Expulsión de los judíos de al-Ándalus para niños
La expulsión de los judíos de al-Ándalus fue una orden importante que dio el califa almohade Abd al-Mumin en el año 1146. Por esta orden, muchos judíos tuvieron que dejar sus hogares y sus pertenencias. Aquellos que no quisieron irse de la España musulmana o convertirse al islam, sufrieron graves consecuencias o fueron tomados como siervos.
La mayoría de los judíos sefardíes buscaron refugio en tierras cristianas, especialmente en los reinos de León y Castilla, y también en el norte de África. Uno de los sabios judíos que tuvo que exiliarse por esta orden fue Maimónides, de Córdoba. Después de simular que se convertía al islam y de viajar por varios lugares, él y su familia se establecieron en Egipto.
Contenido
¿Qué causó la expulsión de los judíos en Al-Ándalus?
Antecedentes históricos de la expulsión

La salida de los judíos por los almohades en el siglo XII tuvo eventos previos. Por ejemplo, en 1126, el califa almorávide Alí ben Yusuf ya había ordenado la salida de la mayoría de los cristianos mozárabes hacia África. También hubo un intento de expulsar a los judíos en 1101. Antes de que llegaran estas dinastías del norte de África, ya habían ocurrido episodios violentos contra la población judía en los reinos de taifas, como un ataque muy grave en Granada en 1066.
El padre del califa almorávide, Yusuf ben Tasufín, que venía del desierto del Sáhara occidental, también era conocido por sus creencias religiosas muy estrictas y por perseguir a cristianos y judíos. Él creía, basándose en un texto antiguo, que los judíos se habían comprometido a aceptar la ley del Corán si el Mesías que esperaban no llegaba para cierto tiempo. Pensaba que ese momento había llegado. Por eso, en el año 1101, fue a Lucena, donde vivían grandes sabios judíos. Sin embargo, ellos lograron calmarlo dándole mucho oro.
Cuando los almohades reemplazaron a los almorávides, la situación para judíos y cristianos empeoró. Los almohades eran un movimiento religioso islámico que surgió en el norte de África. Lograron conquistar el actual Marruecos y Al-Ándalus en el siglo XII. Abd al-Mumin o Abdelmumén, su líder en ese momento, quería que todos los territorios bajo su control siguieran sus ideas religiosas.
La persecución y la orden de salida
Después de tomar la capital del imperio, Marrakech, en 1146, Abdelmumén reunió a los judíos. Según algunos relatos, les dio a elegir entre convertirse al islam o sufrir la muerte. Luego, Abdelmumén se dirigió a la península ibérica y, a su paso, destruyó iglesias y sinagogas.
El decreto de Abdelmumén decía que si un judío o cristiano se convertía al islam, podía quedarse en su casa y conservar sus bienes. Pero si preferían mantener su religión y no abandonaban el reino en el tiempo establecido, serían castigados con la muerte y sus bienes serían vendidos.
Un escritor de esa época describió:
La gente que llamaban muzmotos [los almohades] vinieron de África... y mataron a los cristianos que llamaban mozárabes y a los judíos que vivían allí desde hacía mucho tiempo, y tomaron para sí a sus mujeres, sus casas y sus riquezas.
Esta persecución duró diez años y obligó a muchos judíos, y a los pocos cristianos que quedaban, a renunciar a su fe y a practicar el islam solo por fuera. En 1162, algunos judíos y cristianos de Granada que practicaban su fe en secreto, junto con árabes y bereberes, participaron en una revuelta contra los almohades. Esta revuelta fue reprimida con mucha dureza.
Abraham ibn Daud vio en estos eventos el cumplimiento de antiguas profecías y el fin de importantes centros de estudio judíos.
¿Qué pasó después de la expulsión?

La salida de los judíos de Al-Ándalus tuvo un gran impacto en la historia de España y en la comunidad judía. Para el siglo XII, los judíos se habían adaptado tanto a la cultura árabe que usaban el árabe entre ellos. Habían sido una parte muy importante de la sociedad andalusí durante siglos, y su partida dejó un vacío en la cultura y la economía de la región. Muchos de los judíos expulsados fueron a los territorios del rey Alfonso VII de León, quien recibió en su corte a sabios de Sevilla y Lucena, entre otros. La ciudad de Toledo se convirtió entonces en el centro de estudios judíos más importante de la península. Allí, bajo el apoyo del arzobispo Raimundo (interesado en los textos árabes), un grupo de sabios judíos formó la famosa escuela de Traductores de Toledo, donde también participaron clérigos mozárabes y sabios de toda Europa.
Las ciudades de Sevilla, Córdoba y Granada quedaron con muy pocos judíos. En Córdoba, el anciano rabino Joseph ben Zadik falleció de tristeza al ver tanta destrucción. Los robos, incendios y ataques se repitieron en Lucena (cuyas escuelas se dispersaron), así como en Montilla, en Baena, en Aguilar y en otras ciudades donde había comunidades judías.
Algunos judíos se fueron a los condados catalanes, como los Kimhi; a Francia, como los Aben Tibbon; a Toledo, como los Aben Misgaj y Aben David; y a Egipto, como Maimónides.
Según el historiador José Domenéch Mira, mientras en la España musulmana "ocurrían estas expulsiones y había esta intolerancia religiosa, en el Norte cristiano las tres religiones y las tres comunidades convivían de forma razonable. El concepto de tolerancia religiosa había desaparecido en al-Andalus, pero se mantendría durante varios siglos en los reinos cristianos del Norte".
A finales del siglo XII, el califa Abu Yúsuf Yaacub al-Mansur se sentía orgulloso de la intolerancia islámica, diciendo que desde la fundación del imperio almohade "no había tolerancia ni lugar para el judío ni para el cristiano, ni quedaba en todo el país de los musulmanes en Occidente ninguna sinagoga ni iglesia".