relación con Dios) y "gracias actuales" (intervenciones de Dios en el camino de cada cristiano para ser santo). Incluso la preparación para recibir este regalo es también gracia. Otra distinción se hace entre "gracias sacramentales" (las que se reciben con cada uno de los sacramentos) y "gracias especiales" o "carismas" (dones que el Espíritu Santo concede para situaciones particulares o para vivir un tipo de vida específico).
Finalmente, el Catecismo recuerda que la gracia divina es sobrenatural y no se puede "experimentar" de forma directa. Por lo tanto, como ya afirmó el Concilio de Trento, solo se conoce por la fe. No se puede deducir la justificación o salvación como si fuera algo que se pudiera comprobar con los sentidos.
Visión de la teología evangélica
En la teología evangélica, la gracia también se entiende como un favor que no se merece. Permite, a través del Espíritu Santo, que la persona sea santa. La gracia es el poder de Dios para salvar a los pecadores, dándoles vida y fe para creer en el evangelio.
Véase también
En inglés: Divine grace Facts for Kids